Cosas bibliotecarias que solo sirven para hacer bonito

Que un profesor sea que el defienda la utilidad de lo inútil ya te reconcilia con el mundo. El filósofo y docente universitario Nuccio Ordine se ha convertido en un referente más allá de sus vastos conocimientos sobre el Renacimiento italiano y los inicios de la Edad Moderna gracias a ensayos como La utilidad de lo inútil.

 

Como atinadamente sostiene el calabrés en este ensayo:

«las conquistas de la industria, que han enriquecido a tantos hombres prácticos, no habrían jamás existido […] si no les hubieran precedido locos desinteresados que murieron pobres, que no pensaron jamás en la utilidad y que, sin embargo, tenían otra guía además de su solo capricho»

«Me gustan las cosas que solo sirven para hacer bonito» que decía Penélope Cruz en la deliciosa comedia de Gómez Pereira El amor perjudica seriamente la salud (1996). Y es que lo superfluo, lo frívolo es lo que da la medida de lo evolucionada que está una sociedad. Cuando las necesidades básicas están cubiertas el ser humano puede empezar a frivolizar.

El pasado mes de abril la artista Barbara Page publicó su libro Book marks: an artists card catalog: notes from the library of my mind. El subtítulo es de lo más sugerente: catálogo de cartas de un artista: notas de la biblioteca de mi mente. Todo parte del amor de esta artista y triatleta por la lectura que la ha llevado a convertir tarjetas de préstamo de bibliotecas en pequeñas obras de arte. Más de 800 tarjetas recicladas que se han exhibido en diferentes bibliotecas y que, finalmente, ha reunido en este libro.

Con este proyecto Page ha creado una biblioteca mental con los libros que la han acompañado a lo largo de su vida. Y ¿qué mejor que las tarjetas desahuciadas de bibliotecas para transformarlas en lienzos sobre los que representar; mediante dibujos, collages y sellos: las tramas de los libros de su vida? Para completar la obra, las tarjetas, se ordenan, como debe ser, en ficheros de madera. De hecho la propia web de la artista se organiza según un clásico catálogo manual de biblioteca.

Pero que nadie espere que la ordenación de las tarjetas en su correspondiente fichero de madera se rija por la CDU o la Clasificación de Dewey. El catálogo de Page pone en práctica una tipología no demasiado rigurosa desde el prisma de la profesión. Las fichas se ordenan cronológicamente según el año en que leyó las obras representadas en las tarjetas.

Más de 70 años de gozosas y provechosas lecturas que la artista ha fijado en su recuerdo gracias a estas tarjetas de bibliotecas intervenidas.

 

Entre los formatos que quedaron atrás en el mundo bibliotecario no se puede decir que las cintas VHS fueran, exactamente, bonitas. Pese a su presencia, lo cierto, es que las cintas de vídeo no se asocian en el imaginario colectivo a las bibliotecas. El hábitat común de estos formatos fueron los videoclubes de barrio de los ochenta. Negocios extinguidos que tanto tienen que ver con la buena o mala educación cinematográfica de toda una generación. Y si había un género que se percibía como propio de videoclub ese era el de las películas de acción y las de terror. Las porno también tenían un protagonismo especial; pero tras una cortina o habitación contigua estratégicamente ubicada para proporcionar intimidad a los clientes.

En la tienda Etsy Readful Things le dieron una segunda vida a estos artilugios tan ochenteros, VHS y Betamax,  transformándolas en homenajes en 3D a algunos de los títulos más representativos de esa «cultura de videoclub» que bien merecería un estudio en profundidad. ¡Cuántas lecturas sociológicas, económicas, culturales y sociales se podrían extraer de una cuidada observación del microcosmos que se generaba en torno a estos negocios!

Con una técnica mixta manual en la que han recurrido a la arcilla y otros materiales crearon homenajes para clásicos a los que tanto debe la serie Stranger things como: La cosa, Critters, Creepshow, El terror no tiene forma, Tiburón, Pesadilla en Elm Street, Parque Jurásico o Biltelchús. Que los resultados sean «bonitos» depende del criterio estético de cada cual. Pero divertidos, desde luego que sí. Y además sirven para dar ideas para posibles talleres en bibliotecas. Y al hilo de esto nos surge una pregunta para terminar. Tarjetas de biblioteca y cintas de vídeo aparte: ¿qué otras cosas bibliotecarias arrumbadas por el paso del tiempo podrían convertirse en, simplemente, bonitas?

 

 

 

Síguenos en:

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *