Matrix bibliotecario: entre el espacio físico y el virtual

A partir del próximo 16 de noviembre se celebrará el VIII Congreso Nacional de Bibliotecas Públicas en Toledo, y el tema central que se propone abordar no puede resultar más prometedor: espacios físicos, espacios virtuales.

Si hay algo que debatir y reflexionar en la biblioteca del siglo XXI: es sobre la creación de comunidades virtuales y el replanteamiento que ello supone para sus espacios físicos. Por mucho que los apocalípticos de cada momento anunciaran la muerte del papel ante la pujanza de lo digital: las noticias no hacen más que contradecirles (o al menos puntualizarles).

 

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Pero por otro lado, sólo hay que repasar las estadísticas de préstamo de bibliotecas para constatar que el préstamo de audiovisuales y grabaciones sonoras decayó desde el 2010 hasta 2014 en casi un millón y medio; y el de libros en cerca de medio millón. Sacar conclusiones apresuradas sobre el impacto de lo digital en esta merma puede ser precipitado sin tener en cuenta los graves recortes presupuestarios de estos años; pero qué duda cabe que las descargas de contenidos culturales, legales o ilegales, afectan a lo que ha sido uno de los servicios estrella en las bibliotecas.

 

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Para ir calentando motores, de cara a las futuras conclusiones de congreso: es interesante atender cómo este debate está calando en medios ajenos a la profesión. Recientemente en la veterana revista estadounidense The Atlantic, se publicó un artículo
bajo el título How Libraries Are Becoming Modern Makerspaces (Cómo las bibliotecas están llegando a ser makerspaces), que da una panorámica a tener en cuenta sobre la situación en las bibliotecas norteamericanas.

La autora del artículo, Debora Fallows, destaca las palabras que el director del Centro para el futuro de las bibliotecas de la ALA pronunció sobre los makerspaces:

“expanden la misión de las bibliotecas como lugares donde la gente no solo consume conocimiento, sino que crea nuevo conocimiento”

 

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Futuros americanos: reinvención y resiliencia a través de la nación. Pilotado por James Fallows con Deborah Fallows

 

Debora está casada con el escritor James Fallows, y ambos están inmersos en el proyecto American Futures. Con este proyecto que arranca en 2013, la pareja está viajando a bordo de una avioneta por todo el país para visitar numerosas ciudades. Su objetivo es comprobar cómo los estadounidenses están afrontando las oportunidades económicas, ambientales y tecnológicas que plantea el nuevo siglo. Debora concretamente en este artículo constata hasta qué punto la creación de makerspaces o Fab Lab ha ido extendiéndose desde el 2011.

La biblioteca pionera en crear un makerspace fue la Fayetteville Free Library en Nueva York. Todo arrancó a raíz de la sugerencia de una estudiante de Biblioteconomía de la Universidad de Siracusa, que le propuso a Sue Considine, directora de la biblioteca: la instalación de una impresora 3D. A partir de ahí el equipo del centro se implicó en la creación del primer makerspace, que cinco años después incluye: un Creation Lab para adolescentes y preadolescentes, y un Little Makers para niños.

 

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El maravilloso cartel diseñado por Saul Bass para Anatomía de un asesinato de Otto Preminger; pero también serviría para Asesinato de la Biblioteconomía

 

Laura se había inspirado en artículos como Killing Librarianship (literalmente: Asesinando la Biblioteconomía) un artículo de su profesor David Lankes de la Universidad de Siracusa. El killing (asesinando) que el profesor adopta, es la acepción propia del argot callejero, con el sentido de “pensar a lo grande” asesinando lo que nos estorba. Y en la biblioteca pública del siglo XXI lo único que estorba es el inmovilismo mental.

Aunque el proyecto American Futures para el que viaja Debora Fallows, abarca todos los estados: las experiencias que nos relata en el artículo fueron de lo más cercanas. Los Fallows viven en Washington, y fue en dos bibliotecas del sistema público de la capital estadounidense; donde Fallows comprobó en primera persona las posibilidades de la creación de makerspaces.

a7cd6b85dEn la biblioteca insignia de la red de la ciudad, la Memorial Library Martin Luther King disponen de hasta ocho impresoras 3D (bautizadas con nombres de actores como Kevin Spacey, o simplemente María, por la robot protagonista del clásico Metropolis de Fritz Lang); una máquina de fresado para hacer prototipos en madera, plástico o aluminio; un cortador láser capaz de grabar metales, y cortar cartón, madera e incluso calabazas (nos podemos imaginar lo solicitada que estará en Halloween); y un amplio conjunto de herramientas de todo tipo que transforman a la biblioteca en una auténtico taller para la comunidad.

Aunque la experiencia más interesante, por distinta, es la residencia para artistas, fabricantes o diseñadores que ofrece la biblioteca. Dotado con 25.000 dólares, este programa de residencia para creadores de la Library Foundation incluye los gastos para material, difusión y viajes. Los residentes tienen que desarrollar talleres para los usuarios de las bibliotecas de la red.

Los primeros beneficiarios de esta residencia han sido los artistas locales Billy Friebele y Mike Iacovone. El discurso creativo de este dúo de artistas se centra mucho en la reflexión desde la imagen sobre el espacio urbano. En 2010, su obra Free Space consistía en un mapa enorme de la ciudad que había sido «vaciado» dejándolo en blanco: para luego ir cubriéndolo con las fotos de zonas de la ciudad que les enviaban vecinos y residentes. Las fotografías se fueron superponiendo hasta conformar el mapa en relieve de la geografía social de Washington.

 

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Una de las obras de Mike Iacovone con Washington como protagonista

 

En la residencia que ahora desarrollan en la Memorial Library Martin Luther King (en cuyo vestíbulo se expuso su mapa en relieve), retoman en cierto modo su obra Free Space pero ahora añadiendo la impresión 3-D, y a los usuarios de la biblioteca. Los artistas quieren involucrar a las personas en sus espacios públicos a través del arte. Para ello organizan talleres en la biblioteca con nombres como Walking as drawing (Camina como dibujas, que recuerda al post sobre los walking readers de hace unas semanas), en el que los usuarios de la biblioteca participan en la creación de una obra de arte colectiva.

El proyecto consistía en que los participantes caminaran durante 45 minutos por espacios públicos, empezando y terminando su paseo en la biblioteca. Cada uno trazaría su recorrido, bien con una aplicación en el móvil, o directamente en un mapa impreso: para que posteriormente Friebele y Iacovone los trazasen sobre un plano de la ciudad, y los recreasen en 3D.

 

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Los itinerarios del taller Walking as Drawing superpuestos en 3D

 

El resultado del taller se concreta en esas recreaciones en 3D. Pero más allá de esa representación visible de la experiencia: lo que consiguen con esa propuesta es hacer que los participantes perciban los espacios urbanos de una forma diferente. Se trata de mirar tu entorno con una nueva mirada, abrir bien los ojos y oídos, reconsiderar el espacio que ocupas (tal como deben hacer los bibliotecarios), y ser más consciente de cuanto nos rodea.

 

Las experiencias que Debora Fallows relata en su artículo, sitúan perfectamente las coordenadas en las que están abocadas a moverse las bibliotecas a partir de ahora: entre lo real y lo virtual. Remodelando sus espacios y servicios presenciales, al tiempo que incrementan su oferta de contenidos digitales. En el siglo XX, si no tenías dinero para comprar todos los libros que querías leer, no por ello tenías que robarlos, bastaba con tener el carné de biblioteca. ¿Por qué ha de ser diferente ahora si la biblioteca te ofreciera lecturas, cine y música en el propio domicilio sin necesidad de descargas ilegales?

Como contrapartida, la biblioteca como continente deberá abrirse a usos insospechados hasta ahora; convertirse en la alternativa a lo virtual. En ese contexto, los bibliotecarios serán como los rebeldes que se infiltraban en el sistema Matrix, en la trilogía de los hermanos Wachowski: capitanes de naves al rescate de los que corren el riesgo de perderse en un mundo ilusorio que confunden con la realidad.

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Feminismo de gran almacén: bibliotecas y amas de casa

En estos días, el gran almacén más célebre de nuestro país está de aniversario. No, esto no es un publirreportaje, este blog no está monetizado, pero hablando de cultura y bibliotecas todo cuenta. En la emotiva campaña publicitaria que han llevado a cabo para celebrar el aniversario, han dado protagonismo a los testimonios de los clientes. Pero para completar esta recreación comercial con ecos de la serie Cuéntame, les ha faltado algo quizás menos emotivo, pero paradójicamente más trascendente: la liberación femenina gracias a la tarjeta de compra que popularizó este gran almacén en la década de los 70.

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«Eres de pueblo si naciste en un lugar donde no hay El Corte Inglés» Viñeta del cómic Soy de pueblo

Muchas de las amas de casa de clase media (de esa clase media hostigada en nuestros días, pero que en los 70 del desarrollismo, eran la imagen del progreso de nuestro país) experimentaron, por primera vez, un simulacro de independencia económica gracias al invento de la tarjeta de compra.

A finales de mes, puede que tuvieran que justificar los gastos ante el que llevaba el dinero a casa; pero para algunas, el mero hecho de firmar tras cada compra, les sirvió para no olvidarse de cómo se escribía. Paradojas del mundo moderno: a la emancipación femenina a través del consumismo, gracias a empresas en cuyas plantillas las mujeres ocupaban los escalafones inferiores.

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Carol, la adaptación cinematográfica de Patricia Highsmith, sobre la historia de amor entre dos mujeres en los años 50, que surge en un gran almacén

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Juan Antonio Bardem celebró en su día la conciencia crítica de un Almodóvar en estado de gracia. El manchego, en cambio, estaba más interesado por el lado pop en torno a la figura del ama de casa.

En la reciente Carol de Todd Haynes, la historia de amor entre una acomodada ama de casa de los 50 norteamericanos y una dependienta de grandes almacenes: nos dejaba un estilizado y sutil retrato de los estrechos márgenes en que se podía mover una mujer. La glamurosa Cate Blanchett encarna el ideal estético de cómo debía lucir un ama de casa (de ahí que sus tendencias lésbicas resulten tan perturbadoras en el primoroso cuadro de Norman Rockwell que el director pone en escena): pero en nuestro país, la figura del ama de casa siempre ha sido patrimonio del pop más ostentoso y del estereotipo más marujil.

