Nada sale gratis: las bibliotecas tampoco

 

El cine superó los barracones de feria en los que nació para habitar suntuosas salas en el centro de las ciudades. El videojuego, cuyo hábitat inicial fueron billares y salones recreativos, ha progresado hasta llegar a museos. Las bibliotecas, en cambio, que nacieron en templos y palacios: se esfuerzan por descender hasta los más desfavorecidos.

Pero, independientemente de sus trayectorias, ascendentes o descendentes: cine, videojuegos y bibliotecas tienen algo en común. Los tres han terminado por ser consumidos desde los sofás de los hogares recreando un espejismo de gratuidad.

 

 

En la revista digital ‘Yorokobu’ se publicó recientemente una entrevista con la psicóloga que está detrás del desarrollo de uno de los videojuegos más exitosos de todos los tiempos: Fortnite.

Celia Hodent, que así se llama la psicóloga, señala la gratuidad de los videojuegos como una posible trampa. Una vez picado el anzuelo, solo pagando, se consigue añadidos que amplíen las posibilidades de triunfo. Un buen adiestramiento capitalista para los millones de gamers absortos en las pantallas.

Hodent se lamenta de que en la industria no se discuta lo suficiente sobre los límites éticos de los videojuegos. Confiemos que pasado un tiempo, Hodent, no termine como algunos de los creadores de las redes sociales: disculpándose por haber colaborado en la alienación digital de las nuevas generaciones. Pero, como ella misma dice: la mala fama que acarrean los videojuegos antes la tuvo el cine, la televisión o los cómics.

 

Escena en una biblioteca en el videojuego Fortnite.

 

En cualquier caso, lo más destacable es que haya psicólogos ayudando a desarrollar videojuegos. Cuando se crearon los estudios de psicología, allá por 1860 en Suiza, la profesión parecía orientada a ayudar a desentrañar la psique humana para tratar y mitigar sus patologías. Pero visto la de psicólogos que hay en la plantilla de shows televisivos como Gran Hermano, en agencias de publicidad y en los equipos electorales de los partidos: el potencial para manipular de la profesión destaca por encima del resto de sus aplicaciones prácticas.

Pero lejos de criticar nada, más bien, nos preguntamos: ¿por qué no se cuenta también con psicólogos a la hora de diseñar los planes de fomento de la lectura/cultura para bibliotecas?

Hodent declara que su motivación para entrar en la industria de los videojuegos fue mejorar su calidad y proyectarlos más allá del simple entretenimiento. En su trabajo tiene muy en cuenta la curva de olvido del psicólogo alemán Herman Ebbinghaus. Según dicha curva: si has aprendido cierta información sin ningún método es probable que olvides un 70% en cuestión de un día.

 

Una curva que se debe de combar hasta rozar el suelo en el caso del método cuántico de lectura que se ha ido extendiendo en China. El método ideado por el profesor japonés Yumiko Tobitani se está publicitando dirigido principalmente a los jóvenes. Cursos en los que se promete la lectura de 100.000 palabras en cinco minutos. En una sociedad donde el nivel de estudios marca la diferencia: el método cuántico es a la lectura lo que las dietas milagrosas a la salud. La lectura en tiempos del beneficio inmediato.

Pero nada sale gratis. Si se quiere leer a la velocidad del rayo será a costa de renunciar al placer. ¿Será por eso que las ofertas de descuento destacadas, para estas Navidades, en Amazon: se olvidan de los libros y dan preferencia al Satisfyer?  Según la publicidad, con el famoso artilugio el placer está asegurado entre la población más lectora: las mujeres. Orgasmos en menos de dos minutos. Ya que cuesta tanto alcanzar una igualdad real, al menos, que se iguale el tiempo que tardan en alcanzar el orgasmo los dos sexos. Si hay que competir con las máquinas convirtámonos en máquinas.

 

 

Pero no nos dispersemos más de la cuenta. Cuando todo parece a punto de descarrilar desembocamos de nuevo en las bibliotecas. En las conclusiones de las recientes Jornadas ‘Presente y futuro de las bibliotecas’, organizadas por Anabad-Murcia, con motivo del 30º aniversario de los estudios de Biblioteconomía en la UMU: el catedrático José Antonio Gómez Hernández lanzó una reflexión que enlazaba con lo de la gratuidad.

Según Gómez, tal vez, habría que empezar a darle la vuelta al eslogan que tanto se ha repetido durante los últimos años: ‘las bibliotecas no son un gasto sino una inversión’. En una sociedad capitalista: solo a lo que cuesta dinero, a lo que supone un gasto: se le reconoce un valor. En resumen, se le respeta. Si algo sale gratis, sospecha, puede que estés pagando un precio más alto que el dinero. Tu intimidad, tu compromiso en lo que crees, tu libertad, o la sociedad que te gustaría en el futuro.

Y precisamente ha sido en un medio económico y financiero, el británico ‘Financial Times’: donde, la escritora y crítica literaria hindú, Nilanjana S. Roy ha publicado una columna defendiendo a las bibliotecas. Su título desafía con una pregunta y su respuesta: ¿Quieren construir democracia? Entonces construyan bibliotecas.

 

 

Roy cita en su artículo el libro del sociólogo Eric Klinenberg Palaces for the People (2018). Un libro que esperemos alguna editorial española tenga la visión de publicar en nuestro país. El subtítulo aclara bastante sobre lo que versa: «cómo las infraestructuras sociales pueden ayudar a luchar contra la desigualdad, polarización y el declive de la sociedad civil». Y entre las infraestructuras sociales que el sociólogo sitúa en lo más alto de su lista están, como no, las bibliotecas.

El único libro de Nilanjana Roy publicado en castellano.

