… (post en obras)

 

AVISO: este post es una zona en obras. No se requiere casco, porque todo lo que obstaculice la libre circulación de las ideas, está vetado. El post está sujeto a cambios continuos. Si ya lo leíste, puedes pasar directamente al final para ver las reformas que se han ido añadiendo en días posteriores a su publicación; y que quizás terminen afectando a su estructura.

 

Esto no es un post, tampoco es una pipa como dijo Magritte. Es algo parecido a un mueble de IKEA, pero sin instrucciones de montaje. Se podría decir que es un experimento, pero sería falso, porque cuando está todo inventado, hablar de experimentos suena demasiado pretencioso. Para empezar contraviene todos los protocolos SEO implementados en este blog para reforzar su localización por los motores de búsqueda. No, no se trata de que el blog de Infobibliotecas se pasa a la Deep web (ya saben, el lado oscuro de internet); pero como no sea mediante Compartir, Likes, retuits y demás vericuetos digitales, este post quedará como un mensaje en una botella que no arriba a ninguna orilla. Probablemente no sea más que un suicidio estadístico; pero como decía Eugeni D’Ors, los experimentos se hacen con gaseosa: y nada hay más gaseoso que el medio digital.

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La pregunta de partida es la única certeza: ¿tiene sentido escribir un blog en una biblioteca a estas alturas?

En una revista está claro que sí, pero aquí hablamos de bibliotecas. Si se buscan, en la Red hay profusión de artículos que nos glosan las virtudes y ventajas, de vender las ofertas bibliotecarias a través de los medios que pone a nuestra disposición internet. Que si Twitter, que si Facebook, que si Instagram, que si Periscope … pero antes de todo esto: estaban los blogs.

Repasando los blogs de bibliotecas que aparecen en la web Blogs de bibliotecas públicas, el uso que mayoritariamente dan las bibliotecas públicas a los blogs, es el de tablones de anuncios redactados y dirigidos de manera unidireccional desde los bibliotecarios al público. Actividades, novedades, concursos, fotografías de eventos suelen ser lo más habitual; informaciones que también pueden darse simplemente desde la web de la biblioteca.

 

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Ranking de los blogs más citados, según la encuesta realizada para el trabajo fin de grado de Miguel Ángel Vera Baceta en 2013: Aproximación a la Biblogsfera española

 

En el libro Creative Library Marketing and Publicity: Best Practices (Publicidad y marketing bibliotecario creativo: mejores prácticas) editado por Robert J. Lackie y Sandra Wood en 2015, recogen las exitosas iniciativas puestas en práctica por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Plano, en Texas. Según se detalla en el tercer capítulo, en la gestión de los social media del sistema de bibliotecas, están implicados hasta 68 miembros de los 174 que conforman las plantillas. Pero los equipos no se componen sólo de personal bibliotecario; acertadamente, combinan mitad de personal bibliotecario, con la otra mitad compuesta por personas ajenas, no profesionales de la biblioteconomía.

Plantear algo así en la mayoría de bibliotecas de nuestro país suena a broma en estos tiempos de recortes presupuestarios y de personal. Pero siempre hay opciones, o al menos, experimentos con gaseosa.

En la plataforma especializada en tecnología CNET, en unas semanas se publicará la novela Control de masas. ¿Qué tiene de particular esta novela de ciencia ficción? Que ha sido escrita de forma colaborativa por 120 autores (conocidos y anónimos) a través del uso de la herramienta Google Doc, en un solo documento publicado con licencia Creative Commons. Este es el ejemplo más reciente que ha saltado a los medios sobre escritura colaborativa online, pero sólo hay que navegar un poco por la red para encontrar mil ejemplos más.

 

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La escritura colaborativa o la narrativa transmedia, son posibilidades que se pueden poner en práctica para dar un vuelco al blog de una biblioteca pública. En el entorno digital, la dudosa veracidad de los contenidos es una constante, y aprovechar el prestigio que, pese a todo, aún se les reconoce a las bibliotecas, es una oportunidad.

Pero seamos realistas, las propuestas e ideas que se dan en los blogs especializados en biblioteconomía (como en este mismo), en ocasiones, quedan muy lejos de la realidad cotidiana de la mayoría de bibliotecas. Quemamos etapas, y ya estamos inmersos en la Biblioteca 3.0, cuando la mayoría, ni siquiera ha tenido tiempo de poner en práctica lo que de bueno ofrecía la 2.0. Por lo que vamos a intentar probar qué se podría hacer al respecto, pero no contándolo, sino experimentándolo.

 

 

La cultura es nuestro Dios,

y Frankenstein (o Robocop) su profeta 

 

El cineasta chino Jia Zhang-ke, en su última película Más allá de las montañas, utiliza un recurso que copiamos con descaro aquí. El título no aparece al principio de la película, sino a la mitad del metraje, como una manera de fraccionar la narración, de narrar los hechos desde otro enfoque. Aquí no aspiramos a grandes discursos creativos, tan sólo a convertir al post en una probeta, en una criatura hecha de trozos de otros cuerpos, en la que todo el que quiera, está invitado a participar. Y a partir de aquí, el post está más en obras que nunca.

Arrancamos emulando al doctor Frankenstein, con una blasfemia: defendiendo la aplicación de la estrategia Belén Esteban a los blogs de bibliotecas. ¿Qué es lo que más se valora en las redes sociales, en los medios, y hasta en la literatura? La impudicia, dirán algunos y no les falta razón; pero por ser amables digamos que es la sinceridad, el exhibicionismo, las confesiones, el mostrarse tal y como se ve uno a sí mismo: con sus defectos y sus virtudes. Como rezaba el titular de un reciente artículo de El cultural sobre el auge de la autoficción: Si la ficción ha muerto…¿todo está permitido?

Contando historias en una cinta de supermercado, la estupenda campaña de los supermercados Aldi. ¿Cuántas historias así se podrían contar con los préstamos que se hacen en una biblioteca? 

 

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Egosurfing, o danos hoy nuestra ración de narcisismo digital de cada día y perdona nuestras ofensas

Vamos a contar mentiras que cantábamos de pequeños; o verdades: juzgarlas sólo corresponde a quien las lea. Utilizar el blog de tu biblioteca para contar un relato, una historia.

Cada vez que cuelgas una foto en las redes, que te haces un selfie y lo publicas en Instagram, que compartes tu firma en alguna solicitud de Change.org: estás contando tu historia, la parte de tu vida que quieres que conozcan los demás, construyendo el relato de una identidad pública en la que muchos simulan vivir todo el tiempo.

Es humano, todos queremos salir favorecidos en la foto. Por eso, si todo el mundo cuenta su vida en las redes, cuenta la de tu biblioteca e invita a los demás a que participen. En algunos hoteles noruegos es habitual encontrar en el vestíbulo; un panel con favorecedores retratos fotográficos de su personal, en elegante blanco y negro, con sus nombres de pila y cargo debajo. Es una forma de hacer más confortable la estancia, de dar la bienvenida al huésped.

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Los seis volúmenes de Mi lucha del noruego Karl Ove Knausgárd, se han erigido en una de las más aclamados ejemplos de autoficción. Su sinceridad al narrar su vida ha conectado con muchos lectores, reafirmando el boom de la literatura del yo.

Así pues se trata de pensar en cómo te gustaría que vieran a tu biblioteca, y empezar a contarla según esa imagen mental:

  • narrar anécdotas cotidianas, en las que no comprometamos a nadie por ello. No se trata de hacer grandes alardes literarios. Se trata de usar el blog como si de un diario personal se tratara, sólo que de forma colectiva. Como en el resto de escaparates digitales, cada uno decidirá hasta dónde está dispuesto a enseñar. Lo cómico y lo sentimental, cotizarán al alza como bien se sabe,
  • conectar el relato que hagamos del día a día de la biblioteca con la actualidad social más inmediata. Narrar cómo afecta a la biblioteca las circunstancias de nuestro entorno, confesar los problemas y lo que no nos gusta (y aquí cada uno sabrá hasta qué punto contar para no meterse en líos)
  • si la privacidad cotiza a la baja en general, no digamos en una institución pública (que se suponen transparentes), así que no tengamos miedo a mostrar las debilidades, los puntos flacos que estamos trabajando para mejorar,
  • y por encima de todo, abrirlo al público. No podemos saber de todo, pero en nuestra comunidad seguro que hay gente con ganas se expresarse, de comunicar, y compartir aficiones. Adoptar la forma de hacer de los fanzines, e ir sumando firmas de aficionados al cine, la música, el cómic, que seguro hay en nuestro entorno, y querrán hacer proselitismo de sus aficiones,
  • y en medio de todo, el bibliotecario, como auténtico community manager, es decir como el que maneja (en el buen sentido) a la comunidad, y le da un orden, una lógica, una estructura a través del blog.

 

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Kit para que hagan scrapbook los amantes de la lectura y los libros

 

Por eso este post está en construcción, desde el mismo título (que no tiene). Quien quiera participar tanto bautizándolo, o con reflexiones, imágenes, vídeos, enmendándole la plana, u otra cosa que se pueda publicar y editar en el formato de blog en WordPress: está invitado a hacerlo. Como si se tratara de un scrapbook en digital, todo lo que se reciba (y tenga que ver con el asunto, que tampoco se trata de jugar al cadáver exquisito) en la dirección: vfunes@infobibliotecas.com, o se comparta en el Twitter de Infobibliotecas con el hashtag #postenobraso se añada a los comentarios de este post: se irá añadiendo al texto, para ir enriqueciéndolo; o llegado el caso, generando otro nuevo.

Es de esperar ante esta propuesta de tormenta de ideas, que el resultado sea un silencio atronador. Pero por si acaso, a alguien hemos conseguido seducir (aunque sea para criticarnos, siempre que sea constructivo, que no se trata de practicar el masoquismo digital) para fabricar a este monstruo; lo que se añada aparecerá bajo la autoría colectiva de Alan Smithee, y aquí es necesario hacer una pequeña aclaración.

El nombre de Alan Smithee (y algunas variantes de este nombre) aparece como responsable en muchas películas totalmente dispares en cuanto a género, época y estilo; la explicación de tan nutrida y dispar filmografía se debe simplemente a que el tal Smithee, no existe. Desde los años 60, éste ha sido el nombre con que se han firmado aquellas películas hollywoodenses, cuyos artífices, ante el resultado final; han preferido negarles su paternidad.

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Por eso, independientemente de que aparezca el nombre de quien colabore junto a su aportación, la autoría global de esta tormenta de ideas en forma de post, irá bajo la firma de Alan Smithee; porque de lo que se trata es de montarnos una película de la que es posible que nadie quiera responsabilizarse. Una forma de renunciar al ego (pero ¡qué falso suena!) en esta creación bastarda que estamos proponiendo concebir entre todos.

Y mejor que lo dejemos aquí, antes de que esto termine como uno de esos anuncios de contactos que muchos leen para reírse un rato, y que a nadie se le ocurre responder.

