Biblioteca yé-yé (o de lo typical spanish en bibliotecas)

«Volver la vista atrás es bueno a veces, uhh uhhh» que cantaba Karina allá por los 60. Y de eso va este post, de volver la vista atrás pero sin un ápice de nostalgia. Fue en esa década, la de los 60 del pasado siglo, en la que la irrupción de la cultura anglosajona, vía música, cine, cómics y moda; se hizo tan patente que ya nada volvió a ser igual.

Yé-yé, aún siendo una corriente musical pop que nació en Francia, para extenderse por ye-ye-cover4Italia, España, Alemania e incluso Argentina; fue un término que triunfó más allá de la música, al menos en nuestro país, para calar en el vocabulario de la calle para referirse a algo más amplio. Lo yé-yé fue la manera de desactivar la lascivia de la lengua de los Rolling Stones, de domesticar a los melenudos que surgían por doquier imitando a The Beatles, de infantilizar cualquier mensaje subversivo que pudieran transportar de estraperlo el rock y el pop que, desde el mundo anglosajón, estaban ganándole terreno a las folclóricas.

 

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Sara Montiel y Naranjito dentro del universo pop de Antonio de Felipe

 

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El libro de Carles Gámez repasando los años yé-yé o cuando España hizo pop

Nada mejor que la pizpireta Conchita Velasco, que también quiso ser beatnik (pero no prosperó, quizás porque lo de beatnik era demasiado, para la falta de paladar inglés de los españoles), pero que triunfó a lo grande siendo chica yé-yé: para representar esa juventud inofensiva que españolizaba cualquier contaminación foránea para tranquilidad del régimen.

El carácter contestatario de los cantautores de los 70, mirándose en el reflejo de los franceses; ya supuso un cambio. Pero habría que esperar a los 80, y su famosa Movida, para que la importación de cultura pop anglosajona se españolizase para bien, sin afán de desactivar la provocación, sino todo lo contrario.

 

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Cinema pop, cuadros de Ricardo Sendra

 

De este modo, Miguel Mihura, Jardiel Poncela, Luis García Berlanga, Lola Flores o Sara Montiel se revolvieron con Siouxsie and the Banshees o Los Ramones entre mil referencias más para el cóctel de Alaska y los Pegamoides (y aprendida la lección, tomaron carrerilla, y así a Fangoria se les encuentran no pocas semejanzas con los Pet Shop Boys); similares referencias sumando a Buñuel se confundían con John Waters, John Cassavetes o Andy Warhol en el caso del cine almodovariano; y los toros con la España más castiza se entremezclaban con The Clash, Sex Pistols o The Cure para Gabinete Caligari. Un «totum revolutum» con mucho estilo, y sobre todo, toneladas de actitud con que disimular las carencias.

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Portada del disco Made in Spain de Miguel Bosé, diseñado por Andy Warhol

Por no hablar de otras figuras, que se «inspiraron» con mayor o menor vergüenza torera en figuras foráneas: Mari Trini como la Juliette Grecó española, Miguel Bosé como el Bowie torero, Marta Sánchez como la Madonna mojigata, o la mejor de todas, la simpar Lola Flores proclamándose ya en el ocaso de su carrera, como la Tina Turner gitana cantando rap (¡Ay Alvariño! ponme la mano aquí, que la diño)

 

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Lola Flores bañándose desnuda en la piscina, en un cuadro de la pareja de pintores de los años 80: Costus

 

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La estupenda película de Pablo Berger: Torremolinos 73, un retrato agridulce del desarrollismo español

Pero dado que este blog habla de bibliotecas cabría preguntarse como el Plácido de Berlanga: ¿qué hay de lo mío? En el mundo de las bibliotecas el influjo anglosajón fue y sigue siendo fundamental. Pero, ¿hay algo con denominación de origen española, algo que podamos reconocer como propiamente autóctono?, o adaptándolo a términos más propios del desarrollismo y las suecas en Benidorm: ¿hay algo typical spanish en el mundo de las bibliotecas públicas?

Pretender responder sesudamente a esa pregunta excede de lo que se puede hacer en este blog, pero ahí queda el desafío para quien quiera recogerlo, y llevar a cabo algún trabajo de mayor calado académico. Aquí de momento, nos centramos en un clásico como es la Historia de las bibliotecas de Hipólito Escolar (1987), que releemos rastreando esa huella autóctona en el pasado, que nos descubra otro enfoque desde el que mirar nuestro presente.

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Fray Martín Sarmiento, el benedictino que abogó por la creación de un plan de bibliotecas para todo el país en el siglo XVIII

En el siglo XVIII, tanto en Inglaterra y sus colonias americanas, como en nuestro país; fueron dos religiosos los que sacudieron el mundo bibliotecario. El reverendo Thomas Bray creando las bibliotecas parroquiales, cuya intención era la formación de párrocos, pero que terminaron extendiendo su uso al resto de habitantes de las colonias inglesas.

Y en nuestro país, el benedictino fray Martín Sarmiento, instigador de un prematuro plan de bibliotecas para todo el país, que en una carta dirigida al bibliotecario Juan de Iriarte se lamentaba:

«es cosa vergonzosa que algunos lugares populosos tengan teatro público para comedias, plaza formada para corridas de toros, casas públicas de todo género de juegos y aun sitios públicos en que se ejercite la ociosidad, y no haya alguna casa pública en que se ejercite la racionalidad y la juventud»

 

(c) The Collection: Art & Archaeology in Lincolnshire (Usher Gallery); Supplied by The Public Catalogue Foundation

El coronel y político conservador Charles Sibthorp, sin duda de vivir en nuestros días, habría sido firme partidario del Brexit.

Pero es el siglo XIX el que ve surgir las bibliotecas públicas en los Estados Unidos e Inglaterra. La Revolución industrial requiere mayor formación, y emerge la burguesía como clase social que aspira a la cultura que hasta entonces poseían la aristocracia y la Iglesia. No fue un camino fácil, el del acceso de las clases populares a la alfabetización; figuras como la del coronel Charles Sibthorp ya sostenían que a la gente, más que bibliotecas se le hacía feliz con el juego del tejo, el peón o el fútbol…De poder leer la mente de más de un político de nuestros días, veríamos hasta qué punto las palabras del coronel siguen vigentes.

Pero el primer rasgo de originalidad, o de desmarque autóctono frente a la corriente mayoritaria, habría que cifrarlo en la procedencia de gran parte de los fondos de las bibliotecas públicas en nuestro país. Mientras que en el área anglosajona fue la Iglesia la que estuvo presente en el germen de lo que serían las bibliotecas públicas; en nuestro país, fue la incautación de los bienes de la Iglesia con la desamortización de Mendizábal, lo que favoreció precisamente la creación de bibliotecas abiertas al pueblo.

La revolución de 1868 que destronó a Isabel II terminó de dar el empujón definitivo, se impulsó la creación de bibliotecas populares en cada distrito universitario; poniendo a maestros al frente. Pero claro, aquí también entró el en juego el oportunismo de los políticos de turno, que solicitaban bibliotecas en sus distritos por motivos electoralistas, para después dejarlas abandonadas, e incluso con las cajas de libros sin abrir. ¿No sigue sonando todo demasiado actual?

 

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Franco inaugurando el primer bibliobús en 1953

 

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Carmen Polo, alias la collares, en versión de Costus

Pero es en el siglo XX, en el que podemos encontrar rasgos propios de ingenio bibliotecario genuinamente español ( a ser posible, por edad, léase esto último con el tono ampuloso y enfático del locutor del NODO)

Más allá del Reglamento para el régimen y servicio de las bibliotecas públicas del Estado de 1901 (que Escolar califica como el empeño legislativo más ambicioso en estos asuntos); de las Instrucciones para la redacción de catálogos de 1902; o de los enormes avances que durante la II República aportaron las Misiones Pedagógicas, habrá que esperar a que termine la Guerra civil para encontrar algo original en la piel de toro bibliotecaria cañí:

  • la aparición de las casas de la cultura, que surgen a raíz del éxito de la Biblioteca Francisco Villaespesa de Almería fundada en 1947, y que resultó ser un buen modelo para una biblioteca pública. En palabras de Escolar:

«las casas de la cultura trataron de modernizar los servicios bibliotecarios […] ampliaron la acción del libro mediante la organización de actividades culturales (exposiciones, conciertos, audiciones grabadas, proyecciones cinematográficas, representaciones teatrales, recitales, cursos y conferencias) que servían, también, para atraer a la lectura a sectores más amplios de la población, al mismo tiempo que se brindaba un local social y de reunión»

 

  • la Biblioteca de Iniciación Cultural creada en los años 50, consistía en enviar lotes de libros por correo a unos 9000 centros, principalmente escuelas rurales y de suburbios de grandes poblaciones. Llegó a enviar unos 10 millones de libros por correo en 12 años de funcionamiento; y murieron de éxito, ya que desvelaron la necesidad de crear bibliotecas escolares. Un asunto, el de las bibliotecas escolares, que como tantos, siguen pendiente de que alguien se lo tome en serio. Fue un invento con patente española, y supusieron un gran impulso para la alfabetización de niños y adultos.
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Susana Estrada, más tapada de lo habitual, ejerciendo de bibliotecaria en el Ateneo Jovellanos de Gijón

 

A estos dos rasgos de originalidad bibliotecaria en nuestro país durante el siglo XX, a Hipólito Escolar se le olvidó añadir dos que son incontestables. Por un lado, el hecho de que una de las musas más heavy del destape de los 70, Susana Estrada, empezara su carrera como bibliotecaria del Ateneo Jovellanos de GijónSoy una experta en foliar mamotretos, y aquí hay de todo, códices, palimpsestos, tumbos…»); y los índices de lectura tan bajos, que nos aportan una originalidad respecto de los países de nuestro entorno, que mejor no destacar.

¿Y en el siglo XXI?, si hablamos de identidad cultural, ya es casi imposible discernir las materias primas que la conforman. Reclamar el copyright o la originalidad de una idea, en el mundo de los Creative Commons, requiere de sesudas investigaciones. Por eso, si de verdad queremos reivindicar algo como propio, reivindiquemos la idea de las casas de la cultura.

 

Viva España

«Soy como una plancha eléctrica, que cuando enchufo caliento en España y en cualquier lugar del mundo» Lola Flores — Fotografía: Alberto Schommer

 

Como ya decíamos en Léeme, soy community manager:

«Ninguna otra institución cultural, como la biblioteca pública, está tan capacitada para hablar de todo; porque todo le concierne. En los museos o filmotecas se refugian las artes plásticas o el cine; pero las bibliotecas lo abarcan todo».

 

Y cuando tanto se habla de repensar a las bibliotecas como centro culturales, que se refuercen como lugares de encuentro, abiertos a todo tipo de manifestaciones artísticas; que no se queden en fomentar la lectura, sino en fomentar la cultura: ¿no estamos hablando de una casa de la cultura del siglo XXI? Un espacio polivalente, abierto a la participación activa y al servicio de las cambiantes necesidades de los ciudadanos.

Cuando el sufijo -teca revalida su vigencia añadiéndose a cada nuevo servicio que se suma, mientras la raíz biblio- se va quedando como una más de las posibilidades en una biblioteca; es momento de reivindicar las cosas de nuestro pasado que nos enlazan con el futuro.

Así pues sigamos atentos al Library Journal, a las novedades que publique la web de la ALA, y a toda innovación venga de donde venga; y adaptémoslas sin problemas. Pero no seamos como Alfredo Landa corriendo tras de una sueca en bikini, y sin necesidad de golpes de pecho patrioteros, revaloricemos lo que ya teníamos.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Egobiblio: narcisismo y bibliotecas en la era selfie

Dicen los analistas y los que hablan de oídas (como es el caso), que el triunfo electoral del Brexit ha tenido más que ver con el enaltecimiento del ego británico de las clases bajas, que con un repudio consciente a la Unión Europea. Los nacionalismos siempre apelan al ego de aquellos que lo tienen más frágil, y en estos tiempos en que gracias a la tecnología el culto del ego alcanza el paroxismo; el caldo de cultivo parece más fértil que nunca.