Además, Roy en su articulo, revisa la situación en que se encuentran las bibliotecas en diversos ámbitos geográficos.

Para la escritora hindú si alguien ha demostrado entender bien el valor y alcance del papel de las bibliotecas en las sociedades esos son los autoritarios y populistas. Y gracias a esa comprensión están dedicándose a combatirlas o, directamente, eliminarlas.

En Egipto, el presidente Abdel Fatteh el-Sisi echó el cierre a las bibliotecas de Al-Karama por estar financiadas por el defensor de los derechos humanos Gamal Eid. En Turquía asfixian presupuestariamente las redes de bibliotecas y ordenan quemas de libros. Este pasado agosto, más de 300.000 libros, fueron calcinados por orden el ministro de Educación. Cualquier referencia al golpe de Estado de 2016 hay que borrarla del mapa.

 

 

Trump por su parte lleva tres años recortando el presupuestos de las bibliotecas y está decidido a eliminar el Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas. En la India, el Partido Popular Indio, han optado por promover las bibliotecas, sí, pero bibliotecas que promocionen fondos que sustenten el discurso ideológico del partido en el poder.

Pero tal vez lo más triste es constatar que, esos discursos de odio a la cultura, encuentran colaboracionistas entre las propias filas bibliotecarias. Precisamente hace poco, en las redes sociales chinas, se hacía viral una fotografía de dos bibliotecarias a la puerta de su centro de trabajo quemando libros prohibidos.

 

 

Visto el panorama pareciera que los problemas de financiación para las bibliotecas no provienen tanto de la falta de recursos y medios. No se trata de priorizar necesidades básicas en las asignaciones presupuestarias ante la escasez de riqueza. Se trata de una purga ideológica, orquestada y organizada, por los gobernantes de algunos de los países con más peso en la escena internacional.

Otro de los libros que Roy cita en su artículo en defensa del papel de las bibliotecas en la sociedad actual.

El dinero es cobarde, según los especuladores, pero más allá de su cobardía está el hecho de que las bibliotecas sean capital de riesgo. De riesgo de democracia, de riesgo de un pensamiento independiente, de riesgo de ciudadanos independientes no manipulables.

Y eso no interesa al populismo, de derechas o de izquierdas, que campa a sus anchas por este nuevo siglo.

Un populismo reaccionario que guarda muy pocos grados de separación con el supuesto progresismo digital de Silicon Valley (con sus gurús provenientes de Berkeley y su tradición contracultural): cuando se trata de alienar a la población. Y en ese panorama, las bibliotecas públicas, siempre resultan anomalías en el sistema.

Todo tiene un precio, cierto. Pero parafraseando una frase que se hizo célebre durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992: «no es la economía, estúpido, es la ideología». Nada sale gratis. Pero lo que sale mas caro siempre es la independencia de criterio.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Biblioteca apache

 

En ocasiones la actualidad te lleva de la mano. No hace mucho en El ángel exterminador bibliotecario nos recreábamos en la posibilidad de que grupos de usuarios quedasen enclaustrados en una biblioteca; y hace unas semanas, también nos hacíamos eco del vandalismo en una biblioteca parisina en Asalto a la biblioteca del distrito 18. En este arranque del mes de abril las líneas argumentales de estos dos posts se entrecruzan en esta Biblioteca apache.

 

El poder de los libros representado por el artista Mladen Penev.

 

El ensayo del sociólogo Denis Merklen: ¿Por qué se queman las bibliotecas?

El 5 de marzo la biblioteca pública del distrito de La Duchère, en Lyon, fue incendiada por unos delincuentes como represalia por el desmantelamiento de una red de tráfico de drogas que operaba en dicho distrito. Según el sociólogo Denis Merklen, autor del libro ¿Por qué se queman las bibliotecas?, se han registrado, al menos, 75 incendios intencionados de bibliotecas durante los últimos veinte años en Francia.

Merklen resalta el carácter simbólico que tiene el hecho de quemar bibliotecas como respuesta a problemáticas sociales latentes en la sociedad gala. La importancia y protección que en Francia se da a la cultura, es probable, que signifique a las bibliotecas como víctimas propiciatorias de ese ansia de destrucción contra los símbolos de una sociedad. En cambio, al otro lado de los Pirineos, podemos respirar tranquilos.

Como comentaba el periodista del área de cultura de ‘El diario vasco’, Alberto Moyano, a cuenta de lo que planteábamos en Asalto a la biblioteca del distrito 18:

 

 

Un tuit que nos gustó, en primer lugar, por expresar su discrepancia (el primer paso para enriquecerse en un diálogo amable en la red); además ese «disparar en demasiadas direcciones» nos encanta para un post que se llama Biblioteca apache; y, sobre todo, por incidir en ese poder perturbador, en esa hostilidad que aún pueden llegar a provocar los libros (y por ende las bibliotecas) como símbolos. Si algo incomoda es que sigue ejerciendo un poder hasta en los que se creen más ajenos a su influjo. Algo que, pese a estar al otro lado de los Pirineos, también encontramos fascinante.

 

 

Christian Slater ya contaba con unos precoces antecedentes bibliotecarios por su papel en El nombre de la rosa (1986).

Y cambiando de latitud y escenario pero no de temática: el Festival de Cine de Santa Barbara en los Estados Unidos se inauguró el pasado 31 de enero con la proyección de la película dirigida por Emilio Estevez: The public (2018). En el reparto, entre otros, aparte del propio Estevez, estrellas como Alec Baldwin o Christian Slater.

The public se centra en un grupo de vagabundos y personas en riesgo de exclusión; y en las relaciones que establecen con los trabajadores de una biblioteca del centro de Cincinnati.

