Nada sale gratis: las bibliotecas tampoco

 

El cine superó los barracones de feria en los que nació para habitar suntuosas salas en el centro de las ciudades. El videojuego, cuyo hábitat inicial fueron billares y salones recreativos, ha progresado hasta llegar a museos. Las bibliotecas, en cambio, que nacieron en templos y palacios: se esfuerzan por descender hasta los más desfavorecidos.

Pero, independientemente de sus trayectorias, ascendentes o descendentes: cine, videojuegos y bibliotecas tienen algo en común. Los tres han terminado por ser consumidos desde los sofás de los hogares recreando un espejismo de gratuidad.

 

 

En la revista digital ‘Yorokobu’ se publicó recientemente una entrevista con la psicóloga que está detrás del desarrollo de uno de los videojuegos más exitosos de todos los tiempos: Fortnite.

Celia Hodent, que así se llama la psicóloga, señala la gratuidad de los videojuegos como una posible trampa. Una vez picado el anzuelo, solo pagando, se consigue añadidos que amplíen las posibilidades de triunfo. Un buen adiestramiento capitalista para los millones de gamers absortos en las pantallas.

Hodent se lamenta de que en la industria no se discuta lo suficiente sobre los límites éticos de los videojuegos. Confiemos que pasado un tiempo, Hodent, no termine como algunos de los creadores de las redes sociales: disculpándose por haber colaborado en la alienación digital de las nuevas generaciones. Pero, como ella misma dice: la mala fama que acarrean los videojuegos antes la tuvo el cine, la televisión o los cómics.

 

Escena en una biblioteca en el videojuego Fortnite.

 

En cualquier caso, lo más destacable es que haya psicólogos ayudando a desarrollar videojuegos. Cuando se crearon los estudios de psicología, allá por 1860 en Suiza, la profesión parecía orientada a ayudar a desentrañar la psique humana para tratar y mitigar sus patologías. Pero visto la de psicólogos que hay en la plantilla de shows televisivos como Gran Hermano, en agencias de publicidad y en los equipos electorales de los partidos: el potencial para manipular de la profesión destaca por encima del resto de sus aplicaciones prácticas.

Pero lejos de criticar nada, más bien, nos preguntamos: ¿por qué no se cuenta también con psicólogos a la hora de diseñar los planes de fomento de la lectura/cultura para bibliotecas?

Hodent declara que su motivación para entrar en la industria de los videojuegos fue mejorar su calidad y proyectarlos más allá del simple entretenimiento. En su trabajo tiene muy en cuenta la curva de olvido del psicólogo alemán Herman Ebbinghaus. Según dicha curva: si has aprendido cierta información sin ningún método es probable que olvides un 70% en cuestión de un día.

 

Una curva que se debe de combar hasta rozar el suelo en el caso del método cuántico de lectura que se ha ido extendiendo en China. El método ideado por el profesor japonés Yumiko Tobitani se está publicitando dirigido principalmente a los jóvenes. Cursos en los que se promete la lectura de 100.000 palabras en cinco minutos. En una sociedad donde el nivel de estudios marca la diferencia: el método cuántico es a la lectura lo que las dietas milagrosas a la salud. La lectura en tiempos del beneficio inmediato.

Pero nada sale gratis. Si se quiere leer a la velocidad del rayo será a costa de renunciar al placer. ¿Será por eso que las ofertas de descuento destacadas, para estas Navidades, en Amazon: se olvidan de los libros y dan preferencia al Satisfyer?  Según la publicidad, con el famoso artilugio el placer está asegurado entre la población más lectora: las mujeres. Orgasmos en menos de dos minutos. Ya que cuesta tanto alcanzar una igualdad real, al menos, que se iguale el tiempo que tardan en alcanzar el orgasmo los dos sexos. Si hay que competir con las máquinas convirtámonos en máquinas.

