La biblioteca como isla

 

En la revista digital sobre música y cultura pop ‘Jenesaispop‘ en un artículo patrocinado, todo hay que decirlo, se hacen eco de la campaña para promover el turismo que Malta ha puesto en marcha. Para este otoño, la isla mediterránea, se vende como destino turístico basado en la cultura. Para ello han organizado una programación, para los próximos meses, compuesta de festivales de música pop, de baile y clásica.

 

La Villa Getty, en Malibú, es un centro dedicado a la cultura de la Antigüedad que se construyó reproduciendo la Villa de los Papiros de Herculano arrasada por la erupción del Vesubio que arrasó Pompeya. La única biblioteca de la Antigüedad cuyos papiros sobrevivieron gracias a las cenizas del volcán que los sepultaron durante siglos.

 

En una potencia turística como España lo del turismo cultural sigue siendo, pese a todo, una asignatura pendiente. Tras la debacle que ha supuesto la pandemia para el sector, diversas asociaciones de guías turísticos, se lamentaban recientemente de lo poco que se está haciendo para promover opciones alternativas al turismo de sol y playa.

Nuestro país ocupa el cuarto puesto en el ranking de países con más espacios naturales o monumentales declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En ese ranking no se contabiliza ninguna biblioteca. El biblioturismo no existe en nuestro país (salvo para profesionales del gremio ya irrecuperables para la vida normal que, hasta en sus vacaciones, se dedican a visitar bibliotecas). Y no porque no haya bibliotecas que merezcan una visita. Por ser bien pensados (una mera argucia para luego poder pensar mal sin remordimientos): en un país con tanto patrimonio, las bibliotecas, no consiguen destacar lo suficiente.

Para refrendar este apunte solo basta mirar a Oslo. Que la IFLA haya nombrado mejor biblioteca del mundo a la Deichman Bjørvika ha supuesto un aluvión de artículos en medios no bibliotecarios que la venden como un atractivo más de la capital escandinava.

 

La Deichmann Bjørvika de Oslo. Fotografía de Einar Aslaksen.

 

Su director, Knut Skansen, en una entrevista de ‘El País‘, pone las cosas un poco en su sitio respecto a las bibliotecas como reclamos turísticos; que es lo que nos interesa en este punto. Pero además, con jugosas reflexiones sobre la profesión:

«¿Turismo bibliotecario? Quizá, pero lo importante es que la gente, especialmente los jóvenes, la ven, entran y luego vuelven a utilizarla ya como biblioteca; hoy hay que «envasar» la cultura y la lectura de una manera distinta”. Una biblioteca no puede ser solo un edificio turístico; a los políticos les pediría que, si quieren en sus ciudades otra atracción turística, por favor, no utilicen para ello las bibliotecas”.

 

En nuestro entorno, a falta de que se concrete la futura biblioteca provincial de Barcelona: no parece que corramos peligro de que nuestros políticos actuales se obsesionen con rentabilizar a las bibliotecas como reclamos turísticos. Si la biblioteca del municipio de El Paso (La Palma) sobrevive indemne a la lava. ¿Quién sabe? Tal vez se llegue a convertir en parada obligada en los tours volcánicos promovidos por la ministra.

El próximo mes de noviembre, el X Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas, seguro que aún con los ecos de la erupción del Cumbre Vieja, reunirá a la profesión tras un año y medio largo de pandemia. Un reencuentro cuyo título, El desafío de la transformación, podría parecer premonitoriamente pensado para celebrarse en las islas Canarias.

Por un lado, porque una morosa, lenta pero impacable colada de lava tecnológica amenaza desde hace décadas con calcinar a las bibliotecas si no afrontan con decisión su mutación tras este tiempo de desaceleración (por usar la jerga que tanto gusta a políticos); y  por otro, porque las bibliotecas, pese a su cotidianidad, son como islas en muchos sentidos.

La insularidad de las bibliotecas no tiene que ver con el síndrome de la isla tan característico de algunos peninsulares (godos) que se mudan al archipiélago. La insularidad bibliotecaria proviene de su singularidad como institución fuera de la lógica capitalista más extrema. Su insularidad lejos de excluir: acoge a todo el mundo. Y un gesto tan simple contraviene la privatización cultural que de una biblioteca pública puede hacerse.

 

La espectacular biblioteca de Beitou en Taiwan.

 

La insularidad de una biblioteca, también, puede ser el sentimiento de abandono en el que se encuentran miles de profesionales al frente de pequeñas bibliotecas municipales que sobreviven cual Robinsones Crusoe de la cultura. O la insularidad de una biblioteca puede venir de la injerencia política más arcaica que extirpe de su agenda asuntos imprescindibles para estar en el mundo de hoy como feminismo, derechos LGTBIQ u Objetivos de Desarrollo Sostenible. Algo que hasta no hace tanto sonaba a biblioficción.

Ponerse en lo peor como conjuro para que no suceda. El proceso de privatización cultural de una biblioteca pública es un peligro más real de lo que podríamos imaginar. Si en el ámbito de la educación se ha formulado un concepto como el del pin parental: ¿quién dice que en las bibliotecas no se pueda aplicar algo similar? Convertir a las biblbiotecas, a través de su agenda cultural, en espacios para adoctrinar es una posibilidad.

Como la isla lo era para Houellebecq en su novela. Esa novela, no por nada, en la que su protagonista viajaba a Lanzarote (otra vez las Canarias); y en la que el cínico francés nos ponía sobre aviso sin pretenderlo:

«los programas culturales son raros en la televisión española, los españoles no aman los programas culturales, ni la cultura en general, es un territorio que les resulta profundamente hostil, a veces se tiene la impresión, cuando se les habla de cultura, de que se les hace una especie de ofensa personal»

Esto lo escribió el galo en 2005 cuando aún no se emitía Sálvame. ¿Qué diagnóstico haría ahora el protagonista de su novela? Y no por el programa de Telecinco que es de lo más honesto en sus intenciones: sino por la ‘salvametización‘ que el debate público, mediático y, sobre todo, político ha experimentando durante los últimos años.

La estimable adaptación que John Huston hizo de la obra magna de Malcolm Lowry.

La amenaza de que las bibliotecas públicas se conviertan en campo de batalla entre facciones ideológicas opuestas es un riesgo en una sociedad en la que la politización, no entendida como ocuparse de los asuntos públicos: sino como permanente estado de confrontación: es un ruido de fondo al que, peligrosamente, nos hemos acostumbrado.

Pese a todo, crucemos los dedos, ni pandemias, ni siquiera volcanes evitarán que los próximos 10, 11 y 12 de noviembre profesionales de bibliotecas se reúnan en Las Palmas de Gran Canaria. Parafraseando al cónsul protagonista de Bajo el volcán de Malcolm Lowry: «una vez más, nuestra desilusión es una pose. Confiamos plenamente en el futuro de las bibliotecas.»

 

Moneda conmemorativa del Motín de la Bounty. Los amotinados fundaron una colonia en la, entonces, ignota isla de Pitcairn (que no aparecía en los mapas).

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Crónica mundana de un congreso de bibliotecarios

 

No, no son bibliotecarios en Logroño, pero podrían serlo. Capote, Warhol, Jerry Hall, Debbie Harry y Paloma Picasso en Studio 54.

 

Puestos a hacer un repaso a lo que ha dado de sí el #9CNBP (IX Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas) nos encantaría emular el estilo incisivo y certero de un Truman Capote cuando detallaba los entresijos de las celebrities o de las fiestas del Upper Side de Manhattan en los 60: pero mucho nos tememos que no va a ser posible. No porque el gremio bibliotecario, tras unas cuantas copas de buen vino riojano, desmerezca en nada frente a la fauna del Studio 54: sino porque a Capote, los Rolling Stones, cuando marchó con ellos de gira, le parecieron aburridos: y a nosotros los bibliotecarios congregados en Logroño: sin destrozar habitaciones de hotel ni nada parecido (hasta donde sabemos) no nos aburrieron lo más mínimo. Solo había que agudizar un poco el oído para que los titulares más jugosos brotasen aquí y allá, la mayoría de las veces, sin micrófonos de por medio.

 

 

De ahí lo de crónica mundana: porque no se ajusta a un repaso detallado de lo que allí aconteció (para eso mejor acudir a compañeros como Sofía Moller en su post en BiblogTecarios) sino a una visión sesgada, subjetiva, hecha de retazos de conversaciones informales y de encuentros fortuitos. Unas impresiones que pueden coincidir o diferir de la del resto de congresistas hasta el punto de pensar que se ha estado en congresos o fiestas diferentes.

Las primeras horas del congreso dejaron al público cavilando y sopesando si se sentían más osos, tigres o dragones sin que El libro de la selva, Juego de tronos o Zang Yimou tuvieran nada que ver en ello. El responsable de tales elucubraciones fue el exabogado y ahora escritor, Andrés Pascual, que impartió una charla inaugural con la que ya parecía que estábamos todos en una casa de fieras: tal cual como la biblioteca municipal madrileña Eugenio Trías, también conocida como Casa de Fieras, por haber sido antiguamente un zoológico: que presento una comunicación el segundo día de Congreso.

