Menú del día para mujeres bibliotecarias

 

28 de febrero de 2018. 14:45 horas. Reserva a nombre de Biblioteca para cinco comensales en un restaurante del centro de una ciudad. 

Estas fueron las coordenadas espacio temporales en las que se desarrolló la conversación entre cinco mujeres bibliotecarias que, a continuación, se transcribe en un post ideado para publicarse previo a uno de los Días Internacionales de la Mujer más reivindicativos de los últimos años.

El encuentro, propiciado por Infobibliotecas, quería registrar las ideas, experiencias, anhelos, frustraciones y alegrías de cinco mujeres bibliotecarias. Se trataba de grabar sus vivencias sin tapujos, limitaciones, ni reservas. Hasta donde ellas quisieran contar y como ellas quisieran contarlo. Y paradójicamente, para eso, había que recurrir a las máscaras.

 

 

Hipatia, la científica y filósofa griega; Anne Tyler, la escritora y bibliotecaria estadounidense; María Moliner, una de figuras más insignes del gremio en nuestro país; Batgirl, cuyo alter ego, Barbara Gordon, ejercía como bibliotecaria en los cómics de Batman de los años 60; y Susana Estrada que, antes de convertirse en la figura más representativa del destape, ejerció como bibliotecaria en el Ateneo Jovellanos de Gijón.

Estas fueron las cinco identidades elegidas por las comensales de este banquete bibliotecario: no porque tuvieran nada que ocultar sino para poder sentirse libres de decir lo que quisieran y como quisieran. Y porque, de este modo, sus rasgos personales y profesionales no interfirieran en la empatía o desapego que sus opiniones y experiencias provocasen entre quienes quieran asistir, en diferido, a su conversación.

Pero dejémonos de tanta palabrería. Hipatia, María, Anne, Batgirl y Susana tienen mucho que decir y sobra tanta explicación. Que dé comienzo el banquete.

 

ENTRANTES: GAMBAS Y SARDINAS REBOZADAS

 

 

Batgirl: Lo mío fue casual. Venía de Historia y una amiga, que daba clases particulares de catalogación, me dijo: «vente». Me fui liando y me enganché a las becas de la Universidad. Fui de beca en beca, de contrato en contrato y siempre me lo he pasado bien. Siempre me he divertido, he tenido alguna época mala, pero siempre me he divertido. Lo dijeron en las jornadas de bibliotecas del viernes pasado: hay que divertirse en el trabajo. Y eso hago. Hay rutina pero siempre hay algo que te saca de esa rutina.

Hipatia: Fíjate yo nunca veo rutina. No hay dos días iguales en una biblioteca.

Susana: Yo llevo 30 años y me considero una privilegiada. Y mira que, en el medio en que estamos, ha habido momentos malos, de sentirte poco considerada, de luchar y luchar y conseguir muy poco.

Anne: En algunos casos nos movemos en un medio hostil.

María: Más que sentirte considerada, o no, yo lo veo como indiferencia.

Susana: Llámalo como quieras, pero es que me da igual, termino pasando de su indiferencia u hostilidad y me centro en mi biblioteca, en la gente que tengo que es estupenda, y eso a mí me da vida. Porque si me paro a pensar en el concejal de turno que quiere hacer esto o lo otro y al final termina no dejando hacer uffffff…

Hipatia: La pesadilla del bibliotecario, desde luego, no son ni los usuarios, ni la falta de recursos, ni el trabajo en sí: la verdadera pesadilla es el político de turno que ni sabe ni quiere saber.

Susana: Sí. El mindundi que, de repente, te lo quita todo o te bloquea. Pero ya os digo que me niego a que todo eso me salpique. Es una profesión que me encanta y me da igual. Cuando tengo que ir, sin más remedio, a las altas esferas luego me echo la bronca a mi misma: «¿para qué vas alma de cántaro?» (Risas) Porque no quiero que nadie me quite lo bien que me lo paso con mi trabajo.

Hipatia: Totalmente de acuerdo. Yo iba para filósofa pero se me cruzaron las bibliotecas por el camino. Cuando terminé la carrera me preparé las oposiciones y entonces pensé: «si no entiendo a Hegel ¿cómo voy a explicar a Hegel?» Sería muy deshonesto. Y un día fui a ver a mi amiga del alma (señalando a María) que ya trabajaba en la biblioteca. No sé porqué fui, sería para contarle que no entendía a Hegel, y no iba a ser filósofa.

María: Tenía una crisis filosófica hegeliana.

Hipatia: El caso es que supongo que estaría aburrida ese día, y como es de las que habla hasta con las plantas, los libros y las paredes: me empezó a enseñar cómo iba todo y cuando terminó me dijo: «ahora sigue tú». Y eso hice.

María: ¿Alguien se acuerda del Servicio Social? Yo lo hice en una biblioteca y ahí empezó todo. Ahí me enganché. Lo tuve clarísimo, echaba más horas que las que tenía que echar. Es más, hasta recuerdo la primera vez que me presté un libro, y lo emocionante que me pareció abrir un libro que habían leído otras personas. Fíjate, qué tonterías, pero me hacía feliz todo eso. Luego hice Hispánicas y terminé en la biblioteca en la que aún sigo. Y encantada. Es más, me quedan cuatro años para jubilarme, y me estoy planteando reengancharme. Porque mira que he tenido aguafiestas de esos de los que hablabas Susana, pero es que cuando estoy entre las estanterías, a veces pienso: «me quedaría aquí a dormir». La sensación de estar arropada, el orden, me hace bien psicológicamente.

Hipatia: A mí muchas veces cuando van a visitarme antiguos compañeros de Filosofía, que ahora son docentes, me dicen que me envidian. Que les encanta mi trabajo.

Batgirl: Pero esos amigos te dicen: «¡Ay!, qué bien trabajar en bibliotecas«. Pero igual no saben realmente lo que es trabajar en bibliotecas.

Susana: Bueno en eso no se diferencian del resto pese a que sea gente con formación.

María: Pero incluso a gente, que igual no le gusta leer, les gusta la idea de trabajar en una biblioteca. Hay algo que les atrae.

 

 

PRIMER PLATO: ALCACHOFAS CON PIÑONES

 

 

Anne: Yo estudié en mi ciudad y luego me preparé oposiciones allá donde salieran. Cogía el tren y para Andalucía que me iba, y luego para Extremadura, y luego para Madrid. En un sitio aprobaba el primero, en otro llegaba al segundo. Hasta que saqué plaza donde estoy ahora. Empecé en la biblioteca de un pueblecito. Cuando trabajas en una biblioteca pequeña llegas a ser como una autoridad del pueblo. El maestro, el farmacéutico y la bibliotecaria. Esas pequeñas anécdotas de la bolsa de naranjas que te regalan, historias de biblioteca de mesa camilla.

Aquello se me quedaba pequeño así que pedí traslado a una biblioteca con más movimiento. Durante bastante tiempo he estado muy bien. Pero durante los últimos años la cosa ha ido a peor. Precisamente el día que me llamó Batgirl para preguntarme si me venía a la comida estaba en plena crisis. Ese día estaba pensando muy seriamente si dejaba mi profesión porque no aguanto más.

Hipatia: Pero ¿qué dices?

Susana: Es que estamos pasando una mala racha que dura demasiado. Es que está siendo muy jodido.

(Interrumpe el camarero para tomar nota de más bebidas)

Anne: Menos mal que hemos hecho este corte porque ya me estaba poniendo…

Hipatia: Pero es una mala racha profesional solo ¿no?

Anne: Sí, sí. Estaba buscando dónde irme, fuera donde fuera, pero dejar la biblioteca. También me planteaba: «sigo en bibliotecas pero vuelvo a mi ciudad». Pero es muy complicado cambiar de administración. El caso es que me pilló la llamada para la comida en plena crisis. Dándome de plazo el fin de semana para tomar una decisión: si coger la mochila, liarme la manta a la cabeza, e irme a otro sitio.

Hipatia: Pero ¿ya se te ha pasado?

Anne: Pues sí porque yo estoy en bibliotecas vocacionalmente, estudié para esto, y no me veo en otra cosa. Además estoy harta de decirle a la gente que tenemos el mejor trabajo del mundo. Que la gente viene por ocio, por estudio, por lo que sea, pero nadie viene obligado. Todos los que trabajamos en bibliotecas tenemos mucha suerte. A muchos les encantaría tener el trabajo que tenemos. Y después de haberle repetido eso a tanta gente no iba a ser yo la que me contradijera a mí misma.

