Siente un bibliotecario a su mesa

 

Si Hollywood decidiera un improbable remake del Plácido (1961) de Berlanga es más que posible que el resultado terminase inscrito bien en el género de zombis, superhéroes o vampiros.

Difícilmente lo adaptaría para que el eslogan («siente un pobre a su mesa») de la campaña navideña sobre la que gira la genial sátira berlanguiana sobre la España de los 50 (es del 61 pero las décadas no cambiaban tan rápido como ahora) incluyese a un bibliotecario salvo que fuera un bibliotecario zombi o vampiro, claro está. En cambio en estas fechas muchas familias comprueban lo bien que viene tener uno sentado a la mesa, sobre todo, a la hora de elegir los regalos.

¿Qué libro le compro a tu tía?, ¿qué cómic hará que se enganche a la lectura tu sobrino?,¿qué película clásica le gustará recordar a la abuela?, ¿le compro un ereader o una tablet a tu hermano?, ¿qué cuentos son más educativos para la pequeñaja los de Peppa Pig o los de Las tres mellizas? Como asesores en aquellas familias que aún consideran a la cultura como algo digno de regalar, siguen siendo valiosos.

 

De los Estados Unidos de Norman Rockwell a las mesas de muchos hogares occidentales de hoy día.

 

Familia (1996) el interesante estudio familiar de Fernando León de Aranoa en su debut cinematográfico

Lo que ningún bibliotecario va a solucionar será las impertinencias si la familia incluye algún representante del cuñadismo, los conflictos soterrados que cual tragedia de Tennessee Williams afloran a la tercera copa de cava o los disgustos de la matriarca por algún comentario inoportuno del abuelo. Entre otras cosas, porque probablemente los bibliotecarios estén directamente implicados en algunas de estas escenas navideñas tan entrañables.

Si hay un ritual en Occidente en el que la institución familiar despliega todo su arsenal de virtudes y defectos ese es sin duda la Navidad. No nos consta ningún estudio sobre la evolución de los hábitos de las familias a la hora de celebrar estas fechas señaladas en rojo en el calendario.  Pero qué duda cabe que algo debe haber cambiado, la familia por mucho que le pese a algunos: ha evolucionado, ha mutado y no se sabe hasta dónde llegará su transformación.

En unas Navidades, como estas de 2016, en las que ha vuelto a la mesa de novedades, con categoría de clásico, el cuento Con Tango son tres: es buen momento para fijarse en el papel que las bibliotecas pueden jugar en esta normalización de esos nuevos tipos de familia que inevitablemente van a hacer que al menos, aparentemente, la imagen de estas fiestas sea menos uniforme.

 

La historia real de los dos pingüinos emperadores del zoo de Nueva York que recogieron un huevo abandonado, lo empollaron y se convirtieron en padres del pequeño pingüino: se convirtió en un canto a la tolerancia y el respeto a otros modos de familia que Justin Richardson y Peter Parnell transformaron en cuento ilustrado. Pero su fama proviene más bien del hecho de llevar años en el top del ranking de cuentos censurados en diferentes países. Pocas veces habían puesto tan fácil convertir la inclusión de una obra en los fondos de una biblioteca en un acto político y de defensa de los derechos sociales.

La fascinante novela autobiográfica de Angelika Shrobsdorff

En 2015 el trabajo final de grado de la titulada en Educación Primaria por la Universidad de Sevilla, Nieves Gallego Acosta: Familia y literatura infantil. Nuevos modelos para una nueva literatura, se incluye una selección de títulos que toda biblioteca, que quiera promover la aceptación social de esos nuevos modelos de familia, ha de tener en cuenta en su sección Infantil y Juvenil.

Hace poco más de un mes en la localidad valenciana de Quart de Poblet se estrenaba una «biblioteca de colores» dentro de la Biblioteca Pública Municipal Enric Valor. Promovida por la asociación Lambda, que lucha por los derechos del colectivo LGTBI, se materializó con una donación de fondos para la zona infantil y juvenil que sirvieran también para cuentacuentos en los que se trabajase la aceptación desde la diferencia entre los más pequeños.

Desde la proliferación de las Bibliotecas familiares públicas, de las que nos hablaba Elisa Yuste en su blog; pasando por la normalización de los nuevos modelos de familia: las posibilidades que se abren a las bibliotecas para revalidar y ampliar su labor de apoyo a esas extrañas estructuras sociales que son las familias: es prometedor.

