El Día Internacional del Libro de este año no ostenta el triste honor de ser el primer Día del libro en pandemia. Ese puesto ya se lo arrebató el 23 de abril del 2020. Pero este año, su celebración se tiñe de otros matices, también pospandémicos pero diferentes: que le dotan de personalidad propia.
El Día del libro 2021 sirve como indicador de la situación epidemiológica de cada territorio. Mientras que en Cantabria suspenden las actividades programadas en la Biblioteca Central; en Navarra: tienen previstas más de 50 actividades. La presencialidad o la virtualidad, a tan solo unas semanas de que caduque el estado de alarma: dibujan el mapa bibliotecario al calco del mapa de la incidencia del Covid.
A estas alturas de la pandemia, la planificación y programación de servicios y actividades en una biblioteca puede que se cumpla o no se cumpla simultáneamente. Como en la célebre paradoja del gato de Schrödinger: puede que la biblioteca esté viva o muerta, al mismo tiempo. Tal es el nivel de incertidumbre. Pero lo que está claro es que las redes sociales de las bibliotecas (con Youtube a la cabeza) van a colmarse, por segundo año consecutivo, de actividades para celebrarlo.
Youtube y Twitch están pisándole los talones a los medios audiovisuales tradicionales. En cambio, mientras que estamos acostumbrados a la crítica televisiva, a la fiscalización de sus contenidos y estrategias (esas que Mediaset está llevando a otro nivel de cinismo absoluto en las últimas semanas): estos nuevos canales que aglutinan a las audiencias más jóvenes: no están sujetos al mismo escrutinio. La figura del crítico reputado y documentado, a la antigua usanza, hace mucho que ni está, ni se le espera, por parte de las nuevas generaciones.
Afortunadamente, esa aceptación acrítica de los nuevos canales, se ve algo mitigada por el afilado espíritu crítico que entrenan algunas voces jóvenes. ¿Los peligros? los propios de la cultura de la cancelación. Pero de eso ya hablamos en otro post. En este, nos queremos centrar en los ecos del Día del libro en Youtube dándole protagonismo a los jóvenes. Que siempre se ha dicho que son el futuro. Aunque, en ocasiones, también pueden ser el pasado.
NayaReadsandSmiles es el nombre del canal de la joven booktuber, Naya Perkins, que alcanza la respetable cifra de 84.000 suscriptores. En un artículo de la revista ‘Study breaks’, se habla del caso de Naya. Esta revista está escrita e ilustrada por estudiantes universitarios de los Estados Unidos. Un medio que busca reflejar la visión que sobre la cultura tienen las generaciones etiquetadas como millennials y zetas. Una cabecera a seguir, desde el mundo bibliotecario, si se quiere tomar el pulso a las inquietudes e intereses de los jóvenes; y así, poder desarrollar estrategias para atraerlos.
El artículo, en el que se habla de Naya, está dedicado a la discriminación racial que el algoritmo de Youtube aplica a los booktubers afroamericanos. En un primer momento, un atolondramiento ludita te puede llevar a sentir cierta satisfacción culpando a la máquina. Pero pronto se disipa, cuando caes en la cuenta, de que detrás del algoritmo hay humanos contagiando prejuicios.
El caso de Naya es significativo porque, aunque cuenta con muchos suscriptores, y lleva seis años subiendo vídeos: no tiene tanto éxito si se le compara con otros creadores de contenidos. Sus vídeos son similares a los del resto de booktubers (además de un título, NayaLecturasYSonrisas, que ya de por sí tiene tirón): pero, tal vez, sostiene el artículo: la diferencia venga marcada por el color de su piel. La diversidad en el universo BookTuber queda en entredicho.
Recientemente, Naya, canceló su contrato con la librería online BookOutlet. El motivo que la llevó a ello es la falta de sensibilidad que mostraron, en pleno movimiento Black Lives Matter, respecto a las personas afroamericanas. La joven booktuber, a raíz de romper su colaboración con esta compañía, desveló como otras empresas la elegían para sus campañas debido a su tono de piel más claro; en detrimento de otros booktubers de piel más oscura.
