Bibliotecas de festival

 

Por mucho que se ha hablado de la burbuja festivalera lo cierto es que el panorama de festivales de música en nuestro país sigue pujante pese a la inflación de citas que se replican acá y allá. La herida que Internet infligió en la industria musical sigue supurando: pero los músicos, gracias al boom de los conciertos en vivo, han visto una salida a la caída de ingresos en la venta de discos. Una fórmula, la de los festivales, que ha encontrado un filón en las condiciones climáticas y ambientales idóneas de nuestro país, pero que no conoce fronteras, cuando llega el verano.

En Canadá, el selecto y exquisito festival de música electrónica Bass Coast, se ha ido haciendo un hueco desde que arrancase hace siete años. Su apuesta por un festival para no más de 3.000 personas, que prima la calidad y la atención al detalle frente a los ya masificados como, por ejemplo, el célebre Coachella. Las instalaciones de arte de vanguardia se entremezclan con propuestas musicales y artísticas de la más diversa índole. No podía ser de otro modo porque detrás del Bass Coast se encuentra una bibliotecaria cuyas sesiones reciben nombres tan familiares como el de ‘Book club’.

 

 

The Librarian es el nombre de guerra de la DJ Andrea Graham que junto con Liz Thompson crearon dicho festival. No es de extrañar por tanto que del Bass Coast los críticos destaquen la estimulación inteligente y la sutileza con la que sus creadores promueven la creatividad y la exquisitez en un género, el de la música electrónica, en el que lo comercial ha hecho estragos durante las últimas décadas. Llamándose La Bibliotecaria no podía esperarse menos de ella. Pero ahí terminan las conexiones.

Nos habría encantado descubrir que Andrea Graham empezó su carrera como bibliotecaria y de ahí su apodo como DJ: pero no es así. Lo cual no quita para que ese concepto de festival exquisito y el nickname de su fundadora tengan mucho que ver.

En el número 13 de la revista ‘Infobibliotecas’ ya se habló de las relaciones entre bibliotecas y festivales de música. En el interesante y completo repaso que Silvia Oviaño y Hector Foucé hacían se evidenciaba una falta de mayor implicación de las bibliotecas en los festivales propiamente musicales. Hay colaboraciones cuando se trata de festivales literarios: pero los que convocan a las masas son, en la mayoría de los casos, ocasiones desaprovechadas desde el mundo bibliotecario para visibilizar sus ofertas.

Las editoriales por ejemplo ya lo tienen claro y apuestan decididamente por los festivales musicales. Es el caso de Reservoir Books un sello editorial que, por las características de su catálogo, encuentra un fácil acomodo en el ámbito de un evento musical. El sello editorial incluye numerosos títulos de temática musical, biografías, y cómics, cada vez más cómics. Títulos potencialmente interesantes para los asiduos a festivales. Así por ejemplo, la editorial ha contado con estand el festival barcelonés de Cruïlla.

Uno de los más recientes lanzamientos del sello Reservoir Books: un libro que mezcla la crónica de las giras de bandas omnipresentes del panorama festivalero con una guía de viajes gastronómica por nuestro país.

 

Otra editorial que publica obras susceptibles de captar el interés del público festivalero es Blackie Books. El sello editorial que mejor ha sabido conectar con la escena indie, hipster o _______ (póngase la etiqueta que mejor convenga): ha sido sin duda esta editorial fundada por Jan Martí, también casualmente fundador del grupo de música Mendetz.

«La cultura vende» que concluía un artículo de hace dos años en el portal de la Asociación de Promotores Musicales sobre el aterrizaje de las editoriales en los festivales de música. Y si vende en el caso de las editoriales: ¿por qué no va a ‘vender’ en el caso de las bibliotecas? Con el mapa tan abigarrado de eventos musicales con que contamos en nuestra geografía difícil será que no nos pille algún festival cerca de nuestra biblioteca. Si nos fijamos en los ejemplos de editoriales que hemos mencionado (Reservoir Books y Blackie Books): ya tenemos pistas de por dónde pueden ir los tiros a la hora de abrir vías de colaboración bibliotecas-festivales de música.

 

La novela de Elisa Victoria uno de los últimos éxitos de Blackie Books.

 

Partimos de que en la mayoría de los casos las mismas administraciones de las que dependen las bibliotecas son las implicadas en dar los permisos y ceder espacios, e incluso, partidas presupuestarias (y aquí correremos un tupido velo sobre la posibilidad de que esas inversiones en macro eventos de dos/tres días hayan ido, en algún caso, en detrimento de la cultura de base que son las bibliotecas): para abrir un posible vía de persuasión cara a los políticos de la conveniencia de que las bibliotecas también estén presentes en los festivales.

Pero volviendo a las pistas que nos daban los catálogos de Reservoir Books y Blackie Books: ¿en qué tipo de obras nos interesaría más centrarnos de cara a un festival de música? La respuesta surge sola: en los cómics y fanzines.

Partiendo de la posibilidad de tener un estand de la biblioteca en el espacio cultural del festival: lo más factible sería aprovechar ese espacio para difundir la oferta de la biblioteca pero no quedándose en mero puesto de merchandising/publicidad. Habría que implicar a creadores locales que quisieran el escaparate del festival para difundir sus creaciones bajo la protección de la biblioteca.

 

 

A continuación lanzamos algunas ideas que, sin necesidad de retorcer muchos las cosas en busca de una originalidad forzada, podrían resultar altamente ventajosas de cara a la promoción de los creadores locales, al tiempo, que de la biblioteca en el festival. Dejamos aparte actividades paralelas del festival que pudieran desarrollarse en la biblioteca: para centrarnos en la presencia de la misma en el propio evento. Las actuaciones se concretarían en tres acciones y un posible bonus track:

  • A ritmo de viñetas: esta actividad cruza dos escenas creativas: la escena musical y la cantera de ilustradores y/o artistas urbanos con que cuente la localidad en cuestión. En numerosos festivales la oferta se distribuye entre varios escenarios que se especializan por diversas razones. El escenario principal donde actúan los nombres cabecera del evento; carpas o escenarios para música electrónica; o escenarios para actuaciones más minoritarias o que concentran a los grupos/solistas emergentes. Es en ese escenario, en el que desfilarán probablemente grupos locales, o alternativos, donde mejor se acomodaría esta actividad promovida por la biblioteca. Consistiría en una actuación paralela que relacione a los grupos de música con artistas locales. Mientras los grupos tocan, en la pantalla de fondo, se proyectaría lo que los autores de cómics o artistas urbanos estén dibujando en directo.
  • Electrónica gráficaprácticamente en todos los festivales (salvo los muy centrados en un solo estilo musical) la escena electrónica ha ganado presencia. Acompañar las sesiones de los DJ con proyecciones de imágenes es algo muy habitual: y ¿qué mejor que programar alguna sesión con proyecciones de montajes de imágenes que mezclen escenas de anime, adaptaciones de cómics al cine o la televisión, comic trailers, etc… integrados en un video montaje que muestre incluya imágenes promocionales de los servicios/colecciones de la biblioteca que más puedan interesar al público en cuestión? Electrónica gráfica o Biblioteca subliminal: porque el caso es ir dejando semillas visuales que calen, que asocien a la biblioteca al tipo de ocio hedonista y de disfrute que prima en estos eventos.

El cómic en forma de disco o el disco en forma de cómic de Luis Bustos. Una prueba más de lo bien que combinan música y cómic.

  • Fanzinoteca: propiamente éste sería el estand de la biblioteca en el festival. Aquí se ubicaría la publicidad más directa de la misma y en la que los autores de fanzines pudieran vender sus fanzines junto al merchandising que se pudiera crear para la ocasión. Con responsables políticos amplios de miras podría ser una pequeña fuente de ingresos la venta de camisetas, bolsas, materiales con publicidad de la biblioteca, etc… No iba a solucionar las carencias presupuestarias pero sí que ayudaría a sufragar posibles gastos generados por la participación de la biblioteca en el festival (contratación del personal por ejemplo).
  • Bonus track: junto al espacio de la biblioteca un mural con dibujos para grafitis y dibujos que el público podrá intervenir para expresarse. Fanzines en blanco para que puedan ser escritos/dibujados por los asistentes. Con lo que merezca la pena y se pueda rescatar del material intervenido se editaría un Fanzine Oficial por parte de la biblioteca.