Hipatia: Yo opino como tú. Cuando paso una visita escolar siempre les hago énfasis a los niños en que los servicios públicos son gratuitos: cuando van al médico, cuando van a un colegio público, cuando vienen a la biblioteca. Siempre les digo que cuando juegas a uno de esos juegos en que se representa una ciudad siempre aparece: la iglesia, el colegio y la biblioteca. Han sido siempre los pilares para crear comunidad. Por eso estos años de crisis me han servido para valorar aún más el servicio que damos a la ciudadanía.

Susana: Yo he aprendido a pasar de ciertas cosas. Me he propuesto que ninguna de esas historias me impidan disfrutar de mi trabajo diario. Somos un servicio a la ciudadanía, estamos para servir a la gente del barrio, gente que necesita que les organices actividades, les ayudes, lo otro…

Batgirl: Los usuarios te salvan.

Susana: Siempre. Lo otro es esperar que cambien las cosas, y mientras, estoy en mi micromundo, en mi burbuja del día a día con los usuarios que es lo que satisface de verdad. Me niego a que me amarguen mi vida profesional.

Anne: Yo es que tengo la sensación de que estoy dejando pasar mis mejores años profesionales por unos malos gestores. Podría haber hecho maravillas. Porque a mí con poco que me motiven, soy una trabajadora nata, me implico al máximo.

Susana: Tan malo es que te acosen como que no te digan nada.

Batgirl: Es peor que no te digan nada. Porque a mi me ha pasado.

Hipatia: Pero Anne no puedes pensar eso.

María: Pero una cosa es lo que tú te sientes en potencia y lo que realmente puedes hacer. Pero la gracia, bueno gracia no que no tiene ninguna, pero el mérito es hacer cosas pese a las dificultades. Y cuando sacas algo, por pequeño que te pueda parecer, reconocerte a ti misma el mérito porque, pese a todo, lo que hay en contra lo has conseguido.

Hipatia: ¿Cuántos años (dirigiéndose a María) tuviste a un concejal nefasto y lo único que te mantuvo con ilusión fue el certamen literario que organizabas?

María: Y que también terminaron cargándoselo. Entonces podría haberme abonado a eso de «total si me van a pagar lo mismo». Pero no era por eso por lo que lo hacía. No me valía ese argumento. Un pensamiento que siempre me ha dado buenos resultados, en esos momentos de bajón, es que el político de turno pasará. Ellos se irán: concejales, alcaldes y demás gerifaltes: pero yo seguiré porque no soy un cargo electo, ni de libre designación. Ellos se irán y yo seguiré. Y así ha sido. Hasta que me vaya. Pero será porque me jubile.

 

SEGUNDO PLATO: HUEVOS ROTOS CON JAMÓN Y TRUFA

 

 

Hipatia: Cambiando de tema: ¿os ha llegado la información sobre la huelga del Día de la Mujer? En nuestra biblioteca se ha pasado una circular informando. Tenemos una compañera muy sindicalista, muy feminista y todo lo que acaba en -ista que nos tiene muy informados.

María: Hablando desde el mundo laboral, nosotras si hiciéramos huelga, sería para apoyar al resto de mujeres. No somos un colectivo que haya sufrido la desigualdad en el trabajo. El machismo en la sociedad, eso ya, de un modo u otro, lo hemos vivido todas.

Batgirl: De todas formas, efectivamente en tema económico no, pero en nuestra biblioteca solo tenemos a dos chicos auxiliares, el resto somos chicas, y cuando hay que coger el coche, cargar cajas o cualquier trabajo manual: siempre terminamos dejándoselo a los chicos. Y me da mucha rabia. Es algo contra lo que lucho continuamente. He tenido que hacer muchos traslados y siempre me he puesto a cargar cajas o lo que hiciera falta. Es algo educacional y rancio.

María: Yo voy más allá: que lo hagan ellos. Discriminación positiva

Susana: Toma ya. Pero lo que dice Batgirl es un problema social no algo propio en sí del mundo bibliotecario

Anne: Y ¿en cuanto a jefaturas? Hay más jefes hombres que jefas en un ámbito mayoritariamente femenino. Eso sí es llamativo.

María: Y ¿en vuestros clubes de lectura hay también mayoría de mujeres?

Susana: Sin lugar a dudas. Esas señoras mayores que llenan cines, cafeterías y clubes de lectura de las que hablaba Elvira Lindo a cuenta del comentario de Álex de la Iglesia.

Hipatia: Tal vez sea por el pudor de expresar sentimientos que se considera algo propio de las mujeres. O un cierto tufillo desdeñoso hacia el hecho de leer narrativa frente a ensayo o libros de materias concretas.