 

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La cultura es nuestro Dios, y Frankenstein (o Robocop) su profeta

 

Reformas posteriores a la fecha de publicación

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Las tripas de la lectura: retorno a las entrañas

Plastinación, ese es el nombre que recibe la técnica desarrollada por el artista y científico alemán Gunther von Hagens, a través de la cual se extrae el agua de un cuerpo, y se sustituye por una solución plástica que endurece los entresijos del organismo y permite, entre otras cosas, exhibirlos en museos, ferias, salones de ciencia, y mil sitios más. Han salido en películas, en mil reportajes y fotografías, acompañados por ese halo de polémica imprescindible para que algo destaque en estos tiempos.

 

 

El grado de malestar y fascinación que provoca la obra de Hagens, aún se queda corto al compararlo con el universo malsano y pesadillesco de las fotografías de Joel Peter Witkin. Bodegones que parecen extraídos de una versión gore del clásico La parada de los monstruos de Tod Browning, en los que la deformidad física, los cadáveres, la muerte y el sexo, se dan la mano en representaciones que podrían figurar entre las pinturas negras de Goya.

 

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Bodegón cadavérico de Joel Peter Witkin

 

El bodegón o naturaleza muerta alcanzó un gran auge durante el Barroco. En el siglo XVII las crisis económicas, políticas, sociales y morales sacudían Europa. Las desigualdades sociales se agudizaban, la intransigencia religiosa y las guerras no dejaron de influir el arte de un tiempo, que se lanzó a la representación del exceso: que celebraba la vida, al tiempo que evidenciaba la muerte. Puestos a rastrear a nuestro presente en épocas pasadas, no nos faltarían periodos, pero quizás sea el Barroco de lo más fecundos a la hora de trazar equivalencias. Por eso, los cadáveres descapotables de Hagens no hubieran desentonado en el interés por la anatomía que se vivió en el Barroco; y algunas de las composiciones de casquería fina de Witkin son (literalmente) naturalezas muertas, que de haber existido la fotografía en el XVII, más de un experto fecharía como propias de ese periodo artístico.

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Obra de Brian Dettmer

Tal vez sea en esa similitud entre este arranque del XXI y lo que se vivía en el XVII, revolución digital mediante: lo que provoca que tantos artistas contemporáneos hayan vuelto su mirada hacia el libro impreso, que en su presunto desahucio por el juicio sumarísimo de lo digital; se transforma en la materia prima de sus obras y de su discurso artístico. Brian Dettmer y sus libros con las tripas talladas al aire; Win Botha y sus esculturas con libros mutilados; Mike Stilkey y sus pinturas a lomos de libros; Ekaterina Panikanova y sus murales de libros abiertos; Alexis Arnold y sus libros cristalizados, cual estatuas de sal, que hubieran vuelto la vista por última vez, hacia la cultura que un día fue suya; o Guy Laramee y sus enciclopedias hechas paisajes.

Vídeo de la charla TED impartida por Brian Dettmer (subtítulos en español)

 

¿Qué mensaje nos da esta devoción hacia el libro impreso como material artístico por parte de tantos creadores en la actualidad? El cuerpo humano congelado en su pose mortuoria resulta insoportablemente lúgubre e inquietante; en cambio, los libros desahuciados, muertos de toda utilidad resultan bellos sin necesidad de necrofilia alguna. Tal vez sea porque los libros, tan biodegradables como sus lectores, transportaron en vida lo mejor (y lo peor) que producen esas máquinas hechas de carnes y huesos que servimos para la plastinación de Gunther von Hagens, o los bodegones tétricos de Witkin; y hasta despojados del fin para el que se crearon, conservan su potencial como símbolos de lo que debería perdurar.

 

Obras de Wim Botha

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Obras de Mike Stelky

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Obras de Ekaterina Panikanova

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Libros gema de Alexis Arnold

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Obras de Guy Laramee

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Pero para espantar cualquier aire lúgubre y mortuorio de esta galería de arte hecha post, vamos a cerrar con una acción artística que demuestra lo poco que importa el soporte, cuando se trata de transmitir emociones. Theorodo Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie; pero afortunadamente la poesía sobrevivió incluso a Auschwitz. Y ahora que algunos se preguntan, parafraseando al tema de The Buggles: si el ebook matará a la estrella de la imprenta, en Boston han puesto en marcha un proyecto, que hace que esa supervivencia pase a un segundo plano. Con Raining Poetry (Lloviendo poesía), que así se llama la iniciativa, queda claro que lo que importa no son los libros, sino sus contenidos, sus entrañas, que quedan a la vista en mitad del espacio urbano.

 

Mayor's Mural Crew staff Connor Woods and Jerome Jones pour water onto a sidewalk near Park St. station to see where poems will appear when it rains. (Robin Lubbock/WBUR)

El poema sobre la acera desvelado tras arrojar agua

 

Las autoridades locales junto a la organización Mass Poetry, han grafiteado algunas aceras de la ciudad con poemas de escritores locales. Hasta ahí nada demasiado original, la intervención de espacios urbanos con poesías es algo que se ha desarrollado en muchos sitios. La originalidad reside en el hecho de que los poemas se hayan escrito con espray invisible, que sólo se desvela cuando se moja. Es decir, (salvo que alguien arroje un cubo) en los días de lluvia.

¿Hay algo más evocador que pasear bajo la lluvia mientras los poemas van surgiendo marcándonos el camino? Si el post se abría mortuorio, se cierra musical y lluvioso, no es el exultante Gene Kelly que canta bajo la lluvia (sería un exceso tras abrir con Hagens y Witkin): pero es una pieza de arte en movimiento, que transmite tanta energía y tensión, que ahuyenta cualquier indicio de decrepitud.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La lectura todo lo magnifica

 

«era más que un azar, era un milagro, porque los programas culturales son raros en la televisión española, los españoles no aman los programas culturales, ni la cultura en general, es un territorio que les resulta profundamente hostil, a veces se tiene la impresión, cuando se les habla de cultura, de que se les hace una especie de ofensa personal»

Fragmento de La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq

 

A finales del pasado mes de abril saltaba la noticia de que la periodista Mercedes Milá estrenará, en breve, un programa sobre libros en alguno de los canales de Mediaset. ¿Se habrá hartado Paolo Vasile del manido meme que lleva años pululando por la Red sobre el suicido de libros cada vez que alguien pone Telecinco?

 

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Mercedes Milá es propietaria de la librería +Bernat en Barcelona, y según también noticias recientes, como una de tantas librerías en nuestro país: su negocio está en serio peligro de cierre. Tal vez esta apuesta de Vasile sea un capote que le echa a una de sus estrellas; o también puede ser, que forme parte del acuerdo que parecen tener, por el que por cada reality show al que aporta su carisma la Milá: la cadena le concede otro tipo de programas, con los que la periodista pueda ver satisfechas sus inquietudes profesionales más allá de edredonings y confesionarios. Pura chismografía, pero viniendo de la cadena de Sálvame, cualquier conjetura es aceptable hasta que se demuestre lo contrario.

 

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Mercedes Milá en su librería

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Logo del desaparecido programa Alaska y Segura

 

Ojalá que el tirón mediático de la Milá consiga fomentar la lectura, y no termine predicando en el desierto atestado de ninis, chonis, cutrefamosos, y demás celebrities (en el medio de los talents, los coaches o los realities, el uso de anglicismos gratuitos es casi cuestión de etiqueta) que han promovido los programas señeros de la cadena en cuestión.

Pero como sostiene el proyecto de bibliotecario, y estrella mediática, Mario Vaquerizo: la televisión ha de ser básicamente entretenimiento. Obviamente Mario no tuvo en cuenta al hacer estas declaraciones, a programas como el veterano Metrópolis o Página 2, el espacio sobre libros de la televisión pública; o igual el marido de Alaska, se refiere únicamente a las televisiones privadas, y no a la pública: puesto que su propia mujer presentaba un programa de corte cultural, hasta hace poco, como era Alaska y Segura.

 

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Cáustico y despectivo repaso a las razones por las cuales Oprah Winfrey aúpa al top de ventas a los libros que recomienda. Si se leen buenos libros ¿importa quién los promocione?

 

Sea como sea, lo cierto es que la inquieta Milá no pretende nada que no lleve haciendo desde años otra diva catódica (¿o habría que decir plasmática? Mejor no, que se asemeja demasiado a ectoplasmática) como es la norteamericana Oprah Winfrey. La todopoderosa Winfrey aupó a las listas de más vendidos a todos los títulos que recomendaba a través de clubes de lectura, primero en televisión, y actualmente a través de la web (Oprah’s Book Club 2.0). Los más suspicaces pensarán que en sus recomendaciones entrarían dentro de la literatura tupperware; pero en este sentido no ha demostrado tener muchos prejuicios. Y así, Jonathan Frazen, Cormac McCarthy, Gabriel García Márquez, William Faulkner o Toni Morrison; se entremezclan sin distinciones con Maeve Binchy o Jacquelyn Mitchard.

Por muchos carteles y campañas que intenten convencer a los jóvenes (y no tan jóvenes) de que leer es sexy; en esta cultura obsesionada con la celebridad por la celebridad, el poder de un famoso a la hora de inducir a la lectura no es algo a despreciar.

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El club de lectura que Mark Zuckerberg creó a través de su red social Facebook, lleva un total de 23 títulos recomendados hasta la fecha. Llamándose Caralibro resultaba de lo más natural que Zuckerberg terminara fomentando la lectura, lo que resultó más inquietante fue lo que dijo en el momento de crearla:

«estoy muy entusiasmado con este desafío. Encontré libros de lectura muy gratificantes. Los libros te permiten explorar completamente un tema, y sumergirte en una manera más profunda que la mayoría de los medios de comunicación contemporáneos. Espero poder cambiar mi dieta, de los medios de comunicación a los libros»

 

¿Una figura esencial del siglo XXI que descubre el poder de los libros a estas alturas? Si unimos esto a la tendencia de escuelas desenchufadas que promueven los gurús de Silicon Valley para educar a sus hijos: ¿será que las pantallas son las biblias pauperum del siglo XXI? ¿forma parte todo esto del nuevo orden mundial, en el que la lectura y las bibliotecas están volviendo a ser patrimonio de las élites; a expensas de un oscurantismo intelectual, irónicamente iluminado por millones de pantallas? Se empieza así y se termina como Daniel Estulin, escribiendo a todas horas sobre el grupo Bilderberg, los Illuminati o el Club de los inmortales.

 

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El auténtico botón de Esc del teclado de cualquier ordenador

 

Mejor nos quedamos con otras declaraciones, en este caso del escritor Junot Díaz que vienen muy a cuento, resultan perfectamente creíbles y dan un aire menos conspiranoico:

«cada vez que un joven abre un libro es tiempo que pasa sin pulsar botones, sin entrar en Facebook, sin pedir papel higiénico por Amazon. Si a una chica o a un chico les da por leer poesía, se salen de la cadena de producción de dinero y obtención de beneficios […] A las corporaciones les resulta insoportable la idea de que nadie le dedique a una novela las 20 o 30 horas que exige su lectura.»

 

Por todo ello, pese a desearle lo mejor al empeño de Mercedes Milá, no sabemos si su contrastada experiencia como maestra de circos mediáticos, le servirá para lograr su propósito de que la gente lea más (lo de salvar su negocio ya es otro cantar). ¿Se puede sensacionalizar algo tan íntimo, privado y recogido como es el acto de leer?

