Niños que no quieren ir a la escuela pero sí a la biblioteca

 

Que el agotamiento pandémico nos ha afectado es una obviedad. Nuestras vidas se han visto alteradas en numerosos aspectos. Y los que, en principio, se temía resultaran más afectados han sido los que se han adaptado más rápido. La resiliencia infantil nunca hay que minusvalorarla.

 

Imagen del manga ‘El pupitre de al lado’ de Takuma Morastige.

 

Los cómics de Inio Asano retratan a la juventud japonesa.

Por su parte, los progenitores, han puesto a prueba su capacidad para implicarse en la educación de sus criaturas.

Durante los meses de confinamiento tuvieron el colegio en el salón de su casa a través de plataformas como Telegram, Classroom o Tokapp School.

En los últimos tiempos, padres y madres, habían tenido que poner en práctica sus conocimientos de inglés a costa del presunto bilingüismo de los colegios. Una tendencia que está empezando a dar sus primeros síntomas de agotamiento a juzgar por el número de centros educativos que están cuestionando este modelo forzado de aprendizaje del inglés.

Pero más allá de tendencias pedagógicas, leyes educativas, e inmersiones linguísticas varias: no parece que la educacion en línea provocada por la pandemia vaya a incentivar el homeschooling en nuestro país. Homeschooling, para quienes no hayan recibido una educación bilingüe (el 95% de la población española): quiere decir educar en casa. Una tendencia asentada, y en alza, en algunos países. Según un artículo de la sección de información económica de ‘El Confidencial’ con un título que resume bien su postura: El ‘homeschooling se dispara en EEUU: y en España ¿para cuándo?:

«Varios millones de niños en EEUU adquirirán su formación académica básica en el hogar durante los próximos años»

La apuesta por la educación en casa, en el caso concreto del artículo, obedece al individualismo promovida por el neoliberalismo; pero no siempre es por motivos ideológicos el motivo tras la decisión al optar por este tipo de educación.

 

La enseñanza en casa, en épocas pasadas, era privilegio de las clases pudientes. En la actualidad, se convierte en una alternativa desde posturas más diversas que la puramente clasistas. Pintura de la acuarelista e ilustradora inglesa Helen-Allingham.

 

Japón, con su imagen de país fuertemente asentado en el respeto a la comunidad, no es terreno especialmente fecundo para el desarrollo del homeschooling. Pero del desapego de las nuevas generaciones por el modo de vivir tradicional de la cultura nipona ya hablaban las películas de Yasujirō Ozu a mediados del siglo pasado. Y ello provoca que cualquier tendencia foránea se exprese de manera muy diferente en el país asiático. Como una variante, no exactamente del homeschooling, pero sí de la educación alternativa, prospera en Japón el fenómeno de los «futoko».

Futoko es el nombre con el que el Ministerio de Educación japonés describe a los menores que se ausenta de clase durante más de 30 días. Un absentismo escolar propiciado por varios factores. Desde el bullying a las estrictas normativas que rigen en el sistema educativo del país: las conocidas como normas de las «escuelas negras». Un estricto código de comportamiento, vestimenta y hábitos que hace que muchos escolares japoneses no quieran ir a clase.

Como alternativa a esta creciente aversión al colegio, agudizada por el aislacionismo social al que se ha ido abocando la sociedad japonesa: han ido surgiendo las escuelas libres. Unas escuelas que promueven la libertad y la capacidad de elección del alumnado. El homeschooling, en Japón, linda peligrosamente con el fenómeno hikikomori (puestos a abusar de extrajerismos, al menos, que sean variados): la versión nipona de la letra de Perdido en mi habitación de Mecano. Jóvenes encerrados en su habitación sin otro contacto con el mundo exterior que sus gadgets tecnológicos.

Tal vez, por ello, las escuelas libres o alternativas en el país han pasado de 7.424 en 1992 a 20.346 en 2017. En estos centros las aulas no están masificadas, el ambiente es informal, se les incentiva a desarrollar su habilidades e intereses personales, no usan uniformes, y se promueve el compañerismo. Y además de salas con equipamiento informático se le da especial relevancia a las bibliotecas con ricas colecciones de mangas.

Para los menores de países como los Estados Unidos, en los que cada vez numerosos tutores o progenitores optan por el homeschooling; o en sus vecinos al otro lado del Pacífico, los japoneses: la biblioteca es un espacio protegido, un lugar de encuentro que queda fuera de las rígidas normas de los colegios más tradicionales. Espacio seguro frente al bullying o los métodos educativos poco estimulantes.

La biblioteca como institución independiente del sistema educativo pero aliada de la enseñanza, tanto en su modalidad oficial como en la alternativa. En definitiva, niños que no quieren ir a la escuela pero sí a la biblioteca.

 

Capitán Fantástico (2016): Viggo Mortensen como padre de una familia numerosa educada en la libertad más absoluta. Un interesante estudio sobre los pros y contras de apostar por lo alternativo. 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecarias fuera de contexto

 

Sacar algo de contexto, en principio, está muy feo. Salvo que sea en un experimento científico en el que se aísla un componente para poder estudiarlo mejor. Pero en la actualidad salirse de contexto se convierte en imperativo, en cuestión de supervivencia: si de evolucionar se trata. Todos estamos en una probeta. Incluidas las bibliotecas. El eje sobre el que gravitaban bibliotecas y bibliotecarios se ha desplazado (aunque queden muchos aún sin enterarse) y está por ver en qué terminan reconvirtiéndose tanto las unas como los otros.

 

La bibliotecaria e investigadora aficionada Rebekah Heath (Foto de  Jessica Rinaldi/The Boston Globe via Getty Images)

 

La bibliotecaria estadounidense Rebekah Heath saltó a los medios recientemente gracias a que, con sus pesquisas de investigadora aficionada, había conseguido resolver un caso de asesinato. A Rebekah le pagan por cumplir con sus funciones como bibliotecaria, pero su gran afición por las novelas de Agatha Christie, le llevó a obsesionarse con el asesinato de una mujer y sus tres hijas, cuyos cadáveres, la policía no había conseguido identificar.

La intrépida bibliotecaria, cual Miss Marple treintañera, se aplicó en búsquedas genealógicas, sitios webs de personas desaparecidas y grupos de Facebook especializados: en los que ir rastreando la pista de esta mujer y sus tres hijas. Finalmente, gracias a las pistas recopiladas: el Departamento del Sheriff del Condado de San Bernardino, pudo dar con la pista del padre de las niñas, que resultó ser un vagabundo con antecedentes por asesinar a su anterior pareja. El sospechoso cumplía condena cuando, en 2010, falleció. Una vez resuelto el misterio, la persistente bibliotecaria, se ha propuesto identificar a la tercera de las víctimas, cuyo nombre, no consta en ningún registro.

 

Han habido muchas Miss Marple en películas o series de televisión pero nuestra favorita siempre será la estupenda actriz inglesa Margaret Rutherford.

 

El ensayo que todo aquel que querría convertir su afición en su trabajo debería leer antes de tomar esa decisión.

Convertir una afición en profesión es lo mejor (¿?) que le puede pasar a cualquiera. Y si bien entre las profesiones soñadas por los niños nunca suele aparecer la de bibliotecario; si exceptuamos la de actor: trabajar de bibliotecario es la que deja más opciones para desarrollarse en los más diversos ámbitos. Somos cansinos, sí, pero ya lo decía nuestro eslogan: ‘quien habla de bibliotecas termina hablando de todo’. Y si lo reformulamos pensando en la profesión bibliotecaria podríamos decir que: ‘quien trabaja en bibliotecas podría (en un mundo ideal) terminar trabajando en cualquier ámbito‘. Tal es la cualidad camaleónica que atesora la profesión.

Un argumento para dar peso a esta idea es el hecho de que existan bibliotecas especializadas en todas las materias, sectores y asuntos imaginables. Pero al igual que las escuelas abortan muchas vocaciones prematuras en los niños, las condiciones laborales en la mayoría de los casos: truncan posibles desarrollos personales y profesionales.

La auténtica industria montada alrededor de la nostalgia en torno a la EGB ha dado lugar hasta a giras musicales.

Pero siempre hay gente a contracorriente, como Rebekah y su amor por la criminología, o la activista bibliotecaria Marion Stokes y su afición compulsiva por grabar vídeos de programas de la televisión.

No somos asiduos a esa industria de la nostalgia que tan pingues beneficios da en formato libros, discos, DVD o conciertos del tipo ‘Yo fui a la EGB’. Pero seguro que entre los hábitos rescatados del pasado para cualquiera que viviese su adolescencia/juventud en la era predigital: están las cintas de casete y VHS en las que grabar (y obsequiar a amigos y posibles conquistas amorosas) selecciones musicales dedicadas o los cotizados vídeos de la MTV.

 

 

Las motivaciones de Marion Stokes distaban de las que movían a tantos adolescentes siempre con el botón del REC listo para grabar la última de Radio Futura, Michael Jackson o Mecano. En la web Atlas Obscura dedican un artículo al documental recién estrenado sobre el enorme esfuerzo que Stokes llevó a cabo durante años acumulando grabaciones de miles de horas de programación televisiva.