 

 

Pero no nos dispersemos más de la cuenta. Cuando todo parece a punto de descarrilar desembocamos de nuevo en las bibliotecas. En las conclusiones de las recientes Jornadas ‘Presente y futuro de las bibliotecas’, organizadas por Anabad-Murcia, con motivo del 30º aniversario de los estudios de Biblioteconomía en la UMU: el catedrático José Antonio Gómez Hernández lanzó una reflexión que enlazaba con lo de la gratuidad.

Según Gómez, tal vez, habría que empezar a darle la vuelta al eslogan que tanto se ha repetido durante los últimos años: ‘las bibliotecas no son un gasto sino una inversión’. En una sociedad capitalista: solo a lo que cuesta dinero, a lo que supone un gasto: se le reconoce un valor. En resumen, se le respeta. Si algo sale gratis, sospecha, puede que estés pagando un precio más alto que el dinero. Tu intimidad, tu compromiso en lo que crees, tu libertad, o la sociedad que te gustaría en el futuro.

Y precisamente ha sido en un medio económico y financiero, el británico ‘Financial Times’: donde, la escritora y crítica literaria hindú, Nilanjana S. Roy ha publicado una columna defendiendo a las bibliotecas. Su título desafía con una pregunta y su respuesta: ¿Quieren construir democracia? Entonces construyan bibliotecas.

 

 

Roy cita en su artículo el libro del sociólogo Eric Klinenberg Palaces for the People (2018). Un libro que esperemos alguna editorial española tenga la visión de publicar en nuestro país. El subtítulo aclara bastante sobre lo que versa: «cómo las infraestructuras sociales pueden ayudar a luchar contra la desigualdad, polarización y el declive de la sociedad civil». Y entre las infraestructuras sociales que el sociólogo sitúa en lo más alto de su lista están, como no, las bibliotecas.

El único libro de Nilanjana Roy publicado en castellano.

Además, Roy en su articulo, revisa la situación en que se encuentran las bibliotecas en diversos ámbitos geográficos.

Para la escritora hindú si alguien ha demostrado entender bien el valor y alcance del papel de las bibliotecas en las sociedades esos son los autoritarios y populistas. Y gracias a esa comprensión están dedicándose a combatirlas o, directamente, eliminarlas.

En Egipto, el presidente Abdel Fatteh el-Sisi echó el cierre a las bibliotecas de Al-Karama por estar financiadas por el defensor de los derechos humanos Gamal Eid. En Turquía asfixian presupuestariamente las redes de bibliotecas y ordenan quemas de libros. Este pasado agosto, más de 300.000 libros, fueron calcinados por orden el ministro de Educación. Cualquier referencia al golpe de Estado de 2016 hay que borrarla del mapa.

 

 

Trump por su parte lleva tres años recortando el presupuestos de las bibliotecas y está decidido a eliminar el Instituto de Servicios de Museos y Bibliotecas. En la India, el Partido Popular Indio, han optado por promover las bibliotecas, sí, pero bibliotecas que promocionen fondos que sustenten el discurso ideológico del partido en el poder.

Pero tal vez lo más triste es constatar que, esos discursos de odio a la cultura, encuentran colaboracionistas entre las propias filas bibliotecarias. Precisamente hace poco, en las redes sociales chinas, se hacía viral una fotografía de dos bibliotecarias a la puerta de su centro de trabajo quemando libros prohibidos.

 

 

Visto el panorama pareciera que los problemas de financiación para las bibliotecas no provienen tanto de la falta de recursos y medios. No se trata de priorizar necesidades básicas en las asignaciones presupuestarias ante la escasez de riqueza. Se trata de una purga ideológica, orquestada y organizada, por los gobernantes de algunos de los países con más peso en la escena internacional.

Otro de los libros que Roy cita en su artículo en defensa del papel de las bibliotecas en la sociedad actual.

El dinero es cobarde, según los especuladores, pero más allá de su cobardía está el hecho de que las bibliotecas sean capital de riesgo. De riesgo de democracia, de riesgo de un pensamiento independiente, de riesgo de ciudadanos independientes no manipulables.

Y eso no interesa al populismo, de derechas o de izquierdas, que campa a sus anchas por este nuevo siglo.