Los numerosos grupos de Facebook Señoras que…, o retrospectivamente, el scketch Mi marido me pega de unos Martes y Trece incapaces de intuir el drama que los avances sociales de las mujeres multiplicarían exponencialmente años después: dan buena fe de su tipificación como personaje. Un estereotipo al que ha venido a sumarse sin tanto poder de asimilación popular: el de la maleni y su fascinación por los cupcakes.

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Cupcakes en formato libro.

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La versión psicópata del ama de casa dulcemente servida por John Waters

Las estadísticas de población activa nunca han contemplado a las amas de casa, pese a que sin ellas, el sector económico de servicios no existiría. Por eso, cuando los grandes almacenes inventaron la tarjeta de compra sabían que ese simple rectángulo de plástico en manos de las mujeres les llevaría al cielo del Ibex. Que por el camino jugara algún papel en espolear su ansía de independencia económica, no era una variable a contemplar.

Pero en este nuevo siglo, en el que incluso alguna gran superficie en quiebra se reconvierte en biblioteca, cabe preguntarse: ¿y la tarjeta de biblioteca?, ¿ha jugado algún papel como símbolo en la emancipación de las mujeres? No hablamos de bibliotecas feministas (cuya historia ha recorrido de manera muy completa hace unos días Antonio Casado en su blog), ni de luchas organizadas: nos situamos a pie de fregadero, hablando de aquellas mujeres que incluso han perpetuado los roles sexistas en su papel de educadoras: pero que finalmente se han beneficiado de los avances obtenidos por la lucha feminista.

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Elaborada tarta en forma de biblioteca obra de la norteamericana ama de casa Kathy Knaus

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Parte trasera de la tarta, o fachada principal de la biblioteca.

Más allá de proveer de literatura de género romántico a las pocas que acudían agobiadas por las obligaciones del hogar: durante muchos años, las amas de casa no han sido un colectivo para el que se hayan diseñado actividades de manera específica. Por eso, precisamente es más emocionante constatar que actualmente son muchas de ellas las que sustentan un clásico de las programaciones bibliotecarias como son los clubes de lectura.

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Ensayo analizando el éxito del «porno para amas de casa»

Hace dos años Elvira Lindo en su artículo: Ellas nos mantienen vivos, reconocía la deuda que los literatos tienen hacia las mujeres en general como ávidas lectoras; y en particular hacia las amas de casa que se subieron al tren de la cultura cuando pudieron y cómo pudieron.

Entre las pocas actividades que se pueden encontrar diseñadas para este colectivo en bibliotecas durante los últimos años, destacaba Coser y leer en la biblioteca municipal de Fraga (Huesca): lectura colectiva de clásicos literarios a grupos de amas de casa mientras cosían. Aunque sin duda la que da una idea de cómo han cambiado las cosas, es la sesión de pole dance para amas de casa (y mujeres en general) que una madre impartió en 2013 en una biblioteca escocesa para celebrar el día de la biblioteca.

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Clases de pole dance para mujeres en biblioteca escocesa

En el lado menos lúdico, es oportuno señalar la implicación cada vez mayor de las bibliotecas en la erradicación de la violencia de género; algo que en muchas ocasiones afecta a mujeres sin independencia económica que forman parte del colectivo de amas de casa. Programación de cuentacuentos que buscan erradicarla desde la infancia; o concursos de microrrelatos contra esta lacra, como el programado, entre otras, por la biblioteca municipal de San Javier (Murcia): son una muestra de la creciente sensibilización de las bibliotecas hacia esta lucha social.

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Concurso de microrrelatos convocado por la biblioteca de Galapagar (Madrid)

Pero si hablamos de la tarjeta de biblioteca como una palanca para desplazar, aunque sea un poco, el peso muerto del patriarcado: tenemos que viajar a latitudes muy lejanas a la nuestra.

En la comunidad de Sarlahi, en Nepal, fue desde la biblioteca comunitaria a la que acudían las amas de casa: desde la que surgió la idea de crear una escuela para mujeres que habían tenido que abandonar la escolarización muy jóvenes al casarse. De este modo, la Grihini School ha alfabetizado a más de 490 mujeres desde que iniciase su andadura en 2009.

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En Costa de Marfil el gobierno provee de libros a los salones de belleza para alfabetizar a las mujeres. La Biblioteca Regional de Murcia adaptó la idea creando un Salón de belleza africano, que incluía servicios de peluquería gratis por usar la biblioteca, y lotes de libros distribuidos entre peluquerías de la capital.

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«La biblioteca cuida de tu cabeza por dentro, y por fuera»

En la India, Muskaan tan sólo tiene nueve años, pero a esa edad algunas familias ya están buscándole marido a sus hijas. El pasado diciembre, un equipo de la Junta de Educación del Estado visitó el barrio en el que vive, y entregó lotes de libros para los niños. Los funcionarios responsables de los lotes, quedaron muy impresionados por las aptitudes que demostró la pequeña; tanto es así, que decidieron nombrarla responsable de la biblioteca en la que se custodian los libros.

Desde entonces, a ella acuden el resto de niños de la comunidad, y Muskaan es la encargada de resolverles dudas, y enseñarles a leer. Los padres de la niña, un carpintero y una ama de casa no ocultan el orgullo que sienten por la valía de su pequeña; que ya se ha convertido en toda una celebridad local.

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La pequeña Muskaan ordenando los libros de la biblioteca de la que es responsable.

Pero regresando a nuestro entorno más cercano: el hecho de que cada vez sea menos necesario distinguir en las programaciones de las bibliotecas, actividades para mujeres por el hecho de que trabajen o no fuera del hogar: no deja de ser una buena señal.

Pese a anacronismos como la violencia de género (que no deja de ser el monstruo del machismo que agoniza, y quiere morir matando): el mensaje feminista de emancipación ha calado en todo tipo de sociedades.

Y hasta a las divas mediáticas del pop que tanto colaboran en perpetuar estereotipos, ya no les Las-CulpaSS-SUJETADOR-LOGOasusta declararse feministas (otra cosa es que asuman el significado pleno del término). Por eso, si el post arrancaba allá por los 50 y 70 del pasado siglo, bien está cerrarlo con un vídeo-collage de las diseñadoras punk-feministas Las culpaSS, que resume de la manera más pop la evolución de la mujer desde ama de casa a… lo que le dé la gana ser.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Léeme, soy community manager (DJ bibliotecarios en el filo)

 

F*** me, I’m famous con este eslogan el DJ David Guetta ha creado un imperio. Se trata de un mantra que condensa a la perfección el histérico culto a la celebridad que satura a los medios. Y si bien, al hablar de profesiones proclives a estar en el candelabro, los bibliotecarios no parecen ser una de ellas: bajo una de sus nuevas identidades, la de community manager: si que aspiran a popularizar su trabajo entre su público al igual que lo haría un DJ. Léeme, soy community manager, si bien despoja de impacto a la proposición del francés, da una imagen más selectiva del gremio en esto de postularse como objetos de deseo. Sería un lema para la figura del DJ’s bibliotecario, una nueva especie profesional que ya está tardando mucho en definirse.

Por esbozar algo, se trataría de algo así como un bibliotecario referencista salido de madre. Entre sus funciones estaría la de crear productos que atrajesen por establecer conexiones y estimular sensaciones entre los lectores-oyentes-espectadores-internautas asiduos de la biblioteca (a ser posible evitando la estética algo hortera de Guetta).

 

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Una dieta a base de Me gusta, Compartir, retuits y atención a las estadísticas de Google Analitycs, como si de programadores cardiacos de realities televisivos se tratara, es del todo desaconsejable, pero a la par inevitable. “La fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar”, que advertía la profesora en la serie de los 80, Fama; y donde tendrían que empezar a pagar por esa “fama” los bibliotecarios y faunas similares: debería ser en las facultades en las que se cursan los grados en Documentación.

En Perfiles profesionales del Sistema Bibliotecario Español se relacionan las aptitudes propias del bibliotecario metido a faenas de web social: dominio de las redes sociales, destrezas tecnológicas, capacidad de comunicación, empatía, etc… Todo un abanico de habilidades personales y profesionales en el que faltaría incidir en lo que da sentido a todo eso: la creación de contenidos.

 

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¿Para cuándo un curso CCC de community manager para bibliotecarios?

 

En Cultura Mainstream, el sociólogo y periodista Frédéric Martel dejaba claro que la guerra actual en las industrias culturales a nivel mundial, era una guerra por los contenidos; y se da la paradoja de que lo que genera esos contenidos (que tantos beneficios reportan a la economía de los países) proviene de las cada vez más arrinconadas Humanidades.

Precisamente, hace poco el filósofo y escritor Emilio Lledó reivindicando “lo inútil” en una entrevista en El Mundo, se preguntaba:

¿por qué una universidad privada española hace propaganda garantizando las salidas profesionales de los alumnos? Lo exclusivamente utilitario aniquila mentalmente a los estudiantes.

 

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Juego de palabras a costa del águila símbolo americano y el tupé de Donald Trump

Un debate este, el de lo útil y lo inútil según la lógica implacable del neoliberalismo, que esta crisis ha servido para afianzar: y que a poco que se fije uno, hace aguas por todas partes.

Por seguir en la crónica de actualidad, en los Estados Unidos, el candidato republicano Marco Rubio declaraba en pleno debate de primarias que Estados Unidos necesitaba más obreros y menos filósofos. Sin duda, ese ha sido el motivo por el que sus votantes han preferido la filosofía de Donald Trump. El discurso de Rubio viene a sumarse al movimiento por acabar con los estudios de Humanidades que propugnan muchos de sus correligionarios (en Kentucky ya piden que los estudiantes de literatura no reciban ayudas del estado para ir a la universidad).

No sabemos si Sheldon Cooper, el popular científico de la serie The Big Bang Theory, votará a los republicanos, pero está claro que estaría totalmente de acuerdo. Su mente no está hecha para la poesía, sólo para teoremas y fórmulas matemáticas; y sin duda sus conexiones neuronales sufrirían un cortocircuito ante las recientes declaraciones de Edward Guiliano, presidente del Instituto de Tecnología de Nueva York sobre la necesidad de “humanizar las ciencias”.

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Sheldon Cooper y su horror ante las humanidades

Unas declaraciones que vienen a sumarse a las predicciones del Foro Económico Mundial de Davos sobre el mundo laboral que están configurando las nuevas tecnologías. Según este organismo no precisamente amante de la poesía: lo más preciado en el nuevo panorama será el pensamiento crítico y la creatividad. Algo que sin la filosofía, el arte, la literatura, el cine o la música es francamente difícil de alcanzar.

