Impresoras 3D en las bibliotecas. ¡Hasta el infinito y más allá!

revista American Libraries con un titular que me llamó la atención: “La impresión en 3D puede beneficiar a la biblioteca y a sus usuarios”. Puuuffff, se me disparó la imaginación. Ya sabéis, caí víctima de todo ese halo de invento ultrafuturista que tiene esa tecnología, de noticias sobre “impresión” de modelos de casas ecológicas construidas con impresoras 3D, o de prótesis para personas con problemas físicos en países empobrecidos… Esa sensación de que, ahora sí, el límite es la imaginación. ¡Y yo peleándome por averiguar porqué se me enciende la luz de falta de tóner en mi impresora si acabo de cambiarlo! 3dprinter2“Este artículo hay que leerlo a fondo”, me dije. Y la verdad es que, en principio no puso patas arriba mi modo de ver el mundo. El autor, Jason Griffey, bibliotecario y conferenciante que tiene un blog con el sugerente subtítulo “Technology, libraries, and occasionaly zombies”, empieza recordando que, en esencia, las bibliotecas son un motor de la democratización del conocimiento y la información, y que, aunque el papel por el que son más reconocidas es como proveedoras de información, en realidad nunca se han limitado a eso, sino que en muchas ocasiones -como ha pasado con los ordenadores, con internet o con los lectores de libros electrónicos-, han sido la puerta para el acceso de las personas a la tecnología. StarTreckUhuraHasta aquí todo bien. Mi decepción llega cuando pasa a hablar del uso práctico de las impresoras 3D en las bibliotecas, y se limita poco más o menos a decir que, además de convertirse simplemente en un punto de acceso a esta tecnología por parte de los usuarios, “un servicio maravilloso”, los bibliotecarios pueden beneficiarse de ello porque podrán imprimir soportes para las estanterías cuando se les rompan o imprimir carteles personalizados. ¡Y yo que me imaginaba que de estas convertíamos a las bibliotecas en poco más o menos que la nave de Star Treck! Lo que tenía claro es que no me iba a quedar con las ganas de saber más. Esto no podía ser todo. Una búsqueda en Google y ¡zas!. Mis sospechas se ven confirmadas. Hay mucha vida para las impresoras 3D en las bibliotecas. Y, como en muchas ocasiones, los estadounidenses juegan en otra liga (y no me refiero a los de la NBA, que también).

Diseño en la biblioteca

Aquí van algunas experiencias que pueden inspirarnos (para esta o para la siguiente vida, esa en la que no habrá recortes presupuestarios, ya veréis, llegará). En la Biblioteca Pública de Sacramento han montado The Design Spot con una impresora 3D, ordenadores con los programas AutoCAD y Photoshop, libros y todo un programa de actividades que tienen la sana intención de fomentar el interés por el diseño para los usuarios de todas las edades. Puedes ir allí a ver la impresora en acción, a iniciarte en el mundo del modelado en 3D o a diseñar e imprimir tus creaciones. Si es que Sacramento te pilla de paso, claro. En la Biblioteca de Westport (Connecticut) le han llamado The Maker Space al área dedicada a estos y otros asuntos del tipo talleres para jóvenes en los que aprender a hacer películas de animación, encuentros para probar nueva aplicaciones, o actividades para apoyar empresas locales creadas por mujeres. A través de su página web o en la propia biblioteca puedes pedir cita para que un formador te guíe en la utilización de la impresora 3D, y acceder a unos cuantos recursos sobre este tipo de impresión. Aquí tenéis un vídeo en el que muestran las instalaciones. Y la cosa sigue y sigue. En la Biblioteca de Cleveland además de poder acceder a la impresora, organizan constantemente talleres variados en los que puedes aprender desde lo más básico en impresión 3D hasta cómo diseñar y hacer con esta impresora moldes para galletas (que puede parecer una tontería pero no lo es; más de uno habrá hecho una fortuna con estos moldes). Y en la Biblioteca de la Universidad del Estado de Oregón el servicio de acceso a las ocho impresoras 3D repartidas por el campus está al alcance de todos los estudiantes y el personal de la universidad. A través de su página web puedes conocer los proyectos que se están imprimiendo en cada momento, los que se han imprimido en las últimas semanas, información sobre software, enlaces a modelos en 3D accesibles de forma gratuita, guías y programación de talleres. Conclusión: que he acabado babeando con todo esto. Porque estos sí que son buenos ejemplos -ambiciosos, imaginativos- de bibliotecas que potencian el acceso de todas las personas al conocimiento y la tecnología. Porque son el tipo de actividades que logran conectar a las bibliotecas con el futuro y con las generaciones de la era digital. Porque demuestran que el valor de las bibliotecas no solo está en lo cultural sino también en lo económico. Porque dan ganas de imprimir estos argumentos en carteles 3D para que algunos representantes políticos dejen de pensar eso de que las bibliotecas no generan riqueza, sino solo gastos.]]>

