«Las chicas pueden usar jeans y llevar el pelo corto.
Pueden usar camisetas y botas porque ser chico está bien.
Pero para un chico parecer una chica es degradante.
Porque tú piensas que ser chica es degradante.»
Diálogo de la película El jardín de cemento (1993)
El mitridatismo consiste (Wikipedia dixit) en administrarse pequeñas dosis no letales de un veneno para así llegar a ser inmune a sus efectos. El riesgo de hacerse inmune a los venenos es relajarse creyendo que se está a salvo y nada más lejos de la realidad. Ahora más que nunca nos inoculan pensamientos venenosos cada día y corre de cuenta de cada uno el saber mantenerse, sino inmune, sí al menos despierto. En la agitada crónica de actualidad de estos días se celebraba el reconocimiento del derecho a conducir de las mujeres en Arabia Saudí. Querer interpretar de este supuesto avance un reconocimiento a los derechos de las mujeres en el anacrónico país, tal vez, sea precipitarse.
Según detallaban los medios, este avance, se incluye dentro del plan Visión 2030 que los gobernantes del país quieren poner en marcha para transformar y modernizar la nación. Y entre las líneas de actuación que pretenden acometer se incluye «ofrecer una variedad de lugares culturales como bibliotecas, arte y museos». Suena bien, es más, debería ser motivo de celebración, pero conspiranoicos como somos, no podemos dejar de hacer otra lectura.
Si de verdad tanto quieren cambiar los saudíes lo que deberían permitir, además de conducir a las mujeres, es que éstas pudieran visitar y usar libremente las bibliotecas. Hace unos años saltaba a los medios occidentales un informe que prohibía a las mujeres el acceso a la Biblioteca Nacional Rey Fahad en Riad. Si querían algo de la biblioteca debían llamar para avisar de que un hombre que ejerciera como tutor legal suyo iría a recoger el material.
En 2017 en la web de la biblioteca aparece, como un servicio más, el Women hall. Pudiera parecer un espacio exclusivo para las mujeres; pero cuando se entra en detalle en los servicios que proporciona dicha sección: todo parece centrarse en servicios en línea. La digitalización ayudando que las mujeres no tengan porque acudir físicamente a la biblioteca. La tecnología al servicio del machismo.
En cualquier caso es curioso que justo cuando se anuncia que, antes de que lo que nos pensamos, los coches eléctricos que se conducen solos serán una realidad: en Arabia Saudí, un país cuyo dominio se basa en el petróleo, las mujeres puedan conducir. Si el vello al viento de un antebrazo masculino, apoyado en la ventanilla de un coche, ya no servirá como imagen del placer de conducir (¿Te gusta conducir?): ¿qué problema hay en dejar que las mujeres conduzcan si en breve será la tecnología quien las lleve?
En un reciente artículo de la web especializada en tecnología «Xataka» se publicaba un artículo que indagaba en los bajos porcentajes de mujeres graduadas en carreras de tecnología o ingeniería. Si el futuro iba a ser mujer según Marco Ferreri: ¿cómo se casa que la tecnología defina ese futuro y las mujeres no se interesen por esas áreas del conocimiento?
El blog de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco, «Mujeres con ciencia», es uno de los proyectos más interesantes que se esfuerzan por revertir esa situación mostrando el papel que las mujeres, han tenido y tienen, en la historia de la ciencia. Reescribir la historia desde el punto de vista silenciado de las mujeres. Algo que está muy en boga pero que como en todo relato de nuevo cuño en esta era de la posverdad: hay que llevar a cabo con sumo cuidado y rigor para que no acabe distorsionado con buena o mala voluntad.
Prácticamente solapándose con lo de las mujeres conductoras en Arabia Saudí llegaba la noticia de la muerte de Hugh Hefner, el célebre fundador de la revista «Playboy». En los 60 el sagaz Hefner, antes de ponerse el batín para los restos, supo aprovechar los movimientos de liberación sexual para beneficio propio, y de paso, del resto de varones heterosexuales.