Un populismo reaccionario que guarda muy pocos grados de separación con el supuesto progresismo digital de Silicon Valley (con sus gurús provenientes de Berkeley y su tradición contracultural): cuando se trata de alienar a la población. Y en ese panorama, las bibliotecas públicas, siempre resultan anomalías en el sistema.

Todo tiene un precio, cierto. Pero parafraseando una frase que se hizo célebre durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992: «no es la economía, estúpido, es la ideología». Nada sale gratis. Pero lo que sale mas caro siempre es la independencia de criterio.

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Abierto hasta el amanecer: funcionarios y bibliotecas

 

En los últimos tiempos en que la transparencia se impone al menos de boquilla mucho más allá de las pasarelas de moda: es intrigante como la opacidad se mantiene cuando se aborda el tema de los televidentes que disponen de un audímetro en su hogar. Según cuentan (pero vete tú a saber si es cierto) el periódico ‘ABC’ filtró hace unos años el listado de domicilios con audímetros de nuestro país y eso motivó que tuvieran que cambiarlo por completo. El caso es que en un reciente artículo de ‘El Mundo’ sobre el asunto ninguno de los entrevistados ha querido salir del anonimato.

 

La inquietante pregunta con que reciben los audímetros al que  se sienta en el sofá a ver la tele.  ¿Miden las audiencias televisivas o es una forma de jugar a la güija?

 

Es comprensible dado el sesgo de los programas que suelen copar los primeros puestos en los rankings de audiencia. Pero no deberían sentir vergüenza alguna: también cada cuatro años, tengamos o no audímetros, acudimos a las urnas y nadie se responsabiliza de los desaguisados que cometen los que hemos votado. En este blog también tenemos audímetros: se llaman estadísticas de WordPress. No vamos a negar que las seguimos: pero, con todos los respetos, no alteran nuestra parrilla. En la reciente serie de El ángel exterminador bibliotecario la acogida de su episodio piloto importó muy poco a la hora de decidir si se continuaba o se clausuraba: dio para cinco episodios y cinco episodios publicamos. Pero es más, es que ahora empezamos con los spin off.

En este blog no le tenemos miedo a los datos de audiencia: he aquí el top del audímetro de los últimos meses

 

Allá por los 90, Michael Haneke, dirigió una adaptación de la novela ‘El castillo’ de Kafka. La burocracia en todo su absurdo.

Abierto hasta el amanecer: funcionarios y bibliotecas es un spin off de El ángel exterminador bibliotecario. ¿Era necesario? ¿no estaban ya todas las tramas cerradas? Ni mucho menos. Si en la biblioteca donde se desarrollaba la trama encerrábamos juntos y revueltos a indigentes y pudientes, frikis y hipsters, letraheridos y amantes de los best sellers, millenialls y séniorspara luego, en un giro cruel de la trama que rozaba lo gore, desproveerlos de cualquier tecnología digital: nos faltaban los bibliotecarios. Y a ellos va dedicado este spin off.

Cualquier bibliotecario al que un exceso de MARC 21, CDU o indicadores de calidad no haya atrofiado el instinto: actuaría cual vampiro abandonando las catacumbas de proceso técnico para nutrirse de tanta yugular rebosante de inquietudes culturales retenida en la biblioteca. Lo imaginamos como un cruce entre True blood (con toques de Abierto al amanecer: la peli de vampiros tarantinianos) y The librarians, aunque por ponerle una impronta patria, añadiríamos algunas gotas de El Ministerio del Tiempo: por lo bien que ha venido a la BNE para promocionar sus fondos en la red, pero sobre todo, por escenas como la siguiente:

 

 

Apestan a un rancio que tira de espaldas los chistes machistas, los de tartajas, los de mariquitas, los de un inglés, un alemán, un francés y un español que van en un avión; y hasta puede que se agote (¿?) el humor cuñao: pero lo que no parece que se pueda agotar nunca son los chistes sobre funcionarios. Cada profesión lleva su sambenito a cuestas, y en muchos casos, con numerosos especímenes que se obstinan en reforzarlo en su día a día laboral.