 

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Instagram de la actriz Reese Witherspoon

 

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Recientemente el Príncipe Guillermo, desvelaba cuáles son los libros favoritos del principito George en la versión inglesa del ¡Hola! ¿Los royals del siglo XXI como prescriptores literarios?

 

Otras figuras, como la actriz Reese Witherspoon utiliza su cuenta de Instagram para mostrar los libros que se está leyendo, a través del hashtag #RWBookclub; y ha convertido su afición por la lectura en un impulso para su carrera. A través de su productora Pacific Standard, compra los derechos de aquellos libros interesantes para llevar a la gran pantalla, y que le proporcionen buenos papeles.

Por su parte, Emma Watson convertida en adalid de la lucha feminista tras su celebrado discurso en las Naciones Unidas en 2014, creó en Twitter: #Oursharedshelf (Nuestra estantería compartida), bajo este hashtag muchas de los 21,7 M seguidores (M de millones, ¡qué bárbaro! algo así querríamos para el Twitter de @infobibliotecas) comparten sus lecturas y opiniones, siempre desde un prisma feminista. Lástima que en este momento su nombre se vea asociado a otro tipo de papeles (los de Panamá), que poco tienen que ver con la literatura.

 

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¡Atrévete a leer un libro este fin de semana! ¿Guerra y paz? ¿Matar a un ruiseñor? ¿El guardían entre el centeno?¿El corazón es un cazador solitario? ¿Por quién doblan las campanas? ¿El ruido y la furia? ¿La habitación de Giovanni?¿La campana de cristal? Estos libros cambiaron mi vida

La cantante country Dolly Parton a través de su organización Imagination library: lleva 20 años donando lotes de libros a comunidades de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, para promover la lectura entre los niños en edad preescolar. Dolly salvando, pero que mucho, las distancias (caso Malaya, blanqueo de capitales, Julián Muñoz, Paquirrín, Cantora…) podría pasar por el equivalente a nuestras folclóricas; ¿alguien se imagina a Isabel Pantoja haciendo algo así?

En realidad, ¿alguien se imagina que nuestras celebridades locales se lanzasen a campañas de fomento de la lectura con la misma determinación que Nathan Fillion (el simpático escritor-detective de la serie Castle)? Kids need to read (los chicos necesitan leer) es la iniciativa del actor para promover la lectura entre lo más jóvenes.

Dejaremos para otros post, el repasar la lista de celebrities foráneas que han arrimado el hombro a la hora de defender a las bibliotecas en estos duros años de crisis. ¿Cuántas figuras con proyección mediática de nuestro país, salvo honrosas excepciones como Javier Marías, Manuel Rivas o la deliciosa Leticia Dólera, han elevado la voz para apoyar las redes de bibliotecas? Si como se dice tenemos los políticos que nos merecemos, también es de justicia colegir, que tenemos las celebrities que nos merecemos.

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Alex Lecquio García y Bertín Osborne en el momento cultural televisivo más trascendental de los últimos años

 

Pero volviendo al mundo televisivo para concluir. Haciendo un poco de zapeo por los canales, el minuto televisivo reciente más trascendental en cuanto a cultura; más que ninguno de los estupendos programas de Página 2 o cualquier otro espacio de la segunda cadena de TVE. Fue la entrevista del hijo de Ana Obregón y Alessandro Lecquio con Bertín Osborne en su programa En tu casa o en la mía. El intérprete de Amor mediterráneo, le confesaba al hijo de la actriz, haciendo gala de su campechanía y cercanía al pueblo llano, pese a su poderío inmobiliario:

Bertín Osborne: Filosofía macho, qué duro es eso […] en los últimos cursos del colegio lo de la filosofía era para mí, un peñazo macho, que no se lo saltaba un romano.

Alex Lecquio García: Yo creo que la filosofía te enseña a pensar, por así decirlo a ser, a tener autonomía en tus pensamientos, no depender de los valores y principios que rigen la sociedad […] encontré un refugio en los estudios, a mí me apasionan los libros.

¿Exageración? Puede ser, pero que el hijo de la intérprete de Ana y los siete y el conde Lecquio, haya declarado así su amor por la cultura en prime time, (y encima por la filosofía) resulta el discurso más subversivo que cabía esperar en el panorama televisivo actual.

Si Mercedes Milá vio el programa, no es de extrañar que albergue esperanzas de que su proyecto de fomentar la lectura a través de Mediaset, tenga posibilidades de éxito. También es cierto, que si el que hubiera pronunciado estas palabras, en vez del hijo de la bióloga y el aristócrata italiano de papel cuché: hubiera sido el hijo de la intérprete de Marinero de luces, entonces no cabría duda alguna, de que en este país la lectura tendría futuro. Pero imaginar algo así sería magnificar demasiado las cosas, como dicen que ocurre en la casa de Gran Hermano.

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Esta biblioteca mata fascistas

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Woody «disparando» con su guitarra

Cuando el músico folk Woody Guthrie, puso en su guitarra la frase this machine kills fascists (esta máquina mata fascistas), o compuso su canción All you fascists are bound to lose (Todos los fascistas están destinados a perder) en 1944: Mussolini, Hitler, Stalin y Franco tenían al mundo en jaque (bueno este último sólo a los desdichados de sus compatriotas que no eran de su cuerda).

La guitarra de Woody, con su mensaje antitotalitarista escrito encima, es la metáfora perfecta de la confianza ingenua en el arte y la cultura como instrumentos para combatir cualquier extremismo. En aquellos años tenía todo el sentido, pero que en la actualidad términos como fascista, rojo, progre o similares (también hay actualizaciones como perroflauta, feminazi…) sigan copando los medios, las redes sociales y las tertulias; da una idea de lo poco que ha evolucionado el debate público cuando de política se trata, pese a que las circunstancias sean otras.

 

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Los viajes de Sullivan, una rara avis en la producción hollywoodense de comedias en la década de los 40. Atentos a la trama: un director de éxito decide abandonar las comodidades de la meca del cine para disfrazado de mendigo, conocer de primera mano las penurias de los excluidos de la sociedad tras la crisis del 29.

 

Más allá del efectismo de reality show que practican ciertos políticos ¿qué hay de nuevo en esta segunda transición que dicen estamos viviendo? los actores son distintos pero no parece que el debate, pese a las circunstancias cambiantes, haya variado mucho. Cada vez más es necesario estereotiparse, y lo políticamente correcto campa por sus anchas para escarnio de cualquier intento serio de reflexión pública. Una mojigatería y pereza de pensamiento que los voceros digitales se encargan de amplificar hasta el infinito: y a velocidad de crucero, se va apropiando del lenguaje público, tergiversando las ideas para manipularnos a su antojo.

La escritora Soledad Puértolas, junto a otros literatos e intelectuales, reflexionaba en 2013 en un artículo que no hace más que ganar vigencia desde que se publicó (Lo que la cháchara política esconde) en El País, sobre esta usurpación del lenguaje:

“En este país no existe eso que se llama tejido de la democracia, que nos hace creer más en nosotros mismos, y que nos hace hablar casi con inseguridad”.

En el estupendo post Elecciones y bibliotecas en Andalucía nuestra compañera Carmen Rodríguez García, daba un completo recorrido al lugar que las bibliotecas ocupaban en los programas de los diferentes partidos, de cara a las elecciones andaluzas de 2015. El balance era bastante vago, no ya por la poca presencia de la palabra bibliotecas en sus promesas, sino por lo difuso de las propuestas que hacían respecto de la cultura en general.

 

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Ocupa la biblioteca: un buen lugar para evitar que hagan de ti un tonto manipulable

 

El papel de las bibliotecas en la e-Democracia se debatió en el VI Congreso de Bibliotecas Públicas, pero: ¿qué papel pueden jugar las bibliotecas en el debate político? En Brasil, al menos en el 2013, se celebraran debates políticos en las bibliotecas. Y hace un año, Leah Esguerra, trabajadora social de la Biblioteca Pública de San Francisco en un artículo sobre vagabundos en bibliotecas del National Geographic, dejó una frase para la posteridad: «las bibliotecas son el último bastión de la democracia«.

Si es así (que lo creemos), y si tenemos que hacer otro acto de fe en nuestros políticos, que prometen para este regüeldo de campaña electoral austeridad y contención: ¿sería tan descabellado plantear debates políticos en las bibliotecas? Puede que no tengan los aforos de un palacio de los deportes o de un teatro; pero la cercanía con sus potenciales electores, y el entorno cultural en el que se desarrollarían esos mítines, les darían algo más de credibilidad en una campaña que nos venden como austera.

 

En los Estados Unidos, Obama ha dado ruedas de prensa en bibliotecas, y a la exprimera dama recientemente fallecida Nancy Reagan le han dado sepultura junto a su marido en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan (la conexión funeral-biblioteca de la que hablábamos en Bibliotecas: la muerte os sienta tan bien); la pugna entre ciudades por albergar la próxima biblioteca presidencial de Obama ha sido reñida; y Georges W. Bush expuso su colección de pinturas en la biblioteca presidencial que lleva su nombre.

 

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Georges W. Bush mostrando orgulloso lo que sabe hacer con los pinceles

 

Desde que en la década de los 30, se iniciase la tradición de las bibliotecas presidenciales con el trigésimo primer presidente estadounidense, Herbert Horver: todos los presidentes cuenta con una. Sólo la dedicada a Nixon, quedó excluida durante muchos años del sistema de bibliotecas presidenciales. En estas bibliotecas se conserva toda documentación y objetos del presidente y de su periodo de mandato. Las bibliotecas se convierten en lugares de investigación, y al mismo tiempo, en los Graceland (la casa-museo de Elvis en Memphis) de los ex presidentes, por la memorabilia que sobre sus vidas y mandatos reúnen.

Que en un país, uno de los máximos honores que le rinden a un exmandatario, sea fundar una biblioteca con su nombre, dice mucho de la importancia que dan a tales instituciones en la primera potencia mundial. Sólo confiamos en que dentro de unos años no se inaugure una biblioteca presidencial Donald Trump.

 

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En algunos medios ya han imaginado cómo sería la futura biblioteca presidencial de Donald Trump

 

En el país de la Coca-Cola, el activismo y el posicionamiento político es bien sabido que es algo habitual; sin que a nadie le parezca extraño que actores, escritores, periodistas o estrellas de la música declaren abiertamente sus filias y fobias políticas. Y entre estos colectivos, tampoco han faltado los bibliotecarios.

«Cada gran bibliotecario debe ser un buen político«, con esta frase tan contundente el editor del Library Journal, John N. Berry, abordaba el asunto de las habilidades que todo buen bibliotecario ha de desarrollar para establecer relaciones provechosas con los políticos que le toquen en suerte. Berry también rememoraba los convulsos años 70 del pasado siglo, en los que un grupo de bibliotecarios bajo el nombre de 321,8 (número en la clasificación de Dewey en el que se clasifica la democracia participativa) alzaron sus voces contra la guerra de Vietnam, o a favor de los derechos de los gais, con actuaciones tan impactantes como el Abraza a un homosexual en la conferencia de la ALA (American Library Association) de 1971.

