Bibliotecas en la órbita de Venus

 

Queremos creer en que hay vida inteligente en otros planetas, pero antes, querríamos creer que también existe en éste.

 

Puede que en la Tierra las bibliotecas estén cuestionadas por los más cerriles que no ven más allá de sus pantallas pero, en otras galaxias no tan lejanas, no será así. Y no, no estamos hablando de la saga Star wars por mucho que terminemos hablando de cine.

Todo viene a cuento del Falcon Heavy, el cohete más grande de la historia de la aeronáutica espacial, promovido por el millonario Elon Musk. En los diversos diarios se han hecho eco del muy fotogénico modelo de coche Tesla Roadster, propiedad de Musk, que se lanzó dentro de la nave con un maniquí bautizado como Starman ejerciendo de conductor; y a los sones de la mítica canción de Bowie.

 

Cabecera de la web de la Biblioteca Larkin Kerwin de la Agencia Espacial Canadiense.

 

Aparte de lo emocionante que todo esto pueda sonar: lo que más nos ha gustado ha sido la inclusión del dispositivo Arch, menos fotogénico que el Tesla Roadster, pero mucho más esperanzador por tener una capacidad de hasta 360 tretabytes de datos.

El Arch es un cristal de datos, proporcionado por la Arch Mission Foundation, en el que se han grabado (entre mucha más información) las novelas de la trilogía Fundación de Isaac Asimov. Muy apropiado. Pero la cosa no acaba aquí. Lo más fabuloso es el cronograma que tienen previsto desarrollar durante las siguientes décadas:

  • para 2020 quieren lanzar discos Arch a la Luna bajo el nombre de Lunar Library que contendrán documentos con las informaciones más relevantes sobre nuestra especie, y cuya caducidad se prevé será tanto como la de la Luna misma.
  • En 2030 le tocará el turno a la Mars Library, es decir la Biblioteca de Marte: una copia de nuestros conocimientos que ayude a futuras colonias humanas. El objetivo final , según recoge Xataka, será conectar todas las bibliotecas Arch de forma que creen una red de lectura y escritura descentralizada que abarque todo el Sistema Solar.

 

Bibliotecarias listas para el lanzamiento de la primera biblioteca a la Luna.

 

Preguntas de lo más prácticas e interesadas que nos asaltan una vez que hay barra libre para la imaginación: ¿cuáles serán los requisitos para ejercer como bibliotecarios en esas bibliotecas?, ¿incluirán en los planes de estudio de Biblioteconomía asignaturas sobre ingeniería espacial?, ¿los bibliobúses del espacio serán como el Halcón Milenario de Han Solo, la USS Enterprise de Star Trek o los platillos volantes de Mars Attacks? Dudas espaciales que no empañan lo positivo de la noticia incluso si finalmente los bibliotecarios no aparecen ni como extras en la película que se están montado. Y es que las bibliotecas, esas naves nodrizas milenarias, reafirman su vigencia conceptual una vez más.

 

El pasado 27 de septiembre se celebró el ya clásico Star wars Reads Day con numerosos eventos en torno a la lectura en bibliotecas y librerías.

 

Si el sabio Yoda te lo dice habrá que hacerle caso: lee.

Las referencias culturales del cohete lanzado por el magnate Musk dejan en mantilla a la NASA. En la sonda espacial Voyager 1 que salió del sistema solar allá por 2013 (y que fue lanzada el mismo año en que se estrenó la primera película de la saga Star Wars: 1977): también se incluía un equivalente a este dispositivo Arch tan library friendly. Se trataba del Disco de oro, en el que se grabaron también documentos representativos de la cultura terráquea, ante la eventualidad de un posible contacto con vida extraterrestre.

Desde diferentes saludos y deseos de paz en 55 idiomas: hasta sonidos de la naturaleza, animales, música e imágenes. Entre las músicas elegidas se encontraban desde La flauta mágica de Mozart al Jonnhy B. Goode de Chuck Berry, y las imágenes iban desde un feto humano hasta un supermercado. Pero ni una sola imagen de un libro o una biblioteca ¿Cómo es posible que los recipientes más importantes de todos los conocimientos de la humanidad no tuvieran ni una triste representación?

 

Ilustración de Lance Miyamoto para Science Magazine en 1981

 

Tal vez, ahora que tantos agoreros hablan de jubilación forzosa para las bibliotecas, sería el momento de plantearse decisiones drásticas, y directamente lanzarlas al espacio bajo el auspicio de la empresa Space X de Musk que muestra algo más de sensibilidad al respecto ¿Cabe imaginar mejores embajadas interestelares que las bibliotecas públicas? A los bibliotecarios, si acaso, se les puede criogenizar y despertar sólo si merece la pena el encuentro en la tercera fase. Astronautas y bibliotecarios tienen mas en común de lo que pueda parecer: están acostumbrados a la ingravidez de no saber si tendrá suficiente oxígeno (cámbiese por presupuesto) para completar su misión.

