Una bibliotecaria española en Nueva York. Sexta y última crónica

 

Justicia restaurativa en bibliotecas de Nueva York

 

Ya hemos visto en otros posts que eso de que «las bibliotecas son para todos» es una gran declaración de valores que, en ocasiones, tomamos por buena y como verdad absoluta. Pero trabajar para hacer realidad esa intención pública es un proceso activo y continuo, que no se materializa sólo por el hecho de ser un lugar «público».

 

 

En el congreso de Urban Librarians, que se celebró en la ciudad de Nueva York bajo el lema «Libraries as a place», he tenido el gusto de escuchar la interesante charla que hicieron Maggie Craig, Katrina Ortega y Crystal Chen, bibliotecarias de la NYPL que trabajan con usuarios jóvenes, preocupadas en cómo se forja la comunidad desde las bibliotecas, cómo se responden a los diferentes conflictos que surgen o al comportamiento desafiante en sus espacios públicos. Aquí van todas las notas que pude tomar, como buena nerd que soy, de todo el conocimiento que nos transmitieron estas profesionales.

Pioneras en aplicar lo que se denomina «justicia restaurativa» y en aplicar diferentes enfoques de aprendizaje socioemocional, para fomentar la comunidad de sus bibliotecas, incorporando valores de equidad, inclusión y esa «justicia para todos» que promete la Constitución de este país.

La justicia restaurativa también llamada justicia reparadora o justicia compasiva, es una forma de pensar la justicia cuyo foco de atención son las necesidades de las víctimas y los responsables del delito, y no el castigo a estos últimos, ni el cumplimiento de principios legales abstractos: intentando evitar estigmatizar a las personas que han cometido un delito y entendiendo las causas de dónde viene.

 

 

Sólo por aportar un poco de contexto a la realidad de dónde viene todo este movimiento, extraída de «We Want to Do More Than Survive» de Bettina Love:

  • Hasta entrados los 60, el acceso a las bibliotecas para la comunidad negra estaba limitado.
  • Esta segregación continúa en los colegios y barrios.
  • Las prácticas de castigo/multas/vigilancia policial refuerza esa exclusión.
  • Se continúa invisibilizando a las razas no blancas.
  • EEUU es el país del mundo que más gente tiene en prisión del mundo, lo que supone que 2,7 millones de niños tengan, al menos, a un progenitor en prisión.
  • Las personas racializadas son el 37% de la población de EEUU y el 67% de la población encarcelada.
  • Los colegios públicos son vigilados por policías, criminalizando y castigando a niños más vulnerables, que suelen ser de color.

 

¿Qué papel tienen las bibliotecas como instituciones que afirmen valores positivos y justos para la comunidad?

Los espacios donde los niños experimentan comunidad e infraestructura social -el colegio, la biblioteca, el parque- son lugares donde aprenden sobre cómo funciona el mundo, cómo manejar un conflicto, cómo lidiar crítica y creativamente con la realidad, qué es o qué han de esperar de los líderes de la comunidad, de las figuras de autoridad y cómo son vistos y tratados en comunidad.

 

 

«Cuando un niño es excluido, eso le enseña a otros niños que pertenecer a la comunidad de la clase es condicional y no absoluto, que depende de la capacidad de ser complaciente o tener un comportamiento determinado. En este paradigma, complacer es un privilegio que es ganado a través de la docilidad, no siendo un derecho humano del niño». Troublemakers de Carla Shalaby.

 

 

¿Cómo crear espacios donde se encuentren los jóvenes y reflejen sus necesidades, identidades y experiencias?

Craig, Ortega y Chen explicaban cómo crear espacios diseñados para esta comunidad y evaluaban los espacios de la biblioteca con estas sencillas preguntas:

  • ¿Hay vigilancia?
  • ¿Cuáles son las dinámicas de poder?
  • ¿Las señales son accesibles? ¿Están en varios idiomas?
  • ¿Las señales usan lenguaje negativo o sancionador?
  • ¿Las mesas de trabajo son individuales, de grupo o de las dos?
  • ¿Están las estanterías altas o bajas?
  • ¿Los libros están accesibles?
  • ¿Hay un espacio diferenciado para la infancia y/o a los adolescentes?

La justicia restaurativa es una práctica proactiva. ¿Qué tipo de cultura experimentan los niños y jóvenes cuando van a la biblioteca? ¿Es una cultura de la libertad o una cultura del control?

  • ¿Son los bibliotecarios agentes del orden?
  • ¿Dónde es necesario/productivo/positivo el control?
  • ¿Cómo pueden los bibliotecarios acercarse más hacia la figura de mentor o facilitador que a la de controlador?

También nos daban estos interesantes consejos para construir esa «cultura de comunidad«:

  • Examina las normas existentes y los procedimientos de la biblioteca. Es importante interrogar las normas del mismo modo que lo hacen los niños, y estar preparado para responder con respeto y escucha activa, cuando los niños pregunten por qué existe o ha de cumplir una norma.
  • No decir «no» si realmente esa respuesta negativa no es necesaria. No ejecutar el control si no hay daños o peligros reales.
  • Celebra las ideas y las sugerencias de los niños.
  • Crea plataformas y canales para que los niños se expresen.
  • Considera el feedback con respeto y mente abierta.
  • Demuestra aprecio ante las habilidades, talento y experiencia de los niños en la biblioteca. Consúltales su opinión cuando tengas la oportunidad
  • Apréndete y usa sus nombres.
  • Saluda a cada uno cuando lleguen.
  • Fomenta la implicación y la participación en el espacio.
  • Involucra a los jóvenes en formas de participación relevantes para la biblioteca.
  • Genera ‘engagement‘ invitándoles a crear carteles, señales, liderar ciertas actividades (ejemplo: reunir a otros niños para asistir a la hora del cuento), cuidar de las plantas, enseñar a otros a cómo hacer algo.
  • Ten conversaciones con niños y jóvenes. Pregúntales cosas y ten en cuenta su opinión.

Sin olvidar lo más importante: el poder de las relaciones. Las relaciones son fundamentales para crear lazos de unión entre los usuarios de la biblioteca. El cuidado, las interacciones individuales y la paciencia hacen que el respeto y la confianza en la biblioteca como espacio crezcan.

¿Qué pasa cuando hay un comportamiento o situación desafiante? Estas bibliotecarias proponen lo siguiente:

  • Establece límites y estate presente.
  • Cuando surja un problema, intenta mediar como un mentor. ¿Qué es lo que dices cuando observas situaciones de bullying? ¿Qué haces cuando observas actitudes machistas, racistas o LGTBIfobas entre los miembros de la comunidad? ¿Cómo actúas como profesional que custodia la cultura?
  • Es importante llevar a cabo una intervención, atención individual y una escucha activa.
  • Antes de castigar un comportamiento, ofrece opciones a los jóvenes que han hecho algo mal.
  • Busca alternativas antes de llamar a la policía.

No es fácil comenzar a cambiar hábitos asociados al trabajo diario, especialmente cuando existe una cultura de trabajo muy arraigada y limitaciones de recursos, apoyos institucionales o de tus propios colegas que no ven claro un cambio. Es importante llegar a un equilibrio entre lo ideal y la realidad.

Mide el alcance de tu influencia:

  • ¿Hasta dónde llegan los auxiliares de biblioteca?
  • ¿Qué pueden hacer los directores de las bibliotecas?
  • ¿Qué puede hacer la administración?

Un trabajo con semejante implicación, no está exento del llamado ‘burnout‘ por lo que estas bibliotecarias no olvidaron recordar la importancia del autocuidado como pieza clave, para poder afrontar este cambio de paradigma en la biblioteca pública: conociendo nuestros propios límites y respetándolos, cogiendo vacaciones, haciendo paradas de descanso, respetando horarios, teniendo tiempo para conciliar trabajo con familia, hobbies, desarrollando una red de apoyos, creando una cultura de autocuidado en la biblioteca.

Todas las bibliotecas son diferentes (espacios, diseño, arquitectura, staff, líderes, comunidades, desafíos). ¿Cómo pueden los bibliotecarios encontrar maneras de escalar estas prácticas de justicia restaurativa y de construcción de comunidad a su contexto local?

Quizás podemos comenzar respondiendo a estas preguntas:

  • ¿Cómo puede tu biblioteca conocer las necesidades del área a la que das servicio?
  • ¿Cómo describen la biblioteca los niños/jóvenes/adultos?
  • ¿Cómo puedes hacer de tu biblioteca un espacio donde los jóvenes se sientan libres, autónomos, confiados y respetuosos?
  • ¿Cómo puedes demostrar respeto y cuidado de los niños que usan la biblioteca?
  • ¿Es una realidad posible? ¿Qué es lo que necesitas?

Cuando escuché esta charla me explotó un poco el cerebro porque visualicé claramente cómo muchas bibliotecas públicas son lugares con normas, quizás, demasiado marcadas y estrictas para los más pequeños, que pueden perpetuar la exclusión que sufren los colectivos más marginados. Sería muy bonito poder trabajar y aprender de estas bibliotecarias, tan dispuestas a arremangarse y ser parte del cambio que quieren ver en las bibliotecas. Nadie dijo que fuese fácil.

Hasta aquí llegamos en este viaje por las bibliotecas de Nueva York. Muchas gracias por acompañarme hasta aquí y visitar conmigo sus bibliotecas, como si fuesen el mismo Empire State.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Una bibliotecaria española en Nueva York. Quinta crónica

 

“La persona que menos se respeta en América es la mujer negra. La persona más desprotegida en América es la mujer negra.” Malcolm X

 

Black Power en Bibliotecas: Regina Andrews, Jean Blackwell Hutson y el Schomburg Center de la NYPL

 

Uno de los acontecimientos que he vivido durante esta etapa en NYC es el lanzamiento de Homecoming de Beyoncé. Creedme, la ciudad se vuelve loca con ella y más con el impresionante documental de su show en el Coachella de 2018, siendo la primera mujer negra cabeza de cartel en la historia del festival.

 

 

 “Cuando decidí actuar en Coachella, me di cuenta de que en vez de ponerme mi corona de flores, lo más importante era llevar nuestra cultura al festival”, explica Beyoncé en este documental que, además de dejarnos boquiabiertos con el despliegue técnico, musical y coreográfico, es un pretexto para hablar de la representación de la mujer negra en sociedad, a través de numerosos mensajes feministas y antirracistas al público del Coachella y a los los millones de usuarios de Netflix, plataforma donde se estrenó.

Quizás os estaréis preguntando qué tendrá que ver esto con las bibliotecas públicas de NYC… ¿Qué representación tienen los bibliotecarios «racializados»? ¿Os habéis preguntado alguna vez si las bibliotecas son racistas? 

 

Seguramente pensemos por defecto que no, que las bibliotecas son lugares públicos donde todo el mundo es bienvenido. Y sí, las bibliotecas deben de ser lugares acogedores, inclusivos y justos, pero escuchando otras voces se ponen en relieve otras realidades: las bibliotecarias de EEUU son históricamente mayoría blancas y si ahora se encuentra una mayor representación de bibliotecarias negras o «racializadas» es porque otras lo pelearon antes por esa inclusión. Y os voy a contar la historia de dos bibliotecarias negras ejemplares de la ciudad de Nueva York: Regina Andrews y Jean Blackwell Hutson.

 

 

Días antes de que Beyoncé publicase este documental, se celebraba el Black History Month y la Librarian National Week (sí, nos va a dar algo de días mundiales, pero oye, siempre es una buena excusa celebrar y recordar, sobre todo si son causas de personas que han sido y son excluidas, o eso creo yo) tuve el placer de asistir al evento “Open Archive: Regina Andrews and Jean Blackwell Hutson” en el Schomburg Center for Research in Black Culture, de Harlem (Manhattan, uptown, donde hacen las misas de gospel con tanto flow ;)).

 

Como su propio nombre indica, el Schomburg Center for Research in Black Culture es una de las instituciones culturales más importantes del mundo dedicada a la investigación, preservación y exhibición de materiales centrados en las experiencias de los afroamericanos y de la diáspora africana. 

