Actualizaciones disponibles para bibliotecas desfasadas

 

Actualizarse continuamente lleva a una vejez prematura. Estar al día se ha revestido de un halo de prestigio que, según en qué asuntos, hay que empezar a cuestionar. ¡Es una trampa!: que gritaría el comandante Ackbar de Star wars. 

Actualizarse como sinónimo de progreso, de no perder el tren, de no quedarse en la cuneta. Pero actualizarse, tras la revolución tecnológica de nuestro tiempo: no es más que otra esclavitud encubierta. Un sometimiento a la altura del protocolo SEO (Sumisión Electrónica y Obediencia). Actualización como eufemismo de dependencia: que no de evolución. El miedo a quedarse desfasado instalado en nuestros circuitos para alimento de nuestra ansiedad.

 

 

Dos ejemplos que tocan de cerca el negocio de este blog. En los dispositivos Kindle no se pueden leer los libros de la plataforma eBiblio. En los dispositivos Apple, con versiones superiores a iOS13, no se pueden visualizar, de momento, las películas de la plataforma eFilm. Dos actualizaciones de gigantes tecnológicos (aunque lo de Amazon con sus Kindle no sea propiamente una actualización) que ¡¡oh sorpresa! limitan servicios ofrecidos por las bibliotecas. ¿Nos ponemos conspiranoicos o ni nos tomamos la molestia?

 

El bueno de Scorsese dejando clara su opinión sobre lo que los algoritmos están infligiendo al cine como arte. 3, 2, 1… cuenta atrás para que alguien lo convierta en objetivo de la cultura de la cancelación.

 

Dejémoslo claro: postergar-ignorar-bloquear los incordiantes avisos de que hay actualizaciones disponibles para nuestro equipo no es procrastinar. Es uno de los pocos e insignificantes placeres que aún podemos permitirnos. Los dispositivos, los sistemas, las aplicaciones se actualizan. Los profesionales nos reciclamos. Como una botella de PET o un tetra brick. La polisemia de las palabras nunca es inocente. El contenedor amarillo, verde o azul para bibliotecarios puede que esté a la vuelta de la esquina.

¿Es posible ajustar los tiempos en una biblioteca? Vamos por mal camino. Se empieza así, y se termina de negacionista de la pandemia o pontificando desde el púlpito sobre las fuerzas del mal con el brazo irritado aún por la vacuna.

 

Victoria Abril y Miguel Bosé en Tacones lejanos (1991): lejanos los tacones, y lejanas las teorías de la conspiración a la que se abonarían, 30 años después, sus protagonistas.

 

En ‘Genbeta’ nos hablan de una manera con la que podemos bloquear a las grandes multinacionales en nuestro equipo. Usando la extensión para navegadores Big Tech Detective, desarrollada por el colectivo estadounidense Economic Security Project, tanto Google, Facebook, Amazon como Microsoft: desaparecen de nuestro equipo.

Más que una medida para independizarnos de las prácticas monopolistas de estas megaempresas, Big Tech Detective, es una perfomance digital. Es una manera de concienciarnos sobre el poder absoluto, que para sí hubieran querido los absolutistas ilustrados del XVIII, que estas grandes tecnológicas tienen sobre nosotros. Si lo aplicamos, nuestro equipo, se convertirá en el Marty McFly digital del mundo de los ordenadores.

 

Pero más allá de los inventos para concienciarnos: centrémonos en cuestiones prácticas. Hace unas semanas, la Open Library Foundation, ¿actualizaba? mejor digamos que renovaba su junta directiva. La Open Library Foundation promueve el desarrollo, la accesibilidad y la sostenibilidad de proyectos de códigos abierto por y para bibliotecas.

Tom Cramer, bibliotecario universitario de la Universidad de Stanford, ha sustituido a David  Carlson como presidente de la Junta. El presidente saliente ha declarado que:

«La Open Library Foundation se fundó con la visión de ser un hogar, una especie de refugio seguro, para proyectos de software abierto que cumplieran la misión de las bibliotecas. […]  estamos listos para que más proyectos se beneficien de las oportunidades que presentan los proyectos de código abierto.»