Esbozos de posibles okupaciones bibliotecarias en eventos que congregan gran número de público que, en cada caso y circunstancia, se pueden adaptar según la idiosincrasia del festival, de la localidad y de la biblioteca en cuestión.

Y cerrar este post sin música sería un gran error. Aire libre, buen tiempo, buen ambiente y ganas de disfrutar (y en medio la biblioteca disasociando su imagen de un lugar de trabajo y/o estudio para potenciarse como local de ocio) y los indietrónicos MGMT para darlo todo.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecas wannabe

 

El lanzamiento el pasado 2 de noviembre de 2018 del segundo disco de la cantante Rosalía: ‘El mal querer’ es la culminación de una de las campañas de marketing más exitosas que se recuerdan en nuestro país y que, es más que probable, será estudiada y puesta como ejemplo (o al menos deberían) en las escuelas de negocios al igual que hace años se estudiaba la carrera de Madonna.

No sabemos si llegarán a crearse en los ambientes académicos universitarios más inquietos unos Rosalía Studies como se han desarrollado los Madonna Studies en muchas universidades internacionales (la más reciente en la de Oviedo): pero las lecturas de la nueva estrella de pop aflamencada se pueden extraer, sin duda, son de lo más jugosas. Y si las empresas y escuelas de negocios se fijan en las estrategias de las estrellas del pop: ¿cómo no lo hacen también las bibliotecas si tanto han adaptado conceptos empresariales como el marketing?

 

El fotógrafo Filip Custic, los vídeos de la productora Canadá, las coreografías de Charm La’Donna, los diseños de Palomo Spain, el cameo en la próxima de Almodóvar, las colaboraciones cool con Rossy de Palma: todo parece diseñado con tiralíneas de manera impecable para envolver el producto.

 

Ha conseguido conectar con el público ofreciendo: tradición y renovación, novedad y clasicismo, ambición y rigor. El componente escándalo tan determinante, en el caso de Madonna, no ha hecho falta forzarlo: la pudibundez y mojigatería cultural, tan de este siglo, en torno al apropiacionismo cultural: se lo ha servido sin ni siquiera tener que recurrir a religión o sexo (agotados tras tanta discípula de la ambición rubia) como en el caso de la estadounidense. Impecable.

Pero lo más sorprendente, lo más desconcertante: es que haya conseguido que los millennials alucinen con algo tan, en principio, poco comercial como es el cante jondo: y todo envolviéndolo en ropajes actuales. Hace meses alabábamos la falta de prejuicios al consumir cultura de los millennials; y lamentábamos su, en ocasiones, falta de curiosidad por el pasado. El éxito de Rosalía es el reverso positivo: mil referentes del pasado reelaborados con sonidos del presente.

¿Alguien duda de que sea pertinente fijarse en lo que hacen las estrellas del pop desde las bibliotecas ¿Qué llevan haciendo en los últimos tiempos sino intentando no perder los trenes tecnológicos, culturales o sociales que se cruzan en su camino para seguir, en realidad, vendiendo lo mismo?

Se habla mucho de las bibliotecas como instituciones culturales pero no tanto como locales de entretenimiento. Tal vez por eso el reciente vídeo realizado por el videoblogger Nas Daily para promocionar las bibliotecas de Toronto incurre de forma bienintencionada en determinados tópicos sobre las bibliotecas que pueden provocar cierto efecto rebote.

 

 

Evelio Martínez Cañadas en su post En defensa de la biblioteca «aburrida» celebra lo bien que, a tenor del vídeo, están innovando las bibliotecas de Toronto: pero matiza con una idea que se desliza de rondón demasiadas veces a la hora de intentar convencer de que las bibliotecas del siglo XXI son otra cosa:

 

«Insistir en que la biblioteca ahora ya no es aburrida porque ya es no es sólo libros es profundizar en la asociación entre la lectura y el aburrimiento, algo que francamente creo que no necesitamos»

 

Y esto, sorprendentemente (bueno no: en este blog ninguna conexión resulta ya sorprendente): entronca con las estrellas de la música.

El experimental e icónico Omega de Morente&Lagartija Nick.

Solo el tiempo dirá si la fiebre Rosalía da lugar a una artista con una trayectoria sólida, interesante y perdura en la cultura popular, española e internacional, o se diluye en el recurrente ‘tú antes molabas’ que tanto gusta en las redes. Sea como sea, una vez superado el impacto inicial, el mejor activo que posee Rosalía, aparte del talento que cada uno quiera reconocerle: es apoyarse en algo tan asentado, respetado (por sus aficionados) e incontestable como es el flamenco.

Todo su discurso renovador se  ha demostrado necesario, hábil e inteligente a la hora de proyectarlo a públicos ‘no usuarios’ de este estilo musical: los ropajes, los adornos pasarán de moda pero, mientras no se despegue de esa base de tradición, venda más o menos, tendrá más posibilidades de proseguir su carrera.

 

Martirio en los 80: dando una vuelta irónica, posmoderna y muy anclada en su momento de la copla. Décadas después su respeto a la copla y el jazz le han permitido seguir desarrollando su carrera una vez apeada de los accesorios más llamativos.

 

Y es que la obsesión por modernizarse a toda costa puede desembocar en el ridículo. El diccionario de la RAE entre las acepciones del término clásico, incluye aquello que “se tiene por modelo digno de imitación en cualquier arte o ciencia”. Hace décadas, las creaciones aspiraban a alcanzar algún día la categoría de clásico; ahora va todo tan deprisa que no da tiempo a que nada se asiente el tiempo suficiente.

Cuando Andrés Trapiello lanzó hace unos años una edición de El Quijote modernizado que reabrió el viejo debate sobre lo idóneo, o no, de adaptar a la actualidad, obras inmortales. Desde académicas como Soledad Puértolas, o premios Nobel como Vargas Llosa, defendieron estas actualizaciones frente a voces como la de Alberto Manguel, que en un interesante artículo de ‘El País’: sostenía que estas adaptaciones no son más que muestras de pereza intelectual.

Tal vez, el mejor argumento para situarse en el punto medio en este debate, sea recurrir a las razones que Italo Calvino daba de ¿Por qué leer a los clásicos? Entre el listado de argumentos de su delicioso ensayo, quizás la razón número 13 que daba el inolvidable literato italiano nos resulte la más adecuada:

«es clásico lo que tiende a relegar la actualidad a categoría de ruido de fondo, pero al mismo tiempo no puede prescindir de ese ruido de fondo»

 

Las canciones y vídeos de Rosalía están llenas precisamente de ruidos de fondo e imaginería que resitúan una música tradicional en un entorno inequívocamente contemporáneo, pero a su vez, mantienen el respeto de base hacia la esencia de los palos del flamenco. Y en eso están también las bibliotecas.

Bibliotecas wannabe, porque con ese término se denominaba a las aspirantes al trono pop que desde los 80 ha ocupado Madonna: en el caso de las bibliotecas estas aspiraciones no son las de alcanzar ningún espacio sino de preservarlo. Como todo veterano del show business sabe: lo difícil no es tanto llegar como mantenerse.