Este centro es una división de investigación de la Biblioteca Pública de Nueva York, se halla en un gran edificio en el Malcolm X Boulevard con la 135 st y es un centro de referencia para todo el que quiera investigar sobre cultura negra, ver exposiciones, asistir a eventos y talleres o investigar entre los ricos fondos de su biblioteca y su archivo. Podéis ver más de su actividad aquí.

En ese mismo lugar, antes de alzarse en 1981 el edificio donde ahora se aloja, encontraríamos una de las bibliotecas públicas de la NYPL del barrio de Harlem, donde tradicionalmente eran empleados los bibliotecarios negros, allá por los años 20. 

 

 

Aunque no vamos a hablar en profundidad sobre los complejos temas de la segregación racial y de la deuda fundacional que tienen los Estados Unidos de América con el pasado de esclavitud del pueblo africano, no hay que olvidar este contexto. La mayoría de las bibliotecas de los años 20 tenían alguna forma de segregación, en ciudades como Charleston (Carolina del Sur) y Dallas (Texas) se excluía por completo a los afroamericanos de las bibliotecas públicas; en otras como Atlanta y Nueva Orleans, tenían sucursales separadas para usuarios negros.

Aunque en la NYPL todos los usuarios “eran bienvenidos” en todas las bibliotecas, cuando se trataba de empleo, había una cierta segregación basada en la demografía del vecindario. Los solicitantes de Europa del Este generalmente se enviaban a la Biblioteca Webster en el Upper East Side, los rusos y judíos a la sucursal de Seward Park en el Lower East Side, y los solicitantes negros iban a la calle 135, en Harlem, barrio en el que he tenido el gusto de recorrer durante estos meses y que sigue siendo muy negro, aunque se está gentrificando a pasos agigantados.

 

«I am American» Regina M. Anderson

 

En el año 1922 llegó a Nueva York desde Chicago la bibliotecaria Regina M. Anderson. Cuentan que cuando hizo la entrevista para la NYPL se catalogó como «estadounidense», que era lo que se consideraba a ella misma por haber nacido en este país. No pensó lo mismo su entrevistador, que al no ser 100% blanca (tenía raíces ​​de Suecia, indígena norteamericana, Madagascar e India) no se la consideraba “americana”, sino negra. Lo que eso implicaba, efectivamente, que fuese enviada a la sucursal de Harlem de la calle 135, mencionada arriba.

Junto con Ernestine Rose -la directora de la biblioteca, decidida a hacer que el espacio fuera lo más útil posible para el vecindario- convirtieron este centro en un lugar donde todos los usuarios, especialmente la comunidad negra, eran bienvenidos. Un espacio seguro donde reflexionar sobre su historia, sobre sus derechos, sobre su cultura. Un lugar donde se coció el movimiento Black Power y otras tantas causas de justicia social que, lamentablemente, hoy siguen siendo importantes en esta ciudad y en el mundo entero.

 

 

Anderson, fue parte e inspiración del círculo social de intelectuales del que fue denominado “Harlem Renaissance” -y que es algo así como nuestra “Generación del 27”- y organizó varios grupos de teatro (los cuales, por un tiempo, ensayaban en la 135th Street Branch), escribió dramaturgias y, tras mucho pelear, se convirtió en la primera directora afroamericana de una sucursal de la Biblioteca Pública de Nueva York, en la calle 115. Más tarde, encabezaría la sucursal de Washington Heights, donde continuó trayendo usuarios, alentó el uso de la biblioteca por parte de la comunidad y organizó grupos teatrales. 

Una auténtica líder de la comunidad y bibliotecaria revolucionaria, como podemos deducir de uno de sus discursos en los que dijo: “Debemos ser más que bibliotecarios. No se trata solo de estar en bibliotecas, sino de salir a la calle. Si lo haces bien, uno naturalmente conduce al otro”. 

Yo creo que este es el auténtico trabajo con la comunidad, esto es querer cambiar las cosas del barrio, conocer a tus usuarios y trabajar con el liderazgo necesario para cambiar las cosas, dando pasos aparentemente pequeños, pero que hoy son todo un legado.

 

 

Si regresamos al Schomburg, debemos de pararnos en la Jean Blackwell Hutson Research and Reference Division, cuyo nombre se le debe a otra bibliotecaria / archivera que luchó incansable por la representación negra en bibliotecas y por la accesibilidad y la atención a las personas marginadas. Dicen que esto fue lo que marcó desde el comienzo la carrera de Jean Blackwell Hutson como bibliotecaria, cuando trabajaba en una sucursal de la Biblioteca Pública de Nueva York, en el Bronx.

A Jean Blackwell Hutson le debemos, entre otros muchos avances, las clases de inglés para extranjeros, uno de los pilares más importantes de la NYPL en lo que a integración del inmigrante se refiere. También fue la primera biblioteca que albergó una colección que incluyese libros en español, para atraer a los usuarios que lo hablaban y no las frecuentaban, por no encontrarse con ese derecho o por no encontrarlas lugares de interés. Los que la conocieron y trabajaron con ella dicen que Hutson aportó, «intelecto sin compromiso y que compartió extraordinaria generosidad con los usuarios».

A partir de 1947, trabajó en la División de Literatura Negra de la Biblioteca Pública de Nueva York, y se convirtió en jefa de la Colección Schomburg (originalmente basada en la colección privada de libros de Arthur Schomburg) en 1948. 

 

The Division of Negro Literature, History and Prints. Fuente: NYPL

 

Hutson estimuló una enorme cantidad de crecimiento del Schomburg Center. Curó importantes colecciones de arte e historia, consiguió que sus amigos e importantísimos literatos Langston Hughes y Richard Wright donaran sus archivos personales a la colección y organizó muchas recaudaciones de fondos para la construcción del nuevo edificio. 

Hutson dijo en una entrevista de radio en 1964 que estaba comprometida a “llenar los vacíos de omisiones que han ocurrido en el relato de la historia de los negros” y su trabajo como bibliotecaria y archivista refleja su éxito en esta búsqueda.  Recordemos que era la época revolucionaria en la que Martin Luther King, Jr. luchaba en el movimiento por los derechos civiles de Estados Unidos.

 

 

En 1962, Hutson ayudó a publicar el Catálogo de diccionarios de la Colección Schomburg, que dió alcance a Schomburg a nivel mundial, ya que los microfilmes del mismo permitieron a las bibliotecas de todo el mundo explorar los contenidos de la colección. Hutson también participó en muchas organizaciones más allá de Schomburg, entre ellas The American Library Association, The African Studies Association, The NAACP y The Urban League.

Además, ayudó a fundar la Academia Negra de Artes y Letras y fue la primera presidenta del Consejo Cultural de Harlem. Fue profesora adjunta de historia en City College, donde alentó a los estudiantes que participaron en el movimiento Black Power a usar Schomburg como un recurso para su activismo. 

Hasta aquí estas historias de mujeres que han luchado por la justicia social a través de las bibliotecas. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y por reflexionar en estos temas complejos que requieren pausa, conversación, lectura y mente abierta para intentar comprender otras realidades del sistema en el que vivimos y somos parte.

 

 

Creo que estas historias han de ser celebradas y que en una sociedad diversa, es importante que haya representación de esa diversidad en todos los lugares, especialmente en los públicos y, aún más, si tienen esa vocación de atraer y dar servicio a los usuarios de diversas razas, culturas, géneros, religiones, clases y capacidades. Como dicen por ahí, “Nothing About Us Without Us” (“Nada sobre nosotros sin nosotros”). 

Yo que soy una extranjera en esta gran ciudad, pienso ahora en las bibliotecas de España, un país que cada día es más diverso. También pienso en sus usuarios, en sus bibliotecarios, en los recursos con los que cuentan, en cómo se sentirán los recién llegados y las segundas generaciones. En cómo afrontamos estos cambios de paradigma, en si los resolvemos teniendo en cuenta a las comunidades, en si escuchamos las voces de los más marginados, en dónde están nuestros prejuicios y en si estamos dispuestos a desaprender tanto aprendido.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecarios en el ranking de lo cool

 

El rebranding es una práctica de riesgo en marketing que, en ocasiones, se convierte en un triunfo. No viene a ser otra cosa que cambiar de nombre a una marca. En el caso de Airtel, Amena o Telefónica (ahora Vodafone, Orange y Movistar): fue un éxito. En otros casos, el cambio no tuvo tanto que ver con una estrategia de seducción publicitaria como con una necesidad: es el caso del todoterreno japonés Mitsubishi Pajero que se rebautizó como Mitsubishi Montera al lanzarse al mercado hispanohablante.

 

El caso de rebranding en el mundo de la música más extremo que se recuerda: cuando Prince pasó a denominarse con un símbolo impronunciable.

 

En cambio, practicar el rebranding con la ‘marca’ biblioteca: no es tan seguro que fuera positivo a la hora de alcanzar un auténtico cambio de mentalidad respecto a lo que son las bibliotecas en el siglo XXI. Se perdería ese difuso afecto popular que, supuestamente, se siente hacia las bibliotecas: incluso por parte de quienes no las pisan. Puede ser que lo que hubiera que cambiar fuera lo de bibliotecario. Por mucho que cierto romanticismo hipster haya recreado lo maravilloso que es pasarse la vida rodeado de libros: una vez amortizado lo hipster, y en pleno apogeo reguetonero, se hace más difícil encajar el estereotipo.

 

Mujeres esperando a que las saquen a bailar en la década de los 50.

 

Aquí hemos defendido alguna vez que los bibliotecarios son profesionales de la cultura. Que viene a ser algo así como decir que los cirujanos se dedican a la medicina. Una perogrullada. Pero lo cierto es que pocas veces se incluye a los bibliotecarios dentro de los agentes activos en lo que se ha dado en denominar industrias culturales y creativas. El concepto de bibliotecario parece deslucir frente a conceptos mucho más deslumbrantes como gestor cultural, community manager, dinamizador socio-cultural, asesor cultural, consultor, emprendedor cultural, etc…

En la mayoría de programas de los másteres que surgen, aquí y allá, para formarse con ese perfil innovador, moderno, novedoso de gestor cultural, entre las salidas profesionales: se repiten galerías, centros culturales, museos, productoras de eventos, discográficas, industrias creativas…, pero nunca: bibliotecas. Cuando curiosamente, las bibliotecas, coinciden en no pocos aspectos con lo que se hace en los espacios culturales mencionados. Pero es que, digámoslo claramente, los bibliotecarios no cotizan al alza en el ranking de lo cool. De hecho ni se les contempla.

 

Hace unos días se celebró el c de c 2019: el congreso de creativos publicitarios más importante del país. La campaña que se alzó con el primer premio fue la ideada para la marca de ropa Adolfo Domínguez bajo el eslogan: ‘Sé más viejo’. El orgullo de estar por encima de las modas: ¿hace falta subrayar las lecturas que se pueden sacar desde ‘lo bibliotecario’?

 

Si se le plantea a un millennial, recién licenciado en una carrera de humanidades: ¿qué futuro laboral escogería?: gestor cultural o bibliotecario. Acostumbrado como está a las eufemísticas denominaciones de muchas de las asignaturas que ha cursado durante sus estudios: lo más probable es que opte por lo de gestor cultural. Lo de bibliotecario queda, como mucho, entrañable. Ya puestos, hasta un poco exótico por aquello de lo vintage, pero poco más.

Pero puestos a vindicarnos siempre podemos tirar del último estudio que mejor se avenga a nuestro discurso. Y en este caso nos llega desde California, concretamente, de una profesora de la Universidad de Pepperdine. El estudio, publicado en ‘Journal of Positive Psychology’, sostiene que la humildad intelectual denota una mente abierta, audaz e íntegra intelectualmente hablando. Una persona que no presume de sus conocimientos, ni inteligencia, es más propicia a ideas nuevas y a seguir aprendiendo frente a quienes alardean de sus capacidades y conocimientos.

Cela y Sampedro: dos figuras de intelectual del pasado con imágenes muy diferentes.