 

Viggo Mortensen padre de una familia que no sigue las normas

 

El clan (2015) la aclamada cinta argentina sobre una familia de secuestradores

Si algún día, como algunos reclaman, llegase a España la posibilidad de educar en el hogar como de manera legal, se hace en otros países: las bibliotecas serían una institución imprescindible para proveer de materiales, y para ofrecer espacios de socialización para esos niños. Como no podía ser de otro modo en el mundo anglosajón llevan años fomentando el papel de las bibliotecas (y de los bibliotecarios) en las familias que optan por este tipo de educación fuera de los sistemas convencionales.

Y precisamente en la mayoría de los casos son padres con alto nivel educativo los que optan por este tipo de educación. La perfecta asociación: bibliotecas públicas y homeschoolers (que es como se denominan a estos estudiantes en el hogar) se titulaba un artículo de hace dos años en el blog de la Asociación de Bibliotecas Públicas norteamericanas.

Las biografías de hijos de famosos: un clásico del rencor filial.

 

¿Serán diferentes las Navidades para estas familias que optan por formas alternativas, bien de constituirse, como de educar a su prole? Es más que probable, pero considerando que están formadas igualmente por seres humanos: no cabe duda alguna de que los reproches, los afectos, los conflictos y las alegrías seguirán siendo protagonistas en sus reuniones.

Y confiemos en que las bibliotecas jueguen un papel principal como aliados en sus proyectos de vida: sienten o no a un bibliotecario en su mesa.

 

Pero volviendo al eslogan que Berlanga parodiaba en su película. No fue un invento del genio valenciano, en realidad provenía de una campaña real de la España franquista que quería promover la caridad cristiana. Un eslogan perfectamente adaptable a las bibliotecas desde siempre, pero aún más tras estos años de crisis: pero ya sin necesidad de caridad cristiana sino de justicia social. En las bibliotecas los pobres, como los ricos (aunque nos tememos que estos últimos mucho menos) se sientan en las sillas y en las mesas sin necesidad de que nadie les invite.

En breve se publicará el estudio íntegro que el profesor de la Universidad de Murcia, José Antonio Gómez Hernández, ha dirigido en colaboración con otros profesores de la misma Universidad sobre personas en riesgo de exclusión social y bibliotecas.

Los testimonios recogidos en el estudio, tanto provenientes del personal, como de los usuarios con riesgo de exclusión social, así como las conclusiones finales: reafirman el valor social de las bibliotecas públicas para aquellas personas que viven en situaciones de precariedad.

 

Vagabundos leyendo en bibliotecas californianas fotografiados por Fritz Hoffman para National Geographic

 

Fun home: una familia tragicómica. La novela gráfica autobiográfica de Alison Bechdel

Después de todo esto, queda claro que las ventajas de sentar a un bibliotecario a la mesa son variadas: son útiles a la hora de asesorar en cuestión de regalos, están abiertos a nuevos modelos de familia, y por lo tanto (aunque esto sea mucho suponer) deben ser buenos anfitriones; y por último, te excluyen de tener que acordarte a última hora de ser solidarios y comprometidos con los desfavorecidos por ser Navidad. No porque ya se tenga a un pobre sentado a la mesa teniendo a un bibliotecario (que hay que puntualizarlo todo); sino porque apoyando a los bibliotecarios (y se supone que por extensión a las bibliotecas aunque sea de boquilla) están demostrando sensibilidad hacia una de las instituciones que más ayudan a combatir las desigualdades sociales.

En definitiva: siente un bibliotecario a su mesa. Todo lo que puede pasar es que se exceda bebiendo, sea malo contando chistes o le dé por sacar a relucir trapos sucios familiares. Algo en lo que, sea cual sea nuestra ocupación laboral, ninguno estamos libres de caer.

 

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

4 comentarios en “Siente un bibliotecario a su mesa

    • Tu blog es un referente para cualquier biblioteca que aspire a promover estrategias de fomento de la lectura en las edades más difíciles. Gracias a ti, y ¡¡enhorabuena!

  1. Me ha encantado. Y me acuerdo también de «Searching for sugar man», cuando consiguen localizar a una de las hijas de Rodríguez y habla de su infancia. Pese a no tener un hogar estable,mudarse a menudo y las dificultades económicas, la chica muestra el agradecimiento infinito a su padre por haberlas llevado tantas veces a museos y a bibliotecas «los mejores canguros que tuvimos».
    Saludos,

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