María: Pero no deja de ser curioso, porque hay muchos hombres que leen y les gusta, pero no se apuntan.

Batgirl: Volviendo a los jefes. Yo he tenido un jefe que en las reuniones lo pasaba muy mal porque no conseguía entendernos. Él marcaba un orden del día, y luego nosotras, íbamos cambiando sobre la marcha. Siempre terminaba diciendo: «a mí me superáis». Era jefe de archivos y bibliotecas. Por la mañana se reunía con los archiveros, la mayoría hombres…

Susana: Y además archiveros. Y hablo con conocimiento de causa.

Batgirl: ..y por la tarde con las bibliotecarias, todas mujeres. Y siempre terminaba diciendo: «es que me superáis, os vais por la tangente».

Susana: Eso suena a topicazo de lo más rancio y además clasista en comparación al gremio con el que se reunía por la mañana, porque eran de archivo y la mayoría hombres. Por la tarde erais bibliotecarias, y encima mujeres, y le superabais. Vamos, machismo total.

Batgirl: Era un gestor muy bueno y yo trabajé muy bien con él, y sabía sacar lo mejor de cada uno, pero le superábamos las bibliotecarias.

Hipatia: ¿Y de dónde ese mirar por encima del hombro si venimos todos del mismo sitio? ¿acaso porque en las bibliotecas somos mayoría mujeres?

María: Oye ¿y con los usuarios?

Susana: Es el colectivo con el que sí lo noto. Hay usuarios que por el hecho de ser mujer te consideran menos. Me pasa a menudo con sudamericanos y marroquíes. Y otros que sin tratarte con desdén te dicen el «oye nena« o el «oye guapísima«. Eso a mí me repatea.

Batgirl: ¿Ves? yo en cambio trabajo en bibliotecas con mucha población marroquí y sudamericana y no me ha pasado eso. Y precisamente esta mañana un usuario que tenemos le ha preguntado a mi compañera si yo estaba casada.

Hipatia: Pero ¿el muchacho está bien?

Batgirl: Lo que está es más allá que pa’cá. No hace otra cosa que calibrar pectorales, es a lo único a lo que va a la biblioteca.

(Risas)

Anne: En mi biblioteca hemos trabajado muchos años con convenios de colaboración social. Y es curioso porque, cuando venían hombres, sí tuve problemas en alguna ocasión. Algunos eran empresarios venidos a menos que se habían quedado en el paro. Recuerdo a uno que cuando le mandaba hacer algo me decía que a él no le daba órdenes ninguna mujer. Me respondía: «usted (porque me remarcaba mucho el usted) no me da órdenes». Al final tenía que decírselo a un compañero, que había entonces, para que le dijera: «Anne ha dicho que hay que hacer tal cosa».

(Risas)

María: Yo no puedo contar nada sobre esto porque no he tenido ninguna experiencia en ese sentido. Pero otra categoría interesante entre los usuarios: los grillados.

(¡¡Uhhhhh sí!!: asienten todas)

Anne: Es que además los psiquiatras les aconsejan ir a las bibliotecas.

Hipatia: ¿No decía Foucault que había que cerrar los manicomios?

María: Sí para que los sustituyeran las bibliotecas.

(Risas)

 

TERCER PLATO: MERLUZA A LA BRASA CON PIMIENTOS

 

 

Anne: Mirad hace dos años teníamos a una mujer, y además una mujer con estudios, y de buena familia, que se sentaba en la sala de adultos y empezaba a relinchar como los caballos: ¡¡¡HIIIIIIII, HIIIIIIIII!!!!!!. Luego pasó otra temporada, cuando varios de los atentados yihadistas, que venía con una gabardina y hacía como que llevaba una bomba. En alguna ocasión he llegado a llamar a la jefatura para preguntar: «oye ¿qué hacemos con este caso?» La decisión debía tomarla yo, pero en momentos de agobio me acuerdo de lo que me dijo una jefa de servicio: «a ti no te pagan por pensar». Así que recurro a ello.

(Risas)

Batgirl: Ay! a mí también me han dicho eso. No me he hecho un tatuaje con esa frase por los pelos.

Susana: Y eso dicho por una mujer. A mí otra jefa me dijo haciendo un gesto de acariciarme la cabeza: «tu silogismo va muy rápido». Eso es tremendo ¿eh? Mi jefa de servicio.

Anne: Antes hablábamos del machismo por parte de los hombres, pero ¿y el machismo por parte de las propias mujeres? Y encima en una profesión principalmente femenina. Eso es más sangrante.