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El Narciso de Caravaggio absorto en su móvil en el siglo XXI

Si el Narciso de la mitología griega se ahogó embelesado con su propio reflejo; desde el 2014, sólo han hecho falta un palo de selfie y un precipicio, para que 49 incautos narcisistas hayan terminado consiguiendo el protagonismo que buscaban en las redes, a título póstumo. No sabemos aún si los que han votado por el Brexit coquetean con el precipicio, pero el selfie que se han hecho no les favorece. Pero en un país en el que la crisis se ha llevado por delante más de 350 bibliotecas públicas, la única manera de reforzarse la autoestima deben ser los discursos simplistas (tras la resaca electoral, más de uno dirá que también en nuestro país, pero como decían Tip y Coll, la próxima semana hablaremos del Gobierno, hoy no toca).

 

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Believe in your selfie: la verdad está en tu selfie.

 

En el último número de la revista Infobibliotecas, se incluye una crónica de la reunión OCLC EMEARC 2016, celebrada en Madrid a principios de marzo. En este encuentro entre profesionales de la información, bibliotecarios y emprendedores se abordó la denominada «generación selfie«: sus vidas digitales, sus espacios sociales y sus necesidades educativas. Captar la atención de los jóvenes entre 16 y 24 años es el gran reto tanto para bibliotecas, como para el resto de instituciones educativas y culturales; pero más allá de las interesantísimas reflexiones e intercambio de experiencias (para eso habrá que leer la revista), lo que destacamos aquí es una foto del reportaje; concretamente el mensaje que reza en la espalda de la camisa de uno de los participantes: Believe in your selfie (Cree en tus selfiEscanear 13es).

Es cierto que uno de los momentos más provocadores del encuentro, fue cuando el joven empresario Luis Iván Cuende, arremetió contra el sistema educativo, y hasta llegó a sostener que para él las universidades podrían desaparecer y ser sustituidas por bibliotecas, dado que todo está ya online, y lo único que necesita esta generación selfie, son espacios colectivos en los que reunirse.

Bien, suena iconoclasta y blasfemo, como debe sonar todo discurso de un joven airado; pero más allá de estas halagadoras palabras para las bibliotecas (que no para los bibliotecarios, ¿qué papel jugarían si su idea suena un poco a la de un autoservicio?), lo que verdaderamente da la pista es el eslogan en la camisa del anónimo asistente. Si algo deja claro es que si se quiere atraer el disperso interés de esta juventud, no hay otra que elevarles la autoestima, que satisfacerles el ego. Y ¿cómo se hace eso desde una biblioteca?

 

No son como nosotros

El cómic No son como nosotros: rebeldes con causa o sin causa, perdidos en los agujeros negros de la juventud del siglo XXI

 

En las actas del III Congreso de Bibliotecas Públicas se incluía la comunicación de Antonio Díaz Grau: La biblioteca pública como lugar de reforzamiento de la autoestima de los miembros de su comunidad. Entre las propuestas que Díaz Grau enumeraba, para reforzar la autoestima de colectivos e individuos especialmente vulnerables, se recogían: desde grupos raciales, a ancianos, niños y adolescentes. E incluso abordaba una interesantísima actividad desarrollada para combatir el tan, lamentablemente de actualidad, asunto del bullying o acoso escolar.

Pero esta comunicación fue en 2006, no existía aún Instagram, ni los palos para selfies, ni siquiera al autorretrato de toda la vida se le había dado ese nombre. Ahora la autoestima de casi todos, se refuerza a base de seguidores en Instagram, Likes en Facebook, o retuit en Twitter. Y sin tan duchos son en estas herramientas: ¿por qué no dejar que sean los propios jóvenes los que alimenten las redes sociales de la biblioteca?

 

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Drew y Yaiza, la pareja de chicas booktubers que recomiendan lecturas en su canal Never be hopeless

 

Muchas secciones juveniles de bibliotecas podrían contar con la colaboración de algún/os booktubers. Jóvenes con ganas de compartir sus lecturas, a los que la biblioteca les proporciona las lecturas de su interés, y que a cambio, las comparten a través del canal de Youtube de la biblioteca. Habría que contar con la autorización de los padres, claro está, pero hasta el momento el gremio bibliotecario aún conserva cierta respetabilidad de cara a los progenitores.

Hace unos días, en el blog de Infotecarios, la documentalista peruana Silvana Aquino, hablaba de los Bookstragrammers (cada vez un nuevo anglicismo a cual más retorcido), los jóvenes que fomentan el amor por la lectura a través de fotografías de sus lecturas, o de ellos mismos con libros tapándoles la cara. Hay que correr para coger algunos de estos trenes, que pasan con la misma rapidez que los hits en las listas de reproducción del Spotify.

 

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En Latinoamérica nos llevan algo de ventaja en esto de masajearles el ego a los nativos digitales; o dicho más políticamente correcto: en aprovechar las destrezas digitales de los jóvenes para los fines de la biblioteca.

¿Para cuándo un concurso de booktubers en bibliotecas públicas como el que se celebró en Chile a finales del 2015? La Coordinación del Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas ha establecido una fructífera colaboración entre las comunidades de booktubers y las más de 450 bibliotecas públicas del país. Para ello, han capacitado a 20 responsables de bibliotecas municipales en edición de vídeos; y en los cursos de formación, están presentes booktubers célebres en el país. Laura Mera junto con Pía Fuentes, dos de las booktubers con más tirón en las redes, han sido las encargadas de captar a más jóvenes que quieran colaborar con las bibliotecas públicas.

 

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Clipboard01En Uruguay, el pasado 7 de junio se entregaron los premios a los ganadores del Concurso Booktubers Uruguay en la Biblioteca Nacional. Repartidos en tres categorías por edades, de 9 a 12 años, de 13 a 18, y de 18 en adelante (porque el amor por la lectura, y el narcisismo no tiene edad). Los 64 vídeos de los participantes se colgaron todos en el canal de Youtube del Ministerio de Educación y Cultura uruguayo.

En la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, las colas en las casetas con youtubers célebres como Germán Garmendía, superaban en mucho las que se formaban ante figuras consagradas como Alberto Manguel, Mario Vargas Llosa o María Kodama. Y otro tanto pasó en la reciente Feria del Libro de Madrid. No vamos a decir que las bibliotecas deban colaborar con El Rubius o AuronPlay; aunque ¿por qué no? Si los videojuegos son otro campo que hay que sumar a la oferta bibliotecaria: ¿llegará el día en que El Rubius pueda convertirse en colaborador de las bibliotecas? Todo es cuestión de masajear el ego con algo de respetabilidad a la antigua, y hasta las generaciones más descreídas se crecen ante la perspectiva de dar lecciones a sus mayores.

 

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El youtuber AuronPlay sobre fondo bibliotecario

 

Como sostiene el neuropsicólogo Álvaro Bilbao en el artículo Por qué tus hijos no son nativos digitales, publicado en El Mundo:

 

«Tus hijos no son nativos digitales, porque son nativos de un mundo natural. Un mundo en el que manos, boca, ojos, olfato e inteligencia están estrechamente unidos. Millones de años de evolución ha dotado a tus hijos de un cerebro preparado para aprender tocando, escuchando, hablando y jugando. Aunque se empeñen en vendernos lo contrario, la tecnología no es una ventaja a edades tempranas.»

 

Pero como los bibliotecarios no son educadores, pueden aprovecharse de lo mucho que las nuevas generaciones gustan de distinguirse de sus mayores a cuenta de la brecha digital.

La falta de ofertas de empleo público de los últimos años y la falta de salidas profesionales en el campo de las bibliotecas ha hecho que, sin duda; las bibliotecas sean una de las unidades administrativas que suman no pocos números en ese 62,8% de mayores de 50, que hacen que la Administración haya envejecido en estos años de crisis.

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Madonna extrayendo la energía de la joven Britney Spears en los premios MTV 2003

Unos bibliotecarios seniors cuya formación fue analógica, pero que se subieron al carro de las nuevas tecnologías allá por los 90; y cuya profesión les ha obligado a actualizarse de manera continua. Unas generaciones que pese a los estragos que las nuevas tecnologías hayan podido hacer en su capacidad de concentración: siguen siendo capaces de elaborar discursos más ambiciosos que los que las generaciones hiperestimuladas digitalmente. ¿Es el momento de hacer una loa de la colaboración intergeneracional bibliotecarios senior-generación selfies para beneficio mutuo? No, nada de eso, es hora de invocar el mito de la condesa Erzsébet Báthory, ya saben, la difamada aristócrata húngara que según la leyenda; sacrificó cientos de jovencitas para bañarse en su sangre, y mantener su juventud. Y a la que ahora la ciencia le ha dado la razón.

Ok, suena fuerte ¿no? Pero si se quiere atraer a los jóvenes, mejor que pongamos un poco de gore al cuento de la biblioteca si no queremos que tuerzan el gesto. Por eso para terminar acordes con el asunto, nada mejor que un corto que triunfó en Youtube, y que combina emociones fuertes y selfies. Y es que los narcisos de la generación selfie ya no se ahogan en su reflejo, es su sobrealimentado ego en forma de zombi el que los acecha.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Trastorno bipolar bibliotecario en fase crítica

 

Bibliotecarios contra Google

Bibliotecarios en lucha contra el gigante Google: cambiando el paradigma cultural. Ilustración de Asaf Hanuka.

 

Hace unos días, una escritora y psicoanalista que recientemente firmó en la Feria del Libro de Madrid, compartía en su muro de Facebook, la foto del expositor instalado en la entrada de una biblioteca pública que había visitado.

El expositor en cuestión ofrecía una selección en la que se entremezclaban en alegre confusión, títulos de autoras tales como Danielle Steel, Nora Roberts, Johanna Lindsey, Stephanie Laurens, y perdida entre tanta portada con letras doradas en relieve, y musculosos maromos a pecho descubierto abrazando apasionadamente a féminas a punto del desmayo: un ejemplar de Sentido y sensibilidad de Jane Austen. El expositor se adornaba con caseros corazones recortados en cartulina, que no dejaban lugar a dudas de la temática del centro de interés en cuestión; pero por si acaso, un cartel lo coronaba ahuyentado cualquier duda, con el rótulo Novela Romántica.

 

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«Él era despiadado, hermoso y salvaje como el mar Caribe. Debía domar a esa niña y despertarla al éxtasis del amor» [Texto en cubierta de Pirata] «Él juró que jamás se casaría. Ella juró no dejarse atrapar por ningún hombre…» [Texto en cubierta de El juramento de un libertino]

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Muérdeme si puedes, una variante del género romántico: el paranormal romance

 

La escritora acompañaba la foto con un texto, en el que manifestaba su sorpresa y desagrado; y en el que se preguntaba si acaso los técnicos de biblioteca no tienen como función formar lectores, y no adaptarse a los gustos del mercado. A continuación sus seguidores comentaban reforzando los argumentos de la escritora, y sumando otro clásico en este tipo de debates, como son los libros de autoayuda.

Un debate tan viejo casi como las bibliotecas, sobre lo que debe o no deben ofrecer las bibliotecas y priorizar los bibliotecarios; pero, ¿realmente le corresponde a los bibliotecarios formar al público (un público adulto se entiende)?, ¿no deberían venir ya formaditos y exigir a la biblioteca que satisfaga sus demandas? Los artículos sobre la labor prescriptora de los bibliotecarios han proliferado durante los últimos años. Los bibliotecarios no deben actuar ya como intermediarios, sino casi como médiums que invoquen el espíritu de una cultura que muta cada segundo a golpe de clic.