El último ensayo del filósofo de moda (sí en todo hay modas) Byung-Chul Han aborda el asunto del entretenimiento. The show must go on que cantaba el recordado Freddie Mercury (ahora por cierto revivido en una versión algo disneyzada de su carrera): y dicho lema es igualmente aplicable a las bibliotecas. Como advierte el filósofo coreano:

«Hace ya tiempo que el entretenimiento se ha hecho también con la «realidad real» […] Para ser, para formar parte del mundo, es necesario resultar entretenido. Solo lo que resulta entretenido es real o efectivo

 

Seamos entretenidos, formemos parte de la industria del entretenimiento cultural, sea con maker spaces, videojuegos, robots, plataformas online o enseñando a cocinar sushi como en Toronto: pero por el camino no perdamos de vista esa bibliotecidad de la que hablaba José Pablo Gallo. De ese modo las bibliotecas conseguirán mantenerse al igual que, por ejemplo, Silvia Pérez Cruz dio otro giro al flamenco y a otros estilos, y sin tanto marketing como Rosalía, ahí sigue desarrollando su carrera.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Ciento volando: una historia de poliamor cultural

 

¿Es posible amar dos personas a la vez? ¿y a tres, y a cuatro, y a cinco? ¿Esto de qué va? ¿de comunas jipis en pleno siglo XXI? ¿del amor libre en tiempos de asepsia digital? No, en todo caso iría de poliamor: esa nueva etiqueta que ha surgido para renombrar cosas más antiguas que la nana pero que los tiempos han vuelto a poner en primera plana.

 

Jules et Jim o el poliamor en los tiempos de la Nouvelle vague

El trío de La trama nupcial: el poliamor de los 80

 

Por muchos autobuses, campañas o proclamas que lacen unos y otros a favor o en contra de que nos amemos los unos a los otros, o los unos sobre los otros: en definitiva en cuestiones de amores cada uno se las apaña como mejor puede. Así pues ¿por qué iba a ser diferente hablando de cultura?

Como lanzábamos hace unos días a las redes: si te gustan las librerías tanto como las bibliotecas ¿será que practicas el poliamor cultural? No es por quitar la ilusión: pero en vista de lo complicadas que siempre han sido las cosas en lo relativo al amor y al sexo: la mejor etiqueta a la que suscribirse es la de poliamoroso cultural. Toda una promesa infinita de placeres sin fin.

 

 

En el número 16 de la revista Infobibliotecas se abordaba el mundo de las librerías. Que una revista cultural especializada en el mundo bibliotecario se acerque a las librerías es algo que entra dentro de toda lógica. Librerías y bibliotecas se han desarrollado por vías paralelas y, en muchas ocasiones, hasta comparten problemáticas similares.

Los ménage à trois en cambio les han dado más de un disgusto. Editoriales egoístas que han recelado de las bibliotecas, o administraciones fulleras que se resisten a pagar a tiempo. De ahí que no sonara raro que en más de uno de los artículos que integraban ese número 16 de la revista: se incidiese en la valentía que demostraban aquellos que, aún en estos tiempos, se lanzan a la aventura de abrir una librería. Y como mirar los toros desde la barrera no es una opción cuando de apostar por la cultura se trata: el jueves 21 de marzo de 2017, en pleno corazón del madrileño barrio de Malasaña, emprendía su vuelo Ciento volando, la que ya alguno ha denominado «la librería de las bibliotecas».

 

 

Que esto tiene aires de publirreportaje no lo vamos a ocultar: pero siempre hay formas y formas para contar las cosas. Podríamos incidir en que es una librería que cuenta con un personal altamente cualificado, que aspira a servir a bibliotecas, pero por supuesto también a clientes de a pie, que incluirá un variada programación de actividades y eventos (sí eventos, antes eran actos, pero ahora son eventos) que atraigan a todo tipo de público.  Pero sería un panegírico que, por atractivo que suene, no resulta tan determinante como el juicio de uno de sus primeros clientes.

 

 

Su nombre es Nico y tiene 12 años. Su afición al fútbol le ha llevado a guardar obligadamente banquillo durante algunas semanas por culpa de una clavícula rota. Afortunadamente el grueso tercer volumen de las Memorias de Idhún de Laura Gallego, que le compraron en la flamante librería, le servirá para sobrellevar la lesión mucho mejor.

Fue él, quien al leer el nombre de la librería en el envoltorio de su regalo de cumpleaños exclamó: ¡qué buen nombre! Y si lo dice un joven de 12 años que apunta, además de habilidades futbolísticas, la promesa de ser un buen lector: ¿quién es capaz de contradecir al futuro?

 

El Nido de lecturas a las puertas de la Biblioteca de Cleveland

 

El último Nobel de Literatura cantaba que la respuesta estaba en el viento; y visto en perspectiva puede que el poliamor cultural ya estuviera en el aire hace tiempo.

En 2013 el artista estadounidense Mark Reigelman instaló a las puertas de la biblioteca pública de Cleveland su obra Nido de lecturas: una enorme estructura de maderas que conformaba un impresionante nido que jugaba con la idea de la biblioteca como refugio.

La arquitecta de origen hindú Anupama Kundoo, cubrió una plaza de Barcelona con libros cazados en pleno vuelo en 2014.

Y tres años después abre sus puertas Ciento volando en Madrid. ¿Casualidad? No lo parece. Algo flotaba en el aire, y no era el amor, era el poliamor entre bibliotecas, librerías y lectores.

 

 

Ciento volando, cultura y más. C/ Divino Pastor. Malasaña (Madrid)

 

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Memoria de grandes mujeres bibliotecarias

 

La American Library Association (ALA) lleva cinco años recopilando historias para una iniciativa que nos encanta: “Las mujeres en la historia de las bibliotecas”, una convocatoria pública para recuperar la historia de mujeres que han hecho una contribución importante y duradera a la biblioteconomía o a la biblioteca del barrio o de la ciudad, sean o no sean bibliotecarias. Las historias enviadas son publicadas -una cada día- durante el mes de marzo en la página de Women of Library History y si reciben suficientes como para alargar la iniciativa la extienden al resto del año. Para el Grupo de Trabajo Feminista de la ALA se trata de “subrayar legados que hoy podemos seguir disfrutando y compartir con los usuarios una parte de la historia de las bibliotecas”. Es la contribución de estas mujeres a sus comunidades a través de las bibliotecas.

La convocatoria da algunas pistas por las que guiarse a la hora de participar:

  • ¿alguna profesional ha cambiado tu perspectiva en el trabajo o te ha ayudado a mejorar?
  • ¿trabajas o eres usuario de una biblioteca que lleva un nombre de mujer?: ¡descubre quién era!
  • también se aceptan enlaces a publicaciones en Internet sobre mujeres que desarrollen o hayan desarrollado su trabajo o actividades dentro del ámbito bibliotecario.

Mujeresbibliotecarias_bibliobus

 

Hemos indagado aquí y allá un poco y no hemos encontrado en España una iniciativa similar. Por eso, y porque nos ha gustado mucho, hemos pensado hacer un poco de campaña para ver si alguien recoge el guante y se lanza a impulsarla. Preguntando en Twitter, @biblioSalvia nos decía que podrían lanzarse a ello desde facultades de Biblioteconomía, la Biblioteca Nacional o grupos de trabajo en colegios oficiales de bibliotecarios y documentalistas. ¿Quién se anima?

Por ahora, y para celebrar el 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, vamos a hacer nuestra pequeña contribución recordando a dos mujeres que han hecho historia en las bibliotecas españolas, empezando por la pionera, “la Eva bibliotecaria», como la llamaban en un artículo de la BNE: Ángela García Rives.

La pionera

Mueresbiblioteca_AngelaGarciaRivesAunque en el mundo anglosajón, las primeras bibliotecarias aparecen en la segunda mitad del siglo XIX, en el área mediterránea hubo que esperar hasta las primeras décadas del siglo XX para ver mujeres trabajando en bibliotecas. En España, Ángela García Rives fue en 1913 la primera mujer que aprobó una oposición para oficiales de tercer grado del cuerpo facultativo de Archiveros, bibliotecarios y Arqueólogos. Le venía de casta: su padre fue bibliotecario del Senado, y en la familia le dieron una educación digna de las señoritas “emancipadas” de la época: piano y estudios de maestra en la Escuela Normal de Madrid. No contenta con eso, gracias a la disposición por la que en 1910 se permitió el acceso de las mujeres a la universidad, pudo matricularse en Filosofía y Letras en la Universidad Central. Dos años después se licenciaba en Historia con Premio Extraordinario, y un año más tarde es cuando aprueba la oposición. Ya como bibliotecaria, pasó por Gijón, el Ministerio de Instrucción Pública y el Archivo General Central de Alcalá de Henares, antes de recalara en la Biblioteca Nacional. Allí se quedaría 46 años, hasta su jubilación.