Visto lo visto, ¿a qué esquizofrenia cultural nos está empujando tanto mensaje contradictorio?

En los planes de estudio de los grados de documentación, aparte de las técnicas propias de la profesión: ¿no se debería hacer incidencia en la historia de la literatura, la música, el cine, el cómic, el arte…? Si algo pueden aportar las bibliotecas a las deficiencias de un sistema educativo que ningunea cada vez más a las humanidades: son precisamente productos culturales que cubran esos déficits, ser garantes de la democracia, y «vender» la cultura a jóvenes (y no tan jóvenes) que no saben/pueden llegar a todo lo que les podría gustar.PACK

Ninguna otra institución cultural, como la biblioteca pública, está tan capacitada para hablar de todo; porque todo le concierne. En los museos o filmotecas se refugian las artes plásticas o el cine; pero las bibliotecas lo abarcan todo. ¿Se trata de reclamar un perfil erudito al profesional bibliotecario? No. Se trata de incluir tanto en los planes de estudio, como en los planes de formación de las administraciones: acciones formativas que sirvan para dar contenido cultural a tanta tecnología.

¿Se pueden concebir bibliotecarios a los que no les interese leer, ni la música, ni el cine, ni las artes; y que actúen como simples dependientes de documentos?, ¿puede permitirse alguien que trabaja en una institución cultural no estar al tanto de las nuevas tendencias?, ¿es realista pedir algo así cuando muchas plantillas se cubren con categorías profesionales que nada tienen que ver con la cultura?

genoves-2Por eso, precisamente la revista Infobibliotecas [inciso de publicidad nada subliminal] es una revista orientada a las bibliotecas, pero ante todo es una revista cultural integrada con el resto de publicaciones culturales en ARCE. Los bibliotecarios son profesionales de la cultura, y de poco servirán la CDU, las RDA y el dominio de las mil tecnologías que puedan surgir, si pierden de vista lo esencial: ser intermediarios entre la inflación de ofertas culturales y los ciudadanos.

 

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Pablo Genovés y sus montajes fotográficos de apocalipsis cultural

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El ensayo Piensa como un artista de Will Gompertz (autor del delicioso ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos), soslayando con habilidad la autoayuda: proporciona muchos ejemplos de creadores que sirven para masajearnos las neuronas sea cual sea nuestra profesión, e intentar afrontar nuestros trabajos con una mirada más fresca.

En el último capítulo, Gompertz nos habla de Bob y Roberta Smith, los seudónimos de un pintor británico que creó su cuadro: All Schools Should be Art Schools (Todas las escuelas deberían ser escuelas de arte) para lanzar su Partido de las Artes, un grupo de presión de artistas preocupados por la paulatina desaparición de las artes y el diseño en el sistema educativo británico («en las escuelas de arte se enseña cómo pensar, en lugar de qué pensar»).

 

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«Todas las escuelas deberían ser escuelas de arte» de Bob y Roberta Smith

 

Desde este punto de vista, la mala fama de la tan cacareada procrastinación se transforma en positiva cuando hablamos de creatividad. La cantidad de información inútil consumida vía televisión, vídeos, libros, cómics, revistas cuyo exceso de consumo muchas veces desespera a educadores y padres: puede transformarse en un discurso propio, adaptado al medio digital, en el que lo único que va a conseguir destacar, por encima del ruido, será la creatividad. Como decía el personaje de Antonio Resines en una comedia al respecto de niños y televisión (sustitúyase ahora por Internet):

«a los que son inteligentes les hace más inteligentes, y a los que son tontos les hace más tontos.»

 

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Obra de Banksy

 

Tal vez así, podamos ahuyentar los augurios con que diagnostican nuestra época las fascinantes composiciones fotográficas de Pablo Genovés o los grafitis del misterioso Banksy: y reconvertidos en DJ, los bibliotecarios aúpen al Top Ten de las listas remezclas de temas como el I’m reading a book del showman Julian Smith.

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

De los walking dead a los walking readers: se hace camino al leer

El éxito, primero, del cómic Los muertos vivientes, y después de su adaptación en formato televisivo en The walking dead; ha terminado por convertir a la figura del zombi en el monstruo perfecto para retratar el siglo XXI.

¿Quién mejor que los zarrapastrosos, erráticos y descerebrados zombis para encarnar (o mejor dicho, desencarnar) la alineación que pueden provocar las nuevas tecnologías y la manipulación mediática? Pero como la mejor vacuna contra cualquier contagio que nos zombifique siempre serán los buenos libros, ahora surgen los walking readers.

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Abandonar la vida contemplativa de sofá gracias a tanto anglicismo de revista de tendencias, que hace que hacer senderismo, correr, o simplemente caminar parezcan más al llamarse trekking, running o cualquier otra actividad física que acabe en -ing: no tiene porque estar reñido con leer o escribir. The walking library es un proyecto que une el placer de caminar con la lectura y la escritura.

La Biblioteca andante ( en el aniversario de Cervantes y tras tanto anglicismo, es lo que pega para traducir walking) desde que surgiera en Flandes como parte del Festival de arte itinerante Sideways de 2012, ya acumula unos cuantos kilómetros. En abril de 2013, Dee Heddon (profesora de la Universidad de Glasgow, y autora de textos con títulos como Caminando y amistad o Mujeres caminando: entrevistas con artistas en movimiento) trasladó la idea de la Biblioteca andante a Athens, en Ohio, creando un trayecto bajo el nombre «Desde Ohio a Escocia, y vuelta«.

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El caminar como un acto revolucionario, como liberación, como aprendizaje en el apasionante ensayo Wanderlust de Rebecca Solnit

Básicamente la Walking library consiste en grupos de senderismo que transportan libros en sus mochilas que recitan en los descansos del camino, pausas en las que también escriben relatos o poemas. El proyecto se fue ampliando, y así dos meses después, se organizó otra ruta desde Glasgow hasta la isla escocesa de Eigg. Mientras se desplazaban por los idílicos paisajes escoceses, los caminantes-lectores-escritores invitaban a la gente que iban encontrando a sumarse a su marcha; y a donar libros a la Walking library, que posteriormente formarían la colección del refugio en la isla de Eigg.

La Biblioteca andante nocturna de Palo Alto (California), que efectuó un recorrido por las bibliotecas de la ciudad durante toda una noche; o regresando a tierras escocesas, el grupo de la Biblioteca andante Bedrock Walk que recorrieron el trayecto que los ladrones de ganado realizaban durante siglos: han sido algunas de las Walking libraries con las que se ha ido expandiendo el proyecto.

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Señal en el célebre Paseo de los filósofos de la ciudad alemana de Heidelberg

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El delicioso y contemplativo manga de Jiro Taniguchi

Repasar las figuras célebres de la literatura o la filosofía que le dieron al hecho de pasear una significación vigorizante para el intelecto, mucho más allá del simple ejercicio físico: daría para varios post. Sobre lo que no había tantos antecedentes, es sobre bibliotecas implicadas en fomentar tan saludable hábito.

En la red de bibliotecas públicas de Hellín (Albacete) llevan varios años desarrollando el proyecto Hazlo Turismo, que combina libros y dinamización turística de las zonas rurales de la localidad, y que fue una de las buenas prácticas destacadas en el VII Congreso de bibliotecas públicas. Con este proyecto se descubren rutas locales en charlas celebradas en las bibliotecas de la red, en las que se aprovecha para promocionar sus colecciones; y posteriormente se organizan los grupos para realizar las excursiones.

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Tres de las rutas propuestas en Hazlo Turismo de la Red de Bibliotecas de Hellín (Albacete)

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«Andar nos enseña a desobedecer» según el filósofo Fréderic Gros autor de Andar, una filosofía

Aunque en este sentido de fomentar el ejercicio desde una biblioteca, la que debe figurar en lo más alto del podium es la biblioteca de Castilla La-Mancha situada en el Alcázar de Toledo, que en este 2016 celebrará la tercera edición de la Carrera de subida y bajada de los Torreones del Alcázar: una carrera en la que parte del recorrido discurre por las propias salas de la biblioteca.

Para los propensos a alergias primaverales y urbanitas irredentos también existen posibilidades. Por ejemplo, la Biblioteca Municipal de Burgos lanzó en 2012 sus Paseos literarios con los que propone rutas por los rincones más literarios de la ciudad; que más allá que unos simples itinerarios suponen una experiencia de lo más completa gracias al uso de las nuevas tecnologías. En la web del servicio se ofrecen guías sonoras; y a través de aplicaciones para smartphones como Layar, es posible disfrutar de elementos de realidad aumentada in situ.

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El artista ucraniano Alexey Kondakov incorpora pinturas clásicas en fotografías de espacios urbanos: sería una maravillosa idea para adaptar en las rutas literarias por ciudades jugando con la realidad aumentada

índice“Es muchísimo mejor vivir diez años de vida con intensidad y perseverando en un firme objetivo, que vivir esos diez años de un modo vacuo y disperso. Y yo pienso que correr me ayuda a conseguirlo. Ir consumiéndose a uno mismo […], es la esencia del correr y, al mismo tiempo, una metáfora del vivir (y, para mí, también del escribir). Probablemente muchos corredores compartan esta opinión.” Haruki Murakami

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Alexey Kondakov descontextualizando el arte para poetizar espacios urbanos

¿Habrá tenido algo que ver en la determinación con que tantos compatriotas se calzan las deportivas, el hecho de que Murakami reflexionara sobre su pasión deportiva en su libro? Que un escritor fuera la inspiración para hacer deporte, en lugar de un futbolista o un tenista, sí que sería una auténtica evolución de los walking dead a los walking readers. Pero dejemos de soñar y busquemos más conexiones bibliotecario-deportivas, en esta ocasión vía móvil.

En aplicaciones como Spotify y webs es habitual ofrecer playlist para descargarse y amenizar la carrera, gracias a los dispositivos móviles. Pero, ¿no estaría bien incluir en la oferta a los audiobooks? No es algo que estemos inventando aquí, pero podría ser una 51HjuXIOx7L._AC_UL320_SR208,320_buena idea que fuera tu biblioteca la que te confeccionara una playlist de audiobooks para running (si lo llamáramos una lista de audiolibros para correr, ningún medio medianamente cool se dignaría a publicitarlo). Una voz bien templada declamando algunas de las reflexiones de Murakami en nuestro oído: y romperíamos nuestras propias marcas con más energía de la que cualquier temazo hiphop, trance o EDM podría insuflarnos.

