Uno de las compensaciones que tiene el cumplir años es la progresiva liberación del juicio ajeno. Vivimos en sociedad y todos estamos sometidos al escrutinio de los demás desde el principio. Pero con un poco de suerte, y de trabajo interno con uno mismo, llega un punto en el que la mirada de los demás no deja de afectarte (algo imposible y menos si te aventuras en el turbulento medio digital) pero sí influye mucho menos que cuando eras más bisoño.
De ahí que el certero meme, con la fantástica Morticia Addams que encarnó Anjelica Huston, defina tan a la perfección ese estado mental que, en la mayoría de los casos, se consigue con la experiencia. No se trata de abusar de la sinceridad como arma arrojadiza que lo único que denota es falta de educación: sino de dejarse de circunloquios a la hora de expresar nuestras opiniones. De ser asertivos que dirían los gurús del crecimiento personal. En tiempos en los que el discurso de lo políticamente correcto causa estragos, censuras y miedos: lograr la fórmula exacta para decir sin ambages lo que se piensa y generar con ello un debate enriquecedor: no el mero rifirrafe dialéctico al que tan acostumbrados nos tienen los medios.
Al doblar una película hay que hacer auténticas filigranas para encajar la traducción de los diálogos originales, y así evitar, que los actores extranjeros no terminen boqueando en el aire o con la boca cerrada mientras aún suena el diálogo. Una dificultad que, en más de una ocasión, ha provocado discordancias en el resultado final.
En la edición española en DVD de la película de Kubrick: Eyes wide shut (1999) un fallo en el doblaje afectaba de manera garrafal a las explicaciones que sobre un asesinato se daban al final de la película. Para quien no tuviera el suficiente nivel de inglés para visionar la cinta en versión original: solo si se activaban los subtítulos en inglés (ni siquiera en castellano) se conseguía descubrir realmente lo que el personaje interpretado por Sidney Pollack le revelaba a Tom Cruise. Un error desastroso que daba más argumentos a los defensores de la V.O.
Y eso vamos a hacer en este post: activar los subtítulos, no para que nos traduzcan, sino para leer entre las líneas de algunos de los lugares comunes más extendidos del mundo bibliotecario. Algo así solo puede nacer con ánimo de abrirse a la participación (ya lo decíamos: generar un debate enriquecedor, no provocar gratuitamente): y por ello cada subtítulo arranca con el hashtag #tengounaedad. Un hashtag estupendo para acompañar lo que cada quiera añadir. Huelga decir (aunque no holgara tanto cuando lo decimos) que en este caso la edad es un simple estado mental: poco importa nuestra fecha de nacimiento. Prescindamos de cutres polígrafos, sueros de la verdad o confesionarios y, simplemente, activemos los subtítulos de nuestro subconsciente bibliotecario.
(Nota: Infobibliotecas no se responsabiliza de las opiniones que este subconsciente pueda expresar, ni las refrenda, ni las comparte. Se limita a recogerlas para que cada uno concuerde o disienta de ellas.)
En la biblioteca actual es, si cabe más importante que antes, adaptar los espacios para atender a los diferentes colectivos que la habitan. Preservar el silencio, que tan demandado es por el público estudiantil, y convertirla en un centro cultural activo, vivo y dinámico: supone una distribución flexible de los espacios y un esfuerzo por atender a las necesidades de todos los usuarios.
#tengounaedad: Los estudiantes, dentro de los colectivos de usuarios, son los principales enemigos de la biblioteca pública. Siendo totalmente respetables sus necesidades: su intransigencia ante las necesidades de otros colectivos, y su indiferencia por lo que las bibliotecas puedan ofrecerles más allá que como simples salas de estudio: suponen una amenaza para innovar la idea de biblioteca. La trampa está hecha: en bibliotecas pequeñas la dictadura estudiantil con la connivencia de alguno de esos concejales o alcaldes pedáneos (que no ven a la biblioteca más allá de una seudoguardería o sala de estudio) pueden ser el estoque definitivo a los intentos por transformarlas en centros culturales llenos de vida, y por lo tanto, de futuro.