La filósofa Beatriz Preciado (ahora Paul B. Preciado) recogía unas declaraciones de Hefner en su ensayo Pornotopía: arquitectura y sexualidad en «Playboy» durante la Guerra Fría (Anagrama) que dejan claro de qué manera cualquier discurso puede aprovecharse para los intereses propios dándole la vuelta:
«La Playmate del mes era una declaración política. Playboy se proponía hacer realidad un sueño americano […] la intención era transformar a la chica que vivía justo al lado en un símbolo sexual. Y esto significaba que había que cambiar muchas cosas respecto al tema de la sexualidad femenina para comprender que hasta a las chicas bien les gusta el sexo. Era un mensaje muy importante, tan importante como todas las luchas feministas».
Si algo se ha dicho siempre de «Playboy» ha sido que sus entrevistas eran muy buenas. Y una vez que los árboles han dejado ver el bosque (tras la decisión editorial de no incluir desnudos): se puede afirmar sin ningún género de dudas que era cierto. En 1969 el visionario de los medios de comunicación, Marshall McLuhan, decía lo siguiente en la revista:
«Si el hombre occidental instruido estuviese realmente interesado en preservar los aspectos más creativos de su civilización […] se lanzaría a este vórtice de tecnología eléctrica y, al entenderlo, dictaría su nuevo entorno.»
Y obviamente quien dice hombre dice mujer sin necesidad de que entorpezcamos el lenguaje. Por eso resulta tan esperanzadora la plataforma Mujeres Tech que se define como «una asociación de comunidades del sector tecnológico que busca despertar y potenciar el talento femenino«. Talleres, becas, formación y diversas actividades en el campo tecnológico dirigido a niñas y mujeres. De este modo las mujeres no serán solo consumidores de tecnología en lugar de creadores de tecnología.
Siri, Samantha, el sistema operativo del que se enamoraba Joaquín Phoenix en la película Her (2013) de Spike Jonze o Joi la novia en holograma de Ryan Gosling en Blade runner 2049: son algunas de las representaciones femeninas que perpetúan el rol pasivo de las mujeres en el imaginario tecnológico que está generando el nuevo siglo. La última invención recibe el nombre Shelley, de Mary, Mary Shelley.
Se trata de una inteligencia artificial desarrollada por el Instituto de Tecnología de Massachussets ideada para escribir relatos de terror en colaboración con los seres humanos. La coautoría máquina/hombre se vehicula a través de Twitter, y Mary, va aprendiendo de la interacción con los humanos para ir desarrollando el relato.
Si la Mary Shelley del siglo XIX fijó uno de los mitos eternos del terror universal, esta Mary Shelley del XXI promete inquietarnos aún más: no tanto por lo que escriba sino por su mera existencia.
Puede que los androides sigan soñando con ovejas eléctricas en estos tiempos; pero solo con un papel activo de las mujeres en el desarrollo de las nuevas tecnologías se evitará que la Inteligencia Artificial nazca acarreando los mismos estereotipos que sus creadores. Por eso proyectos como Mujeres Tech son tan importantes. Cuando el feminismo en los discursos de algunas voces en las redes se torna decepcionante, populista, simplón y dogmático: siempre hay mentes que prefieren volcarse en construir nuevas realidades en lugar de perderse en debates que huelen a naftalina aunque se maquillen de actualidad.
Salvar al feminismo del populismo y el totalitarismo es una tarea que nos toca a todos: hombres y mujeres. No ha habido movimiento que haya hecho avanzar más el mundo en las últimas décadas que el de la emancipación de la mujer, y por tanto del hombre. Evitar que la asfixia de lo políticamente correcto le practique una ablación al pensamiento libre, progresista y desprejuiciado que el feminismo de igualdad ha preconizado desde hace mucho: es algo que nos atañe a todos si de verdad aspiramos a una sociedad igualitaria en derechos y diversa en géneros. Vive la difference! que dicen los franceses.
Y como la profesión bibliotecaria siempre ha sido mayoritariamente femenina: es de esperar que las bibliotecas sigan jugando un papel importante como antídoto al veneno de esa tergiversación y maniqueísmo con que algunos quieren adelgazarnos los discursos.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com