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecas y discapacidad: una buena práctica y una buena guía

Discapacidad_dibujoComo muchos sabréis, en Infobibliotecas tenemos un compromiso fuerte con la integración social y laboral de las personas con discapacidad (o con capacidades diversas, para ser más exactos). Y no es un compromiso de boquilla, o sobre el papel, sino que se traduce en hechos y datos contundentes: las personas con discapacidad suponen más del 70 por ciento de nuestra plantilla y, además,  mantenemos un acuerdo de colaboración con la Fundación Lantegi Batuak, que lleva más de tres décadas «integrando capacidades». Muchas de las personas que hacen posible Infobibliotecas -desde el informático hasta parte del personal dedicado a manipulado, logística y digitalización- se han integrado en la empresa gracias a la colaboración con esa fundación.

Pero en nuestro mundillo no somos los únicos que creemos y practicamos esto de que todas las personas, independientemente de nuestras capacidades, tenemos derecho al trabajo y a una vida plena y plenamente integradas en nuestra sociedad. Desde muchas bibliotecas también se sensibiliza sobre al cuestión y se impulsa la integración de estos colectivos.

Lupa televisionUn buen ejemplo de ello es el Centre d’Informació de la Discapacitat impulsado por la Biblioteca Jordi Rubió i Balaguer de Sant Boi de Llobregat (sí, el pueblo de los Gasol, esos hermanos que tantas alegrías nos están dando en este Mundial de Baloncesto). Creado en 2007, el Centre cuenta con un fondo documental especializado en la materia para personas con discapacidad, profesionales, educadores y público en general.

Además, ofrece servicios y recursos diversos (una lupa televisión y un lector óptico que traduce en voz el texto que le pongas, entre otros), y organiza actividades como jornadas, presentaciones de libros, espectáculos infantiles integradas y mucho más. Si queréis saber más sobre esta experiencia, podéis curiosear por su blog.

La guía que te guía

Y si todo esto os inspira y queréis darle un impulso al tema en vuestra biblioteca, podéis echar mano de la guía “Bibliotecas accesibles para todos. Pautas para acercar las bibliotecas a las personas con discapacidad y a las personas mayores”, editada por el Ministerio de Educación.

En ella encontraréis orientación sobre cuestiones esenciales como el diseño de los edificios y el mobiliario para favorecer la accesibilidad, cómo detectar las ayudas técnicas que puede necesitar tu biblioteca según sea la presencia de personas con discapacidad en el barrio o en el pueblo, y los principales tipos de ayudas de este tipo que existen, claves para el desarrollo de una colección accesible y para facilitar el acceso a ella, y cómo mejorar la relación con el usuario teniendo en cuenta los diferentes tipos de discapacidad (auditivas, visuales, de movilidad…), entre otra mucha información de lo más útil. Y para ver ejemplos en marcha, recoge algunas buenas prácticas (de la Biblioteca Pública de Zaragoza y de la del Forum Metropolitano de A Coruña, por poner algunos ejemplos) que os pueden servir para desarrollar vuestras propias iniciativas.