 

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Hug a homosexual, en la conferencia de la ALA de 1971

 

No se puede comparar la situación actual con la de la década de los 70, las bibliotecas dependen de los poderes públicos, y en ocasiones no se sabe qué es peor: que las ignoren o que las conviertan en cabeza de turco de sus luchas partidistas. El más reciente ejemplo, en la Biblioteca Regional de Murcia, en la que unas enmiendas en los presupuestos han servido para convertirla en la cachiporra de un guiñol en el que se golpean unos partidos a otros; mientras se les llena la boca defendiendo una institución a la que llevan años dejando languidecer.

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En el ojo del huracán (1951): no es ninguna maravilla, al niño protagonista dan ganas de que lo quemen junto con la biblioteca. Pero ver a la gran Bette haciendo de bibliotecaria no tiene precio.

Pero pese a todo, en las bibliotecas se sigue haciendo política, y la hacen los bibliotecarios, y también los ciudadanos.

Los profesionales al luchar porque la pluralidad de toda la sociedad tenga su reflejo en las colecciones, en las actividades que se programan, en que todas las voces y sensibilidades tengan cabida y estén representadas.

Y los usuarios, porque al llevarse un libro prestado, al disfrutar de las instalaciones, al acudir a sus actividades o participando a través de sus redes sociales están haciendo política: porque con ello refuerzan la idea de que siguen siendo necesarias, siguen siendo útiles.

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En la viejuna película de Bette Davis, Storm center (En el ojo del huracán, 1956), la inolvidable actriz interpreta a una bibliotecaria, que por fidelidad a sus principios, y por su firme creencia en la libertad de expresión, se opone a la decisión de los políticos locales de excluir de las colecciones la obra El sueño comunista. Que en plena época de la guerra de brujas del senador McCarthy, se produjera una película con esta temática es casi tan chocante como lo de Los viajes de Sullivan que aparecía al principio.

No podemos saber si Alfred Kagan habrá visto esta película de la Davis, pero su libro: Progressive Library Organizations: A Worldwide History (Organizaciones bibliotecarias progresistas : una historia alrededor del mundo), bien podría servir para inspirar un remake. En esta obra el profesor de la Universidad de Illinois efectúa un recorrido a la historia de organizaciones bibliotecarias alternativas, que han desempeñado importantes papeles para influir en luchas locales y nacionales, dentro de la profesión bibliotecaria, y en el proceso político en el gobierno de las sociedades a las que pertenecen.

 

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La obra de Kagan revisa a través de entrevistas y diferentes testimonios (algunos de ellos bajos promesa de respetar el anonimato) a organismos y grupos activistas tales como: la Organización de Trabajadores de Bibliotecas de Sudáfrica y su papel en la lucha contra la discriminación racial; pasando por la organización sueca Bibliotecas en Sociedad; el Grupo de Trabajo de Bibliotecarios Críticos de Alemania; el grupo de igual nombre del Instituto Reneer en Austria; el británico Información para el Cambio Social o la Mesa de la Responsabilidad Social del ALA estadounidense.

 

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Cartel de la organización sueca Biblioteca en sociedad

 

Sólo nos queda desear que alguien se lance a publicarlo en nuestro país; vendría bien para preservar la romántica idea de que una biblioteca; es un lugar a partir del cual se puede ayudar a cambiar, aunque sea mínimamente, las cosas.

Y si hablando de música arrancó el post, justo es que concluya con música. Podríamos recurrir a Woody Guthrie (pese a que su tono planfetario, recuerde demasiado al lenguaje apolillado que algunos desempolvan), o al menos a la actualización que de sus temas han hecho autores tan diferentes como Nina Hagen, o el español Nacho Vegas. Pero no, si de verdad hablamos de jugarse el tipo por luchar por lo que crees a través de la música, mejor cerrar con el grupo libanés Mashrou’ Leila.

Porque declararse gay abiertamente, como ha hecho el cantante; abordar temáticas como los derechos de las mujeres, de los homosexuales, críticas sociales y políticas sobre el mundo árabe, viviendo cerca de un país como Siria: eso si que es jugarse el tipo y matar, metafóricamente, fascistas.

 

Adenda del 12 de mayo:

No sabemos si lo de añadir adendas a las entradas del blog se convertirá en algo habitual; pero lo cierto es que esta semana también la actualidad viene a ilustrar el asunto del post de la manera más gráfica.

Lo de gráfico no está elegido al azar, viene a cuento de la agresión que la directora de la revista de humor gráfico El jueves sufrió ayer miércoles, motivada por la portada de esta semana, en que se critica el resurgimiento de la ultraderecha en Europa.

portada de la revista el jueves

La revista El jueves es una superviviente, una veterana que ha hecho mucho bien al arte del cómic. Desde que la editorial Bruguera, y las revistas de los 80 terminaran desapareciendo en los 90; El jueves ha sido el único refugio para muchos autores de cómic. En muchas bibliotecas la revista forma parte de su sección de Hemeroteca desde hace años; pero tras esta agresión, su presencia cobra aún más importancia.

Desde una biblioteca pública, por humilde que sea, se puede luchar contra el fanatismo, contra el fascismo. No el fascismo con mayúsculas, sino contra esos pequeños fascismos cotidianos que nos rodean casi imperceptibles, y que poco a poco llegan a generar esos odios que terminan en agresiones; o lo que es peor, en condescendencias hacia actitudes totalitaristas.

Que la actualidad más inmediata dé más cuerpo al discurso de este blog siempre resulta enriquecedor, pero en casos como este, ojalá que no tengamos que recurrir a ninguna adenda más.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Esto no es Hollywood: palmarés de biblioteca

Globos, Palmas, Osos, Espigas, Leones, Oscars, Conchas, todos ellos de oro; pero también hay de plata y por supuesto de bronce, como nuestros Goyas. El cine hollywoodense, probablemente sea la industria que mejor ha sabido convertir el autobombo en una fantástica lanzadera para sus productos. Y detrás vinieron las demás industrias.

 

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Rossy de Palma soñando con los Oscars allá por finales de los 80. Rossy hizo precisamente de una bibliotecaria estupenda en el episodio Amor, de El porqué de las cosas de Ventura Pons

 

En la cultura norteamericana la competitividad se premia en casi todas las profesiones: desde el empleado del mes en las cadenas de comida rápida, hasta las cenas de empresa en las que se entregan premios del sector correspondiente (escenas favoritas para provocar alguna catarsis en tantas de sus ficciones cinematográficas). Y como no podía ser menos, en las bibliotecas también.

Hace unos días se publicaba la lista de ganadores de la Medalla Nacional para Museos y Servicios bibliotecarios 2016. Estos premios otorgados por The Institute of Museum and Library Services, es lo máximo a lo que puede aspirar una biblioteca o museo estadounidense.

 

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No es que en nuestro país no se hayan constituido algún que otro premio para bibliotecas (Premios Bibliotecas Públicas Castilla-La Mancha, la Campaña de animación a la lectura María Moliner, el Premio Biblioteca Pública y compromiso social) pero la lista es demasiado breve, y digamos que como nos pasa con la ceremonia de los Goya, podíamos seguir tomando nota de lo buenos que son los americanos, para esto de revalorizar sus industrias e instituciones mediante la liturgia de los premios. La Medallas Nacionales del 2015 las entregó la mismísima Michelle Obama, así que no estaría mal algo más de pompa bien entendida (es decir entendida como marketing) a la hora de promover al sector bibliotecario.

 

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Los norteamericanos maestros del marketing

 

Ya que estamos tan americanizados culturalmente, también nos podríamos dejar colonizar en estos asuntos. Por el momento, vamos a husmear un poco por las ofertas de algunas de las bibliotecas ganadoras de las Medallas de 2016, para ver qué podemos copiarles.

La Biblioteca Pública de Brooklyn encabeza la lista de premiadas. Precisamente en el último Congreso de Bibliotecas Públicas se pudo disfrutar de la intervención del director de la sección de adultos de dicha biblioteca, Kerwin Pilgrim. Durante el 2013 hizo toda una gira por nuestro país, con conferencias y encuentros con bibliotecarios (quienes tuvimos la suerte de charlar con él, percibimos esa capacidad inequívocamente yanqui para entusiasmarse con lo que se hace y venderlo, y que quedaba en evidencia en la entrevista que le hicieron en El País), pregonando las iniciativas que lleva desarrollando para convertir a su biblioteca en un laboratorio de nuevas empresas y apoyo a emprendedores.

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Pero cotilleando su web nos encontramos además entre otras cosas:

  • Book a Librarian, o lo que es lo mismo: Reserva un bibliotecario. Al igual que se pide cita para el médico o el psicólogo, es posible pedir cita para una consulta de media hora con un bibliotecario referencista. Desde búsquedas bibliográficas, a localizar empresas, información médica, localizar antepasados o una simple formación de usuarios personalizada. A más de uno le recorrerá un frío escalofrío por la espalda, sólo de pensar en que algunos de esos usuarios algo pelmas que no faltan en toda biblioteca reservase esa media hora. Pero no cabe duda, de que ese trato personalizado es la mejor forma de fidelizar y crear comunidad bibliotecaria.
  • BookMatch: rellenando un formulario online en el que entre otras cosas preguntan por las filias y fobias de lectura, para en el plazo de dos semanas; enviar un listado de 5 títulos seleccionados por el bibliotecario, que pueden ajustarse a los gustos del usuario. El papel del bibliotecario como prescritor cultural como línea de futuro de la profesión.
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Uno de los equipos de bolos de la Biblioteca Pública de Brooklyn

  • Liga de Bolos Virtual: dentro del apartado de servicios orientados a mayores de 50, se incluye una Liga para jugar a los bolos de forma virtual, con torneos mensuales.
  • Bike the branches: rutas en bicicleta para toda la familia con paradas en cada una de las bibliotecas que conforman la red de Brooklyn. Los itinerarios incluyen paradas para disfrutar de bandas de música, sitios de comida, exposiciones, etc…

MPL-Logo-Main-VDe la Madison Public Library en Wisconsin, nos apuntamos su apuesta por la creatividad en todas sus expresiones plásticas:

  • The Bubbler: un programa interdisciplinar en el que artistas y creadores de los más diversos ámbitos utilizan los espacios de la biblioteca para impartir talleres, exponer y desarrollar sus proyectos artísticos implicando a los usuarios de la biblioteca. En uno de los últimos talleres, los usuarios llevaban sus libros viejos para convertir sus hojas en flores de papel.
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Las burbujas creativas de la Biblioteca de Madison

En la última de las bibliotecas galardonadas cuya web visitamos, la de la ciudad de Santa Ana en Orange (California), con un gran número de población inmigrante, lo que más llama la atención es el espacio de recursos para Veteranos:

  • El Centro de Recursos para Veteranos no es un espacio para la tercera edad, se
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    Adictos a la guerra de Joel Andreas, un repaso a la expansión militarista de los E.E.U.U. en formato viñeta

    trata de un espacio acotado en mitad de la sala principal de la biblioteca; decorado con profusión de las estrellas y barras de la bandera norteamericana. En dicho espacio se asesora a los veteranos de guerra y a sus familias, sobre programas de ayudas, ofertas educativas, búsqueda de empleo, gestión de préstamos hipotecarios, terapias deportivas e incluso medicina alternativa. En un país como Estados Unidos, implicado siempre en algún tipo de acción militar allende sus fronteras; dar servicio específico a los veteranos desde una biblioteca no resulta extraño.