 

El libro de Andrés Pascual sobre el que giró la charla inaugural del Congreso: ¿qué animal habita en el espíritu bibliotecario?

 

Pero pese a la variedad de pelajes, las especies bibliotecarias presentes tenían bastante en común. Para empezar la media de edad en la que se situaba la mayoría de los asistentes: de 40 para arriba. De lo que se deducían dos cosas: la constatación de la falta de renovación de plantillas que llevan sufriendo desde años las bibliotecas; y lo oportuno que hubiese sido en la primera jornada, orientada a la formación de los profesionales de bibliotecas: contar con la presencia de jóvenes millennials que hayan elegido a las bibliotecas como futuro profesional.

Muchos menos probable, pero también muy oportuna, habría sido la presencia de algún robot como los que van a formar parte de la ‘plantilla’ de la inminente biblioteca ultramoderna de Helsinki: moderando una mesa, interactuando con el publico o, aún mejor: estableciendo una competición con bibliotecarios para ver quien conseguía afinar más a la hora de conseguir una información. Habría sido un show impagable: pero dejemos de divagar y centrémonos en los hechos.

 

 

En el breve repaso que hicimos en el post Una verdad (bibliotecaria) incómoda al futuro de la profesión, hace dos años, planteábamos la posibilidad de que fueran los bibliotecarios los que no tuvieran futuro pero sí las bibliotecas. ¿Erramos en la predicción? Si nos atenemos a lo que se expuso Virginia Ortiz-Repiso de la Universidad Carlos III en el debate del día 28 sobre ‘La formación universitaria de los profesionales a evaluación’: diríamos que sí y que no. Según expuso Ortiz-Repiso su Universidad ha remodelado la oferta referente a Biblioteconomía y Documentación y del programa del Grado en Gestión de Información y Contenidos Digitales se ha caído la palabra biblioteca. Se podría pensar hay que huir de la ‘marca’ biblioteca para no espantar a los estudiantes: pero al otro lado del charco, por contraste, nos disuadían de esa idea.

Paradojas y casualidades de los congresos: un encuentro fortuito entre plato y plato a la hora de la comida dio para una charla con los colegas de Costa Rica, México, Brasil y Argentina que estaban en el Congreso gracias al programa Iberbibliotecas. Compartir mesa, mantel y conversación con realidades bibliotecarias tan lejanas: es como aplicarle una reanimación sin desfibrilador a cualquier vocación bibliotecaria en crisis. Deja uno de mirarse el ombligo (en todos los sentidos: no solo en el bibliotecario) y se reafirma en lo cruciales que pueden ser las bibliotecas para el progreso de las comunidades en las que se integran.

 

 

De hecho, la representante argentina, Gisela Pérez , no es bibliotecaria. Esta secretaria de la Biblioteca Popular de la Cárcova en un barrio de favelas de la ciudad de Buenos Aires: nos contaba cómo surgió su biblioteca en un entorno de basuras y problemáticas sociales. Después de hablar con ella, si algo quedó claro, fue que la ‘marca’, el concepto ‘biblioteca’, con o sin irritantes comillas: sigue teniendo una vigencia tremenda como elemento de transformación social y que no pertenece a nadie: ni siquiera al gremio bibliotecario.

Esa dificultad actual para apropiarse en exclusividad de los conceptos o iniciativas: también se manifestó alrededor del tema de la innovación en bibliotecas. Si en el debate sobre ‘Nuevos modelos de gestión en bibliotecas’, la mañana del día 29, Javier Valbuena o Knut Schulz, defendieron que la externalización de servicios en las bibliotecas hace peligrar la innovación: por la tarde hubo una contrarréplica en la sesión de comunicaciones.

Fue Alicia Rey, directora de proyectos de Info-Doc, la que al final de su comunicación sobre los diez años de gestión de las bibliotecas municipales de Huesca, defendió que desde las empresas privadas también se innova. Y un poco más tarde, los proyectos que expusieron desde la Biblioteca Municipal de Ágora bajo el título: ‘Tejiendo capital social en la biblioteca’: vinieron a confirmarlo. Esta biblioteca coruñesa, gestionada por personal de una empresa, venía a sumar argumentos a lo que Alicia Rey había reivindicado unos minutos antes.

Una vez más la ‘marca’ biblioteca impermeable a modelos únicos de gestión: cada caso puede ser la excepción que confirme, o no, la regla.

 

 

Una nota política esperanzadora: la visita y el discurso del ministro de Cultura en la segunda jornada, y la presencia continuada durante el Congreso: de la directora del Libro y Fomento de la Lectura (algo inédito hasta el momento). Un reconocimiento hacia el mundo de las bibliotecas por parte de los altos cargos, que dado el precario equilibrio político en el que nos movemos, confiamos en que perviva y dé sus frutos.

Bibliotecas que se reconvierten, palabras que ya se han oído muchas veces y suenan a letanías, amenazas, oportunidades desde la UE (si antes decíamos que la media del gremio bibliotecario se sitúa en la mediana edad, con las posibilidades que ofrece el programa Eramus+ para bibliotecas, surge una oportunidad para rejuvenecer haciendo Europa), esperanzas, posibilidades de negocio, preocupaciones y alegrías.

Como decía el título del clásico de Murnau de 1928: Y el mundo marcha. Y la biblioteca también marcha, y gira, y hasta es posible que de tanto girar se salga de su eje y termine girando en alguna galaxia aún por descubrir.

 

Estando en Logroño era inevitable que el cóctel final del Congreso tuviera lugar en unas bodegas.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Little Big Data en bibliotecas

 

Tras cada congreso, curso, jornadas o simposio queda la satisfacción de haber descubierto (con suerte) cosas nuevas, avances, horizontes de futuro para las bibliotecas y la profesión. Los profesionales realmente inquietos vuelven a su día a día con la cabeza repleta de posibles adaptaciones de lo que han oído a sus centros. Y al regresar a sus bibliotecas, les aguarda la realidad.

 

Little Nemo despertando de uno de sus maravillosos sueños.

Little Nemo despertando de uno de sus sueños: ¿una metáfora para muchos bibliotecarios después del congreso?

 

En breve se celebrará otra de esas ocasiones para llenarse la cabeza de ideas (o de pájaros según cada cual). Será el 14 de diciembre en la 9ª Jornada de la Red de Bibliotecas del Instituto Cervantes, en esta ocasión centradas en Bibliotecas y empoderamiento digital. Sin duda lo que plantean promete:

«filosofía del empoderamiento digital en campos como la comunicación, la educación y las mujeres»

 

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Dustin Hoffman protagonista del extraño western de los 70: Pequeño gran hombre.

Confiemos en que lo que allí se hable termine fructificando en mejoras en alguna biblioteca. Pero no es de eso de lo que habla este post, más bien parte de hace dos años, concretamente de la 7ª Jornada de la RBIC que en 2014 versó sobre la relación entre el Big Data y las bibliotecas.

Quedará poca gente que no haya al menos oído mentar eso del Big Data, pero por si acaso, vaya aquí la definición que más nos ha gustado:

«Big Data es como el sexo en la adolescencia: todo el mundo habla de él, nadie sabe cómo hacerlo, todos creen que los demás lo están haciendo y, claro, todos dicen que lo hacen»

En fin, puede que esta definición del catedrático neoyorquino de psicología y economía conductual Dan Ariely, sirva para cualquier asunto candente de esta hoguera de las vanidades digital en la que estamos inmersos: pero en el caso de las bibliotecas aún más. La recopilación masiva de datos, su almacenamiento y posterior tratamiento para sacar conclusiones que nos permitan diseñar estrategias y planificar nuestras campañas, que sería una definición algo más canónica: no es desde luego nada extraño al mundo bibliotecario.

 

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Ilustración de Nieves González de la Universidad de Sevilla que habló en el último Congreso de su tesis: La rentabilidad de la Biblioteca en la Web Social

 

En la 7ª Jornada RBIC, entre otros asuntos, se habló de la perspectiva de futuro que se abría para el profesional de la información gracias al Big Data, y su posible especialización como científico de datos. Y rápidamente dicha figura se ha customizado en lo que se ha dado en llamar Bibliotecario de Datos: otra función más que añadir al largo rosario cuyas cuentas repasábamos en Una verdad (bibliotecaria) incómoda: community manager, social media manager, animadores socioculturales, dinamizadores de clubes de lectura, especialistas en marketing de contenidos, creadores de narrativas transmedias……………………………………….

 

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Definición de lo que sería un Bibliotecario de Datos presentada por Fernando Ariel López, director de la Biblioteca de la Universidad Metropolitana (Argentina) en el Congreso Internacional sobre Metadatos celebrado el pasado junio en la Universidad Nacional Autónoma de México

 

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El profesional de bibliotecas pequeñas ante los retos que les exige el siglo XXI.

