El éxito, primero, del cómic Los muertos vivientes, y después de su adaptación en formato televisivo en The walking dead; ha terminado por convertir a la figura del zombi en el monstruo perfecto para retratar el siglo XXI.
¿Quién mejor que los zarrapastrosos, erráticos y descerebrados zombis para encarnar (o mejor dicho, desencarnar) la alineación que pueden provocar las nuevas tecnologías y la manipulación mediática? Pero como la mejor vacuna contra cualquier contagio que nos zombifique siempre serán los buenos libros, ahora surgen los walking readers.
Abandonar la vida contemplativa de sofá gracias a tanto anglicismo de revista de tendencias, que hace que hacer senderismo, correr, o simplemente caminar parezcan más al llamarse trekking, running o cualquier otra actividad física que acabe en -ing: no tiene porque estar reñido con leer o escribir. The walking library es un proyecto que une el placer de caminar con la lectura y la escritura.
La Biblioteca andante ( en el aniversario de Cervantes y tras tanto anglicismo, es lo que pega para traducir walking) desde que surgiera en Flandes como parte del Festival de arte itinerante Sideways de 2012, ya acumula unos cuantos kilómetros. En abril de 2013, Dee Heddon (profesora de la Universidad de Glasgow, y autora de textos con títulos como Caminando y amistad o Mujeres caminando: entrevistas con artistas en movimiento) trasladó la idea de la Biblioteca andante a Athens, en Ohio, creando un trayecto bajo el nombre «Desde Ohio a Escocia, y vuelta«.
Básicamente la Walking library consiste en grupos de senderismo que transportan libros en sus mochilas que recitan en los descansos del camino, pausas en las que también escriben relatos o poemas. El proyecto se fue ampliando, y así dos meses después, se organizó otra ruta desde Glasgow hasta la isla escocesa de Eigg. Mientras se desplazaban por los idílicos paisajes escoceses, los caminantes-lectores-escritores invitaban a la gente que iban encontrando a sumarse a su marcha; y a donar libros a la Walking library, que posteriormente formarían la colección del refugio en la isla de Eigg.
La Biblioteca andante nocturna de Palo Alto (California), que efectuó un recorrido por las bibliotecas de la ciudad durante toda una noche; o regresando a tierras escocesas, el grupo de la Biblioteca andante Bedrock Walk que recorrieron el trayecto que los ladrones de ganado realizaban durante siglos: han sido algunas de las Walking libraries con las que se ha ido expandiendo el proyecto.
Repasar las figuras célebres de la literatura o la filosofía que le dieron al hecho de pasear una significación vigorizante para el intelecto, mucho más allá del simple ejercicio físico: daría para varios post. Sobre lo que no había tantos antecedentes, es sobre bibliotecas implicadas en fomentar tan saludable hábito.
En la red de bibliotecas públicas de Hellín (Albacete) llevan varios años desarrollando el proyecto Hazlo Turismo, que combina libros y dinamización turística de las zonas rurales de la localidad, y que fue una de las buenas prácticas destacadas en el VII Congreso de bibliotecas públicas. Con este proyecto se descubren rutas locales en charlas celebradas en las bibliotecas de la red, en las que se aprovecha para promocionar sus colecciones; y posteriormente se organizan los grupos para realizar las excursiones.
Aunque en este sentido de fomentar el ejercicio desde una biblioteca, la que debe figurar en lo más alto del podium es la biblioteca de Castilla La-Mancha situada en el Alcázar de Toledo, que en este 2016 celebrará la tercera edición de la Carrera de subida y bajada de los Torreones del Alcázar: una carrera en la que parte del recorrido discurre por las propias salas de la biblioteca.
Para los propensos a alergias primaverales y urbanitas irredentos también existen posibilidades. Por ejemplo, la Biblioteca Municipal de Burgos lanzó en 2012 sus Paseos literarios con los que propone rutas por los rincones más literarios de la ciudad; que más allá que unos simples itinerarios suponen una experiencia de lo más completa gracias al uso de las nuevas tecnologías. En la web del servicio se ofrecen guías sonoras; y a través de aplicaciones para smartphones como Layar, es posible disfrutar de elementos de realidad aumentada in situ.
“Es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo […], es la esencia del correr y, al mismo tiempo, una metáfora del vivir (y, para mí, también del escribir). Probablemente muchos corredores compartan esta opinión.” Haruki Murakami
¿Habrá tenido algo que ver en la determinación con que tantos compatriotas se calzan las deportivas, el hecho de que Murakami reflexionara sobre su pasión deportiva en su libro? Que un escritor fuera la inspiración para hacer deporte, en lugar de un futbolista o un tenista, sí que sería una auténtica evolución de los walking dead a los walking readers. Pero dejemos de soñar y busquemos más conexiones bibliotecario-deportivas, en esta ocasión vía móvil.
En aplicaciones como Spotify y webs es habitual ofrecer playlist para descargarse y amenizar la carrera, gracias a los dispositivos móviles. Pero, ¿no estaría bien incluir en la oferta a los audiobooks? No es algo que estemos inventando aquí, pero podría ser una buena idea que fuera tu biblioteca la que te confeccionara una playlist de audiobooks para running (si lo llamáramos una lista de audiolibros para correr, ningún medio medianamente cool se dignaría a publicitarlo). Una voz bien templada declamando algunas de las reflexiones de Murakami en nuestro oído: y romperíamos nuestras propias marcas con más energía de la que cualquier temazo hiphop, trance o EDM podría insuflarnos.
Es algo que ahora está un poco más fácil: la tarjeta para descarga de libros digitales Seebook (los ebooks que se pueden tocar, es su eslogan) acaba de anunciar que incorporará audiobooks a sus tarjetas, que simplemente escaneándole el código con un smartphone permitirán descargarse los audiobooks o escucharlos en streaming. Y precisamente la empresa lo anuncia entre otras cosas, como una forma de no restarle horas a la lectura por el hecho de hacer deporte.
Pero como según decía la revista Buena vida de El País: andar a paso rápido, perdón, queríamos decir el power walking, es igual de saludable y menos lesivo que el running, tanto para ejercitarse como para quemar calorías, vamos a terminar con un paseo.
Daniel Rotsztai es un joven torontoniano que a raíz de la recomendación de unos amigos se dedicó a visitar la fabulosa red de bibliotecas de la ciudad canadiense. El resultado de sus paseos, a pie o en bici, le llevó a descubrir los maravillosos edificios que albergan las bibliotecas; y su afición al dibujo hizo el resto. En su web All the libraries Toronto, va publicando los dibujos resultado de sus paseos por la ruta bibliotecaria; y que como no podía ser menos en pleno boom de los libros para colorear, ya ha tenido su edición como tal.
Coloreando bibliotecas, suena a campaña bibliotecaria de las de toda la vida. Pero aparte de sus deliciosos dibujos, lo que resulta más emocionante de sus paseos son las reflexiones a las que le han llevado:
«las bibliotecas son uno de los últimos espacios interiores de acceso público no comercializados […] necesitamos más espacios como estos»
Sentados, andando, corriendo o pedaleando no podemos estar más de acuerdo con Daniel.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com
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