Cuando ya estaba a punto de retirarse a principios de los años 60, sus compañeras bibliotecarias la recordaban como una persona menuda, con un físico frágil, muy educada y correcta, muy respetada… y muy conservadora. De hecho, nunca tuvo el más mínimo encontronazo con la dictadura franquista, a diferencia de otras bibliotecarias que fueron depuradas. Ese carácter conservador también se nota en un artículo suyo publicado en la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos en 1923: en él proponía normas sobre las obras que no debían servirse al público por su obscenidad, en cumplimiento del Reglamento de las Bibliotecas Públicas del Estado de 1901.Pero sobre todo, destacó su trabajo como jefa de Sección de Catalogación en la BNE, y su papel en la redacción de las reglas y sus clases en la Escuela de la Biblioteca.

 

 

Angelita, como la llamaban (cosas del sexismo de la época) cuando estaba a punto de jubilarse, también sobresalió por su aplicación al estudio. Se doctoró en 1917 con una tesis sobre Fernando VI y Doña Bárbara de Braganza. Estos comentarios sobre su tesis citados en este artículo son impagables para hacernos una idea de la visión que se tenía por aquel entonces de las mujeres en los ámbitos académicos: “escribe con impecable corrección, estilo sencillo y sobrio […] Ningún rasgo femenino -o que pase por tal- hallamos en la composición o el tono de la obra. Esta es serena, objetiva, ‘asexual’, podríamos decir. Igual que por pluma de mujer pudo ser escrita por pluma de varón. Revela ello un espíritu firme, disciplinado por el estudio”.

 

La bibliotecaria de Guadalajara

En julio de 2013, un grupo heterogéneo de bibliotecarios, escritores, libreros y otros ciudadanos se reunía en la Plaza Mayor de Guadalajara para iniciar un desfile a ritmo de dulzaina y tambor hasta la Biblioteca Pública, en la plaza Dávalos. Se dirigían a rendir homenaje, serenata bajo el balcón incluida, a Blanca Calvo, la mujer que en tres décadas al frente de la biblioteca la había convertido en una de las instituciones más respetadas de la ciudad, y una de las bibliotecas de referencia en España. Un mes después, Blanca Calvo se jubilaba, y sus amigos querían agradecerle su trabajo, cantando, comiendo y regalándole flores. Le dijeron que había hecho de la biblioteca “nuestra casa ideal”.

Mujeresbibliotecarias_BlancaCalvoComo nos contó en una entrevista a la revista Infobibliotecas, cuando Blanca Calvo llegó a Guadalajara en 1981 tras aprobar las oposiciones al Cuerpo de Bibliotecas del Estado, se encontró con una biblioteca pequeña y oscura, con un horario muy reducido. También venía de familia con oficio en la materia: su madre fue la directora de la Biblioteca de la Universidad de Valladolid, y a ella de pequeña le gustaba jugar a sellar libros. Cuando estudiaba filosofía y Letras no quería seguir los pasos de su madre, pero solo dos meses después de terminada la carrera, sin saber qué hacer, vio la convocatoria de las oposiciones y decidió probar. La ayuda que recibió de su madre en la preparación le hizo darse cuenta de la vocación de servicio público que tenía.

Junto a sus compañeros, Blanca Calvo hizo que en poco más de 30 años la Biblioteca de Guadalajara pasara de ser una institución del siglo XIX a una del siglo XXI: un centro dinámico, con una buena dosis de participación ciudadana, 40.000 socios (la mitad de la población de la ciudad), muy activo en llegar a colectivos que no pisaban antes una biblioteca, y pionero en actividades como los clubes de lectura. Hasta consiguió un récord Guinness al impulsar como alcaldesa de la ciudad en 1992 un maratón de cuanta cuentos que duró 24 horas y media. Quería visibilizar a los libreros de la ciudad y animar a la gente a leer. Como nos contaba en la entrevista, para ella la biblioteca es una patria y el principal cometido del bibliotecario es “divulgar y sacar el máximo rendimiento al patrimonio cultural” de la institución.

Y hasta aquí nuestra pequeña contribución a las historias de bibliotecarias que han hecho historia. ¿Nos ayudáis a hacer campaña para que el año próximo una iniciativa como la de la ALA sea realidad en España?

En 2015 se celebró en el Palau Robert de Barcelona la exposición: “BiblioTec. Cien años de estudio y de profesión bibliotecaria”, en la que se realizaba un estupendo recorrido cronológico desde la creación de la Escuela Superior de Bibliotecarias de Barcelona y la primera Red de Bibliotecas Populares de España. El vídeo de la exposición resultaba de lo más ilustrativo:

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Estadística creativa para bibliotecarios soñadores

 

Como cada año el informe de la Federación del Gremio de Editores sobre la lectura en nuestro país ha sido noticia. Una vez más los porcentajes estadísticos que proporciona han dando pie a titulares y análisis que van camino de convertirse en toda una tradición, algo así como las crónicas que cada 22 de diciembre se emiten sobre los ganadores de la lotería (pero a la inversa, donde allí hay alegría, aquí siempre hay decepción). Pero ya sabemos por los políticos que a las estadísticas se las hace decir lo que uno quiere; así que no vamos a darle más vueltas al asunto, bastante se ha hablado ya. Es preferible fijarse, cual manual de autoayuda, en historias ejemplarizantes que nos eviten cualquier asomo de abatimiento bibliotecario.

 

 

La magia de los números en esta calculadora japonesa de 1962.

Porque seamos sinceros, ¿qué bibliotecario en un momento de debilidad, o mejor, de duda: no ha pensado en dejarse llevar por la creatividad al rellenar los formularios de Alzira del Ministerio?, ¿quién ante el insondable misterio de toparse con que el número de ejemplares difiere según la búsqueda en el programa se haga de una forma u otra: no ha optado por quedarse con la cifra que mejor le cuadra con el resto?

Que tire el primer tejuelo aquel o aquella (y lo sentimos pero esto no es lenguaje inclusivo, es simplemente un redoble de tambor para dar más peso a lo que sigue): que no ha tirado por lo alto o por lo bajo en: número de usuarios-actividades-ejemplares-servicios… cuando le ha interesado para engatusar al político de turno, o dar lustre en los medios a su biblioteca.

Por eso empatizamos en el delito con el responsable de la Biblioteca del Condado de East Lake (Florida), George Dore, y su auxiliar de biblioteca, Scott Amey. Porque en Infobibliotecas nada de lo bibliotecario no es ajeno.

 

Se acerca uno de los momentos del año «favoritos» para muchos bibliotecarios: hacer las estadísticas y rellenar el formulario de Alzira del Ministerio.

 

Chuck Finley, así se llamaba el usuario tan, tan asiduo de la Biblioteca de East Lake que él solo se había prestado un total de 2361 libros en poco más de nueve meses. Si Agatha Christie leía unos 200 libros anuales, Theodore Roosevelt uno al día, y la bibliotecaria Harriet Klausner unos 6 al día («Si un libro no me interesa cuando llego a la página 50, dejo de leerlo» arguyó para defenderse de los incrédulos) según relataba un artículo de BBC Mundo: Finley debería figurar en alguna categoría del Libro Guinness. La única pega es que el tal Finley nunca ha existido, al menos físicamente como usuario de la Biblioteca de East Lake. Pero todos sus datos, incluido su nutrido historial de préstamos, constaban en la base de datos de la biblioteca hasta hace bien poco.

En la red de bibliotecas del Condado de Lake, se distribuyen los fondos atendiendo a la demanda; de tal modo, que si pasado un determinado periodo algún título no alcanza los préstamos necesarios se retira de la circulación. Un criterio salomónico que no distingue entre best seller del momento y clásicos literarios.

 

En El invisible Harvey (1950) James Stewart interpreta a un hombre encantador, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Su única peculiaridad es que siempre va a acompañado de un conejo gigante que sólo él es capaz de ver. Su familia decide ingresarlo en un psiquiátrico. 