Celebremos que surjan nuevos perfiles profesionales para el gremio, pero con cuidado de no pedir peras al olmo. Que lo de bibliotecarios multi-orquesta está muy bien, que vale que los bibliotecarios sean los superhéroes de la cultura y los acróbatas del tejuelo. Pero media un abismo entre estos cuasi cíborgs bibliotecarios de los que se habla y los bibliotecarios de barrio o municipales que han tenido que cogerse días libres para asistir al congreso, ante la incomprensión del concejal o responsable de turno que no alcanza a comprender ¿para qué?: si lo suyo es hacer que guarden silencio los niños, y mantener el orden de los libros en los estantes.

Por eso, aunque lo del Big Data suene muy potente, de momento aquí vamos a centrarnos en el Little Data que viene a ser lo mismo pero en zapatillas de andar por casa.

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Novela romántica post 50 sombras de Grey

Little Data es Loli la hija del Anselmo, a la que le volvían loca las novelas de Johanna Lindsey hasta que descubrió a Amanda Quick y las pide a la bibliotecaria de su barrio; o Rojina que nació en Calcuta, y antes de venirse a España con su nueva familia, sólo había visto la película de Superman de los 70, y ahora devora cómics de superhéroes en la biblioteca del pueblo manchego que ya es el suyo; o Alberto, que después de un año de erasmus en Londres, recurre a los patrones de los viejos Burda que conservan en la biblioteca de su barrio para su proyecto sobre moda y geolocalización con el que piensa presentarse en la escuela de Saint Martins; o Fina, cocinera en la guardería municipal, que se presta las revistas de cocina enganchada como está a la moda Master Chef.

 

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Y aquí ponemos esta imagen vintage de una biblioteca que resulta adorablemente costumbrista, y predispone a lo sentimental.

 

¿Qué?, ¿suena lo suficientemente entrañable? Si es que nos ponemos y nos montamos en dos párrafos un anuncio navideño que no lo superan ni los de Campofrío y la Lotería Nacional juntos. No hay nada como un poco de sentimentalismo bibliotecario barato; ensalzar la figura del sufrido profesional que lleva adelante cada día la biblioteca en un barrio o en un pueblo para obtener más retuiteos y Me gusta que un tuit de El Rubius. Pero no va por ahí la cosa, que el Big Data o el little data no da para tanto almíbar.

Si las grandes empresas (Facebook, Google, Twitter, Amazon, etc…) comercian con nuestros datos para hacernos previsibles y vendernos mejor, sin entrar en otro tipo de espionajes: ¿por qué las bibliotecas no podrían hacer lo mismo para dar servicios personalizados a sus usuarios? Ya lo hacen esos bibliotecarios de barrio o pueblo en analógico, simplemente charlando con ellos a pie de mostrador.

 

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Mr. Robot, la fascinante serie sobre hackers y democracia a la que inevitablemente tendremos que volver más de una vez.

 

Pero en las ciudades, en dónde se pierde lo de Y tú ¿de quién eres?: bien se podrían explotar los historiales de préstamos para ofrecer sugerencias a los usuarios. La labor prescriptora bibliotecaria de la que tanto se habla sustentada en la explotación de la base de datos del centro. Y que cada vez que se compre un documento o se programase una actividad que entrara dentro del ámbito de intereses de un usuario: se les enviase una sugerencia. ¿Podría considerarse intromisión en la intimidad de las personas?

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El caso Snowden en un magnífico documental.

Cierto, hay que ser cuidadosos con estas cosas, sobre todo ahora que quien más, quien menos, enseña su vida en las redes y deja que los bibliotecarios vengativos de la CIA (vengeful librarians, así se denomina al personal de la agencia de inteligencia norteamericana que se ocupa de rastrear internet) o cosas peores: les puedan seguir la pista en cualquier momento.

Seguro que a más de uno le molestaría mucho que su bibliotecario supiera de sus gustos, pero ni se inmuta ante lo que cuenta Snowden en el imprescindible documental Citizenfour (2014).

En fin, que de plantearse algo así, habría que tener siempre en mente lo que dijo Judith González de la Agencia Española de Protección de Datos en las Jornadas sobre Big Data y bibliotecas del Instituto Cervantes: «que los usos de los datos de los usuarios sean para la finalidad por la que cedieron dichos datos

Por ejemplo, desarrollar una app tipo Tinder o Grindr desde la biblioteca que permita conectar (ligar) a nuestros usuarios en base a sus intereses culturales. ¿Tal vez Biblior? Rima con amor ¿No sería bonito? Bien, esto se está saliendo de madre.

 

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«Algo pequeñito, algo chiquitito» Pero, WTF? y perdón por la ordinariez aunque sea en inglés, pero parece mentira que una vez elevado el tono del post con esas referencias tan cool a Mr. Robot y Citizenfour nos salga una canción de Eurovisión. Pero es lo que tiene vivir tanto en digital, que las conexiones neuronales empiezan a deteriorarse de manera irreversible.

En fin, volviendo a coger las riendas de este texto para dirigirlo hacia su final, nos quedaremos con lo que defiende Martin Lindstrom que trabaja como consultor para varias multinacionales, es autor del libro Small Data, y ha recorrido medio mundo entrevistando a la gente para conocer cómo son. En una reciente entrevistaque debería ser lectura obligada en toda biblioteca y por supuesto en toda facultad,(no tiene desperdicio lo que cuenta sobre la Asociación de Libreros Americanos o la anécdota sobre el dueño de IKEA, entre otras) soltaba auténticos titulares tan aplicables al mundo bibliotecario como que:

 

«estamos tan obsesionados con el Big Data que se nos olvida la creatividad. El Small Data, que defino como observaciones aparentemente insignificantes que se identifican en la casa de los consumidores, se refiere a todo […]

 

Amazon acaba de abrir su primera tienda física en Seattle […] ¿Por qué cree que lo hicieron? Por lo que sé, las ventas de libros se están desacelerando en Amazon, e incluso las ventas del Kindle no están creciendo mucho. El Big Data les está diciendo que la interacción personal es necesaria […]

 

el Small Data está impulsado por las experiencias en las compras, el sentido de comunidad, de los sentidos, todo lo que no se puede replicar en línea […]»

 

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Martin Lindstrom dibujando el flujo de la Buyology: o la ciencia de porqué consumimos lo que consumimos

 

Miles de entrevistas, de estudios, de análisis de datos, de elaboradísimos informes para llegar a la conclusión de que las emociones humanas siguen marcando la pauta en este mundo hipertecnificado. ¿Conclusión?: que las bibliotecas de barrio, las pequeñas bibliotecas, que el little data bibliotecario a pie de mostrador va por buen camino. Que la estrategia es la adecuada, que toda innovación suma siempre que se aplique sin perder el norte bibliotecario; y que por muchas pesadillas digitales que puedan inquietarnos hasta hacernos caer de la cama, lo mejor está por llegar.

¿Qué? ¿hemos tocado ya fibra sensible o añadimos música de violines? Esto de enternecer a bibliotecarios bregados en mil batallas es muy difícil, así que dudamos mucho que lo consiga tampoco el cantautor neoyorquino Jascha Hoffman. Pero como su vídeo para el tema Some hungry guy resulta tan apropiado para cerrar el post, nos da igual lo empalagoso que pueda quedar. Nos encanta el Little Nemo de Winsor McCay, no hace falta decir más. Si acaso, dulces sueños.

 

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Posverdades bibliotecarias

 

En el recién finiquitado VIII Congreso de bibliotecas públicas sólo sonó una vez en el auditorio de Toledo; pero era algo casi inevitable que la palabra que el Diccionario Oxford ha elegido como palabra del año: estuviera presente de algún modo en el encuentro. Es el primer logro de Donald Trump, incluso antes de llegar a ser presidente, y ni siquiera lo ha inventado él: la posverdad (post-truth).

 

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Mark Zuckerberg ha anunciado siete medidas para evitar la proliferación de bulos en su red social

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El fantástico documental de Welles sobre el falsificador Elmyr de Hory: la mentira hecha arte.

 

Tan sólo hace dos posts hablábamos de Una verdad (bibliotecaria) incómoda, pero ahora recurrimos a la posverdad que es mucho más cómoda, confortable y acogedora para quienes estén dispuestos a aceptarla, y un infierno para el resto.

Nadie podrá negarle al del peluquín que pese a un look al que ni siquiera se le puede adherir lo de viejuno (su estética va más allá): ha sabido rentabilizar como nadie el espíritu que redes sociales y demás medios digitales han ido fraguando durante estos años pasados.

 

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La futura biblioteca presidencial del cuadragésimo primer presidente de los Estados Unidos

 

Pero no vamos a ponernos a analizar la figura de Trump. Inevitablemente es algo que va a ser omnipresente a partir de ahora; pero como es lógico sí que estaremos pendientes de lo que su irrupción va a suponer para el mundo bibliotecario. En Esta biblioteca mata fascistas nos reíamos pensando en una futura biblioteca presidencial Donald Trump, y la sonrisa se nos congeló en la boca. (¡ZAS! en toda la boca que dirían los millenials). Un primer indicio, una primera pista, nada sorprendente por otro lado, pero que hay que consignar: han sido las declaraciones de la periodista de la cadena FOX (que tanto ha hecho por aupar a Trump) Greta Van Susteren en las que sostenía que ya no es necesario construir más bibliotecas.