Una noche, tal cual como en nuestro ángel exterminador bibliotecario, suena el aviso de cierre de la biblioteca y un grupo de sin techo se niega a abandonar la biblioteca. Los refugios de la ciudad están atestados por una cruda ola de frío y la única opción es pasar la noche a la intemperie. A partir de aquí, el conflicto se complica cuando los bibliotecarios deciden apoyar a los okupas, y se posicionan frente a políticos y medios sensacionalistas: planteándose un acto de desobediencia civil que sirve para exponer algunos de los problemas sociales más candentes de la sociedad estadounidense (y por extensión de las sociedades occidentales).

 

 

La película de Estevez, no tiene aún fecha de estreno en nuestro país, pero promete convertirse en un título de referencia en el mundo bibliotecario. Al igual que el incendio de bibliotecas en Francia denota las tensiones sociales que se viven en el país vecino: de la película norteamericana se pueden sacar varias lecturas, pero en este caso, positivas.

Independientemente de la calidad de The public (atendiendo al tráiler parece que la acostumbrada competencia estadounidense en los aspectos visuales e interpretativos está asegurada) el hecho de que una biblioteca se convierta en escenario protagonista de una producción, independiente, pero rodada con medios y con estrellas en su reparto: ya es una buena noticia. Pero la biblioteca en la película es mucho más que un simple decorado: es todo un concepto. La plasmación en imágenes (en líneas de diálogo) de una frase que se repite afortunadamente cada vez con más frecuencia: las bibliotecas públicas como último bastión de la democracia. Las bibliotecas públicas, como indica el título, como máxima representación de lo público.

 

Emilio Estevez como bibliotecario al frente de la desobediencia civil de un grupo de excluidos del sistema.

 

El hijo mayor de Martin Sheen perpetúa la tradición demócrata de ese Hollywood comprometido en causas sociales que su padre (récord absoluto de detenciones por implicarse en protestas sociales: 66) ha representado públicamente desde la década de los 70. Muy alejado de su hermano, Charlie Sheen, que en cambio tanto se ajusta al estereotipo hollywoodense hecho de alcohol, drogas y sexo. Era previsible que, tan célebres representantes del progresismo estadounidense, tuvieran algo que decir sobre la sociedad que ha quedado tras una década de crisis culminada con la presidencia de Trump.

Que Alec Baldwin forme parte del reparto tampoco es casual. Aparte de haber renovado su popularidad gracias a la exitosa parodia que del actual presidente de su país hace en el mítico show de humor televisivo Saturday Night Live: Baldwin tiene un largo recorrido como santo patrón bibliotecario, o en otras palabras, como mecenas de bibliotecas en su país.

 

Alec Baldwin junto a su mujer y el también actor Edward Burns en la Author’s night for the East Hampton Library de 2015: un evento que sirve para recaudar fondos para dicha biblioteca.

 

Baldwin, aunque ha sido nominado, no ha ganado nunca un Oscar, pero de crearse alguna vez el Tejuelo de oro, sin duda, se lo llevaría de pleno en la mayoría de categorías. En 2011 el lenguaraz intérprete que nunca se ha cortado un pelo (su pelambrera pectoral atestigua que lo metrosexual nunca ha ido con él) a la hora de dar sus opiniones: donó 10.000 dólares para impedir que se cerrase la Biblioteca Adams Memorial en Rhode Island. Otros 250.000 dólares fueron a parar a la biblioteca de East Hampton, a la cual destinó los ingresos que obtuvo por diversas campañas publicitarias que había protagonizado.

Pero no acaba aquí su labor probiblioteca, también fue cofundador de la Noche anual de recaudación de fondos para la Biblioteca de East Hampton. Además, desde 2015, a través de la fundación que lleva su nombre y el de su esposa, The Hilaria & Alec Baldwin Foundation, el matrimonio financia numerosas iniciativas en torno al arte, la cultura o la salud pública.

 

Alec e Hilary posando en su mansión de los Hamptons.

 

Un joven Alec Baldwin participando en la campaña de fomento de la lectura de los 80 que lanzaron desde las bibliotecas estadounidenses: READ.

Que la biblioteca en la que Baldwin centra su altruismo esté situada en Los Hamptons: no resta valor a sus esfuerzos.

Situados en la zona este de Long Island, los Hamptons, constituye una exclusiva zona de vacaciones para la clase alta de Nueva York. Scarlett Johansson, Sarah Jessica Parker, Richard Gere, Jennifer López, Steven Spielberg, Robert de Niro o, por supuesto, el propio Alec Baldwin: poseen lujosas fincas en la zona. Un territorio en el que también viven personas de clase media baja, pero cada vez menos, dado que el alto nivel de vida de Los Hamptons les ha obligado a mudarse.

En los Estados Unidos no hay problema en defender públicamente un discurso progresista y a favor de los derechos sociales de la población (como hace Baldwin participando en The public): y por otro lado, pertenecer a la élite económica y cultural de esa sociedad. En nuestro país la defensa de lo público, en cambio, pareciera exigir un compromiso lindante con el voto de pobreza. Combinar lo público con lo privado (salvo que hablemos de cotilleo y prensa del corazón) suena casi a blasfemia. Un discurso harto maniqueo que, tal vez, una buena ley de mecenazgo cultural ayudaría a mitigar.

En una reciente entrevista en ‘El País’ la oncóloga Ruth Vera, presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica, señalaba la necesidad de incentivar la inversión privada a través de una ley de mecenazgo. Y declaraba no entender la polémica en torno a la donación que hizo Amancio Ortega para la lucha contra el cáncer. «¿Por qué tenemos que rechazar la inversión privada?» se preguntaba Vera.

 

Un fotograma de The public (2018): las fuerzas del orden irrumpiendo en la biblioteca (no se considera spoiler porque aparecen en el tráiler).