Leer algo así es un bálsamo ante la avalancha de fatuos que alardean de conocimientos, opiniones o gustos de manera excluyente. E inevitablemente regala los oídos al gremio bibliotecario.

¿Estará ahí la razón por la cual los bibliotecarios no son detectados por el radar de lo cooltural?

La convivencia diaria con lo que han escrito las mentes más brillantes de cualquier generación muscula la humildad casi sin pretenderlo. Y ante la inmensidad del mar: cualquiera se siente pequeño. Pero antes de comprar la moto de cualquier estudio, por mucho que nos guste como suena, siempre hay que fijarse en el kilometraje.

 

El nuevo libro del periodista y sociólogo Frédéric Martel promete remover aún más los cimientos de la Iglesia católica.

 

La Universidad de Pepperdine es una institución independiente y privada afiliada a las Iglesias de Cristo. Y un estudio que eleva a la humildad a virtud intelectual se aviene a la perfección a los valores religiosos. Por eso por compensar, y sin querer sospechar para nada de su rigor, recordemos las palabras sobre los bibliotecarios de alguien como el documentalista-activista Michael Moore, muy dado también a impartir sermones, aunque desde un talante que poco tiene que ver con la humildad:

«muchos los ven como ratoncitos maniáticos obsesionados con el silencio, pero en realidad, es porque están concentrados tramando la revolución.»

También es cierto que, una vez masajeado el magullado ego bibliotecario, sería necesario prevenir de los peligros de un exceso de humildad. Ya se sabe que la falsa modestia es tan pecaminosa como la soberbia: por eso nunca está de más ejercer la autocrítica.

Si se hiciera una encuesta entre el gremio bibliotecario sobre hábitos de lectura: igual nos llevábamos alguna sorpresa. Así como hay médicos que fuman, dietistas con sobrepeso o pasteleros que prefieren lo salado: más de un bibliotecario habrá que no lea. ¿Es imprescindible para dar una buen servicio bibliotecario? O incluso cuando leen: ¿será una falta de ambición cultural la que hace que la figura bibliotecaria no resulte tan guay como la de un «gestor cultural» (con bien de comillas a falta de focos)?

 

¿Por qué será que la canción de Boris Vian viene a la cabeza al escribir este post? Esa que decía: «Soy snob. Terriblemente snob. Todos mis amigos lo son, porque ser snob es un amor

 

Pues a tenor del post que Héctor G. Barnes publica en su blog de ‘El Confidencial’ no parece que esta sea tampoco la razón. «Los nuevos paletos o la gente culta a la que la cultura le da asco» así se titula, y por si el título no fuera suficientemente orientativo, basta un fragmento para terminar de cerciorar lo que se intuye:

«Estoy aburrido de ver a escritores que no leen, músicos que no escuchan música, críticos estrella de cine que no ven más películas que las que les toca cubrir […] Quizá se deba a que la cultura ha sido sustituida por la industria cultural, donde el valor estético y social, como espacio común entre individuos, ha sido sustituido por su valor de cambio en el mercado global de vanidades.»

Confiemos en que, dado que en el ranking de lo cool, lo bibliotecario no cotiza al alza: al menos no sumemos los errores de estos neopaletos de los que habla Barnes. Como sentenciaba un vídeo de los #bibliotecariosgrafiteros protagonizado por un abuelo y su nieto: «Bibliotecario sin curiosidad…».

 

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Mujeres que nos gustarían como bibliotecarias [3]: Raquel Sastre

 

Raquel Sastre. Fotografía de Miriam Alegría.

En el caso de Raquel Sastre estamos haciendo un poco de trampa al incluirla en esta serie de Mujeres que nos gustarían como bibliotecarias. En realidad, Raquel, tiene una plaza en propiedad en la plantilla de bibliotecas de la Universidad de Murcia. Pero su pasión por la escritura humorística y los monólogos: le llevó a pedir la excedencia y a volcarse en su carrera como humorista, monologuista, guionista y actricista: que así se define en su perfil de Instagram.

Una decisión acertada que la ha llevado a codearse con algunos de los grandes del humor en nuestro país: colaborando, o escribiendo guiones, para programas y medios que van desde Andreu Buenafuente a El Hormiguero, Paramount Comedy, La que se avecina, La hora de José Mota, Yu, no te pierdas nada, Hoy por hoy, Ilustres ignorantes o el último programa del gran Forges en TVE: Pecadores impequeibols, entre otros. Actualmente forma parte de la nueva temporada (recién estrenada esta misma semana en la 2) del espacio de divulgación científica: Órbita Laika.

La apuesta humorística de Raquel por el humor negro, o cabrón como le gusta definirlo, no es algo fácil en estos tiempos de exacerbada corrección política y censura ejercida desde el anonimato a través de las redes. Pero ella ha demostrado una asombrosa habilidad (¿tendrá algo que ver el entrenamiento que supone el día a día en una biblioteca?) para manejarse en el siempre incendiario Twitter y salir indemne. Franca y directa, Raquel, convierte al humor más sincero y directo en un aliado al servicio de la concienciación en torno a enfermedades como el TEA o el síndrome de Phelan-McDermid que padece su hija. Su propuesta rompe estereotipos en torno a la figura de mujer humorista habitual por estos lares: al incitar a la risa a través de un humor basado en la palabra y la provocación. Pero dejémonos de preámbulos. Señoras y señores con todos ustedes:

 

RAQUEL SASTRE

 

El colaborador de diversos programas de Telecinco, Rafa Mora, publicó un tuit ofreciéndose como entrenador particular de Rihanna. Raquel, siempre al quite, le respondió en un tuit que se hizo viral.

 

El que terminaras estudiando para trabajar en una biblioteca ¿fue una decisión que tenías clara desde el principio o fue tu afición por la escritura la que te hizo decantarte por este mundo?

Con 18 años vi que todos iban a la universidad y yo quería hacer algo de escritura, probablemente monólogos, y pensé: mejor me saco una oposición que aquí va a haber mucho licenciado e igual no hay trabajo para todos. Y de ahí mi deriva hacia la Biblioteconomía, aunque logré la plaza pero no llegue a terminar la carrera, ahora voy a terminar Criminología

Y al descubrir el mundo bibliotecario ¿te gustó, te dejó indiferente o te disgustó?

Pues descubrí un montón de cosas. Un mundo mucho más rico del que intuyes cuando las frecuentas como simple usuaria. Disfruté con los fondos antiguos, la digitalización, los archivos. Me resultó un mundo mucho más variado y rico.

Y el hecho de que eligieras por el humor negro, el humor cabrón, tuvo algo ver con alguna experiencia vivida en tu etapa como bibliotecaria? ¿Algún trauma entre tejuelos?

No, no tiene nada que ver. Ese tipo de humor lo he hecho siempre. Aunque sí recuerdo que algunas veces me ponían a hacer las visitas de los estudiantes a la biblioteca, y ahí, aprovechaba para meter chistes y comentarios en plan coña que terminaban enganchándoles. Me solían preguntar: «tú estás haciendo prácticas ¿no?» Eran jóvenes de unos 17 años y yo tenía 22: así que no había mucha diferencia.

 

Raquel de marciana en el primer programa de Órbita Laika 2019.

 

Andrés Barba en su ensayo de La risa canibal dice «Cada vez que un hombre abre la boca para reír está devorando a otro hombre». El humor que cultivas no es un humor de medias tintas. ¿Te gusta producir cierto grado de incomodidad en el público? ¿es una forma de provocar la reflexión más allá de la simple carcajada?

Con el humor pasa como con todas las ficciones. Puedes hacer una película que es un drama, o una película con mensaje social, y que la gente recapacite. El humor se puede usar para concienciar, o no, yo a veces lo hago, pero otras veces, solo aspiro a entretener.

Lo que sí me gusta dejar claro es que la función del humor es principalmente entretener. Porque hay una corriente ahora que dice que el humor está para señalar a los poderosos, a los privilegiados, y que no puedes hacer chistes con la gente oprimida. Algo que me revienta porque ahí estás incidiendo en que hay unos superiores a otros. Es algo que intento evitar.

Esa corriente del humor como arma contra el poderoso me parece algo insignificante.  ¡Anda!, que no se hacen chistes con políticos. Por ejemplo, ahora con Vox, con Ciudadanos o el PP: y ahí sigue la derecha con mucha fuerza en el voto. Entonces me parece un error, y sobre todo peligroso, porque cuando a una actuación la estás utilizando para que tenga una dirección, una finalidad, que no sea la de simplemente entretener: ya estás instrumentalizándola como un arma. Y por otro lado, señalas a las personas que no piensan como tú, como malas personas. Cuando eres tú quien está utilizando el humor para hacer daño.

Según el tipo de humorista que seas puedes hacer humor reivindicativo o ficción de entretenimiento. Pasa igual con todo. Hay directores que se dedican a hacer cine social. Pero no tiene nada de malo que se hagan películas tipo Batman; o no tiene porque ser malo una saga de terror como Saw. Y mira que en Saw muere gente inocente y nadie se lleva las manos a la cabeza con: «Oh!! Dios mío, están matando gente inocente en vez de matar a los malos». Pues con el humor lo mismo. Hace falta, como en todo, tener sensatez.

 

Raquel invitada en el último programa que Forges dirigió en TVE: ‘Pecadores impequeibols’. Junto a José Luis Cuerda, Forges, Juan Carlos Ortega y Soledad Mallol.

 

Actualmente hay toda una nueva generación de cómicos en nuestro país que cultivan un humor diferente, con un punto inquietante, me viene a la cabeza Miguel Noguera y sus Ultrashows, por ejemplo. ¿Crees que ha habido una ruptura con generaciones previas de humoristas: o que hay un hilo que une el humor de un Gila, unos Tip y Coll o unos Martes y Trece con lo que se está haciendo ahora? 

Ha habido una evolución en el humor como en tantas otras cosas. Algunos dicen que ahora no se haría un sketch como el de Martes y Trece sobre «mi marido me pega». Pero no es porque esté mal hacer chistes sobre el maltrato, porque insisto, cuando alguien hace humor es una ficción y puedes tratar cualquier asunto. No hay interés por reírse de la mujer maltratada, ni por ridiculizarla, simplemente estás cogiendo un tema para hacer una ficción humorística. ¿Por qué no se haría hoy un sketch así? Porque se ha quedado antiguo, como las películas de destape, porque ya nos aburren. Pero tú ahora te coges un buen sketch sobre el maltrato a la mujer, y puede ser que la gente se ría, igual que se coge un buen sketch sobre el racismo: y la gente se ríe.

Y algunos dicen y ¿cómo puedes reírte con un tema como el racismo? Pero luego ves series como Arrested development: en la que una mujer blanca, de clase alta de unos sesenta y tantos, ha ido a una entrega de premios a actores latinos, porque su nuera es una actriz latina, y claro, la ceremonia está llena de latinos. Ella no para de levantar la mano cada vez que ve pasar a un actor mexicano con esmoquin y contrariada le dice a su hijo: «es la primera vez que estoy en una fiesta y ningún camarero me hace caso». ¿Es racista? Sí, pero te ríes. El tema es ese, el humor ha evolucionado, y se puede crear ficción humorística con cualquier cosa. Tienes que crear ficción que sorprenda, si el humor no sorprende no te ríes.

 

 

Raquel Sastre entrevistada en ‘Jot Down’.

El feminismo está más de actualidad que nunca. ¿Crees que por el hecho de ser mujer se acepta mejor que hagas humor negro con él que si lo hace un hombre? ¿o todo depende de la intencionalidad del humor, de la ideología latente que pueda haber tras la broma?

Depende de la calidad y depende de los temas. Si por ejemplo yo hago un chiste sobre pederastia, me pongo como protagonista, y digo: «luego me pasas el teléfono de tu hijo de siete años»: la gente se lo toma mejor si lo hago yo que si lo hace un chico. Pero, en general, el humor negro tiene mala acogida para el público que no le gusta. Es como la ficción, vuelvo a la película de Saw, si coges al público convencional y le pones Saw la mitad de la sala sale despavorida porque no le gusta. Yo soy la primera a la que no le gustan ese tipo de películas. Pero en cambio a mi chico le gustan y por eso no pienso que sea un psicópata. Lo pienso por otras cosas, como porque escuche a Melendi, pero no en general.