 

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En el ensayo Música de mierda, el crítico cultural Carl Wilson aborda el peliagudo asunto del buen gusto y los prejuicios culturales. Si bien dicho ensayo está centrado en la música pop, sus reflexiones sirven para cualquier reflexión en torno a lo que se supone es el «buen gusto» (así repelentemente emparedado entre comillas no vaya a ser que se derrumbe un concepto tan baqueteado).

Wilson toma como figura central de su ensayo la música de Celine Dion (a la que al final hasta le coges cariño, por mucho que abomines de su música). Su compatriota canadiense parece encarnar el epítome de lo más vulgar e irritante de la música de masas; algo así como el equivalente a lo que en literatura representan las autoras cuyos libros se exponían en la biblioteca que tanto molestó a la escritora.

El texto que aparece en contracubierta resume a la perfección de lo que habla Wilson, y sirve para terminar de encuadrar de lo que se habla en este post:

«Lloramos con baladas de las que nos hemos burlado antes. Mentimos sobre lo que nos gusta para que nos acepten. Y decimos que los demás tienen muy mal gusto. Un ensayo maravilloso sobre el amor (a la música), el esnobismo como coraza y la capacidad de emoción en tiempos de cinismo»

 

La capacidad de emoción en tiempos de cinismo, una buena definición para la manera en que mucha gente consume cultura en nuestros días. Wilson en su ensayo se remite al estudio que el sociólogo Pierre Bourdieu llevó a cabo en la década de los 70, y que se publicó bajo el título de La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Wilson resume las conclusiones del sociólogo francés de este modo:

 

«El gusto es una forma de diferenciarnos de los demás, de perseguir la distinción. Y su producto final es la perpetuación y la reproducción de la estructura de clases […] el gusto es una herramienta […] que se usa para conseguir una ventaja competitiva. Y en una sociedad capitalista, esa competición se estructura (y se exacerba) según criterios de clase, para favorecer a la élite dominante […]

En términos de principios del siglo XXI […] la distinción se reduce a ser cool o no serlo. […] Las grandes empresas y los prescriptores culturales anhelan tanto como las personas individuales forjarse una imagen cool […] Por mucho que digamos, muy pocos de nosotros somos verdaderamente indiferentes a lo cool […] Ignorar lo que es cool puede traducirse en un descenso en el escalafón social en un momento en el que mucha gente pierde el tren de la clase media.»

 

lead_largeRepasar las historias de cualquier disciplina creativa es una demostración práctica de lo que señalaba Bordieu, entre los que defienden el canon cultural en el que están situados, y los que pugnan por crear uno nuevo que les favorezca. «Siempre hay alguien más joven y hambriento bajando las escaleras detrás de ti» que decían en esa obra magna del kitsch nunca suficientemente reivindicada como fue Showgirls. Y en medio de estas fluctuaciones continuas en el mercado cultural, ¿qué papel pueden jugar las bibliotecas?

La función de una biblioteca es proporcionar el acceso a la cultura a los ciudadanos, y eso pasa por intentar darle a cada uno lo que quiere. Una biblioteca debe considerar a sus usuarios personas adultas, aún por aberrantes que puedan parecerles sus gustos a algunos. Otra cosa es que luego potencie los fondos que considera de mayor calidad, según obviamente los criterios establecidos por las élites culturales, pero eso no va a hacer que los consuman quienes sólo quieren una determinada cosa de la biblioteca; y están en su derecho, porque la sostienen con sus impuestos, igual que los que tienen supuesto buen gusto cultural. Son las virtudes/efectos colaterales (según quien lo analice) de la democratización del acceso a la cultura.

El trastorno bipolar que esta pugna puede provocar en los bibliotecarios, lejos de remitir, se agudiza ante el inabarcable horizonte cultural que presenta el nuevo siglo.

 

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Highbrow, lowbrow y middlebrow (clase alta, clase baja, y clase media) tres conceptos provenientes del mundo anglosajón en lo que respecta a consumo cultural. Tanto el lenguaje corporal, la vestimenta, como el objeto de su interés describen a la perfección a las tres clases sociales en esta foto.

 

A principios del siglo XX, en el mundo anglosajón se establecieron las jerarquías sociales de acuerdo al consumo cultural. La escritora Virginia Woolf ya distinguía en su día entre highbrow, middlebrow y lowbrow, que vendrían a ser el equivalente a aristocracia, burguesía y pueblo (vistos más desde la perspectiva del nivel cultural que del económico, aunque las correspondencias se hagan inevitables).

Woolf, representante de los highbrow, mostraba su aprecio por los lowbrow, por su simplicidad y por servir para resolver esas cuestiones prosaicas del día a día, a las que los highbrow, desde sus torres de marfil, no podían atender. Por contra, abominaba de los middlebrow, esos advenedizos que se apropiaban de la cultura como un oropel sobre el que reforzar su ansiado ascenso social.

Para desgracia de la autora de Al faro, y alegría de muchos lowbrow, cuyas condiciones de vida mejoraron permitiéndoles evolucionar a middlebrow: la clase media se convirtió en el motor del progreso a lo largo del siglo XX; hasta la crisis actual que parece empeñada en aniquilarla. Y las bibliotecas públicas: ¿que son? sino la clase media del mundo de las bibliotecas. Por eso, ¿qué pueden hacer más que abrirse a todos los que quieran introducir cambios, estar atentos, sin excluir a nadie?

 

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Obra de la pintora Alison Rector, de la serie de cuadros que dedicó a las bibliotecas públicas del condado de Maine. Bibliotecas públicas al servicio de la clase media.

 

Difícilmente los amantes de las novelas de Steele, Roberts o Lindsey que tanto incomodaron a la escritora de la que se hablaba al principio; van a suponer ningún cambio de paradigma cultural, porque ya están más que instalados en su nicho cultural (o subcultural), pero si hay muchos frentes desde los que nuevos invasores (cómics, videojuegos, gastronomía, moda…) golpean el portón que un día protegía el concepto decimonónico de alta cultura.

 

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El brillante cómic mudo sobre el mundo del arte White cube. En esta página, obligado a elegir entre cómix o arte: el personaje se enfada, y toma el camino de en medio, harto de que aún no se admita al cómic dentro del canon cultural.

 

En medio de ese panorama, la biblioteca pública está más obligada que nunca a dar asilo a los refugiados de la cultura, a esas masas a las que el mercado zarandea apelando a sus instintos básicos, a esos lowbrow cuyas filas la crisis no cesa de engrosar. Los middlebrow, mientras puedan resistir en esa categoría social, ya disponen de medios para defenderse; y a los minoritarios, pero cada vez más atrincherados highbrow, lo de biblioteca pública casi debe sonarles a oxímoron.

En el reciente #postenobras se sostenía en plan eslogan que: La cultura es nuestro Dios, y Frankenstein (o Robocop) su profeta. Una manera de decir que la cultura en nuestros días está hecha de mil trozos, algunos de organismos nobles, y otros de materiales de derribo; pero cuyos costurones cada vez menos gente se preocupa en disimular. Lucirlos ostentosos es casi un mérito a la hora de simular tener criterio propio. Con dos pequeñas modificaciones, la frase en cuestión se puede reciclar sin problemas para este post:

La cultura pop es nuestro Dios,

y Vargas Llosa su (insospechado) profeta.

Nadie como el nobel (el corrector ha querido cambiarlo por noble, toda una señal) peruano para representar, sin pretenderlo, este momento que estamos viviendo. Él, que tan lúcidamente daba un repaso al deterioro progresivo del canon cultural propio de la primera mitad del siglo XX en La civilización del espectáculo: ha terminado representando en papel cuché la imagen perfecta de este guirigay cultural en el que estamos inmersos. Aunque pensándolo bien, tal vez sea una muestra de su integridad intelectual: el ¡Hola! puede que sea de lo poco que aún preserva intacto el concepto de clasismo para consumo de las masas, que caracterizó a siglos precedentes.

 

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Esto daría para otro debate, ¿deberían las revistas del corazón formar parte de la hemeroteca de una biblioteca? ¿no son acaso fuentes inagotables de estudio sociológico de nuestro presente y nuestro pasado? Pero la enjundia de tal asunto requeriría de tal densidad, que mejor relajamos tanta intensidad, y lo aplazamos para otro post.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Escapando de la biblioteca, escapando de los bibliotecarios

 

Si en el post anterior, repasábamos la deuda que las bibliotecas del siglo XXI tienen para con los supermercados y grandes superficies; en este post arrancamos con un ejemplo de que, una vez más, las bibliotecas asumen fenómenos cuyo hábitat natural no es en principio el bibliotecario, pero que sorprendentemente una vez trasplantados, se aclimatan con la mayor naturalidad.

En Cracovia, una de las sensaciones para celebrar la Noche de las bibliotecas, consistió en crear una escape room, que tan de moda están en la actualidad. Por si alguien no sabe de qué va el asunto, resumiremos que consiste en un juego psicológico, en el que voluntariamente los participantes son encerrados en una habitación, con un tiempo establecido, en el cual tendrán que resolver los enigmas que se esconden en la misma, y cuya resolución les permitirá liberarse del encierro.

 

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La huella (1972) el clásico de Mankiewicz al que siempre se vuelve

Con la de ficciones que han tomado a las bibliotecas como escenarios de crímenes, misterios, y secretos inconfesables: ¿cómo no se había planteado algo así dentro de las actividades bibliotecarias en plena era de la gamificación? La Noche de las bibliotecas polaca es la segunda vez que se celebra, e implica tanto a bibliotecas públicas como a bibliotecas escolares. Los participantes tenían que resolver el caso del escritor misteriosamente desaparecido; y las pistas estaban ocultas en el catálogo de la biblioteca, en las estanterías o en una máquina de escribir.

Como los juegos de guerra, las batallas de paint ball o las invasiones zombis, las escape room se han convertido en otro sector dentro de la oferta ocio que muchas empresas están ofreciendo. Plantear algo así en una biblioteca es otra opción para promocionar los fondos y servicios de la misma entre todo tipo de público; pero sin duda, con preferencia por ese sector que tanto cuesta atraer: los adolescentes.

 

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Cube (1997), un auténtico estudio de personajes en una película de intriga matemática de alto voltaje

 

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El cómic original en el que se han basado las posteriores versiones cinematográficas de la claustrofóbica historia de Old boy

Old boy, Calle Cloverfield, La huella, Coherence o clásicos tipo Agatha Christie: hay miles de referentes en cuestión de ficciones que hacen de la resolución de pistas, el centro de su trama; y hay mil escenas cinematográficas o literarias de historias de misterio ambientadas en bibliotecas.

El escapismo como una opción para dinamizar y gamificar la experiencia bibliotecaria; pero mucho más difícil que escapar de una biblioteca, es escapar de los lugares comunes y los estereotipos en torno a las bibliotecas, y los bibliotecarios; y la fotógrafa Mariela Niels lo está intentando a través de su proyecto: Retratos de bibliotecarios de la región francesa de Auvernia.

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Véronique Maurin de la Biblioteca de la Comunidad de Riom

 

Niels desmonta estereotipos en torno a las bibliotecarios, a través de la mirada irónica que arroja sobre el mundo bibliotecario y sus clichés. De momento, sólo han transcendido dos de los montajes fotográficos que ha llevado a cabo con bibliotecarios de la citada región francesa; pero el objetivo es fotografiar hasta a 10 bibliotecarios de diversos centros de la zona, en situaciones y escenarios que subviertan desde el humor, la imagen prototípica de lo que se suele asociar al gremio bibliotecario.