 

El Chuck Finley real, estrella del béisbol desde 1986 a 2002. 

Tanto para George Dore, como responsable de la citada biblioteca, como para su auxiliar Scott: este expurgo implacablemente estadístico les suponía un suplicio. Y cual doctores Frankenstein decidieron crear al usuario de biblioteca ideal. Un voraz lector cuya compulsión permitía salvar a muchas de las obras en las que nadie reparaba. Que su nombre, Chuck Finley, coincidiera con el de un jugador de béisbol jubilado que durante 17 años desarrolló su carrera en la liga mayor: fue algo completamente accidental (o no).

Pero este celo bibliotecario desmedido no ha servido de atenuante para el despido del bibliotecario. La investigación que ha originado, como tanto gusta decir a determinados políticos: puso en marcha la máquina del fango y salpicó a toda la red. Dore arguyó en su defensa que otras bibliotecas de la red también tenían carnés institucionales o «dummies» (tontos) para «salir favorecidas» en las estadísticas. Toda una intriga bibliotecaria que en manos de un guionista talentoso podría convertirse en película hollywoodense.

 

Theodosia Burr Goodman reinventada como la fascinante Theda Bara.

 

Theda Bara como Cleopatra

Y también en el este de los Estados Unidos, pero en 1914: Theodosia Burr Goodman dejó atrás su ciudad natal para inventarse una identidad, o mejor dicho, para dejar que se la inventasen. Pese a que ya había cumplido los 30, una edad peligrosa para una aspirante a estrella: un estudio de la meca del cine la reinventó para fascinar al público.

De repente, Theodosia pasó a llamarse Theda Bara, dejó de ser la hija de un comerciante judío de Cincinnati para ser la hija de una concubina egipcia y de un artista francés, nacida en el Sáhara, y sacerdotisa de oscuros rituales del Oriente.

Ella fue la primera vamp, la primera estrella prefabricada, la mujer fatal que venía a distraer las mentes de las macabras estadísticas de bajas en el frente que llegaban de un mundo sumido en la Primera Guerra Mundial. Con biografías tan encantadoras, ¿a quién le importaba la verdad?

Theda evoca un tiempo de cartón piedra, de mentiras inocentes que se hacen verdades aceptadas con las que poder fantasear. Eran tiempos convulsos, como el nuestro, pero Theda hoy sólo sería una sex symbol en países pobres, aquí en el primer mundo, su exuberancia carnosa sería un insulto. La capacidad de fabulación nos ha adelgazado, casi tanto como las modelos de pasarela. Y mientras tanto, los egos engordan y engordan con las grasas saturadas de las redes sociales.

 

El lugar de los hechos: la humilde biblioteca de East Lake.

 

Ante este panorama, ¿quién puede reprocharle a George y Scott que hayan ideado al usuario de biblioteca perfecto? Cuidado que nadie nos vaya a acusar de incitar al «maquillaje estadístico». Simplemente es que en un mundo en el que triunfa la posverdad (aquí mismo acuñamos la posverdad bibliotecaria hace poco), en una época en que el fingimiento ha alcanzado el paroxismo, entre tanta mentira dañina: algo de inocencia, o al menos de ilusión (por aquello de no bajar la guardia) se está haciendo tan necesaria como una conexión wifi.

Por eso, desde aquí eximimos de toda culpa a esos dos pícaros estadísticos, a estos fabuladores que hicieron que los índices de lectura de su modesta biblioteca llegasen a la cuarta base gracias a Chuck. Todos necesitamos soñar, lo está dejando claro el éxito arrollador de una película como La, la, land (La ciudad de las estrellas): un musical que remite a ese Hollywood ingenuo y feliz que arrancaba con Theda. En definitiva, lo que han hecho George y Scott, no ha sido otra cosa que ponerle algo de música a las frías y asépticas estadísticas de bibliotecas.

 

La, la, land (La ciudad de los sueños) arrasando entre crítica y público por ofrecer una historia romántica y sencilla en medio de una época cínica.

 

En el último número de la revista Infobibliotecas, Mariate Alonso le ha puesto música a este invierno reuniendo algunas de las canciones que se han dedicado al mundo de las bibliotecas; y nuestro compañero Héctor Fouce (que tan excelentes maridajes crea, en cada número, entre libros, música o películas) las ha seleccionado en una lista de reproducción de Spotify que se puede disfrutar pinchando aquí. Es lo propio, concluir con música la crónica de un fraude que resulta de lo más cándido visto el panorama.

Si La, la, Land ha llegado de Hollywood para mitigar las oscuras nubes que se ciernen sobre el 2017: hace dos años el grupo Verkeren insuflaba alegría en vena con su tema Laberinto. Pura inocencia y optimismo naíf para unas coreografías bibliotecarias, tal vez menos cool que las de Ryan Gosling y Emma Stone, pero más asequibles para bibliotecarios soñadores.

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Carta navideña de biblioteca

Muchas veces trabajar en bibliotecas requiere de la fe de un niño en los Reyes Magos o Papá Noel. Puede que el Droide BB-8 de Star Wars con Force Band no esté bajo el árbol navideño el próximo 6 de enero, pero eso no le quitará las ganas de seguir jugando. Algo similar sucede con los sufridos bibliotecarios, puede que este año tampoco haya presupuesto para las nuevas estanterías de la sección infantil: pero eso no hará que dejen de imaginar mejoras.

 

Infobibliotecas es una revista que forma parte de ARCE (Asociación de Revistas Culturales de España)

 

Hay que ser absolutamente moderno que decía el poeta, y en Infobibliotecas te lo queremos poner fácil con una revista para la biblioteca del siglo XXI. Puede que no trabajes en la Biblioteca Pública de Nueva York, pero eso no quita para que te sientas en el centro del universo bibliotecario. Por eso lanzamos una promoción para que nos tengan en mente a la hora de las suscripciones del 2017:

 

  • si te suscribes para este 2017 obtendrás un 17% de descuento (50€ por suscripción anual) + 2 números gratis de la revista

 

Porque vivimos lo digital sin renunciar al placer del papel: incluye a Infobibliotecas entre los deseos para tu biblioteca en el próximo año.

 

Más información en: Quien habla de bibliotecas, termina hablando de todo

 

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Quien habla de bibliotecas termina hablando de todo

En el delicioso cortometraje ganador del Goya en 1993, El columpio, dos desconocidos (interpretados por Coque Malla y Ariadna Gil) esperan en una estación de metro cerca de la medianoche. La tensión sexual entre ambos va in crescendo mientras oímos sus pensamientos a través de sus voces en off.

 

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En un momento dado, el chico, intentando cargarse de valor para entrarle a la chica se repite mentalmente:

«autoconfianza, esa es la clave […] Yo puedo estar muy seguro de mí mismo, pero ellas ¿cómo lo notan? ¿será una cuestión de electricidad? si fuera así esa tía estaría achicharrándose»

 

Pues bien, en Infobibliotecas vamos cargados de autoconfianza respecto a nuestra revista: pero sus potenciales lectores ¿cómo lo notan? Si fuera una cuestión de electricidad estarían todos achicharrándose. Por eso antes de seguir hablando vaya por delante el siguiente vídeo. Una vez visto podremos continuar:

 

 

Si tanto hablamos de la reinvención de la biblioteca, si tan pendientes estamos de los nuevos tiempos y de lo que nos depararán: una revista como Infobibliotecas es el escaparate perfecto en el que recrearse en ese desfile continuo de ideas. Por diseño (nadie que haya tenido en sus manos un ejemplar podrá negárnoslo) y por contenido.

Quizás no cuestionemos el orden establecido de manera tan airada como lo hacían los cachorros de la Nouvelle Vague en Cahiers du cinéma; ni seamos tan iconoclastas como la Rolling Stone en los 60; ni resultemos tan excitantes como Marilyn Monroe desnuda sobre terciopelo rojo en la mítica portada de Playboy (aunque nadie pueda negarnos nuestra cuota de sex appeal). Pero es que no lo necesitamos. Infobibliotecas ha nacido en el siglo XXI: es nativa digital, se publica en papel y habla del futuro de las bibliotecas. Con esas credenciales ¿quién necesita de alharacas para lucir personalidad propia? 