El humor negro tiene su público y eso no quiere decir que al público que le gusta el humor negro sean malas personas. Y es más, hay estudios científicos que han demostrado que la gente que tiene preferencia por el humor negro son menos agresivas, tienen menos problemas de cambios de humor, y son más inteligentes que las personas que se enfadan con los chistes. Hay que tener inteligencia para diferenciar la ficción de la realidad, y para entender el chiste y pensar que no es más que un chiste. Y claro, siempre depende del momento que estés viviendo. Si acabas de sufrir un accidente de coche en el que han muerto tus seres queridos: no es el momento más oportuno para que alguien cuente un chiste al respecto. O a lo mejor sí, pero depende del estado de ánimo y la forma que tiene de encarar la vida esa persona.

Te invitan a congresos médicos, científicos y de todo tipo. ¿Cómo es posible que no te hayan llamado para el congreso de bibliotecas públicas? Desde aquí vamos a abrir una campaña. ¿Te gustaría? ¿le darías caña al gremio?

A lo mejor no me han llevado porque tengo un monólogo en Paramount Comedy en el que hablo de ser bibliotecaria, y claro, lo hago con humor negro. Puede que no me hayan llevado porque lo han visto.

 

 

¡Qué pena! Igual servía para combatir los estereotipos que siguen recayendo sobre la profesión.

Yo cojo la idea de que los bibliotecarios sólo prestan libros y lo llevo al extremo. Pero eso no tiene porque ver con la realidad del trabajo de los bibliotecarios: que es muchísimo más rica. Es que el humor tampoco sirve para acabar con estereotipos. El humor se basa en los tópicos que la gente tiene en su cabeza. Y no es que la gente crea esos tópicos a ciencia cierta. Tú vas, por ejemplo, a Cataluña, y no esperas que la gente vaya a ser roñosa contigo, o vas a Andalucía, y no vas a una tienda más tarde del horario de apertura porque crees que abrirán más tarde. Sabes que el humor y los chistes que tachan de roñosos a los catalanes, y de vagos a los andaluces: son tópicos basados en la exageración. Quien se crea un monólogo a pie juntillas debería hacérselo ver.

Dentro de tus referentes culturales pesan más los libros, el cine, los cómics, la música u otro tipo de disciplinas?

Hay varios libros de comedia que están muy bien. El Step by step to Stand-up Comedy de Greg Dean por ejemplo. Pero sobre todo lo que he hecho ha sido ver muchos monólogos. Y mis favoritos, a los que no les llego ni a la altura de los zapatos, son por ejemplo nombres como: Doug Stanhope, que me parece maravilloso, Bill Hicks, Jim Jefferies, Joan Rivers, George Carlin, Tina Fey, Sarah Silverman. Luego hay escritores satíricos como Jonathan Swift que tiene unos textos geniales. También hay un libro que recomiendo mucho: Antología del humor negro de André Bretón. Una antología en la que descubres a muchos autores que escribían un humor negro maravilloso.

Formas parte del equipo de la nueva temporada del programa de divulgación científica de la 2: Órbita Laika ¿Tu perfil bibliotecario crees que te hará más fácil desenvolverte en ese ámbito?

Sí, es posible. Lo cierto es que siempre me ha gustado mucho la ciencia, y además mi chico es médico y está muy implicado en combatir las seudoterapias. Además tengo la gran suerte de ser amiga de muchos de los grandes divulgadores científicos de este país. Siempre que puedo intento ayudar al máximo y divulgar. Afortunadamente cada vez hay más interés por la divulgación por parte del público, como yo, que no hemos estudiado carreras de ciencias pero que sentimos cada vez más interés por la ciencia. Llevo una temporada que cuando me piden dar alguna charla en congresos de ciencias sobre, por ejemplo, los límites del humor: acudo y los apoyo siempre. He hecho monólogos clausurando congresos, charlas divulgativas humorísticas, por ejemplo en Granada, hice mi primera charla científica como divulgadora sobre Criminología. Bueno, aunque sean Ciencias sociales, que parece que no sean tan ciencias, que son las «casi ciencias» de la universidad.

Suena muy Sheldon Cooper lo que estás diciendo.

Sí, me temo que sí. El caso es que la divulgación me parece muy necesaria sobre todo ante los casos que se dan de fraudes por el uso de seudoterapias. Precisamente hace poco un amigo mío, que es profesor en un instituto, me contaba el caso de una madre que acudió a él porque quería dar una charla en el centro sobre el peligro del wifi. Y la mujer fue a pedirle que le dejara dar la charla: ¡¡¡fumando!!! Pero «¡¡Si la que está poniendo en peligro a tus hijos fumando en tu casa eres tú!!!». Eso sí que está demostrado que daña a los niños y no el wifi. Por eso es tan importante la divulgación de la ciencia: que la gente aprenda a distinguir la fiabilidad de los estudios que aparecen en los medios.

 

De este modo abrió un hilo Raquel en Twitter para denunciar la falta de apoyos por parte de algunas administraciones para los niños afectados por Trastornos del Espectro Autista. El humor como terapia, el humor como denuncia y el humor como una puerta abierta al debate.

 

Y por último, por mucho que nos duela, y te quisiéramos de vuelta en la profesión: no queremos perderte como humorista y lo que venga. Pero por si acaso algún día vuelves al mundo bibliotecario de manera profesional: ¿en qué te gustaría que se hubieran convertido las bibliotecas? ¿qué sacudida les darías para que realmente sigan siendo relevantes en el siglo XXI?

No solo creo que las bibliotecas tienen futuro sino que creo que, si tienen la vista puesta en las nuevas tecnologías, van a tener más importancia que nunca. Antes las bibliotecas eran sitios donde sacabas libros y estudiabas, luego poco a poco, fueron añadiendo nuevos servicios. Hoy día encontrar información en Google es muy sencillo; lo difícil es saber diferenciar lo que es realidad de lo que es ficción. Creo que las bibliotecas deberían especializarse en esa dirección, que den un servicio para saber diferenciar cuál es la información buena de la mala, también sería necesario asesorar a los estudiantes en cuáles son las fuentes fiables y cuáles no. Especializarse en ayudar al usuario para encontrar información de calidad.

Y luego las bibliotecas deben organizar muchas actividades: ciclos de cine, clubes de lectura, videojuegos, juegos de rol, etc… Internet está aislando a la gente fisicamente, y por eso, se necesitan sitios públicos que les sirvan para reunirse e interactuar entre ellos. Se necesitan espacios para la reunión, para juntarse alrededor de la cultura. Por eso creo que las bibliotecas sí que tienen futuro, son incluso más necesarias que nunca. Y es muy probable que surjan nuevas utilidades para las bibliotecas que ahora mismo no somos ni capaces de imaginar. ¿Quién te iba a decir a ti que las bibliotecas iban a tener espacios para hacer experimentos?

Pues no podías termina mejor la entrevista. Veo que no hay manera de que hagas algo de sangre con las bibliotecas.

No, no, para nada. Las bibliotecas me han dado algunos de los mejores años de mi vida y no descarto volver algún día. Pero hay aspectos que lo ponen difícil. Volver a lo que ganaba en la biblioteca frente a lo que gano como humorista, por un lado; pero sobre todo el horario. Mi plaza es de tarde y como soy la que menos puntos tiene lo tendría muy difícil para cambiar al horario de mañana.

No, mejor sigue de cómica. Bibliotecarias hay muchas, pero humoristas con perfil bibliotecario, no tantas.

Hombre, yo lo espero. Espero seguir de cómica, pero eso sí, sin perder de vista nunca a las bibliotecas.

 

 

Raquel en el programa de divulgación científica de TVE Órbita Laika.

Cuarta entrega deMujeres que nos gustaría como bibliotecarias con Constanza Mas.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Mujeres que nos gustarían como bibliotecarias [2]: María Martinón-Torres

 

La infancia de la actual directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), María Martinón-Torres, y sus seis hermanos: está esperando a que alguien la convierta en cuento infantil.

Su título: Los siete hermanos que se criaron con 20.000 libros actuaría de reclamo inmediato para bibliotecarios obsesionados con combatir el síndrome de nido vacío bibliotecario que se produce a partir de ciertas edades. Y es que así tituló, con muy buen tino, ‘El País’, un artículo que dedicó en 2016 a los hermanos Martinón-Torres. Una estupenda crónica de una familia que se desarrolló al calor de los libros, y que han destacado, en los diversos campos profesionales a los que se han terminado dedicando.

La tercera de esos niños es una de esas mujeres que nos gustarían como bibliotecarias. #BibliotecariasenPotencia. Pero el que se haya convertido en una de las principales expertas en evolución humana del mundo nos viene infinitamente mejor.

Tal vez al comprender un poco más de dónde venimos podremos aventurar un poco hacia donde nos dirigimos. Las posibilidades que tienen las bibliotecas de los sapiens en un mundo hipertecnologizado. Y es que cuando la curiosidad se confunde con la impaciencia por saber qué sucederá en el episodio siguiente: toparse con alguien como María Martinón-Torres calma la ansiedad. Nos recuerda que tenemos la capacidad de ser espectadores de nuestro propia evolución. Y ese, sin duda, es el mayor de nuestros privilegios como especie.

 

MARÍA MARTINÓN-TORRES

 

Fotografia de Juan Manuel Serrano Arce.

 

Habiendo crecido entre 20.000 libros, como rezaba el titular del artículo de ‘El País’, está claro que una de las posibilidades era que hubieses terminado como bibliotecaria. ¿Has continuado esa tradición familiar de crear una gran biblioteca propia o la lectura digital ha sido un alivio para solventar problemas de espacio?

Confieso que todavía no he sucumbido a la lectura digital y que me parece difícil que lo haga. Un libro digital es una solución práctica, pero jamás tendrá la personalidad de un libro impreso, con sus páginas, su lomo, su cubierta. Los libros, como la gente. ¿Quién sustituiría un encuentro en persona con alguien a quien quieres por una conversación por WhatsApp? Con un libro de papel se establece otra intimidad.

Según el último Baremo de Hábitos de lectura en nuestro país la ‘deserción’ de lectores a los 15 años es abrumadora. ¿Cómo fomentaban tus padres el amor por los libros entre sus siete hijos? ¿Había alguna estrategia o surgía por simple imitación del modelo paterno y materno? Queremos tomar nota a ver si es aplicable para ese síndrome de nido vacío bibliotecario que se da en nuestras secciones juveniles.

Yo creo que el ejemplo es fundamental. Las nuevas generaciones crecen viendo a adultos mirando pantallas de móviles y ordenadores. Otra razón más para defender el libro impreso. Además, hay gente que jamás ha ido a una biblioteca.  A las bibliotecas hay que ir como un naturalista va al campo, con los ojos abiertos para poder descubrir cosas. No hay mayor deleite que pasear por las estanterías de una biblioteca. 

 

María Martinón-Torres en el yacimiento de Gran Dolina: uno de los yacimientos de la sierra de Atapuerca. En 1998, María, se integró en el equipo de investigación de Atapuerca.

 

Crecer entre 20.000 libros tiene sus consecuencias. En 1990, el proyecto de científica que era María Martinón-Torres en su colegio de Orense, ganó el primer premio en castellano del 3º Concurso de Cuentos Repsol. De la literatura a la ciencia sin solución de continuidad.

En el ensayo de Yuval Noah Harari, Sapiens, se sostiene que una ventaja del Homo sapiens frente al Neandertal se cifra en su capacidad para construir historias que organizasen el mundo, inventar dioses y relatos. ¿Se podría decir que la invención de la imprenta y la creación de las bibliotecas ha jugado un papel importante en nuestra evolución; o en realidad, sería algo irrelevante en el conjunto de factores que hacen que una especie evolucione?