Las diferentes administraciones vienen insistiendo mucho últimamente en la recuperación de las ofertas de empleo público que estos años de crisis congelaron. ¿Tendrán en cuenta en esas ofertas a las bibliotecas públicas? Según el diario económico digital ‘Libre Mercado’ las comunidades autónomas tienen 43.000 empleados públicos más que antes de la crisis. Puede que nuestra percepción sea algo tendenciosa, pero este incremento, no habrá sido en lo que a plantillas de bibliotecas públicas se refiere.

 

Una simpática comedia sobre una funcionaria del INEM (Ana Belén) y un parado (Eduard Fernández) que intentan mejorar sus vidas. El estereotipo funcionarial se cumple escrupulosamente también en este caso.

Interino (2014) de Javier Iribarren: probablemente una de las pocas novelas centrada en las desventuras de un aspirante a funcionario.

 

Entre los despidos de personal interino, la amortización de plazas, la falta de reemplazo de personal jubilado o en situación de baja y, por supuesto, el cese de contratos y convocatorias de becas de formación (que en realidad venían a parchear las carencias de personal): la mayoría de las bibliotecas públicas de nuestro país (las que han sobrevivido, como señalaba el blog de la empresa Baratz: se han perdido 226 bibliotecas desde el 2007): atienden sus servicios como buenamente pueden. Pero claro está que en un medio como ‘Libre Mercado’ (del grupo ‘Libertad Digital’) señalar a la administración y a los empleados públicos como rémoras para el progreso de un país: forma parte del ADN de su linea editorial.

Nada que objetar, cada uno defiende la visión de sociedad y gobierno en la que cree, pero  sin entrar en cómo debería, o no, ser nuestra organización administrativa: lo cierto es que cuanto más eficiente, ágil, cualificada y competente sea: mejor para la sociedad a la que sirve. Pero el desprecio a la figura del funcionario viene de lejos. En la película y álbum en el que el irreductible galo creación de Goscinny y Uderzo emulaba los doce trabajos de Hércules (Las doce pruebas de Astérix) se incluía como una de las pruebas titánicas su enfrentamiento con la administración y con los funcionarios como representantes de la misma. Y esto era en un producto infantil francés allá por los 70: ¿tan poco han cambiado las cosas?

 

Astérix y Obélix ni con toda la poción mágica del mundo consiguen que dos funcionarias dejen de hablar de sus cosas y cumplan con su trabajo: el estereotipo marcado a fuego desde la infancia.

 

Ciudad de barro de Milan Hulsing: un estupendo relato en viñetas de la corrupción de la burocracia egipcia a través de la vida de un funcionario del gobierno de Mubarak.

¿Seguirán las administraciones autonómicas con convocatorias como la que ha lanzado la  Administración Central para cubrir 70 plazas de Ayudantes de Archivos, Bibliotecas y Museos para los departamentos ministeriales? ¿o seguirán dejando languidecer de inanición a las plantillas? Si el funcionariado ha envejecido durante esta crisis, y la ausencia de salidas laborales para la profesión ha hecho que la demanda por los estudios de Biblioteconomía amenace con la supresión de los estudios en más de una universidad española (a semejanza de como hace décadas pasó en los Estados Unidos): ¿no estaremos asistiendo a una especie en extinción?: el bibliotecario funcionario.

A ver extinguirnos, laboralmente en este caso, nos extinguiremos todos cuando se impongan los robots, pero mientras tanto: ¿no sería más inteligente reforzar a los empleados públicos para así disponer de un sector público (más grande o pequeño: ahí no entramos) potente que haga ganar en eficacia y calidad al Estado? ¿No deberían ser los funcionarios los aristócratas entre los trabajadores? Ahora si lo dejáramos aquí empezarían a caernos pedradas digitales por todos lados.