Si en los años 70 la televisión era blanco fácil para el desprecio de intelectuales y cultivados, Marion no se dejó amilanar por ese desprecio. Con un empeño muy propio de alguien acostumbrado al puntillismo que se asocia a la profesión bibliotecaria, la señora Stokes, acumuló tres décadas de críticas realizadas a la televisión desde la propia televisión. Salvando barreras generacionales, culturales y continentales: Marion Stokes, al igual que nuestra María Moliner redactaba meticulosamente las fichas con las entradas para su diccionario: convirtió en la obra de su vida su afición/obsesión por grabar noticias emitidas por televisión.

Marion Stokes como tertuliana en un programa de televisión en los años 70.

 

Podría parecer un nuevo ejercicio de nostalgia pero se trata de un poemario. Pero nos viene muy bien para ilustrar una moda que vuelve: los casetes.

El valor sociológico, cultural y periodístico de este gran archivo audiovisual gana aún más fuerza en plena era de las fake news. No es de extrañar que muchas de estas grabaciones se estén digitalizando para pasar a formar parte del enorme acervo de la biblioteca digital Internet Archive. El empeño de la multidisciplinar bibliotecaria afroamericana que, en la convulsa década de los 60, inició su andadura como activista por los derechos civiles, feminista, productora de televisión y, ya en los 70, coleccionista audiovisual: es quizás uno de los ejemplos más extremos de lo polifacético que resulta el perfil de un profesional de la información.

La inquisitiva Rebekah Heath o la protéica Marion Stokes son dos historias que hablan de ese potencial de la profesión bibliotecaria. Perdón, de gestor cultural, que es como gusta redefinir ahora a los profesionales en los nuevos másteres y planes de estudio que van tomando el relevo a las avejentadas Biblioteconomía y Documentación. Confiemos en que esos gestores culturales que surjan al mundo laboral lo hagan con capacidad para salirse de contexto cada vez que sea necesario. Y para ello dotarles de una visión de la cultura sin prejuicios e discursos acotados se hace imprescindible.

 

Y ya que hemos hablado de los 70, la industria de la nostalgia, y salirse de contexto: ¿qué mejor que el último vídeo de Lana del Rey? La lynchiana cantante (por David Lynch) ha convertido en un ejercicio de estilo su anacronismo estético y musical siempre deudor de décadas pasadas. Pero es que en el primer vídeo de presentación de su último disco ‘Norman Fucking Rockwell’: se sale de la pantalla cual personaje de la (también nostálgica) ‘La rosa púrpura de El Cairo’ (1985): y canta al verano que poco a poco (confiemos) vamos a ir dejando atrás.

Ni gigantes como Lana, ni pigmeos como los espectadores del autocine: simplemente bibliotecarios fuera de contexto buscando reubicarse en un mundo vertiginoso.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La biblioteca como ornamento

 

La portada del próximo nº de la revista Infobibliotecas sobre bibliotecas y museos no puede resultar más adecuado para lo que hablamos en este post.

En el post previo cerrábamos con una instalación de la estrella de Hollywood, Lucy Liu, en su faceta como artista visual. La exposición tuvo lugar en Singapur y consistía en una biblioteca con libros que escondían objetos que la artista había ido recopilando. Una biblioteca, que buscaba la intervención por parte del público, que estaba autorizado a cambiar los libros de sitio, y a modificar la ordenación. La pesadilla de un bibliotecario hecha instalación artística.

El libro como metáfora, como concepto, como continente: no deja de revalidar su vigencia en el discurso artístico. En 2017 la británica, Su Blackwell, recreó los hogares de escritoras famosas en sus propios libros. Las casas de escritoras decimonónicas como Jane Austen, Daphne Du Maurier o Charlotte Brontë. emergían esculpidas en el mismo papel en el que se podían leer sus historias. El libro como fetiche, como tótem; pero también el libro-objeto como subterfugio para luchar contra el sexismo fiscal. Suena raro, pero es que vivimos tiempos extraños.

 

La casa de Jane Austen emergiendo de uno de sus libros gracias a la artista Su Blackwell.

 

Y, a través de ActuaLitté, les univers du libre, no enteramos de que en Alemania una agencia de publicidad ha recurrido al libro como subterfugio para evidenciar/denunciar/soslayar una injusticia. El IVA que se aplica a tampones y compresas excede con mucho lo que resultaría comprensible para un artículo de primera necesidad como es el caso. En el país de Ángela Merkel se aplica un IVA del 19% a estos productos de higiene íntima para las mujeres. Un impuesto que los convierte, si se compara a los tampones con productos como las trufas, el caviar o las pinturas antiguas: en un auténtico objeto de lujo. Trufas, caviar y pinturas se gravan con un 7% de IVA.

Por ello ha nacido The tampón book, o lo que es lo mismo, un libro hueco (como los de Lucy Liu) lleno de tampones. La idea es que, dentro de ese formato, los tampones pasan a tener un IVA del 7% que el gravamen al que se someten los libros. Triquiñuelas de diseño para denunciar y promover una concienciación que han hecho que la agencia Scholz&Friends, creadores de la idea, se hayan llevado un León de Oro en el festival publicitario de Cannes.

 

Pero el prestigio del formato libro se extiende hasta en ámbitos, en principio, tan alejados como es la industria discográfica. La supervivencia de los músicos ha pasado a depender, más que nunca, del directo antes que de las ventas de discos. Una de las maneras con la que, algunos músicos, han intentado contrarrestar esa devaluación de la música como objeto cultural, como fetiche, ha sido a través del mimo por la presentación física de su producto.

Es el caso de la cantante de hip hop, spoken word y escritora de poesía, narrativa y teatro: Kate Tempest. El título de su último trabajo musical lo deja claro: The Book of Tramps and Lessons (El libro de las trampas y las lecciones). Según la web ‘Jenesaispop’ el diseño en formato libro de tapa dura ha sido determinante en el hecho de que, en pleno apogeo del streaming como manera de consumir música, Tempest haya conseguido entrar en el top 30 de las listas británicas.

Los vinilos cada vez más deseados por las nuevas generaciones y los cedés con forma de libro: lo tangible como una resistencia instintiva y primaria ante la volatilidad de lo digital.

 

 

La empresa inglesa OBW (Original Books Works) está especializada en espejismos de bibliotecas. Su especialidad son los libros huecos, las paredes decoradas como si de una biblioteca se tratase que engañan al ojo, puesto que dentro de esos lomos de repujado cuero: está el vacío más absoluto.

La moda de los libros huecos viene de lejos. Su relación con el ansia burgués por emular los valores aristocráticos a través de la decoración es una imagen perfecta del deterioro de un cierto canon de lo cultural que, desde que se democratizó, ha seguido imparable. En los tiempos del Instagram los libros huecos, con su pulida apariencia de carcasas desiertas de conocimiento, lo tienen todo para resurgir. En cualquier domicilio operarían como las vainas alienígenas de la invasión de los ultracuerpos: reproduciendo los vacíos que van dejando las omnipresentes pantallas en muchos de nuestros hábitos.

Pero antes de ponernos febrilmente conspiranoicos, ya que hablamos de cultura como ornamento o cultura como necesidad: echémosle un ojo a cómo van las cosas por los sectores más elevados de la sociedad. Esos grupos sociales cuyos símbolos aspiraban a emular los arribistas con estanterías repletas de libros huecos.

 

 

La célebre frase: «los pobres tienen grandes televisores, los ricos grandes bibliotecas» es la versión autoayuda del lampedusiano: «todo tiene que cambiar para que todo siga igual». Las diferencias sociales siguen reflejándose en los hábitos culturales; y así, mientras los señores de Silicon Valley controlan el acceso de sus hijos a las pantallas: las masas se alienan voluntariamente con cada nueva golosina digital que inventan.

Un artículo publicado en el prestigioso ‘The Washington Post’ se preguntaba recientemente: ¿por qué los ricos quieren que sus hijos estudien artes liberales? En el mundo anglosajón las artes liberales en la actualidad engloban tanto a las carreras de humanidades como a las ciencias en un enfoque claramente transversal.

 

Lo que el profesor emérito de la California Polytechnic State University, Donald Lazere, sostiene en dicho artículo sobre el auge de las humanidades en la formación de las clases dirigentes suena de lo más perverso. Y, precisamente por ello, creíble.

Resumiendo, y por lo tanto peligrosamente simplificando, lo que dice Lazere: la educación  que fomente el pensamiento crítico y dote a los estudiantes de capacidades para desenvolverse con mayor capacidad de análisis en nuestras sociedades: se escamotea (recortes a la educación pública mediante) al grueso de la población para hacerla exclusiva de la clase dirigente.

Las humanidades, el pensamiento crítico, la capacidad de análisis compleja de la realidad puede acarrear el cuestionamiento de las injusticias, el ansia por reformar el status quo que excluye sistemáticamente a los que parten con menos recursos. Bien en aras de una sociedad más justa o (y esto no lo dice Lazere pero lo añadimos nosotros): para sustituir a los que ahora ocupan esas posiciones privilegiadas.

 

La última Palma de Oro de Cannes: una comedia negra demoledora sobre dos familias (una rica y otra pobre) que estamos seguros arrojará más luz (o oscuridad) sobre la temática de este post. 