 

Disco de Jacques Brel en el que se incluía su satírica ‘La dame patronnesse‘ (Las damas de la beneficencia): título apropiado para la propuesta final de este post.

Hace un año se presentaron las 150 medidas que el actual Gobierno pretende poner en marcha durante esta legislatura y que se engloban dentro del Plan Cultura 2020. Entre ellas se incluía la reactivación de la postergada Ley de Mecenazgo Cultural. Un año después, Castilla-La Mancha ha anunciado la puesta en marcha de su propia Ley de Mecenazgo, mientras en el resto del país sigue la espera.

Entretanto las bibliotecas se convierten, o no, en objetos de deseo para mecenas con ganas de cuidar su imagen pública y aliviar su declaración de la renta, ya que hemos citado a la prensa del corazón, no estaría de más que nuestras celebrities patrias se quitaran complejos respecto a las estadounidenses apoyando eventos recaudatorios destinados a bibliotecas.

Antonio Banderas lleva varios años impulsando la Gala solidaria Starlite en Marbella cada verano. ¿Cabría esperar un séptimo de caballería proveniente del papel cuché? ¿Quién sabe? Igual a Isabel Preysler, Nati Abascal, Pitita Ridriduejo o a Carmen Lomana les da por lucirse con una excusa tan favorecedora y ponerlo de moda entre la beautiful people. Dejamos la pregunta envenenada para el final: ¿tendría escrúpulos el sector bibliotecario en aceptar este tipo de financiación?

Arrancamos viendo como quemaban bibliotecas en Francia y concluimos con acento francés gracias a las damas de la beneficencia de Brel. Otra cosa no, pero nadie nos podrá acusar de falta de coherencia.

 

Tamara Falcó entrevistando a Vargas Llosa en la biblioteca de la mansión de Isabel Preysler.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La biblioteca como barricada

Utilizar la palabra barricada, hace unos años, salvo que fuera en referencia al grupo de rock vasco, evocaba revoluciones decimonónicas, guerras antiguas que poco tenían que ver con el debate público que copaba los medios. En cambio en esta segunda transición que dicen estamos viviendo, los discursos se han llenado de figuras de estilo, que independientemente del contenido, remiten a esos tiempos.

Será que la moda vintage también alcanza a la política, y no todos saben customizarlo en un estilo propio y renovado. El caso es que unir biblioteca a barricada, se podría considerar una adhesión a alguno de los estilos en que nos quieren polarizar: y no, nuestro discurso va por libre, la única servidumbre que conoce es la de la defensa de la cultura.

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Ilustración del articulo Librarians for privacy de Zöe Carpenter, publicado en The Nation

La barricada es excluyente, y unirla al concepto de biblioteca abierta y sin muros que se preconiza para el siglo XXI suena contradictorio; pero también es protectora de lo que queda tras ella: y es desde ese sentido desde el que se utiliza en este post.

Barricada como autodefensa, como acogida, como protección de, y contra, muchos de los asuntos que nos afectan más directamente estos días.

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La Biblioteca de Kansas, con dicha fachada no hacen falta barricadas

PRIMERA BARRICADA

La más reciente y fulgurante barricada levantada por bibliotecarios acaba de suceder en el estado norteamericano de Kansas. El proyecto de ley HB 2719 ha sido desarrollado por los legisladores de Kansas, para dar más poder a los votantes a la hora de controlar los impuestos. Las decisiones serán establecidas por un órgano electo que decidiría sobre los recursos destinados a un gran número de instituciones públicas. La subsistencia de las bibliotecas pasaría a depender de este órgano electo en lugar de tener una asignación presupuestaria establecida por el Estado; lo cual pondría en peligro la supervivencia de muchas de las bibliotecas de la red.

La crónica que el Library journal hace de la noticia, te transmite la emoción como sólo los norteamericanos saben hacerlo. Una lucha contrarreloj para presentar las alegaciones pertinentes que consiguieran excluir a las bibliotecas del texto legal, que contó con la oposición frontal de los muy conservadores miembros de la asociación Americanos por la prosperidad. Dos de sus miembros, los hermanos Koch (Charles D. y David H.) ya habían conseguido tumbar un referéndum a favor de una biblioteca en Plainfield, financiando una campaña de llamadas telefónicas automáticas.

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Los ultraconservadores y billonarios hermanos Koch han financiado al Tea Party, acciones en contra del sistema sanitario de Obama o boicots contra la Ley del clima. La financiación pública de las bibliotecas ha sido otro de sus objetivos a abatir.

KSLibsFoamFingersEl momento más emocionante fue la audiencia pública: unas 175 personas atestando la sala y con dedos de espuma diseñados para la ocasión en defensa de las bibliotecas. Los legisladores mostrándose sorprendidos al descubrir la cantidad de trabajos que los bibliotecarios desarrollan en sus centros; y el encendido alegato por parte los portavoces directores de bibliotecas, Matt Nojonen y Roger Carswell. Pocos días después el demócrata Tom Sawyer (con ese nombre el destino tenía que jugar a su favor por fuerza) presentó la enmienda para eliminar toda mención a las bibliotecas en la ley.

Sólo haría falta una banda sonora emotiva, poner a Tom Hanks y Julia Roberts de pareja de bibliotecarios que se enamoran mientras luchan juntos: para que la historia de unos bibliotecarios acaparase premios de la Academia, el próximo año.

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Cartel de la campaña defendiendo la titularidad pública de la Biblioteca de Birmingham

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Cartel diseñado por Jamie Reid (diseñador de muchas de las portadas míticas de discos punk) para salvar a la Kensal Rise Library

Quienes no tienen tanta épica a su favor son los bibliotecarios británicos. Según difundía la BBC, ya son más de 350 bibliotecas locales las que han echado el cierre desde que empezó la crisis.