 

Maticemos un poco esto último. Aristócratas no por privilegios, ni muchísimo menos sueldo (eso es obvio), ni prebendas. En las sociedades pre-industriales el único colectivo que tenía asegurada la supervivencia y por lo tanto podía entregarse a cultivarse (o a la decadencia, pero esto, en este caso, queda excluido). era la aristocracia. Una vez obtenida la seguridad laboral una función pública que realmente persiguiera la excelencia debería promover la formación continuada, la motivación, y el perfeccionamiento de unos trabajadores altamente cualificados.

Los empleados públicos son los Doctor Jekyll and Mr. Hyde del mundo laboral: privilegiados para unos y pringados para otros. Mucho se habla de incentivar a los funcionarios pero, en muchas ocasiones, lo que se perpetúa es una mediocracia (y no nos referimos al poder de los medios sino al de la mediocridad) que desmotiva para implicarse en dar un buen servicio público más allá del prurito de responsabilidad personal de cada uno.

 

Alaska como funcionaria que da rienda suelta a toda su frustración laboral gracias a la moto sierra.

 

De nuevo ‘Libre Mercado’ (ya decíamos que uno de sus obsesiones son los empleados públicos) abordaba el mundo funcionarial hace unos meses para, por supuesto, incidir en lo privilegiados que son los funcionarios españoles que, según sostenía, tienen los sueldos más altos en comparación a otros países europeos. Pero al menos, entre los datos que aportaba para volver a ponerlos en la picota, reconocía que su nivel formativo era de los más altos de Europa: algo que no se traducía en mayores sueldos, ni posibilidades de promoción debido a que muchos de los puestos que podrían suponer un reconocimiento a sus esfuerzos estaban asignados con criterios políticos y no profesionales. También hacía referencia a la escasa valoración que los ciudadanos hacen del funcionariado: algo en lo que, sin duda, no influyen para nada el tipo de artículos que la publicación dedica a los servidores públicos periódicamente.

 

[Vídeo del Instagram de la Biblioteca Regional de Murcia que demuestra, al menos de boquilla, que la profesión bibliotecaria cotiza al alza entre algunos personajes de la cultura.]

 

 

El artículo no entraba a valorar grupos profesionales dentro del sector público pero, de haberlo hecho, es dudoso que se hubieran detenido en los bibliotecarios. Las bibliotecas públicas no son unidades administrativas cercanas al poder; su personal, sobre todo en el ámbito municipal, proviene en muchos casos de cuerpos funcionariales que nada tienen que ver con la profesión. De trabajadores pertenecientes a cuerpos generales de la Administración reconvertidos en bibliotecarios accidentales están las bibliotecas municipales llenas.

También se da la tendencia de convertirlas en cementerios de elefantes para funcionarios rebotados, desoficiados, de vuelta de todo y molestos en otras unidades cuya única solución pasa porque se jubilen. Que la solución, en muchos casos, para un funcionario que no cumple con sus obligaciones sea esperar a que se jubile, es además de triste, un síntoma de que algo huele a podrido en las administraciones.

Pero volviendo a las bibliotecas como cementerios de elefantes funcionarios: de ahí lo de Abierto hasta el amanecer: porque esa es la idea que muchos responsables políticos tienen sobre la mejora del servicio en las bibliotecas públicas: abrirlas las 24 horas como salas de estudio. Y para ese viaje no hacen falta alforjas profesionales.

 

Rufus Wainwright y Helena Bonham Carter ataviados como bibliotecarias ‘comme il faut’ para el vídeo de Out of Game.

 

Pero dado que cada vez que analizan desde algún medio, sobre todo de ideología liberal, a la administración se mira siempre hacia países como Suecia o Finlandia por sus administraciones eficientes y de calidad. Nosotros también miraremos fuera, no tanto para desmerecer lo que tenemos aquí, sino para fijarnos en lo que se podría mejorar.