La profesión bibliotecaria es de las que más preocupación ha mostrado siempre por mantenerse actualizada tecnológicamente y por ir sumando habilidades. A lo largo de las pasadas décadas ha demostrado una encomiable capacidad para adaptarse a los retos que los tiempos requerían. El reto digital del siglo XXI promete poner aún más a prueba esa capacidad camaleónica de la profesión que, ahora más que nunca, tiene que reimaginar su función y la de las bibliotecas en esta revolución sin precedentes.
#tengounaedad: la profesión bibliotecaria puede extinguirse si peca de falta de ambición cultural. Ejercer como funcionarios de la cultura (en el sentido más peyorativo que se adjudica al término funcionario) en vez de como profesionales de la cultura. Las plantillas bibliotecarias actuales se distribuyen a grosso modo: entre los licenciados en carreras de Letras que, en los 80, opositaron para bibliotecas como una solución a la falta de salidas profesionales a sus estudios, y que tras hacer un loable intento por actualizarse en destrezas informáticas, no lo compaginaron con una reinvención de lo que debía ser una biblioteca; y los diplomados/licenciados de los amenazados estudios de Biblioteconomía y Documentación, que surgieron en la década de los 90, y que recibieron una formación basada en conocimientos técnicos sin incentivar la curiosidad intelectual, y el perfil humanístico, que se requiere ahora para compensar tanta maravilla tecnológica vacía de contenido. Sin curiosidad no hay futuro.
La mayoría de las plantillas de las bibliotecas están compuestas en un alto porcentaje por personal de cuerpos generales de la administración. Los técnicos bibliotecarios marcan las directrices de estos trabajadores que, en más de un caso, se convierten en avezados profesionales de biblioteca sin necesidad de titulación. Disfrutando de un destino laboral que en nada se asemeja al resto de unidades administrativas que suelen componer las administraciones locales o autonómicas.
#tengounaedad: que las administraciones no respeten que las bibliotecas precisan de un personal con formación bibliotecaria provoca que sus plantillas se nutran de personal administrativo que llega con ideas estereotipadas de lo que supone trabajar en una biblioteca. Estos trabajadores se plantean su desempeño igual que si estuvieran en una oficina de recaudación sin especial atención a los requerimientos que precisa trabajar en una institución cultural. Se da la circunstancia de que este personal, además, suele ser el que recibe a los usuarios a pie de mostrador: con lo que muchas veces el buen servicio que podría darse se confía a la buena voluntad de estos trabajadores: que al hecho de contar con un personal cualificado.
Mantenerse al tanto de lo que se cuece en el mundo bibliotecario es requisito imprescindible para seguir haciendo avanzar nuestra biblioteca. Blogs, revistas, foros, redes sociales, la asistencia a jornadas, congresos, seminarios y demás medios con temática bibliotecaria: nos permiten estar al día de las innovaciones y las ideas que van surgiendo más allá del horizonte cotidiano de cada uno; y pueden servir de inspiración de múltiples formas.
#tengounaedad: cuando se leen desde una pequeña biblioteca municipal, escasa de recursos, personal y apoyo por los responsables políticos: estos medios especializados (este blog sin ir más lejos) que animan a innovar, repensar lo que deber ser una biblioteca, y las aptitudes que se deben desarrollar: puede generarse más frustración que otra cosa. Es como leerse un reportaje de ‘¡Hola!’: repleto de mansiones de ensueño y vidas aparentemente perfectas con las que solo podemos soñar. Bibliotecas ideales para un mundo ideal que solo existen en una realidad muy alejada del día a día de la mayoría de bibliotecarios.
La sección infantil y juvenil de una biblioteca pública es uno de los servicios a potenciar y promover. El síndrome de nido bibliotecario vacío que amenaza a partir de los 10-11 años solo es posible combatirlo recurriendo a soluciones imaginativas y a la complicidad de educadores y padres. La formación de los que darán razón de ser a las bibliotecas en el futuro es un objetivo que debe ser prioritario en cualquier centro: y ello requiere de una especialización y una actualización continua del personal que atiende este servicio.