 

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Siempre queremos lo que no tenemos, añoramos lo que ni siquiera hemos vivido, por eso los nativos digitales sueñan con leer en papel, como los androides soñaban con ovejas eléctricas. No es una boutade, lo dicen las últimas encuestas sobre el papel versus digital. El éxito de publicaciones como Jot Down dejan claro que la experiencia de la lectura reflexiva cada vez se refugia más en las revistas en papel, sin renunciar a lo digital. Lo inmediato, lo instantáneo, la última hora tienen su mejor caldo de cultivo en las pantallas; pero una vez engullida tanta información la mejor manera de reposarla y digerirla sigue siendo el papel.

Debe ser que estamos mal hechos, pero mientras nos sigan fabricando de carne y hueso anhelamos algo de ritual, de fetiche, de lo físico. Pero sea en el medio que sea, seguiremos necesitando medios independientes, libres, que nos ofrezcan un relato transversal de lo que está pasando alrededor nuestro. Huyamos de los lugares comunes, salgamos de nuestras áreas de confort (pese a lo confortables que son muchas bibliotecas), arriesguemos. Porque en ello nos va la supervivencia.

 

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Por eso Infobibliotecas es ante todo una revista cultural integrada en ARCE (Asociación de Revistas Culturales de España): porque quien habla de bibliotecas termina hablando de todo. Porque todo les concierne. El fomento de la lectura está caduco, lo que la biblioteca del siglo XXI debe aspirar es a fomentar la cultura, en toda la extensión del concepto. Sin límites, sobre todo mentales.Y para eso te necesitamos.

 

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No queremos que nadie se quede como Coque Malla en el andén (atención spoiler): viendo pasar lo que más deseaba. No queremos que nadie pierda el último tren. Con Infobibliotecas queremos implicarte en nuestra visión de lo que deben ser las bibliotecas y la cultura en estos tiempos revueltos; y que tú nos impliques a nosotros en la tuya. Llévanos a tu biblioteca, suscríbete, ayúdanos. Síguenos en digital: prometemos darte muchas sorpresas en papel.

 

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Egobiblio: narcisismo y bibliotecas en la era selfie

Dicen los analistas y los que hablan de oídas (como es el caso), que el triunfo electoral del Brexit ha tenido más que ver con el enaltecimiento del ego británico de las clases bajas, que con un repudio consciente a la Unión Europea. Los nacionalismos siempre apelan al ego de aquellos que lo tienen más frágil, y en estos tiempos en que gracias a la tecnología el culto del ego alcanza el paroxismo; el caldo de cultivo parece más fértil que nunca.

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El Narciso de Caravaggio absorto en su móvil en el siglo XXI

Si el Narciso de la mitología griega se ahogó embelesado con su propio reflejo; desde el 2014, sólo han hecho falta un palo de selfie y un precipicio, para que 49 incautos narcisistas hayan terminado consiguiendo el protagonismo que buscaban en las redes, a título póstumo. No sabemos aún si los que han votado por el Brexit coquetean con el precipicio, pero el selfie que se han hecho no les favorece. Pero en un país en el que la crisis se ha llevado por delante más de 350 bibliotecas públicas, la única manera de reforzarse la autoestima deben ser los discursos simplistas (tras la resaca electoral, más de uno dirá que también en nuestro país, pero como decían Tip y Coll, la próxima semana hablaremos del Gobierno, hoy no toca).

 

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Believe in your selfie: la verdad está en tu selfie.

 

En el último número de la revista Infobibliotecas, se incluye una crónica de la reunión OCLC EMEARC 2016, celebrada en Madrid a principios de marzo. En este encuentro entre profesionales de la información, bibliotecarios y emprendedores se abordó la denominada «generación selfie«: sus vidas digitales, sus espacios sociales y sus necesidades educativas. Captar la atención de los jóvenes entre 16 y 24 años es el gran reto tanto para bibliotecas, como para el resto de instituciones educativas y culturales; pero más allá de las interesantísimas reflexiones e intercambio de experiencias (para eso habrá que leer la revista), lo que destacamos aquí es una foto del reportaje; concretamente el mensaje que reza en la espalda de la camisa de uno de los participantes: Believe in your selfie (Cree en tus selfiEscanear 13es).

Es cierto que uno de los momentos más provocadores del encuentro, fue cuando el joven empresario Luis Iván Cuende, arremetió contra el sistema educativo, y hasta llegó a sostener que para él las universidades podrían desaparecer y ser sustituidas por bibliotecas, dado que todo está ya online, y lo único que necesita esta generación selfie, son espacios colectivos en los que reunirse.

Bien, suena iconoclasta y blasfemo, como debe sonar todo discurso de un joven airado; pero más allá de estas halagadoras palabras para las bibliotecas (que no para los bibliotecarios, ¿qué papel jugarían si su idea suena un poco a la de un autoservicio?), lo que verdaderamente da la pista es el eslogan en la camisa del anónimo asistente. Si algo deja claro es que si se quiere atraer el disperso interés de esta juventud, no hay otra que elevarles la autoestima, que satisfacerles el ego. Y ¿cómo se hace eso desde una biblioteca?

 

No son como nosotros

El cómic No son como nosotros: rebeldes con causa o sin causa, perdidos en los agujeros negros de la juventud del siglo XXI

 

En las actas del III Congreso de Bibliotecas Públicas se incluía la comunicación de Antonio Díaz Grau: La biblioteca pública como lugar de reforzamiento de la autoestima de los miembros de su comunidad. Entre las propuestas que Díaz Grau enumeraba, para reforzar la autoestima de colectivos e individuos especialmente vulnerables, se recogían: desde grupos raciales, a ancianos, niños y adolescentes. E incluso abordaba una interesantísima actividad desarrollada para combatir el tan, lamentablemente de actualidad, asunto del bullying o acoso escolar.

Pero esta comunicación fue en 2006, no existía aún Instagram, ni los palos para selfies, ni siquiera al autorretrato de toda la vida se le había dado ese nombre. Ahora la autoestima de casi todos, se refuerza a base de seguidores en Instagram, Likes en Facebook, o retuit en Twitter. Y sin tan duchos son en estas herramientas: ¿por qué no dejar que sean los propios jóvenes los que alimenten las redes sociales de la biblioteca?

 

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Drew y Yaiza, la pareja de chicas booktubers que recomiendan lecturas en su canal Never be hopeless

 

Muchas secciones juveniles de bibliotecas podrían contar con la colaboración de algún/os booktubers. Jóvenes con ganas de compartir sus lecturas, a los que la biblioteca les proporciona las lecturas de su interés, y que a cambio, las comparten a través del canal de Youtube de la biblioteca. Habría que contar con la autorización de los padres, claro está, pero hasta el momento el gremio bibliotecario aún conserva cierta respetabilidad de cara a los progenitores.

Hace unos días, en el blog de Infotecarios, la documentalista peruana Silvana Aquino, hablaba de los Bookstragrammers (cada vez un nuevo anglicismo a cual más retorcido), los jóvenes que fomentan el amor por la lectura a través de fotografías de sus lecturas, o de ellos mismos con libros tapándoles la cara. Hay que correr para coger algunos de estos trenes, que pasan con la misma rapidez que los hits en las listas de reproducción del Spotify.

 

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En Latinoamérica nos llevan algo de ventaja en esto de masajearles el ego a los nativos digitales; o dicho más políticamente correcto: en aprovechar las destrezas digitales de los jóvenes para los fines de la biblioteca.

¿Para cuándo un concurso de booktubers en bibliotecas públicas como el que se celebró en Chile a finales del 2015? La Coordinación del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas ha establecido una fructífera colaboración entre las comunidades de booktubers y las más de 450 bibliotecas públicas del país. Para ello, han capacitado a 20 responsables de bibliotecas municipales en edición de vídeos; y en los cursos de formación, están presentes booktubers célebres en el país. Laura Mera junto con Pía Fuentes, dos de las booktubers con más tirón en las redes, han sido las encargadas de captar a más jóvenes que quieran colaborar con las bibliotecas públicas.