La idea nace de un encargo por parte de la Asociación de Bibliotecas de Francia, con motivo de la celebración del 62º Congreso de la Asociación que se ha celebrado del 9 al 11 de junio. Según declaraciones de la fotógrafa: «la idea original era tener imágenes que cambien los estereotipos, que muestren una visión muy dinámica de la bibliotecología. Como trabajo mucho los estereotipos, he propuesto una serie de retratos de profesionales en sus lugares de trabajo«. Para ello, se entrevistó con cada uno de los protagonistas de estos retratos, que estarán disponibles en breve en internet bajo licencia Creative Commons, para que todos podamos utilizarlos y difundirlos.

 

Géraldine Debus de la Médiateca

Géraldine Deus de la Mediateca de la Comunidad de Municipios entre Dore y Allier

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La bibliotecaria que todavía ama a los libros: una de las portadas pulp de la cuenta de Twitter Pulp librarian

 

Una nueva vuelta de tuerca en torno a la figura del bibliotecario, esa imagen sobre la que ya hablábamos en Bibliotecas indies, bibliotecas mainstream; y que mucho nos tememos que por muchos retratos iconoclastas que Niels lleve a cabo, seguirá recargada de esos lugares comunes con que todo colectivo profesional carga. La ironía es sin duda la mejor manera de afrontar la pereza mental con la que todos, en mayor o menor medida, nos representamos lo que desconocemos. Por otro lado, tampoco sabemos si nos gustaría que estos tópicos desaparecieran del todo, con el juego que nos dan en blogs, artículos de revistas y demás foros bibliotecarios.

 

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Pantalla inicial del videojuego online El relámpago bibliotecario

 

¿Qué sería del encanto de las portadas de las noveluchas pulp que publica Pulp librarian slide_311654_2773059_freeen su imprescindible cuenta de Twitter, si no fuera gracias a que han existido, y persisten, muchos de esos sambenitos en torno a los bibliotecarios? Ni existirían juegos como El relámpago bibliotecario (Lightning librarian), ni la versión Barbie o Lego de la profesión, ni Miguel Salas Díaz autor de Las almas nómadas, (Premio Hiperión de Poesía 2011) habría tenido de dónde tirar para hacer del estereotipo poesía, en un texto que tan apropiado resulta para esta nueva temporada de salas de bibliotecas atestadas de estudiantes.

 

OPOSITOR
(a una bibliotecaria)

No te ríes jamás. Eres sosísima.
Ir a la biblioteca es un dolor.
Pienso probarlo todo, todo por contemplar
tras tus labios sangrientos de arrecife,
el fulgor abisal, el ordenado
banco de pececitos de marfil
de tus dientes perfectos y monótonos.
Voy a hacerte reír, hija del mal,
y volveré después a mis temarios
sabiendo que he hecho algo por el mundo,
sabiendo que la vida estará en deuda
con un opositor de alma marchita.

Las almas nómadas, XXVI Premio de Poesía Hiperión 2011

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Supermercados de la cultura: oferta del día en ideas propias

 

Esta semana uno de los tuits que más interacciones ha registrado en la cuenta de Infobibliotecas (aparte de los tuit relativos al #postenobras, gracias por preguntar) ha sido el que recogía la acción de dos artistas alemanes que colgaron una pancarta sobre la fachada de la biblioteca de la ciudad de Stuttgart, rezando en grandes letras: Estoy con un estúpido, señalando al centro comercial que está junto a la biblioteca en cuestión.

 

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Houellebecq, la lectura necesaria para ponerle los límites al reflejo de la biblioteca en el supermercado.

 

Esta ingeniosa denuncia del consumismo galopante que todo lo invade, supone un gran halago para las bibliotecas en general. Es de agradecer esa consideración por parte de Günther Mailand y Frida Innenhof, que así se llaman los artífices de colgar ese orgulloso pendón en defensa de la cultura. Pero para ser justos, sería muy desagradecido por parte de las bibliotecas que aceptaran sin más el piropo, sin reconocer la deuda que las bibliotecas del siglo XXI, tienen para con los supermercados, los centros comerciales y grandes superficies en general.

En una biblioteca patrimonial, en una biblioteca especializada, o por supuesto, en una privada; es lícito que se preserve ese espíritu de institución aún depositaria del desvaído concepto de Alta cultura; pero ¿en una biblioteca pública? El sueño húmedo de cualquier biblioteca pública (si es que una biblioteca tiene de esas cosas) es contar con un público tan nutrido, variopinto y asiduo como el de los centros comerciales.

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La musa venal: producción y consumo de la cultura industrial, ensayo del profesor de semiótica de la Universidad de Alicante, Raúl Rodríguez Ferrándiz. Un interesante recorrido en la evolución del concepto de cultura.

En una biblioteca pública, la cultura hace mucho que dejó de ser algo académico y exclusivista, y pasó a ser parte integrante de la oferta de ocio de los ciudadanos (y en su capacidad de crecer como centro de ocio cultural, les va la supervivencia en estos tiempos). En una biblioteca pública la cultura ha de ser algo de consumo diario, como el detergente, el agua, la leche o los huevos lo son en un supermercado: artículos básicos en la cesta de la compra de pensamientos propios.

Puede que tejuelo, CDU, incunable, OPAC o signatura topográfica sean términos originariamente bibliotecarios, pero marketing, benchmarking, diagramas de flujo o análisis DAFO, han sido fusilados por las bibliotecas del mundo empresarial.

Que sí, que es necesario seguir teniendo una mirada sobre las bibliotecas como refugios de un concepto de cultura sin leyes de mercado de por medio; pero quedarse en ese espejismo, sólo las empuja un poco más a la irrelevancia en este mundo regido por la obsolescencia programada. Así pues, si queremos de verdad preservar algo de santuario, empecemos por reconocer lo que las bibliotecas tienen en común con supermercados y grandes superficies:

  • puede que centros de interés sea un término acuñado en el gremio bibliotecario, pero no es más que la manera de rebautizar una de las técnicas que suponen el abc de cualquier supermercado o gran superficie: hacer que el público se tropiece prácticamente con la mercancía de manera que capture su atención,
  • las colecciones de libre acceso ordenadas por CDU son propias de las bibliotecas, sin duda, pero ese recorrido por las diferentes secciones
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    Clerks, la primera y celebrada película de Kevin Smith, ambientada en un supermercado.

    tropezándose a cada paso con nuevos reclamos, ¿no suena demasiado al obligado recorrido por todas las secciones que han llevado al extremo establecimientos tipo IKEA?

  • la simpática (y ya algo agotada) moda de los flashmob, surgió como una de las tendencias que crean las redes sociales, y uno de los lugares preferidos para convocarlas, fueron desde el principio las grandes superficies y supermercados. Las marcas sin perder el tiempo, empezaron a apropiarse de la idea para hacerse las guays y conectar con el público joven. Poner flashmob y biblioteca en el buscador de Youtube arroja una cifra de 56.800 resultados, sobran las palabras,
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Por si a alguien se le ha olvidado: antes que en las bibliotecas, los flashmob proliferaron en los centros comerciales

  • puede que las catedrales del consumo lo tengan más fácil a la hora de seducir a las masas, pero eso no quita para que la competencia feroz
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    El amanecer de los muertos de Georges A. Romero, o cómo hacer una de zombis y una crítica a la sociedad de consumo, situando la trama en un centro comercial.

    a la que se enfrentan, haya llevado a más de una a la quiebra. Y las bibliotecas han estado al quite para cual ultracuerpos, invadir sus espacios desahuciados en varios ejemplos de okupación bibliotecaria.

    Desde la gran superficie Eden Prairie en Minnesota, que en 2012 se reconvertía en la biblioteca de una planta más grande de los Estados Unidos; o hace tan sólo unas semanas, la biblioteca Indian Trails en la ciudad de Wheeling (Virginia) se mudaba a un centro comercial mientras se construye su nueva sede. Lo sorprendente para el personal, ha sido constatar la gran afluencia de público que la biblioteca ha recibido en su nueva ubicación comercial,

  • por no hablar de los Bibliomercados (el último inaugurado en la ciudad de Murcia hace unos días), en los que la alta cultura se apea de la mayúscula, a fuerza de compartir vecindad con las ofertas del día en salazones, frutas o pescado fresco.

 

En el 2012 la escritora británica Ann Cleeves publicó un artículo bajo el nombre de Las bibliotecas no son supermercados, son lugares mágicos dónde empiezan los sueños. Leyéndolo no cabe duda del amor que Cleeves profesa por las bibliotecas, pero pintarlas como lugares mágicos en los que la imaginación vuela, queda precioso para niños, y powerpoint de atardeceres con frases de Paulo Coelho; pero poco eficaz a la hora de persuadir a los responsables políticos de turno.

Es mil veces preferible el eslogan de la librería La Casquería, en el mercado de San Fernando en Madrid:

«un libro debe fabricarse como un reloj, y venderse como un salchichón»

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Así pues, que las bibliotecas públicas sigan manteniendo a raya el consumismo sin criterio, que sirvan de antídoto al ritmo de caducidad que barre los escaparates de las librerías (y que Rodríguez Rivero vuelve a poner en evidencia en su crónica sobre la Feria del Libro de Madrid 2016) , que actúen como barricada contra la alienación de las marcas blancas del pensamiento. Pero que no por ello, dejen de mirar las historias de éxito de ventas, que se deslizan por las cintas transportadoras de los supermercados (como las de la campaña #ValeMuchoCuestaPoco de los supermercados Aldi, de los que ya hablábamos en el #postenobras).

Alaska1Quiero ser un bote de Colón, y salir anunciado por la televisión, una aspiración legítima para las bibliotecas de hoy día. Pero mucho nos tememos, que al tema de Alaska y los Pegamoides, se le ven demasiado las hechuras culturetas warholianas, como para que sirva al propósito de una de las técnicas de venta de grandes superficies, que de momento, no es asumible en bibliotecas.

El hilo musical euforizante que manipula nuestros sentidos haciéndonos, se supone, consumir más y más. Ojalá consiguiéramos el equivalente de esta técnica para adaptarlo a las bibliotecas. Por el momento, nos quedamos con el dúo noruego Galantis, que lleva esa técnica al extremo en este vídeo, que resulta de lo más apropiado para terminar de ambientar el post.

 

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Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

… (post en obras)

 

AVISO: este post es una zona en obras. No se requiere casco, porque todo lo que obstaculice la libre circulación de las ideas, está vetado. El post está sujeto a cambios continuos. Si ya lo leíste, puedes pasar directamente al final para ver las reformas que se han ido añadiendo en días posteriores a su publicación; y que quizás terminen afectando a su estructura.

 

Esto no es un post, tampoco es una pipa como dijo Magritte. Es algo parecido a un mueble de IKEA, pero sin instrucciones de montaje. Se podría decir que es un experimento, pero sería falso, porque cuando está todo inventado, hablar de experimentos suena demasiado pretencioso. Para empezar contraviene todos los protocolos SEO implementados en este blog para reforzar su localización por los motores de búsqueda. No, no se trata de que el blog de Infobibliotecas se pasa a la Deep web (ya saben, el lado oscuro de internet); pero como no sea mediante Compartir, Likes, retuits y demás vericuetos digitales, este post quedará como un mensaje en una botella que no arriba a ninguna orilla. Probablemente no sea más que un suicidio estadístico; pero como decía Eugeni D’Ors, los experimentos se hacen con gaseosa: y nada hay más gaseoso que el medio digital.

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La pregunta de partida es la única certeza: ¿tiene sentido escribir un blog en una biblioteca a estas alturas?

En una revista está claro que sí, pero aquí hablamos de bibliotecas. Si se buscan, en la Red hay profusión de artículos que nos glosan las virtudes y ventajas, de vender las ofertas bibliotecarias a través de los medios que pone a nuestra disposición internet. Que si Twitter, que si Facebook, que si Instagram, que si Periscope … pero antes de todo esto: estaban los blogs.

