Motivos para el reencuentro con Dylan Thomas

el poeta galés ya llevaba camino de convertirse en un mito. Tenía apenas 39 años (demasiado viejo para convertirse en un maldito, dicen algunos), era aclamado en sus lecturas poéticas, sobre todo en Estados Unidos, y había recibido numerosos reconocimientos, empezando por el Premio Poet’s Corner obtenido con su primera colección de poesía – “18 poems”-publicada cuando apenas tenía 20 años. dylan-thomas_02_446Sin embargo, Thomas –del que esta semana, el 27 de octubre, se celebra el centenario de su nacimiento– carecía por completo de olfato comercial, por lo que él y su familia vivían en relativa pobreza. Su arte y la bebida ocupaban todo su tiempo. Tampoco le interesaban los asuntos políticos o los debates intelectuales. Su escritura estaba bañada en una lírica intensa de alto voltaje emocional, más en conexión con la tradición del romanticismo que con contemporáneos suyos como T. S. Eliot y W. H. Auden. Y es que de pequeño, Thomas era un niño neurótico, indisciplinado y enfermizo que prefería quedarse en casa leyendo que ir a la escuela. Su padre, profesor de literatura inglesa en una escuela de Swansea, su ciudad natal, ya le recitaba poemas de Shakespeare antes de que Thomas pudiera leer. Al pequeño Dylan le impresionaban las descripciones de la naturaleza presentes en los poemas de D. H. Lawrence, y adoraba las baladas rítmicas de Yeats y Allan Poe. Casi dos tercios de su producción poética viene de sus años de adolescencia; la nostalgia, la vida, la muerte, el paisaje galés y la pérdida de la inocencia, eran sus temas favoritos. Así describía Dylan Thomas en una carta cómo construía sus poemas: “Creo una imagen, aunque ‘crear’ no es la palabra correcta. Quizás dejo que la imagen ‘se cree’ emocionalmente dentro de mí y después le aplico las fuerzas críticas e intelectuales que poseo: dejo que se forme otra, dejo que esta nueva imagen contradiga a la primera, una tercera nace de las otras dos juntas, una cuarta imagen contradictoria, y dejo que todas ellas entre en conflicto, dentro de unas límites formales impuestos”. DylanyesposaDylan Thomas pasaba la mitad de su tiempo en pubs, esos lugares en los que encontraba mucho alcohol e historias para inspirarse. En uno de Londres – The Wheatseaf- conoció a la bailarina Caitlin Macnamara, que acabaría convirtiéndose en su esposa, en un matrimonio turbulento, marcado por las infidelidades y la botella. Ya instalado en Londres desde 1940, Thomas realizó trabajos alimenticios como guionista en la BBC y grabando programas radiofónicos. En uno de ellos, “Quite early one morning”, experimentó con los personajes y las ideas que más tarde aparecerían en un obra radiofónica poética “Under milk wood” (“Bajo el bosque lácteo”). También escribió para el cine, para una productora que pronto quebraría. Sus escapadas de regreso a Gales eran como oxígeno para un poeta que en Londres se encontraba como pez fuera del agua. También pasó un tiempo en Florencia, donde escribiría “In country sleep, and othe poems”, que incluye su poema más famoso “Do not go gentle into that good night” (“No entres dócilmente en esa buena noche”), al que el mítico John Cale (otro insigne galés, media naranja de Lou Reed en The Velvet Underground) le puso música. Pero fue en Estados Unidos donde Dylan Thomas causó furor: de él decían que era “el mayor fenómeno literario de las islas británicas desde Charles Dickens”. Inició su primera gira de lecturas poéticas por el país en 1950, y a ella le seguirían tres giras más en años siguientes que hicieron mucho por popularizar las lecturas poéticas como expresión artística: lo que hacía Thomas tenía más que ver con extravagantes performances que con serios y formales eventos poéticos. No llegó a terminar la última de esas giras. Después de una larga sesión etílica en la White Horse Tavern de Manhattan, Thomas entró en coma en el Chelsea Hotel. Murió en el hospital poco después; según la autopsia, la causa fue una neumonía complicada con problemas en el hígado y demasiada presión cerebral. Murió, pero la leyenda seguía viva. Poetas como Sylvia Plath reconocieron la influencia de Thomas, aunque quizás su “heredero” más reconocido sea un tal Robert Zimmerman, que adoptó en 1959 como nombre artístico Bob Dylan como reconocimiento al poeta galés. Lo hizo cuando actuaba en el circuito de música folk del barrio de Dinkytown, en Minneapolis, antes de mudarse a Nueva York. Preguntado décadas después por este cambio de nombre, Bob sólo pudo decir: “Ya sabes, ocurre que naces con el nombre equivocado, de los padres equivocados. Te tienes que llamar como quieras. Esta es la tierra de la libertad”. Os dejamos con algunos poemas de Thomas. Son buenos motivos para el reencuentro.