 

El interesante ensayo de Nussbaum sobre la necesidad de las humanidades para el buen funcionamiento de la democracia.

Durante las últimas décadas había que especializarse, el desprecio hacia todo conocimiento que no fuera utilitario y práctico según la lógica del mercado: no se contemplaba. Había que «convertir la educación en una empresa con fines de lucro». Y lo aparentemente diletante, lo sofisticado, lo ornamental si se quiere: desprestigiarlo en un vulgo alienado tecnológicamente para, secretamente, cultivarlo en las élites y, de este modo, éstas ejerciten a sus herederos en una visión mucho más rica y completa del mundo que perpetúe sus privilegios.

Viendo a políticos como Trump, a millonarios como las Kardashian o (por poner un ejemplo más próximo) a los hijos de Isabel Preysler: cuesta creer ese argumento. Pero es que ni Trump, ni las Kardhasian ni los vástagos de Preysler son los que (por mucho dinero y/o poder que acumulen) manejan los designios del planeta.

Pero antes de que esto termine como un libro de Daniel Estulin nos dejamos de altas esferas, y creyendo razonablemente los argumentos del artículo de ‘The Washington Post’, nos preguntamos desde nuestra condición de pueblo llano: ¿donde pueden compensarse las carencias del sistema educativo en una formación más humanística? ¿Hace falta decirlo con lo tendencioso que es este blog? Ya lo dijimos hace un tiempo: la revolución (si llega) empezará en las bibliotecas (públicas).

 

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¿Por qué lo llaman sexo cuando quieren decir biblioteca?

 

En la película sobre la reina Isabel II del Reino Unido, La reina (2006), la esposa del presidente Tony Blair, ironiza a costa de la fascinación que la reina ejerce sobre los hombres ingleses, como figura de autoridad materna. La actriz que interpreta a Cherie Blair lo constata al comprobar como su marido, pese a ser laborista, queda fascinado por la monarca.

 

La escena de The Queen (1995) en que Tony Blair conoce a la reina Isabel tiene una curiosa anécdota posterior a su estreno: la escena fue imaginada por los guionistas en su día, pero cuando el verdadero Blair escribió sus memorias años después: la reprodujo tal cual.

 

Otro inglés, el célebre periodista inglés Christopher Hitchens, en su muy recomendable libro de memorias Hitch-22: relataba una anécdota con Margaret Thatcher. Hitchens corrigió a la Dama de hierro sobre un dato que ella había dicho, una vez se comprobó que quien tenía la razón era la política: Thatcher le azotó con los papeles que llevaba en el trasero mientras le decía: bad boy (chico malo). Antes de que el periodista hubiera reaccionado, la Primera Ministra siguió su camino como si tal cosa, dejando a Hitchens estupefacto, no tanto por el azote, sino por lo sumisamente que él había aceptado la situación.

Visto lo visto está claro porque en el imaginario erótico-político de los tories y los whigs (y por lo tanto del resto de británicos) la afición por el travestismo y las dominatrix han truncado tantas carreras de gobernantes ingleses. Será herencia de la época victoriana, será la alimentación, será la explosiva combinación de extravagancia y flema que estereotipa a los británicos: pero puede que esa civilizada represión de los instintos haya perdido todo su poder afrodisíaco en la era digital.

 

 

Una señal de ello es la noticia de que la biblioteca de la, muy honorable, Universidad de Oxford haya decidido enseñar públicamente sus vergüenzas. La cosa ya empezó a salirse de madre en el 2009, cuando un grupo de estudiantes que se hacían llamar el Club de los cinco (nada que ver con Enid Blyton): decidieron estudiar desnudos de cintura para arriba en la biblioteca. Se empieza así y se termina organizando exposiciones como la que  estará hasta el 19 de enero de 2019 en la que se muestran aquellos fondos de la biblioteca que requerían de un permiso especial para su acceso dado sus contenidos, que en su momento, fueron considerados obscenos.

Bajo el hombre de Phi, la biblioteca oxfordiana, había preservado de la mirada de los más jóvenes un total de 3000 documentos entre libros, tratados científicos y escritos sobre antiguas civilizaciones. Una serie de procacidades y testimonios escritos e ilustrados de las más diversas formas de la sexualidad humana. Algo que, en pleno siglo XXI, cuando se tienen acceso a golpe de clic a todo tipo de escenas sexuales de una explicitud prácticamente clínica: ha perdido gran parte de su poder de provocación.

 

Poemas eróticos de Ovidio ilustrados: una de las obras que la biblioteca de Oxford expone.

 

El cuento basado en la hija de la estrella del porno Nacho Vidal en el que narra sus experiencias como niña transexual. Su padre ha concedido numerosas entrevistas abordando el tema y hablando de la necesidad de una educación sexual. ¿Paradójico o esperanzador?

La profesora española de literatura en la Universidad de California, Maite Zubiaurre en su libro: Culturas del erotismo en España 1898-1939 aseguraba que en España unimos mucho el humor con el sexo por pura vergüenza: por haber sido históricamente incapaces de asumirlo con naturalidad. Y ¿acaso podemos enmendarle la plana a los ingleses?

Si nos atenemos a las impactantes campañas publicitarias con que lleva anunciándose el Salón Erótico de Barcelona durante los últimos tres años pareciera que, al menos, el debate está abierto. En 2015 fue el manifiesto de Nacho Vidal, en 2016 la denuncia de la hipocresía social protagonizado por Amarna Miller, en el 2017 fue la defensa de la diversidad , y en ese 2018 ha sido la reivindicación de un porno feminista y de una educación sexual.

Nadie le puede negar el don de la oportunidad a la agencia Vimema, responsable de las campañas del Salón Erótico barcelonés; no es de extrañar que se alzara con un León de Plata en el prestigioso Festival Publicitario de Cannes.

 

Imagen del spot de 2018 para el Salón Erótico de Barcelona reivindicando una educación sexual para todos.

 

Pero talento publicitario aparte surge la duda: ¿la industria del porno dinamitando la hipocresía de nuestra sociedad amparándose en la legitimidad que le da enseñarlo todo? ¿o se trata de un discurso de lo más cínico para vender como libertaria a una industria que manufactura el erotismo, cosifica a los cuerpos y perpetúa estereotipos sexistas según los preceptos más salvajes del capitalismo?

Eva Perea, licenciada en Derecho con másteres en sexología y terapia sexual que forma parte del equipo de la Fundación Sexpol, publicó un post en el blog de dicha Fundación que hacía un repaso a las vergüenzas, no eróticas, sino políticas y educativas en las que incurre nuestro país a cuenta de la educación sexual. Desde que en 2013 la LOMCE eliminara todo contenido sobre sexualidad en el currículum académico español: la educación sexual se imparte, o no, según el ideario, interés o presupuesto de los propios centros, y esto, como indica Perea:

«a pesar de que en el artículo 5.a) de la Ley Orgánica 2/ 2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, se afirma explícitamente que “los poderes públicos en el desarrollo de sus políticas sanitarias, educativas y   sociales   garantizarán:   la   información y la educación afectivo sexual y reproductiva en los contenidos formales del sistema educativo»

 

La maravillosa Isabella Rossellini en Green porn, un libro y una serie de vídeos cortos, en los que aborda la sexualidad animal desde el humor más divertido.

 

El sexo es puro instinto animal, es la cultura la que lo convierte en erotismo, la que nos distancia de lo animal y lo hace humano. Y si las instituciones culturales de atención primaria, según hemos dicho más de una vez, son las bibliotecas: ¿por qué en las bibliotecas no se organizan más actividades en torno a la educación sexual y al erotismo? ¿O dejamos que sean los salones eróticos y la pornografía los que sigan cubriendo esas lagunas del sistema educativo español?

Estamos inmersos en la apoteosis de lo pornográfico. Y no nos referimos a la sobreabundancia de referencias al sexo sino a la pornograficación de todo en general. El exhibicionismo sentimental de los realities, la obscenidad de algunos políticos, la apelación a los instintos más básicos en cierto tipo de periodismo, el guirigay de las redes sociales, la exaltación de los cuerpos anabolizados y recauchutados. Nada, prácticamente, queda a salvo de esta glorificación de la pornografía. De hecho, en comparación, el porno dentro de ese contexto resulta de lo más naíf, y en ocasiones, lo más honesto.

El bucle eterno de la pornografía, con sus mecánicos del placer ajeno representando sin descanso los movimientos de la maquinaria del sexo, es el triunfo absoluto del capitalismo sobre la parcela más privada que le quedaba al ser humano: su deseo, su líbido, su intimidad erótica.

 

Homer Simpson escandalizado al abrir un libro de Robert Mapplethorpe en una biblioteca.

 

La magnífica Shame (2011) o cuando el sexo se convierte en un infierno.

En los años 70 la revolución que supuso una película como Garganta profunda (1972), venía impregnada de los aires contestatarios de los años 60. El porno se presentaba como un revulsivo contra el aburguesamiento cultural, y recurría al humor para presentar en sociedad la sexualidad de manera abierta y libre, como nunca antes se había mostrado.