Repasando los blogs de bibliotecas que aparecen en la web Blogs de bibliotecas públicas, el uso que mayoritariamente dan las bibliotecas públicas a los blogs, es el de tablones de anuncios redactados y dirigidos de manera unidireccional desde los bibliotecarios al público. Actividades, novedades, concursos, fotografías de eventos suelen ser lo más habitual; informaciones que también pueden darse simplemente desde la web de la biblioteca.

 

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Ranking de los blogs más citados, según la encuesta realizada para el trabajo fin de grado de Miguel Ángel Vera Baceta en 2013: Aproximación a la Biblogsfera española

 

En el libro Creative Library Marketing and Publicity: Best Practices (Publicidad y marketing bibliotecario creativo: mejores prácticas) editado por Robert J. Lackie y Sandra Wood en 2015, recogen las exitosas iniciativas puestas en práctica por el Sistema de Bibliotecas Públicas de Plano, en Texas. Según se detalla en el tercer capítulo, en la gestión de los social media del sistema de bibliotecas, están implicados hasta 68 miembros de los 174 que conforman las plantillas. Pero los equipos no se componen sólo de personal bibliotecario; acertadamente, combinan mitad de personal bibliotecario, con la otra mitad compuesta por personas ajenas, no profesionales de la biblioteconomía.

Plantear algo así en la mayoría de bibliotecas de nuestro país suena a broma en estos tiempos de recortes presupuestarios y de personal. Pero siempre hay opciones, o al menos, experimentos con gaseosa.

En la plataforma especializada en tecnología CNET, en unas semanas se publicará la novela Control de masas. ¿Qué tiene de particular esta novela de ciencia ficción? Que ha sido escrita de forma colaborativa por 120 autores (conocidos y anónimos) a través del uso de la herramienta Google Doc, en un solo documento publicado con licencia Creative Commons. Este es el ejemplo más reciente que ha saltado a los medios sobre escritura colaborativa online, pero sólo hay que navegar un poco por la red para encontrar mil ejemplos más.

 

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La escritura colaborativa o la narrativa transmedia, son posibilidades que se pueden poner en práctica para dar un vuelco al blog de una biblioteca pública. En el entorno digital, la dudosa veracidad de los contenidos es una constante, y aprovechar el prestigio que, pese a todo, aún se les reconoce a las bibliotecas, es una oportunidad.

Pero seamos realistas, las propuestas e ideas que se dan en los blogs especializados en biblioteconomía (como en este mismo), en ocasiones, quedan muy lejos de la realidad cotidiana de la mayoría de bibliotecas. Quemamos etapas, y ya estamos inmersos en la Biblioteca 3.0, cuando la mayoría, ni siquiera ha tenido tiempo de poner en práctica lo que de bueno ofrecía la 2.0. Por lo que vamos a intentar probar qué se podría hacer al respecto, pero no contándolo, sino experimentándolo.

 

 

La cultura es nuestro Dios,

y Frankenstein (o Robocop) su profeta 

 

El cineasta chino Jia Zhang-ke, en su última película Más allá de las montañas, utiliza un recurso que copiamos con descaro aquí. El título no aparece al principio de la película, sino a la mitad del metraje, como una manera de fraccionar la narración, de narrar los hechos desde otro enfoque. Aquí no aspiramos a grandes discursos creativos, tan sólo a convertir al post en una probeta, en una criatura hecha de trozos de otros cuerpos, en la que todo el que quiera, está invitado a participar. Y a partir de aquí, el post está más en obras que nunca.

Arrancamos emulando al doctor Frankenstein, con una blasfemia: defendiendo la aplicación de la estrategia Belén Esteban a los blogs de bibliotecas. ¿Qué es lo que más se valora en las redes sociales, en los medios, y hasta en la literatura? La impudicia, dirán algunos y no les falta razón; pero por ser amables digamos que es la sinceridad, el exhibicionismo, las confesiones, el mostrarse tal y como se ve uno a sí mismo: con sus defectos y sus virtudes. Como rezaba el titular de un reciente artículo de El cultural sobre el auge de la autoficción: Si la ficción ha muerto…¿todo está permitido?

Contando historias en una cinta de supermercado, la estupenda campaña de los supermercados Aldi. ¿Cuántas historias así se podrían contar con los préstamos que se hacen en una biblioteca? 

 

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Egosurfing, o danos hoy nuestra ración de narcisismo digital de cada día y perdona nuestras ofensas

Vamos a contar mentiras que cantábamos de pequeños; o verdades: juzgarlas sólo corresponde a quien las lea. Utilizar el blog de tu biblioteca para contar un relato, una historia.

Cada vez que cuelgas una foto en las redes, que te haces un selfie y lo publicas en Instagram, que compartes tu firma en alguna solicitud de Change.org: estás contando tu historia, la parte de tu vida que quieres que conozcan los demás, construyendo el relato de una identidad pública en la que muchos simulan vivir todo el tiempo.

Es humano, todos queremos salir favorecidos en la foto. Por eso, si todo el mundo cuenta su vida en las redes, cuenta la de tu biblioteca e invita a los demás a que participen. En algunos hoteles noruegos es habitual encontrar en el vestíbulo; un panel con favorecedores retratos fotográficos de su personal, en elegante blanco y negro, con sus nombres de pila y cargo debajo. Es una forma de hacer más confortable la estancia, de dar la bienvenida al huésped.

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Los seis volúmenes de Mi lucha del noruego Karl Ove Knausgárd, se han erigido en una de las más aclamados ejemplos de autoficción. Su sinceridad al narrar su vida ha conectado con muchos lectores, reafirmando el boom de la literatura del yo.

Así pues se trata de pensar en cómo te gustaría que vieran a tu biblioteca, y empezar a contarla según esa imagen mental:

  • narrar anécdotas cotidianas, en las que no comprometamos a nadie por ello. No se trata de hacer grandes alardes literarios. Se trata de usar el blog como si de un diario personal se tratara, sólo que de forma colectiva. Como en el resto de escaparates digitales, cada uno decidirá hasta dónde está dispuesto a enseñar. Lo cómico y lo sentimental, cotizarán al alza como bien se sabe,
  • conectar el relato que hagamos del día a día de la biblioteca con la actualidad social más inmediata. Narrar cómo afecta a la biblioteca las circunstancias de nuestro entorno, confesar los problemas y lo que no nos gusta (y aquí cada uno sabrá hasta qué punto contar para no meterse en líos)
  • si la privacidad cotiza a la baja en general, no digamos en una institución pública (que se suponen transparentes), así que no tengamos miedo a mostrar las debilidades, los puntos flacos que estamos trabajando para mejorar,
  • y por encima de todo, abrirlo al público. No podemos saber de todo, pero en nuestra comunidad seguro que hay gente con ganas se expresarse, de comunicar, y compartir aficiones. Adoptar la forma de hacer de los fanzines, e ir sumando firmas de aficionados al cine, la música, el cómic, que seguro hay en nuestro entorno, y querrán hacer proselitismo de sus aficiones,
  • y en medio de todo, el bibliotecario, como auténtico community manager, es decir como el que maneja (en el buen sentido) a la comunidad, y le da un orden, una lógica, una estructura a través del blog.

 

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Kit para que hagan scrapbook los amantes de la lectura y los libros

 

Por eso este post está en construcción, desde el mismo título (que no tiene). Quien quiera participar tanto bautizándolo, o con reflexiones, imágenes, vídeos, enmendándole la plana, u otra cosa que se pueda publicar y editar en el formato de blog en WordPress: está invitado a hacerlo. Como si se tratara de un scrapbook en digital, todo lo que se reciba (y tenga que ver con el asunto, que tampoco se trata de jugar al cadáver exquisito) en la dirección: vfunes@infobibliotecas.com, o se comparta en el Twitter de Infobibliotecas con el hashtag #postenobraso se añada a los comentarios de este post: se irá añadiendo al texto, para ir enriqueciéndolo; o llegado el caso, generando otro nuevo.

Es de esperar ante esta propuesta de tormenta de ideas, que el resultado sea un silencio atronador. Pero por si acaso, a alguien hemos conseguido seducir (aunque sea para criticarnos, siempre que sea constructivo, que no se trata de practicar el masoquismo digital) para fabricar a este monstruo; lo que se añada aparecerá bajo la autoría colectiva de Alan Smithee, y aquí es necesario hacer una pequeña aclaración.

El nombre de Alan Smithee (y algunas variantes de este nombre) aparece como responsable en muchas películas totalmente dispares en cuanto a género, época y estilo; la explicación de tan nutrida y dispar filmografía se debe simplemente a que el tal Smithee, no existe. Desde los años 60, éste ha sido el nombre con que se han firmado aquellas películas hollywoodenses, cuyos artífices, ante el resultado final; han preferido negarles su paternidad.

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Por eso, independientemente de que aparezca el nombre de quien colabore junto a su aportación, la autoría global de esta tormenta de ideas en forma de post, irá bajo la firma de Alan Smithee; porque de lo que se trata es de montarnos una película de la que es posible que nadie quiera responsabilizarse. Una forma de renunciar al ego (pero ¡qué falso suena!) en esta creación bastarda que estamos proponiendo concebir entre todos.

Y mejor que lo dejemos aquí, antes de que esto termine como uno de esos anuncios de contactos que muchos leen para reírse un rato, y que a nadie se le ocurre responder.

 

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La cultura es nuestro Dios, y Frankenstein (o Robocop) su profeta

 

Reformas posteriores a la fecha de publicación

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Las tripas de la lectura: retorno a las entrañas

Plastinación, ese es el nombre que recibe la técnica desarrollada por el artista y científico alemán Gunther von Hagens, a través de la cual se extrae el agua de un cuerpo, y se sustituye por una solución plástica que endurece los entresijos del organismo y permite, entre otras cosas, exhibirlos en museos, ferias, salones de ciencia, y mil sitios más. Han salido en películas, en mil reportajes y fotografías, acompañados por ese halo de polémica imprescindible para que algo destaque en estos tiempos.

 

 

El grado de malestar y fascinación que provoca la obra de Hagens, aún se queda corto al compararlo con el universo malsano y pesadillesco de las fotografías de Joel Peter Witkin. Bodegones que parecen extraídos de una versión gore del clásico La parada de los monstruos de Tod Browning, en los que la deformidad física, los cadáveres, la muerte y el sexo, se dan la mano en representaciones que podrían figurar entre las pinturas negras de Goya.

 

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Bodegón cadavérico de Joel Peter Witkin

 

El bodegón o naturaleza muerta alcanzó un gran auge durante el Barroco. En el siglo XVII las crisis económicas, políticas, sociales y morales sacudían Europa. Las desigualdades sociales se agudizaban, la intransigencia religiosa y las guerras no dejaron de influir el arte de un tiempo, que se lanzó a la representación del exceso: que celebraba la vida, al tiempo que evidenciaba la muerte. Puestos a rastrear a nuestro presente en épocas pasadas, no nos faltarían periodos, pero quizás sea el Barroco de lo más fecundos a la hora de trazar equivalencias. Por eso, los cadáveres descapotables de Hagens no hubieran desentonado en el interés por la anatomía que se vivió en el Barroco; y algunas de las composiciones de casquería fina de Witkin son (literalmente) naturalezas muertas, que de haber existido la fotografía en el XVII, más de un experto fecharía como propias de ese periodo artístico.

