Según relatan los medios (así como de oídas no vaya a interpretarse que hemos mancillado nuestra mirada cultureta en canales generalistas) en las secciones dedicadas a televisión: uno de los éxitos más inesperados de la última temporada es el programa First dates (en inglés para disimular ese pelo de la dehesa que no se cae) presentado por Carlos Sobera en Cuatro.
Nunca se debe subestimar el afán exhibicionista del personal. No existe otra explicación cuando aplicaciones como Tinder o Grindr te permiten ligar sin necesidad de someterte al escarnio televisado en caso de ser rechazado; y aún más en muchos casos, cuando resultas ser elegido. Pero allá cada uno a la hora de buscar pareja, que ya se sabe que la cosa no está fácil. El caso es que Tinder parece cada vez más posicionada para hacerse con el mercado del ligoteo digital; haciéndole frente a Grindr, la app que en realidad nació primero. Y es que los gais llevan décadas de adelanto al mundo hetero en eso de encontrar sexo (bueno quien quiera que ponga amor) en plan rápido.
Recientemente Tinder anunciaba que va a incluir más opciones para designar el género de los usuarios en su aplicación. Así sus usuarios podrán elegir la opción de transgénero o cualesquiera otra que vaya surgiendo: el caso es que ningún roto quede sin descosido; y de paso ir comiéndole terreno a Grindr. Por el camino de explotar el ligoteo digital quedaron aplicaciones como Spotted, que hace unos años alguna revista femenina promocionaba como la app para ligar en la biblioteca, para féminas hartas de los especímenes clonados en gimnasios a imagen y semejanza de infumables programas televisivos. Pero cuando hasta el Vaticano lanza una app para localizar el confesionario más cercano y así ganar feligreses: lo de apps para bibliotecas se ha quedado ya corto, hay que dar un paso más allá.
Ya lo decíamos en Little Big data en bibliotecas, habría que explotar más en detalle los datos que atesoran en sus bases de datos las bibliotecas. [Alerta de ida de olla con posibilidades reales]. Debería ver a luz: Biblior, la aplicación para conectar gracias a gustos culturales: una app que combinase geolocalización con los gustos que delata el historial de usos que tenga el carné de los usuarios de la biblioteca.
Tanto los clubes de lectura, como los talleres o demás actividades pueden estar bien para relacionarse y conocer gente, pero si las bibliotecas se adaptan a todo lo que está surgiendo en el mundo digital: ¿no lo van a hacer también en este aspecto?
Indudablemente tendría muchas ventajas. En el caso de una filtración masiva de datos como la que aconteció no hace tanto con el famoso portal Ashely Madison: las coartadas serían mucho más respetables. Que los motivos para ser infiel hayan surgido por encontrar a alguien que adora leer las novelas gráficas de Craig Thompson mientras escucha temas de Bon Iver: ¿dónde va a parar? De eso cualquiera puede hacerse cargo.
Pero mientras alguien se decide a tomarse en serio lo de crear algo similar a Biblior, pero a ser posible dándole un nombre mejor, la app para bibliotecas que demuestra que el amor por la cultura está en el aire: tomemos nota de la biblioteca pública de la ciudad australiana de Mount Gambier.
No es que tengan ninguna app para el asunto que nos ocupa, pero su programa Singles Mingle cumple las mismas funciones trasladando la mecánica del programa First Dates a las instalaciones de la biblioteca. La biblioteca de la segunda ciudad más poblada de la Australia meridional lleva años organizando eventos nocturnos que incluyen cena, bebidas, juegos y música en vivo para amenizar las ya de por sí amenas citas rápidas entre adultos. La confidencialidad impide saber si las conversaciones se centrarán en los gustos culturales de los participantes como criterios de selección, pero sería lo propio.
No podemos saber si fue el caso de Dee y Simon, usuarios de la biblioteca, que gracias a estos encuentros terminaron casados. Además su historia de amor, adornada o no, es de esas que siempre quedan estupendas para contar: los dos sintieron una conexión inmediata pero olvidaron tomarse los datos. Más tarde tuvieron que recurrir al personal de la biblioteca para volverse a ver.
Bibliotecarios casamenteros, otra vía de futuro para la profesión. El caso es que el día de su boda, los dos enamorados no pudieron más que incluir en su tour fotográfico a la biblioteca: el lugar en el que todo empezó.
Y no sólo en Australia, donde las grandes distancias puede que hagan más necesario propiciar los encuentros para emparejarse; también en otro país con grandes distancias como es Canadá: se practican estas citas rápidas en las bibliotecas.
Concretamente en la Biblioteca Pública de la ciudad de Kitchener en Ontario, en la que incluso han publicado toda una guía de lo más detallada para quienes quieran poner en práctica algo parecido en sus centros. En la crónica que hizo de la experiencia Karissa Alcox, bibliotecaria de Kitchener, detallaba algunos puntos a tener en cuenta:
- incluir juegos que sirvan para romper el hielo
- en su caso se dirigió a jóvenes de 20/30 años que suelen tener más dificultades para hacer nuevas amistades una vez abandonan la universidad
- por supuesto incluir café y algo para tomar
- organizar la rotación de los asistentes para que todo el mundo coincidiera con todo el mundo
- el resultado no puedo ser más satisfactorio: 29 jóvenes de entre 20 y 30 años, muchos de los cuales nunca habían participado en actividades de la biblioteca, y que intercambiaron teléfonos para seguir reuniéndose.
¿Consejos interesantes a poner en práctica el próximo 14 de febrero? Habrá a quienes organizar este tipo de eventos en una biblioteca les chirríe, pero si tanto se postulan como alternativa al mundo digital, como centros para la socialización, para la interconexión entre personas: ¿por qué no ejercer de celestinas? Eso sí, celestinas culturales.
La ONG Sandy Hook Promise acaba de lanzar una campaña que se ha hecho viral gracias a su vídeo titulado Evan. Lo tiene todo para complementar lo que aquí contamos: se narra una historia de amor en una biblioteca. Nada nuevo en principio. Pero un giro argumental al final nos hace pensar que tal vez, pese a las reticencias que algunos puedan albergar: promover este tipo de actividades en las bibliotecas haría que ciertas cosas no pasasen, y tuviéramos más finales felices.
About Vicente Funes
Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com