Una situación límite la que se está viviendo en el Reino Unido, y que se agudiza con la progresiva privatización que de los servicios bibliotecarios, se lleva desarrollando en el mundo anglosajón desde la década de los 90.

El blog Stop the privatisation of Public Libraries es una buena fuente de información para estar al día de las movilizaciones y acciones que se desarrollan en defensa del acosado sistema público de bibliotecas.

 

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Alison Macrina, bibliotecaria activista por la privacidad del internauta en las bibliotecas. Fundadora de Library Freedom Project

SEGUNDA BARRICADA

Pero como se dijo al principio la barricada también sirve para protegerse de todo tipo de abusos, por ejemplo los que pueden infligir sobre nuestra privacidad las autoridades a través de las nuevas tecnologías. Hace dos meses, la Biblioteca Pública de Las Naves en Valencia se convirtió en la segunda biblioteca del mundo en unirse al proyecto Tor. Este proyecto que permite navegar por Internet de forma anónima, es utilizado por miles de periodistas, activistas y personas amenazadas o perseguidas por regímenes totalitarios. Y todo empezó por la barricada levantada por Alison Macrina en una pequeña biblioteca de Watertown (Massachussets).

Tras las filtraciones de Edward Snowen, Macrina empezó por instalar herramientas que protegieran la privacidad de sus usuarios en los equipos de la biblioteca. De ahí al activismo a favor del software libre que permite mantenerse a salvo de intromisiones ajenas en nuestros periplos digitales: sólo hubo un paso. Casi sin pretenderlo se ha convertido en la instigadora de todo un movimiento al que se van sumando bibliotecas (la última en Canadá), y que la ha llevado a convertirse en enemiga de la poderosa NSA (The Super Secret National Security Agency), que nos espía a todos a través de la red.

Fundadora del Library Freedom Project, Macrina no lo está teniendo fácil, pero ha convertido su apostolado en pos de la libertad en el uso de la red desde las bibliotecas, en la razón de su vida.

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Requisitos para ser una persona normal, la primera película de Leticia Dolera como directora

TERCERA BARRICADA

Según el último informe del Observatorio de la piratería y los hábitos de consumo (con todas las prevenciones que se quieran tomar por ser un informe elaborado por los principales damnificados): el 87% de los contenidos digitales consumidos en 2015 fueron ilegales, lo que ha causado al sector pérdidas de casi 1.700 euros. Es curioso que cada vez que se habla de formas para erradicar la piratería, y concienciar en el respeto a los derechos de los creadores: nunca se incluya a las bibliotecas en el debate.

En nuestro país el debate sobre la piratería está viciado desde el principio. Abordar el tema fuera de los latiguillos habituales se hace incómodo y difícil: los excesos de la SGAE, la codicia de las multinacionales, el derecho al libre acceso a la cultura. Todos estos argumentos se utilizan muchas veces como simples excusas para que recaiga en las autoridades toda la responsabilidad en la protección de los derechos de los creadores. Una hipócrita permisividad enquistada en la mentalidad de gran parte de la población; a la que no es difícil encontrarle paralelismos en otro orden de asuntos, que llevan años reflejándose en una situación política de la que todos somos responsables.

Sin título

La actriz, y recién debutante como directora de cine, Leticia Dolera, ha sido una de las pocas voces que se ha atrevido a dar un paso al frente y a denunciar la situación. Bajo el título Por una cultura sostenible, Dolera publicó un post en el blog que tiene en la revista Harper’s Bazaar en el que narra sus dificultades para eliminar su primera película como directora (Requisitos para ser una persona normal), de diferentes direcciones web que la ofrecen ilegalmente. Las declaraciones de la actriz resultan de lo más elocuentes:

«Cuando hablo de este tema con gente se ponen a la defensiva y tú te conviertes en el enemigo, en el que quiere vetar los derechos del internauta. No es así. Lo único que reclamo es un sistema regulado.

Casi siempre sale a colación la expresión «cultura libre». Y a mí me preocupa seriamente la banalidad con la que se usa a veces.

Voy por partes, por un lado, la cultura sí está al alcance de todos ¿dónde?, en las bibliotecas públicas, lugares que merece la pena fomentar y cuidar, casi como si de templos se tratara. Ahí no sólo hay libros […] también hay música y películas y no, no sólo hay películas antiguas en blanco y negro o cine de autor […] sino también cine mainstream y de todos los géneros»

Gracias Leticia por decirlo alto y claro. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido utilizar las redes de bibliotecas públicas que tenemos en nuestro país para hacer campaña de sensibilización y de lucha contra la piratería? ¿por qué las industrias culturales y las autoridades competentes no han sabido aliarse con las bibliotecas y utilizarlas como barricadas contra esa mentalidad del todo gratis? Si se potenciase a las bibliotecas como sitios web desde los que poder descargarse libros, películas, música y videojuegos de forma legal: ¿no sería una manera inteligente de combatir el problema?

 

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Ingeniosa campaña para concienciar contra la piratería en la industria music de TBWA/Italia, creada por los artistas Mirco Pagano y Moreno De Turco: cadáveres de mitos de la música hechos con discos.

 

James Costos, el actual embajador de los Estados Unidos, declaraba que uno de sus objetivos de su representación diplomática en nuestro país pasaba por combatir la piratería de contenidos culturales (habiendo sido ejecutivo de HBO, con más razón). Los intereses comerciales de los Estados Unidos no son ninguna broma, y el propio Obama recurrió a la red de bibliotecas públicas de su país a la hora de difundir su proyecto de sistema sanitario público. ¿Sería muy ingenuo una acción conjunta entre el Ministerio de Cultura y la Embajada estadounidense para combatir la piratería de contenidos culturales de ambos países? Los beneficios serían mutuos.