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Obra de Brian Dettmer

Tal vez sea en esa similitud entre este arranque del XXI y lo que se vivía en el XVII, revolución digital mediante: lo que provoca que tantos artistas contemporáneos hayan vuelto su mirada hacia el libro impreso, que en su presunto desahucio por el juicio sumarísimo de lo digital; se transforma en la materia prima de sus obras y de su discurso artístico. Brian Dettmer y sus libros con las tripas talladas al aire; Win Botha y sus esculturas con libros mutilados; Mike Stilkey y sus pinturas a lomos de libros; Ekaterina Panikanova y sus murales de libros abiertos; Alexis Arnold y sus libros cristalizados, cual estatuas de sal, que hubieran vuelto la vista por última vez, hacia la cultura que un día fue suya; o Guy Laramee y sus enciclopedias hechas paisajes.

Vídeo de la charla TED impartida por Brian Dettmer (subtítulos en español)

 

¿Qué mensaje nos da esta devoción hacia el libro impreso como material artístico por parte de tantos creadores en la actualidad? El cuerpo humano congelado en su pose mortuoria resulta insoportablemente lúgubre e inquietante; en cambio, los libros desahuciados, muertos de toda utilidad resultan bellos sin necesidad de necrofilia alguna. Tal vez sea porque los libros, tan biodegradables como sus lectores, transportaron en vida lo mejor (y lo peor) que producen esas máquinas hechas de carnes y huesos que servimos para la plastinación de Gunther von Hagens, o los bodegones tétricos de Witkin; y hasta despojados del fin para el que se crearon, conservan su potencial como símbolos de lo que debería perdurar.

 

Obras de Wim Botha

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Obras de Mike Stelky

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Obras de Ekaterina Panikanova

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Libros gema de Alexis Arnold

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Obras de Guy Laramee

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Pero para espantar cualquier aire lúgubre y mortuorio de esta galería de arte hecha post, vamos a cerrar con una acción artística que demuestra lo poco que importa el soporte, cuando se trata de transmitir emociones. Theorodo Adorno dijo que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie; pero afortunadamente la poesía sobrevivió incluso a Auschwitz. Y ahora que algunos se preguntan, parafraseando al tema de The Buggles: si el ebook matará a la estrella de la imprenta, en Boston han puesto en marcha un proyecto, que hace que esa supervivencia pase a un segundo plano. Con Raining Poetry (Lloviendo poesía), que así se llama la iniciativa, queda claro que lo que importa no son los libros, sino sus contenidos, sus entrañas, que quedan a la vista en mitad del espacio urbano.

 

Mayor's Mural Crew staff Connor Woods and Jerome Jones pour water onto a sidewalk near Park St. station to see where poems will appear when it rains. (Robin Lubbock/WBUR)

El poema sobre la acera desvelado tras arrojar agua

 

Las autoridades locales junto a la organización Mass Poetry, han grafiteado algunas aceras de la ciudad con poemas de escritores locales. Hasta ahí nada demasiado original, la intervención de espacios urbanos con poesías es algo que se ha desarrollado en muchos sitios. La originalidad reside en el hecho de que los poemas se hayan escrito con espray invisible, que sólo se desvela cuando se moja. Es decir, (salvo que alguien arroje un cubo) en los días de lluvia.

¿Hay algo más evocador que pasear bajo la lluvia mientras los poemas van surgiendo marcándonos el camino? Si el post se abría mortuorio, se cierra musical y lluvioso, no es el exultante Gene Kelly que canta bajo la lluvia (sería un exceso tras abrir con Hagens y Witkin): pero es una pieza de arte en movimiento, que transmite tanta energía y tensión, que ahuyenta cualquier indicio de decrepitud.

 

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La lectura todo lo magnifica

 

«era más que un azar, era un milagro, porque los programas culturales son raros en la televisión española, los españoles no aman los programas culturales, ni la cultura en general, es un territorio que les resulta profundamente hostil, a veces se tiene la impresión, cuando se les habla de cultura, de que se les hace una especie de ofensa personal»

Fragmento de La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq

 

A finales del pasado mes de abril saltaba la noticia de que la periodista Mercedes Milá estrenará, en breve, un programa sobre libros en alguno de los canales de Mediaset. ¿Se habrá hartado Paolo Vasile del manido meme que lleva años pululando por la Red sobre el suicido de libros cada vez que alguien pone Telecinco?

 

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Mercedes Milá es propietaria de la librería +Bernat en Barcelona, y según también noticias recientes, como una de tantas librerías en nuestro país: su negocio está en serio peligro de cierre. Tal vez esta apuesta de Vasile sea un capote que le echa a una de sus estrellas; o también puede ser, que forme parte del acuerdo que parecen tener, por el que por cada reality show al que aporta su carisma la Milá: la cadena le concede otro tipo de programas, con los que la periodista pueda ver satisfechas sus inquietudes profesionales más allá de edredonings y confesionarios. Pura chismografía, pero viniendo de la cadena de Sálvame, cualquier conjetura es aceptable hasta que se demuestre lo contrario.

 

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Mercedes Milá en su librería

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Logo del desaparecido programa Alaska y Segura

 

Ojalá que el tirón mediático de la Milá consiga fomentar la lectura, y no termine predicando en el desierto atestado de ninis, chonis, cutrefamosos, y demás celebrities (en el medio de los talents, los coaches o los realities, el uso de anglicismos gratuitos es casi cuestión de etiqueta) que han promovido los programas señeros de la cadena en cuestión.

Pero como sostiene el proyecto de bibliotecario, y estrella mediática, Mario Vaquerizo: la televisión ha de ser básicamente entretenimiento. Obviamente Mario no tuvo en cuenta al hacer estas declaraciones, a programas como el veterano Metrópolis o Página 2, el espacio sobre libros de la televisión pública; o igual el marido de Alaska, se refiere únicamente a las televisiones privadas, y no a la pública: puesto que su propia mujer presentaba un programa de corte cultural, hasta hace poco, como era Alaska y Segura.

 

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Cáustico y despectivo repaso a las razones por las cuales Oprah Winfrey aúpa al top de ventas a los libros que recomienda. Si se leen buenos libros ¿importa quién los promocione?

 

Sea como sea, lo cierto es que la inquieta Milá no pretende nada que no lleve haciendo desde años otra diva catódica (¿o habría que decir plasmática? Mejor no, que se asemeja demasiado a ectoplasmática) como es la norteamericana Oprah Winfrey. La todopoderosa Winfrey aupó a las listas de más vendidos a todos los títulos que recomendaba a través de clubes de lectura, primero en televisión, y actualmente a través de la web (Oprah’s Book Club 2.0). Los más suspicaces pensarán que en sus recomendaciones entrarían dentro de la literatura tupperware; pero en este sentido no ha demostrado tener muchos prejuicios. Y así, Jonathan Frazen, Cormac McCarthy, Gabriel García Márquez, William Faulkner o Toni Morrison; se entremezclan sin distinciones con Maeve Binchy o Jacquelyn Mitchard.

Por muchos carteles y campañas que intenten convencer a los jóvenes (y no tan jóvenes) de que leer es sexy; en esta cultura obsesionada con la celebridad por la celebridad, el poder de un famoso a la hora de inducir a la lectura no es algo a despreciar.

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El club de lectura que Mark Zuckerberg creó a través de su red social Facebook, lleva un total de 23 títulos recomendados hasta la fecha. Llamándose Caralibro resultaba de lo más natural que Zuckerberg terminara fomentando la lectura, lo que resultó más inquietante fue lo que dijo en el momento de crearla:

«estoy muy entusiasmado con este desafío. Encontré libros de lectura muy gratificantes. Los libros te permiten explorar completamente un tema, y sumergirte en una manera más profunda que la mayoría de los medios de comunicación contemporáneos. Espero poder cambiar mi dieta, de los medios de comunicación a los libros»

 

¿Una figura esencial del siglo XXI que descubre el poder de los libros a estas alturas? Si unimos esto a la tendencia de escuelas desenchufadas que promueven los gurús de Silicon Valley para educar a sus hijos: ¿será que las pantallas son las biblias pauperum del siglo XXI? ¿forma parte todo esto del nuevo orden mundial, en el que la lectura y las bibliotecas están volviendo a ser patrimonio de las élites; a expensas de un oscurantismo intelectual, irónicamente iluminado por millones de pantallas? Se empieza así y se termina como Daniel Estulin, escribiendo a todas horas sobre el grupo Bilderberg, los Illuminati o el Club de los inmortales.

 

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El auténtico botón de Esc del teclado de cualquier ordenador

 

Mejor nos quedamos con otras declaraciones, en este caso del escritor Junot Díaz que vienen muy a cuento, resultan perfectamente creíbles y dan un aire menos conspiranoico:

«cada vez que un joven abre un libro es tiempo que pasa sin pulsar botones, sin entrar en Facebook, sin pedir papel higiénico por Amazon. Si a una chica o a un chico les da por leer poesía, se salen de la cadena de producción de dinero y obtención de beneficios […] A las corporaciones les resulta insoportable la idea de que nadie le dedique a una novela las 20 o 30 horas que exige su lectura.»

 

Por todo ello, pese a desearle lo mejor al empeño de Mercedes Milá, no sabemos si su contrastada experiencia como maestra de circos mediáticos, le servirá para lograr su propósito de que la gente lea más (lo de salvar su negocio ya es otro cantar). ¿Se puede sensacionalizar algo tan íntimo, privado y recogido como es el acto de leer?

 

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Instagram de la actriz Reese Witherspoon

 

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Recientemente el Príncipe Guillermo, desvelaba cuáles son los libros favoritos del principito George en la versión inglesa del ¡Hola! ¿Los royals del siglo XXI como prescriptores literarios?

 

Otras figuras, como la actriz Reese Witherspoon utiliza su cuenta de Instagram para mostrar los libros que se está leyendo, a través del hashtag #RWBookclub; y ha convertido su afición por la lectura en un impulso para su carrera. A través de su productora Pacific Standard, compra los derechos de aquellos libros interesantes para llevar a la gran pantalla, y que le proporcionen buenos papeles.

Por su parte, Emma Watson convertida en adalid de la lucha feminista tras su celebrado discurso en las Naciones Unidas en 2014, creó en Twitter: #Oursharedshelf (Nuestra estantería compartida), bajo este hashtag muchas de los 21,7 M seguidores (M de millones, ¡qué bárbaro! algo así querríamos para el Twitter de @infobibliotecas) comparten sus lecturas y opiniones, siempre desde un prisma feminista. Lástima que en este momento su nombre se vea asociado a otro tipo de papeles (los de Panamá), que poco tienen que ver con la literatura.

 

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¡Atrévete a leer un libro este fin de semana! ¿Guerra y paz? ¿Matar a un ruiseñor? ¿El guardían entre el centeno?¿El corazón es un cazador solitario? ¿Por quién doblan las campanas? ¿El ruido y la furia? ¿La habitación de Giovanni?¿La campana de cristal? Estos libros cambiaron mi vida

La cantante country Dolly Parton a través de su organización Imagination library: lleva 20 años donando lotes de libros a comunidades de los Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá, para promover la lectura entre los niños en edad preescolar. Dolly salvando, pero que mucho, las distancias (caso Malaya, blanqueo de capitales, Julián Muñoz, Paquirrín, Cantora…) podría pasar por el equivalente a nuestras folclóricas; ¿alguien se imagina a Isabel Pantoja haciendo algo así?

En realidad, ¿alguien se imagina que nuestras celebridades locales se lanzasen a campañas de fomento de la lectura con la misma determinación que Nathan Fillion (el simpático escritor-detective de la serie Castle)? Kids need to read (los chicos necesitan leer) es la iniciativa del actor para promover la lectura entre lo más jóvenes.

Dejaremos para otros post, el repasar la lista de celebrities foráneas que han arrimado el hombro a la hora de defender a las bibliotecas en estos duros años de crisis. ¿Cuántas figuras con proyección mediática de nuestro país, salvo honrosas excepciones como Javier Marías, Manuel Rivas o la deliciosa Leticia Dólera, han elevado la voz para apoyar las redes de bibliotecas? Si como se dice tenemos los políticos que nos merecemos, también es de justicia colegir, que tenemos las celebrities que nos merecemos.