Los seres humanos somos contadores de historias, y es así como funciona nuestra capacidad de abstracción. Cuando tratamos de resolver un problema, por ejemplo, lo que hacemos es imaginariamente reconstruir la secuencia de lo que pasaría si optásemos por una opción o por otra, discurrimos caminos, inventamos destinos y después escogemos. La empatía es también otra forma de contar historias, nos ponemos en el lugar del otro, e imaginamos qué sucedería o cómo nos sentiríamos si viviésemos la situación desde otro lugar. La formulación de una hipótesis en ciencia, es otra historia, arrancas de una premisa e imaginas los posibles finales de una secuencia que luego habrás de comprobar. 

La aparición de la escritura fue una de las grandes revoluciones del hombre. Permitió el crecimiento exponencial, la recapitulación de la historia, la transmisión de información, los viajes en el tiempo. Nadie vuelve a inventar la rueda, nadie empieza de cero, todos construimos a partir del lugar donde lo dejaron otros. 

Uno de los últimos libros en los que ha participado María Martinón-Torres.

Últimamente se insiste en la necesidad de adquirir un conocimiento transversal, que se eliminen los compartimentos estancos del conocimiento que desdeñaban cualquier contacto entre las artes y o las letras y las ciencias. ¿Crees que el conocimiento más completo y rico sólo se puede alcanzar partiendo de los menores prejuicios posibles?

El conocimiento de verdad requiere ciencia y humanidades, la una sin la otra siempre estará coja. A mis alumnos les doy siempre el “mal consejo” de que “pierdan” el tiempo leyendo y haciendo cosas que no tengan que ver con lo suyo: es de la conexión de campos diferentes de donde surge la creatividad y la innovación. Hasta el propio Darwin lamentó no haber dedicado más tiempo a leer poesía y escuchar música, pues creía que la pérdida de esos hábitos, podían ser perjudiciales para el intelecto y la felicidad al debilitar el lado emotivo de nuestra naturaleza. 

 

 

En el relato de Jack London La ley de la vida se describe la dureza de la vida de una tribu cazadora y el abandono del anciano de la tribu en pos de la supervivencia del grupo. Los avances médicos están permitiendo alargar la vida humana hasta límites hasta ahora no conocidos ¿Esta mayor convivencia intergeneracional podría llegar a alterar lo que ha sido la evolución hasta ahora?

Más que alterar la evolución ha sido un factor fundamental para el éxito de nuestra especie. El hombre es “útil” para su grupo más allá de su capacidad reproductora, y precisamente la gente de edad: supone uno de los mayores reservorios de conocimiento y experiencia de los que disponemos hoy en día. Teorías como la de la abuela, destacan el papel fundamental que han jugado las abuelas en garantizar la supervivencia de los nietos, de manera que la menopausia en nuestra especie puede haber sido incluso una “estrategia” para reconducir el rol de las hembras del grupo que, primero aportan su propia descendencia, y después: garantizan la supervivencia de sus genes contribuyendo al cuidado activo de sus nietos. 

¿Se puede decir que en el mundo científico lo que prima es el talento y la meritocracia y que las diferencias entre hombres y mujeres, que se sienten en otros ámbitos, no se dan con tanta frecuencia? 

Ese es el ideal. Y quiero creer que avanzamos en esa línea. 

Y por último, según hemos leído sentías debilidad por las novelas de Sherlock Holmes y Julio Verne. Por eso, desde tu experiencia como lectora y científica, ¿tienes alguna idea de cómo podrían ser las bibliotecas en el siglo XXI?  ¿acaso un gabinete tipo Holmes o una biblioteca submarina como la del capitán Nemo? Cualquier idea por disparatada y fantástica que sea nos viene bien.

Yo querría la Biblioteca de Babel de Borges, donde la propia biblioteca, no solo su contenido, son parte del misterio y la aventura. Esa biblioteca en la que “basta con que un libro sea posible, para que exista” .

 

Tercera entrega de Mujeres que nos gustaría como bibliotecarias con Raquel Sastre.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Triángulo de las Bermudas bibliotecario

 

Hasta donde sabemos la CDU (Clasificación Decimal Universal), con la que se organiza el conocimiento en las bibliotecas, fue resultado de la adaptación que Paul Otlet y Henri La Fontaine hicieron de la clasificación que el estadounidense Melvil Dewey creó en 1876. En ese trasvase Estados Unidos-Europa no se consigna ninguna influencia nipona, y en cambio, la ausencia del número 4 en la adaptación europea: cobra todo el sentido desde un punto de vista japonés.

En Japón y China se evita el número 4 porque su pronunciación es idéntica a la de muerte aunque se escriban con caracteres distintos. En el caso de la CDU, como se preocupan de advertir, esta ausencia se debe a que dicho número está vacante en espera de que surja algún conocimiento de tal envergadura que merezca el honor de ocupar tal número. Pero si tras la revolución que ha propiciado la informática y las nuevas tecnologías (encajadas en el 004) sigue deshabitado: ¿qué asunto tendrá tal envergadura como para ocuparlo algún día? Se admiten apuestas. Mientras tanto la ausencia del 4 sigue en mitad de las estanterías de millones de bibliotecas como un Triángulo de las Bermudas bibliotecario.

 

Botones de un ascensor en Japón excluyendo el número 4. En el blog ‘Un español en Japón’ lo explican con todo detalle.

 

Hasta el gran John Huston, en uno de sus trabajos mercenarios para financiar sus proyectos personales, participó en una película sobre el famoso Triángulo.

Nosotros aventuramos una teoría (conspiranoica como no podía ser de otro modo) mientras Iker Jiménez se decide a hacer un especial sobre el tema: en el número de la CDU 4 está el futuro de las bibliotecas. Un futuro, que como el del resto del mundo que conocemos, solo podemos fiar a lo hipotético.

El Triángulo de las Bermudas (el verdadero: aunque esto suene a oxímoron) ha perdido toda la fuerza como relato de misterio en la actualidad. Y es una pena porque la verdad es que daba mucho juego. Tal vez sea que ahora hay Triángulos de las Bermudas por todas partes, es decir, sucesos a los que, pese a conocer su origen, cuesta mucho encontrarles una explicación racional. En muchos casos están en las redes sociales, otras veces, en los medios que no son más que un espejo de aquellas, y en lo que es más preocupante: en la política.

Pero en que el mito del Triángulo diabólico en medio del Atlántico se desmoronase: tuvo gran parte de culpa (por no decir toda) un bibliotecario.

A Charles Berlitz, el escritor del best seller de 1974: The Bermuda Triangle, nuestro héroe bibliotecario le truncó el que pudiera seguir explotando el misterio. Pese a ello el éxito de su novela hizo explotar la moda del Triángulo de las Bermudas.

La vida de Lawrence David Kusche está esperando que algún cineasta la convierta en película. Tiene elementos para saltar de género en género atrayendo un amplio espectro de público: teorías paranoicas, misterios supuestamente irresolubles, ufología, puertas a otras dimensiones y conexión directa con el presente gracias al boom de las fake news (de acuerdo, es un innecesario anglicismo, pero es que en este caso da un aire setentero que queda muy propio).

¿Con un potencial así y siguen tirando de los superhéroes? Es poner a un Ryan Gosling interpretando a este piloto comercial, instructor de vuelo, ensayista y bibliotecario: que lo mismo te escribía un estudio sobre el citado Triángulo para desmentirlo: que un recetario sobre mil maneras de hacer palomitas de maíz: y ya tendrían para una trilogía por lo menos.

Hace dos años, en Posverdades bibliotecarias, ya planteábamos lo que bibliotecas y bibliotecarios podrían hacer en la lucha contra las noticias falsas. El fenómeno, en vez de aplacarse, arrecia. Por lo que aunque, en ocasiones, se dude de la capacidad del gremio para combatir una práctica tan peligrosa, si nos remontamos al caso de Kusche: ya tenemos un referente.

 

 

Allá por los 70, mientras era bibliotecario en su ciudad natal, intrigado por la gran avalancha de jóvenes que solicitan libros sobre el tema, se decidió a investigar por su cuenta. Resultado de sus indagaciones fue su libro The Triangle Mistery solved (El Triángulo de las Bermudas resuelto); y más tarde, su ensayo sobre el caso concreto de un escuadrón de aviones militares desaparecidos  en 1945: The Disappearance of Flight 19, que termino de dar el tiro de gracia al mito.

Pero que, a continuación, en 1977, escribiera Larry Kusche’s Popcorn Cookery (El recetario de Larry Kusche para palomitas de maíz): lo convierte en el icono pop bibliotecario por excelencia, en un hito de lo #bibliobizarro, en un visionario de lo que debe ser un profesional de la cultura en la actualidad. ¿A qué está esperando la ALA para rendirle un homenaje en condiciones? 

 

 

Todos los datos e imágenes sobre Larry Kusche están sacados de la red y, por supuesto, de la Wikipedia. La muñeca matrioshka de Internet se abre y se abre para indagar a este ilustre profesional de las bibliotecas, y en la última, en la más pequeña: surge el misterio de nuevo. Resulta cuando menos sospechoso que hayan tan pocas fotografías de Larry Kusche: y ninguna referencia desde los años 70. De hecho si comparamos la foto en la que aparece de joven con el uniforme de piloto con las fotos con atuendo y estilismo propio de la época disco: una, con semblante serio de investigador, y otra, risueño con un cuenco de palomitas en la mano: un nuevo misterio está listo para ser alimentado hasta convertirse en verdad a base de repetirlo. 

 

 

¿Existió (o existe) realmente Kusche? ¿y en caso de que exista: es el autor de libros sobre el Triángulo de las Bermudas y sobre recetas de palomitas de maíz? Popcornology lo llaman en un texto publicitario de la época: la ciencia de las palomitas de maíz. Popcornology + Ufology: combinación ganadora siempre.

La duda nos ha hecho despertar esa vena referencista que tan acusada tenía Kusche y el Departamento Para la Investigación Escéptica de Infobibliotecas (según Wikipedia: Kusche pasó a formar parte de un comité con ese nombre tras publicar sus libros) inició una investigación acudiendo a la fuente de las fuentes: el catálogo de la Library of Congress.

 

‘Skeptical Inquirer’: la revista que publica el Comité para la Investigación Escéptica (CSI), anteriormente conocido como el Comité para la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal.

 

El Comité para la Investigación Escéptica lanzó en 2003 la revista ‘Pensar’ para combatir las pseudociencias también en castellano.

En dicho catálogo aparecen encabezados por Larry Kusche los libros sobre el Triángulo de las bermudas; el de recetas de palomitas; y descubrimos uno nuevo bajo el título de: Da forma a tus caderas y muslos.

¿Tras desmontar las patrañas de las Bermudas, el piloto y bibliotecario Kusche, escribió sobre recetas de palomitas y sobre ejercicios para moldear caderas y muslos? Tiene su lógica: conseguir reducir unas cuantas tallas en ocasiones se convierte en un verdadero misterio (y más después de las Navidades) y aún más si sumamos una afición desmedida por las palomitas de maíz.

Para resolver el misterio recurrimos al catálogo bibliotecario que debería ser el más fiable de todos, el más unívoco, el summum de la desambiguación: el catálogo de autoridades de la Library of Congress. Y una vez más, los aguafiestas bibliotecarios, nos estropean la diversión: aparecen dos encabezamientos como Larry Kusche. Uno como Larry David Kusche, y otro, con la autoridad autor-titulo de Larry Kusche. Larry Kusche’s Popcorn cookery. El misterio parece estar resuelto. No se trata de la misma persona y la Wikipedia, una vez más, queda en entredicho por culpa del gremio bibliotecario.