 

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La periodista de Fox entrevistando a la próxima primera dama de los Estados Unidos; rodeada de unos dorados que para sí quisieran en el programa Los Gipsy kings.

 

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El maravilloso Pinocchio de Winshluss, extraviado en un  mundo corrompido de mentiras.

Ok. Si no puedes con el enemigo no te unas a él: mejor estúdialo, detecta cuáles han sido las razones de su éxito y úsalas a tu favor. Si el brexit, Trump y tantos otros inquietantes movimientos han consagrado la posverdad, no nos resistamos a la corriente, aceptémosla sin complejos e inventémonos titulares machacones que saturen los medios.

Por ejemplo que por cada euro invertido en bibliotecas se da un retorno de la inversión de 3,49 euros a la sociedad; o que las bibliotecas ayudan a combatir las desigualdades y colaboran en la integración de colectivos con riesgos de exclusión; o que según recientes estudios científicos la lectura aumenta la esperanza de vida, además de reportar otros beneficios para nuestra salud.

Pero un momento…, la falta de pericia en esto nos está jugando una mala pasada. Todo lo enumerado no son posverdades, sino verdades a secas sin necesidad de prefijo alguno. Mejor ensayamos de nuevo a ver si atinamos más:

 

¿Qué tal lanzar la noticia (sustentada en el estudio de alguna universidad de exótico nombre) de que la concentración de pulpa en las bibliotecas genera una condensación atmosférica que contrarresta el cambio climático compensando la deforestación?

 

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Instantánea del montaje de una exposición del pintor hiperrealista Ran Ortner, centrada en el océano. Parece toda una metáfora de lo que le espera al medio ambiente si Trump cumple su negación del cambio climático. 

 

¿o que el hecho de que las víctimas de violencia de género vivan cerca de una biblioteca aminora el riesgo de ser agredidas por sus exparejas; o que la presión fiscal afecta en menor grado a ciudadanos de países con redes bibliotecas potentes; o que el flujo migratorio es absorbido positivamente por sociedades dotadas de buenos servicios bibliotecarios, evitando la radicalización de sus miembros?

 

Mejor no sigamos que a algunas de estas posverdades está a punto de caérseles el prefijo de lo bonitas que suenan. Muchas de ellas están basadas en los asuntos con que mejor han sabido manipular estos nuevos populismos versión 2.0. A aquellos que se resisten a crearse ideas propias y prefieren que otros piensen por ellos. ¿Hay que culparles? El mundo se ha vuelto demasiado complejo, para todos sin excepción, de ahí que la gente prefiera soluciones fáciles. Y quien esté libre de pecado que tire el primer tejuelo.

 

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¿Acaso el gremio bibliotecario no buscaba también respuestas sencillas ante el futuro de vértigo que acucia a sus instituciones? Otra cosa es que según la exigencia de cada uno se conformase con ellas. En un exceso de condensación se podría decir que las verdades poscongreso se resumen en una frase: la biblioteca debe reinventarse, y los bibliotecarios van en el lote. Pero eso ya se sabía. Es uno de esos mantras que llevan años repitiéndose. Lo interesante, lo práctico son los matices de esa reinvención. A saber, extrayendo sólo unos pocos fragmentos de las conclusiones nos encontramos con que:

  • la biblioteca debe mostrarse como un escaparate de las necesidades de las personas, interactuando con la ciudad en que se ubica
  • el espacio virtual es tan importante como el físico. No hay líneas divisorias entre ambos (¿biblioteca virtual o biblioteca física? ¿y qué más da?: biblioteca al fin y al cabo)
  • hay que generar comunidad para crear inteligencia colectiva
  • en las redes sociales es necesario otro contenido, otro lenguaje y otro tono para conectar con nuevos usuarios

 

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Uno de los famosos tuit de la etapa de Carlos Fernández en la Policía

 

Esta última conclusión viene a cuento del que se convirtió por derecho propio en el showman del Congreso 2016. El ex community manager de la Policía Nacional, actualmente en Iberdrola: Carlos Fernández Guerra. Su intervención fue el necesario revulsivo que puso un espejo en el que el gremio podía mirarse y reflexionar sobre las estrategias a adoptar.

Fernández Guerra hizo de la irreverencia y el cachondeo su primer arma para fabricar una imagen de marca que rompiera los estereotipos en torno al cuerpo de una institución tan seria como es la policía. Y ello le llevó al estrellato digital. ¿Están dispuestos (preparados) los bibliotecarios a entrar en ese juego? ¿no siguen atenazándoles un exceso de corrección política? ¿una visión de la biblioteca que cada vez se desvanece más a golpe de clic?

 

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Fernández Guerra recurrió en su charla al famoso selfie colectivo con Hilary Clinton para constatar cómo ha cambiado todo. Ahora la noticia no es el famoso, es el espectador. La protagonista ya no es la biblioteca, ni el bibliotecario: es siempre el usuario. Algo de lo que ya hablábamos en Egobiblio, narcisismo y bibliotecas en la era del selfie.

 

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La última adaptación cinematográfica de Jane Austen aborda con tino la eterna vigencia de la frivolidad.

Empecemos la cuenta atrás para darle contenido al concepto de Biblioteca canalla (no vamos a desvelar quien lo dijo, lo que pasa en los congresos entre canapé y canapé, se queda en los congresos): una biblioteca a la que aburre mortalmente lo de alta/baja cultura, una biblioteca que asume sin complejos la frivolidad en sus estrategias sin renunciar a nada, y sin que ello tenga que pasar forzosamente por los gatitos, y los powerpoints de paisajes con frases de Coelho. Porque la frivolidad bien entendida es uno de los más altos logros de la humanidad. Como ya se dijo en otro sitio:

Un síntoma de que una cultura ha alcanzado cierto grado de sofisticación intelectual, es el hecho de que pueda permitirse cultivar la frivolidad. La pregunta sería, ¿a partir de cuándo la dosis de frivolidad aconsejable se excede y tiene efectos secundarios?

 

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El arte de la mentira: posverdad política en la era de las redes sociales

Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, ¿no? Pues a los bibliotecarios les corresponde demostrar su talla elevando el nivel de esa frivolidad en las redes, y aprovecharla para vender su «marca».

La mejor manera de desactivar esa posverdad tal vez no sea como hemos sugerido al principio: creando posverdades bibliotecarias paralelas, sino practicando una ironía inclusiva, no agresiva, que desarme a tanto pobre ignorante. Para quien no lo sepa en este blog hasta creamos un hashtag ad hoc: #bibliotecasvstrolls, que ahora se podría customizar como #bibliotecasvsposverdad

Quizás así se vayan creando comunidades digitales o físicas (tanto monta, monta tanto) en las que las posverdades se desmoronen con sólo rozarlas. A las bibliotecas les corresponde buscar la genealogía de nuestro presente e ir suministrándola a través de las redes:

la verdad os hará libres, la posverdad os hará esclavos

 

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Miedo, el apocalipsis de la posverdad.

 

No es muy probable que ese hombre blanco, de mediana edad o anciano, con escasa formación académica y de tintes racistas, xenófobos y homófobos que ha hecho triunfar al brexit en Reino Unido, y a Trump en los Estados Unidos: se sintiera impelido por ese eslogan. Pero al menos se podría ir desmontando su mundo de referencias al recordarle que ese himno que entona tan virilmente emocionado en el estadio o el pub ante cada éxito de su equipo: procedía de un hombre que representaba lo opuesto al mundo al que quieren abocarnos con sus votos.

 

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Freddie Mercury triunfante sobre Lord Darth Vader: dominando el lado oscuro de la Fuerza.

 

Esta semana se cumplen 25 años de la muerte de Freddie Mercury. Y puestos a elegir himnos para encorajarnos ante estos tiempos inciertos no aspiramos a ser los campeones, preferimos con mucho lo que proclamaba el inigualable Freddie en su I want to break free.

El líder de Queen supo hacer de su capa un sayo desde el principio: ‘macho man’ e icono gay, estrella histriónica y tímido de manual. Su sombra se alarga sobre muchas de las estrellas actuales y se erige junto con Bowie, Prince o Cohen (¡que se acabe ya este 2016!): en ese tipo de figuras que han legado un sustrato cultural de tal impacto que hace inviable esa Edad Media digitalizada a la que algunos están empeñados en arrastrarnos. 

 

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Golpe de estado cultural en ciernes

Los tiempos están cambiando, una obviedad para cualquiera que viva mínimamente la actualidad. Y no, esto no va de Bob Dylan, bastante se está hablando ya del flamante nobel para decir algo más por aquí. Esto va del asalto a los cielos, pero tampoco del asalto a los cielos marxista, ni desde luego del remix vintage de Pablo Iglesias. Esto va del asalto a los cielos culturales que se está gestando sin que muchos se den cuenta.

 

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Guerras bibliotecarias, la adaptación al cine del manga homónimo. En una sociedad cuyos medios están totalmente controlados por el poder, los bibliotecarios toman las armas y se atrincheran en las bibliotecas para defender la libertad de expresión y pensamiento.