Recientemente en el diario digital ‘Governing’ que trata sobre asuntos de gobierno y administración en los Estados Unidos, el analista Howard Risher, publicaba un artículo en en el que analiza las enseñanzas que para mejorar el sector público se podían copiar del exitoso programa Peak Performance que la ciudad de Denver había puesto en funcionamiento en 2011 para «hacer que el gobierno sea divertido (sic), innovador y empoderar a ciudadanos y empleados». Gobernar de forma divertida, así traducido, convengamos en que suena un poco inquietante. Pero las conclusiones a las que llega Risher al repasar los logros del plan puesto en práctica en Denver se resumen en algo que, no por ya dicho, deja de resultar muy razonable:

«asignar objetivos a un grupo de trabajo haciéndoles comprender los motivos y las limitaciones. Y para ello es básico que los responsables aprendan a delegar, a ceder el control. De este modo las administraciones se benefician cuando sus trabajadores saben que están facultados y se confía en ellos para resolver los problemas.»

En el fondo todos seguimos siendo como niños a la espera de una palmadita en la espalda que nos haga saber lo bien que lo hacemos y cuánto se nos aprecia.

 

Patty y Selma las cuñadas funcionarias de Homer Simpson fumando en la oficina.

 

Reconocimiento en una palabra, y que ese reconocimiento, se traduzca en mejoras de las condiciones del puesto de trabajo y en la posibilidad de progresar por méritos propios. Tal vez si se aplicase estas simples recetas no había que acudir a razones seudoreligiosas ni vocacionales, como exponía un artículo traducido en Universo Abierto sobre las mentiras que se cuentan los bibliotecarios a sí mismos para, pese a todos los sinsabores, seguir sacrificándose por la cultura y las bibliotecas. Y así ningún funcionario haría suyo el estribillo que cantaban las Vainica Doble en su tema La funcionaria: «yo no sé porque hice esta oposición, en vez de estudiar corte y confección«.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Poema para una biblioteca sin puerta (cinco años después)

Este artículo es un viaje de la oscuridad a la luz. Punto. Y en esta primera frase se agota todo el lirismo de un texto que osa bautizarse como poema. Que nadie espere rimas (al menos conscientes): los asuntos que aquí se tratan son demasiado prosaicos para aspirar a poesía alguna. Pero, pese a ello, prometemos un final en el que la belleza alcanzará las más altas cotas recurriendo, eso sí, a méritos ajenos.

 

La cuenta de Facebook Improbables librairies, improbables bibliothèques ideada por Gérard Picot, lleva años recopilando imágenes de bibliotecas y librerías imposibles. La biblioteca sin puerta podría haber sido una de ellas.

 

El primer poema para una biblioteca sin puerta se escribió hace 5 años. Ahora no se trata de reescribirlo para mejorarlo, al modo en que muchos escritores hacen cuando se enfrentan a la reedición de sus obras: sino de revisitarlo, de hacer un remake o un reboot según términos cinematográficos: para constatar lo que ha sido de esa biblioteca.

Corría el 2012 cuando saltaba a los medios la noticia de la agencia de lectura que, gracias a los fondos del antiguo Plan E promovido por el gobierno de Zapatero, se había construido en el jardín de Viveros junto al antiguo zoo de la ciudad de Valencia. La desaceleración económica a la que hacía referencia el último presidente socialista: provocó, que una vez concluidas las obras, se quedase sin inaugurar, o para ser más precisos, sin terminar. Tenía ventanas, hasta estanterías y alguna mesa, pero no había libro alguno, y ni siquiera dio tiempo a abrirle una puerta.

 

El interior en ruinas de la biblioteca sin puerta.

 

Las urbanizaciones abandonadas a su suerte que ahora habitan las alimañas; los campos de golf que ahora no sirven ni de pasto seco; las palmeras repletas de picudo rojo importadas de Egipto para diezmar a las autóctonas; los esqueletos de edificios abandonados en polígonos industriales o las aceras y farolas de resorts que no existieron nunca más allá de los planos: dan tal vez para un cuento, un relato de ciencia ficción apocalíptica o acaso una novela. Pero solo una biblioteca sin puerta puede dar para un poema.