 

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Clipboard01En Uruguay, el pasado 7 de junio se entregaron los premios a los ganadores del Concurso Booktubers Uruguay en la Biblioteca Nacional. Repartidos en tres categorías por edades, de 9 a 12 años, de 13 a 18, y de 18 en adelante (porque el amor por la lectura, y el narcisismo no tiene edad). Los 64 vídeos de los participantes se colgaron todos en el canal de Youtube del Ministerio de Educación y Cultura uruguayo.

En la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, las colas en las casetas con youtubers célebres como Germán Garmendía, superaban en mucho las que se formaban ante figuras consagradas como Alberto Manguel, Mario Vargas Llosa o María Kodama. Y otro tanto pasó en la reciente Feria del Libro de Madrid. No vamos a decir que las bibliotecas deban colaborar con El Rubius o AuronPlay; aunque ¿por qué no? Si los videojuegos son otro campo que hay que sumar a la oferta bibliotecaria: ¿llegará el día en que El Rubius pueda convertirse en colaborador de las bibliotecas? Todo es cuestión de masajear el ego con algo de respetabilidad a la antigua, y hasta las generaciones más descreídas se crecen ante la perspectiva de dar lecciones a sus mayores.

 

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El youtuber AuronPlay sobre fondo bibliotecario

 

Como sostiene el neuropsicólogo Álvaro Bilbao en el artículo Por qué tus hijos no son nativos digitales, publicado en El Mundo:

 

«Tus hijos no son nativos digitales, porque son nativos de un mundo natural. Un mundo en el que manos, boca, ojos, olfato e inteligencia están estrechamente unidos. Millones de años de evolución ha dotado a tus hijos de un cerebro preparado para aprender tocando, escuchando, hablando y jugando. Aunque se empeñen en vendernos lo contrario, la tecnología no es una ventaja a edades tempranas.»

 

Pero como los bibliotecarios no son educadores, pueden aprovecharse de lo mucho que las nuevas generaciones gustan de distinguirse de sus mayores a cuenta de la brecha digital.

La falta de ofertas de empleo público de los últimos años y la falta de salidas profesionales en el campo de las bibliotecas ha hecho que, sin duda; las bibliotecas sean una de las unidades administrativas que suman no pocos números en ese 62,8% de mayores de 50, que hacen que la Administración haya envejecido en estos años de crisis.

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Madonna extrayendo la energía de la joven Britney Spears en los premios MTV 2003

Unos bibliotecarios seniors cuya formación fue analógica, pero que se subieron al carro de las nuevas tecnologías allá por los 90; y cuya profesión les ha obligado a actualizarse de manera continua. Unas generaciones que pese a los estragos que las nuevas tecnologías hayan podido hacer en su capacidad de concentración: siguen siendo capaces de elaborar discursos más ambiciosos que los que las generaciones hiperestimuladas digitalmente. ¿Es el momento de hacer una loa de la colaboración intergeneracional bibliotecarios senior-generación selfies para beneficio mutuo? No, nada de eso, es hora de invocar el mito de la condesa Erzsébet Báthory, ya saben, la difamada aristócrata húngara que según la leyenda; sacrificó cientos de jovencitas para bañarse en su sangre, y mantener su juventud. Y a la que ahora la ciencia le ha dado la razón.

Ok, suena fuerte ¿no? Pero si se quiere atraer a los jóvenes, mejor que pongamos un poco de gore al cuento de la biblioteca si no queremos que tuerzan el gesto. Por eso para terminar acordes con el asunto, nada mejor que un corto que triunfó en Youtube, y que combina emociones fuertes y selfies. Y es que los narcisos de la generación selfie ya no se ahogan en su reflejo, es su sobrealimentado ego en forma de zombi el que los acecha.

 

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Defender la profesión bibliotecaria: retos pendientes

artículo en el blog Biblioteques Digitals i Cooperació, Lluís Anglada, director del Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya, identificaba tres retos de futuro para las bibliotecas. Uno de ellos tiene que ver con la necesidad de defender la profesión bibliotecaria, un asunto presente en muchos foros de debate. A su juicio es imprescindible “establecer una conciencia profesional representativa y amplia”, una conciencia que se ha ido perdiendo en los últimos 20 años, que ha ido acompañada -¿causa o efecto?- de un retroceso en el asociacionismo. Esto se ha traducido en una realidad profesional “débil” en términos de condiciones de trabajo, sueldos e influencia. No se ha sabido, además, establecer alianzas con el sector de la cultura, concluye su análisis. AliciaSellesEn un reciente número de nuestra revista, el de este verano, hablábamos precisamente de este tema con Alicia Sellés, presidenta del Col·legi Oficial de Bibliotecaris i Documentalistes de la Comunitat Valenciana, tesorera de FESABID y vocal del comité ejecutivo de EBLIDA, una auténtica activista de la defensa de la profesión. Acababa de “facilitar” en las Jornadas FESABID 2015 el taller “F3 (FESABID, Formación, Fortalecimiento), una primera acción destinada a trabajar en el desarrollo de capacidades y la sostenibilidad de las asociaciones bibliotecarias.

Liderazgo profesional

Para Sellés, es clave trabajar en diferentes niveles para desarrollar lo que denomina “liderazgo profesional”. Por un lado, cree que los colegios profesionales “deben tener un papel claro como defensores de nuestra titulación, para que siga siendo atractiva y no desaparezca”. Falta una voz a nivel estatal en este sentido, y es que, por ley, debería haber un Consejo de Colegios que no existe. “Esta figura de Derecho Público que vela por la profesión está vacía. O la asume alguien o la creamos”, dice con contundencia. Los colegios catalán y valenciano ya están trabajando en esa línea, para generar una voz única a nivel estatal que pueda ejercer de interlocutora con la Administración del Estado, conviviendo con FESABID. “No queremos perder la riqueza de FESABID como asociación abierta a diferentes perfiles profesionales que trabajan en nuestro ámbito y no están titulados, pero queremos trabajar por un colegio oficial. Todo suma”, nos contaba. Por otro lado, a juicio de Sellés, hay que empoderar a las asociaciones para que trabajen a nivel autonómico en ámbitos como educación, sanidad o transparencia, en los que no están presentes y en los que los que bibliotecarios y documentalistas tienen mucho que decir. Cuestiones tan importantes como la necesidad de fortalecer las bibliotecas escolares están en juego. ProfesionBibliotecario_tallerfesabidDe todo esto, y mucho más, se debatió en el Taller F3 celebrado en las últimas Jornadas FESABID, del que ya hemos hablado. En la web de FESABID podéis leer un buen resumen de lo que dio de si. Es interesante ver, por ejemplo, cuáles son las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas que percibían las y los participantes respecto a las asociaciones, y qué propuestas salían del cruce de unas y otras. A continuación, las que más se repetían: Fortalezas
  • La independencia económica de las instituciones.
  • La comunicación cercana con/entre los socios.
  • Favorecen la participación.
Debilidades
  • El número de socios.
  • La falta de recursos humanos y económicos.
  • Falta de visibilidad y reconocimiento social.
  • Falta de motivación/implicación de los socios.
Oportunidades
  • El posible cambio político.
  • La pertenencia e implicación de FESABID.
  • La posibilidad de convertirse en referencias para servicios como formación o peritajes.
Amenazas
  • La escasez de fuentes de financiación / la crisis económica.
  • Falta de reconocimiento social /capacidad de influencia.
  • La dispersión geográfica / el “etnocentrismo”.
Algunas de las estrategias que resultaban de cruzar estos elementos:
  • Campañas de comunicación y marketing para la captación de socios y la visibilización de las asociaciones y su utilidad.
  • Prestación de servicios como entidades formadoras homologadas y prestadoras de peritajes.
  • Generar interlocución y alianzas con los nuevos actores políticos.
  • Crear un consejo de colegios o un colegio profesional a nivel estatal.