 

Ya en el post La lectura todo lo magnifica nos hacíamos eco de un momento televisivo de esos que pasan totalmente desapercibidos, pero que los empeñados en leer las señales jamás cometemos el error de subestimar. En el pasteloso programa de entrevistas hogareñas de Bertín Osborne, el hijo de Ana Obregón defendía su amor por la filosofía y los libros en estos términos: «Yo creo que la filosofía te enseña a pensar, por así decirlo a ser, a tener autonomía en tus pensamientos, no depender de los valores y principios que rigen la sociedad […] encontré un refugio en los estudios, a mí me apasionan los libros.»

Y tan sólo unas semanas después, en la misma cadena en la que según el famoso meme se suicidan los libros: en el único programa que se puede considerar seudocultural de su parrilla, Pasapalabra, el ganador del bote más grande de su historia se lo llevó un poeta.

 

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David Leo en el momento de ganar el rosco de Pasapalabra

 

Pero lo más impactante del hecho no fueron los 1.866.000 euros que se llevó a casa (bueno lo que Hacienda le deje llevarse) fueron sus declaraciones sobre lo que va a hacer con dicha cantidad lo que resultaba más revolucionario. David Leo, que así se llama el ganador, quiere invertir lo ganado en viajar a Japón con su novia (hasta ahí nada que se salga de lo habitual) montar una librería-café, una academia de «saberes inútiles» para que especialistas en humanidades tengan un espacio de intercambio y comunicación, y centrarse en su carrera literaria.

¿Puede hacerse una declaración de intenciones más incendiaria en la cadena de programas como Gran Hermano, Sálvame Deluxe o Mujeres, hombres y viceversa? ¿Telecinco mecenas de las humanidades? Tampoco suena tan marciano, cuando hasta la propia Mercedes Milá está enfrascada en sacar adelante un programa sobre libros bajo el auspicio de Mediaset.

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Ouka Lele fotografiando el Olimpo de Telecinco

 

Táchenlo de paranoico, de ida de olla, de querer ver donde no hay, pero es muy posible que se esté gestando un golpe de estado contra el sistema cultural tal y como lo conocemos en la actualidad. Una subversión de los artríticos esquemas del entretenimiento de masas, un cambio de sentido que arrastre la estulticia que bulle en las redes, y deje flotando todo lo bueno que pulula por la red. Y este golpe de estado provendrá como todos del hartazgo, la saturación, el aburrimiento. Pero no se manifestará con la rabia de un escupitajo punki, ni con la rancia pana de los cantautores, ni con las flores en el pelo de los hippies: la subversión vendrá desde dentro y casi sin pretenderlo.

Se está fraguando con tipos como David Leo, que no tuvo complejo alguno en convertirse en concursante cuasi profesional de televisión; se cocina a fuego lento en las librerías que pese los agoreros aún abren en muchas ciudades, en las editoriales con propuestas innovadoras; en los cineclubes; y en las bibliotecas, también en las bibliotecas. Pero sólo en las que se dejen hacer.

¿Qué quiere decir eso de dejarse hacer? Pues de lo que va a ir el próximo Congreso de Bibliotecas Públicas que se celebrará en Toledo los días 16 y 17 de noviembre. Uno de los temas que prometen resultar más interesantes es el relativo a los makerspaces, los talleres en los que todo tipo de público tiene acceso a tecnología y equipamientos para fabricar, idear y diseñar prototipos. Un laboratorio abierto a la experimentación, un conciliábulo en el que puede que se termine de diseñar ese golpe de estado cultural que trastoque las cosas.

Volviendo a las señales que hay que estar atento para percibir, en un producto cultural tan mainstream y estandarizado como puede ser un vídeo de Justin Bieber, hay toda una lección de futuro aprovechable desde el mundo bibliotecario.

En 2015 el ídolo de adolescentes daba un vuelco a su estilo musical en un intento de afrontar su evolución hacia un público más adulto. Para su tema Where are Ü now? rodaron un vídeo en el que fans del cantante tomaban al asalto una galería de arte de Los Ángeles. Las paredes de la galería estaban llenas de fotos de su ídolo, y los fans tenían a su disposición todo tipo de pinturas y rotuladores para intervenir cómo mejor les pareciera la imagen de la estrella. El resultado de todas esas intervenciones terminó convirtiéndose en animaciones sobre la imagen del cantante en el vídeo.

 

 

Bieber, un ídolo 100% millennial como gusta llamar a los nacidos tras los 80, iluminando el camino. Tres años antes, en su gira de 2012, otra estrella musical proveniente de la era pre-Internet como Madonna, se dejaba escribir con rotulador palabras reivindicativas por parte de sus fans directamente sobre su espalda desnuda. Si quieres significar algo (como estrella o como institución) déjate hacer.

¿Tendrán esa capacidad muchos bibliotecarios y bibliotecas? Algunas decididamente lo intentan. Es el caso de Biblioteca Pública Fond du Lac (Wisconsin), primero cedieron las tarjetas de la biblioteca para que los usuarios las interviniesen e hicieran con ellas collages que lucir en sus paredes, y ahora lo cambian por un proyecto colaborativo para que desarrollen un fanzine aprovechando los medios y espacios de la biblioteca. El medio cultural más alternativo y contrahegemónico desarrollado desde una bilbioteca.

 

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Rolo o collage realizado por los usuarios con las tarjetas antiguas de la biblioteca

 

El lema contracultural Do it yourself (Házlo tú mismo) lleva extendiéndose por el mundo bibliotecario anglosajón desde hace tiempo, y no sólo en lo que se refiere a los makerspaces. Es una forma habitual de denominar a los tutoriales de las webs de muchas bibliotecas. Por ejemplo en la web de la Biblioteca de la Universidad de Oregón tienen la sección Library DIY (Biblioteca Házlo tú mismo) básicamente una Ayuda detallando las informaciones que precisas para ser autónomo a la hora de manejarte con sus recursos.

 

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El Do It Yourself de la biblioteca la Universidad de Oregón

 

No deja de ser irónico que Do It Yourself se considere un lema contracultural, cuando es lo que llevan haciendo muchos bibliotecarios desde el principio de los tiempos. Aunque ha sido durante estos años de crisis cuando la cosa ha llegado al paroxismo.

Durante los años de bonanza la megalomanía de algunos ¿responsables? políticos les llevó a erigir grandes infraestructuras culturales que una vez hecha la pertinente foto para los medios, quedaron a merced de unos presupuestos anémicos. Instalaciones estupendas, emblemas arquitectónicos para sus ciudades que los discretos bibliotecarios tenían que llenar de contenido con los mínimos recursos. Tal vez por eso, y no por una decisión estética voluntaria, muchos de las soluciones decorativas tienen no pocas semejanzas con la estética propia de un centro escolar o resultan «adorablemente» demodé.

 

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Saloncito vintage en la Biblioteca Regional de Murcia

 

Y así la limpieza de formas y líneas que el prestigioso arquitecto de turno ideó para deslumbrar a los ciudadanos, conviven con carteles en cartulina, contenedores decorados con papel maché o centros de interés forrados con papel de colorines comprados en un chino. No cabe mejor imagen para expresar el contraste entre los sueños cosmopaletos de algunos y la gestión cotidiana de la cultura a pie de calle que ejercen, entre otros, los bibliotecarios.

Pero precisamente ese es el espíritu. Los millenials adoran el Do It Yourself, y las bibliotecas lo llevan practicando desde siempre. El éxito entre las nuevas generaciones de la estética ochentera está detrás de todo esto, el hacer las cosas con cuatro duros auxiliados por las grandes posibilidades que ofrecen las tecnologías. Donde no alcance el dinero, que llegue el ingenio y la ironía. Sólo así se puede sobrevivir mientras se va gestando este golpe de estado cultural que estamos promoviendo desde dentro del sistema.

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La estética propia de la música vaporware se alimenta de los referentes del pasado, de los primeros ordenadores y del pop más pasado de vueltas de los 80.

 

Y para cerrar con una demostración práctica, nada mejor que un poco de electro-disgusting del dúo barcelonés Las Bistecs. Se dieron a conocer poniendo a caldo el mundo del arte, eso sí insistiendo en que no nos la tomásemos en serio; y en este vídeo además de dar ejemplo de maximizar recursos, morro mediante, nos dejan una honda reflexión: «no tengas fe en el progreso, aunque luego vayas preso«:

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Exorcismos de biblioteca (#bibliotecavstrolls)

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La familia Bergen al completo en los años 40.

 

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Una Candice ya adulta, dejando al aire el subconsciente con la forma en que «sujeta» a su hermano de madera.

La actriz Candice Bergen se congratulaba en sus memorias de ser una adulta razonablemente sana, mentalmente hablando. Su padre, Edgar Bergen, fue el ventrílocuo más célebre de los Estados Unidos durante décadas; y junto a su inseparable muñeco Charlie McCarthy, fustigó sin compasión a todo, y a todos. Al hacerse mayor, Candice fue consciente de que no era su hermano de madera, el que la odiaba; sino que era su progenitor, el que se burlaba de ella y la humillaba sin motivo. Tal era el poder que el muñeco ejercía sobre la personalidad del padre, que lo utilizaba como portavoz de su lado más oscuro, para regocijo de las masas, y martirio de su pequeña.