En 2016 se creó la Open Library Foundation como organización imparcial e independiente. El software que se desarrolla bajo su amparo está disponible gratuitamente para uso personal, institucional o comercial. El movimiento promovido por esta fundación no tenido excesivo predicamento, al menos hasta ahora, en nuestro país. Pero ya hay antecendentes.

 

La periodista Alba Correa señalando con el dedo a la lógica logarítmica.

 

El libro de Stallman, un clásico en la defensa del software libre, que se puede descargar gratuitamente (como no podía ser de otro modo) en la red.

Las bibliotecas gallegas, en virtud de la Agenda Digital de Galicia 2020 y del Plan de Softwar Libre 2017, optaron por la implantación de Kohabib: un sistema integral de gestión bibliotecaria basado en el software libre Koha.

Un proceso que arrancó en 2016; y que este pasado mes de enero, se ha visto reforzado con la integración de 30 bibliotecas más. La red bibliotecaria gallega se ha convertido así en el ejemplo más preeminente, por número de bibliotecas y población atendida: en el uso de software libre en nuestro país.

Sería un buen momento para que alguien se decidiera a retomar, y actualizar, el Mapa del Software Libre en España que, el Grup de Treball de Programari Lliure per als Professionals de la Informació:  presentó en las XIII Jornadas Españolas de Documentación, allá por el 2013. El uso del software libre, en las bibliotecas de nuestro país, es un melón que aún no se ha abierto del todo.

La filosofía del software libre ¿nos libraría de la esclavitud o nos hace más esclavos? Sin un fuerte y duradero plantel informático detrás: aventurarse en esa jungla se vislumbra complicado. Pero la libertad siempre ha conllevado un precio; y hay que sopesar bien si estamos dispuestos a pagarlo. Y no hablamos solo de dinero.

 

 

También en 2013, el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Blazquez: presentó el primer sistema integrado de gestión bibliotecaria íntegramente desarrollado en nuestro país: Colibrí. Un proyecto esperanzador, en parte por haber sido realizado por bibliotecarios para bibliotecarios: pero que quedó varado por falta de apoyos económicos.

 

El tema del software libre, lejos de perder vigencia: sigue ahí. Soterrado, quizás, entre tanto ruido: pero persistente. En el blog de la empresa de servicios informáticos, TechJockey, acaban de publicar un artículo con un ranking de los 10 mejores sistemas de código abierto para bibliotecas.

El ranking lo encabeza Koha para a continuación enumerarse otros recursos de código abierto como Evergreen, OPALS, Openbiblio, Invenio, PMB, NewGenLib, CodeAchi, Librarian y BiblioQ. El repaso a los diez sistemas recoge sus principales características, y  a modo de conclusión, termina repasando algunos pros y contras que, a juicio de TechJockey: tiene el producto en cuestión.

 

Étienne de La Boétie dando lecciones al siglo XXI desde el XVI.

 

Datos y reflexiones con las que entretenerse, una vez que, tras meses de postergarlo, nos aventuramos a pulsar el botón de actualizaciones disponibles. Durante minutos, con suerte, nuestro equipo nos rechaza ensimismado en su renovación. Y una vez concluye de autosatisfacerse, nos vuelve a acoger, pero ahora bajo nuevas normas. El ABC del BDSM: ¿quién posee a quien? ¿el amo o el esclavo?

No, que no vamos de luditas. Vamos de que, puestos a cuestionar/nos: cuestionemos también el que haya que estar cambiándolo todo. Las bibliotecas, pese a sus deficiencias remoras o limitaciones, siguen estando vigentes en muchas cosas. Que la actualización sea un deseo real, no impuesto, de mejora. No dejemos que ese ansia por actualizarnos haga que nuestra autoestima, profesional o personal, se tambalee. En definitiva, darle al botón de la actualización debería ser siempre un acto soberano. ¿O tal vez no?

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

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