Podríamos decir que el hecho de abrir el post con esta escena mítica del Almodóvar de los 80, se debe a que es uno de los cineastas programados para las proyecciones de verano, en el Teatro del Campus Packard en Virginia: que es donde se ubica el Centro Nacional de Conservación de Audiovisuales de la Biblioteca del Congreso de Washington. Pero sería mentira.
Si arrancamos así, es porque pocas escenas, como esta de la La ley del deseo (1987), para transmitir ese impulso irrefrenable que se siente de hacer cualquier locura, con tal de aliviar el calor sofocante de una noche de agosto en una gran ciudad. Pero como pocos tenemos el arrojo de la apasionada Carmen Maura de la película, una vez revividos por delegación con su sesión de hidroterapia, podemos centrarnos en algunas de las refrescantes actividades que bibliotecas, a lo largo y ancho del hemisferio norte, han programado para este verano 2016.
#summerreadtee es el hashtag a través del cual algunas bibliotecas estadounidenses comparten las imágenes de sus diseños de camisetas para el verano en Twitter. Según manda la tradición bibliotecaria, una biblioteca que tenga un programa de lectura de verano, debe diseñar una camiseta que lucirá todo su personal. Elizabeth Bird, bibliotecaria en el sistema de bibliotecas de Evanston (Illinois), ha abierto una amable competición entre los compañeros de diferentes bibliotecas, para que con dicho hashtag compartan las fotos de sus camisetas.
Con los menguados presupuestos que sufren las bibliotecas en nuestro país, ¿sería buena idea plantear algo así a nuestros responsables políticos? Depende, si pueden hacerse una foto con una de esas camisetas al inaugurar la bibliopiscina. Pero de ahí a establecer competiciones de diseños de camisetas entre bibliotecas, hay un largo trecho.
Giramos un poco el globo terráqueo para saltar a Europa. Si hay un clásico del verano, más incluso que las chanclas (sujetas a los vaivenes de las tendencias), los helados, los cines de verano (que van cerrando, quitando a las infancias de las nuevas generaciones uno de los mayores placeres del verano) o las serpientes de verano informativas (en riesgo de extinción en los últimos años, ante la actualidad más desagradable que no da tregua): ese es el chiringuito.
Hasta ahora lo que se asociaba con los imprescindibles chiringuitos eran las cervezas, las patatas fritas, las gambitas a la plancha y demás delicias culinarias; y por supuesto Georgie Dann. Pero ahora gracias a la inquieta y creativa Red de bibliotecas de la localidad murciana de San Javier, se van a asociar a la lectura.
Lecturas chiringuiteras, así han bautizado el bookcrossing que van a realizar en los chiringuitos de las diversas localidades playeras que se incluyen en el municipio (entre ellas las de un lugar clásico en esto del verano patrio como es La Manga). Se podrán retirar libros en los diferentes chiringuitos, y devolverlos en cualquiera de ellos, para que nadie se quede sin lectura bajo la sombrilla. Y para completarlo, también han organizado la actividad Cuentacuentos en la Playa: cada mediodía, a golpe de megáfono se convoca a los niños para que acudan a los cuentacuentos que se celebran en la misma arena de la playa.
Más al norte, en la castigada Francia, un clásico veraniego de su capital, es la playa que se monta cada año por estas fechas junto al Sena. En esta ocasión, y ante la amenaza terrorista, las medidas de seguridad serán extremas; pero no por ello los parisinos y visitantes dejarán de hacerla suya. Tres kilómetros de playa, que incluyen chiringuitos, heladerías, sombrillas, tumbonas, y como no podía ser menos hablando del país galo: una biblioteca.
Y sin salir de Francia, diversos municipios galos han puesto en circulación la Bibliambule: el diseño de dos estudiantes de diseño que tanto vale para montar un chiringuito improvisado en cualquier plaza, como para desplegarse y ofrecer cómodas hamacas sobre las que disfrutar de una buena lectura. El invento original recibe el nombre de Cheminambule, pero la adaptación bibliotecaria con hamacas, es la forma más simpática para combinar tres de los placeres inequívocamente veraniegos: la bicicleta, la hamaca y la lectura.
Aunque no sólo de bibliotecas surgen las buenas ocurrencias de cara al verano. De las cosas más insólitas que se han publicado últimamente relacionada con libros y lectura: ha sido la noticia de que la compañía aérea germana Condor, permite el exceso de equipaje, si este exceso es debido a transportar libros. Si hay empresas que se están ganando su mala fama a conciencia en los últimos años, aparte de las compañías de telefonía, esas son las compañías aéreas. Así que ¡¡bravo!! por Condor, que junto con la Asociación de Editores y Libreros de Alemania han puesto en marcha esta campaña de verano.
El funcionamiento es simple. Los libreros alemanes le proporcionan a sus clientes unas pegatinas para pegar en sus maletas (como las que antiguamente lucían en los equipajes de los viajeros, cuando el viajar era signo de distinción), con las palabras: Buch un Bord (Libro a bordo), que indican que pueden exceder el equipaje en un kilo.
¿Tomarán nota Iberia, Vueling o Ryanair y otras compañías para intentar así compensar la agonía en que en muchas ocasiones convierten el hecho de volar?
Y por cerrar el post con aires ensoñadores, si se abría buscando el alivio sobre el asfalto del Madrid de los 80; es oportuno que se cierre soñando con latitudes lejanas. El talentoso músico belga Stromae, dedicó un homenaje a la gran Cesaria Evora con su tema Ave Cesaria. El vídeo de aire amateur que rodó para el tema, con una fiesta entre familias de verdad en un edificio de aires coloniales: evoca toda la calidez, sensualidad y alegría que desde el hemisferio norte, solemos representarnos sobre muchos de esos lugares del hemisferio sur, en los que aún es posible imaginar un tiempo feliz y exótico. ¡Feliz verano desde Infobibliotecas!
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com