 

Los leones de Bagdad de Brian Vaughan convirtió en fábula en viñetas la historia real de las bestias que escaparon del zoo tras el bombardeo de Bagdad en 2003.

 

¿Qué narraciones hubiese inspirado esa biblioteca sin puerta, en medio de un zoo abandonado, a imaginaciones como las de Borges, Cortázar o Bioy Casares? Solo los dibujos de Roland Topor o M.S Escher alcanzarían a hacerle justicia si de una novela gráfica se tratase. Los rostros sin ojos ni boca de Topor y las arquitecturas sin sentido de Escher: irían al pelo para una narración situada en una biblioteca ciega, o más bien cegada. Dibujos perfectos para el relato que podría dar de sí esta metáfora arquitectónica de una biblioteca sellada, cual pirámide egipcia tras la muerte del faraón.

Y no es gratuita la referencia a las monumentales tumbas egipcias: al igual que en las pirámides, durante estos cinco años, el local ha sido saqueado, no de tesoros, sino de cables, puertas y demás materiales: con que pudieran hacer hogueras los mendigos que la han ido habitando. No hace falta ser Bukowski para encontrar aquí una buena historia sobre bibliotecas e indigentes. Pero finalmente parece que el relato podría acabar bien.

Está previsto que para 2018 se finalicen las obras de reconstrucción y la agencia de lectura pueda finalmente tener una puerta.

¿Será verdad eso que dicen algunos de que se ha acabado la crisis? Para algunos ni siquiera empezó. ¿Habrá concluido ya el reajuste social ideado por el Grupo Bildelberg u otra entidad secreta a la sombra? Cada uno lo siente según le va, y por eso en el mundo bibliotecario con 226 bibliotecas públicas menos desde 2011: hasta que no se recuperen presupuestos, personal y recursos nada se puede decir por mucho que a la biblioteca, junto al viejo zoo de Valencia, le vayan a dibujar una puerta.

El ruido de la calle no se filtrará a través de los cristales rotos de las ventanas, ni las pedradas de los vándalos, ni las psicofonía de las bestias muertas del zoo vecino: será el silencio consensuado y confortable de un espacio lleno de libros y lectores. Y todo se llenará de murmullos. Susurros que incitan a la lectura y la relajación como los que aspiran a practicar algunos youtubers seguidores del movimiento en torno al ASRM.

 

ASMR: sonidos que salen de caricias al micrófono o de voces susurrantes.

 

ASRM, la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, es el término acuñado en 2010 en Facebook para describir la sensación placentera a la que induce el escuchar determinados sonidos o susurros en la cabeza y el cuero cabelludo. Este fenómeno ha dado como resultado numerosos vídeos de youtubers, mayoritariamente mujeres, que se dedican a grabarse produciendo sonidos sutiles o murmullos que arrullan a los oyentes.

Dentro de esta moda se incluye la lectura de libros: y así, varios canales estadounidenses y franceses se han especializado en susurrar leyéndote un libro. Sandra Relaxation ASMR, ASMR Serena en francés; o la española SusurrosdelSurr o la mexicana CocoWhispers en castellano.

Lo que bien podría pasar por un invento propio de la delicadeza japonesa a la hora de agasajar los sentidos: en Youtube parece más bien, en algunos casos, una simple excusa para un exhibicionismo sensual que probablemente produzca unos efectos totalmente contrarios a la relajación. Sea de un modo u otro, el caso es que para quienes sean capaces de disfrutar ese bisbiseo continuo sin ponerse de los nervios: será como flotar en una nube. En cualquier caso a nosotros estos susurros y nubes nos sirven para que en este viaje de lo siniestro a lo luminoso que estamos transitando: las caras amorfas de Topor se transmuten en las siluetas repletas de nubes de Magritte. Asaltemos los cielos, pues, pero con delicadeza.