En el contraste entre aquella Linda Lovelace o John Holmes, ingenuos en su tosquedad pornográfica, y el porno industrializado y en serie que eclosiona con Internet: se cifra el conservadurismo de una industria que exacerba los estereotipos a gusto del consumidor. No es de extrañar que vayan surgiendo figuras, aquí y allá, que desde dentro de la industria busquen un cambio de orientación.

 

Dibujo de algunos de los protagonistas de la excelente película Boogie nights (1997): que retrata la industria del porno en los 70. Ilustración de Alexander Wells.

 

Por eso, instituciones como la biblioteca pueden ejercer un papel para recuperar el erotismo como elemento clave de la salud física y mental de los ciudadanos desde la cultura. Pero surge la pregunta: ¿cómo afrontar un asunto así desde una biblioteca pública que atiende a todo tipo de público sin herir ninguna sensibilidad?

Una comedia sobre la adicción al porno y la ardua reconquista del erotismo.

La solución, como en tantas otras ocasiones, es saber en qué espacio hacer según qué cosas, y a qué público dirigirlas. Ya repetimos cual papagayos que la biblioteca del siglo XXI puede y debe hablar de todo, y por lo tanto, también debería colaborar en esta reconquista del erotismo desde la cultura. Como decíamos en otro post: «que su única contribución fuera la de proveer de obras tipo Cincuenta sombras de Grey a los ciudadanos, francamente y sin juzgar los gustos de nadie, sería empobrecer algo tan interesante y necesario.»

Y para cerrar, un tema de Cass McCombs que parece hecho a medida de esta reivindicación de lo sensual. Medusa Outhouse nos muestra la parte trasera de la industria del porno, se acerca a sus protagonistas para observarlos como algo más que cuerpos. No los fragmenta, ni los muestra como máquinas bien engrasadas para alienar a su público, sino que les deja espacio para que se muestren vulnerables, frágiles; y una vez confiados, robarles una simple caricia. Probablemente, el gesto más subversivo que se puede hacer en una fábrica especializada en mecanizar al deseo.


Cass McCombs – «Medusa’s Outhouse» from Anti Records on Vimeo.

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Nunca ‘Game over’ en la BRMU: crónica de la locura por los videojuegos en una biblioteca

 

Este post rompe lo que ha sido la tónica habitual en este blog desde que, hace dos años y medio, me hiciera cargo de él. Para empezar se apea del plural (mayestático o de modestia: que cada uno lo juzgue) usado hasta ahora para recurrir a la primera persona. Algo que me resulta algo incómodo, no por falsa modestia (algo que no soporto), sino por la costumbre a usarlo durante los años que llevo gestionando las redes sociales de la Biblioteca Regional de Murcia (BRMU). Me ha permitido siempre una cierta distancia saludable escudándome, primero, tras la institución, y ahora en este blog, tras la empresa Infobibliotecas. Pero aquí no procede.

 

 

Interesante estudio colectivo sobre historia y videojuegos. El videojuego como objeto de estudio académico a semejanza de, como en los 60, figuras como Umberto Eco se acercaron al cómic para analizarlo.

Contar lo que hemos montado en la BRMU del 9 al 12 de mayo en torno a los videojuegos requiere primera persona para transmitir mejor lo que ha supuesto empecinarse en que los videojuegos entrasen definitivamente en la BRMU.

Partimos Parto de que en ningún momento se cuestionó lo idóneo o no de que los videojuegos estuvieran en la biblioteca: simplemente tenían que estar. Dejamos aparte los debates sobre lo violento de los videojuegos, sobre si son arte o no, sobre si son cultura o no. Opiniones hay para todos los gustos. Pero después de 15 años al frente de la Comicteca de la BRMU sé lo que es empeñarse en que una manifestación cultural denostada por muchos (bibliotecarios incluidos), y durante mucho tiempo, empiece a evolucionar y a ser admitida/consentida por «el canon cultural respetable».

Como sabiamente decía Antonio Resines en una película de los 90: «la televisión atonta a los que ya son tontos, y vuelve más inteligentes a los que ya son inteligentes«. Una máxima aplicable a la televisión tanto como a las redes sociales, los cómics (en los 50 los quemaban en EE.UU. por inducir al delito), el cine (una vulgar atracción de feria para los intelectuales decimonónicos), o en este caso, los videojuegos.

 

Quemas públicas de cómics en la década de los 50 en EE.UU. a raíz de las teorías del psiquiatra Fredric Wertham que sostenía la tesis de que los cómics impulsaban a la juventud a la delincuencia.

 

Salva Espín dibujante de la Marvel.

Si la Comicteca de la BRMU siempre la he vendido como una «línea de agitación cultural» que abriese a la biblioteca a todos los colectivos posibles: los videojuegos eran el siguiente ámbito a explorar. Y gracias a la coordinación con el dibujante murciano, Salva Espín, que trabaja para la Marvel (actualmente es uno de los dibujantes del superhéroe tan de moda: Deadpool): se empezó a gestar lo que iba a ser el empujón definitivo a los videojuegos en la BRMU.

Cuando la industria del videojuego factura más que la industria audiovisual, instituciones como el MoMA lo ha incluido en sus colecciones, el Museo del Prado organizó recientemente un taller  para la creación de un videojuego; y además tiene unas perspectivas de empleo muy prometedoras: la duda no era si debían, o no, estar: sino de qué manera iban a estarlo. Y de ahí surgió uno de los eventos más ambiciosos en el que se ha implicado la BRMU: el GameMaker 48h. + Expo Arcade rograma completo aquí].

 

 

El evento arrancó el día 9 de mayo con la inauguración de Expo Arcade («Videojuegos históricos Arcace 80-90»): 10 máquinas recreativas con videojuegos clásicos de los 80 y 90 para jugar gratuitamente ubicadas en la sala de exposiciones del centro. Una sala de exposiciones convenientemente maqueada para recordar a uno de esos salones recreativos de los 80. Pósteres, imágenes y afiches que, a cualquiera que supere los 40, le remitían directamente a uno de esos recreativos o a un videoclub ochentero por la estética. En las vitrinas cintas de VHS, gadgets retrofuturistas, hardware de las máquinas, revistas, libros y cómics relacionados.

Ya de por sí disponer gratuitamente de un salón recreativo con diez máquinas de los años 80 en perfecto funcionamiento era un reclamo. Si la nostalgia vende, no íbamos a dejar de aprovecharnos. Pero la cosa se fue ampliando. La industria del videojuego en Murcia se está desarrollando y conseguir que la BRMU se convirtiera en su punto de referencia para relacionarse, promoverse y publicitarse ha sido un trabajo que está dando sus frutos.

 

Madres absortas en un mano a mano con los videojuegos de un infancia.

 

Cartel de uno de los torneos. Empresas murcianas aprovecharon para testar sus videojuegos en el GameMaker48h. instalando Playstation de manera totalmente gratuita.

Al evento se fueron sumando empresas, instituciones docentes, o comercios relacionados con el mundillo que, de repente, descubrieron que la biblioteca era un espacio idóneo para mostrar sus productos o promocionar sus programas educativos.

La BRMU busca su colaboración para venderse como centro cultural; y esos sectores, creadores o empresas, la descubren como la mejor valla publicitaria de sus productos, servicios y productos.

¿Algún problema porque el sector privado entre dentro de una institución pública? Ninguno. La única limitación es que aporten algo a cambio de usarla de escaparate (no como punto de venta) y que sus intereses y los de la biblioteca converjan. Y cuando se ha hecho coincidir, en el pasado, los intereses de centros de belleza y estética con el fomento de la cultura: ya casi cualquier sector puede convertirse en objetivo.

 

Pero dejo para otro momento batallitas del pasado y me centro en lo que estaba. En los eventos sobre videojuegos lo habitual es que el público sea mayoritariamente joven e infantil. Pero en la biblioteca estas empresas e instituciones llegaban a públicos de todas las edades. Los adultos atraídos por la nostalgia Arcade de los videojuegos de su juventud; los jóvenes y niños atraídos por los equipos instalados en la sala circular adyacente a la Expo Arcade.

Desde equipos para hacer torneos con eSports dispuestos por el Game Center de la UCAM (Universidad Católica de Murcia) que lleva apostando fuertemente por incluir el diseño y programación de videojuegos en su oferta educativa; hasta consolas Playstation para demostraciones de videojuegos desarrollados por empresas locales que así podían testarlo con público real; pasando por una empresa de sillones ergonómicos para gamers que proveyó el espacio con sus asientos representando así el presente y futuro del panorama de los videojuegos en un mismo espacio.

 

Detalle del espacio en el que se concentraban los videojuegos más actuales.

 

Pero lo realmente interesante más allá del lado lúdico del evento (que ya de por sí sería más que suficiente): fue la organización paralela de un Game Maker 48 h. O lo que es lo mismo: desarrollar en vivo y en directo, en el salón de actos anexo a la sala de exposiciones, un videojuego de inspiración bibliotecaria: «Palas, guardia del saber».

 

Palas, guardia del saber en pleno proceso de creación por Juan Castaño.

