Hace unos días saltaba a los medios la noticia sobre el hallazgo del que podría ser el primer ejemplar de una obra de William Shakespeare en España. La tragicomedia The Two Noble Kinsmen, escrita alimón entre John Fletcher y el bardo de Avon, fechada en 1634 ha sido localizada por el profesor John Stone entre los fondos del Real Colegio de los Escoceses de Salamanca.
Casi de manera paralela, en la edición española ‘The conversation’, el catedrático de Literatura Española e Hispanoamericana, Manuel Ángel Vázquez Medel: denuncia el uso tendencioso e irrespetuoso de la herencia cervantina para apuntalar discursos contrarios a su espíritu. En su título hace expresa su denuncia: Cervantes no sirve para todo.
El caso es que la actualidad, una vez más, hace que los dos genios literarios del siglo XVII vuelvan a cruzarse más allá de la fecha de su muerte. En el 2016, la cultura y el mundo bibliotecario, en especial, vivió intensamente el aniversario de la muerte de ambos. Como no podía ser de otro modo, aquella efeméride, también tuvo su polémica. En nuestro país, claro.
Que si los homenajes a nuestro escritor más célebre no iban a estar a la altura; que si, una vez más, quedaba de manifiesto el desinterés por la cultura en nuestro país.
Nada nuevo bajo el sol. Para alimentar el pan nuestro de cada día de rifirrafes políticos: tanto vale una trama de espionaje financiada con fondos reservados que dos insignes literatos.Cuatro años después no vamos a hacer balance retrospectivo. Las polémicas interesadas caducan rápido: pero los autores del Quijote o Macbeth están por encima de todo ese ruido y furia.
Pero sí que vamos a compararlos. No sus obras, talento, ni trayectorias. Para eso ya hay excelentes estudios al respecto. Aquí siguiendo una tónica habitual marca de la casa nos preguntamos: ¿quién está más integrado en la cultura pop contemporánea: el inglés o el español?
El año del 400 aniversario de la muerte de ambos, el músico neoyorquino Rufus Wainwright lanzó su disco: Take All My Loves: 9 Shakespeare Sonnets. Lo hizo con la colaboración de otros cantantes y actores, que interpretaban y declamaban, los sonetos shakesperianos musicados y arreglados por él en colaboración con la BBC Symphony Orchestra. Y a raíz de esto nos preguntamos: ¿quién le canta a Cervantes?
Shakespeare está muy presente en la cultura popular del mundo anglosajón. La adaptación de sus obras al cine se mantiene de forma más o menos periódica, el espíritu de sus creaciones es invocado en muchas ficciones que arrasan o ha arrasado recientemente (Juego de tronos, Los Soprano, House of cards, El Rey León…): lo shakesperiano mantiene una vigencia que sigue ampliando su eco generación tras generación. Pero: ¿qué pasa con Cervantes? Siendo su Quijote la novela moderna por antonomasia: ¿se puede decir lo mismo del mundo cervantino?
A Shakespeare lo hicieron pop nada más surgir la cultura de masas que definiría el siglo XX, y sigue resonando en el XXI. Que la obra cervantina por excelencia ha inspirado ballets, óperas, musicales, zarzuelas, cine, series, dibujos animados, no lo vamos a descubrir aquí (más que nada porque en esta web del Centro Virtual Cervantes viene un resumen insuperable).
Las comparaciones son odiosas: pero ahí va la deducción de Perogrullo ¿podría ser que Cervantes fuera menos pop que Shakespeare?
Cualquiera que haya parado en un bar de carretera de La Mancha, y haya visto los souvenirs quijotescos más kitsch imaginables atiborrando escaparates: podría acusarnos de plantear un debate que nace agotado. Pero precisamente por eso.
Mientras que el Quijote queda para souvenirs kitsch, Shakespeare da también para canciones pop y ficciones de rabiosa actualidad. ¿No será que no se ha profanado lo suficiente la obra cervantina?, ¿cómo es que el espíritu tan rabiosamente moderno de El Quijote no tiene más peso en la cultura tan superficialmente profunda, o profundamente superficial, de hoy día? La mayor falta de respeto a un clásico es que cada nueva generación no lo saquee alegremente. El bigote sobre la Gioconda que dibujó Duchamp fue el mejor ejemplo de la vigencia icónica del cuadro de Da Vinci.