Para terminar, aquí tenéis el vídeo de presentación del Proyecto Bibliotecas Accesibles patrocinado por la Fundación Vodafone España en colaboración con la Fundació de Desenvolupament Comunitari y Biblioteques de Barcelona para favorecer la accesibilidad a las TIC de personas con diversidad funcional, en el que han participado cinco bibliotecas de esa ciudad.

Porque lo que está claro es que las bibliotecas no pueden cumplir con su misión de garantizar el acceso a la cultura a todas las personas si no tienen en cuenta lo diferente que somos todos. ¿No creéis?

¿Tenéis o conocéis experiencias interesantes sobre bibliotecas y discapacidad que queráis compartir? Porque nos gustaría (y tenemos la sana intención de hacerlo) seguir hablando de la cuestión, vuestros comentarios son más que bienvenidos 😉

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Las bibliotecas escolares en la sociedad digital: cambios y oportunidades

Como parte de su Programa de Apoyo a las Bibliotecas Escolares, la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía viene editando en los últimos años una serie de informes, guías y resúmenes de buenas prácticas a los que se puede acceder a través de su web. Por aquello de la vuelta al cole, retomamos septiembre con lo que nos parece más destacado e interesante del informe más reciente, titulado “Nuevas dinámicas para la biblioteca escolar en la sociedad red”.

BibliotecaCervantesEl documento hace referencia a la necesidad de abordar el concepto y la organización de estas bibliotecas en un nuevo contexto social y de transición cultural en el que, por un lado, la tecnología digital es ubícua e impregna cualquier ámbito social, y por otro lado la escuela “ha dejado de ser el único lugar de legitimación del conocimiento”. Este último aspecto, en particular, nos parece esencial, porque supone una auténtica revolución en el sistema educativo, y el informe lo dice claramente: antes los saberes se encontraban centralizados y personificados en unas figuras sociales determinadas, pero ahora el conocimiento es más diversificado y difuso. El reto tanto para las escuelas como para sus bibliotecas está servido.

Más allá de las posiciones de los “tecnológicos evangelistas” y de los “bibliófilos románticos”, como ellos califican a los de uno y otro bando en el debate de la adaptación a lo digital, el informe aboga por un proceso de renovación de las bibliotecas escolares que les vincule al mismo tiempo a su esencia y a las nuevas características de la sociedad red. Para ello, parte del análisis de los elementos que están transformando nuestra sociedad, y desde ahí sugiere los caminos por los que tienen que andar las bibliotecas escolares para adaptarse a esas nuevas realidades cumpliendo con sus funciones como centros de recursos para la enseñanza y el aprendizaje (BECREA). Así, identifica tres bloques:

  1. La existencia de un nuevo ecosistema comunicativo e informacional: las bibliotecas necesitan establecer nuevas formas de intermediación entre las personas y la información, filtrando y redistribuyendo contenidos. Además, es necesario que reorganicen los programas formativos vinculados al acceso y uso autónomo de la información teniendo en cuenta el nuevo contexto.

  2. La incorporación de lo digital al universo de la lectura: la función de fomento de la lectura debe ejercerse teniendo en cuenta todo tipo de soportes y realizando acciones específicas de mediación en relación a la calidad de los contenidos. ¿Cómo? Configurando itinerarios de lectura y fomentando la interconexión entre los lectores para facilitar “dinámicas de retroalimentación de la lectura”.

  3. El espacio virtual como entorno social de relación y comunicación: es una oportunidad para que la biblioteca expanda sus acciones “más allá de sus muros”. En el entorno digital puede establecer canales de comunicación múltiples con la comunidad educativa.

Más gráficamente, los ejes de cambio en las bibliotecas escolares pueden verse así:

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El elemento transversal en estos tres bloques, y quizás una de las aportaciones más interesantes del informe, es el reconocimiento de que, más allá de ser un espacio físico con una colección, las bibliotecas escolares deben centrarse en las “acciones mediadoras” como la creación de servicios de información y programas específicos de fomento de la lectura, como aparece en este diagrama.