 

El videojuego no podía ser muy complejo para poder desarrollarlo, en directo, en solo dos días. Pero era suficiente para mostrar a todo el que estuviera interesado el proceso de diseño, programación, animación, sonorización y acabado de un videojuego. Mientras en una pantalla al fondo del escenario se asistía a su desarrollo, cada hora, se impartía una conferencia sobre diversas temáticas: desde introducción a la programación, pasando por charlas sobre cómo ganarse la vida con los videojuegos, composición musical para videojuegos, introducción a la animación digital o una conferencia a cargo de ‘Hobby Consolas’ (la revista referente del sector) sobre la evolución de los videojuegos.

Este programa atrajo tanto a estudiantes de institutos como a jóvenes universitarios que querían conocer de primera mano las opciones que ofrece este mundo como salida laboral; además de profesionales del sector como a público en general. El GameMaker48 h. era el complemento cultural y formativo ideal a la diversión contigua que ofrecía el salón de videojuegos.

 

En pleno desarrollo, en vivo y directo, del malvado Lepisma enemigo de Palas, guardia del saber: ambos diseños de Juan Castaño.

 

La encantadora lechuza creada por el genio de los efectos especiales, Ray Harryhausen, para la primera versión de Furia de titanes (1981).

El videojuego resultante se podrá descargar en breve desde la cuenta de Google Play de la BRMU de forma gratuita. En su diseño y temática teníamos claro que el mundo bibliotecario tenía que estar presente.

El artista Juan Castaño fue el encargado de diseñar, con su estilo tan personal, al personaje protagonista del juego: Palas, guardia del saber, y a su enemigo: el Lepisma.

Palas, la lechuza robot se eligió por representar la sabiduría clásica que siempre se ha identificado con las bibliotecas por inspirarse en la lechuza que acompañaba a la diosa griega de la sabiduría: Palas Atenea. Y su condición de robot remite a la sabiduría más del presente y el futuro: la Inteligencia Artificial.

El mecanismo del juego es sencillo: Palas debe ir sorteando los obstáculos que le presenta el malvado de la función: un lepisma monstruoso. Desplazándose entre mesas, estanterías y documentos de la biblioteca: Palas caza monedas con los logotipos de varios de los servicios que ofrece la BRMU, para así, ganar los puntos suficientes (la sabiduría) que le llevará a ganar el juego.

 

Algunos de los logos de servicios de la BRMU que se convierten en las monedas que Palas debe atrapar en el videojuego para «alcanzar la sabiduría».

 

Tras la intensa semana en que se desarrolló el GameMaker48h+Expo Arcade en la BRMU no sé si alcanzaremos la sabiduría como Palas pero sí que hemos podido comprobar que merecía la pena el esfuerzo. Cerca de 4.000 visitantes acudieron durante los cuatro días centrales del evento a la biblioteca. Estudiantes, profesionales, familias enteras, empresas, colegios, profesores, y lo más destacable, público que raramente ven a la biblioteca como una opción de ocio y formación más allá de sus obligaciones académicas.

Esto último es una de las consecuencias más gratificantes de montar eventos que intentan salirse de lo habitual: constatar que público no habitual acude a la biblioteca una vez han pasado. Que la redescubre (o descubre en algunos casos) tras acudir a una actividad que entra dentro de sus intereses.

 

 

Algún ejemplo cercano ha sido la mesa redonda: «Cómics más allá del género» que, días después, convirtió en usuarias habituales de la biblioteca a mujeres transexuales que se interesaban por las obras que la artista transexual Roberta Marrero citó en dicha charla.

También ha pasado con el concierto de rap que los artistas Piezas&Jayder dieron dentro del evento: «Comicteca en rap»: que evidenció las estrechas conexiones entre literatura y hip hop.

Y confío en que siga pasando con los aficionados/profesionales de los videojuegos, que de hecho, ya han manifestado su interés en futuras colaboraciones. Una primera anécdota que lo reafirma ha sido la llamada de dos personas interesadas en que les diéramos los contactos de las empresas que han participado en el evento para presentar su currículum.

 

Unas semanas antes del GameMaker48h. la asociación internacional Girls make games (cuyo objetivo es promover el interés de las niñas por dedicarse al sector de los videojuegos donde la presencia femenina es muy minoritaria): impartió un taller para niñas.

 

Hasta aquí el relato de un caso de éxito. Al hilo de contarlo en este post me ha venido a la  memoria el interesante artículo que Evelio Martínez publicó en su blog Sobre bibliotecas y los casos de éxito, hace unos meses, y el certero comentario que Rafael Ibáñez Fernández hacía sobre la imposibilidad de extrapolar determinados casos de éxito a ámbitos diferentes. Y como no quiero incurrir en eso que criticaba yo mismo hace poco en Biblioteca con subtítulos sobre leer blogs de temática bibliotecaria y que se parezca a leerse el ‘¡Hola!’ (bibliotecas ideales en una realidad muy alejada de la mayoría de bibliotecas): reconozco que no todas las bibliotecas pueden abordar un evento como el GameMaker48 h.+Expo Arcade.

Bien sea por cuestiones presupuestarias, de personal (aunque en nuestro caso, implicados a tiempo completo, solo hemos sido dos bibliotecarios), de espacios, equipamientos y recursos. Pero también es cierto que las bibliotecas, en general, «caen bien» (los bibliotecarios ya depende de cada uno). Por eso buscar alianzas en nuestro entorno más cercano casi siempre es factible.

 

 

Siempre hay talentos locales a los que intentar atraer. El valor más importante es el de ser escaparate, el de atender a un público heterogéneo y diverso, el de esa cierta «respetabilidad» (de la que tantas otras veces he abjurado en este blog) que persiste en el inconsciente colectivo. Valores que siempre es posible explotar de algún modo para dinamizar nuestros centros.

En definitiva la pregunta tópica que tanto repiten los entrevistadores: ¿qué es el éxito? Y la respuesta, que por repetida, no dejar ser cierta: dedicarse a algo que te motive en la medida de tus posibilidades.

 

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Las bibliotecas son el nuevo rocanrol

 

En el álbum Periodo glaciar de Nicolas de Crécy tras una brutal glaciación la humanidad ha perdido toda memoria sobre cómo era la civilización de sus antepasados. Un grupo de arqueólogos e historiadores cruzan un desierto helado hasta encontrar un edificio prácticamente sepultado bajo el hielo. En dicho edificio les aguardan algunas de las mayores obras de arte de la historia que ellos sin referencias: intentan explicar según las teorías más peregrinas.

Desde la Gioconda a la Victoria de Samotracia, pasando por la Venus de Milo o La libertad guiando al pueblo: y es que el edificio en cuestión no es otro que el museo del Louvre. Algo que lógicamente estos habitantes del futuro desconocen por completo. Y como la realidad siempre imita a la ficción: precisamente acaba de anunciarse estos días que se pondrá en marcha el Archivo Mundial del Ártico. Un búnker subterráneo en un lugar del Ártico noruego en el que se almacenará la información de la humanidad: para que en caso de apocalipsis los futuros habitantes/visitantes sepan quienes fuimos.

 

 

Alessandro Baricco en su ensayo nos impelía a aceptar lo inevitable: el cambio de paradigma cultural. Pero no desde el desánimo sino desde la aceptación. Los jóvenes «bárbaros» siguen necesitando referentes.

Pero por el momento no hace falta proyectarse tan lejos: aquí y ahora, sin apocalipsis alguno de por medio (al menos mientras que a Trump o Kim Jong-un no se les vaya la pinza del todo): para muchos nativos digitales descifrar códigos culturales previos a la ‘glaciación’ de lo digital es tarea prácticamente imposible.

¿Vamos a empezar con otro rosario de quejas sobre el sistema educativo, la abulia de las nuevas generaciones o la decadencia de la cultura en nuestros días? Todo lo contrario en todo caso vamos a darles la razón, y no es por ir de enrollados (el propio uso de la palabra «enrollados» ya abre un abismo generacional más grande que el Cañón del Colorado) es porque: ¿quién es capaz de soportar sobre sus espaldas siglos de cultura y no sentirse aplastado? Tal vez por eso el nuevo orden cultural que se está instaurando parte de un reseteo que no se sabe dónde nos llevará.

En la magistral La peste de Camus el funcionario Joseph Grand aprovecha sus ratos libres para escribir la novela perfecta. Grand es ambicioso, quiere escribir una obra maestra absoluta en la que cada palabra encaje de tal manera que ningún lector sea capaz de imaginar elección más acertada. Grand quiere ser grande, tan grande como los idolatrados literatos a los que aspira a emular. ¿El resultado?: que no consigue pasar de la primera frase.

 

Lucía Joyce, la atormentada hija del genial autor del Ulises.

 

La terrible historia de Hildegart Rodríguez, el asfixiante peso de la herencia materna llevado al extremo.

¿Cuántos hijos de grandes figuras han vivido existencias miserables incapaces de escapar del ejemplo paralizante de sus progenitores? ¿cómo se reinventa el mundo cuando ya parece estar todo inventado? Pero hasta los más irreverentes saben, aunque sea de manera inconsciente, que necesitan referentes.

El instituto coruñés O Mosteirón (Sada) es uno de los centros que acogen al proyecto europeo CinEd, Gracias a este proyecto los adolescentes descubren el cine europeo a partir de una selección de títulos que incluyen filmes de cineastas  como Godard, Erice o Käurismaki.