Tal vez sea que aunque hayan alcanzado, como iconos globales, similares niveles de kitsch (souvenirs y demás atentados estéticos variados, mediante); el inglés tenga una dimensión más pop que Cervantes. El estereotipo quijosteco sigue siendo propiedad de la academia, de lo docto, de lo serio: lo cual ha hecho que su impronta en la cultura de masas actual no sea tan acusada.
Metidos en faena, sólo hay que comparar un poco los ecos de ambos en el pop de las últimas décadas para hacerse una idea.
Nada menos que The Beatles en 1967 ya “filtraron” El Rey Lear en su tema I am the Walrus; y desde ahí todo fue un sin parar: Elvis Costello,Lou Reed, Radiohead, The Smiths, Bob Dylan, o bandas que ya le homenajeaban desde su propio nombre: Titus Andronicus o Shakespeare sisters.
En el repertorio pop cervantino nos encontramos otro tipo de intérpretes. [Inciso: a partir de aquí el texto está minado por enlaces de cuyos impactos al pincharlos no nos hacemos responsables. Pero sin cuyo visionado, aunque sea un fragmento, se pierde mucho de este post].
Desde nuestro galán latino por excelencia, Julio Iglesias, con su patriótico Quijote, con bandera gualda en frenético ondear de fondo; a grupos ochenteros efímeros como los franceses Magazine 60 y su inenarrable Don Quichotte en estilo high energy.
Seguimos subiendo de nivel. El astro adolescente británico Nik Kershaw, que mezclaba sin sonrojo alguno a Dalí con bailarinas de samba y flamenco alrededor de su sufrida versión del hidalgo; pasando por la cantante eurovisiva Dana Internacional encarnando a una Dulcinea del Toboso de lo más diva.
Nos dejamos en el teclado muuuchas otras muestras, pero es justo terminar con algo más reciente, y algo menos chirriante como el homenaje de Coldplay (el de la banda rumana de hip hop Doc & Motzu y su Doc Quijote, deja tan mal cuerpo, que lo dejamos al criterio de cada cual).
En los 70, los cantautores de la pana hicieron que, para muchos: los poemas de Machado, Miguel Hernández, Alberti o Lorca: se hicieran casi indisociables de las melodías que crearon para ellos.
Desde entonces, salvando casos aislados como Loquillo y sus trabajos con poemas de Luis Alberto de Cuenca o Gil de Biedma: la otrora fecunda simbiosis entre poesía y música pop no se prodiga mucho que digamos.
Visto lo visto, no sabemos si sería mejor abogar porque se siga leyendo a Cervantes; y no tanto porque se le cante.
Para cerrar, sin ningún ánimo de enfrentar al genio inglés con nuestro genio patrio, es justo que cerremos rizando el rizo con un clásico del pop autóctono a costa de la obra del bardo de Avon.
Todo un vídeo digno del programa Cachitos de hierro y cromo que deja claro que en esto del dislate pop ningún inmortal queda indemne.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com
Podría mencionarse el que creo que era el tercer disco de Mago de Oz, Leyendas de la Mancha, dedicado canción a canción al mundo de Don Quijote a modo de Opera Rock. Disco de mi adolescencia y el que me hizo conocer a la banda (fue el anterior al de su éxito general) que cuenta con una genial portada del hidalgo.
Muy buena aportacion Carlos. Y si siguiéramos indagando seguro que encontraríamos muchos más. Pese a que digamos que Cervantes es menos pop que Shakespeare lo cierto es que si el inglés supera en esa competición que nos hemos inventado al español es simplemente porque lo pop proviene del mundo anglosajón. No porque la obra de Cervantes no tenga miles versiones desde los ámbitos más variopintos. Y Quijote+Mago de Oz es una combinación de lo más lógica. ¡Muchas gracias por enriquecer el post!
Creo que ambos, tanto Cervantes como Shakespeare han generado bastante admiración e inspiración en la música y las artes, sus legados son maravillosos.
Eso por descontado. Lo de lo pop es una excusa como cualquier otra para hablar de ellos.
Maravillo el artículo casi a la par del gran cervantes y como decia el compañero mas arriba de mago de oz. Un abrazo