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El espacio acotado para el Centro para Veteranos de guerra de la Biblioteca de Santa Ana

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Un extraño en mi cama. Un manual de autoayuda para veteranos traumatizados y sus familias

Lo que es ir a la guerra; Reparación del alma: recuperarse del daño moral tras una guerra; El trauma del combate: una mirada personal a las consecuencias a largo plazo; Un extraño en mi cama: son algunos de las recomendaciones del abultado apartado dedicado a salud mental que proporciona la biblioteca a través de este Centro de Recursos para Veteranos. Títulos que nos recuerdan, si acaso se nos había olvidado, el carácter profundamente belicista del imperio norteamericano.

Al menos desde este punto de vista, nos podemos alegrar de que esto no sea Hollywood. Respecto a los premios, aunque siempre son de agradecer, la mejor forma de celebrar a las bibliotecas sería dotándolas del presupuesto y los recursos necesarios, para que la competencia por unos premios fuera realmente emocionante. Así las dudas sobre si no actúan como cínicos escaparates para lucimiento de políticos; que con una mano premian, y con la otra recortan, se disiparían.

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Libraries Change Lives Award, los premios bibliotecarios del Reino Unido

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El glamuroso Hollywood clásico hecho ilustraciones, en una preciosa edición de Taschen

Y mientras, esos presupuestos, y esos premios llegan algún día, volvamos al Hollywood originario. La fábrica de sueños de hoy día, poco tiene que ver con la que a principios del XX hizo soñar al mundo entero, e inició la más poderosa campaña de colonización cultural a gran escala, que la historia de la humanidad recuerda.

En estos días en que el vídeo de la fiesta sorpresa a Amancio Ortega se ha vuelto viral provocando todo tipo de reacciones en las redes: nada mejor que recrearnos en una cena de empresa en la Metro Goldwyn Mayer. La productora que en sus días de gloria se enorgullecía de tener más estrellas que el firmamento; hacía una exhibición casi militar de su poderío para celebrar su 25º aniversario en 1949.

Como la joven Rossy de Palma que soñaba allá por los 80 en la fotografía que abre el post con los Oscars: podemos soñar con unos Tejuelos de oro que algún día premien lo mejor de nuestras bibliotecas, pero mientras tanto, mejor centrarse en defender lo que tenemos; y soñar, sí, pero con los ojos bien abiertos.

https://www.youtube.com/watch?v=L92-6mEwlzE

 

Adenda del 4 de mayo:

A veces los astros confluyen, y esta semana que precisamente se publica este post sobre premios y bibliotecas; salta la noticia de que la editorial Penguin Random House lanza el Library Awards for Innovation. Un premio para reconocer los programas de bibliotecas públicas y servicios innovadores que involucran a los ciudadanos en la lectura, mientras fortalecen el tejido social y cultural de sus comunidades.

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¡Bien por el pingüino! En 2011 fue precisamente Penguin Books la que retiró su catálogo de ebooks a las bibliotecas, ante las incertidumbres que le producía el incierto panorama de la edición digital. Afortunadamente en 2012 recapacitaron, es posible que algún ejecutivo sin anteojeras, tras aplicar algún análisis DAFO, vio que las bibliotecas seguían siendo aliadas, en vez de amenazas para el negocio de los libros electrónicos. Y su catálogo de publicaciones digitales volvió a estar accesible para las bibliotecas.

Ha sido una relación tormentosa, pero finalmente parece que el pingüino y las bibliotecas van a vivir nuevos episodios de armoniosa sintonía. Bienvenido sea este reconocimiento desde un gigante del mundo editorial hacia el mundo bibliotecario.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Bibliotecas glaseadas, bibliotecas desenchufadas

Que si Marshall McLuhan, que si Walter Benjamin, que si Andy Warhol, y así un corto etcétera, han sido investidos en algún momento con el aura de profetas de nuestro presente. Y resulta que la más visionaria de todas no fue otra que Mary Poppins.

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Mary Poppins contestataria al estilo Banksy

«Con un poco de azúcar esa píldora que os dan» cantaba allá por los 60 una meliflua Julie Andrews (la misma que enseñaría los pechos por obra y gracia de su marido Blake Edwards en los 80 en S.O.B. Sois honrados bandidos, pacata traducción para Sons of bitch: demostrando que detrás de tanto empalago se escondía una guasona de mucho cuidado): y dicha frase que cantaba la niñera mágica, debería ocupar el primer puesto junto a la warholiana de los 15 minutos de fama, como frases definitorias de nuestro tiempo.

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Scarlett Johansson ya tiene experiencia en esto de «usurpar» pinturas antiguas (véase La joven de la perla); y ahora vuelve a ello gracias al nuevo programa de la Tate Gallery

En un mundo digital en el que las tonterías, los chascarrillos, las ocurrencias de barra de bar, las gracietas, ….., ……, ……, (y que cada uno rellene los puntos suspensivos con lo que prefiera): absorben cual agujeros negros el mayor número de tráfico en la Red: cualquier propuesta que aspire a ampliar audiencias se ve obligada a glasearse.

En la Tate Gallery el último «glaseado» ha sido para atraer a jóvenes de entre 15 y 25 años, cuyo interés por las pinacotecas es muy escaso. Por ello, han creado el programa Tate Collectives a través del cual los jóvenes pueden jugar con las pinturas convirtiéndolas en GIFs animados, memes y montajes audiovisuales. Abundando en la idea, organizaron la 1840s GIF Party, a través de la cual artistas digitales y programadores de videojuegos, transformaron las pinturas para convertirlas en divertidos memes que se difundan por las redes.

El artículo de Mar Abad en el magazine Yorokobu da cuenta de las muchas iniciativas que la Tate está desarrollando en pos de seducir a este público joven: y como no podía ser menos, también se hace eco de los recelos que despierta entre muchos amantes del arte. ¿Realmente convertir en juguetitos digitales las pinturas del museo va a hacer que los jóvenes amen la pintura?

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Pero este glaseado hace mucho que llegó a las bibliotecas (lo tenían más fácil, mal que bien, todas cuentan con secciones infantiles y juveniles). En la biblioteca de la escuela de secundaria de O’Neill en Downers Grove, Illinois, se han sumado al Desafío Follet: un programa para premiar programas innovadores en la educación. No, que nadie se alarme, no se trata de fomentar la lectura entre los jóvenes a través de las obras de Ken Follet; pero algo del mundo creado por George R.R. Martin, sí que tiene.

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Consiste en fomentar la lectura voluntaria a través de la creación de un juego por equipos. Sobre el hilo argumental de la creación de un reino, los estudiantes van ganando puntos según obtienen victorias resolviendo puzzles o realizando piezas de escritura creativa: a través de las cuales van dando forma a ese mundo imaginario. Cada alumno pertenece a una casa (o equipo) y la casa que más puntos acumule, gana el juego. Bien interactuando a través de las redes, el correo electrónico, o en la propia biblioteca del centro; los estudiantes vivieron apasionadamente el juego, e incluso según relata la docente responsable del programa, Tasha Squires, semanas después de concluido el juego, los estudiantes seguían comentando lecturas y escribiendo comentarios.

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Fernando Trueba dejando claro cuáles son sus filias y sus fobias cinematográficas

¿Será que las instituciones culturales deben disneyzarse para sobrevivir? Hacer divertido lo serio, y serio lo divertido. Si incluso nuestros políticos se hacen los juguetones a través de los medios para caernos simpáticos (aunque la sobredosis de azúcar que necesitarían para hacernos tragar esa píldora, corre el riesgo de diabetes): ¿no deberíamos ponernos alerta ante este infantilismo desbocado?

En este sentido, recuperar un extracto de la entrada que Fernando Trueba dedicaba a Walt Disney, en su Diccionario de cine, resulta de lo más oportuno para incentivar el debate:

Disney (Walt): «No me extraña que su autor (refiriéndose a Disney) fuera un simpatizante de Hitler y Mussolini, además del responsable de lesiones cerebrales en varias generaciones. Su posterior saqueo y manipulación de algunos de los grandes clásicos de la literatura lejos de divulgar y dar a conocer los originales (Lewis Carroll, Collodi, Barrie, Kipling, Victor Hugo…) los ha sepultado para siempre bajo una losa de sentimentalismo pringoso, crueldad ilimitada y pobreza visual. El sádico que siempre fue Disney puede verse hasta en la insufrible Fantasía, un proyecto «cultural» que da más miedo que La noche de los muertos vivientes…».

El Diccionario de Trueba se publicó allá por los noventa, mucho antes de que bebés monísimos, gatitos y demás fenómenos virales le comieran los minutos en los telediarios al espacio dedicado a noticias culturales. Habría que preguntarle ahora a Trueba, pero mucho nos tememos que su opinión lejos de suavizarse, se habrá tornado más acérrima. En cambio, es un suponer, que culturalmente francófilo como más de una vez se ha declarado el director de Belle Époque: la noticia que nos llega desde París le agradaría.

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Al encuentro de Mr. Banks, la película que narra la relación entre Walt Disney y P.L. Travers, autora de Mary Poppins. El magnate intentando persuadirla de que cediera los derechos de adaptación, Travers resistiéndose a que «glasearan» a su institutriz. No hace falta decir quién ganó, ¿no?

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¿Haría Tim Burton justicia póstuma a la autora de Mary Poppins? Pese a este cartel que circuló por la red, todo resultó ser una gran mentira digital. Una de tantas.

No parece que se trate de un acto de resistencia, pero algunos bibliotecarios parisinos lo tienen claro, y a imitación de los grandes gurús de Silicon Valley que educan a sus hijos de forma «desenchufada»: están promoviendo espacios para niños en las bibliotecas sin tecnología de por medio.

Poner a dieta digital a los niños, igual que se les controlan las chuches. Se trata del método educativo Steiner-Waldorf, en el cual los niños acceden al mundo digital en el aula (en el hogar dependerá de los padres) a partir de cuarto curso, los años previos la educación es como la de toda la vida: libros de papel, pizarra y tizas.

Inmersos en este debate, entre los bibliotecarios parisinos se está desarrollando una corriente de opinión que aboga por espacios bibliotecarios para niños sin tecnología de por medio. La biblioteca se convertiría así en el lugar idóneo para desconectar al niño (y al adulto que así lo quiera): ¿postura retrógrada o línea de futuro bibliotecaria que las transforme en alternativas al empacho tecnológico?

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Cómo desenchufar a tus hijos: 101 maneras para ayudar a que tus niños apaguen sus gadgets y disfruten de la vida real

Antes de reflexionar a fondo sobre el asunto, lo mejor será tomarnos un respiro procrastinador. Se trata del último vídeo de will.i.am que rodó en el Louvre, y viene muy a cuento con lo del proyecto de la Tate Gallery que abría el post. La canción no es especialmente brillante, aunque resulta pegadiza, y no es la primera vez, ni la mejor en que se ha recurrido a esta idea en un vídeo musical.