Enfrentar a los jóvenes abducidos por los blockbusters frenéticos de Hollywood a la cadencia de las imágenes de clásicos como El espíritu de la colmena o Pierrot le fou: es todo un reto. Limpiarles la mirada para que sean capaces de reubicarse de manera crítica en relación con la cantidad ingente de imágenes que engullen cada día. Proyectos así son los que pueden crear más Europa que cien tratados de comercio juntos.

 

Discoteca silenciosa en la Powell Library (Universidad de California) en 2013: bailar al son de una misma música compartida a través de los auriculares. Es música disco (el anatema del rock) pero es que aquí huimos de lo purista.

 

Ahora solo falta que se pongan en marcha programas similares que recuperen/integren la música, la filosofía, el cine, las artes plásticas, el cómic, la televisión (¿acaso no hay que desarrollar su espíritu crítico hacia lo que les es más inmediato?). Y mientras eso llega: ¿qué están haciendo las bibliotecas?

La mayoría de bibliotecas distinguen entre zonas infantiles/juveniles (de bebés a 14 años) y a partir de ahí zonas adultas. Pero esas segmentaciones de su oferta puede que estén más cuestionadas que nunca. Un reciente artículo de El País sostenía que los niños sí leen, al menos hasta los 13 años. Y ¿después? ¿es necesario caer enamorados de la moda juvenil, de los chicos, de las chicas, de los maniquís…?  El eterno reto bibliotecario que los tiempos están haciendo más perentorio que nunca.

 

Las adaptaciones a formato manga de grandes obras del pensamiento y la literatura de la editorial Herder.

 

Plataformas como eFilm permiten programar ciclos como los que TVE emitía hace décadas y que ayudaron a la formación cinéfila de tantos y tantos telespectadores. Y no solo cine, al incluir documentales, obras de teatro, series, conciertos, programas de televisión, etc… será posible seleccionar contenidos para diseñar acciones formativas desde las bibliotecas.

El libro Los nativos digitales no existen: cómo educar a tus hijos para un mundo digital ha puesto sobre el teclado la orfandad digital en la que viven los jóvenes pese a estar todo el día conectados. Si la educación sexual no se delega en la pornografía: ¿por qué para algo tan trascendental en sus vidas como es la tecnología no se planifica su aprendizaje?

En las bibliotecas escocesas se han puesto en funcionamiento hace poco los Clubes de Código: unos talleres para que niños y jóvenes a partir de los nueve años aprendan a programar y manejarse con las nuevas tecnologías.

 

 

Las bibliotecas no pueden, ni deben, asumir los objetivos de un centro educativo: pero sí que pueden aprovechar esos déficits a su favor. Si entre los mandamientos del Manifiesto de la UNESCO se incluía promover la autoeducación: los tiempos lo están poniendo aún más fácil. Y esto implica, en nuestros días, el hacer liviano ese peso de la herencia cultural que recae sobre los hombros de las nuevas generaciones.

¿La cultura tipo Reader’s Digest como nuevo canon bibliotecario? No nos pongamos apocalípticos. Más bien un concepto de cultura tan abierto, plural, desprejuiciado, permeable, contaminado y mutante como el que exigen unas generaciones que, como todas, lo único que pretenden es encontrar un discurso que hacer suyo.

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Canción de cuna para una biblioteca

 

En Biblioteca yé-yé (de lo typical spanish en bibliotecas) indagábamos en busca de lo que se podría denominar como genuinamente español en el mundo de las bibliotecas. Se trataba de buscar una respuesta a la pregunta de si nuestro país había aportado algo original al mundo de la biblioteconomía. Y hasta donde fuimos capaces de llegar nos topamos con que esa aportación se centraba en un invento franquista como fueron las denominadas casas de la cultura. Una creación de lo más recuperable como opción de futuro en el siglo XXI.

Pero no hemos venido aquí ha hablar de pantanos (por aquello de mentar otro lugar común esgrimido por quienes quieren buscarle algo positivo al periodo dictatorial) o casas de la cultura. Estamos aquí para hablar de otro invento netamente español susceptible de exportarse al mundo bibliotecario global: la siesta.

 

 

Es un clásico en los medios (sobre todo en verano) hablar de inventos, a ser posible en Japón, en los que costumbres patrias arraigan en latitudes lejanas. La siesta es ya un clásico en ese sentido, y en el caso de las bibliotecas no iba a ser menos. Pero no hace falta irse hasta Japón, mucho más cerca, en la vecina Francia: habilitan las bibliotecas para que los estudiantes puedan desconectar durmiendo plácidamente y luego retomar el estudio con ánimos renovados.

Concretamente en la biblioteca de la Facultad de Medicina de la Universidad de Saint-Étienne es donde han habilitado un confortable cuarto de aires orientales (las Mil y una noches lo llaman) en el que los futuros médicos pueden experimentar los efectos reparadores de dar una cabezada.

 

 

No hemos hecho un estudio al respecto pero nos atrevemos a aventurar que en más de una biblioteca de nuestro país: el silencio de sus salas se habrá visto alterado, alguna vez, por un leve sonido, difícil de distinguir al principio, pero que finalmente ha desvelado su contundente naturaleza de ronquido con el consiguiente coro de risitas y murmullos alrededor.

Dicen que nunca se debe despertar a un sonámbulo cuando camina despierto, y ¿a un usuario de biblioteca cuando, con un libro acunado en su regazo, está dando una cabezada? Tampoco debería importunársele; puede que esté soñando con lo que ha leído y haciendo que germine en su cerebro. Por si acaso en la Universidad francesa entre las recomendaciones que regulan el uso de dicha sala se incluye la recomendación/exhortación de que las siestas no vayan más allá de unos 20 minutos. ¿Nos imaginamos salas así en nuestras bibliotecas?

 

En la mítica librería parisina Shakespeare & Co. son célebres sus residencias para escritores (tumbleweed se les denomina). Los afortunados con una de esas residencias pueden dormir en la propia librería.

 

Si queremos que nuestras bibliotecas se conviertan en el cuarto de estar de nuestras ciudades: tendremos que sopesar seriamente lo oportuno de servicios así. Sobre lo que no hay que pensar mucho es sobre la idoneidad de contar con otro espacio que en cierto modo también llama a la relajación y a los dulces sueños: las bebetecas.

No vamos a repasar aquí los numerosos estudios que glosan los beneficios de leerles a los niños desde bebés. Sólo atendiendo a los resultados del estudio que en 2014 publicó la Academia Americana de Pediatría: quedan claros los efectos que produce el familiarizar a los bebés con la lectura a través de las narraciones orales.

El estudio se centró en registrar, mediante resonancia magnética, la actividad cerebral de niños de 3 a 5 años mientras escuchaban relatos para su edad. Según los datos registrados los niños a los que sus padres les leían cuentos presentaban una mayor activación de la región del hemisferio izquierdo del cerebro que regula la integración multisensorial.

 

 

La bibliotecaria infantil estadounidense Debra J. Knoll publicó un libro el pasado año (Engaging Babies in the Library: Putting Theory Into Practice – ALA Editions) sobre la puesta en marcha de servicios de estas características en las bibliotecas. De entre los consejos que proporciona, los que resultan más adaptables y factibles en casi cualquier biblioteca, sea cual sea su tamaño, destacan dos:

  • Establecer acuerdos de colaboración con las unidades de maternidad de los hospitales cercanos.
  • Crear programas y actividades de interés para los padres y cuidadores. En este sentido asesorar a las parejas que vayan a ser padres proveyéndoles de material y actividades de interés.

No basta con dotar de libros-almohada, libros para la hora del baño, mullidos cojines, colores alegres y decoraciones acogedoras a la Bebeteca. Si realmente se está buscando fomentar la lectura desde la cuna: lo propio sería recibir a cada nuevo inquilino de este planeta con un libro cerca. Y quien dice un libro, dice una biblioteca.

 

En 2014 el saloncito vintage que crearon en la Biblioteca Regional de Murcia dio pie a situaciones tan especiales como las de esta foto. Begoña, que así se llama la orgullosa usuaria, posó embarazada y, meses después, lo volvió a hacer al ir a dar de alta a su bebé como usuario de la biblioteca.

 

Hace unos días el Ayuntamiento cántabro de Los Corrales de Buelna (Torrelavega), en colaboración con la Biblioteca Municipal, repartía libros de tela y el carné de la biblioteca a cada uno de los recién nacidos en la localidad durante los últimos seis meses. En total, durante el 2016, han sido cuarenta y dos los niños que han recibido este regalo de bienvenida al mundo. Aunque en esto de tener carné de biblioteca por el simple hecho de nacer los más ambiciosos fueron los escoceses que hace dos años presentaron un proyecto de ley por el que todo recién nacido tendría carné de biblioteca. ¿Se habrá hecho realidad?

Tal vez si más administraciones copiasen esta idea se pondría algo de freno al progresivo acoso y derribo al que está sometido la infancia en esta época. Un simple carné de biblioteca poco puede hacer por los niños que sobreviven en zonas de hambrunas y guerras; pero igual sí que serviría para frenar la indecente explotación que de la infancia se hace en los medios en nuestro entorno más cercano.