En los últimos años la ventriloquia no es que cotice muy al alza en la industria del espectáculo (tal vez una pena en casos como Doña Rogelia, pero nada que lamentar en el caso del «Toma Moreno» de Rockefeller), pero en cambio ese desdoblamiento de personalidad (objeto inanimado mediante), está más presente que nunca gracias a internet.

 

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¿Por qué estamos perdiendo internet por la cultura del odio?

 

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La bruja (2016) un excelente acercamiento, con tintes antropológicos, al tema de las posesiones diabólicas.

La última semana de agosto, la revista Time llevaba a su portada la cuestión del momento: ¿Por qué estamos perdiendo internet por la cultura del odio? El Doctor Jekyll y Mr. Hyde de las sociedades ha tenido diversas manifestaciones a lo largo de los siglos. Desde la Fiesta de los locos medieval, a los carnavales, las ejecuciones públicas o los campos de fútbol; pero la intimidad y la sensación de impunidad que proporciona una conexión wifi, no tiene parangón. Será por eso que proliferan últimamente ficciones sobre posesiones diabólicas. El género fantástico y de terror siempre ha sido el mejor para tomarle el pulso a cada época a través de sus fantasmas. En el remake de 2013 de la película de culto Posesión infernal, deberían haber sustituido la cabaña en el bosque, por un dispositivo con conexión a internet. Como toma de contacto con el Maligno, habría quedado mucho más actual.

 

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Posesión infernal (1981) de Sam Raimi

 

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Bibliotecario del siglo XXI llegando a su biblioteca

¿Será que las nuevas tecnologías nos están haciendo vudú? No es necesario recurrir a la Summa Daemoniaca del Padre Fortea (exorcista titulado) para ejercitarse en el manejo de estrategias para vencer al diablo versión 2.0. Si hay profesionales en la actualidad capaces de exorcizar a los demonios que se agazapan detrás de las pantallas, esos son los bibliotecarios. O al menos, eso es lo que espera su público de ellos.

Según el último informe sobre las expectativas que los norteamericanos tienen sobre las bibliotecas públicas, presentado por Lee Rainie, director del Pew Research Center (el oráculo en esto de investigar las últimas tendencias, problemáticas y actitudes que caracterizan a nuestro tiempo): un rotundo 78%, seguido de un 18%: consideran que uno de los papeles primordiales de las bibliotecas, es enseñar a los usuarios a proteger tanto su privacidad como su seguridad online.

 

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¿Deberían las bibliotecas ofrecer programas para aprender patrones sobre protección de la privacidad y seguridad online? 76% definitivamente deberían hacerlo – 18% quizás deberían de hacerlo – 4% definitivamente no deberían de hacerlo

 

También son mayoría los usuarios que creen que las bibliotecas deben impartir cursos sobre nuevas tecnologías; y al mismo tiempo, un alto porcentaje insiste en que deben preservar su identidad como lugares físicos seguros y tranquilos. A veces da la sensación de que a las bibliotecas se les exige que sean como el gato de Schrödinger: y estén y no estén al mismo tiempo en el siglo XXI. A la vanguardia, y en la tradición; en el ruido y en el silencio. Y así lo más probable, es que terminen siendo más como el gato de Cheshire de Lewis Carroll.

 

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«Estamos todos locos aquí», un buen eslogan para las bibliotecas del XXI. El gato de Cheshire de la versión de Tim Burton de Alicia en el país de las maravillas

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El libro troll del youtuber más célebre, El Rubius, fue desaconsejado por las autoridades colombianas, por ser pernicioso para los menores. Mientras Google, recurre a los youtubers para impartir pautas de seguridad entre los jóvenes latinoamericanos.

 

Volviendo al aprendizaje para proteger la privacidad y defenderse de los trolls; nuestra compañera Carmen Rodríguez ya dedicó un interesante post en este mismo blog al Uso seguro de internet. En esa ocasión, más orientado a las buenas prácticas que, según la IFLA, servían para proteger a los menores Pero siempre se puede dar un paso más, en esto de combatir esta plaga troll desde las bibliotecas.

Se podría tomar nota de Google, que ha recurrido a los amados/aborrecidos youtubers para que aconsejen a la hora de proteger la seguridad en internet. El pasado julio, lanzó una campaña en Latinoamérica para que los influyentes youtubers aparquen las chorradas por un momento, y adoctrinen dando consejos para lograr un internet más seguro. Algo a tener en cuenta desde las bibliotecas, aunque también se podría añadir un algoritmo de amor en las redes wifi de las bibliotecas.

 

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Así vendía la idea Coca Cola durante la Super Bowl 2015: «En Twitter. Encuentra cualquier tuits que debería ser más feliz y replícale con #MakeItHappy. Nosotros responderemos convirtiéndolo en una pieza de arte»

 

Es lo que hizo la multinacional Coca Cola durante la Super Bowl del 2015, creando un algoritmo que se activaba al utilizar el hashtag #MakeItHappy (Hazlo feliz). Dicho algoritmo transformaba cualquier mensaje desagradable en las redes en dibujitos de color rosa. La idea era buena (si obviamos la edulcorada censura que podría incentivar), pero no tanto el resultado. Los trolls se saltaron el algoritmo, y fueron publicando un capítulo entero de Mein Kampf (Mi lucha) el ideario de Hitler, que hizo que la empresa terminara por clausurar la campaña.

Nuestra propuesta pasaría por un hashtag más propio, como #HazloLiteratura (o mejor aún #Bibliotecavstrolls), que transformara la bilis digital en citas literarias, que renovaran la esperanza en que internet no tiene porque ser otro gran invento desaprovechado por la estupidez humana. Como sostenía un tuit bibliotecario que seguía el Congreso Internacional de la IFLA celebrado este agosto: «las bibliotecas son la respuesta a los trolls de internet«:

 

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El bloguero iraní Hossein Derakhshan que estuvo seis años encarcelado por escribir en diversos blogs (uno de ellos bajo el título de Ketabkhan que significa el lector de libros) ; una vez liberado, y viendo la deriva que está tomando internet, declaraba en una reciente entrevista: «preferimos ver a leer, y es muchísimo más fácil manipular a la que gente que no lee«. Derakhshan defensor a ultranza de los blogs, del valor de la palabra escrita en digital frente a la dictadura de la imagen; mantiene que hemos pasado del Internet-Libros al Internet-Televisión:

«Vemos como los ‘emojis’, emoticonos, son la nueva forma de comunicarse. La gente se inclina más por ver que por leer y ¿no es esto una regresión a los tiempos anteriores a la invención del alfabeto, una regresión a cuando vivíamos en cuevas? ¿Cuáles serán las consecuencias de esto? Lo terminaremos viendo en las democracias, sobre todo en occidente. Es muchísimo más fácil manipular a la gente que no puede, que no sabe o no quiere leer. Donald Trump es un producto de la tele»

 

Una cuerda floja sobre la que tienen que hacer equilibrios de nuevo los bibliotecarios: entre asegurar el anonimato de los internautas (con la adscripción a la red Tor, por ejemplo); y ejercer como exorcistas de esas posesiones demoníacas digitales, que llenan la red de espumarajos y vómitos de odio.

 

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¿Está el líder de Massive Attack detrás de la identidad secreta de Banksy?

 

possession-663883271-largeY como la actualidad siempre viene al socorro de cuestiones tan cadentes como estas, nada mejor que cerrar con el fascinante Voodoo in my blood (Vudú en mi sangre) del grupo Massive Attack. Por una parte, porque la impactante noticia de que es posible que su líder Robert del Naja, sea la identidad secreta del célebre activista/artista Banksy: es el contrapunto perfecto hablando de anonimato y posicionamiento político ante la sociedad actual.

Por otro lado, porque en este homenaje que el grupo de Bristol hace a la brutal escena del túnel del desquiciado clásico de los 80, Possession de Andrzej Zulawski; no es ningún demonio el que posee a la actriz Rosamund Pike. Más bien parece el espíritu digital de una época que nos hace danzar a su ritmo sin darnos respiro, no vaya a ser que procesemos algo de la información que engullimos cada día, y lleguemos a formular una idea propia.

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Matrix bibliotecario: entre el espacio físico y el virtual

A partir del próximo 16 de noviembre se celebrará el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas en Toledo, y el tema central que se propone abordar no puede resultar más prometedor: espacios físicos, espacios virtuales.

Si hay algo que debatir y reflexionar en la biblioteca del siglo XXI: es sobre la creación de comunidades virtuales y el replanteamiento que ello supone para sus espacios físicos. Por mucho que los apocalípticos de cada momento anunciaran la muerte del papel ante la pujanza de lo digital: las noticias no hacen más que contradecirles (o al menos puntualizarles).