Pero resulta tan mono eso de ver a la Mona Lisa animada, con cosas así uno nunca se aburre, es casi tan divertido como algunos vídeos de gatitos en Youtube; pero en cambio en este caso con coartada cultural. ¿Quién puede resistirse?

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Bibliotecas: la muerte os sienta tan bien

Una de las impresiones más fuertes cuando se visita El Cairo, mucho más que las imponentes pirámides, las mezquitas o el Nilo entre rascacielos: es la visión, desde las autovías que la cruzan aéreamente: de la Ciudad de los muertos. La inmensa necrópolis en la que conviven en cotidiana armonía los vivos con los muertos. Mausoleos habitados por algunos de los desahuciados por la especulación inmobiliaria, que generación tras generación, llenan de vida un espacio pensado para la muerte.

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La Ciudad de los muertos en El Cairo, la vida y la muerte conviviendo en armonía

Que algo de cultura pueda surgir en un entorno tan desolador resulta casi impensable, pero pese a ello dos escultores: el egipcio Houreya El Sayed, y la húngara Beata Rostas, se han embarcado en un proyecto para construir la Puerta para el alma: una obra escultórica en forma de muro, que exprese el tránsito entre lo tangible y lo espiritual. El proyecto se encuadra dentro de un plan de restauración, que engloba algunos de los pocos edificios supervivientes de la necrópolis, catalogados como monumentos históricos.

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Jugando entre tumbas

Una vez restaurado, lo que ha sobrevivido del palacio del sultán Qaitbey, se adaptará el edificio para su uso como centro cultural con biblioteca, al servicio de la comunidad. Como expresa El Sayed respecto de la obra que forma parte del proyecto:

«los artistas deben desempeñar un papel en el embellecimiento de espacios públicos de Egipto. Porque la belleza y el arte influyen en el comportamiento de las personas.»

¿Conseguirá un centro cultural modificar en algo las expectativas de los que viven entre sepulcros? Siendo prácticos, el hecho de que una biblioteca se enclave en un cementerio, tiene una utilidad incuestionable: tendrá menos problemas a la hora de preservar el silencio.

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Biblioteca de Greenville City, no es la que se va a convertir en tanatorio. Pero no deja de resultar curioso que el cartel dónde indican que es una biblioteca recuerde a una lápida. ¿Por qué ese empeño en relacionar biblioteca y funeraria en la apacible ciudad de Greenville?

A muchos kilómetros de Egipto, en la localidad estadounidense de Greenville City en Carolina del Sur: las autoridades locales han dado luz verde para que una biblioteca se transforme en tanatorio. ¿Tan poco se usaba, o la dejaron morir de inanición cultural? Según declaran las autoridades, los vecinos reclamaban la habilitación del inmueble abandonado como funeral home.

Buena idea, en una comunidad que reclama una funeraria antes que una biblioteca: el morirse (probablemente de aburrimiento) se presenta como la mejor opción. Sin duda, las inversiones en el nuevo equipamiento vecinal serán rápidamente amortizadas.

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Portada de Legacy libraries, web en la que el cotilleo bibliotecario post-mortem se puede volver adictivo. Listados de las obras que componían las bibliotecas privadas de un gran número de personalidades de todos los ámbitos y épocas. De John F. Kennedy, a Leonardo Da Vinci, Katharina Hepburn, Tupac Shakur, Sigmund Freud, Frank Kafka, Marilyn Monroe, David Bowie y un larguísimo rosario de ilustres difuntos.

De haber conocido una de las 50 ideas para sorprender desde la biblioteca pública de Carme Fenoll y Ciro Llueca (artículo que debería empapelar las paredes de los despachos de los responsables políticos de las bibliotecas), es posible que las autoridades de Greenville le hubiesen dado un doble, triple y hasta cuádruple uso al inmueble.

Según la idea nº 20 de Fenol y Llueca (Cuatro bodas y un funeral), la proliferación de los funerales mediante ceremonias civiles, podrían encontrar el lugar idóneo para celebrarse en las bibliotecas. Del mismo modo que se celebran bodas, se deberían también contemplar los bautizos, e incluso un equivalente a las comuniones (sobre todo ante esos brotes de fe sobrevenida que afectan a muchos niños de padres agnósticos, a la vista de los regalos que reciben sus compañeros cristianados).

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La inolvidable serie A dos metros bajo tierra. Pocas veces una funeraria había dado tanto de sí.

De este modo, Iglesia y biblioteca, dos de las instituciones que han sido básicas para constituir comunidades: se terminarían de intercambiar los roles mucho más allá del silencio. Creyentes y no creyentes asistidos por igual en los rituales más importantes de sus vidas.

En su nueva funcionalidad funeraria: la biblioteca podría enriquecer su oferta con una cuidada edición del historial de préstamos del finado. ¿Hay mejor manera de recordar a un ser querido que recurrir a las lecturas, películas o música que le acompañaron en vida? Incluso cabría idear un testamento bibliotecario con las últimas voluntades, para evitar cualquier indiscreción. Ya se sabe que lo que pasó en la biblioteca, ha de quedar en la biblioteca.

Si las empresas de internet explotan los datos personales de todos nosotros, según dicen, para ofrecer mejores servicios: ¿no podrían hacer otro tanto las bibliotecas con sus bases de datos, siempre de forma autorizada? Otro bonito tema para debatir en futuros posts.

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Urna para cremación en forma de libro

Todo un mundo de posibilidades se abre a la hora de organizar pompas fúnebres en una biblioteca: selección de lecturas y de música para la ceremonia, recomendaciones para aliviar la pena de los familiares, o colaboración en la ornamentación de féretros y tumbas según los gustos culturales del difunto,

Para este último servicio ya existen precedentes, como el féretro para incinerar en forma de libro que luce sobre este párrafo; o yendo un paso más allá: la creación del artista Dave Wakely. Este ilustrador ha convertido su futuro féretro en una estantería para su biblioteca. De este modo cuando Dave fallezca, su ataúd-librería le servirá de cobijo. Ni el mismísimo conde Dracula había demostrado tanto amor hacia el espacio de su descanso eterno.

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Dave junto a su actual librería, y futuro féretro

Aunque la propuesta más poética sería la de que te entierren con tu biblioteca, o al menos con tus lecturas favoritas cual ajuar faraónico. ¿No resulta menos desagradable la idea de la descomposición de nuestro cuerpo si sabes que se degradará junto a las letras que te hicieron sentir? Otra falta a consignar en el haber de los libros digitales.

Para quien optara por esta última opción, nada mejor que las Cápsulas Mundi diseñadas por una empresa italiana.

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Si obviamos lo mucho que recuerdan a las vainas de la película La invasión de los ladrones de cuerpos: la opción de estas cápsulas que sirven como féretros y, al mismo tiempo ayudan a la reforestación, se presentan como la opción más deseable si no se opta por la cremación.

Sólo haría faltar añadir la pulpa de las páginas de sus lecturas favoritas junto al cuerpo, para conjugar lo orgánico con lo poético. El ciclo vital de lector y lecturas se completaría, y los árboles que se talaron para imprimir esas páginas, servirían junto a los restos del que los leyó: para dar vida a nuevos árboles.

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En los bosques resultantes, cada árbol debería tener su pequeña lápida como en los cementerios, pero en lugar de epitafio: una relación de las lecturas que alimentan sus raíces. Años después, alguna universidad de nombre exótico podría hacer un sesudo estudio de cómo influye en el crecimiento vegetal el abono generado por un lector según sus gustos. ¿Qué especies vegetales prosperan mejor teniendo como abono las obras (y a un lector) de Dan Brown, Johanna Lindsey, Paul Auster o Philip Roth? Mejor nos ahorramos suposiciones para no herir la sensibilidad de ningún fan.

No todos podemos convertir nuestra muerte en una obra de arte, como ha hecho David Bowie. Pero sí podemos visitar mucho las bibliotecas en vida, leer mucho, ver mucho, oír mucho, para que no nos pase como a Bruce Willis en El sexto sentido (lo sentimos Amenabar, Shyamala se te adelantó): y nadie pueda llegar a decir que, en realidad, estábamos muertos mucho antes que nos dieran sepulcro.

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Danzando con la muerte en El séptimo sello de Ingmar Bergman

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Desnudos integrales sin exigencias del guión (Shakespeare y el porno)

Que exista un libro con el título de Cómo hablar de los libros que no se escanear0001han leído (de Pierre Bayard) deja claro que lo del postureo no deja indemne ni a los amantes de la literatura. La vanidad intelectual quizás sea de las vanidades más absurdas por crecerse ante la ignorancia ajena: dejando al aire el corto alcance del que la exhibe. Si hay algo de lo que alegrarse, y al mismo tiempo agobiarse: es de que haya tanto por leer, y tanto por aprender. Una especie de seguro de vida mental que todo letraherido tiene a mano.

El reverso del libro de Bayard serían aquellos libros que has leído y de los que no quieres hablar. Algo absurdo, cuando lo de alta y baja cultura ha quedado como un anacronismo propio del muy lejano siglo XX: pero que pese a todo persiste en muchas cabezas.

Avergonzarse de ser curioso culturalmente, debería de estar penado: de todo se saca enseñanza, aunque sea la de no volver a repetir. Hace unos años, en la plataforma Tumblr, algún bromista creó una web al socaire del megaéxito de las Cincuenta sombras de Grey bajo el nombre Portadas para hombres: una serie de cubiertas con las que camuflar la dichosa trilogía, y salvaguardar la hombría de los lectores curiosos que querían saber qué estaba removiendo tanto a muchas féminas.

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En esto de expresarse sin tapujos culturalmente, las mujeres ganan a los hombres; no requieren tanta justificación para disfrutar sin subterfugios. Será por aquello de que, pese a lo que pueda aparentar: lo masculino requiere de más construcciones mentales para representarse que lo femenino. Pero dejemos los estudios de género para otro día, y abandonemos el juego del escondite lector, para asistir a su reverso: el exhibicionismo que busca la provocación, y nos convierte a todos en divertidos voyeristas.

Scott Rogowsky es un humorista neoyorquino para entendernos rápidamente, porque si atendemos a la descripción que proporciona en su cuenta de Twitter es: actress, activist, mother (es decir, actriz, activista y madre). Su última performance ha tenido lugar en el metro de la Gran Manzana, y ha consistido en hacer algo tan simple, y que afortunadamente sigue haciendo mucha gente: como es leer un libro mientras se desplaza por el subsuelo de la gran ciudad.

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Taxidermia para humanos: una guía para principiantes

La única peculiaridad es que las portadas de los libros que lee (impresas en tamaño king size) lucen títulos tan sugerentes como: 101 consejos para alargar el pene que puedes hacer en casa, en la oficina o de viaje, Mi lucha para niños (el libro de Hitler), 1000 lugares para visitar antes de que te ejecute el ISIS, Cómo salirte con la tuya en un asesinato: guía para principiantes o Comer ano de manera sencilla: siete leyes naturales para nuevos novios. Una cámara iba registrando las miradas furtivas y reacciones del resto de viajeros, ante la falta de pudor lectora de Scott.