Es algo que ahora está un poco más fácil: la tarjeta para descarga de libros digitales Seebook (los ebooks que se pueden tocar, es su eslogan) acaba de anunciar que incorporará audiobooks a sus tarjetas, que simplemente escaneándole el código con un smartphone permitirán descargarse los audiobooks o escucharlos en streaming. Y precisamente la empresa lo anuncia entre otras cosas, como una forma de no restarle horas a la lectura por el hecho de hacer deporte.

Pero como según decía la revista Buena vida de El País: andar a paso rápido, perdón, queríamos decir el power walking, es igual de saludable y menos lesivo que el running, tanto para ejercitarse como para quemar calorías, vamos a terminar con un paseo.

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Daniel Rotsztai es un joven torontoniano que a raíz de la recomendación de unos amigos9788420648958 se dedicó a visitar la fabulosa red de bibliotecas de la ciudad canadiense. El resultado de sus paseos, a pie o en bici, le llevó a descubrir los maravillosos edificios que albergan las bibliotecas; y su afición al dibujo hizo el resto. En su web All the libraries Toronto, va publicando los dibujos resultado de sus paseos por la ruta bibliotecaria; y que como no podía ser menos en pleno boom de los libros para colorear, ya ha tenido su edición como tal.

Coloreando bibliotecas, suena a campaña bibliotecaria de las de toda la vida. Pero aparte de sus deliciosos dibujos, lo que resulta más emocionante de sus paseos son las reflexiones a las que le han llevado:

«las bibliotecas son uno de los últimos espacios interiores de acceso público no comercializados […] necesitamos más espacios como estos»

Sentados, andando, corriendo o pedaleando no podemos estar más de acuerdo con Daniel.

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecas indies, bibliotecas mainstream

Ya es mala suerte. Ahora que, después de décadas de estereotipadas imágenes de lo que se supone es un bibliotecario: la pátina rancia se había vuelto vintage; ahora que muchos jóvenes con gustos indies idealizaban a la profesión por permitir vivir de y con la cultura; y ahora que el look clásico bibliotecario puede ser fácilmente glamurizado vía hipster. Van los profetas de las tendencias, siempre dispuestos a aguarle la fiesta a alguien: y decretan la muerte de todo lo que huela a hipster.

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Ideograma de máximas sobre bibliotecarios hipsters (subtítulado en verde)

Aunque no es ninguna novedad, ya en el 2013, un artículo en el Library journal de Annoyed librarian (bibliotecario irritado) sentenciaba que los bibliotecarios no podían ser hipsters. Tras aversiones varias, el artículo concluía que los hipsters estaban desesperados por ser diferentes, y mirar por encima del hombro a la masa. Y eso, cualquiera puede comprenderlo: nunca puede ser un rasgo propio de un bibliotecario.

Visto lo cual, por mucha barba que se luzca o mucha falda rescatada de la abuela que se lleve: lo hipster, lo normcore, lo yuccie, o cualquier otra etiqueta diseñada en serie para resultar exclusivo: habrá que reservarla para la vida fuera de la biblioteca.

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Según aseguraba un tweet de la empresa líder en analítica web y marketing online Hubspot a finales del 2015: la personalización será una de las claves para diferenciarse de la competencia en el 2016. Y las bibliotecas como instituciones volcadas en lo digital, no quedan ajenas a esta predicción. Es positivo personalizarse, alejarse de lo estándar, pero por encima de todo hay que seguir siendo populares: así pues la decisión de Sophie bibliotecaria está servida (atención spoiler para quien no la recuerde: es la película en la que Meryl Streep tiene que elegir cual de sus hijos vivirá, y a cual sacrifica).

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El humor inclasificable de Noguera, un must para cualquier hipster (¿se puede decir de forma más in?)

Puestos en la tesitura de seleccionar ¿se compra el último libro de Miguel Noguera o más ejemplares del fenómeno tipo Cincuenta sombras de Grey del momento?, ¿añadimos a nuestra Mediateca la maravillosa Declaración de guerra de Valérie Dozelli o Fast and furious 5?

Por seguir con los clichés habituales en las industrias culturales: ¿se potencia lo indie (entendido como lo minoritario con más calidad, lo cual no quiere decir ni mucho menos que todo lo que se etiqueta como indie tenga calidad) o se someten a las leyes del mercado mainstream (que tan lustrosas estadísticas de préstamos dan, y tantos argumentos de cara a los políticos?) ¿a qué público deben mimar para asegurarse su fidelidad: al que muestra inquietudes por una cultura de resistencia al pensamiento único, o al que se deja llevar por las corrientes?

Una diatriba contra el capitalismo salvaje de la industria musical, y el lavado de cerebro de las masas

Los más sensatos dirán que en el término medio está la virtud; pero con un 85% del presupuesto recortado (con suerte) el término medio se queda tan escaso, que algunas bibliotecas de ser como Meryl Streep, no tendrían ni que elegir: directamente sacrificarían a los dos hijos.

Hace unas semanas, en el post Dejando atrás el lado salvaje…, a cuenta de la biblioteca como instrumento para la inclusión social ya se decía que (y perdón por la autocita, pero es lo que da coherencia a los discursos):

«En estos tiempos, si queremos ser mayoritarios, debemos empezar por atender a las minorías»

Como eslogan quedaba muy aparente, pero al llegar al asunto del dinero se acaba la poesía. Está claro que la biblioteca del siglo XXI debe luchar contra la estandarización de los gustos, fomentar alternativas al pensamiento único, ser reducto de disidencia intelectual que enriquezca el páramo cultural al que empujan las multinacionales del entretenimiento. Sin demonizar lo que de bueno hay también en el top de las listas de éxitos, por otra parte. Pero, ¿dónde se pone la linde?

 

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El totalitarismo de las tendencias con Hipster Hitler: «Yo supe del holocausto antes de que fuera mainstream»

Y este debate entre bibliotecas indies y mainstream: no es ningún invento de este blog. Hace unos días, ha sido el detonante de un encendido debate en The Inpress Festival of Publishing 2016, una de las ferias más importantes de editores independientes del Reino Unido.

Según el editor Nick Kent, las bibliotecas han traicionado por completo al sector. Las bibliotecas, según sostuvo, tienen el deber de apoyar a los editores independientes, y a los autores que buscan su lugar al sol sin el apoyo de los gigantes editoriales. Afortunadamente dentro del mismo festival, otras voces defendieron a las bibliotecas por la reducción drástica en los presupuestos que llevan sufriendo durante los últimos años.

El Festival también sirvió para reivindicar la labor que desarrollan las bibliotecas a largo plazo como semilleros para nuevos lectores; y el potencial que tienen como trampolín para los autores que optan por la autoedición.

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¿El último de Sufjan Stevens o el último de Bertín Osborne?: dura elección para un bibliotecario indie con conciencia profesional mainstream

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Cultura mainstrem: cómo nacen los fenómenos de masas de Frédéric Martel, ensayo de cabecera para saber cómo funcionan las industrias culturales

Precisamente a cuenta del boom de autores que recurren a la autoedición digital, en el artículo Conectando libros indies, bibliotecas y lectores del Library Journal, se aborda la autoedición a través de la herramienta Self-e: que permite fomentar la vocación literaria local, creando una auténtica comunidad en cuyo epicentro indie se encuentran las bibliotecas.

Como señala el artículo: «más del 50% de los usuarios de las bibliotecas que compran libros electrónicos, lo hacen de autores que descubrieron gracias a la biblioteca«. Los autores utilizan las herramientas para autoeditarse; y las bibliotecas se convierten en sus vías de distribución. La credibilidad del gremio a la hora de aconsejar a sus usuarios, se convierte en la mejor credencial para darse a conocer. Las bibliotecas serían la gaseosa para los experimentos de estos aspirantes a literatos, que si tienen talento (o suerte) pueden llegar a llamar la atención de editoriales comerciales.

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Imprenta para usuarios en la Biblioteca de Toronto

woolHugh Howey, autor de la serie Wool que ha vendido más de dos millones de libros, y cuyos derechos ya ha comprado la 20th Century Fox, remarca la trascendencia que ha tenido para el éxito de su obra, el marketing a través de las bibliotecas.

Howey se autopublicó a través de Kindle Direct Publishing de Amazon; en 2012 firmó un acuerdo con Simon and Schuster para distribuir su obra a librerías norteamericanas, conservando él todos los derechos; y ahora la llevan al cine en Hollywood. Del indie al mainstream con las bibliotecas como aliadas.

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La teoría de conjuntos entre leñadores, bibliotecarios y hispters: después de todo no son tan diferentes

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«Todos se merecen una historia de amor» reza la frase publicitaria. Deberían añadir: «incluso los bibliotecarios»

Pero por concluir como empezamos. En breve, suponemos, se estrenará en nuestro país la película After words (si no se estrena tampoco pasaría nada, salvo por lo tocante a Óscar Jaenada que interviene en ella, y es un actor a reivindicar). La película cuenta la historia de Jane, una grisácea bibliotecaria neoyorquina que al ser despedida piensa en suicidarse. Un viaje a Costa Rica le hará descubrir el amor, la aventura y el sexo. Muy original todo.

Y tras comprobar una vez más, que el estereotipo de la bibliotecaria muermo, anodina, que hasta vestida en un chino de barrio tendría mejor aspecto, y con la vida sexual de una ameba se perpetúa: ¿es tan raro que los bibliotecarios aspiren a ser guays y molones (sic)?

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Indies, hipsters y gafapastas: crónica de una dominación cultural, ensayo en el que el periodista musical Victor Lenore ajusta cuentas con los guays del momento

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Manual de estilo para creerse original y único

El New Library Symposium de Australia, es la conferencia más hipster del mundo bibliotecario (de ella son los ideogramas que lucen en este post); en dicho simposio todos aspiran a cumplir las 9 reglas básicas de cualquier biblioteca hispter que recoge el blog Word revels. Por lo que mucho nos tememos, que por modas que pasen, por etiquetas que caduquen: lo indie/mainstream va a definir a las bibliotecas durante muchos más años. Y como el trasfondo de todo esto (aparte de postureo) es una cuestión de economía: concluímos con música y economía.

Si hay un género musical que ejemplifica a la perfección lo que hemos estado tratando hasta ahora, ese el hip hop. Nacido en el gueto para denunciar y combatir al sistema, ha pasado (salvo excepciones) a glorificar el capitalismo más hortera, machista y violento a base de piscinas llenas de pibas en bikini, limusinas y oro mucho oro. La capacidad del sistema capitalista para desactivar cualquier resistencia, más el fanatismo del converso en una combinación perfecta.