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Alex Lecquio García y Bertín Osborne en el momento cultural televisivo más trascendental de los últimos años

 

Pero volviendo al mundo televisivo para concluir. Haciendo un poco de zapeo por los canales, el minuto televisivo reciente más trascendental en cuanto a cultura; más que ninguno de los estupendos programas de Página 2 o cualquier otro espacio de la segunda cadena de TVE. Fue la entrevista del hijo de Ana Obregón y Alessandro Lecquio con Bertín Osborne en su programa En tu casa o en la mía. El intérprete de Amor mediterráneo, le confesaba al hijo de la actriz, haciendo gala de su campechanía y cercanía al pueblo llano, pese a su poderío inmobiliario:

Bertín Osborne: Filosofía macho, qué duro es eso […] en los últimos cursos del colegio lo de la filosofía era para mí, un peñazo macho, que no se lo saltaba un romano.

Alex Lecquio García: Yo creo que la filosofía te enseña a pensar, por así decirlo a ser, a tener autonomía en tus pensamientos, no depender de los valores y principios que rigen la sociedad […] encontré un refugio en los estudios, a mí me apasionan los libros.

¿Exageración? Puede ser, pero que el hijo de la intérprete de Ana y los siete y el conde Lecquio, haya declarado así su amor por la cultura en prime time, (y encima por la filosofía) resulta el discurso más subversivo que cabía esperar en el panorama televisivo actual.

Si Mercedes Milá vio el programa, no es de extrañar que albergue esperanzas de que su proyecto de fomentar la lectura a través de Mediaset, tenga posibilidades de éxito. También es cierto, que si el que hubiera pronunciado estas palabras, en vez del hijo de la bióloga y el aristócrata italiano de papel cuché: hubiera sido el hijo de la intérprete de Marinero de luces, entonces no cabría duda alguna, de que en este país la lectura tendría futuro. Pero imaginar algo así sería magnificar demasiado las cosas, como dicen que ocurre en la casa de Gran Hermano.

 

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Esta biblioteca mata fascistas

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Woody «disparando» con su guitarra

Cuando el músico folk Woody Guthrie, puso en su guitarra la frase this machine kills fascists (esta máquina mata fascistas), o compuso su canción All you fascists are bound to lose (Todos los fascistas están destinados a perder) en 1944: Mussolini, Hitler, Stalin y Franco tenían al mundo en jaque (bueno este último sólo a los desdichados de sus compatriotas que no eran de su cuerda).

La guitarra de Woody, con su mensaje antitotalitarista escrito encima, es la metáfora perfecta de la confianza ingenua en el arte y la cultura como instrumentos para combatir cualquier extremismo. En aquellos años tenía todo el sentido, pero que en la actualidad términos como fascista, rojo, progre o similares (también hay actualizaciones como perroflauta, feminazi…) sigan copando los medios, las redes sociales y las tertulias; da una idea de lo poco que ha evolucionado el debate público cuando de política se trata, pese a que las circunstancias sean otras.

 

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Los viajes de Sullivan, una rara avis en la producción hollywoodense de comedias en la década de los 40. Atentos a la trama: un director de éxito decide abandonar las comodidades de la meca del cine para disfrazado de mendigo, conocer de primera mano las penurias de los excluidos de la sociedad tras la crisis del 29.

 

Más allá del efectismo de reality show que practican ciertos políticos ¿qué hay de nuevo en esta segunda transición que dicen estamos viviendo? los actores son distintos pero no parece que el debate, pese a las circunstancias cambiantes, haya variado mucho. Cada vez más es necesario estereotiparse, y lo políticamente correcto campa por sus anchas para escarnio de cualquier intento serio de reflexión pública. Una mojigatería y pereza de pensamiento que los voceros digitales se encargan de amplificar hasta el infinito: y a velocidad de crucero, se va apropiando del lenguaje público, tergiversando las ideas para manipularnos a su antojo.

La escritora Soledad Puértolas, junto a otros literatos e intelectuales, reflexionaba en 2013 en un artículo que no hace más que ganar vigencia desde que se publicó (Lo que la cháchara política esconde) en El País, sobre esta usurpación del lenguaje:

“En este país no existe eso que se llama tejido de la democracia, que nos hace creer más en nosotros mismos, y que nos hace hablar casi con inseguridad”.

En el estupendo post Elecciones y bibliotecas en Andalucía nuestra compañera Carmen Rodríguez García, daba un completo recorrido al lugar que las bibliotecas ocupaban en los programas de los diferentes partidos, de cara a las elecciones andaluzas de 2015. El balance era bastante vago, no ya por la poca presencia de la palabra bibliotecas en sus promesas, sino por lo difuso de las propuestas que hacían respecto de la cultura en general.

 

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Ocupa la biblioteca: un buen lugar para evitar que hagan de ti un tonto manipulable

 

El papel de las bibliotecas en la e-Democracia se debatió en el VI Congreso de Bibliotecas Públicas, pero: ¿qué papel pueden jugar las bibliotecas en el debate político? En Brasil, al menos en el 2013, se celebraran debates políticos en las bibliotecas. Y hace un año, Leah Esguerra, trabajadora social de la Biblioteca Pública de San Francisco en un artículo sobre vagabundos en bibliotecas del National Geographic, dejó una frase para la posteridad: «las bibliotecas son el último bastión de la democracia«.

Si es así (que lo creemos), y si tenemos que hacer otro acto de fe en nuestros políticos, que prometen para este regüeldo de campaña electoral austeridad y contención: ¿sería tan descabellado plantear debates políticos en las bibliotecas? Puede que no tengan los aforos de un palacio de los deportes o de un teatro; pero la cercanía con sus potenciales electores, y el entorno cultural en el que se desarrollarían esos mítines, les darían algo más de credibilidad en una campaña que nos venden como austera.

 

En los Estados Unidos, Obama ha dado ruedas de prensa en bibliotecas, y a la exprimera dama recientemente fallecida Nancy Reagan le han dado sepultura junto a su marido en la Biblioteca Presidencial Ronald Reagan (la conexión funeral-biblioteca de la que hablábamos en Bibliotecas: la muerte os sienta tan bien); la pugna entre ciudades por albergar la próxima biblioteca presidencial de Obama ha sido reñida; y Georges W. Bush expuso su colección de pinturas en la biblioteca presidencial que lleva su nombre.

 

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Georges W. Bush mostrando orgulloso lo que sabe hacer con los pinceles

 

Desde que en la década de los 30, se iniciase la tradición de las bibliotecas presidenciales con el trigésimo primer presidente estadounidense, Herbert Horver: todos los presidentes cuenta con una. Sólo la dedicada a Nixon, quedó excluida durante muchos años del sistema de bibliotecas presidenciales. En estas bibliotecas se conserva toda documentación y objetos del presidente y de su periodo de mandato. Las bibliotecas se convierten en lugares de investigación, y al mismo tiempo, en los Graceland (la casa-museo de Elvis en Memphis) de los ex presidentes, por la memorabilia que sobre sus vidas y mandatos reúnen.

Que en un país, uno de los máximos honores que le rinden a un exmandatario, sea fundar una biblioteca con su nombre, dice mucho de la importancia que dan a tales instituciones en la primera potencia mundial. Sólo confiamos en que dentro de unos años no se inaugure una biblioteca presidencial Donald Trump.

 

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En algunos medios ya han imaginado cómo sería la futura biblioteca presidencial de Donald Trump

 

En el país de la Coca-Cola, el activismo y el posicionamiento político es bien sabido que es algo habitual; sin que a nadie le parezca extraño que actores, escritores, periodistas o estrellas de la música declaren abiertamente sus filias y fobias políticas. Y entre estos colectivos, tampoco han faltado los bibliotecarios.

«Cada gran bibliotecario debe ser un buen político«, con esta frase tan contundente el editor del Library Journal, John N. Berry, abordaba el asunto de las habilidades que todo buen bibliotecario ha de desarrollar para establecer relaciones provechosas con los políticos que le toquen en suerte. Berry también rememoraba los convulsos años 70 del pasado siglo, en los que un grupo de bibliotecarios bajo el nombre de 321,8 (número en la clasificación de Dewey en el que se clasifica la democracia participativa) alzaron sus voces contra la guerra de Vietnam, o a favor de los derechos de los gais, con actuaciones tan impactantes como el Abraza a un homosexual en la conferencia de la ALA (American Library Association) de 1971.

 

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Hug a homosexual, en la conferencia de la ALA de 1971

 

No se puede comparar la situación actual con la de la década de los 70, las bibliotecas dependen de los poderes públicos, y en ocasiones no se sabe qué es peor: que las ignoren o que las conviertan en cabeza de turco de sus luchas partidistas. El más reciente ejemplo, en la Biblioteca Regional de Murcia, en la que unas enmiendas en los presupuestos han servido para convertirla en la cachiporra de un guiñol en el que se golpean unos partidos a otros; mientras se les llena la boca defendiendo una institución a la que llevan años dejando languidecer.

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En el ojo del huracán (1951): no es ninguna maravilla, al niño protagonista dan ganas de que lo quemen junto con la biblioteca. Pero ver a la gran Bette haciendo de bibliotecaria no tiene precio.

Pero pese a todo, en las bibliotecas se sigue haciendo política, y la hacen los bibliotecarios, y también los ciudadanos.

Los profesionales al luchar porque la pluralidad de toda la sociedad tenga su reflejo en las colecciones, en las actividades que se programan, en que todas las voces y sensibilidades tengan cabida y estén representadas.

Y los usuarios, porque al llevarse un libro prestado, al disfrutar de las instalaciones, al acudir a sus actividades o participando a través de sus redes sociales están haciendo política: porque con ello refuerzan la idea de que siguen siendo necesarias, siguen siendo útiles.

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En la viejuna película de Bette Davis, Storm center (En el ojo del huracán, 1956), la inolvidable actriz interpreta a una bibliotecaria, que por fidelidad a sus principios, y por su firme creencia en la libertad de expresión, se opone a la decisión de los políticos locales de excluir de las colecciones la obra El sueño comunista. Que en plena época de la guerra de brujas del senador McCarthy, se produjera una película con esta temática es casi tan chocante como lo de Los viajes de Sullivan que aparecía al principio.

No podemos saber si Alfred Kagan habrá visto esta película de la Davis, pero su libro: Progressive Library Organizations: A Worldwide History (Organizaciones bibliotecarias progresistas : una historia alrededor del mundo), bien podría servir para inspirar un remake. En esta obra el profesor de la Universidad de Illinois efectúa un recorrido a la historia de organizaciones bibliotecarias alternativas, que han desempeñado importantes papeles para influir en luchas locales y nacionales, dentro de la profesión bibliotecaria, y en el proceso político en el gobierno de las sociedades a las que pertenecen.

 

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La obra de Kagan revisa a través de entrevistas y diferentes testimonios (algunos de ellos bajos promesa de respetar el anonimato) a organismos y grupos activistas tales como: la Organización de Trabajadores de Bibliotecas de Sudáfrica y su papel en la lucha contra la discriminación racial; pasando por la organización sueca Bibliotecas en Sociedad; el Grupo de Trabajo de Bibliotecarios Críticos de Alemania; el grupo de igual nombre del Instituto Reneer en Austria; el británico Información para el Cambio Social o la Mesa de la Responsabilidad Social del ALA estadounidense.

 

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Cartel de la organización sueca Biblioteca en sociedad

 

Sólo nos queda desear que alguien se lance a publicarlo en nuestro país; vendría bien para preservar la romántica idea de que una biblioteca; es un lugar a partir del cual se puede ayudar a cambiar, aunque sea mínimamente, las cosas.