No entres dócilmente en esa buena noche

No entres dócilmente en esa buena noche, La vejez debe arder y delirar al cierre del día; Rabia, rabia contra la muerte de la luz.

A pesar de los sabios en su extremo oscuro saber que es correcto, Debido a que sus palabras habían bifurcado sin que un rayo No entres dócilmente en esa buena noche.

Los hombres de bien, la última ola de, llorando lo brillante de sus obras frágiles podría haber bailado en una bahía verde rabia, rabia contra la muerte de la luz. Hombres salvajes que capturó y cantaron al sol en pleno vuelo, Y aprenden, demasiado tarde, lo triste en su camino, No entres dócilmente en esa buena noche.

Hombres graves, cerca de la muerte, que ven con vista ciega Los ojos ciegos pudieron brillar como meteoros y ser gay, Rabia, rabia contra la muerte de la luz.

Y tú, mi padre, allá en la altura triste, Maldición, bendición, me ahora con su llanto feroz, voy a orar. No entres dócilmente en esa buena noche. Rabia, rabia contra la muerte de la luz.

  La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor La fuerza que por el verde tallo impulsa la flor Impulsa mis verdes años; la que agosta la raíz del árbol Es la que me destruye. Yo estoy mudo para decirle a la rosa doblada Que dobla mi juventud la misma invernal fiebre. La fuerza que impulsa el agua entre las rocas Impulsa mi roja sangre; la que seca las ruidosas corrientes Vuelve cera la mía. Y estoy mudo para decirles con mi boca a mis venas Que la misma boca bebe en la corriente del monte. La mano que arremolina el agua del estanque remueve la arena; La que amarra el soplido del viento Detiene mi vela de sudario. Y estoy mudo para decirle al verdugo Que su cuerpo vil está hecho de mi arcilla. Los labios del tiempo sorben del manantial; El amor gotea y se recoge, mas la sangre vertida Calmará sus pesares. Y estoy mudo para decirle al viento de un tiempo Que el tiempo ha marcado un cielo alrededor de los astros. Y estoy mudo para decirle a la tumba de la amada Que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano. Podéis disfrutar de más en esta web y con estos libros. ¡Feliz semana!]]>

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

¿Quién lee poesía?

DeadpoetssocietyHace poco conocíamos que las ventas de libros en España no deja de caer: en 2013 descendieron un 9,7% respecto al año anterior. También sabemos que el porcentaje de lectores de libros en España mayores de 14 años está en el 63% de la población, bastante por debajo de la media europea que ronda el 70%, todo ello según el barómetro “Hábitos de lectura y compra de libros en España 2012”,  el último publicado por la Federación del Gremio de Editores. Son cifras que no nos dejan nada contentos, pero ya nos entra directamente la depresión cuando miramos los datos de lectura de poesía: según el dichoso barómetro, solo el 0,5% de los que leen dijeron que el último libro con el que pasaron el rato era de ese género.

¿Intentar que la gente la poesía es una batalla perdida en la era digital? ¿Puede competir con best-sellers, libros de autoayuda, tabletas, videojuegos, redes sociales y televisión? ¿Nos hemos blindado ante la palabra hermosa, hiriente, exaltada, demoledora? ¿Qué podemos hacer para fomentar la adicción a la poesía? Para nosotros está claro: hay demasiada belleza, pasión, verdad, compromiso y vida en la poesía como para olvidarla.