Y cual pelea de gallos hiphopera se presenta en este brillante vídeo: el enfrentamiento entre los dos economistas que han definido el tiempo en el que vivimos: Keynes versus Hayek. Una divertidísima y aclaratoria lección de lo que en realidad late tras todo este dilema entre bibliotecas indies, bibliotecas mainstream:

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Corrupteca Nacional: bibliotecas y corrupción

Que nadie se confunda por el título de este post: referencia cero a la muy venerable Biblioteca Nacional, y en cambio guiño a dos ojos al clásico berlanguiano de La escopeta nacional: que después de 38 años (dos más de lo La_escopeta_nacional_cartelque duró el franquismo), sigue actuando como un espejo de feria. Uno de esos espejos que deforman achatando o estirando cual pinturas de El Greco; y que en este caso, resulta que nos devuelve el reflejo del mismo país, de la misma miseria moral y ética, aunque con una estética de balaustradas, siliconas y reality shows.

Bibliotecas y corrupción son dos palabras que se repelen (o deberían) como el agua al aceite: un oxímoron, vamos. La única biblioteca corrupta que se puede concebir, es aquella cuyos altos niveles de humedad y temperatura provocaran un deterioro acelerado a sus fondos. Pero las bibliotecas en nuestro país, al menos la mayoría de ellas, dependen de poderes públicos; y en ese sentido, desafortunadamente el término corrupción tiene muchas otras connotaciones que la temperatura o la humedad.

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Operación Biblioteca (el propio nombre suena a película de Ozores), es el injusto nombre que se le adjudicó a una de las muchas tramas de corrupción urbanística con las que desayunamos desde hace ya demasiado tiempo (concretamente la del consistorio del municipio murciano de Librilla); pero hay muchos más ejemplos.

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Muñoz Molina comprometiéndose con su tiempo a través del ensayo.

Sin salir del feliz arco mediterráneo, y de plena actualidad, la palabra biblioteca aparece dentro de la Operación Taula del Ayuntamiento de Valencia, por la que se investiga la privatización del espacio cultural La Rambleta, para luego adjudicar contratos de manera irregular para, entre otras cosas: construir una biblioteca.

Otra trama, esta con nombre cartaginés en vez de megalítico: la Púnica, y sus ramificaciones en el municipio madrileño de Valdemoro, y en cuya crónica para hacer más sangre: aparece el nombre de la escritora Ana María Matute. La añorada autora de Paraíso inhabitado no tiene nada que ver, más allá de darle nombre a la biblioteca de la localidad: en la cual, habían adjudicado fraudulentamente el contrato para el suministro de bebidas y comidas en la cafetería.

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Dinero, revista de poética financiera e intercambio espiritual de Miguel Brieva: todo un clásico en la crítica a través de la viñeta

Cualquiera de estos casos, y los cientos de casos más, que colapsan los juzgados con bibliotecas, o no, de por medio: son ítems dignos de formar parte de la colección de la Corrupteca, la biblioteca internacional de la corrupción; un proyecto para el que tendríamos más que suficiente material para montar un equivalente sólo para nuestro país.

Esta biblioteca digital especializada en corrupción arrancó en 2012; y a finales del 2015, ya acumulaba 12 millones de publicaciones científicas, leyes, prensa, y jurisprudencia que abordan la corrupción desde todos los ámbitos. Desarrollada por el Núcleo de Investigación de Políticas Públicas de la Universidad de São Paulo, aspira a ayudar a la investigación de casos de corrupción, y así fomentar fórmulas políticas para combatirla; y se nutre entre otros, del fondo de la Hemeroteca Digital Hispánica de la BNE.

Por curiosidad, hemos introducido dos términos en el buscador de la Corrupteca. Para el término España nos arroja un total de 57.683 documentos; introduciendo el término Dinamarca, en cambio, nos devuelve 0 resultados. Eso no quiere decir que acumule casi 60.000 casos de corrupción en nuestro país; pero no se puede evitar que venga a la memoria una encuesta, a pie de calle, que efectuaba en Copenhague el programa de televisión Salvados: y en el que ningún danés conseguía recordar cuál había sido el último caso de corrupción en su país.

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El confidente de la Operación Taula, Marcos Benavent, personaje no berlanguiano, ni ozoriano: directamente de un teatrillo de José Luis Moreno.

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«Robar poco es de pobres» una de las perlas de Crisis (de ansiedad) el cómic que aborda la crisis personal y global de Juanjo Sáez

Aunque, ¿quién sabe? igual la corrupción sirve de abono para que surja una nueva cultura. Tolkien decía que sus historias nacían del humus de su mente, de esa descomposición de lecturas y vivencias que fertilizaban su imaginación. Y la podredumbre que cual géiser nos salpica día sí, día también, puede que sirva para la redención personal de más de uno.

Sin salir de Brasil, su sistema penitenciario contempló en 2012: la reducción de las penas a cambio de que los presos lean. Cuarenta y ocho días menos por cada año de condena, si leen al menos 12 libros al año, y presentan los consiguientes resúmenes. Un fomento de la lectura que para sí quisiéramos en las bibliotecas.

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La adaptación televisiva de la novela de Rafael Chirbes

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La parte positiva de la corrupción: dar argumentos para buenas películas

Pero probablemente, la mayoría de nuestros ilustres presos preferirían la opción de sus colegas (colegas en corrupción) rumanos. En las cárceles rumanas, a los condenados por delitos de corrupción les reducían 30 días de pena por cada libro que escribieran. Ni el mejor de los talleres de escritura creativa conseguiría motivar tantas vocaciones literarias. Pero desgraciadamente para el futuro de las letras rumanas, la ley ha tenido que ser suspendida al tener fundadas sospechas de que los más de 400 libros escritos en tiempo récord por políticos, magnates de los medios o exfutbolistas encarcelados por fraudes fiscales, blanqueo de capitales e incluso homicidio: han sido escritos por negros literarios sobornados gracias a las grandes fortunas e influencias de los encarcelados.

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Mediterráneo descapotable, viaje ridículo por aquel país tan feliz. Crónica de un viaje en descapotable por la España del ladrillazo salvaje

Una ley como la rumana en nuestro país: y la nueva temporada de estrenos literarios podría asistir al debut fulgurante de extesoreros, políticos, empresarios, exmiembros de la realeza y hasta alguna estrella de la copla.

Pero abramos un poco las ventanas y dejemos que se disipe el hedor. Para quitarnos el mal sabor de boca, una nota esperanzadora. La tristemente célebre biblioteca sin puerta parece que finalmente tendrá una puerta de acceso para los vecinos. Fue construida en 2009 en el barrio Trinitat de Valencia, el impacto de la crisis hizo que quedase sin inaugurar, con todo el equipamiento necesario, pero tapiada sin que ni siquiera se le abriera una puerta de acceso. Una metáfora perfecta de lo que han sido estos últimos seis años de recesión. Ahora finalmente, una vez expoliada y objeto de vandalismos, va a ser restaurada, y sus ventanas y puertas dejarán de estar cegadas para abrirse a la luz del exterior.

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La Manga del Mar menor (Murcia) en dos imágenes comparativas

747 Cover_800_600_150619022031¿Habremos aprendido algo después de todo? Según repiten los medios una nueva burbuja inmobiliaria, aunque siempre en el horizonte, no parece que sea inminente. Eso no quita para que en las grandes capitales: fortunas de origen chino, ruso o árabe («no hay riqueza inocente» que decía Rafael Chirbes) especulen de manera exorbitada con barrios enteros. Repasar algunas de las publicaciones sobre el mercado inmobiliario dirigidas a clases pudientes, nos desvelan el valor añadido que supone incluir en la descripción de las mansiones a una biblioteca.

“mansión de mediados del XIX, 26 acres y biblioteca con chimenea central y grandes ventanales con vistas al campo. Precio: 8.956.025 euros” Es una de las muchas descripciones de la publicación sobre finanzas más importante del Reino Unido: Money week

Se cierran bibliotecas públicas a mansalva, mientras se revaloriza el valor de la biblioteca como signo de estatus. ¿Estaremos asistiendo a un ladrillazo ilustrado, en el que las 51MyUe8QESL._SX328_BO1,204,203,200_bibliotecas vienen a sumarse al papel que juega el arte, desde hace décadas, como mera inversión para grandes fortunas? Nos falta aún perspectiva para comprobar si todo esto forma parte un plan estratégico del grupo Bildenberg, los Illuminati, o vete tú a saber qué poder en las sombras que esté reformulando el «que todo cambie, para que todo siga igual» lampedusiano en una versión adaptada al siglo XXI.

Lo más triste es que el príncipe de Salina decimonónico que creó Lampedusa, habría apreciado el valor de las bibliotecas más allá del ornamento clasista. Algo improbable en el caso de tanto nuevo rico en trance de desasnar

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Oropesa del Mar (Castellón): antes y después de Marina D’or, ciudad de vacaciones

El Ministerio de Hacienda lleva desde 2006 fotografiando España desde el cielo para descubrir fraudes urbanísticos; pero las bibliotecas como refugios para la democracia y la cultura que son, exigen ser observadas aún desde mayor altura de miras. Por lo menos desde allá donde se expanden esas ondas gravitacionales de las que ahora todos hablamos como si las conociéramos de toda la vida. Confiemos en que abran una puerta, como se la han abierto a la biblioteca valenciana: a un universo paralelo, en el que la cultura y sus valores sean los que iluminen la vida pública.

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La arruga es subversiva: bibliotecas para la tercera edad

Dentro de unos 20 años la mayoría de la población encuadrada dentro del baby boom de las décadas de los 50 y 60 del pasado siglo (en el mundo anglosajón lo cifran hasta 1965, pero en nuestro país lo podríamos extender hasta los 70): pertenecerá a lo que se ha dado en denominar tercera edad. Si las bibliotecas (o como quieran llamarse) siguen existiendo para entonces: ¿qué van a hacer para satisfacer las necesidades culturales y de ocio de esa población? ¿Serán bibliotecas para la tercera edad?, ¿serán el nuevo hogar del pensionista del siglo XXI?

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Ensayo sobre el boom de las agencias de publicidad en los 60, y su glorificación de la juventud como valor supremo para vender

Los mayores de 60 serán el grupo más numeroso demográficamente, por encima de jóvenes y niños, cuyas cifras van en descenso en el mundo occidental desde hace años. En ese contexto, la arruga ya no será bella como rezaba el eslogan de los 80, será directamente subversiva.

