Durante la última década nos hemos sumergido en un hermoso sueño en el que las tecnologías digitales y las redes sociales hacían cambiar el mundo a toda velocidad. La forma de comunicarse, de trabajar, de aprender, de comprar, era cada vez mejor, más eficaz, más rápida y segura. Pero poco a poco, después del subidón inicial, comenzamos a darnos cuenta de que estas actividades son sólo una parte de nuestra vida. Desde el centro del flujo de la información, echamos de menos algo, abriendo una brecha en el sueño digital. Nos dimos cuenta de que necesitamos del abrazo, del consuelo, del contacto, realidades terriblemente analógicas.
Sociofobia y ¿Dónde está mi tribu? son dos ensayos que abordan este problema desde dos puntos de vista diferentes. En Sociofobia, César Rendueles http://bit.ly/1h338qf se pregunta si el sueño de un mundo interconectado no estará simplemente acentuando las dinámicas individualistas del capitalismo de consumo. Vivir en comunidad es complicado, porque necesitamos ponernos de acuerdo con gente que no nos gusta, que nos cae mal, que despreciamos o tememos; las redes sociales parecían solucionar ese problema, podemos contactar sólo con quién se ajusta a ciertos perfiles e intereses. En el fondo, son una vía de escape a nuestro miedo o asco a cruzarnos con los demás. Mala cosa, porque si vivimos en sociedad es porque, desde hace milenios, hemos descubierto que somos frágiles, que necesitamos que a veces nos cuiden y estamos por tanto obligados a cuidar a otros. Internet puede ayudarnos a solucionar algunos problemas, pero no parece ser muy bueno a la hora de atender a los cuidados.
Carolina del Olmo sigue esta misma línea de crítica informacional en ¿Dónde está mi tribu? http://bit.ly/1iEY0G0. Tener un hijo es una paradójica experiencia social, tecnificada y asesorada pero terriblemente solitaria: existen toneladas de información, libros, blogs… Es un proceso mediado por médicos, matronas, enfermeras y expertos varios. Pero después del embarazo y del parto, la madre está sola con su bebé, en un momento de la vida que exige dedicar al cuidado buena parte de las energías y esfuerzos, en medio de un maremágnum de consejos y teorías en radical contradicción, unas que asumen que el bebé en un ser que hay que domar, otras que hay que mimar. Todos estos libros de autoayuda parten de la idea de que la madre está sola con su bebé, al margen de tensiones laborales, obligaciones sociales, conflictos varios. Sitúan la crianza en una burbuja y meramente se ofrecen como formas de gestión experta. Pero si queremos entender las complejidades de tener y educar hijos en nuestra sociedad contemporánea, no podemos obviar que vivimos a menudo lejos de nuestras familias, que tenemos trabajos que nos obligan a inscribir a nuestros hijos en guarderías en edades bien tempranas, que nuestras bajas maternales y paternales son simples parches que dan un poco de alivio pero no solucionan el problema de pretender tener al tiempo una profesión y una familia. Quizás, más allá de castigar o de incentivar a nuestros hijos, la solución a esta contradicción pase por poder educar a nuestros hijos en un entorno laboral que nos exprima menos y en un entorno social que favorezca los lazos, el compartir responsabilidades, el apoyarse y ayudarse mutuamente.
Dos libros que abogan por densificar nuestra experiencia social, por perder el miedo a los otros, para ser más libres y más felices.]]>About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com