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El potencial de las bibliotecas como instrumentos para el cambio social, puede ir más allá de las funciones que hasta ahora le han sido asignadas: y su infrautilización tan sólo demuestra una escasa altura de miras a la hora de concebirlas. Privatizaciones, privacidad y piratería: son sólo tres de los muchos ámbitos en los que las bibliotecas pueden actuar de barricadas para la defensa de derechos elementales.

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Cooperación europea para impulsar proyectos de alfabetización: la experiencia de @BiblioBarbera

(Marta Aliberch Sànchez, técnica especialista en la Biblioteca Esteve Paluzie de Barberà del Vallès (Barcelona), nos cuenta la apuesta de esta biblioteca por la alfabetización, ya sea lectora o digital, cómo uno de los pilares fundamentales de su servicio. En ese contexto se enmarca su participación en «Literacy for all«, un Grupo Europeo de Alfabetización creado por el Programa Grundtvig de la Unión Europea, que no solo les ha aportado la posibilidad de compartir experiencias, sino también de encontrar entidades con las que acceder a financiación europea en el marco de la convocatoria Erasmus + para impulsar nuevos programas. Esta es su experiencia. Esperamos que os sirva de inspiración, y a ellos les deseamos ¡suerte!) LiteracyforallLiteracy for All es un grupo de trabajo a nivel europeo formado por bibliotecarios u otros profesionales relacionados con el papel educativo de las bibliotecas y, concretamente, en el contexto de la alfabetización para personas adultas, ya sea lectora, digital o numérica. El Grupo nació a partir de una convocatoria del Programa Grundtvig de la UE donde ofrecían la posibilidad de asistir a un taller práctico en Suecia bajo el nombre de “El analfabetismo de adultos y las perspectivas de un segundo idioma: Hacia una colaboración de bibliotecas públicas en Europa”. El taller consistía en conferencias por las mañanas sobre temas relacionados con el analfabetismo funcional, el papel de las bibliotecas en el aprendizaje al largo de la vida y la cohesión social, y por la tarde los miembros europeos invitados de diferentes países hacíamos talleres prácticos debatiendo y exponiendo las prácticas realizadas en cada biblioteca. En nuestro caso, fuimos la única representación española, y expusimos la actividad del Club de Lectura Fácil en catalán que realizamos conjuntamente con el Servicio Local de Catalán de nuestra localidad desde el año 2013. Literacyforall_networkingEsta participación nos ha servido no sólo para intercambiar experiencias con otros colegas europeos en contacto a través de la cuenta cerrada del Facebook LITERACY FOR ALL – European Library Network, del Twitter o de conferencias vías Skype, sino que a la vez hemos establecido una misión conjunta de grupo y la presentación colaborativa de un Proyecto Estratégico Erasmus + titulado Literacy Houses (Casas de Alfabetización) entre 4 miembros del grupo (Holanda, Irlanda, Polonia y España) bajo la tutela de la Fundación de Lectura y Escritura. De forma breve, este proyecto colaborativo es un marco común para fomentar la alfabetización funcional en personas adultas en las bibliotecas públicas a través del trabajo en red entre la comunidad educativa de cada municipio, los voluntarios y los profesionales de los equipamientos bibliotecarios a través de cursos, talleres, asesoramiento, etc. Sin duda, una magnífica oportunidad para lograr restar los índices de analfabetismo europeo que según las estadísticas es del 20% de la población europea entre los 16 a 65 años y fomentar el eje vertebrador de las bibliotecas públicas como un espacio de cohesión y participación social. A finales de julio saldremos de dudas en cuanto a la aprobación del proyecto. ¡Esperamos tener suerte!]]>

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Mecenable: una nueva herramienta para financiar proyectos en tu biblioteca