Y mientras Scott pone a prueba la capacidad de sorpresa de los neoyorquinos bajo tierra; entre los habitantes de la ciudad que jamás toman el metro, en el Upper East Side de Manhattan: no sólo se camuflan los libros, sino bibliotecas enteras.

En tiempos de la Inquisición camuflar los libros era sinónimo de rebeldía, de subversión y desafío al sistema: en plena era neoliberal, disfrazar a los libros es símbolo de estatus y escalada social. Al menos eso se deduce de la clientela del decorador de bibliotecas Tatcher Wine, cuyos diseños de bibliotecas lucen en muchos de los pisos del exclusivo Park Avenue.

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Las bibliotecas diseñadas por Tatcher Wine

El resultado es de lo más chic, y se supone que no se trata de libros falsos y huecos, y tras esa elaborada fachada se encontrarán los contenidos que prometen. Otra cosa es si sus dueños se los habrán leído, o si son simples gestos de estatus social y de estar a la última. Durante años, lucir libros en una casa era signo de cierto nivel: todo pequeñoburgués que se preciara debía tener una biblioteca en su domicilio compuesta de clásicos, Biblia y enciclopedias para los niños. Era una manera de imitar a las clases superiores, la mayoría de las veces como simple oropel del deseo de ascenso social.

¿Qué pensaría el director de cine John Waters si visitase una de estas bibliotecas? El director de Pink Flamingos formuló a este respecto, el mejor consejo que se le puede dar a cualquiera, y que debería lucir en el frontispicio de más de una biblioteca:

Libros_John_WatersNo sabemos si por inspiración de Waters, pero lo cierto es que hasta las aplicaciones para ligar están incluyendo a la literatura como reclamo. Que Shakespeare está de permanente vigencia a través de adaptaciones cinematográficas, pero sobre todo, series de televisión mediante (Juego de tronos, Los Soprano, House of cards…) es algo innegable; y en su 400 aniversario está demostrando hasta tal punto su contemporaneidad en la cultura de masas: que incluso las aplicaciones para ligar recurren al Bardo de Avon para hacer más atractiva su propuesta.

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Shakespeare y lo porno

Grindr la pionera en este tipo de aplicaciones para ligar orientada al público gay, ha lanzado un vídeo protagonizado por la estrella del porno Colby Keller en el que recita el texto de Las siete edades del hombre de su obra Como gustéis (buscando paralelismos: a Cervantes ¿quién podría recitarle, acaso Nacho Vidal?). Ahora sólo falta que Tinder, la equivalente para el público heterosexual, copie la idea para que lo de ligar en la era digital se tiña de atractivo literario.

10Nadie como Shakespeare para retratar las pasiones del hombre, las grandezas y las miserias; el tándem pornografía-Shakespeare resulta de lo más natural si lo recita además un representante de una nueva corriente en la industria del sexo. Colby Keller es una estrella del porno, pero también es un artista, antropólogo y comunista, que ha hecho de su incursión en el mundo del porno una herramienta para un discurso teórico-práctico de contundentes premisas:

«El sistema no quiere personas conscientes, reflexivas y sexualmente satisfechas. Nos quiere tristes, vacíos, celosos y con ganas de traicionar al de al lado por un poco de confort extra»

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Porno para mujeres el libro de la directora de cine Erika Lust

En una sociedad en la que el exhibicionismo es una obsesión, la última frontera es la pornografía. La obscenidad publicitaria, política y ética hace que la pornografía esté más que instalada en el discurso de los medios, incluso cuando el sexo no está presente. La gente regala su intimidad a través de las redes; pero la sospecha de un pezón se censura en Instagram. La esquizofrenia de lo políticamente correcto llegando a los extremos.

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Amarna Miller, ¿la estrella porno de los hipsters?

La erotización, el exhibicionismo omnipresente lo satura todo, desactivando cualquier carga subversiva. Tal vez sea por eso, que el último asalto a la legitimidad cultural en nuestros días: sea el acceso de las estrellas del porno a los medios de masas con discursos que descolocan estereotipos.

Las estrellas del porno Sasha Grey, Amarna Miller, o la directora de cine érotico Erika Lust: están ganando protagonismo en los medios generalistas a fuerza de exhibir intelecto sin dejar de reivindicar su presencia en el mundo del porno.

Que su exhibicionismo literario y cultural peque de ostentoso en algún caso, no es relevante, cuando lo interesante no es lo que puedan decir (que también, según el caso) sino el cuestionamiento que su mera presencia plantea sobre cuestiones como: la libertad sexual, el feminismo, la teoría de los géneros, la explotación sexual y laboral o los tabúes que siguen vigentes en el hipócrita discurso de esos masa-media de los que hablaba la querida Chus Lampreave.

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Vistiendo libros, desnudando personas; lecturas de camuflaje, lecturas de exhibición. Empezamos con vacuas formas de disimular las carencias culturales; y terminamos con gente que lo enseña todo, incluso sus gustos literarios. Justo es que cerremos con la banda sonora de la adaptación que Paco León ha hecho de una comedia australiana sobre parafilias sexuales, recién estrenada, a la que desde aquí añadiríamos una que no han tenido en cuenta: la bibliofilia.

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La biblioteca como barricada

Utilizar la palabra barricada, hace unos años, salvo que fuera en referencia al grupo de rock vasco, evocaba revoluciones decimonónicas, guerras antiguas que poco tenían que ver con el debate público que copaba los medios. En cambio en esta segunda transición que dicen estamos viviendo, los discursos se han llenado de figuras de estilo, que independientemente del contenido, remiten a esos tiempos.

Será que la moda vintage también alcanza a la política, y no todos saben customizarlo en un estilo propio y renovado. El caso es que unir biblioteca a barricada, se podría considerar una adhesión a alguno de los estilos en que nos quieren polarizar: y no, nuestro discurso va por libre, la única servidumbre que conoce es la de la defensa de la cultura.

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Ilustración del articulo Librarians for privacy de Zöe Carpenter, publicado en The Nation

La barricada es excluyente, y unirla al concepto de biblioteca abierta y sin muros que se preconiza para el siglo XXI suena contradictorio; pero también es protectora de lo que queda tras ella: y es desde ese sentido desde el que se utiliza en este post.

Barricada como autodefensa, como acogida, como protección de, y contra, muchos de los asuntos que nos afectan más directamente estos días.

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La Biblioteca de Kansas, con dicha fachada no hacen falta barricadas

PRIMERA BARRICADA

La más reciente y fulgurante barricada levantada por bibliotecarios acaba de suceder en el estado norteamericano de Kansas. El proyecto de ley HB 2719 ha sido desarrollado por los legisladores de Kansas, para dar más poder a los votantes a la hora de controlar los impuestos. Las decisiones serán establecidas por un órgano electo que decidiría sobre los recursos destinados a un gran número de instituciones públicas. La subsistencia de las bibliotecas pasaría a depender de este órgano electo en lugar de tener una asignación presupuestaria establecida por el Estado; lo cual pondría en peligro la supervivencia de muchas de las bibliotecas de la red.

La crónica que el Library journal hace de la noticia, te transmite la emoción como sólo los norteamericanos saben hacerlo. Una lucha contrarreloj para presentar las alegaciones pertinentes que consiguieran excluir a las bibliotecas del texto legal, que contó con la oposición frontal de los muy conservadores miembros de la asociación Americanos por la prosperidad. Dos de sus miembros, los hermanos Koch (Charles D. y David H.) ya habían conseguido tumbar un referéndum a favor de una biblioteca en Plainfield, financiando una campaña de llamadas telefónicas automáticas.

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Los ultraconservadores y billonarios hermanos Koch han financiado al Tea Party, acciones en contra del sistema sanitario de Obama o boicots contra la Ley del clima. La financiación pública de las bibliotecas ha sido otro de sus objetivos a abatir.

KSLibsFoamFingersEl momento más emocionante fue la audiencia pública: unas 175 personas atestando la sala y con dedos de espuma diseñados para la ocasión en defensa de las bibliotecas. Los legisladores mostrándose sorprendidos al descubrir la cantidad de trabajos que los bibliotecarios desarrollan en sus centros; y el encendido alegato por parte los portavoces directores de bibliotecas, Matt Nojonen y Roger Carswell. Pocos días después el demócrata Tom Sawyer (con ese nombre el destino tenía que jugar a su favor por fuerza) presentó la enmienda para eliminar toda mención a las bibliotecas en la ley.

Sólo haría falta una banda sonora emotiva, poner a Tom Hanks y Julia Roberts de pareja de bibliotecarios que se enamoran mientras luchan juntos: para que la historia de unos bibliotecarios acaparase premios de la Academia, el próximo año.

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Cartel de la campaña defendiendo la titularidad pública de la Biblioteca de Birmingham

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Cartel diseñado por Jamie Reid (diseñador de muchas de las portadas míticas de discos punk) para salvar a la Kensal Rise Library

Quienes no tienen tanta épica a su favor son los bibliotecarios británicos. Según difundía la BBC, ya son más de 350 bibliotecas locales las que han echado el cierre desde que empezó la crisis.

Una situación límite la que se está viviendo en el Reino Unido, y que se agudiza con la progresiva privatización que de los servicios bibliotecarios, se lleva desarrollando en el mundo anglosajón desde la década de los 90.

El blog Stop the privatisation of Public Libraries es una buena fuente de información para estar al día de las movilizaciones y acciones que se desarrollan en defensa del acosado sistema público de bibliotecas.

 

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Alison Macrina, bibliotecaria activista por la privacidad del internauta en las bibliotecas. Fundadora de Library Freedom Project

SEGUNDA BARRICADA

Pero como se dijo al principio la barricada también sirve para protegerse de todo tipo de abusos, por ejemplo los que pueden infligir sobre nuestra privacidad las autoridades a través de las nuevas tecnologías. Hace dos meses, la Biblioteca Pública de Las Naves en Valencia se convirtió en la segunda biblioteca del mundo en unirse al proyecto Tor. Este proyecto que permite navegar por Internet de forma anónima, es utilizado por miles de periodistas, activistas y personas amenazadas o perseguidas por regímenes totalitarios. Y todo empezó por la barricada levantada por Alison Macrina en una pequeña biblioteca de Watertown (Massachussets).

Tras las filtraciones de Edward Snowen, Macrina empezó por instalar herramientas que protegieran la privacidad de sus usuarios en los equipos de la biblioteca. De ahí al activismo a favor del software libre que permite mantenerse a salvo de intromisiones ajenas en nuestros periplos digitales: sólo hubo un paso. Casi sin pretenderlo se ha convertido en la instigadora de todo un movimiento al que se van sumando bibliotecas (la última en Canadá), y que la ha llevado a convertirse en enemiga de la poderosa NSA (The Super Secret National Security Agency), que nos espía a todos a través de la red.

Fundadora del Library Freedom Project, Macrina no lo está teniendo fácil, pero ha convertido su apostolado en pos de la libertad en el uso de la red desde las bibliotecas, en la razón de su vida.