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Además, aporta un concepto muy interesante, el de “bibliotecas ubicuas”, preparadas para actuar en cualquier parte. No se trata de repetir en internet lo que ya se hace presencialmente, ni de estar en la red para parecer más modernas, sino de que las acciones presenciales y las digitales se complementen al servicio de los objetivos de la biblioteca. Para ello, debe contar con un entorno virtual propio personalizado, crear plataformas de interacción para fomentar la cultura participativa en la comunidad educativa, y utilizar las redes sociales para el intercambio de información.

Todo esto implica, además de voluntad de cambio y experimentación, un enriquecimiento del perfil de la persona responsable de la biblioteca y la implicación de los profesores y la administración educativa. Y algo que nos parece esencial siguiendo el hilo del reconocimiento de que la escuela ya no es el único entorno de aprendizaje: es necesario reconocer y dar valor a las trayectorias personales de aprendizaje del alumnado, personalizar la enseñanza para adaptarla a esas trayectorias, y diseñar las acciones teniendo en cuenta los entornos colaborativos de aprendizaje en red.

Es un reto de gran envergadura al que hay que hacer frente, en la mayor parte de los casos, con recursos muy escasos. Pero es esencial para la supervivencia de las bibliotecas escolares empezar a andar el camino, un pasito tras otro, para no perderse y desaparecer en un mundo que ya no es el que era.

¿Qué os parecen estas propuestas? ¿Estáis ya lanzando iniciativas en esta línea? ¿Qué dificultades veis? Como siempre, el debate es bienvenido.

Fotografía: Biblioteca escolar del CEIP Cervantes de Cáceres (España).

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Colaboración e innovación en el préstamo de libros electrónicos en bibliotecas

home_devicesEl préstamo de libros electrónicos en bibliotecas es un asunto que ha venido generando importantes diferencias entre las partes implicadas -editores, distribuidores y bibliotecas- dentro y fuera de España. Las suspicacias iniciales por parte de los editores, que veían en algunos modelos de préstamo en bibliotecas una amenaza para las ventas, chocaban con las reivindicaciones de las bibliotecas y la expectativa social de un acceso no limitado a los fondos editoriales. Era evidente la necesidad de establecer un diálogo y unos sistemas equilibrados que garantizaran tanto el mantenimiento de un modelo de negocio sostenible para los editores como el acceso de las bibliotecas y los lectores a los libros.

 

Consciente de las dificultades habidas hasta la fecha, la International Publishers Association (Asociación Internacional de Editores, IPA en sus siglas en inglés) acaba de publicar un informe muy interesante sobre las experiencias de préstamo de ebooks en bibliotecas. Se ha centrado en los modelos, algunos de ellos innovadores, puestos en marcha en EE.UU, Suecia, Brasil y Francia. Aquí vamos a resumir cómo funciona el asunto en los dos primeros países: en EE.UU, por ser el pionero en la materia, y en Suecia porque a medio camino -y como resultado de conversaciones entre libreros y bibliotecarios- tuvo que cambiar el modelo de préstamo en bibliotecas después de que las editoriales vieran en peligro sus ventas.

 

Los editores en EE.UU

En EE.UU, a pesar de las reticencias iniciales de la industria, toda las mayores casas editoriales comerciales tienen en estos momentos proyectos de préstamo de libros electrónicos a las bibliotecas. Y varían de unos a otros. Por ejemplo, HarperCollins utiliza un modelo denominado “de acceso con contador”, por el que se limita el número de préstamos por título a 26. Una vez sobrepasados, la biblioteca debe recomprar el ebook.

Por su parte, Hachette abrió en mayo de 2013 todo su catálogo poniéndolo a disposición de las bibliotecas de forma simultánea a las ediciones impresas. Los títulos pueden ser prestados solo a un usuario al mismo tiempo, y las bibliotecas pueden hacerse con un número de copias ilimitado. Lo llamativo es que el precio que pagan las bibliotecas por estas copias es tres veces el precio del libro impreso cuando es una novedad editorial. El precio baja en un 50% si el título lleva en circulación 12 meses.