Desde que la juventud se convirtió en el estado a glorificar a través de la publicidad, la moda y las multinacionales del entretenimiento: el viejo de la tribu global ya no encarna la sabiduría, sólo una carga para los sistemas sanitarios y de pensiones del capitalismo salvaje. O en el mejor de los casos, un recurso con el que paliar los desastrosos efectos de las crisis en la economía de las familias.

«Son inconsecuentes, retrógados, mojigatos, votan a la derecha, ¡han destruido el planeta, matado de hambre al Tercer Mundo! ¡En ochenta años, han hecho desaparecer la práctica totalidad de las especies vivas, han esquilmado los recursos, ¡se han comido todos los peces! ¡Cada año se crían en batería cincuenta millones de pollos en todo el mundo y la gente se muere de hambre! Históricamente son… ¡la peor generación de la historia de la humanidad!»
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Contraportada del cómic Los viejos hornos, cuyos protagonistas son unos ancianos dispuestos a iniciar una revolución

Por eso no es extraño, que tal y como es posible borrar un archivo en un ereader, se intente borrar el paso del tiempo en los rostros y cuerpos. Una carrera sin fin mientras sigamos proviniendo de materiales orgánicos, como los libros impresos: esos que igual que sus lectores, envejecen y amarillean la pulpa de sus páginas denotando su uso. Ahora el frío y aséptico resplandor de las pantallas, hará juego con los rostros intervenidos, alisados y paralizados por el botox o cualquier nueva técnica cosmética.

Las arrugas y las canas van camino de convertirse en el nuevo punk. Puede que, como siempre, el mundo de la moda haya asumido astutamente este discurso promoviendo la presencia de maduras en pasarelas y revistas (saben bien quién tiene el dinero); y que las deliciosas protagonistas de la web Advanced style, nieguen la caducidad de la ilusión mientras se está vivo: pero arrugarse a partir de ahora, va camino de convertirse en toda una declaración de principios.

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Las fantásticas ancianas neoyorquinas del blog Advanced style, toda una filosofía de vida más allá de la moda

La arruga será lo que mejor restablezca la diferencia social, ahora que la democratización de la moda ha hecho que sea más difícil distinguir el estrato social del que se proviene. Por sus arrugas los conoceréis, o como cantaba Nacha Guevara allá por los 70: «así los pobres a misa de once irán, y con la gente no se confundirán» (Las damas de la beneficencia).

Como decía jocosamente el músico Nacho Canut recientemente en Tentaciones de El País:

«la vejez está mal vista. Tienes que hacerte el joven todo el rato […] dentro de poco los teenagers van a ser minoría y les harán bullying las Disco Sally» (Aclaración: Disco Sally es como se conoció a Sally Lippmann, una abogada neoyorquina que al enviudar, ya anciana, en la década de los 70, se lanzó a la fiesta más desatada en el mítico Studio 54, y según la leyenda pereció en la pista de baile)

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La mítica Disco Sally viviendo la noche loca setentera en Studio 54

No creemos que el hecho de haber vivido la época de la movida, haga que proliferen las Disco Sallys en los geriátricos; pero lo cierto es que los servicios bibliotecarios que hasta ahora han servido para atender, más o menos, a los ancianos tendrán que adaptarse. El dominó en el hogar del pensionista, la petanca o los viajes del Imserso ya no van a servir para una generación que ha viajado, habla idiomas (o al menos lo ha intentado), ha vivido las relaciones de pareja y sexuales de manera totalmente diferentes a generaciones precedentes, que han fundado familias opuestas en muchos casos al modelo tradicional: y que en definitiva, representan ese cambio de mentalidad y costumbres en nuestro país que no ha parado de agudizarse desde los 80.

Haciendo un repaso a algunas de las programaciones de bibliotecas que se dirigen a los mayores de 60 años en la actualidad, nos encontramos una variedad limitada de opciones, aunque alguna imaginativa:

  • En Bristol, la biblioteca pública ayuda a los ancianos a resolver cuestiones relativas a
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    En la película israelí La fiesta de despedida, un grupo de ancianos practica la vejez activa creando una máquina para la eutanasia

    impuestos, contratos, petición de ayudas de dependencia, etc. Una línea de actuación que no dejará de ser útil dentro de 20 años, fuéramos fans de Antonio Machín o de Radio Futura, siempre será de agradecer el que te asesoren y ayuden; sobre todo con las continuas amenazas que se ciernen sobre el sistema público de pensiones.

  • En Virginia, la Biblioteca Jefferson tiene una campaña de recogida de productos de aseo y cuidado personal, de bisutería o libros para colorear, con los que formar bolsas de regalo por San Valentín para los ancianos de la comunidad. Trasladándonos a nuestro país, para las generaciones que vivieron la Guerra Civil o la posguerra lo de recibir algo gratis suele ser motivo de emoción; en los criados en el consumismo y el culto a las marcas, no sabemos hasta qué punto serían apreciadas estas bolsas-regalo.
  • En la ciudad canadiense de Wasaga Beach (Ontario), la biblioteca pública ofrece un amplio abanico de ofertas para la tercera edad. Desde clásicos como las visitas guiadas a monumentos, museos o teatros; pasando por cursos de primeros auxilios; y un filón como es aprender a buscar datos sobre sus antepasados, y escribir sus memorias. Todas estas ofertas seguirán siendo válidas para los ancianos dentro de veinte años. Sólo hay que repasar la cantidad de iniciativas que los últimos años se promueven desde bibliotecas y archivos para recuperar la memoria local, y que quedaron patentes en el VI Congreso de bibliotecas públicas celebrado en Burgos en el 2012.

Series_3_dvdOtra actividad que desarrollará la Biblioteca Pública de Wasaga Beach este mes de febrero orientada a la tercera edad, será la celebración de la última temporada de la serie de televisión Downton Abbey. La fiesta en cuestión consistirá en acudir a la biblioteca ataviados con ropa propia de la época en que discurre dicha serie, y tomar té, refrescos mientras se participa en juegos de salón. Esta actividad tal vez sea la que mejor puedan heredar los nacidos en el baby boom, una fiesta temática siempre tendrá tirón. Aunque es probable que hubiera que optar por otro tipo de ficción: por ejemplo por proyectar The Rocky Horror Picture Show, y su consiguiente fiesta temática, para los ancianos más alternativos.

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Shirley e Hinda son las protagonistas del documental: Dos abuelas cabreadas, en el que se relata como estas dos convencionales amas de casa, dejaron sus hogares para viajar a Wall Street y preguntar directamente a los banqueros y ejecutivos sobre la crisis. Detenidas numerosas veces, ya casi nonagenarias, persistieron hasta conseguir su objetivo.

En las Directrices para bibliotecas y servicios de información dirigidos a la tercera edad de la ALA, entre las muchas propuestas que se plantean: se incluye la de promover el empleo de mayores como apoyo del personal bibliotecario. Esta práctica aconsejada para promover una vejez activa, se ha concretado a través del voluntariado. Pero hemos visto en este tiempo de recortes e incertidumbres profesionales, como el voluntariado en ocasiones despierta recelos.

Algunos políticos en Reino Unido especialmente (pero algún conato hubo también en nuestro país), han visto en este voluntariado la ocasión para dejar de contratar personal cualificado. Los jubilados pasan a convertirse en voluntarios que terminan por quitarle puestos de trabajo a los jóvenes; eliminando profesiones (a ser posible relacionadas con la cultura) y entretanto, se promueven enfrentamientos intergeneracionales, que hacen perder fuerza de contestación contra quienes adoptan estas prácticas con la excusa de la crisis. Una jugada maestra o ¿estamos incurriendo en paranoias? En cualquier caso, dentro de 20 años, sin duda, sabremos a qué atenernos a este respecto.

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¿Qué anciano de aquí a 20 años necesitará un navegador adaptado?

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Justino, un asesino de la tercera edad: otra forma de plantearse una vejez activa.

Veinte años no son nada, así pues será muy interesante asistir a la evolución que los servicios bibliotecarios adoptan de cara a este público. Unos ancianos que no habrá que alfabetizar en nuevas tecnologías, porque aunque no sean nativos digitales, se han actualizado a marchas forzadas. Ya no serán necesarias adaptaciones como el navegador Eldy, creado pensando en facilitar la navegación a los mayores. Habrá diferencias claves respecto a la generación de mayores de la actualidad, que ahora se pueden contrastar gracias a la recién publicada encuesta: «Las bibliotecas públicas también son para los mayores: resultados de una encuesta realizada a profesionales bibliotecarios españoles«, y que se ha publicado en el último número de la Revista General de Información y Documentación de la Complutense de Madrid.

La nueva tercera edad, que será la mayoritaria a mediados de este siglo, tendrá mayor capacidad crítica (confiemos en ello), no le atenazarán los miedos que traumatizaron a generaciones previas, estarán acostumbrados a desenvolverse en un mundo mucho más complejo, y se supone que tendrán una mayor conciencia cívica y ciudadana. En el mundo resultante de estos tiempos de incertidumbres que estamos viviendo, las bibliotecas harán bien en no centrarse en exclusiva en captar a las nuevas generaciones; desatendiendo al público que más peso demográfico tendrá a medio-largo plazo.

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Dejando atrás el lado salvaje: bibliotecas por la inclusión social

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Joe Dallesandro, Jane Forth y Holly Woodlawn en la warholiana película Trash

holly_1El pasado 6 de diciembre moría Holly Woodlawn, actriz y cantante transgénero; pero sobre todo, superestrella inmortal gracias a ser una de las protagonistas del clásico Take a walk on the wild side de Lou Reed: cuya época de máximo esplendor fue la época dorada (aunque sería más apropiado decir plateada) de la célebre Factoría de Warhol.

No nos consta que Warhol dispusiera de una biblioteca para minorías en dicha Factoría; salvando a SCUM, el indigesto manifiesto feminazi de Valerie Solanas (la frustrada asesina de Warhol): lo visual ganaba a lo impreso entre sus paredes forradas con papel de aluminio.

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Stuck rubber baby, una novela gráfica sobre la lucha por los derechos civiles

Holly Woodlawn, Candy Darling, Joe Dallesandro, Edie Sedgwick o Ultra Violet vivían intensamente sus días ante la hierática mirada del profeta Andy; y lo confiaban todo al instante, sin implicarse en movimientos sociales, ni reivindicativos. Su mera existencia y su deambular por ese lado salvaje, ya ejercían como un auténtico manifiesto.