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Requisitos para ser una persona normal, la primera película de Leticia Dolera como directora

TERCERA BARRICADA

Según el último informe del Observatorio de la piratería y los hábitos de consumo (con todas las prevenciones que se quieran tomar por ser un informe elaborado por los principales damnificados): el 87% de los contenidos digitales consumidos en 2015 fueron ilegales, lo que ha causado al sector pérdidas de casi 1.700 euros. Es curioso que cada vez que se habla de formas para erradicar la piratería, y concienciar en el respeto a los derechos de los creadores: nunca se incluya a las bibliotecas en el debate.

En nuestro país el debate sobre la piratería está viciado desde el principio. Abordar el tema fuera de los latiguillos habituales se hace incómodo y difícil: los excesos de la SGAE, la codicia de las multinacionales, el derecho al libre acceso a la cultura. Todos estos argumentos se utilizan muchas veces como simples excusas para que recaiga en las autoridades toda la responsabilidad en la protección de los derechos de los creadores. Una hipócrita permisividad enquistada en la mentalidad de gran parte de la población; a la que no es difícil encontrarle paralelismos en otro orden de asuntos, que llevan años reflejándose en una situación política de la que todos somos responsables.

Sin título

La actriz, y recién debutante como directora de cine, Leticia Dolera, ha sido una de las pocas voces que se ha atrevido a dar un paso al frente y a denunciar la situación. Bajo el título Por una cultura sostenible, Dolera publicó un post en el blog que tiene en la revista Harper’s Bazaar en el que narra sus dificultades para eliminar su primera película como directora (Requisitos para ser una persona normal), de diferentes direcciones web que la ofrecen ilegalmente. Las declaraciones de la actriz resultan de lo más elocuentes:

«Cuando hablo de este tema con gente se ponen a la defensiva y tú te conviertes en el enemigo, en el que quiere vetar los derechos del internauta. No es así. Lo único que reclamo es un sistema regulado.

Casi siempre sale a colación la expresión «cultura libre». Y a mí me preocupa seriamente la banalidad con la que se usa a veces.

Voy por partes, por un lado, la cultura sí está al alcance de todos ¿dónde?, en las bibliotecas públicas, lugares que merece la pena fomentar y cuidar, casi como si de templos se tratara. Ahí no sólo hay libros […] también hay música y películas y no, no sólo hay películas antiguas en blanco y negro o cine de autor […] sino también cine mainstream y de todos los géneros»

Gracias Leticia por decirlo alto y claro. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido utilizar las redes de bibliotecas públicas que tenemos en nuestro país para hacer campaña de sensibilización y de lucha contra la piratería? ¿por qué las industrias culturales y las autoridades competentes no han sabido aliarse con las bibliotecas y utilizarlas como barricadas contra esa mentalidad del todo gratis? Si se potenciase a las bibliotecas como sitios web desde los que poder descargarse libros, películas, música y videojuegos de forma legal: ¿no sería una manera inteligente de combatir el problema?

 

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Ingeniosa campaña para concienciar contra la piratería en la industria music de TBWA/Italia, creada por los artistas Mirco Pagano y Moreno De Turco: cadáveres de mitos de la música hechos con discos.

 

James Costos, el actual embajador de los Estados Unidos, declaraba que uno de sus objetivos de su representación diplomática en nuestro país pasaba por combatir la piratería de contenidos culturales (habiendo sido ejecutivo de HBO, con más razón). Los intereses comerciales de los Estados Unidos no son ninguna broma, y el propio Obama recurrió a la red de bibliotecas públicas de su país a la hora de difundir su proyecto de sistema sanitario público. ¿Sería muy ingenuo una acción conjunta entre el Ministerio de Cultura y la Embajada estadounidense para combatir la piratería de contenidos culturales de ambos países? Los beneficios serían mutuos.

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El potencial de las bibliotecas como instrumentos para el cambio social, puede ir más allá de las funciones que hasta ahora le han sido asignadas: y su infrautilización tan sólo demuestra una escasa altura de miras a la hora de concebirlas. Privatizaciones, privacidad y piratería: son sólo tres de los muchos ámbitos en los que las bibliotecas pueden actuar de barricadas para la defensa de derechos elementales.

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Captcha: demuestra que eres humano y lee

Captcha o CAPTCHA son las siglas de Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart (prueba de Turing completamente automática y pública para diferenciar computadoras de humanos). Fuente: Wikipedia

Si Asimov formulase sus famosas leyes de la robótica en este momento, es más que probable que no legislaría pensando en proteger al género humano: y terminase legislando para proteger a los robots de los humanos. Ya en el 2007 se instauró una Carta Ética de los Robots por parte del Ministerio surcoreano de Comercio, Industria y Energía para garantizar una conducta ética con los robots inteligentes que se preveía llegarían en breve.

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Ahora ha surgido el Stop robots abuse, que pretende acabar con los maltratos que las empresas que fabrican robots les infligen como una manera de testar sus aptitudes y resistencia. Los vídeos de los test de los robots diseñados por Boston Dynamics se han hecho virales estos días, y hablan por sí solos:

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El reverso de la campaña para defender a los robots: campaña para parar a los robots asesinos. Y en esta ocasión no va de broma: es una protesta contra el uso de drones con fines bélicos.

Más allá de los autómatas de feria, y los robots de las películas hollywoodenses de ciencia ficción de los 50: la industria robótica y los avances en inteligencia artificial no paran de dar noticias. Puestos a legislar sobre la materia, nosotros nos decantamos por un cruce entre las cinco clásicas leyes de la Biblioteconomía del matemático y bibliotecario hindú Ramamrita Ranganathan, y las mentadas leyes de Asimov que dieran como resultado: las leyes robótico-bibliotecarias. A saber:

  1. Un bibliotecario no puede desanimar a un ser humano en su curiosidad lectora, ni permitir que un ser humano se quede sin la lectura/película/música que necesita.

  2. Un bibliotecario debe respetar los gustos de los seres humanos a los que atiende.

  3. Un bibliotecario debe proteger su supervivencia profesional frente a los recortes, y solo sacrificarse por conseguir que las bibliotecas sigan dando servicio a los seres humanos.

Si bien estas leyes comparan a los robots con los bibliotecarios, y la supervivencia de los bibliotecarios pasa, cada vez más, por robotizarse lo menos posible: lo cierto es que los robots ganan terreno en las bibliotecas. En el post Robots en las bibliotecas, nuestra colega Carmen Rodríguez nos hacía un emocionante relato sobre Bibliobot, el entrañable robot diseñado para interactuar con niños autistas.

No sabemos si por inspiración de esta iniciativa estadounidense, mucho más cerca, en el denominado Silicon Valley levantino de nuestro país, Elche (Alicante): la empresa Aisoy Robotics acaba de presentar un robot emocional multiuso. Aisoy1 V5 que así se llama, es capaz de conversar con humanos, interactuar con niños autistas, enseñar programación o incluso hacer obras de teatro.

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Aisoy1 V5 el robot emocional

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Aria, el robot de la Biblioteca Nacional de Francia

Hace dos años la Biblioteca Nacional de Francia incluyó en plantilla a Aria: un robot que recita poesías e interactúa con los usuarios. Lo más interesante fue comprobar las reacciones entre los usuarios. Tras la curiosidad inicial, surgieron las suspicacias sobre si la inteligencia artificial no terminaría con el trabajo de muchos humanos. De la tecnofobia de la revolución industrial a la ciberneticofobia de la revolución digital.

Los recelos de los visitantes de la BNF no eran del todo justos para la pobre Aria. Como sugería Asimov en sus libros: los que nos estamos robotizando somos los humanos. Sólo hay que llamar a una compañía de telefonía para darse de baja, y esperar algo de empatía por parte del operador que nos atienda, para comprobarlo.

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La excelente, y rica en lecturas sobre nuestro presente, película: Ex-Machina

Es bien sabido que el director de cine Luis García Berlanga era un erotómano y fetichista confeso. En una ocasión, tras los años en que las feministas quemaban sujetadores, o el auge de la moda unisex parecía venir a desbancar la estética asociada a lo femenino; el autor de Plácido reflexionaba que la feminidad, en cuanto a panoplia ornamental (tacones, maquillaje, ligueros…) si sobrevivía tras tantos años de descrédito: sería gracias a los travestis y los transformistas.

Y puestos a elucubrar con un futuro no tan lejano, igual podríamos parafrasear a Berlanga, y a la vista de los bajos índices de lectura entre los jóvenes, vaticinar: que si los valores que aporta la buena literatura se preservan en el futuro, será gracias a los robots.

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El día de la lectura Star Wars: una iniciativa para fomentar la lectura promocionando la mitología galáctica. ¿Iniciativa de los rebeldes o del Imperio?

¿Serán los engendros mecánicos dotados de inteligencia artificial los llamados a evitar que todos esos buenos momentos que proporciona la literatura no se pierdan en el tiempo como lágrimas en la lluvia? A tenor de la técnica Don Quixote para robots del Laboratorio de Inteligencia Artificial del Instituto de Tecnología de Georgia (EEUU), se podría decir que sí.

Dicha técnica se basa en enriquecer y hacer progresar la inteligencia artificial a través de la lectura de cuentos infantiles, como una manera de insuflarles los valores humanos que a través de ellos se les inculcan a los niños. Parten de la hipótesis de que la inteligencia artificial puede aprender lo que significa algo para un ser humano al sumergirse en historias que ha producido la humanidad.

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Esquema del método Quixote para «humanizar» a los robots a través de la lectura

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Robotina, la fámula robótica de la serie Los supersónicos

Para conseguir que las máquinas asuman y distingan los valores positivos, y por tanto refuercen las conductas programadas que se atengan a esos valores, se recurre a un sistema de puntuaciones: que premia las buenas conductas, y penaliza las malas. Tal cual como una Supernanny cibernética.

Los investigadores confían en que a través de la lectura, los robots eliminen cualquier comportamiento psicótico (¿qué tal Hal 9000?) y evitar que dañen a ningún humano. Tal vez por aquello de la interdisciplinariedad, en el equipo que está desarrollando este proyecto deberían contar con un asesor bibliotecario. Los beneficios de la lectura son innegables, pero depende de qué tipos de lectura:  ¿y si cayera en sus manos el recientemente reeditado Mein Kampf de Hitler?

Según declaran los investigadores del Instituto de Tecnología de Georgia: «dar a la inteligencia artificial la capacidad de leer y entender las historias puede ser la manera más ventajosa para educarlos, para que puedan encajar mejor en las sociedades humanas y contribuir a nuestro bienestar general.»

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Beyond the fence el primer musical creado mediante inteligencia artificial

De triunfar más iniciativas de este tipo, puede que esté cercano el día en que un robot de última generación se gire hacia los humanos, y con perfecta dicción shakesperiana nos declame:

Si nos dañan, ¿acaso no echamos chispas? Si nos engrasan, ¿acaso no parecemos más gráciles? Si nos apagan, ¿acaso no morimos? Y si nos explotan, ¿no debemos defendernos? Si nos parecemos en todo lo demás, nos pareceremos también en eso.

Y podría pasar también que ese día, tristemente, ningún humano recuerde a qué obra pertenece el texto del que se ha apropiado el robot para defender su causa.

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