NYC-Public-Library-Manhattan_780m1ggMás novedoso (aunque creemos que poco exportable a España) es el programa piloto adoptado en abril de 2013 por Simon & Schuster con las Bibliotecas Públicas de Nueva York, Queens y Brooklyn, por el que éstas tenían acceso completo a su catálogo de libros electrónicos durante un año, con una circulación ilimitada de sus ebooks, aunque respetando siempre solo un préstamo por título en un determinado momento, y sin límite en el número de préstamos por título. Además, a los usuarios de las bibliotecas se les ofrece la posibilidad de comprar los ebooks de Simon & Schuster, y si lo hacen la biblioteca se lleva una comisión sobre la venta.

 

Los distribuidores

No obstante, el modelo mayoritario en EE. UU sigue siendo el de “una licencia-un usuario”. Es el que opera en el 85% de los préstamos que se realizan desde la plataforma de Overdrive, el mayor distribuidor de libros electrónicos y audiolibros del mundo, que trabaja con el 90% de las bibliotecas estadounidenses. En 2013 se prestaron 79 millones de ebooks en EE.UU a través de Overdirve, un 46% más que el año anterior.

Frente a este modelo “una licencia-un usuario”, el informe cuenta que la plataforma digital Hoopla ha puesto en marcha un sistema -no con ebooks pero sí con audiolibros, vídeo y música-, que pretende “mejorar la experiencia del usuario” de la biblioteca facilitando “un servicio tan atractivo como el de las apps y las plataformas comerciales”. Hoopla no es un servicio por subscripción ni un modelo de licencias, y no cobra a las bibliotecas unas tarifas anuales. En Hoopla, los editores establecen y ajustan cuando lo consideran oportuno el precio de cada título, el portal muestra en tiempo real qué es lo que se está “leyendo” en cada momento, y los editores y autores cobran cada vez que se presta su audiolibro. Las bibliotecas solo pagan por lo que se presta realmente, y cuentan con herramientas para supervisar su gasto. El servicio se puso en marcha en febrero de 2013 con 10 bibliotecas, y hoy lo utilizan más de 300 redes, incluidas las de Toronto, Chicago, Boston, San Francisco y Los Ángeles.

 

La experiencia sueca

elibEn Suecia, los cuatro grandes editores crearon en el año 2000 su brazo digital, Elib, que puso en marcha después de dialogar con las bibliotecas un sistema de pago por préstamo. El número de copias de un título al que podía se acceder al mismo tiempo era ilimitado, y las bibliotecas pagaban dos euros por cada préstamo. Cuenta el informe que en 2013, alcanzado ya 1,4 millones de préstamos anuales, se vio que el sistema tenía grandes fallos: con esa política de precios fijos, los editores, preocupados por que los préstamos en bibliotecas canibalizaran las ventas, no ponían a disposición de las bibliotecas las novedades hasta que éstas empezaban a decaer comercialmente. Después de un periodo de consultas, se reconoció que era necesario un sistema viable que diera a las bibliotecas el control sobre su catálogo y sus costes, protegiendo al mismo tiempo las ventas de las editoriales.

Con el nuevo sistema, los editores pueden elegir entre poner sus títulos a disposición de las bibliotecas con un “modelo de acceso” (libre acceso, pago por préstamos y un número ilimitado de usuarios simultáneos) o un modelo de licencias (compra de “copias virtuales”, con diez préstamos por licencia, válida por cinco años, con un solo usuario cada vez). Los editores establecen y revisan los precios en cualquier momento, y las bibliotecas pueden elegir su catálogo de entre los títulos disponibles, gestionando catálogo y costes desde la interfaz de Elib.

El informe reconoce que en la era digital, las bibliotecas están “reinventándose a sí mismas, creando nuevas propuestas de valor, proporcionando nuevos recursos y encontrando nuevas formas de servir a su comunidad”. Y dice que “el préstamo en bibliotecas, hecho correctamente, puede contribuir a los ingresos de los editores”. Por eso, en este escenario, más que por políticas establecidas de arriba a abajo, apuesta por los modelos colaborativos que sirvan a los intereses de todos, algo en lo que ya trabaja, experimentando como muestra el informe, el ecosistema del libro.

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