La única manera de acercarnos a la poesía es por “el camino del amor y la lectura”, dice en el blog Andalucía educativa Javier Sánchez Menéndez, poeta, crítico literario y editor, en referencia a los talleres de poesía en el aula, . Y puntualiza: “Amor del docente al género lírico”, y lectura porque “la poesía es una manifestación del arte mediante el uso de la palabra, y solo puede aprenderse y enseñarse con la palabra auténtica”.

QuelapoesianossalveApunta Sánchez Menéndez que Juan Ramón Jiménez decía que si todos los gobernantes leyeran un poema por la mañana y otro antes de irse a la cama, al día siguiente actuarían de manera más justa y consecuente. ¿Podría funcionar como respuesta a la crisis de legitimidad democrática que padecemos? No sabemos, pero a lo que vamos es a apuntar ya recetas contra el mal de la despoetización de nuestra sociedad. Y la lectura diaria de un poema, compartirlo con otros sea cual sea el lugar desde el que operes (biblioteca, escuela, red social, oficina de correos o tu propia casa) podría ser un primer paso.

Ya situados en el espacio de la biblioteca, el más cercano a nosotros, repasamos algunas iniciativas clásicas y otras no tan clásicas con las que podemos trabajar.

Para niños y jóvenes

Con ellos es importante trabajar la visualización del poema. Por eso Sánchez Méndez recomienda poesía de fácil asimilación como “El columpio” de Gerardo Diego o los poemas visuales de la primera etapa de Antonio Machado. Se puede jugar con el ritmo de los poemas, proponer a los niños que expresen con dibujos lo que han entendido, pero sobre todo lo que hay que hacer con los niños es JUGAR. Esta guía para trabajar la poesía en la educación primaria puede daros muchas ideas de actividades: mímica, hacer raps, alterar y completar poemas, crear pareados, hacer encadenados…

Con preadolescentes y adolescentes, trabajar con letras de las canciones es altamente recomendable. Al fin y al cabo, no dejan de ser poemas, y algunos autores son auténticos maestros consagrados, como Bob Dylan o Lou Reed, aunque quizás para trabajar con adolescentes conviene utilizar autores más cercanos a ellos (no sé yo cómo andará de poesía de calidad David Bustamente, no le sigo). También puede recurrirse a poetas que abordan estados de ánimo muy potentes en la adolescencia como, de nuevo, Machado, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Allan Poe o Emily Dickinson. A esta edad, ya se puede jugar con metáforas o proponer a los chavales que creen sus propios textos.

Para adultos

En “El taller de poesía en la educación de adultos”, Ana Silva nos da algunas claves interesantes para trabajar también desde las bibliotecas, y lo hace en un texto lleno de pasión. Lo más interesante en el trabajo con adultos, para ella, está en la diversidad de interpretaciones que surgen de las experiencias vitales y culturales de los lectores, y la riqueza del trabajo en estos talleres está en el descubrimiento de esas visiones particulares y en su puesta en común, que hace posible la inclusión de la diversidad.

Aunque no hayan leído nunca poesía, los participantes han estado en contacto con ella por otros caminos: las leyendas, mitos y tradiciones de la zona de origen de cada cual, y las canciones. Todo esto, junto con la música que sugiere paisajes y estados de ánimo, son herramientas que pueden utilizarse en los talleres. También se puede animar a que los participantes pongan palabras a los sentimientos, a las cosas, que creen mundos, que armen collages con versos de distintos autores para ver a dónde les llevan las palabras. Dice Ana Silva -y esto es otra pista importante a la hora de pensar en posibles actividades– que lo que atrae cuando las personas se adentran en la poesía son “su sonoridad, su ritmo, su poder de síntesis, la transgresión, ya sea en el uso del lenguaje, el espacio o en su decir, que rompe esquemas, desafía, juega, arma y desarma”.

Y es que la poesía no solo nos ayuda descubrir(nos) y a renombrar la vida, sino que también nos conecta con los demás. “El discurso poético (…) por su propia naturaleza, quiebra todos los estereotipos pero este quiebre permite que las voces secretas de los alumnos puedan aflorar, se manifieste su subjetividad, sus visiones del mundo, y al socializar lecturas y producciones se establezcan vínculos con la palabra del otro y se rescate la diversidad a partir del sentir”.

Merece la pena recuperar la poesía, ¿no? Podemos lograr que las estadísticas cambien.

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com