 

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Pero por otro lado, sólo hay que repasar las estadísticas de préstamo de bibliotecas para constatar que el préstamo de audiovisuales y grabaciones sonoras decayó desde el 2010 hasta 2014 en casi un millón y medio; y el de libros en cerca de medio millón. Sacar conclusiones apresuradas sobre el impacto de lo digital en esta merma puede ser precipitado sin tener en cuenta los graves recortes presupuestarios de estos años; pero qué duda cabe que las descargas de contenidos culturales, legales o ilegales, afectan a lo que ha sido uno de los servicios estrella en las bibliotecas.

 

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Para ir calentando motores, de cara a las futuras conclusiones de congreso: es interesante atender cómo este debate está calando en medios ajenos a la profesión. Recientemente en la veterana revista estadounidense The Atlantic, se publicó un artículo
bajo el título How Libraries Are Becoming Modern Makerspaces (Cómo las bibliotecas están llegando a ser makerspaces), que da una panorámica a tener en cuenta sobre la situación en las bibliotecas norteamericanas.

La autora del artículo, Debora Fallows, destaca las palabras que el director del Centro para el futuro de las bibliotecas de la ALA pronunció sobre los makerspaces:

“expanden la misión de las bibliotecas como lugares donde la gente no solo consume conocimiento, sino que crea nuevo conocimiento”

 

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Futuros americanos: reinvención y resiliencia a través de la nación. Pilotado por James Fallows con Deborah Fallows

 

Debora está casada con el escritor James Fallows, y ambos están inmersos en el proyecto American Futures. Con este proyecto que arranca en 2013, la pareja está viajando a bordo de una avioneta por todo el país para visitar numerosas ciudades. Su objetivo es comprobar cómo los estadounidenses están afrontando las oportunidades económicas, ambientales y tecnológicas que plantea el nuevo siglo. Debora concretamente en este artículo constata hasta qué punto la creación de makerspaces o Fab Lab ha ido extendiéndose desde el 2011.

La biblioteca pionera en crear un makerspace fue la Fayetteville Free Library en Nueva York. Todo arrancó a raíz de la sugerencia de una estudiante de Biblioteconomía de la Universidad de Siracusa, que le propuso a Sue Considine, directora de la biblioteca: la instalación de una impresora 3D. A partir de ahí el equipo del centro se implicó en la creación del primer makerspace, que cinco años después incluye: un Creation Lab para adolescentes y preadolescentes, y un Little Makers para niños.

 

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El maravilloso cartel diseñado por Saul Bass para Anatomía de un asesinato de Otto Preminger; pero también serviría para Asesinato de la Biblioteconomía

 

Laura se había inspirado en artículos como Killing Librarianship (literalmente: Asesinando la Biblioteconomía) un artículo de su profesor David Lankes de la Universidad de Siracusa. El killing (asesinando) que el profesor adopta, es la acepción propia del argot callejero, con el sentido de “pensar a lo grande” asesinando lo que nos estorba. Y en la biblioteca pública del siglo XXI lo único que estorba es el inmovilismo mental.

Aunque el proyecto American Futures para el que viaja Debora Fallows, abarca todos los estados: las experiencias que nos relata en el artículo fueron de lo más cercanas. Los Fallows viven en Washington, y fue en dos bibliotecas del sistema público de la capital estadounidense; donde Fallows comprobó en primera persona las posibilidades de la creación de makerspaces.

a7cd6b85dEn la biblioteca insignia de la red de la ciudad, la Memorial Library Martin Luther King disponen de hasta ocho impresoras 3D (bautizadas con nombres de actores como Kevin Spacey, o simplemente María, por la robot protagonista del clásico Metropolis de Fritz Lang); una máquina de fresado para hacer prototipos en madera, plástico o aluminio; un cortador láser capaz de grabar metales, y cortar cartón, madera e incluso calabazas (nos podemos imaginar lo solicitada que estará en Halloween); y un amplio conjunto de herramientas de todo tipo que transforman a la biblioteca en una auténtico taller para la comunidad.

Aunque la experiencia más interesante, por distinta, es la residencia para artistas, fabricantes o diseñadores que ofrece la biblioteca. Dotado con 25.000 dólares, este programa de residencia para creadores de la Library Foundation incluye los gastos para material, difusión y viajes. Los residentes tienen que desarrollar talleres para los usuarios de las bibliotecas de la red.

Los primeros beneficiarios de esta residencia han sido los artistas locales Billy Friebele y Mike Iacovone. El discurso creativo de este dúo de artistas se centra mucho en la reflexión desde la imagen sobre el espacio urbano. En 2010, su obra Free Space consistía en un mapa enorme de la ciudad que había sido «vaciado» dejándolo en blanco: para luego ir cubriéndolo con las fotos de zonas de la ciudad que les enviaban vecinos y residentes. Las fotografías se fueron superponiendo hasta conformar el mapa en relieve de la geografía social de Washington.

 

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Una de las obras de Mike Iacovone con Washington como protagonista

 

En la residencia que ahora desarrollan en la Memorial Library Martin Luther King (en cuyo vestíbulo se expuso su mapa en relieve), retoman en cierto modo su obra Free Space pero ahora añadiendo la impresión 3-D, y a los usuarios de la biblioteca. Los artistas quieren involucrar a las personas en sus espacios públicos a través del arte. Para ello organizan talleres en la biblioteca con nombres como Walking as drawing (Camina como dibujas, que recuerda al post sobre los walking readers de hace unas semanas), en el que los usuarios de la biblioteca participan en la creación de una obra de arte colectiva.

El proyecto consistía en que los participantes caminaran durante 45 minutos por espacios públicos, empezando y terminando su paseo en la biblioteca. Cada uno trazaría su recorrido, bien con una aplicación en el móvil, o directamente en un mapa impreso: para que posteriormente Friebele y Iacovone los trazasen sobre un plano de la ciudad, y los recreasen en 3D.

 

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Los itinerarios del taller Walking as Drawing superpuestos en 3D

 

El resultado del taller se concreta en esas recreaciones en 3D. Pero más allá de esa representación visible de la experiencia: lo que consiguen con esa propuesta es hacer que los participantes perciban los espacios urbanos de una forma diferente. Se trata de mirar tu entorno con una nueva mirada, abrir bien los ojos y oídos, reconsiderar el espacio que ocupas (tal como deben hacer los bibliotecarios), y ser más consciente de cuanto nos rodea.

 

Las experiencias que Debora Fallows relata en su artículo, sitúan perfectamente las coordenadas en las que están abocadas a moverse las bibliotecas a partir de ahora: entre lo real y lo virtual. Remodelando sus espacios y servicios presenciales, al tiempo que incrementan su oferta de contenidos digitales. En el siglo XX, si no tenías dinero para comprar todos los libros que querías leer, no por ello tenías que robarlos, bastaba con tener el carné de biblioteca. ¿Por qué ha de ser diferente ahora si la biblioteca te ofreciera lecturas, cine y música en el propio domicilio sin necesidad de descargas ilegales?

Como contrapartida, la biblioteca como continente deberá abrirse a usos insospechados hasta ahora; convertirse en la alternativa a lo virtual. En ese contexto, los bibliotecarios serán como los rebeldes que se infiltraban en el sistema Matrix, en la trilogía de los hermanos Wachowski: capitanes de naves al rescate de los que corren el riesgo de perderse en un mundo ilusorio que confunden con la realidad.

 

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APPs para bibliotecas: conexión con los usuarios allá donde estén

vídeos de promoción de bibliotecas premiados en el VII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas celebrado este mismo mes, hoy nos acercamos a las Apps bibliotecarias, que también recibieron su reconocimiento. En este caso, la aplicación móvil premiada -elegida por el comité científico- fue la de las Bibliotecas Públicas de Navarra, como muchos de vosotros ya sabéis. Como ya tenéis la información esencial de esta App y del resto de las presentadas a concurso en la propia web del Congreso, aquí lo que haremos es repasar brevemente para qué puede servir una aplicación, cuáles son los elementos básicos que es aconsejable que contenga y qué herramientas podéis utilizar para realizarla. Esperamos que os resulte útil. appbiblionavarra

¿Por qué y para qué?

Sabemos que uno de los debates más potentes del momento es el que gira en torno al proceso de adaptación de las bibliotecas a la sociedad digital, a un entorno que está revolucionando las formas de comunicarse y compartir información, y los dispositivos móviles están jugando (por el momento) un papel crucial en este cambio. El reciente VI Informe de IAB-Spain sobre Mobile Marketing muestra la penetración de los smartphones en la población (el 87% de los internautas, y el 52% de la población entre 18 y 55 años) y el crecimiento en 14 puntos en el último año en el uso de tablets hasta situarse en el 57%, con dos horas y media de conexión diaria a estos dispositivos móviles por parte de los usuarios. El acceso por medio de apps ronda el 70%. “Éramos conscientes de la importancia de las nuevas tecnologías para dar a conocer los servicios de las bibliotecas”, explicaba Fernando Ross, técnico del Servicio de Bibliotecas Púbicas de Navarra, en la rueda de prensa de presentación de la app ganadora en el Congreso. Empezaron mejorando la web de las bibliotecas y después decidieron elaborar ellos mismos su propia app. El objetivo, el “para qué”, era claro: poner toda la información sobre la red de bibliotecas navarras en los dispositivos móviles de los usuarios. En la Red de Lectura Pública de Euskadi han dado un pasito más a la hora de elaborar su aplicación y han pensado, además, en fomentar la participación de los usuarios introduciendo algunas funcionalidad sociales en la app.