situación generalizada de recortes en los presupuestos de las bibliotecas (que persiste como todos sabéis, y que continuará como se desprende de los Presupuestos Generales del Estado para 2015 ), y hablábamos de las expectativas de financiación alternativa para las bibliotecas que ofrecían las nueva leyes sobre mecenazgo que estaban aprobando las comunidades autónomas (Navarra, Andalucía) y la que tramitaba el Gobierno central. Finalmente, como tantas otras leyes prometidas, dicha Ley estatal de Mecenazgo no verá la luz en esta legislatura. TMecenable_logoambién hablábamos de las experiencias que hay sobre mecenazgo en bibliotecas dentro y fuera de nuestras fronteras, pero hay una en concreto, de lo más interesante, de la que no pudimos dar cuenta entonces… simplemente porque acaba de nacer. Se llama Mecenable, y se trata de una asociación cultural sin ánimo de lucro formada por profesionales del sector cultural que se define como una plataforma de financiación colectiva. Haríais bien en tenerla en vuestros pensamientos de ahora en adelante. Hemos hablado con Julián Marquina, uno de los impulsores del proyecto, y esto es lo que nos ha contado sobre él. ¿Cómo se os ocurre crear Mecenable? Mecenable surge ante la necesidad de buscar nuevas vías de financiación en el ámbito de las bibliotecas, y ante el crecimiento del movimiento del crowdfunding. Todos somos conscientes de que los presupuestos destinados a las bibliotecas no están pasando por el mejor momento y no estamos dispuestos a quedarnos con los brazos cruzados. De ahí el nacimiento de esta nueva vía alternativa (no sustitutiva) para que las bibliotecas puedas tener un extra en la realización de actividades u otras compras. ¿Qué perfiles tenéis las personas que formáis parte de la asociación? ¿Recibís algún tipo de apoyo externo, público o privado? JulianMarquinaTodos los perfiles de los integrantes de Mecenable están relacionados con el sector del libro y las bibliotecas, lo cual es un pro por el conocimiento del sector en el cual nos vamos a mover, pero también es un contra porque hay aspectos a los cuales no llegamos y nos están haciendo que se nos retrase el proyecto, como puede ser el ámbito tecnológico y la plataforma. No recibimos ningún tipo de apoyo por ninguna empresa privada ni por parte de la administración pública. ¿Qué tipo de proyectos tienen cabida en Mecenable? Estamos abiertos a escuchar todas las necesidades de las instituciones culturales (ya sean bibliotecas, archivos, museos, editoriales… ). No nos cerramos a ningún tipo de proyecto. Lo que sí tenemos claro es que dichos proyectos tienen que tener una contraprestación para la sociedad a la cual sirve la institución. Comentar también que todos los proyectos pasan por un comité editorial que es el que le da viabilidad, o no, a su publicación en la plataforma. ¿Hay una cantidad mínima o máxima de dinero que se pueda solicitar? No hay ningún tipo de limitación mínima ni máxima para los proyectos. Lo que sí aconsejamos es que es mejor hacer varios proyectos de pequeñas cantidades que un proyecto conjunto que solicite una gran cantidad de dinero. ¿Se admiten donaciones solo de particulares o también de empresas u otro tipo de entidades? Se admiten todo tipo de donaciones, ya sea de particulares, empresas privada y, porqué no, de la misma administración. ¿Qué consejos podéis dar a una biblioteca que se esté planteando utilizar este tipo de financiación alternativa? ¿Cómo pueden identificar qué proyectos pueden ser viables? Los consejos que le damos a las bibliotecas que se planteen esta vía alternativa de financiación es que no tengan miedo a probar, que realicen propuestas y campañas asumibles por las personas que tienen que realizar los donativos y que hagan una buena propuesta que llegue a impactar a los usuarios. Una buena propuesta que toque los sentimientos de las personas y esté acompañada por una buena imagen visual / audiovisual, que no se quede solamente en el texto. Sobre la segunda pregunta planteada solamente comentar que la identificación de proyectos viables por parte de las instituciones tiene que ver con el sentimiento de necesidad que detecten en su comunidad. Si detectan que una actividad o un material es muy necesario para una biblioteca, por ejemplo, no tendrán problemas en conseguir el objetivo y el éxito de la campaña. Si ven que una actividad podría venir bien pero no tienen el respaldo de las personas in situ puede que esa campaña no sea la idónea para conseguir el objetivo de financiación. ¿Asesoráis de alguna manera sobre cómo debe plantear la biblioteca el crowdfundin, sobre qué tipo de proyectos puede funcionar mejor, la difusión, las recompensas que pueden utilizar? El asesoramiento es fundamental para que las campañas lleguen a su objetivo. Tanto las bibliotecas como nosotros no podemos dejar que los proyectos que se suben a nuestras plataformas no consigan el éxito. Daría muy mala imagen. Una vez que aceptamos una propuesta nos ponemos a trabajar con la institución para conseguir que la campaña sea un éxito y pueda ser realizada. El tiempo nos dirá qué tipo de proyectos son los que van mejor en la plataforma. Y por supuesto, la difusión por nuestros canales sociales está asegurado. Sobre el tema de recompensas, en principio pensamos en proyectos que no necesiten una contraprestación material individual por aportaciones, sino más bien una contraprestación material o inmaterial colectiva en los propios centros de las instituciones. Mecenable_3DPodéis consultar toda la información sobre cómo funciona la plataforma en su página web www.mecenable.es. De todas formas, aquí os hacemos un pequeño resumen:

Si tienes un proyecto…

… no tienes más que entrar en la web de Mecenable e ir siguiendo las instrucciones. El primer paso es rellenar un formulario en el que hay que incluir una descripción detallada del proyecto y el objetivo económico que se pretende alcanzar. Más adelante tendrás que especificar los días en los que pretende lograr el objetivo (el proyecto puede mantenerse en la web entre 30 y 60 días) y un número de cuenta en el que se ingresaría el dinero recaudado. Como nos comentaba Julián Marquina, el equipo de Mecenable estudiará la propuesta enviada para confirmar que se cumplen los términos y condiciones de uso y hacer alguna recomendación, si es necesaria, antes de publicarla. Mecenable_crowdfundingUna vez aprobados y publicados, será la institución la principal encargada de hacer la difusión del proyecto, pero contará con el apoyo de Mecenable en la difusión por las redes sociales. Podéis seguir sus cuentas en Facebook (si lo hacéis no olvidéis recomendar la página a vuestros amigos) y en Twitter. Sólo se admitirán donaciones mientras se produzcan dentro del tiempo límite establecido. Si una vez cumplido el plazo se ha alcanzado al menos el 75% del objetivo económico, se puede estudiar ampliar el tiempo. Y en cuanto al coste, si no se consigue el 100% del objetivo no tendréis que pagar absolutamente nada. Si se alcanza, Mecenable solo os cobrará una comisión para cubrir gastos de gestión y mantenimiento de la plataforma. Es un buen trato, ¿no? Por el momento, tenéis colgados en la web algunos ejemplos de campañas que os pueden servir de inspiración. Se trata, según cuentan en su blog, de que las bibliotecas cuenten con una herramienta más para hacer pequeñas mejoras en “su casa”, pero también quieren que esta iniciativa sirva de llamada de atención a los poderes públicos de la importancia de invertir en las Bibliotecas, del impacto económico y social de las mismas en la sociedad. Lo que le deseamos desde aquí es mucho éxito.]]>

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La “marca biblioteca” y mucho más, en el nuevo número de la revista Infobibliotecas

nº06_revista baja-portada_TWNos cuenta Silvia Oviaño, la responsable de nuestra revista Infobibliotecas, que lleva un tiempo oyendo hablar mucho de “la marca España”, sin tener muy claro lo que significa (si alguien lo sabe y nos lo explica también a nosotros, le invitamos a una “relaxing cup of café con leche” donde quiera, sin pasarse con los lujos). Y dice que, en una de estas, también le dio por pensar si existe “la marca biblioteca”, y si vale algo.