#tengounaedad: en ocasiones los peores ejemplos para los niños a los que se quiere atraer a la lectura son algunos padres. El uso desconsiderado que en muchos casos hacen de la biblioteca: viéndola más como una especie de guardería o aparcaniños que viene a suplir al parque de bolas o a las zonas recreativas en días de lluvia. Ese concepto de educación laxo, falto de consideración hacia los demás, que convierte a los niños en pequeños tiranos de los espacios públicos por la dejación de funciones de algunos progenitores: se convierte en caballo de batalla para numerosos bibliotecarios infantiles que se ven obligados a ejercer más de vigilantes que de animadores a la lectura.
La lectura digital es el future is now (El futuro es ahora) del mundo bibliotecario. Uno de los puntos destacados dentro de la IFLA Global Visión es el abrazo a la innovación digital. Las bibliotecas están y deben estar en cada uno de los avances que esta revolución digital está provocando. Por un lado, por una cuestión de actualizarse y no perder vigencia; pero por encima de todo para asegurar la igualdad de oportunidades de todos a la hora de acceder al mundo digital, ayudando así, a cerrar la brecha digital que se está generando.
#tengounaedad: una vez más la visión macrobibliotecaria (IFLA, Manifiesto de la Unesco, Consejo de Cooperación Bibliotecaria, etc…) frente a la microbibliotecaria. Por lo que respecta a la tumba que, según algunos, los ebooks habían cavado al libro impreso: sigue sin ser ocupada. Por otro lado, plantear estrategias, diseñar campañas, movilizar personal para desarrollar comunidades digitales desde las bibliotecas a través de las redes sociales se choca de frente con: la falta de tiempo, personal y recursos; y el hecho de que muchas de las administraciones en las que se integran las redes de bibliotecas: bloquean, dificultan, o directamente, prohíben el acceso a las redes sociales desde la Administración.
La cooperación bibliotecaria es un clásico dentro de la Biblioteconomía. Para conseguir que las bibliotecas tomen parte en la consecución de los retos que se han marcado en la Agenda 2030 de la ONU: la IFLA ha elaborado desde un Programa de Acción para el Desarrollo hasta un conjunto de herramientas para ayudar a defender estas necesidades antes los responsables de las políticas culturales nacionales y regionales. Sentirse parte de un proyecto global que aspira a mejorar el mundo es algo muy motivador que refuerza la idea de cooperación y de creación de redes entre bibliotecas.
#tengounaedad: los frenos a objetivos tan loables no provienen exclusivamente de las limitaciones materiales y de plantillas de las que adolecen las bibliotecas. Las limitaciones más paralizantes, como siempre, son las mentales. Si la colaboración entre redes de bibliotecas que operan en un mismo territorio se hace en ocasiones imposible por: veleidades políticas, intereses no manifiestos, visiones cortoplacistas o estrategias para ganar/conservar el puesto: ¿cuánto no se agudizarán estas miserias si se amplía el encuadre? Cambiar la idea de para qué sirve una biblioteca en el siglo XXI debería ser el primer paso. Pero no solo en las mentes de los políticos también en las de muchos bibliotecarios. Si tanto se habla últimamente de promover el pensamiento crítico de los ciudadanos: habrá que predicar con el ejemplo y empezar a promoverlo también hacia la propia profesión.
FIN
#tengounaedad: podría seguir…
Hasta aquí la película que nos hemos montado con este post subtitulado. Para cerrar añadamos algo de banda sonora. En los últimos tiempos, la falta de presupuesto y la inmediatez que exige el mercado, ha llevado a que proliferen los lyric videos (lo que vendría a ser un vídeo de karaoke, pero como eso queda cutre, se trata de vídeos más o menos creativos con la letra en subtítulos) que preceden al lanzamiento del vídeo oficial de un nuevo hit. Nada más propio pues para este atracón de subtítulos que cerrar con un lyric video.
El grupo Doble Pletina jugó con el concepto deconstruyéndolo para su tema Nada. Más que un vídeo con los subtítulos de la canción se trata de un juego, de un pasatiempo, con el que se entraba en un sorteo. Subtítulos desordenados que juegan con nuestra capacidad de atención para que cada uno se monte el puzle en su cabeza: algo parecido a lo que hemos pretendido con la biblioteca subtitulada de este post.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com
cuanta verdad¡¡¡¡
¡¡Y las muchas más que aún se podrían decir!!! Muchas gracias A. Gimeno
genius!!!
¡¡Gracias ethavazmin!!!
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