Y si hablando de música arrancó el post, justo es que concluya con música. Podríamos recurrir a Woody Guthrie (pese a que su tono planfetario, recuerde demasiado al lenguaje apolillado que algunos desempolvan), o al menos a la actualización que de sus temas han hecho autores tan diferentes como Nina Hagen, o el español Nacho Vegas. Pero no, si de verdad hablamos de jugarse el tipo por luchar por lo que crees a través de la música, mejor cerrar con el grupo libanés Mashrou’ Leila.

Porque declararse gay abiertamente, como ha hecho el cantante; abordar temáticas como los derechos de las mujeres, de los homosexuales, críticas sociales y políticas sobre el mundo árabe, viviendo cerca de un país como Siria: eso si que es jugarse el tipo y matar, metafóricamente, fascistas.

 

Adenda del 12 de mayo:

No sabemos si lo de añadir adendas a las entradas del blog se convertirá en algo habitual; pero lo cierto es que esta semana también la actualidad viene a ilustrar el asunto del post de la manera más gráfica.

Lo de gráfico no está elegido al azar, viene a cuento de la agresión que la directora de la revista de humor gráfico El jueves sufrió ayer miércoles, motivada por la portada de esta semana, en que se critica el resurgimiento de la ultraderecha en Europa.

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La revista El jueves es una superviviente, una veterana que ha hecho mucho bien al arte del cómic. Desde que la editorial Bruguera, y las revistas de los 80 terminaran desapareciendo en los 90; El jueves ha sido el único refugio para muchos autores de cómic. En muchas bibliotecas la revista forma parte de su sección de Hemeroteca desde hace años; pero tras esta agresión, su presencia cobra aún más importancia.

Desde una biblioteca pública, por humilde que sea, se puede luchar contra el fanatismo, contra el fascismo. No el fascismo con mayúsculas, sino contra esos pequeños fascismos cotidianos que nos rodean casi imperceptibles, y que poco a poco llegan a generar esos odios que terminan en agresiones; o lo que es peor, en condescendencias hacia actitudes totalitaristas.

Que la actualidad más inmediata dé más cuerpo al discurso de este blog siempre resulta enriquecedor, pero en casos como este, ojalá que no tengamos que recurrir a ninguna adenda más.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Esto no es Hollywood: palmarés de biblioteca

Globos, Palmas, Osos, Espigas, Leones, Oscars, Conchas, todos ellos de oro; pero también hay de plata y por supuesto de bronce, como nuestros Goyas. El cine hollywoodense, probablemente sea la industria que mejor ha sabido convertir el autobombo en una fantástica lanzadera para sus productos. Y detrás vinieron las demás industrias.

 

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Rossy de Palma soñando con los Oscars allá por finales de los 80. Rossy hizo precisamente de una bibliotecaria estupenda en el episodio Amor, de El porqué de las cosas de Ventura Pons

 

En la cultura norteamericana la competitividad se premia en casi todas las profesiones: desde el empleado del mes en las cadenas de comida rápida, hasta las cenas de empresa en las que se entregan premios del sector correspondiente (escenas favoritas para provocar alguna catarsis en tantas de sus ficciones cinematográficas). Y como no podía ser menos, en las bibliotecas también.

Hace unos días se publicaba la lista de ganadores de la Medalla Nacional para Museos y Servicios bibliotecarios 2016. Estos premios otorgados por The Institute of Museum and Library Services, es lo máximo a lo que puede aspirar una biblioteca o museo estadounidense.

 

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No es que en nuestro país no se hayan constituido algún que otro premio para bibliotecas (Premios Bibliotecas Públicas Castilla-La Mancha, la Campaña de animación a la lectura María Moliner, el Premio Biblioteca Pública y compromiso social) pero la lista es demasiado breve, y digamos que como nos pasa con la ceremonia de los Goya, podíamos seguir tomando nota de lo buenos que son los americanos, para esto de revalorizar sus industrias e instituciones mediante la liturgia de los premios. La Medallas Nacionales del 2015 las entregó la mismísima Michelle Obama, así que no estaría mal algo más de pompa bien entendida (es decir entendida como marketing) a la hora de promover al sector bibliotecario.

 

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Los norteamericanos maestros del marketing

 

Ya que estamos tan americanizados culturalmente, también nos podríamos dejar colonizar en estos asuntos. Por el momento, vamos a husmear un poco por las ofertas de algunas de las bibliotecas ganadoras de las Medallas de 2016, para ver qué podemos copiarles.

La Biblioteca Pública de Brooklyn encabeza la lista de premiadas. Precisamente en el último Congreso de Bibliotecas Públicas se pudo disfrutar de la intervención del director de la sección de adultos de dicha biblioteca, Kerwin Pilgrim. Durante el 2013 hizo toda una gira por nuestro país, con conferencias y encuentros con bibliotecarios (quienes tuvimos la suerte de charlar con él, percibimos esa capacidad inequívocamente yanqui para entusiasmarse con lo que se hace y venderlo, y que quedaba en evidencia en la entrevista que le hicieron en El País), pregonando las iniciativas que lleva desarrollando para convertir a su biblioteca en un laboratorio de nuevas empresas y apoyo a emprendedores.

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Pero cotilleando su web nos encontramos además entre otras cosas:

  • Book a Librarian, o lo que es lo mismo: Reserva un bibliotecario. Al igual que se pide cita para el médico o el psicólogo, es posible pedir cita para una consulta de media hora con un bibliotecario referencista. Desde búsquedas bibliográficas, a localizar empresas, información médica, localizar antepasados o una simple formación de usuarios personalizada. A más de uno le recorrerá un frío escalofrío por la espalda, sólo de pensar en que algunos de esos usuarios algo pelmas que no faltan en toda biblioteca reservase esa media hora. Pero no cabe duda, de que ese trato personalizado es la mejor forma de fidelizar y crear comunidad bibliotecaria.
  • BookMatch: rellenando un formulario online en el que entre otras cosas preguntan por las filias y fobias de lectura, para en el plazo de dos semanas; enviar un listado de 5 títulos seleccionados por el bibliotecario, que pueden ajustarse a los gustos del usuario. El papel del bibliotecario como prescritor cultural como línea de futuro de la profesión.
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Uno de los equipos de bolos de la Biblioteca Pública de Brooklyn

  • Liga de Bolos Virtual: dentro del apartado de servicios orientados a mayores de 50, se incluye una Liga para jugar a los bolos de forma virtual, con torneos mensuales.
  • Bike the branches: rutas en bicicleta para toda la familia con paradas en cada una de las bibliotecas que conforman la red de Brooklyn. Los itinerarios incluyen paradas para disfrutar de bandas de música, sitios de comida, exposiciones, etc…

MPL-Logo-Main-VDe la Madison Public Library en Wisconsin, nos apuntamos su apuesta por la creatividad en todas sus expresiones plásticas:

  • The Bubbler: un programa interdisciplinar en el que artistas y creadores de los más diversos ámbitos utilizan los espacios de la biblioteca para impartir talleres, exponer y desarrollar sus proyectos artísticos implicando a los usuarios de la biblioteca. En uno de los últimos talleres, los usuarios llevaban sus libros viejos para convertir sus hojas en flores de papel.
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Las burbujas creativas de la Biblioteca de Madison

En la última de las bibliotecas galardonadas cuya web visitamos, la de la ciudad de Santa Ana en Orange (California), con un gran número de población inmigrante, lo que más llama la atención es el espacio de recursos para Veteranos:

  • El Centro de Recursos para Veteranos no es un espacio para la tercera edad, se
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    Adictos a la guerra de Joel Andreas, un repaso a la expansión militarista de los E.E.U.U. en formato viñeta

    trata de un espacio acotado en mitad de la sala principal de la biblioteca; decorado con profusión de las estrellas y barras de la bandera norteamericana. En dicho espacio se asesora a los veteranos de guerra y a sus familias, sobre programas de ayudas, ofertas educativas, búsqueda de empleo, gestión de préstamos hipotecarios, terapias deportivas e incluso medicina alternativa. En un país como Estados Unidos, implicado siempre en algún tipo de acción militar allende sus fronteras; dar servicio específico a los veteranos desde una biblioteca no resulta extraño.

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El espacio acotado para el Centro para Veteranos de guerra de la Biblioteca de Santa Ana

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Un extraño en mi cama. Un manual de autoayuda para veteranos traumatizados y sus familias

Lo que es ir a la guerra; Reparación del alma: recuperarse del daño moral tras una guerra; El trauma del combate: una mirada personal a las consecuencias a largo plazo; Un extraño en mi cama: son algunos de las recomendaciones del abultado apartado dedicado a salud mental que proporciona la biblioteca a través de este Centro de Recursos para Veteranos. Títulos que nos recuerdan, si acaso se nos había olvidado, el carácter profundamente belicista del imperio norteamericano.

Al menos desde este punto de vista, nos podemos alegrar de que esto no sea Hollywood. Respecto a los premios, aunque siempre son de agradecer, la mejor forma de celebrar a las bibliotecas sería dotándolas del presupuesto y los recursos necesarios, para que la competencia por unos premios fuera realmente emocionante. Así las dudas sobre si no actúan como cínicos escaparates para lucimiento de políticos; que con una mano premian, y con la otra recortan, se disiparían.

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Libraries Change Lives Award, los premios bibliotecarios del Reino Unido

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El glamuroso Hollywood clásico hecho ilustraciones, en una preciosa edición de Taschen

Y mientras, esos presupuestos, y esos premios llegan algún día, volvamos al Hollywood originario. La fábrica de sueños de hoy día, poco tiene que ver con la que a principios del XX hizo soñar al mundo entero, e inició la más poderosa campaña de colonización cultural a gran escala, que la historia de la humanidad recuerda.

En estos días en que el vídeo de la fiesta sorpresa a Amancio Ortega se ha vuelto viral provocando todo tipo de reacciones en las redes: nada mejor que recrearnos en una cena de empresa en la Metro Goldwyn Mayer. La productora que en sus días de gloria se enorgullecía de tener más estrellas que el firmamento; hacía una exhibición casi militar de su poderío para celebrar su 25º aniversario en 1949.

Como la joven Rossy de Palma que soñaba allá por los 80 en la fotografía que abre el post con los Oscars: podemos soñar con unos Tejuelos de oro que algún día premien lo mejor de nuestras bibliotecas, pero mientras tanto, mejor centrarse en defender lo que tenemos; y soñar, sí, pero con los ojos bien abiertos.

https://www.youtube.com/watch?v=L92-6mEwlzE

 

Adenda del 4 de mayo:

A veces los astros confluyen, y esta semana que precisamente se publica este post sobre premios y bibliotecas; salta la noticia de que la editorial Penguin Random House lanza el Library Awards for Innovation. Un premio para reconocer los programas de bibliotecas públicas y servicios innovadores que involucran a los ciudadanos en la lectura, mientras fortalecen el tejido social y cultural de sus comunidades.

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¡Bien por el pingüino! En 2011 fue precisamente Penguin Books la que retiró su catálogo de ebooks a las bibliotecas, ante las incertidumbres que le producía el incierto panorama de la edición digital. Afortunadamente en 2012 recapacitaron, es posible que algún ejecutivo sin anteojeras, tras aplicar algún análisis DAFO, vio que las bibliotecas seguían siendo aliadas, en vez de amenazas para el negocio de los libros electrónicos. Y su catálogo de publicaciones digitales volvió a estar accesible para las bibliotecas.

Ha sido una relación tormentosa, pero finalmente parece que el pingüino y las bibliotecas van a vivir nuevos episodios de armoniosa sintonía. Bienvenido sea este reconocimiento desde un gigante del mundo editorial hacia el mundo bibliotecario.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com