Ejemplo británico

Parece que más allá de nuestras fronteras se identifican problemas muy parecidos a los que se vieron en el Taller F3. Desde el Reino Unido, la principal asociación profesional del país, el Chartered Institute of Library and Information Professionals (CILIP), acaba de anunciar el lanzamiento de una campaña “de apoyo y solidaridad con las bibliotecas y los profesionales de la información”, cuyo objetivo es sensibilizar a nivel nacional sobre el valor y el impacto de unas y otros, y demandar “políticas que protejan y promocionen sus intereses”.DefensaProfesionbibliotcario_CILIP La iniciativa incluye algunas acciones muy interesantes:
  • Una campaña de relaciones públicas, medios de comunicación y actividades promocionales para elevar el perfil público de los profesionales, sus capacidades y las amenazas a las que hacen frente.
  • Una campaña proactiva (que ya ha empezado) dirigida a los responsables políticos y a sus diputados, a los que les escriben para recordarles “sus deberes legales y cívicos” hacia los servicios bibliotecarios y sus usuarios.
  • Un paquete de materiales de apoyo, información y estadísticas para que puedan usarla sus asociados para argumentar el valor y el impacto de los servicios bibliotecarios.
  • Apoyo directo a sus socios que se encuentran en riesgo de ser despedidos, lo que incluye asesoramiento y -atención- apoyo financiero de un fondo especial destinado a ello. Nos recuerda mucho a las antiguas “cajas de resistencia” que tenían los sindicatos para que sus miembros pudieran soportar las pérdidas económicas que suponían hacer una huelga.
La campaña la han lanzado esta semana pasada y continuará durante todo 2016. En su punto de mira preferente están la aprobación de los presupuestos públicos de las distintas administraciones. Parece claro que está desarrollándose una nueva conciencia sobre la necesidad de defender la profesión bibliotecaria para garantizar la sostenibilidad de las bibliotecas como servicio público esencial. El debate continuará, y desde aquí seguiremos visibilizándolo. De hecho, en el número de la revista Infobibliotecas, que está a punto de salir, incluimos un artículo sobre «advocacy» bibliotecario que os puede interesar. Al menos, eso esperamos. ¡Feliz semana!]]>

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Festivales, relax y mundos bibliotecarios, en el nuevo número de Infobibliotecas

En verano cierran, lamentablemente, muchas bibliotecas pero la cultura está en la calle y se celebra. A estas fiestas-festivales dedica el tema principal el último número de la revista Infobibliotecas que estará empezando a llegar a vuestras manos. Aquí os adelantamos algunos de los contenidos. REvistaPortada13Para hacernos una idea del fenómeno festivales, empezamos con algunas cifras: solo en Cataluña se celebran 360 festivales de música cada año, casi uno por día, con 1,5 millones de espectadores que dejan 300 millones de euros. Con el éxito de los festivales culturales se ha demostrado algo: que la cultura popular puede ser una herramienta de atracción turística de primer nivel, y ya sabemos cómo se anhela desde las administraciones públicas de este país cualquier palanca que pueda hacer llegar visitantes y hablar de forma casi inmediata del dinero que tales visitas han dejado en la ciudad. Lo de que sea cultural, en sí, perece secundario. Lo que importa es el lado crematístico de la historia. Haciendo un inciso aparte del tema que aborda la revista, esto nos recuerda, en el fondo, a las partidas dedicadas a la cultura en los recién presentados Presupuestos Generales del Estado, con las bibliotecas un año más relegadas a cifras ridículas porque parece ser que ni son Marca España ni los responables políticos son capaces de ver el impacto social, económico y cultural que tienen. En este artículo publicado en Voz Populi lo explica muy bien Karina Sainz Borgo. Volviendo a lo que nos cuenta la revista, podréis leer cómo están colaborando las bibliotecas en algunos festivales importantes, como el Hay Festival o PhotoEspaña, y podréis degustar un interesantísimo análisis del profesor Héctor Fouce sobre los festivales como casi una representación perfecta de la cultura de hoy, cultura como experiencia social, casi como lo era en las plazas medievales solo que ahora, además, se comparte en las redes antes y después. Por último, y sobre el tema central, seleccionan para nosotros los mejores festivales por temas, y nos guían sobre cómo sobrevivir a ellos.

Relax bibliotecario

RelaxbibliotecarioY hablando de sobrevivir, en otro de los reportajes de la revista, esta que escribe este blog os habla de cómo salir indemnes de todo un año de trabajo, es decir, cómo llegar a las semanas previas a las vacaciones con algo más que el último aliento. La profesión de bibliotecario, digan lo que digan los clichés, es estresante, y así lo demuestran algunos estudios de los que os hablamos. Eso de la multitarea, la monotonía, las dificultades del trato con el público, el espacio físico de trabajo, la falta de participación en la toma de decisiones, la necesidad de justificar tu profesión… hay muchos factores que generan ansiedad, pero también muchas formas de sobrevivir a ella. En la mano de cada uno de nosotros están herramientas como la práctica de técnicas de relajación o el mindfulness, que aunque parezca ahora nada más que una moda, tiene mucho potencial para ayudarnos. Pero también hablamos de formas de organizar el trabajo y las relaciones laborales que ayudan a que todos trabajemos más y seamos más felices haciéndolo.

Entrevistas

Alicia Sellés, presidenta del Col·legi Oficial de Bibliotecaris i Documentalistes de la Comunitat Valenciana (COBDCV) y recién elegida vocal del consejo ejecutivo de EBLIDA, nos cuenta mucho sobre lo que quieren hacer esta institución que da voz a las bibliotecas en Europa, en cuestiones como el acceso a la lectura digital, la propiedad intelectual y el fortalecimiento de las asociaciones, una de las cuestiones en las que más trabaja desde hace tiempo. Y nos plantea un reto: desarrollar el “liderazgo profesional” de bibliotecarios y documentalistas en áreas en las que hasta ahora no están presentes pero en las que tienen mucho que aportar como las relacionadas con la transparencia -tan en el discurso político y mediático en estos tiempos, aunque sea en versión descafeinada-, y el sector educativo, para10. EscuelasPiasTambién hablamos con Íñigo Tejera sobre la impresionante Biblioteca de las Escuelas Pías, situadas en el -antes castizo, ahora multicultural, según los cronistas-, barrio de Lavapiés, de Madrid, una biblioteca con truculenta historia como pocas. Conversamos también con Andreu Jaume, traductor y editor de Clásicos de la editorial Penguin Classics, que acaba de lanzar colección en castellano. portada_PatriciaLunaCon la periodista Isabel García-Zarza y la directora de la revista Infobibliotecas, Silvia Oviaño, nos acercamos a una estupenda lectura de verano, «Quién es Patricia Luna«, una novela escrita a cuatro manos por estas dos estupendas mujeres que cuestiona, con mucho humor y mucha acción, el modelo de conducta femenina que nos presentan alguna que otra trilogía erótica para mujeres. Dicen en esta entrevista, clarividentes, que este «mal llamado porno para mamás parece estar escrito por un contubernio conservador«. Amén. Y para llenarnos de palabra e ideas hermosas, el escritor Manuel Rivas nos habla de los cambios sociales que han empezado a surgir desde la calle, de que la Transición no es el fin de la historia, de cómo los humanos, como los animales, “huimos de los sitios llenos de malas hierbas, de los malvados sitios tristes en busca de lugares mejores”. Nos habla de la conexión de los libros con la naturaleza y recuerda que éstos son “la entrada a una cámara secreta”. De las bibliotecas habla como lugares en movimiento, como talleres, como “un buen lugar para estar frente a tantos no lugares de nuestras ciudades”. En nuestros refugios en forma de bibliotecas hay muchas puertas a otros mundos. De muchos de ellos seguiremos hablando en éste y otros números de Infobibliotecas. ¡Os esperamos! (Si aún no recibís la revista, podéis subscribiros llamando al 908 090 806 o escribiéndonos a info@infobibliotecas.com)]]>

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