 

 

Pero, no se vayan todavía, aún hay más. Al intentar acceder a las autoridades en cuestión en la Library of Congress para comprobar que se trata de dos personas distintas nos salta el mensaje de que no se puede acceder a ninguna de las autoridades que aparecen en el listado y el formato de la página se altera…

 

 

Por Dewey, Otlet y Ranganathan que no estamos mintiendo, ni exagerando un poco. No se trata de un metapost, no estamos jugando a ser Orson Welles en la radio, no queremos enturbiar el prestigio bibliotecario recurriendo a burdas simjlaciones de intrigas baratas. Pero e.El post tiene que terminar aquí¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨ lo sentimos pero el equipo desde el que se está escribiendo ha empezado a hacer cosas extrañas y no somos capaces de detectar cual es la causa. Prometemos seguir informando de las pesquisas que sobre este asunto y oooootros coªnsigaªmos localazar en próxXXimas entregas &#^^__ jpperdón el ttteclado no 60==¡¡@@@ rasponde comondº deberrrríaaa

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Crónica mundana de un congreso de bibliotecarios

 

No, no son bibliotecarios en Logroño, pero podrían serlo. Capote, Warhol, Jerry Hall, Debbie Harry y Paloma Picasso en Studio 54.

 

Puestos a hacer un repaso a lo que ha dado de sí el #9CNBP (IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas) nos encantaría emular el estilo incisivo y certero de un Truman Capote cuando detallaba los entresijos de las celebrities o de las fiestas del Upper Side de Manhattan en los 60: pero mucho nos tememos que no va a ser posible. No porque el gremio bibliotecario, tras unas cuantas copas de buen vino riojano, desmerezca en nada frente a la fauna del Studio 54: sino porque a Capote, los Rolling Stones, cuando marchó con ellos de gira, le parecieron aburridos: y a nosotros los bibliotecarios congregados en Logroño: sin destrozar habitaciones de hotel ni nada parecido (hasta donde sabemos) no nos aburrieron lo más mínimo. Solo había que agudizar un poco el oído para que los titulares más jugosos brotasen aquí y allá, la mayoría de las veces, sin micrófonos de por medio.

 

 

De ahí lo de crónica mundana: porque no se ajusta a un repaso detallado de lo que allí aconteció (para eso mejor acudir a compañeros como Sofía Moller en su post en BiblogTecarios) sino a una visión sesgada, subjetiva, hecha de retazos de conversaciones informales y de encuentros fortuitos. Unas impresiones que pueden coincidir o diferir de la del resto de congresistas hasta el punto de pensar que se ha estado en congresos o fiestas diferentes.

Las primeras horas del congreso dejaron al público cavilando y sopesando si se sentían más osos, tigres o dragones sin que El libro de la selva, Juego de tronos o Zang Yimou tuvieran nada que ver en ello. El responsable de tales elucubraciones fue el exabogado y ahora escritor, Andrés Pascual, que impartió una charla inaugural con la que ya parecía que estábamos todos en una casa de fieras: tal cual como la biblioteca municipal madrileña Eugenio Trías, también conocida como Casa de Fieras, por haber sido antiguamente un zoológico: que presento una comunicación el segundo día de Congreso.

 

El libro de Andrés Pascual sobre el que giró la charla inaugural del Congreso: ¿qué animal habita en el espíritu bibliotecario?

 

Pero pese a la variedad de pelajes, las especies bibliotecarias presentes tenían bastante en común. Para empezar la media de edad en la que se situaba la mayoría de los asistentes: de 40 para arriba. De lo que se deducían dos cosas: la constatación de la falta de renovación de plantillas que llevan sufriendo desde años las bibliotecas; y lo oportuno que hubiese sido en la primera jornada, orientada a la formación de los profesionales de bibliotecas: contar con la presencia de jóvenes millennials que hayan elegido a las bibliotecas como futuro profesional.

Muchos menos probable, pero también muy oportuna, habría sido la presencia de algún robot como los que van a formar parte de la ‘plantilla’ de la inminente biblioteca ultramoderna de Helsinki: moderando una mesa, interactuando con el publico o, aún mejor: estableciendo una competición con bibliotecarios para ver quien conseguía afinar más a la hora de conseguir una información. Habría sido un show impagable: pero dejemos de divagar y centrémonos en los hechos.

 

 

En el breve repaso que hicimos en el post Una verdad (bibliotecaria) incómoda al futuro de la profesión, hace dos años, planteábamos la posibilidad de que fueran los bibliotecarios los que no tuvieran futuro pero sí las bibliotecas. ¿Erramos en la predicción? Si nos atenemos a lo que se expuso Virginia Ortiz-Repiso de la Universidad Carlos III en el debate del día 28 sobre ‘La formación universitaria de los profesionales a evaluación’: diríamos que sí y que no. Según expuso Ortiz-Repiso su Universidad ha remodelado la oferta referente a Biblioteconomía y Documentación y del programa del Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales se ha caído la palabra biblioteca. Se podría pensar hay que huir de la ‘marca’ biblioteca para no espantar a los estudiantes: pero al otro lado del charco, por contraste, nos disuadían de esa idea.

Paradojas y casualidades de los congresos: un encuentro fortuito entre plato y plato a la hora de la comida dio para una charla con los colegas de Costa Rica, México, Brasil y Argentina que estaban en el Congreso gracias al programa Iberbibliotecas. Compartir mesa, mantel y conversación con realidades bibliotecarias tan lejanas: es como aplicarle una reanimación sin desfibrilador a cualquier vocación bibliotecaria en crisis. Deja uno de mirarse el ombligo (en todos los sentidos: no solo en el bibliotecario) y se reafirma en lo cruciales que pueden ser las bibliotecas para el progreso de las comunidades en las que se integran.

 

 

De hecho, la representante argentina, Gisela Pérez , no es bibliotecaria. Esta secretaria de la Biblioteca Popular de la Cárcova en un barrio de favelas de la ciudad de Buenos Aires: nos contaba cómo surgió su biblioteca en un entorno de basuras y problemáticas sociales. Después de hablar con ella, si algo quedó claro, fue que la ‘marca’, el concepto ‘biblioteca’, con o sin irritantes comillas: sigue teniendo una vigencia tremenda como elemento de transformación social y que no pertenece a nadie: ni siquiera al gremio bibliotecario.

Esa dificultad actual para apropiarse en exclusividad de los conceptos o iniciativas: también se manifestó alrededor del tema de la innovación en bibliotecas. Si en el debate sobre ‘Nuevos modelos de gestión en bibliotecas’, la mañana del día 29, Javier Valbuena o Knut Schulz, defendieron que la externalización de servicios en las bibliotecas hace peligrar la innovación: por la tarde hubo una contrarréplica en la sesión de comunicaciones.

Fue Alicia Rey, directora de proyectos de Info-Doc, la que al final de su comunicación sobre los diez años de gestión de las bibliotecas municipales de Huesca, defendió que desde las empresas privadas también se innova. Y un poco más tarde, los proyectos que expusieron desde la Biblioteca Municipal de Ágora bajo el título: ‘Tejiendo capital social en la biblioteca’: vinieron a confirmarlo. Esta biblioteca coruñesa, gestionada por personal de una empresa, venía a sumar argumentos a lo que Alicia Rey había reivindicado unos minutos antes.

Una vez más la ‘marca’ biblioteca impermeable a modelos únicos de gestión: cada caso puede ser la excepción que confirme, o no, la regla.

 

 

Una nota política esperanzadora: la visita y el discurso del ministro de Cultura en la segunda jornada, y la presencia continuada durante el Congreso: de la directora del Libro y Fomento de la Lectura (algo inédito hasta el momento). Un reconocimiento hacia el mundo de las bibliotecas por parte de los altos cargos, que dado el precario equilibrio político en el que nos movemos, confiamos en que perviva y dé sus frutos.

Bibliotecas que se reconvierten, palabras que ya se han oído muchas veces y suenan a letanías, amenazas, oportunidades desde la UE (si antes decíamos que la media del gremio bibliotecario se sitúa en la mediana edad, con las posibilidades que ofrece el programa Eramus+ para bibliotecas, surge una oportunidad para rejuvenecer haciendo Europa), esperanzas, posibilidades de negocio, preocupaciones y alegrías.

Como decía el título del clásico de Murnau de 1928: Y el mundo marcha. Y la biblioteca también marcha, y gira, y hasta es posible que de tanto girar se salga de su eje y termine girando en alguna galaxia aún por descubrir.

 

Estando en Logroño era inevitable que el cóctel final del Congreso tuviera lugar en unas bodegas.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Biblioteca insecticida

 

La actualidad bibliotecaria engarza posts en este blog como en un rosario o en un collar de perlas (según se prefiera). Si en el que precede, cerrábamos con Barbara Gordon, alias Batwoman, como bibliotecaria superheroína en los 60: este se abre con murciélagos como si de una nueva aventura del hombre ídem se tratase. Pero aún hay más. Curiosamente se nos cruza por las redes esta foto de una Batwoman de 1905. Una asombrosa antepasada del misterioso superhéroe creado por Bob Kane y Bill Finger en 1939. Pero pese a lo que pueda parecer no vamos a hablar de superhéroes otra vez en este post: pero sí de murciélagos e insectos.

 

Sorprendente antecesora de Batman en 1905 que hemos descubierto gracias al Twitter del crítico de cómics de ‘El País’: Álvaro Pons.

 

Hace unos días el Ministerio para la Transición Ecológica distribuía un meme con la curiosa noticia de que hay bibliotecas que utilizan murciélagos para que acaben con las polillas que amenazan sus valiosas colecciones. Y publicado por el Ministerio y corroborado desde Francia. Casi al mismo tiempo (y dudamos mucho que se pusieran de acuerdo) la web ActuaLitté, les universidad du livre nos hablaba de la antigua biblioteca de la Universidad de Coimbra (Portugal) donde además de usuarios, bibliotecarios y demás fauna bibliotecaria: se permite que aniden los murciélagos.

No sabemos lo que esta noticia ayudará a que la imagen de las bibliotecas como lugares vetustos y sombríos evolucione. Pero nos da igual. Puede que queramos ir de muy modernos pero, por favor, que nunca desaparezcan estas maravillas. El caso es que no solo es en la biblioteca universitaria coimbrense donde al anochecer salen a la caza los murciélagos entre sus baldas: en la biblioteca del Palacio Nacional de Mafra la tradición se repite.

 

En España la Universidad Complutense es una de las instituciones que participa en el mayor proyecto de preservación digital: la Hathi Trust Digital Library. O lo que vendría ser lo mismo: buscando los murciélagos de la era digital.

 

En el canal de televisión brasileña Globo dedicaron un reportaje hace dos años a esta curiosa costumbre. En los manuales de conservación y preservación de las colecciones nunca se mencionó esta exótica tradición, y es una pena, porque aúna respeto medioambiental y protección del patrimonio. El programa del canal brasileño se debe a sus índices de audiencia: así que el tono y las imágenes refuerzan el lado más siniestro y misterioso del relato. La historia daba pie a ello y hasta resulta algo digno de nuestro reto #bibliobizarro.

En este caso el punto de sensacionalismo se comprende y hasta se agradece. Y sorprendentemente establece un insospechado punto de conexión entre murciélagos y bibliotecarios, no vía Batman, pero sí en relación con el papel que los profesionales de las bibliotecas pueden ejercer hoy día combatiendo bichos dañinos en otros ámbitos menos venerables.

 

 

Si hablábamos de insectívoros beneficiosos ahora nos pasamos a las aves de rapiña. En el clásico del cine francés, El cuervo (1943), unas misteriosas misivas, firmadas bajo el seudónimo de ‘El cuervo’, despiertan los recelos y las sospechas entre los vecinos de un pequeño pueblo francés. La película se convertía en una inteligente metáfora del ambiente de delación, represión y persecución que había propiciado la ocupación nazi de Francia. Pero 75 años después, la película de H. G. Clouzot, resulta perfecta para retratar un mundo que le quedaba lejísimos: el generado en torno al día a día de las redes sociales.

No vamos culpar a Twitter, sobre todo, de haber inventado el mal rollo en los medios de comunicación. El amarillismo viene de lejos. Ni tampoco al pobre Yellow Kid, inocente protagonista de la tira cómica por la que lucharon encarnizadamente las dos grandes cabeceras de la prensa estadounidense a finales del XIX (el ‘New York World’ de Joseph Pulitzer y el ‘New York Journal’ de Williams Randolph Hearst ) y que dio otro término para referirse al sensacionalismo inspirándose en el color amarillo del pijama del inocente crío.