Este sesgo se ve claramente reflejado en el funcionamiento del algoritmo. Por eso, la solución, el objetivo, ahora, es infiltrarse en ese algoritmo. Y aquí, de improviso, surge una equivalencia entre algoritmos y bibliotecas. Pese a las corrientes retrógradas que aspiran a desandar caminos ya recorridos: las bibliotecas hace mucho que apostaron, en su mayoría, por la diversidad y la inclusión. Nunca es suficiente. Pero es una tarea para la que ya tienen ejercitados algunos músculos.
En su momento, para determinados colectivos y movimientos a favor de los derechos civiles: las bibliotecas se convirtieron en agujeros en el sistema por los que infiltrarse y desestabilizar el monolito. La biblioteca pública, tal y como nació, era un invento blanco y anglosajón. El mundo reflejado en sus anaqueles era el mundo del hombre blanco. Y más concretamente, de un determinado hombre blanco: el que tenía acceso a la educación, y por lo tanto, al poder.
Afortunadamente, hace tiempo que ese retrato uniforme del mundo se resquebrajó. Y las bibliotecas públicas, al menos las que merecen tal nombre o a las que les dejan, sus políticos y ciudadanos, ejercer como tales: están abiertas a todo tipo de manifestaciones culturales, corrientes de pensamiento y debates sociales. Si se consiguió entonces con esos «santuarios» del saber occidental: ¿por qué no ha de conseguirse con el algoritmo?
Como escribe Arianna Taylor, estudiante en la Universidad de Rochester, autora del artículo:
«no debería dejarse en manos de las grandes empresas el poder opinar sobre lo que nosotros, como audiencia, vemos o a quién apoyamos; como consumidor, depende de nosotros mostrarles que queremos más que diversidad: queremos inclusión en todos los espacios. […] por mucho que el mundo del libro y el mundo editorial pueda ser sordo a la inclusión de diversas voces, eso no significa que la diversidad no exista.»
La lucha por los derechos civiles del siglo XXI puede que siga en las calles; pero no conseguirá victorias sin combatir al omnisciente algoritmo. Tal vez, pasado un tiempo, hasta haya que agradecerle haber movilizado a la resistencia. Frente a la generación etiquetada como X: los, supuestamente alienados tecnológicamente, millennials y zetas están despertando a una conciencia social en ámbitos aún desconocidos. No todo está perdido. Ni mucho menos. Y, como siempre debería ser, la movilización viene de parte de los jóvenes.
Jóvenes como Peter Musser, la gran esperanza blanca del mundo bibliotecario en el mundo Youtube. Musser es un joven estudiante de MLIS en UBC de Vancouver (Canadá) que tiene un canal de Youtube. Hasta ahí nada que destacar. Ni siquiera sus seguidores: 7030. Muy, muy lejos desde luego de las cifras de Naya. Pero su particularidad es que la siglas de MLIS se corresponden con Master of Library and Information Studie: el título universitario necesario en Norteamérica para trabajar de bibliotecario.
Stacks and facts (Pila y hechos) es el nombre de su canal de Youtube. En él, Peter, aborda algunos de los temas más actuales relacionándolos siempre con el mundo bibliotecario. Como advierte, habla sobre Bibliotecología y Ciencias de la Información. únicamente desde sus puntos de vista. Y por eso precisamente, resultan tan refrescantes y necesarios. Además Peter no se queda ahí. Como buen youtuber interacciona con otros canales: y por ejemplo, ha mantenido varias conversaciones con la youtuber @elleteedee en el canal Sexplanations. Unas colaboraciones que, todo hay que decirlo, acumulan más visualizaciones que sus vídeos sobre bibliotecas. Competir con una buena conversación sobre sexo es batalla perdida.
La simple existencia del canal de Stacks and Facts lanza un mensaje positivo de futuro para la profesión. Mientras haya jóvenes que aman la lectura y los libros, como Naya, y estudiantes que viven apasionadamente su profesión, como Peter: el algoritmo se tendrá que diversificar quiera o no para sobrevivir. Tal cual como les pasó a las bibliotecas en su momento.
Y con el ánimo reconfortado, lo dejamos aquí. No vaya a ser que algo nos enturbie esta ensoñación a lo Norman Rockwell sobre el futuro. Un final acorde a nuestros mejores deseos para un feliz Día del Libro 2021 sea presencial o virtual.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com