Elementos para incluir en una app para bibliotecas

Os ofrecemos aquí una lista que no pretende ser exhaustiva, pero sí contener los elementos básicos y un poquito más:
  • Mapa de situación de bibliotecas y geolocalización para mostrar al usuario la más cercana.
  • Información práctica: horarios, servicios bibliotecarios…
  • Acceso al catálogo de las biblioteca.
  • Escaparate de novedades.
  • Servicio de reserva de libros, CD y otros materiales en préstamo.
  • Agenda/calendario de actividades (de la biblioteca, de otros servicios culturales, del barrio…).
  • Enlace a webs, blogs y perfiles en las redes sociales de las bibliotecas.
  • Funcionalidades para la comunicación con la biblioteca por teléfono o correo electrónico.
  • Sistema de alerta para novedades y noticias.
  • Perfil de usuario desde el que poder interactuar con la biblioteca y otros usuarios, hacer comentarios, check-in en la biblioteca, etc.
Probablemente dentro de poco encontraremos que las app incluyen, además, acceso directo para la descarga de libros, revistas y otros materiales que ofrezca la biblioteca en formato electrónico, como ya hacen las Bibliotecas de Queens, en Nueva York.

Cómo hacerla

APPEibarNo es necesario encargar externamente la elaboración de la aplicación, ni hacer inversión alguna, ni tampoco tener unos conocimientos informáticos de nivel experto. Existen en internet herramientas gratuitas que os permitirán desarrollar a vosotros mismos la aplicación. En el Servicio de Bibliotecas Públicas de Navarra han utilizado Mobincube y en la Biblioteca de Eibar, después de un curso de formación para uno de sus técnicos, han usado Appsbar  (esta última solo disponible en inglés). Pues nada, ya solo queda ponerse manos a la obra. Una cosa que es importante recordar: como en todo lo que tiene que ver con nuevas tecnologías, internet y redes sociales, lo que más trabajo da no es crear la herramienta sino mantenerla. Por eso es importante que penséis en la actualización y mejora de la app que desarrolléis y de los contenidos que incluyáis, pero pensad también en las ventajas y oportunidades que os ofrecen. ¡Ánimo!]]>

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Comunicar los valores de la biblioteca: algunos ejemplos del #VIICNBP

VII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas que se clausuró el viernes pasado en Badajoz ha sido la necesidad de mejorar la comunicación de las bibliotecas. Lo expresaba muy bien Juan Sánchez en su estupenda intervención cuando decía que «tenemos que contar los valores de la biblioteca a la sociedad”. El debate se reflejaba también en Twitter: TuitVIICongresoTuitVIICongreso2Pues bien, hay ya muchas bibliotecas que están haciendo los deberes y con buena nota. Como ejemplo, los vídeos de promoción que se presentaron a concurso en el mismo congreso. Ganó este vídeo de las Bibliotecas de Gandía, totalmente participativo, que cuenta todos los servicios que ofrece la biblioteca, y acaba resumiendo perfectamente por qué es importante para la vida de los vecinos. Las Bibliotecas de Gandía ganan con este premio un lote de 310 títulos que recibirán las bibliotecas y la financiación de la visita de un autor Premio Nacional de Literatura, el que ellos elijan. Pero sobre todo han ganado el reconocimiento de sus colegas y de los ciudadanos a los que prestan servicio. Pero hay muchos otros vídeos que nos han gustado, y de todos los presentados se pueden aprender cosas. Aquí hacemos una selección de ellos. El vídeo de las Bibliotecas Públicas Municipales de Madrid quiere mostrar la biblioteca como lugar de participación constructiva y para el desarrollo personal y educativo de la población. Nos gusta llueva, nieve o salga el sol. Mucho buen rollo hay aquí… También hay buena onda, y una pizca de humor, hay en el vídeo presentado por la Red de Bibliotecas Municipales de la comarca sevillana de Aljarafe – BiMA, que hace hincapié en la biblioteca como espacio de convivencia. La Biblioteca Central de Castelldefels quedó en segunda posición en el concurso con este vídeo sobre el Proyecto “Biblioteca & CO: colabora, coopera y coparticipa”, que también presentó como buena práctica en el Congreso. Habla de la biblioteca como motor de la vida cultural de la ciudad. Para probar que las palabras de Juan Sánchez se traducen en hechos, la Biblioteca de Castilla-La Mancha ha estado muy activa realizando vídeos promocionales de mucha, mucha calidad. Nos encanta el vídeo del flash mob, pero nos quedamos con el que cuenta el Bibliobotellón organizado el 13 de diciembre del pasado año fue todo un éxito. Su objetivo: atraer a los jóvenes a la biblioteca. Este vídeo lo cuenta: Lleno de amor por los libros está el vídeo en forma de cuento de la Biblioteca Municipal de Arucas (Las Palmas de Gran Canaria)  que sirve para que conozcamos el proyecto «El círculo de la palabra», realizado en colaboración de la Asociación Cultural «Labrantes de la palabra», en el que un grupo de mayores vinculado a la biblioteca realiza sesiones de cuentos en los colegios, bibliotecas y centros socio-culturales. El proyecto, que lleva ya cuatro años funcionando, ha servido para propiciar el encuentro intergeneracional, estimular la recuperación de la memoria personal y familiar, y mejorar la expresión oral y la capacidad de escucha de los niños y niñas. Y para finalizar, el vídeo de promoción de un proyecto estupendo, “Biblioteca con ciudadanos”, una iniciativa llevada a cabo en Talavera de la Reina (Toledo) en la que han participado la Biblioteca José Hierro y los alumnos y profesionales del Centro de Educación Especial Madre de la Esperanza de esta ciudad. Su objetivo es que la biblioteca sea accesible para todos los ciudadanos, independientemente de sus capacidades. Entre otras cosas se han centrado en charlas de sensibilización para los profesionales y en identificar dificultades de accesibilidad en la biblioteca, desde la información que era difícil de entender, desarrollo de pictogramas, carteles de lectura fácil. Esperamos que estos vídeos os inspiren para poneros manos a la obra a comunicar eso que a nosotros nos pareció la mejor frase de todo el congreso: LA BIBLIOTECA CAMBIA VIDAS. ¡Feliz semana!]]>

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¡Nos vemos en la FIL!

FIL2012Como ya ocurrió el año pasado, la revista Infobibliotecas ha viajado a Guadalajara (México) a la Feria Internacional del Libro (FIL), el encuentro literario y editorial más importante del mundo de habla hispana. Podréis encontrar nuestra publicación en el stand de la Arce (Asociación de Revistas Culturales de España). Y si os apetece venir a conocer más de cerca a parte del equipo de la revista, podréis encontraros con Celso Figueroa, editor de Infobibliotecas, hoy miércoles 4 de diciembre a las 10.30 h, hora local.

Lo que somos

En la sociedad de la información, la biblioteca de nuestros días aspira no solo a prestar libros, discos y películas, sino también a convertirse en nodo concentrador de información y en generador de una cultura en la que se impone la fusión de disciplinas, la mezcla de formatos y la transgresión de los géneros y las fronteras clásicos. Editada en papel y en formato digital, Infobibliotecas es la primera revista enfocada a la información sobre los centros de lectura, con una mirada transversal hacia toda manifestación cultural que tiene cabida en ellas: literatura, música, arte, cine, teatro, etc.

Dirigida a profesionales y usuarios, y elaborada por un equipo de periodistas expertos en información de la cultura, Infobibliotecas nace con el objetivo de defender la necesidad de las bibliotecas públicas como difusoras de una cultura universal, así como de generar un debate enriquecedor sobre su futuro.

Como muchos sabéis, Infobibliotecas es una revista joven que acaba de cumplir año y medio, pero en este corto espacio de tiempo ha crecido considerablemente en todos los aspectos; tenemos más lectores, más subscriptores, más publicidad, mayor relevancia en el ámbito cultural y en el entorno bibliotecario y ¡hasta más páginas! No queremos dejar de crecer, así que nuestros ojos están puestos también en Lationamérica, una región en la que las bibliotecas tienen un papel fundamental en el desarrollo, la cohesión y la conquista de un acceso a la cultura, la información y la formación igual para todos. Nos gustaría compartir experiencias, conocer y dar a conocer estos avances. Infobibliotecas es la revista de las bibliotecas públicas y queremos dar voz también a los centros de lectura en los países de habla hispana.

Ven a conocernos, será un placer presentarnos. El stand de ARCE, en el que nos encontrarás. está situado en el Pabellón Internacional, ii6. Os esperamos hoy miércoles 4 de diciembre a las 10.30 horas. ¡Será un gusto saludarnos!

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