 

‘The Yellow Press’  de L.M. Glackens (1910): ilustración conservada en la Library of Congress.

 

En determinados espacios de noticias, sobre todo de cadenas privadas, el espacio que antes cedían a la cultura: ahora lo ocupan las últimas ocurrencias o polémicas del Twitter o Youtube. «Si no pasa nada, tendremos que hacer algo para remediarlo: inventar la realidad«. Esta frase atribuida al magnate William Randolph Hearst sigue vigente: pero realidad se puede intercambiar por polémica, que es lo que realmente da beneficios.

La letra de la canción de un grupo que, en los 80, era todo lo contrario a la rebelión juvenil: provocando el escándalo entre los millenials.

A los creadores del concurso-reality de OT les ha salido muy bien con el debate abierto en torno a la palabra mariconez en una canción de Mecano. El conflicto intergeneracional que tratábamos hace un año en El ángel exterminador bibliotecario IV (alevines versus séniors) ejemplificado de manera impecable.

Que los jóvenes cuestionen a generaciones previas es requisito imprescindible de ser joven, y por tanto saludable, lo inquietante es la intransigencia a la hora de admitir opiniones que disientan de su criterio.

¿Será la crisis y el futuro tan incierto el que motive un descrédito tan feroz de cualquier opinión expuesta por un mayor de 25? ; ¿o simplemente es el histerismo inherente al no debate que alimenta las redes cada día? ; ¿se encuentra más pronunciada que nunca la brecha cultural entre generaciones?

La estupenda fotografía que Mary Ellen Mark realizó para su serie ‘La nueva España’ en la década de los 80. Los hijos de aquellos punkis ahora son los que siguen OT.

El principal error de estos jóvenes indignados por el uso de una palabra homófoba en una canción de hace 30 años es medir las obras y hechos del pasado según el baremo que rige ahora. Un baremo basado en el respeto a las opciones vitales de cada uno, en la no discriminación, en la conciencia ecológica y otros valores de lo más esperanzador, en muchos casos, pero cuya falta de cuestionamiento y matizaciones puede terminar convirtiendo en algo monstruoso.

¿El espíritu del Mayo del 68 reencarnado en digital vía Twitter? No sabemos, pero bajo la pantalla del smartphone o las teclas del ordenador, más vale que no esté la arena de esa playa que reivindicaban bajo los adoquines de París. El romanticismo, en determinados casos, choca con el buen funcionamiento de los dispositivos.

 

‘Teresa soñando’ obra de Balthus que intentaron censurar en el Met de Nueva York.

 

¿Cómo se juzgarían determinadas obras o sucesos culturales a la cruda luz que arrojan las redes hoy día? Lolita de Nabokov ya generó gran agitación en los años cincuenta en que se publicó: pero ahora sería un linchamiento que opacaría la magistral creación de Nabokov. ¿Podría el Marqués de Sade haber expuesto sus obras a unas redes que, en nombre de la tolerancia y el respeto a la diferencia, son más implacables que la propia guillotina que a punto estuvo de acariciar su cuello en el siglo XVIII? ; ¿cómo recibirían los oídos acostumbrados a décadas y décadas de música comercial, que no pasa de los cuatro acordes, la Consagración de la Primavera de Stravinski? ; ¿qué ataques habría recibido Tod Browning por explotar las taras físicas de sus actores en su obra maestra La parada los monstruos (1932)?

 

En los albores de la televisión se hablaba mucho de su poder como herramienta educativa: casi un siglo después el poder educativo de las redes es quien acapara el debate.

 

Hemos confundido las redes con la televisión y hemos querido asignarle el poder de debate abierto y pausado, que un principio, algunos quisieron ver en el nuevo medio: y nada más lejos. Solo hay que contrastar (para quienes tengan la suficiente edad y memoria): un debate del programa ‘La clave’ con uno de ‘La Sexta noche’. Pero es que también en los 80: Antonio Escohotado hablando junto a madres de drogodepedientes, en un programa de máxima audiencia, sobre el uso recreativo de las drogas: era mezclar churras con merinas. Esperar un debate reflexivo en Twitter viene a ser lo mismo: pero sin el atenuante del dolor de esas madres de drogadictos que recriminaban a Escohotado sus opiniones.

Siempre pueden existir refugios, cuentas seguras, espacios libres de haters donde de verdad lo que se pretenda sea el libre y civilizado intercambio de ideas. ¿Qué cuáles pueden ser esos lugares?. Es obvio para quien conozca un poco este blog.

De ahí esa analogía murciélagos-bibliotecarios. Si los alados nocturnos que revolotean al atardecer por entre los pasillos de las antiguas bibliotecas portuguesas acaban al vuelo con las plagas que amenazan a los manuscritos y libros: los bibliotecarios tienen una nueva misión en este mundo digital: acabar al vuelo digital con los insectos que amenazan la cultura en las redes. Cierto que no hace falta ser Batman, pero qué duda cabe, que puede convertirse en un superpoder para la profesión en nuestros días.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Recortable bibliotecario

 

El próximo Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, que se celebrará en noviembre en Logroño, se centrará en analizar los perfiles profesionales de los bibliotecarios. Un tema interesante a priori pero de difícil concreción cuando esos perfiles se desdibujan y vuelven a dibujarse con cada nueva función que se le suma a los trabajadores de bibliotecas en la era digital. Estaremos expectantes en todo caso.

 

 

Y precisamente, Peter Coyl, director de la biblioteca pública de Montclair en Nueva Jersey,  acaba de publicar un artículo en el ‘American Libraries Magazine’ sobre la crisis de identidad bibliotecaria que estamos viviendo. En él, Coyl, habla en realidad de la baja participación en las elecciones de la ALA en las que se sometía a votación si el próximo líder de la mayor asociación bibliotecaria del país debía, o no, tener un perfil claramente bibliotecario. El resultado fue positivo: pero el índice de participación tan escaso es el que lleva a Coyl a sostener que estamos viviendo una crisis de identidad bibliotecaria.

No sabemos si existe un refrán equivalente en los EE.UU. para «mal de muchos consuelo de tontos»: pero es una sensación inevitable cuando, desde la realidad española, se lee el artículo y se constata que la falta de consideración que, en demasiadas ocasiones, se expresa de un modo u otro hacia la importancia de la profesión (incluso entre los propios profesionales) es una realidad compartida.

Una realidad que se acentúa cuando los agoreros incluyen a los bibliotecarios entre los trabajos en peligro de extinción por el impacto del meteorito digital. Ya nos preguntábamos en Una verdad (bibliotecaria) incómoda si acaso lo que tenga futuro sean las bibliotecas pero no los bibliotecarios. Pero el caso es que puestos a huir de esa amenaza de extinción la respuesta está siendo acumular prendas en el armario de la profesión para ir cambiándose el hábito según convenga en cada momento. Tal cual como en un recortable de papel.

 

 

Pero pese a la habilidad acumulada por los profesionales para reconvertirse una y otra vez, cual Mortadelos bibliotecarios, lo cierto es que mucho de ese esfuerzo se pierde si no se consigue que el estereotipo asociado a bibliotecas y bibliotecarios en el imaginario colectivo cambie de una vez. Por eso en el resto del post, en lugar de seguir abordando el futuro de la profesión, nos dejamos llevar por la vena menos intensa de este blog recurriendo a algunos ejemplos que dinamitan con TNT la imagen prototípica de lo bibliotecario desde dentro. Vidas ejemplares bibliotecarias, también podría haber sido un buen título.

 

 

El número 22 de la revista ‘Infobibliotecas’ nos enterábamos de que una de las estrellas porno del momento, Ela Darling, premiaba a sus fans mostrándoles sus pechos a cambio de que le enseñen su carné de biblioteca. Una ingeniosa campaña de promoción bibliotecaria que no creemos que prospere más allá de Ela. La defensa que esta actriz del denominado ‘cine para adultos’ hace de las bibliotecas tiene que ver son su pasado laboral.

Ela Darling dando la espada para mostrar su tatuaje con la notación Dewey de las novelas de Harry Potter.

Ela trabajaba como bibliotecaria hasta que se cruzó en su camino el cine erótico, primero, y más tarde el porno. Esta entusiasta de Harry Potter (lleva la notación de la CDU que corresponde a las novelas de Rowling tatuada en la espalda) o de Star Trek, pese a su actual profesión en el mundo del porno, no puede evitar que su formación de base como bibliotecaria emerja en su nueva ocupación.

Si los bibliotecarios están siempre atentos a las innovaciones tecnológicas para indagar en sus posibles aplicaciones al ámbito de las bibliotecas: Ela se ha convertido en una adalid del uso de la realidad virtual en el mundo del porno.

Con el tiempo han patentado un software de captura de realidad virtual en 360 grados y emisión en directo; ha llegado a protagonizar charlas TED sobre este tema; y preside una organización para la lucha por la mejora de las condiciones en la industria del porno.

 

Bijan Nowroozian, el bibliotecario ‘ninja warrior’, listo para su sesión de cuentacuentos.

 

Bijan y su novia Sarah, también bibliotecaria, en el podio de una de las pruebas deportivas en las que participan.

En nuestro país ha sido Antena 3 la cadena de televisión que ha adaptado el show televisivo estadounidense Ninja warrior. Un concurso de destrezas atléticas que consiste en superar unas duras pruebas en plató para erigirse como un auténtico ninja warrior. En la cadena estadounidense NBC 7 uno de los participantes favoritos (al menos entre los usuarios de la Biblioteca de North Park en San Diego) es el asistente bibliotecario responsable de las sesiones de cuentacuentos: Bijan Nowroozian.

Nowroozian entrena duro en un circuito que emula algunas de las pruebas a las que será sometido y comparte con su novia, también bibliotecaria, su pasión por los certámenes deportivos de gran intensidad. Pero lo mejor de este ninja warrior bibliotecario más allá de las marcas que consigue es dónde encuentra el espíritu necesario para afrontarlos: en su trabajo como bibliotecario.

Según declaraba a un medio local: «Cada semana hago un cuentacuentos para más de cien niños en edad preescolar. Me entrego todo lo que puedo y a los niños les encanta. Adopté el mismo enfoque para Ninja warrior, y ciertamente, ha dado sus frutos: a todo el mundo le encanta la energía que pongo en el rodaje«. Una conclusión (y un reconocimiento) de lo más vigorizante para la gran labor que desarrollan tantos bibliotecarios de secciones infantiles. Los auténticos ninja warriors de las bibliotecas.

 

Azadeh Brown caracterizada como Harley Quinn, la novia del Joker.Fotografía de Doll House Photography.

 

La siguiente vida ejemplar bibliotecaria nos lleva hasta Southampton en Inglaterra. En la biblioteca de su universidad trabaja como bibliotecaria la iraní Azadeh Brown, que hace pocos meses abrió su cuenta de Instagram, y cuenta cada vez con más seguidores de su perfil. No por su trabajo como bibliotecaria (todo hay que decirlo) sino por ser una consumada cosplayer, por si alguien no lo sabe, personas especializadas en caracterizarse como personajes de cómics, series, películas o videojuegos.

Azadeh demostrando que un buen bibliotecario sabe adaptarse a lo que se requiere en cada momento.

Para Azadeh su vocación bibliotecaria-cosplayer fueron de la mano desde el principio. Creció en medio de la guerra entre Irán e Irak y su forma de evadirse de la realidad y refugiarse de la asfixiante situación que se estaba viviendo en su país de origen fue a través de los libros y los disfraces. Como ella misma declaraba a las cámaras de la BBC los libros se convirtieron en sus mejores amigos. A los 17 años abandonó su país para emigrar a Reino Unido y terminar formándose como bibliotecaria. De este modo la inquieta Brown pudo unir las dos cosas que más feliz le hacían: los libros y los disfraces.