Si hay dos movimientos por los derechos civiles que transformaron el siglo XX, esos han sido: el feminismo y la lucha por los derechos del colectivo que ahora se conoce con las siglas LGTBIQ (Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales y queer). Queda mucho por hacer, sin duda, pero la irrupción de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, así como el reconocimiento del matrimonio homosexual en cada vez más países: marcan un punto de inflexión con difícil marcha atrás. Y en ese progreso, ahora se está afrontando la última revolución pendiente para este colectivo: la normalización y respeto de los derechos del colectivo transexual.

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El sensacionalismo de Interviú llevando a portada a Bibí Andersen, en un montaje del blog Kurioso sobre portadas escandalosas

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Degenerado, una excelente novela gráfica basada en un caso real, imprescindible en cualquier comicteca.

Hace unos años, la ahora Bibiana Fernández, declaraba ante la emisión de un reportaje sobre su pasado, no estar interesada en revisar nada. Según decía había pagado ya su peaje, y no quería tener que estar pagándolo una y otra vez. Correspondiéndole el papel de transexual más célebre de la historia de nuestro país, la otrora Bibí Andersen: optó desde hace muchos años por vivir su condición de mujer sin convertirse en estandarte de nada. Su simple presencia en los medios hablaba por sí sola.

El movimiento gay se ha ido desprendiendo de su capacidad revolucionaria y subversiva. Salvo las teorías queer abordadas por figuras como Judith Butler, Beatriz Preciado, Camille Paglia o Virginie Despentes: poco o nada queda del cuestionamiento del sistema que pudo tener en los 70 y 80 del siglo pasado.

Es comprensible, transitar por el lado salvaje queda muy romántico en una canción o película; pero el querer vivir el día a día con total normalidad, aún a riesgo de aburguesamiento es un deseo al que nadie escapa, sea cual sea su condición sexual. Y el mundo del espectáculo o la prostitución como únicas salidas para personas transgénero, es algo que, poco a poco, va cambiando. Y no nos referimos sólo al mundo de la moda, en el que están de rabiosa actualidad; sino en mundos aparentemente menos rutilantes. Sin ir más lejos, en el bibliotecario.

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Itziar Ziga, guerrillera del feminismo más transgresor

John Lawrence Cummings fue bibliotecario de la Universidad de Queensland en Australia hasta cumplir 52 años; fue al llegar a esa edad, cuando este padre de tres hijas, se decidió a cumplir el deseo que más le obsesionaba, y pasó a convertirse en Katherine Cummings.

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La estupenda novela de Eugenides, cuyo protagonista es una persona transgénero

En su libro La vida y amores de una bibliotecaria transgénero lesbiana, Katherine reunía poemas, historias cortas y ensayos en los que abordaba los problemas que se plantean a las personas que no se ubican dentro de los géneros, tal y como se entendían mayoritariamente. John, como tantos en sus circunstancias, pensó en el suicidio, pero el pensar en sus hijas le hizo desistir.

Una vez tomada su decisión, mirando atrás, Katherine no lamenta no haber sido una mujer antes; si hubiera tomado esa decisión a los 20, nunca habría tenido a sus tres hijas, sin las que ya no concibe su vida. Actualmente, la señora Cummings ayuda a todas aquellas personas con problemas de género: su faceta como bibliotecaria le ha llevado a trabajar en el Centro de Género en Sydney, y a elaborar informes sobre la violencia contra las personas transgénero.

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Katherine Cummings mostrando su retrato como John Cummings en la biblioteca

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Debra Davis, persona del año 1999 en la revista Lavender del colectivo LGTB de Minnesota

Debra Davis acumula numerosos premios por su lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas transgénero y del colectivo LGTBIQ en general. Esta bibliotecaria, activista transgénero, y directora ejecutiva del Centro para la Educación de Género que lleva su nombre: vivió en los 90 una batalla legal que saltó a los medios, y todo fue motivado por el uso del baño de mujeres de la Southwest High School de Minneapolis, en el que ejercía como educadora y bibliotecaria.

David Nielsen, que así fue bautizada Debra al nacer, vivió una doble vida durante muchos años. Casado y padre de dos hijas, se separó tras 28 años de matrimonio; y mientras en la intimidad se maquillaba y vestía con ropa de mujer, en su día a día ejercía como educador y bibliotecario. Fue en 1997 cuando decidió afrontar su naturaleza abiertamente, y una vez convertido en mujer: solicitó seguir ejerciendo su trabajo con los estudiantes, como lo había hecho hasta entonces. Tuvo suerte, Minnesota fue el primer estado de los Estados Unidos en proteger por ley de la discriminación a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales.

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La serie Transparent sobre un padre transexual y su familia, lleva acumulando premios durante todo el 2015

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La chica danesa, la película sobre la primera transexual en someterse a un cambio de sexo, nominada a los Oscars 2016

 

Los estudiantes y la mayoría de compañeros se despidieron de David, y acogieron a Debra sin mayores problemas; incluso un joven estudiante de fútbol se ofreció a acompañarla hasta el coche, para protegerla, algo que no fue necesario.

El único problema lo tuvo cuando su compañera Carla Cruzan, inició una batalla legal para conseguir que le prohibieran a Debra utilizar el baño de mujeres del centro docente. Hasta a tres estamentos judiciales elevó su petición la ofendida compañera, pero sin ningún éxito. Debra siguió usando el baño de mujeres, y el resto de la comunidad educativa la siguió respetando y aceptando como docente y bibliotecaria.

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Debra Davis en una reciente charla promovida desde su asociación

Si algo tienen claro, en los Estados Unidos, los colectivos que luchan por el reconocimiento de sus derechos, es el papel fundamental que pueden jugar las bibliotecas. El empoderamiento (palabra fea donde las haya, pero muy en boga) que pueden proporcionar las bibliotecas para ayudar a la normalización y respeto del colectivo LGTBIQ (y de cualquier minoría en general), es algo que viene prácticamente desde las revueltas de Stonewall.

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Un delicioso cómic sobre Tiresias, el mito del hemafrodita en la mitología griega

Pero no sólo en los Estados Unidos, en el 2012, el colectivo LGTBIQ de Canadá realizó una importante donación de fondos a la red de bibliotecas, como una manera de sensibilizar a la población en general, en combatir la homofobia. Y hace dos semanas, la comunidad educativa del condado de San Diego se reunió para tomar medidas con las que evitar el suicidio adolescente. Durante 2015, al menos cuatro suicidios de adolescentes de dicho condado estuvieron relacionados con estudiantes transgénero.

En dicha reunión, Leslie Masland bibliotecario de la Biblioteca del Condado de San Diego, propuso convertir a las 34 sucursales que componen la red de bibliotecas del condado en zonas seguras. Para lograrlo, se dispondrá de asesores en las bibliotecas para atender a los jóvenes que vivan con angustia su identidad sexual, orientándolos hacia recursos de la biblioteca que pueden ayudarles en su proceso de aceptación.

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Transamerica, una premiada historia sobre la relación entre un padre en proceso de reasignación de sexo y su hijo

La pregunta a formular seria: ¿es tu biblioteca gay friendly? Para aquellas minorías y colectivos que aspiran a la normalización y el respeto a sus derechos: las bibliotecas resultan aliados muy valiosos. La biblioteca pública será social o no será, y un indicador de la utilidad de las mismas será su capacidad de respuesta ante realidades sociales que precisan de instituciones que las acojan y apoyen. En estos tiempos, si queremos ser mayoritarios, debemos empezar por atender a las minorías.

Después de todo, qué mejor definición de lo que debe ser una biblioteca del siglo XXI, que la biblioteca transformista (o directamente travesti) que es capaz de travestirse con ropajes lúdicos, divertidos, seductores y renovados.

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La revista Candy dedicada al colectivo transgénero

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La adaptación cinematográfica de Hedwig and the angry inch

Y aunque hayamos dejado atrás ese lado salvaje, vamos a cerrar con rabia y furia. Hedwig and the angry inch (Hedwig y la pulgada rabiosa) es un musical punk rock nacido en la escena neoyorquina más underground de los 90. Su protagonista Hedwig, tras una desastrosa operación de reasignación de género, que le deja con una pulgada de pene: da salida a su frustración convirtiéndose en cantante de un grupo punk,

Hedwig no busca la complacencia, no busca aburguesarse y aparentar ser una adorable dama para que la sociedad la tolere. Hedwig convierte su trauma en un desafío, y con descaro punki provoca a quienes no son capaces de aceptarla.

Tal vez si Hedwig hubiera contado con una biblioteca cercana que le hiciera sentirse menos sola: su pulgada rabiosa no le habría empujado a tener que abrirse en canal con cada canción. Sin duda, habría sido un consuelo para Hedwig, y una gran pérdida para nosotros:

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecarios fuera de la zona de confort