Y parece que sí, que además de ser uno de los servicios más valorados por la ciudadanía, también lo es para patrocinadores y mecenas de la cultura, que ven toda una ventaja lo de asociarse con instituciones muy cercanas a las personas y apreciadas como pocas. Al menos es lo que está pasando (con los patrocinadores) en muchos países de nuestro entorno, y lo que empieza a pasar en el nuestro. Por eso, “la marca biblioteca” se ha convertido en el tema central del nuevo número de la revista, recién salida del horno, y que muchos habréis recibido ya en vuestra biblioteca. Aquí os hacemos un breve repaso de los contenidos, que vienen tan vibrantes que estamos empezando a acostumbrarnos bien, pero que muy bien…

Como decimos, el tema principal gira en torno a cómo las bibliotecas pueden empezar a diversificar sus fuentes de financiación, en medio de la crisis y los recortes, para incluir el patrocinio y el mecenazgo aprovechando que se preparan a nivel estatal y autonómico cambios legislativos en la materia, y que la “marca biblioteca” puede ser un activo muy atractivo para que las empresas -como parte de sus políticas de responsabilidad social– inviertan tiempo y/o dinero en colaborar en su sostenimiento.

El reportaje habla de las iniciativas legales en marcha, de los ejemplos de otros países que nos llevan la delantera al respecto, de ventajas, obstáculos y retos, y de algunos ejemplos muy interesantes, como el de la Biblioteca Central de Castelldefels, que solo entre enero y junio de este año ha organizado cerca de 500 actividades, el 88% de ellas patrocinadas, con una participación de 14.500 personas. Como complemento, la revista ofrece nueve consejos básicos para vender tu marca como biblioteca.

La antigua Casa de Fieras

CasafierasY hablando de ejemplos, en la sección “Bibliotecas con encanto”, este número nos acerca a la Eugenio Trías de Madrid, situada en pleno Parque del Retiro, en la antigua Casa de Fieras (si supiera cómo hacerlo y tuviera tiempo, incluiría aquí como efecto sonoro un rugido de león, que creo que quedaría muy bien). Esta flamante biblioteca ha nacido ya con una marca tan potente, que se incluye en los circuitos culturales por Madrid que organizan las agencias de viaje. Hay entrevista con su directora, Estela Gonzalo Muñoz, que dice que no se conforma con esto, sino que quiere que su centro se convierta en un lugar abierto y dinámico, con apoyo del tejido vecinal.

La gente de la revista también entrevista a la jefa de Gonzalo, Mª Luisa Cuenca, directora general de Archivos y Bibliotecas del Ayuntamiento de Madrid, que habla de los planes a largo plazo que están elaborando para las bibliotecas de la capital, y también de los más inmediatos, sin perder de vista la sostenibilidad (¿patrocinios?). Y nos deja mucho más tranquilos cuando afirma que para el Ayuntamiento, las biblios no son solo un servicio básico, como exige la ley, “sino también estratégico”, por lo que, gobierno y FMI mediante, se intentará seguir invirtiendo en nuevos centros y en mejoras para los ya existentes.

El trío de entrevistadas se completa con Blanca Calvo, durante décadas el alma de la Biblioteca de Guadalajara, una de las más respetadas del país, pionera en la creación de clubes de lectura y que cuenta con 40.000 socios, o lo que es lo mismo, la mitad de la población de la ciudad (¿Cómo te quedas?). Recién jubilada, Calvo regala este precioso titular: “La biblioteca es una patria”.

Mucha fotografía y mucho pop

Este número seis ha hecho también una buena parada en el mundo de la fotografía, tanto en la amateur con el Concurso de Fotolectura convocado por el Movimiento de Bibliotecas Rurales de la Comunidad de Madrid, como en la fotografía profesional: un artículo sobre la destrucción en París del archivo de Daniel Mordzinski, el “fotógrafo de los escritores”, que guardaba retratos originales, ahora irrecuperables de Borges, Cortázar y Cela, entre muchos otros; y una entrevista a Miguel Trillo, fotógrafo y “ratón de biblioteca”, que acaba de inaugurar en el ECCO de Cádiz «La estirpe de la calle», primera retrospectiva de su obra, todo un repaso a más de tres décadas de trabajo fotografiando tribus urbanas por el mundo, desde los tiempos de la Movida madrileña hasta las tribus actuales más iconoclastas de Tokio o Shangai. Además, para saber más sobre tribus urbanas, el profesor Héctor Fouce nos ofrece una estupenda guía bibliográfica sobre el tema.

Y conectando unas cosas con otras ( o al menos intentándolo), acabo en la sección Maridajes, una de mis favoritas, que viene más pop que nunca con un repaso, cortesía del también profesor Juan Pecourt, a la novela de Nick Hornby “Juliet, desnuda”, pasando por “Alta fidelidad”, del mismo autor, llevada al cine por Stephen Frears, y por una banda de culto, Joy Division. La cosa va de fanáticos del pop, sección alternativos y malditos. Aquí un vídeo de Joy Division con Ian Curtis, trágico líder de la banda, en estado puro. Si estás en la biblio tendrás que escuchar con cascos.

Y hasta aquí nuestro resumen-aperitivo para aquellos a los que aún no les haya llegado la revista, que estará al caer. ¡Qué la disfrutéis! (Y si no os llega aún,  podéis subscribiros escribiendo a info@infobibliotecas.com o llamándonos al +(34) 986 090 806).

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com