No sabemos los looks que Azadeh escogerá para ir a trabajar pero al menos por apariencia sería la bibliotecaria ideal para dinamizar/adornar una sección de cómics o literatura fantástica. La cosplayer bibliotecaria lo hacer por afición pero, día a día, en la mayoría de bibliotecas muchos profesionales se cambian de disfraz continuamente según requiere la ocasión. El caso de Azadeh nos ha recordado a las palabras de la bibliotecaria juvenil de Westport, Jaina Lewis, que recogíamos en Canción de verano bibliotecaria:

“Por la mañana, soy una estrella de rock en una habitación llena de niños en edad preescolar; a mediodía, soy una trabajadora social ayudando a buscar recursos para la búsqueda de empleo; por la tarde soy una educadora que lleva a los niños a un taller de ciencias. Los bibliotecarios servimos para muchos propósitos y usamos distintos sombreros, pero todos sirven para lo mismo: cambiar vidas.”

 

 

Y para cerrar este repaso de bibliotecarios revienta-estereotipos nos quedamos con Bill Stockey: el barbudo karateka que allá por los años 80 animaba a la lectura y a las artes marciales a los usuarios infantiles en la Biblioteca Pública de Chesapeake, en Virginia, de la que era director. Se habla mucho de las habilidades que ha de tener un buen jefe o responsable de equipos de trabajo: pero nunca se menciona lo bien que puede venir el ser diestro en artes marciales. Que nadie piense mal, no por recurrir a la violencia, pero  cualquiera que haya tenido equipos a su cargo, sabe que todo cuenta, nada resta, cuando de gestionar cuestiones de personal se trata.

Stockey ahora tiene 67 años y está jubilado. Pero aunque ya no pelee con problemas de presupuestos, fondos, colecciones o personal: sigue de lo más activo como maestro de artes marciales. Sus más de 30 años en estas lides, y su cinturón negro, le han convertido en una figura de los más respetadas, un auténtico sensei bibliotecario al que acuden muchos discípulos.

 

El eslogan jugando con Bruce Lee para fomentar la lectura está ya muy visto: pero es que la mayor estrella de las artes marciales que ha dado el cine era un consumado lector que tenía más de 2.000 libros en su biblioteca personal. En la cual aparece leyendo en esta foto que corrobora que el significado castellano de su apellido resulta de lo más propio.

 

Tras la jubilación, Bill, ha montado un dojo (lugar para la meditación budista zen y la práctica de las artes marciales) junto a su domicilio con el nombre de Shoshinkan (mente de principiante). Toda una declaración de principios proviniendo de un hombre que se convirtió, en 1985, en la primera persona no asiática en obtener la licencia «Kyoshi» concedida por la más importante institución de artes marciales de Japón.

Esa es la actitud: mantener la mente del principiante. Algo a lo que los bibliotecarios están abocados (y muchas otras profesiones por supuesto) si quieren sobrevivir en este ajetreado panorama. Ojalá que en el próximo congreso lleguemos a recortar la figura de lo que será la profesión en este nuevo siglo. Pero entretanto no sería mala idea postular como ponentes a Ela, Bijan, Azadeh y Bill. Sus trayectorias, como poco, son de las que contradicen que lo de ser bibliotecario sea un trabajo monótono y aburrido. Después de todo, puede que los bibliotecarios del siglo XXI terminen siendo lo más parecido a Leonard Zelig, el camaleónico protagonista de la obra maestra de Woody Allen.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Tonto el que lo lea (postDíadelLibro)

 

Titular con una frase infantil un post relaja mucho. Nadie puede albergar grandes expectativas visto el arranque. Pero es que después de lo intenso que se pone el discurso cuando de celebrar el Día del Libro se trata: se agradece recurrir a la tontería

Este es el post postDíadelLibro2018 y como todos los años estamos de resaca. Resacosos de citas de escritores famosos, de recomendaciones de libros, de imágenes idealizadas de lectores y libros, de frases entrecomilladas sobre las bondades de la lectura, de mil y una noticias y especiales en todos los medios celebrando al libro y a la lectura. Y ¿hoy qué?, ¿se habrá incrementado el número de lectores por ello?, ¿se cerrarán menos librerías? , ¿se apuntará más gente a las bibliotecas?

 

 

Que no, que no, que no estamos en la última fase de la borrachera, y después del subidón, subidón, nos hemos instalado en el muermo. Que no estamos patéticamente llorosos, proclamando que queremos mucho a la cultura, que la lectura es maravillosa, que los libros son maravillosos, que el muuuuuundooooo es maravilloso. Que no, que no vamos de descreídos, todo lo contrario. El que exista un Día Internacional del Libro está muy bien.

Como mínimo las librerías habrán aumentado sus ventas y las bibliotecas han podido programar actividades para deleite de sus usuarios. Pero es que para promocionar la lectura no queremos un día, queremos todos los días del año. A veces esto de los Días Internacionales de…. es como los propósitos de año nuevo: lavan la conciencia a base de buenos propósitos y después se olvidan con la misma facilidad que se formularon.

 

 

En las bibliotecas el Día del Libro son 365 (porque ahora ya ni los festivos se salvan teniendo plataformas de lectura digital o contenidos audiovisuales a la carta), y no estaría mal que si de verdad se quiere fomentar la lectura, se apostase por las mayores redes de circulación y fomento de la lectura que son las bibliotecas. Pero en pleno día de resaca, no es cuestión de ponernos intensos, por eso hemos recurrido a algo liviano para engalanar el post: a algunas de las viñetas del delicioso cómic Los libros en The New Yorker.

Tal y como demuestran las jocosas viñetas que durante años ha ido publicando el prestigioso medio neoyorquino: el libro, en sus diversas formas, ha sido la piedra angular sobre la que ha girado la cultura desde que se inventó la escritura.

 

 

Los libros han sido la fuente predominante, y única hasta no hace tanto, para indagar en el ser humano. Pero eso siempre ha requerido de tiempo, perseverancia y entrenamiento. Ahora los únicos entrenamientos aceptados voluntariamente son los que imponen los monitores de gimnasio. Si los tiempos no se avienen al esfuerzo necesario para asimilar las páginas de un libro, en lugar de leer libros habrá que leer las mentes, directamente, sin intermediarios, ni filtros. Algo que la noticia postDíadelLibro de que España es el tercer país de la UE que menos gasta en la lectura: solo viene a refrendar. Tanto reality y programa del corazón tenían que dar sus frutos tarde o temprano: leer las mentes ya que no los libros.

El sueño de todo publicista, empresario, político y de cualquiera (padres, hijos, pareja) que aspire a manipularnos para bien o para mal.

 

 

El primer paso ya lo está dando la tecnología. Hace unos días saltaba la noticia de que el más puntero de los institutos tecnológicos del mundo, el de Massachusetts (MIT) ha creado un casco capaz de leer los pensamientos con el nombre de Alter ego. El casco, compuesto de electrodos, detecta las señales neuromusculares que intervienen en la comunicación hablada. De este modo el casco es capaz de interpretar la voz interior: un hábito que, según el artículo de ‘Tendencias 21′ que es donde hemos conocido el invento, es muy común entre los lectores. El soliloquio que constituye nuestra banda sonora interior (efectos sonoros de las tripas aparte) ahora con subtítulos incorporados.

Es una forma pedestre de contarlo porque en realidad lo que hace el casco es transcribirlos en cualquier pantalla o dispositivo con una eficacia del 92%. La noticia tranquiliza por un lado (no puede leer los pensamientos cerrados, es decir los que no están pensados para verbalizarse); e inquieta por otro (la seguridad del dispositivo no está desarrollada por lo que está expuesto al pirateo).

Pensamientos pirateados: un nuevo frente se abre para la legislación que protege los derechos de autor. Aunque antes de legislar habrá que comprobar si los pensamientos pirateados merecen protección. En cualquier caso, cual mantra, ante la posibilidad de intrusismo mental habrá que repetirse continuamente ‘tonto el que lo lea’ como quien  coloca un cartel falso de protección con alarma en la fachada de su domicilio.

 

Los sensores desarrollados por el MIT para detectar la actividad neuromuscular y así transmitir los pensamientos.

 

El relato de Philip K. Dick en que se basó la película de Spielberg.

Quizás porque todo sea cada vez más complejo: el pensamiento se está haciendo tan simple que leer las mentes no va a exigir de tecnologías demasiado sofisticadas. La Inteligencia Artificial en pos de la complejidad humana, y los humanos en pos de la simpleza binaria de lo digital. Era inevitable con tanto SMS, whatssap, emojis y memes. Nos gustaría pensar que más que una involución se trata de un paso intermedio hacia la telepatía. Una forma superior de comunicación, que si se acompaña de empatía, podría ser la solución definitiva para nuestra especie.

En un artículo publicado en ‘Library Journal’ el profesor universitario estadounidense Michael Stephens repasaba cómo se representaban hace dos años (eso en Internet es mucho tiempo pero en el asunto en cuestión la cosa no parece haber variado mucho) los asuntos referidos a libros, bibliotecas y bibliotecarios en el lenguaje de los emojis. Entonces se lamentaba de que no existiera ningún emoji para representar una biblioteca o a un bibliotecario: y dos años después seguimos igual.

 

La historia de Miley Cyrus en emojis.

 

En 2018 Unicode Consortium, que es la organización de publicar nuevos emojis, entre los 157 nuevos monigotes que ha estrenado ha dado cabida a pavos reales, loros, dientes, microbios, rollos de papel higiénico y hasta tiques de la compra. Es cierto que ya existen emojis para libros, lectura, escritura, e incluso algunos emojis de edificios que bien podrían pasar por una biblioteca: pero a ver si para 2019 se crea algún emoji que represente a las bibliotecas/carios inequívocamente. ¿O en realidad no será necesario crear un emoji para representar a la profesión bibliotecaria?

No, no, que no vamos en plan lastimero, todo lo contrario. Revisando los principales emojis que hasta la fecha se han creado para representar las distintas profesiones lo cierto es que prácticamente todos podrían ser bibliotecarios.

 

 

En casi todos emojis laborales hay rasgos bibliotecarios. Tal es el perfil de una profesión que, en los últimos tiempos, va acumulando más capas que una milhojas en cuanto a competencias. Todo le viene bien.

Que si la lupa de los detectives; que si la bata de los médicos; que si el gorro de operario o el mono de mecánico cuando se rompe algo, y aburridos de esperar a que vayan a arreglarlo, agarran la caja de herramientas casera; que si los pinceles en los talleres; y por supuesto, el rayo cruzado en la cara a lo Bowie, porque puestos a ser cool pueden ser los más cool; y no incluimos el gorro de los soldados de la guardia real inglesa porque no queremos enrollarnos, pero es más que probable, que encontrásemos alguna semejanza (si estuviéramos preDíadelLibro habríamos dicho que son como la guardia real de la cultura: pero estamos en pantuflas así que mejor nos ahorramos tales cursilerías).

 

Vida de un bibliotecario en emojis.

 

Pero mirándolo desde otro prisma: que te conviertan en emoji no resulta nada halagador. Casi cualquier historia de un taquillazo de Hollywood o de muchos best sellers (de los de usar y tirar) se podria resumir en emojis. De ahí que tantos espectadores que buscan relatos adultos se hayan volcado en las series. Después de todo que no te jibaricen el pensamiento, que no te transformen en monigote: es de lo mejor que te puede pasar. Manías de ‘letrasados’ que se empeñan en alcanzar la simplicidad sin incurrir en simplezas.

Y mientras se nos pasa la resaca ponemos algo de música. No muy alta. Róisín Murphy tampoco es fácil de estereotipar. Esta tipa, desde que empezara con Moloko en los 90, se ha empeñado en sacar los pies del tiesto una y otra vez. Daría para mil emojis a cual más estrafalario, y aún así, no alcanzarían a describirla por completo. ¡Bien por ella! Terminar con su vídeo Whatever (Lo que sea) es toda una declaración de principios. Lo que sea antes que previsibles, o dicho de otro modo más acorde con el título del post: antes muertos que sencillos.

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com