El inmovilismo es el mal hábito con el que siempre hay que romper[/caption] Ponerle un nombre a algo ya es limitarlo que decía el poeta; pero en cuestiones de Autoridades las bibliotecas debemos aparcar la poesía, y centrarnos en lo práctico. Desde hace unos meses desde la web de la IFLA, es posible acceder en línea a una nueva web de Nombres de Personas: un esfuerzo colaborativo entre muchos países para unificar y eliminar cualquier confusión a la hora de crear puntos de acceso en los registros bibliográficos. España está entre los países que en 2015 actualizaron sus encabezamientos para nombres de personas; y poco a poco van sumándose más países. Sin duda el trabajo desarrollado por alcanzar la univocidad, es uno de los esfuerzos a agradecer a la profesión bibliotecaria. Pero no deja de resultar paradójico, que por un lado nos esforcemos tanto por depurar cualquier confusión terminológica; mientras que las palabras que nos definen como institución y profesión, cada vez van difuminando más sus contornos. d0eb5d9dca51cbd2e633360baae72bd5De la palabra biblioteca, lo único que se puede defender con convicción es el sufijo -teca; que se ha ido sumando a cada nuevo formato o servicio que ha surgido en las últimas décadas; y a bibliotecario, se le han sumado tantas atribuciones (community manager, dinamizadores sociales, bibliotecarios integrados, ¿para cuándo los apocalípticos?; o el blended librarian); que lo de simplemente biblio resulta más escaso que un pantalón pitillo para el increíble Hulk. Puestos así, no es de extrañar que las apropiaciones indebidas no paren de darse. Bibliotecarios, se autodenominan los redactores de la Wikipedia (lo que no deja de ser un halago, al encerrar un reconocimiento al rigor de la profesión); o clubes de striptease de Las Vegas bajo nombres como The Gentlemen’s Library Club; o hasta armerías estadounidenses que practican el oxímoron bautizándose como Gun Library. Lo que queda claro es que pese a estereotipos rancios que persisten: biblioteca y bibliotecarios tienen un hueco bien ganado en la cultura popular. breaking-out-of-my-comfort-zone-2 En el mundo anglosajón ha prosperado una expresión que, una vez aireado ese cierto tufillo a manual de autoayuda que exhala, podemos adaptar sin problemas: romper con nuestra zona de confort (breaking the comfort zone, que no es lo mismo que breaking bad, volverse malo, pero que tampoco nos vendría mal ante determinadas circunstancias). Arriesgarse, abrirse a nuevos retos, hacer cosas que no están propiamente dentro de lo que se entiende como trabajo bibliotecario, y que, en definitiva, pueden ser las que hagan que la profesión siga siendo relevante en el siglo XXI. Pese a ello, no deja de resultar curioso como algunos bibliotecarios manifiestan, en ocasiones, su frustración por no poder dedicarse todo lo que quisieran a la catalogación, saturados como están por el resto de funciones a desarrollar en sus centros. Pervive en ellos la idea de que el perfil verdaderamente profesional de su trabajo, sigue centrándose en la catalogación; aún en tiempos en los que obsesionarse en exceso con el punto y coma que separa cada área de descripción bibliográfica: equivale a dibujar una diana para que impacte el meteorito que exterminó a los dinosaurios. Por contra, sólo hay que rastrear un poco por la Red para toparse con más de un ejemplo de bibliotecarios que han salido de su zona de confort, y están ampliando los campos de acción para la profesión: [caption id="attachment_1382" align="aligncenter" width="437"]0116-trends-podcasts-21 T is for training: bibliotecarios-locutores[/caption]

  • Maurice Coleman se podría decir que ejerce de locutor radiofónico. Técnico de la Biblioteca Pública del Condado de Harford (Estados Unidos), creó en 2008 T is for Training  (T de entrenamiento), un proyecto que a través de podcasts recoge debates entre sospechosos habituales (así denomina a los profesionales bibliotecarios que colaboran en el proyecto) en los que se abordan todas las temáticas más candentes del mundo bibliotecario.
  • Amanda Brennan, una bibliotecaria de Internet como ella misma se define (la memelibrarian).Amanda cursó estudios deBiblioteconomía, pero desde el principio tuvo claro que su campo de acción iba a ser virtual. Por eso, decidida, se ha especializado en el estudio de los famosos memes que atiborran las redes sociales; luchando por rescatarlos del maremágnum digital, y conservarlos como documentos que servirán para estudiar nuestro tiempo. [caption id="attachment_1381" align="alignright" width="293"]IMG_9823 Amanda Brennan, la bibliotecaria de los memes[/caption]
  • Katherine Donohue, una bibliotecaria de la Biblioteca The North Haven Memorial en Connecticut, apodada como Pan cake Lady, y que es la responsable de uno de esos programas de préstamo de materiales hasta ahora inéditos en una biblioteca, como son en este caso: moldes, sartenes y demás utensilios de cocina necesarios para hacer repostería.
  • La Reference Toronto Library, que ha acogido al movimiento de Repair Café. Un proyecto nacido en Ámsterdam que consiste en convocar reuniones para personas que quieren aprender a reparar objetos; con una filosofía que reivindica lo manual, y una manera de resistirse a la dictadura de la obsolescencia programada, que provoca que cada vez los objetos tengan una vida útil más reducida.
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  • La SM2 Serendipity Machine, una máquina para conectar personas a través de sus perfiles de intereses y conocimientos que tienen puesta en marcha en la muy moderna Nieuwe Bibliotheek, y que permite que gente con intereses en común entren en contacto gracias a la biblioteca, en la ciudad holandesa de Almere.
Tras estos ejemplos de centros y profesionales que rompen con las zonas de confort de la profesión: está más claro que lo de biblio- y -teca, son simples convenciones de las que nos servimos para entendernos. Ningún centro cultural como la biblioteca pública, ha alcanzado el siglo XXI abarcando más campos, ni atendiendo a un público más heterogéneo. Seguir horadando caminos trillados sólo puede llevar a la irrelevancia; pero no hay razón para preocuparse, los tiempos no permiten que nadie pueda apoltronarse, y las bibliotecas y los bibliotecarios (o como quiera que terminen por llamarse): están más que acostumbrados a adaptarse al medio. Y, ¿quién sabe?, puede que dentro de poco, como cantaban The Ting Tings, terminen diciendo que ese no es su nombre. ]]>

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Tres herramientas para medir el impacto de la biblioteca

cómo valoran los usuarios de la biblioteca los servicios que se prestan, cómo evolucionan sus necesidades y cómo podemos adaptarnos para satisfacerlas. Tampoco nos aportan gran munición a la hora de defender la financiación de la biblioteca, la necesidad de nuevo personal o la de abrir nuevos espacios. Ya os hablamos hace poco de la realización de encuestas a los usuarios para mejorar los servicios bibliotecarios. Hoy os hablaremos de tres herramientas para medir el impacto de la biblioteca, específicamente desarrolladas para ellas. EvaluarImpacto_cintaComo otras veces, empezamos por echar un vistazo a lo que se cuece por ahí fuera, y nos detenemos en dos herramientas que están funcionando bien en EE.UU. La Asociación de Bibliotecas Públicas (PLA) de ese país lanzó hace seis meses “Project Outcome”, una iniciativa con la que pretende estandarizar un poco más la evaluación del impacto de los programas bibliotecarios y aportar herramientas útiles y sencillas a las bibliotecas para llevarla a cabo. Para ello, han identificado siete áreas esenciales en las que trabajan las bibliotecas y han elaborado unas breves encuestas de tan solo seis preguntas dirigidas a los usuarios de las actividades asociadas a cada área, y que ayudarán a medir en qué medida ha conseguido la biblioteca sus objetivos. Las áreas son las siguientes:

  • Participación ciudadana.
  • Inclusión digital.
  • Alfabetización infantil temprana.
  • Desarrollo económico (emprendimiento).
  • Educación y aprendizaje permanente.
  • Búsqueda de empleo.
  • Promoción de la lectura.
En cuanto a las seis preguntas para cada una de estas áreas, siguen un esquema similar. Evalúan la adquisición de conocimientos por parte de los usuarios; si se ha conseguido aumentar su motivación/seguridad en sí mismos para actuar en esa área; si van a aplicar los conocimientos adquiridos; si conocen mejor los recursos de la biblioteca al respecto; lo que más les ha gustado y lo que se puede mejorar. Algunas de las preguntas son abiertas y en otras los usuarios pueden mostrar su posición en una escala de cinco niveles, desde el “muy en desacuerdo” hasta el muy de acuerdo”. Aquí os dejamos como ejemplo las relativas al área de «Alfabetización infantil temprana»:
  • Aprendiste cosas nuevas que puedes compartir con tus hijos/as
  • Te sientes más seguro/a a la hora de ayudar a tu hijo/a a aprender
  • Pasarás más tiempo con tus hijos/as leyendo, cantando, hablando, escribiendo, jugando.
  • Conoces mejor los recursos y servicios proporcionados por la biblioteca en esta área.
  • ¿Qué es lo que más te ha gustado del programa?
  • ¿Qué puede hacer la biblioteca para que tu hijo/a disfrute más de la lectura?
HerramientasEvaluacion_Projec tOutcomeEl proyecto de la PLA ya ha sido probado en fase beta en algunas bibliotecas con buenos resultados, sobre todo porque es muy sencillo de aplicar, y ahora están expandiendo el programa con financiación de la Bill & Melinda Gates Foundation. En los próximos tres años desarrollarán nuevas herramientas de formación y comunicación para los bibliotecarios, para que las bibliotecas puedan llevar a la práctica las conclusiones que resulten de las evaluaciones. Con este webinar podréis conocer más sobre esta herramienta.

Evaluar los servicios tecnológicos

Otra herramienta que nos ha parecido interesante, en este caso por su especialización, es la “Impact Survey”, una encuesta desarrollada por la Universidad de Washington que evalúa el uso de los servicios tecnológicos que ofrece la biblioteca (los ordenadores, las redes wifi, recursos online, la formación en uso de las TIC…) en relación con diferentes áreas como participación ciudadana, comercio electrónico, educación, empleo, trámites administrativos, salud y bienestar y servicios sociales. Se trata de encuestas que se realizan telemáticamente y que van acompañadas de una serie de utilidades para gestionar los datos obtenidos de ellas. Es necesario pagar una pequeña cuota de subscripción anual que varía de 50 a 500 dólares según los ingresos de la biblioteca, y en principio solo está disponible para las de EE.UU aunque dicen que estarán encantados de atenderos si sois una biblioteca o una red de otro país. Para haceros una idea de las preguntas que incluye el cuestionario aquí tenéis un resumen en español.

Calcular el valor económico

La última herramienta de la que os queremos hablar no está orientada a evaluar servicios para mejorarlos, sino más bien para visibilizarlos y sensibilizar a quien se ponga por delante (usuarios, responsables políticos, etc) del valor que tienen los servicios que ofrece la biblioteca. Es “el calculador”, una herramienta que ofrece la Red de Bibliotecas del CSIC en su web que permite contabilizar el retorno de la inversión (el famoso ROI) especialmente en las bibliotecas universitarias de forma más que sencilla. Simplemente tienes que rellenar en la herramienta las casillas sobre el número de libros o revistas consultados en sala, préstamos interbibliotecarios, salas de estudio utilizadas y usuarios de formación diversas, entre otros, y automáticamente tendrás la traducción en euros del coste de esos servicios.HerramientasEvaluacionImpacto_CSIC La verdad es que todo el sistema de calidad y evaluación de las bibliotecas del CSIC puede ser una buena referencia si queréis mejorar los vuestros. En la página web en la que cuentan cómo es, puedes encontrar, entre otras cosas, su catálogo de indicadores y encuestas de satisfacción para usuarios y personal. Esperamos, como siempre, que estas herramientas os puedan resultar útiles, y si conocéis otras que queráis compartir con nosotros, son más que bienvenidas. ¡Feliz semana!]]>

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