El entreno se asocia mayoritariamente a alguna práctica deportiva. Las bibliotecas, per se, no entran en la ecuación mental que establecemos al hablar de prácticas deportivas. Siempre que exceptuemos las prácticas que recogíamos en Del bodybook a la zumba poética: entrenamientos de biblioteca. Pero nunca hay que quedarse en lo obvio. Hay muchos micromundos en torno a la biblioteca que nada tienen que ver con la finalidad para la que se construyó su edificio.
Como en todo ecosistema urbano que merezca la pena: las apropiaciones que de sus espacios hagan ciudadanos y colectivos: serán las que realmente arraiguen a la biblioteca como espacio ciudadano. En principio, una biblioteca, es para disfrutar de la cultura. Pero, ¿quienes somos nosotros para negarle otros usos? Por ejemplo, como refugio para tribus urbanas que practican sus rituales aprovechando la singularidad que suelen aportar las arquitecturas bibliotecarias.
En las inminentes olimpiadas de Tokio, el skateboarding se estrenará como disciplina olímpica. De repente, esa chiquillería que machaca bordillos y escalones con sus cabriolas sobre tablas rodantes puede soñar ya con medallas de oro. Y en más de un caso, la biblioteca, o mejor dicho: los aledaños del edificio de la biblioteca les han servido como zona amigable para su afición.
Es el caso de la superestrella del skate Nyjah Huston, considerado el mejor skater de competición de todos los tiempos a sus 26 años; y una de las estrellas que más expectación despierta de cara a Tokio 2021. Según nos cuenta un artículo de ‘Los Angeles Times’, Huston junto a sus colegas, practica alrededor de una biblioteca angelina. ¿Qué razones puede haber en esta cierta atracción por parte de los skaters por los aledaños de bibliotecas? Se conjugan varios elementos:
- la biblioteca, bien porque haya conseguido convertirse en centro social atractivo para la juventud; o bien porque, tristemente, la vean solo como sala de estudio: congrega a mucho público joven diariamente y en horarios muy amplios.
- los edificios de las bibliotecas suelen contar con escaleras, barandillas (sobre cuyos filos se puede practicar el espectacular estilo “grinding») o rampas para cumplir con las exigencias de accesibilidad propias de un edificio público. Y esas escaleras, barandillas o rampas son elementos que actúan como auténticos reclamos para la pulsion skate.
- además son edificios, espacios urbanos, públicos. Es decir, nadie puede apropiarse de ellos por intereses puramente comerciales, especulativos o directamente clasistas. Y por eso, un multimillonario como Huston, se siente más cerca de sus raíces, se siente más «auténtico» si entrena en los espacios que le han sido propios cuando se inició con sus colegas. Da para una fábula: la estrella que no se olvida del barrio.
- las bibliotecas suelen estar cerca de infraestructuras públicas más amplias que incluyen: jardines, parques, zonas de entrenamiento deportivo o incluso: pistas para hacer skate.
- y para ¿qué negarlo?, la biblioteca es una institución, que por mucho que no la pises, tampoco te resulta antipática o excluyente. Acoge a todo el mundo y eso es algo que subliminalmente lanza un mensaje de bienvenida aún a los colectivos más alérgicos a lo, supuestamente, académico.
Pero más allá de esta relación puramente física o arquitectónica entre skaters y bibliotecas: hay bibliotecas que llevan años reforzando estos vínculos de diversas formas en sus programaciones.
Es el caso de la biblioteca de Shawnee, en Okhaloma, que ofrecía una programación para el aprendizaje del skateboarding. Desde proyecciones de películas, a demostraciones en vivo. O más recientemente, la Biblioteca Pública de Fredericton, Nuevo Brunswick, en Canadá. Que siguiendo la práctica, actualmente en boga, de prestar más que libros: ha puesto en marcha un servicio de préstamo de tablas de skateboarding o monopatines; por apearnos un rato de tanto anglicismo.
La biblioteca ya tiene antecedentes prestando otro tipo de materiales como instrumentos musicales o raquetas de nieve. Y es que como declara Julia Stewart, directora de la biblioteca, a un medio local: «Nos gusta la idea de probar antes de comprar, para que puedas hacer una prueba, ver si es algo realmente te gusta; y luego, tal vez, compres el tuyo«. Algo que en los últimos años, en el caso de las tablets y lectores de libros electrónicos, se ha podido constatar en muchas bibliotecas españolas. Al hilo de este nuevo servicio, la biblioteca de Fredericton, también programó un taller para aprender a restaurar monopatines viejos y así poder repartirlos entre los niños de la zona.
El skateboarding parece una actividad a tener en cuenta en futuras actividades bibliotecarias. Y además refrendada por argumentos científicos que la vinculan aún más con las bibliotecas. En 2013, el psicólogo Michael McBeath, realizó un estudio en el que concluía que los patinadores mejoran significativamente su comprensión de la física gracias a la práctica del skateboarding. Parece que ayudaría a una compresión instintiva de conceptos físicos al experimentarlos en sus propios cuerpos. Es evidente que el idilio entre bibliotecas y artilugios con ruedas va mucho más allá de los carritos para transportar libros.
Y por soñar que no quede. El edificio de la biblioteca del siglo XXI bebe del concepto y la arquitectura de edificios como la Alhóndiga Bilbao, con esa piscina de fondo transparente, que se ve desde el patio central. Pero, seamos realistas, no siempre es posible tal maravilla ¿Qué tal una zona de parkout, skateboard, un rocódromo, gradas para peleas de gallos de hip hop, etc? Un edificio repleto de actividad intelectual y cultural en su interior; y repleto de vida y movimiento físico en su exterior. El ecosistema urbano perfecto.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com