El cómic de Nick Abanzis sobre la perrita Laika: una de las muchas cobayas de la carrera espacial.

¿Terminarán los bibliotecarios como la perrita Laika, el chimpancé Ham u otras tantas cobayas de la carrera espacial?

Después de todo las bibliotecas ejercen como magníficas cobayas para estudios de mercado que podrían aprovechar si tuvieran vista desde las editoriales; también como campos de experimentación para innovaciones tecnológicas (ya hablamos de la colaboración entre las bibliotecas californianas y la empresa de realidad virtual VR Oculus); y por supuesto, las industrias culturales (discográficas, productoras cinematográficas) para combatir a través de las bibliotecas la piratería de contenidos.

 

La maravillosa escritora Ursula K. LeGuin.

 

La recientemente fallecida Ursula K. Le Guin narraba en su novela Los desposeídosla historia de un planeta capitalista, y de su luna, en la que malviven los exiliados del sistema que aspiran a una sociedad anarquista. Como toda buena novela de ciencia ficción está abierta a mil interpretaciones. Se nos ocurre una, en torno a los planetas de las industrias culturales y la luna Biblioteca en la galaxia digital.

Pero es la propia Le Guin la que tenía ideas muy claras sobre la relación entre editoriales y bibliotecas. En el 2013 (el año en que la Voyager 1 salió de nuestro Sistema: todo está escrito en las estrellas)  las dejó claras en una extensa entrada en su blog personal de la que recuperamos lo siguiente:

 

«La existencia o desaparición […] de una biblioteca no es un tema sexy. Pero es absolutamente básico para […] la continuidad del conocimiento humano [..] si las bibliotecas son diezmadas o eliminadas […] sólo podremos acceder a los libros a través de las grandes corporaciones. No va a ser fácil conseguir un libro que las empresas han decidido que no es rentable […] seríamos inteligentes si mantenemos […] el apoyo a las bibliotecas públicas en su esfuerzo heroico […] por llevar a cabo su trabajo en la era electrónica. […] El objetivo de la biblioteca pública es el mismo de siempre: dar acceso ilimitado a todos los libros (impresos, electrónicos) a todo el mundo.

Es algo que merece la pena apoyar, ¿o qué?»

 

 

Y hay empresas que lo hacen. No vamos a descubrir ahora que Infobibliotecas está detrás de la plataforma de contenidos audiovisuales para bibliotecas eFilm (a punto de ponerse en marcha en Murcia, Cataluña y el Pais Vasco: que aquí no damos puntada sin hilo). Por eso nos gusta tanto la noticia del (inteligente) acuerdo al que ha llegado la empresa de exhibición cinematográfica Landmark Cinemas, en la población canadiense de St. Albert, con la cercana biblioteca pública de Morinville.

La cadena de cines ha ofrecido a la biblioteca la posibilidad de publicitar, gratuitamente, sus servicios mediante spots publicitarios que emiten en el tiempo reservado para tráilers. Los bibliotecarios, pillados por sorpresa por tan generosa oportunidad, se liaron el croma a la cabeza (la lona verde que permite luego introducir el fondo que se quiera tras los personajes) y empezaron a rodar un anuncio de 15 segundos.

 

 

«Las bibliotecas te pueden llevar a cualquier lugar al que quieras ir«: tal cual como el cohete Falcon Heavy añadimos aquí. Con ese eslogan no queda mucho más que decir salvo que las cadenas de cine Landmark han demostrado una inteligencia empresarial digna de elogio.

El documental sobre el rodaje de la película El cosmonauta (2013): la primera película española producida por crowdfunding que se convirtió en toda una odisea, no espacial, sino muy terrenal.

Promocionar la imagen corporativa de una empresa a través de la cultura solo puede redundar en beneficios mutuos. Cines y bibliotecas comparten clientela pero no compiten entre sí, todo lo contrario, se complementan y eso supone un valor añadido. Cuanto más se promueva la curiosidad cultural de los ciudadanos más espacios (públicos o privados) van a necesitar.

Como pocos podrán pagarse un pasaje a Marte, en 2030, cuando se inaugure la Mars Library: confiamos en poder seguir disfrutando de cines y bibliotecas para viajar a otros planetas.  «Sabes que nunca has ido a Venus en un barco«, que cantaban los de Mecano, pero para mirar las estrellas bajo el influjo de Venus no hace falta más que salir a la calle.

Tal cual como la protagonista del divertido corto Star love. Una incipiente historia de amor para San Valentín que nos recuerda que para ver las estrellas (pero de verdad) no es bueno andarse por las ramas.

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

2 comentarios en “Bibliotecas en la órbita de Venus

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