este año hará justo una década desde que Mark Legott formulara el concepto de “Slow Library Movement”, las bibliotecas lentas inspiradas en el movimiento Slow que surgió en Roma en protesta por la apertura de un McDonalds en su Plaza de España. Pero, ¿de qué va exactamente esto del Movimiento Slow y cómo se aplica a las bibliotecas? Aquí lo recordamos. Como acabamos de mencionar, el movimiento slow (lento) surgió en oposición a la comida rápida como un revulsivo que reivindicaba el placer de sentarse a comer con calma y, sobre todo, deleitarse con los productos locales, frescos y sostenibles, la reconexión con la naturaleza, y la diversidad frente a la homogeneización que imponen las grandes cadenas comerciales. Slow food hablaba de una forma de comer pero también de una forma de vida (podéis echar un vistazo aquí a su manifiesto, y navegar por su web en España) y pronto su filosofía se extendería por todo el mundo y a muchos otros aspectos, desde el sexo hasta el modo de pensar y hacer funcionar las propias ciudades y la democracia. Y, por supuesto, llegó a la educación y las bibliotecas. En la primera década de este siglo se empezó a etiquetar como “escuelas rápidas” a las que se centran solo en los “productos finales estandarizados” en lugar de en el proceso de aprendizaje, es decir, las escuelas y modelos educativos en los que lo que importa es el resultado en los tests estándar que diseñan en ministerios y consejerías. También empezó a hablarse de “McBibliotecas”, aquellas que se sumergen en el mundo de la superabundancia de la información facilitada por las nuevas tecnologías sin preocuparse de cómo se gestiona. Lo contaba Andrea Maria Norman en un artículo muy interesante del Dalhousie Journal of Interdisciplinary Management, que os recomendamos para profundizar en el concepto de bibliotecas lentas: “Muchos de los valores que se derivan de la ubiquidad de la industria de la comida rápida también están presentes en la industria de la información. La comida rápida da la impresión de que la comida es “barata” y abundante” (…) Del mismo modo, la explosión en la disponibilidad y abundancia de la información, y cómo la gestionan las bibliotecas, sugiere a los usuarios que la información es barata y abundante, que la investigación, la evaluación y el uso de la información es una carrera hacia la línea de meta, que el origen de la información es irrelevante, y que el contenido y la forma deben ser idénticos en cualquier lugar (…) Sin embargo, la información puede ser cara y escasa. En la búsqueda de información, en su recuperación y su uso no se debe correr, hay que prestar una atención cuidadosa a estas tareas”. Y en estas llegó Mark Leggott, en la actualidad bibliotecario de la Universidad de Prince Edward Islantd (Canadá), y publicó su visión de la “Slow Library”, basada en los conceptos clave derivados del Movimiento de la Comida Lenta, y que resumía en estas cinco ideas:
- Educar sobre los riesgos del monocultivo y la monocultura (emparentados etimológicamente, como sabéis).
- Presevar y promocionar lo local.
- Artesanía y producción a pequeña escala.
- Enseñar y aprender de todos.
- Disfrutar de los amigos y de la comunidad.
- El aprendizaje bidireccional, con participación de bibliotecarios, personas pertenecientes a otras disciplinas y usuarios: las comunidades de aprendizaje, el “open source”…
- La participación de la comunidad y su preservación como el “ecosistema” de la biblioteca; bibliotecas que son “habitantes” de sus comunidades y no residentes temporales.
- El uso de recursos locales para el desarrollo de los servicios de información: desde el talento presente en la comunidad, hasta el software de código abierto que puede desarrollar el propio personal de la biblioteca.
- Servicios artesanos, construidos en conexión con los mejores ingredientes de las tradiciones culturales locales, con la participación de los usuarios, con esos resultados de calidad y perdurabiblidad que tiene lo artesanal.
- Las personas como el aspecto más importante de los servicios bibliotecarios, un aviso especialmente dirigido a los que se ven tentados con poner la tecnología, por ejemplo, en primer lugar.
- El disfrute como resultado de interacciones más placenteras en el espacio de la biblioteca, de la participación y el poder de cambiar los servicios que no funcionan.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com
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