 

Susan Sarandon y Jessica Lange en la reciente producción televisiva Feud: en la que recrean la tormentosa relación entre Bette Davis y Joan Crawford durante el rodaje del clásico ¿Qué fue de Baby Jane?

 

El delicioso cómic sobre la vida de Joselito, el pequeño ruiseñor: un auténtico despliegue de inventiva visual al servicio de la atípica vida del niño prodigio.

No hemos tomado en vano el título de la película de Robert Aldrich: Canción de cuna para un cadáver (1964) para este post. Que nadie piense que estamos equiparando a la biblioteca con un cadáver, todo lo contrario. En este caso la biblioteca, estando presente desde la cuna, lo que hace es poner freno a ese adiestramiento de los niños en el exhibicionismo sentimental, y en la competitividad que exige la sociedad del espectáculo.

La protagonista de la película de Aldrich era la maravillosa Bette Davis, su alicaída carrera en los 60 revivió gracias al éxito de la previa ¿Qué fue de Baby Jane? (1962): en la que representaba, como solo ella podía hacerlo, la espeluznante decadencia de una antigua niña prodigio. En las bibliotecas no queremos niños prodigio, queremos niños, sin más. Que sueñen, que duerman, que las vivan, que las disfruten, que las carguen de futuro. Que las bibliotecas actúen de frontera contra esa mercantilización que de la infancia se está haciendo.

Porque por mucho que nos guste la nana siniestra de The Cure con la que ambientamos el post: la infancia puede que no sea un paraíso, pero tampoco tiene porque ser el principio de un mundo tan estandarizado que termine en pesadilla.

 

 

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Una verdad (bibliotecaria) incómoda

 

No aspiramos a emular el documental sobre la lucha de Al Gore contra el cambio climático del que tomamos prestado el título. No es comparable. El medio bibliotecario no es equiparable al desastre medioambiental; por mucho que la especie bibliotecaria sea incluida en la lista de las llamadas a extinguirse por el impacto del meteorito digital. Pero no por eso deja de resultarnos una verdad incómoda de la que preferiríamos no tener que hablar, pero como decía la gran Chus Lampreave interpretando a una portera: sólo podemos decir la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.

 

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El extraño mundo del futuro: el día en que los bibliotecarios desaparecieron

 

Los artículos, estudios, estadísticas e informes varios sobre el futuro del profesional de la información llevan varios años siendo un debate habitual en los medios especializados. Lo más reciente la XVIII Jornada de Gestión de la Información organizado por SEDIC en la Biblioteca Nacional, centrada en Empleo y desarrollo profesional de los profesionales de la información.

Tras la irrupción de las nuevas tecnologías ningún gremio ha quedado indemne. ¿Quién podría pensar que hasta los taxistas verían amenazada su supervivencia por lo digital? Pero de nada sirve enterrar la cabeza cual avestruz entre CDU, Reglas de catalogación y Encabezamientos de materia: si una especie no se adapta se cumplirá la inexorable ley de la evolución, y desaparecerá. Palabra de Darwin, te alabamos Señor.

 

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El sufijo -teca ha demostrado su capacidad de supervivencia sobradamente, se va acoplando a cada nuevo formato (biblioteca, videoteca, comicteca, fonoteca, ludoteca…) sin periodo alguno de adaptación. Pero la raíz biblio- es posible que termine cuestionada, sustituida, anulada cuando de lo que se trata es de instituciones que fomentan no ya la lectura, sino la cultura. En cualquier caso, la llamen como la llamen, lo que se entiende hoy día como biblioteca, de un modo u otro, es muy posible que sobreviva, pero su fauna autóctona no lo tiene nada claro.

 

ereader_retro_01¿Y si los bibliotecarios fueran simples máquinas portadoras del gen de la cultura? Tal y como sostiene Richard Dawkins en su revolucionario ensayo El gen egoista, los seres humanos no somos más que un medio de transporte para las auténticas estrellas de la evolución: los genes, que nos usan y desechan sin miramientos. Stephen Hawking se sumaba desde otro prisma recientemente para incidir en lo prescindibles que somos en esto de la evolución. Según el científico más pop (con permiso de Einstein, y el últimamente reivindicado Tesla): el desarrollo de la Inteligencia Artificial puede terminar por desechar el factor humano.

 

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La evolución del bibliotecario: del primate al amanuense pasando por la bibliotecaria con moño y gafas hasta llegar al profesional de la información.

 

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Smart monkey, el delicioso cómic mudo sobre la teoría de la evolución

¿Por qué han de ser diferentes los bibliotecarios? Si atendemos al listado de nuevas aptitudes que se les exigen en la era digital tenemos para aburrirnos: community manager, social media manager, animadores socioculturales, expertos en tecnologías varias, monitores en makerspaces, dinamizadores de clubes de lectura, especialistas en marketing de contenidos, creadores de narrativas transmedias, formadores en nuevas tecnologías, asistentes sociales…, todo ello sin descuidar ninguna de sus atribuciones anteriores. Si a esto unimos el envejecimiento del funcionariado que estos años de crisis (con la ausencia de ofertas de empleo público y el cese de miles de interinos) podría dar lugar a una gentrificación de las bibliotecas, y en un país en el que no se considera a la cultura con la suficiente entidad para tener un ministerio propio:

 

¿no sería más sencillo contratar directamente especialistas en cada uno de estos campos y prescindir de los bibliotecarios?

 

Una vez soltado el anatema, vamos a conjurarlo centrándonos en datos concretos que arrojen algo de esperanza.

Según la web Qué estudiar y dónde en la Universidad del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, tres son las universidades cuyos titulados en Información y Documentación presentan las mejores tasas de inserción laboral. La primera, la Universidad de Barcelona con un 70% a nivel de Grado, y un 83% a nivel de Máster, le siguen la Universidad Carlos III de Madrid, y la Universidad de Valencia. A tenor de estos datos, nos decidimos a espantar a la bicha de la mejor manera posible: llamando a la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la primera universidad del ranking y pidiéndoles que nos contaran cómo percibían ellos el panorama. Y tuvimos mucha suerte porque dimos con dos estupendas profesionales.

 

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Por un lado Pilar Gené, responsable de la Secretaría de Estudiantes y Docencia, nos confirmó que el número de nuevas matrículas en este 2016 ha sido de 52, nueve menos que el año pasado. Según Gené, el número de matriculados se mantiene estable durante los últimos años, y el repunte hasta los 61 del 2015 pudo deberse al hecho de que se celebró el centenario de la Facultad, lo cual probablemente atrajo a más estudiantes el año pasado.

Por su parte, la jefa de estudios del Grado en Información y Documentación, Marina Salse nos ofreció una panorámica de primera mano de lo más interesante. Salse sostiene que siempre se va a necesitar un gestor de la información tanto en bibliotecas, centros de documentación o archivos, como en empresas, y nos lo demostró con ejemplos prácticos. En las jornadas sobre salidas profesionales que organiza de forma conjunta con los profesores de la asignatura Introducción a los Sistemas de Información y Documentación. nos destacó dos casos que le resultaron especialmente motivadores:

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  • la companía Aviation island, ofrece servicios tecnológicos para líneas aéreas, su plantilla está integrada en gran parte por graduados en Información y Documentación (alrededor de unos 9 procedentes de la Facultad barcelonesa y el resto de la Universidad de Zaragoza). Un claro ejemplo de una empresa que conoce el potencial de los profesionales de la información y el juego que pueden dar por su perfil formativo dentro del ámbito empresarial.
  • otro ejemplo llamativo fue el de una graduada en la Facultad que actualmente desarrolla funciones relacionadas con la ciberseguridad en otra empresa del ramo.

Un alivio comprobar que los estudios formativos sí han sabido adaptarse a los requerimientos del mercado laboral, y que el perfil tan plural del profesional de la información va abriéndose a nuevos caminos. Pero tanto en la Universidad de Barcelona como en la de Granada (gracias en esta última a la información proporcionada por Luis Gerardo Fernández), que fueron las que amablemente nos atendieron y proporcionaron datos: coincidieron en el desconocimiento de los nuevos estudiantes respecto al contenido de los grados en Información y Documentación.

 

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Ilustración de los años 50 sobre cómo sería la educación en el futuro. No andaban tan desencaminados, cuando los webinars y MOOC están cuestionando también la supervivencia de las universidades como centros formativos. Que aquí nadie se salva.

 

Si bien en la Universidad de Granada el número de nuevas matriculaciones se mantiene estable en los últimos años (entre 50 a 60) nos manifestaron que la mayoría de estudiantes optan por la carrera, y una vez iniciada, les gusta: pero antes de elegirla no tienen ideas claras sobre en qué consiste exactamente. Vamos igualito que pasa cuando se trata de vender lo que puede dar de sí una biblioteca en el siglo XXI a la mayoría de responsables políticos.

La necesidad de un mensaje claro y definitorio que permita vender a la primera en qué consiste exactamente eso de ‘profesional de la información’ sigue pendiente. Los datos proporcionados por estas dos universidades al menos nos permiten ver la luz al final del túnel (símil desafortunado donde los haya).

LOS BIBLIOTECARIOS HAN MUERTO ¡¡¡VIVAN LOS BIBLIOTECARIOS!!!