Batgirl: Y lo que ha ayudado a que se perpetúe. Está claro.

Hipatia: Pues a mí nunca me han dicho algo parecido.

Batgirl: ¡Venga ya! Con el carácter que tú tienes: ¿nunca te han dicho nada tus jefes?

Hipatia: ¿A mí? Nunca

Anne: Pero a ver, broncas sí que habrás tenido.

Hipatia: Ah eso sí, pero faltarme al respeto nunca. No se lo hubiese permitido.

María: Acuérdate de cierto jefe que tuviste allá por los 90

Hipatia: Ah sí, ese sí. Pero afortunadamente se fue muy rápido. Pero si me dijeran algo así es posible que en el momento me callara, pero después iría al despacho y le diría cuatro cosas. Afortunadamente mi sueldo no depende del jefe de turno.

Batgirl: La valentía del que tiene las espaldas cubiertas. Yo después de que me dijera que a mí no me pagaban por pensar luego se lo expliqué: y aún se lo sigo recordando.

María: Pero bueno es que la frase de “no te pagan por pensar” se puso de moda y todos los mediocres que no tienen discurso propio la repetían como loros.

Anne: Tú lo has dicho: los mediocres con poder. Lo peor que te puede pasar. Pero acumulamos experiencia en todos los ámbitos.

María: Volviendo a las anécdotas. Es que me ha pasado hace muy poco. Tengo en mi biblioteca el libro: ETA nació en un seminario. Y un usuario publicó en Twitter que estábamos exaltando el terrorismo. Mi concejal que ve eso y me dice que retiremos el libro. Total que tuve que llevarle el libro para que lo viera y le enseñé la relación de bibliotecas en las que ese libro forma parte de sus colecciones. Pero es que el otro día va el exaltado en cuestión a la biblioteca y me monta un pollo porque tenemos un Diccionario islámico: que lo retirase, que nos iban a invadir, que son el enemigo. Tremendo. Obviamente le dijo que no. Y cuando se marcha me dice todo ofendido: “le va a sentar a usted muy bien el burka”.

(Risas)

María: Después le tendría que haber dicho: «Ay sí! porque así no tendré que depilarme el bigote».

Susana: Tú por si acaso escóndele Sumisión de Houellebecq no vaya a leérselo. O igual ya lo leyó y de ahí su paranoia.

Batgirl: Los tiempos cada vez dan un poco más de miedo. Afortunadamente los fanáticos ignoran las bibliotecas, pero si les diera por ellas, nos tendríamos que echar a temblar.

Hipatia: Políticos miedosos y usuarios fanáticos. Menuda combinación.

María: Mi concejal ahora está con la obsesión de fomentar las donaciones, sea lo que sea, y que les hagamos fotos a las portadas para que pueda subirlas a sus redes como un logro. Yo le sigo la corriente, acepto toda la basura que la gente lleva cuando vacía los trasteros, y aprovecho por las tardes, cuando están mis compañeros, para que disimuladamente se deshagan de toda la morralla que tenemos que recoger.

Anne: La censura de los usuarios, eso también da para mucho. Me recuerda a la película de Bette Davis, en la que hacía de bibliotecaria, y se enfrentaba a políticos y fanáticos por defender que el Manifiesto Comunista estuviera en la biblioteca.

Batgirl: Pero es que a la gente hay que explicarle las cosas, no tenerles miedo, y no dejar de hacer cosas por eso. Que no las acepta, pues lo siento, pero es su punto de vista.

Susana: Bueno venga, vamos a brindar y a hacernos las fotos. Las bajas, sentadas, y las altas, que se pongan de pie. Coged las copas, espalda recta y pecho erguido. Que se note que somos bibliotecarias.

 

Batgirl, Susana, Anne, María e Hipatia brindando por las bibliotecas.

Infobibliotecas quiere agradecer la sinceridad, el arrojo, el sentido del humor y la pasión por su profesión de (por riguroso orden alfabético): Anne, Batgirl, Hipatia, María y Susana sin cuya generosidad, es obvio, que esto no habría sido posible.

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

13 comentarios en “Menú del día para mujeres bibliotecarias

    • ¡¡Muchas gracias AZ! De eso se trataba de dejarnos de elucubraciones sobre la situación de la profesión y simplemente dejar que hablasen sin tapujos. En unas cosas o en otras todos podemos sentirnos identificados.

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