Pero que vivan aquellos que arriesgan, aquellos que dentro de sus posibilidades siguen luchando por innovar, aquellos que no se dejan funcionarizar (en el sentido despectivo, e injusto, que arrastra el término funcionarizar). El concepto de biblioteca gentrificada a punto de ser formulado en uno, dos, tres: pero no por elitismo o aristocratización, sino por la peor acepción de este término inglés que también hemos importado.

 

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La biblioteca del futuro vista desde la década de los 50 del pasado siglo.

 

Gentrificación como sinónimo de aburguesamiento intelectual, cultural, laboral; como síntoma de pereza mental. Para los que favorezcan esa gentrificación bibliotecaria (que los hay) ni un mísero responso por su desaparición. Después de todo puede que los bibliotecarios sean como las ratas y las cucarachas y ni una deflagración atómica, ni siquiera los devastadores efectos del desastre medioambiental que denunciaba Al Gore: sean capaces de extinguirlos.

Por el momento nos vamos con un cierre energético. El monólogo inicial de la película Trainspotting está volviendo a la actualidad a consecuencia del inminente estreno de la segunda parte. Los heroinómanos encabezados por Ewan McGregor 20 años después: eso sí que es supervivencia. Precisamente en 1996 que es cuando se estrenó la primera, las universidades españolas estaban abriendo escuelas de Biblioteconomía y Documentación a lo largo y ancho del país.

 

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Trainspotting veinte años después

 

Es de suponer que más de uno de los jóvenes que entonces estudiaban la carrera, y ahora ocupan puestos en la plantillas de muchas bibliotecas, se identificaron con el discurso antiburgués que declamaba McGregor en el arranque de la historia. Obviando la parte en que revela su decisión de no elegir la vida, de refugiarse en la heroína, y quedándose con el inconformismo del discurso, y con esa lujuria por la vida (por la cultura) que canta por debajo Iggy Pop. Y desde ahí, posicionarse ante los retos que les exigía la vida adulta en plena crisis de los 90.

Pues bien, si vamos a espantar esa sombra de gentrificación, ese anquilosamiento en el que esperemos que ninguno de aquellos jóvenes hayan caído en su madurez, no está de más cerrar recordándolo. Lust for life, lust for culture, lust for libraries.

 

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Visibilizar la experiencia de las bibliotecas en la educación de adultos

bibliotecas públicas europeas reciben 100 millones de visitantes cada año, y de ellos una cuarta parte, 24 millones, participa en actividades de aprendizaje no formal. Son cifras contundentes que nos hablan del cambio del rol de las bibliotecas en los barrios y pueblos, del paso de ser ese lugar donde se estudia y se prestan libros a jugar un papel esencial en el bienestar socioeconómico de la ciudadanía. La experiencia que empiezan a acumular las bibliotecas en la educación de adultos es un elemento sustancial de este nuevo papel, y desde el programa Public Libraries 2020 (PL2020), impulsado por la Reading & Writing Foundation, están visibilizándolo a nivel europeo. Ahora piden la colaboración de todas las bibliotecas para que sea más valorado. pl2020_LibraryChangeLivesPL2020 participa activamente en la Plataforma Electrónica de Educación de Adultos en Europa (EPALE), una herramienta muy valiosa para compartir lo que las bibliotecas están haciendo en la materia, y sensibilizar sobre la importancia de las acciones que llevan a cabo. Desde el programa invitan a todas las bibliotecas a contar su experiencia, bien publicando directamente en el blog de EPALE o enviando a PL2020 la información al correo electrónnico publiclibraries@readingandwriting.eu para que ellos la publiquen. Por cierto, os recomendamos que aprovechéis para daros un paseo por EPALE porque desde esa plataforma podréis acceder a recursos sobre aprendizaje, conocer y contactar con otras instituciones que estén trabajando en la educación de adultos y estar al día de noticias, convocatorias y actividades.PL202_EPALE

Un espacio único

Desde PL2020 defienden que visibilizar el papel que las bibliotecas juegan o pueden jugar en el aprendizaje a lo largo de toda la vida es especialmente importante en un momento en el que las sociedades europeas buscan fórmulas para integrar a grupos de población que están quedándose excluidos, sobre todo en lo que se refiere al mercado laboral. Europa lleva mucho tiempo debatiendo qué hacer, por ejemplo, con los trabajadores especializados que quedan en la calle cuando se cierran fábricas por la deslocalización de la producción a Asia. O qué hacer con todos esos sectores de la población excluidos porque no tienen los recursos necesarios para salvar la brecha digital. Seguro que a todos os suenan “palabros” como “flexiseguridad” con los que llevan tiempo justificando reformas laborales sin conseguir resultado positivo alguno. Se impone un cambio de enfoque, porque esto no es ni China ni EE.UU: esto es Europa. Las bibliotecas, dicen en PL2020, “son un espacio único para las personas en situación de desventaja socieconómica, (porque) les ofrecen actividades como programas de aprendizaje a lo largo de toda la vida y formación en el desarrollo de aptitudes digitales para jóvenes que abandonan la escuela antes de tiempo, personas adultas y desempleadas”. Y lo que quieren es demostrar a los responsables de la toma de decisiones políticas el excelente trabajo que hacen las bibliotecas en estas materias para fortalecer las políticas europeas de forma que las bibliotecas puedan alcanzar todo el potencial que tienen para contribuir a la inclusión social y digital, y al aprendizaje permanente.0909 También trabajan desde PL2020 con el sector bibliotecario para reforzar su capacidad de defender y visibilizar por sí mismo esas contribuciones, y para que pueda participar en iniciativas de este tipo a nivel europeo. Por eso nuestra segunda recomendación de hoy es que no perdáis de vista su web, para estar pendiente de sus iniciativas y convocatorias. Por ahora, si queréis, podéis participar contando lo que hacéis desde la biblioteca en materia de educación de adultos. ¡Seguro que es muy bueno!]]>

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Literacy Week, una semana para combatir el analfabetismo en Europa

Literacyweek_elinetDel 7 al 17 de septiembre se celebra la Literacy Week en Europa, un acontecimiento que pretende promover la necesidad de fomentar políticas en materia de alfabetización en el territorio europeo. Coincidiendo con el Día Internacional de la Alfabetización que se celebra cada 8 de setiembre desde hace más de 40 años, ELINET, la red europea de políticas de alfabetización, ha querido dar un paso en firme organizando la Semana de la Alfabetización. El proyecto anima a personas físicas, entidades o colectivos de distintos ámbitos de la sociedad a programar, difundir y participar activamente en los acontecimientos organizados para impulsar la alfabetización y la difusión de la cultura. Hasta la fecha hay inscritas unas 116 actividades por toda Europa, las cuales pueden consultarse a través de un calendario realizado en la misma web de la Literacy Week. Literacyweek_mapSegún datos recogidos en el informe “Educación y Formación de Adultos en Europa: ampliando el acceso a las oportunidades de aprendizaje” aproximadamente uno de cada cinco adultos en Europa tiene un bajo nivel de alfabetización lectora y uno de cada tres tiene una muy baja competencia en TIC. Unos indicadores que merecen una seria y profunda reflexión por parte de instituciones u organismos que planifican políticas educativas o culturales, así como el protagonismo que juegan hoy en día las bibliotecas como espacios de aprendizaje y participación social. En este contexto y siguiendo la fórmula de la sostenibilidad propuesta por Lluís Anglada, actualmente las bibliotecas se encuentran en un estadio de socialización, orientadas a favorecer la participación e integración social sobre todo teniendo en cuenta esos grupos sociales vulnerables de padecer alguna exclusión social. Claros ejemplos de estas nuevas necesidades y retos en las bibliotecas son los clubes de lectura fácil que se organizan en todo el territorio español, los cursos y talleres TIC realizados en las aulas multimedia de las bibliotecas de Barcelona, o el Programa Biblioteca Solidaria desarrollada en la Biblioteca Publica del Estado en Cuenca, todo un ejemplo de biblioteca inclusiva y participativa para fomentar la lectura a colectivos desfavorecidos. LecturaFAcil_mapaSin duda, estamos ante un nuevo rol de las bibliotecas dentro de un nuevo paradigma -el del aprendizaje a lo largo de la vida-, que conlleva trabajar con y para los ciudadanos para lograr una sociedad más justa e igualitaria. En este sentido, os animo a participar y difundir vuestros proyectos relacionados con la educación formal e informal durante la Literacy Week. Y si no sabéis qué realizar podéis hacer un vistazo a las actividades programadas. Destacamos un proyecto colaborativo y muy comunitario alrededor de la lectura y las lenguas maternas en Europa organizado por la Red Literacy For All, formada por bibliotecarios europeos que trabajan alrededor de la alfabetización en personas adultas y que desde la Biblioteca Esteve Paluzie de Barberà del Vallès colaboramos. La vida es un aprendizaje continuo y la biblioteca su espacio ideal. ¡Feliz Literacy Week a todos/as! [youtube http://www.youtube.com/watch?v=83DO0POacCE] Twitter: @martaliberch @literacyeurope  Blog: https://literacyforallnetwork.wordpress.com/]]>

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