 

 

En una célebre escena de Roma (1972) de Federico Fellini: las máquinas que están horadando el subsuelo de la ciudad para construir una línea de metro: atraviesan unas catacumbas sepultadas durante siglos que conservan unos bellísimos frescos de la época romana. El contaminado aire del siglo XX irrumpe en el espacio sellado: y las delicadas pinturas se volatilizan antes la mirada de los obreros e ingenieros en una de los momentos más bellos que el genio italiano dio al cine.

Cuando finalmente se abra la puerta a la biblioteca valenciana nada se echará a perder.  Solo se restituirá el orgullo de una institución que el próximo 30 de septiembre precisamente se celebrará por todo lo alto en la ciudad protagonista de la película de Fellini.

 

Los técnicos del metro de Roma irrumpiendo en la cripta.

 

El Bibliopride italiano arrancó al tiempo que se construía y abandonaba la biblioteca valenciana. Por eso, cinco años después de aquella coincidencia, celebramos que en este 2017 se alcance la sexta edición de esta declaración pública de amor por las bibliotecas y la cultura. Una programación de actos a lo largo del país transalpino que toma las calles para proclamar el orgullo bibliotecario.

Y ahora sí, con más esperanza que hace cinco años, hemos partido de la  biblioteca sin puerta, hemos subido a las nubes, y tomado las calles. Ahora sí que podemos dar paso a la poesía.

De las máscaras sin rasgos de Topor al culmen de la expresividad en el bellísimo rostro de Jessye Norman, interpretando When I am laid in earth de la ópera  Dido y Eneas de Purcell, ataviada cual reina del glam. El ejemplo perfecto para demostrar que si no se abren las puertas no habrá cultura; y si no hay cultura no habrá civilización; y si no hay civilización,  no seremos más que sombras susurrantes en formato digital a las que cualquier nuevo invento amenaza con volatilizar.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Hoteles para ricos, bibliotecas para pobres: se buscan disidentes

 

No hay mayor gratificación para el emisor que comprobar que el mensaje ha llegado sin distorsiones. Es el ABC de la Teoría de la comunicación. Una teoría que las redes sociales someten a las condiciones más extremas cada día. Y proveniente de esas redes llegó un Recibí, hace unos días, que merecería ser grabado en la cabecera de este blog.

Rafael Muñoz, autor de la columna digital sobre libros y literatura Tirando a citar, cada semana condensa y mejora el sentido de este blog con los tuits con los que comparte lo que aquí se publica. Educados como somos lo agradecemos con retuiteos y respuestas: pero el otro día Rafael nos hizo un retrato, no sabemos si muy fidedigno o no, al que desde luego nos gustaría parecernos tanto como Dorian Gray al suyo:

 

 

Remover los anclajes es una cuestión de primera necesidad, cuando de lo que estamos hablando, es del papel que las bibliotecas pueden tener en el nuevo panorama digital.

Pero los peligros que acechan son los mismos que acechaban a Dorian Gray: que el narcisismo y la autocomplacencia terminen por convertirlo en un cliché. Es suficiente que se confíe uno en su discurso para terminar de falso predicador cual Robert Mitchum en la excelsa La noche del cazador (1955). De ahí que, como cura en salud, este texto busque la disidencia hasta de sí mismo desde el principio. ¡Viva lo digital! pero sin decir amén a nada.

 

La imprescindible y única, en todos los sentidos, La noche del cazador (1955) de Charles Laughton.

 

El historiador israelí Yuval Noah Harari no acude al maniqueísmo del malvado Mitchum para explicar el mundo: pero lo que dice es tan nítido y comprensible que ha hecho que sus predicciones sean todo un éxito. No vamos a desmenuzar sus ensayos best sellers: Sapiens o el más reciente Homo Deus. Breve historia del mañana (quienes quieran enterarse que hagan uso de su biblioteca/librería más cercana) pero nos quedamos con una de sus reflexiones más sugerentes e inquietantes:

«gracias a la ingeniería genética y los cíborg, combinando el cuerpo humano con piezas biónicas, se ampliarán los límites de la vida. […] La biotecnología va a hacer posible traducir las desigualdades económicas en desigualdades biológicas. Es decir que los ricos van a ser más listos, más creativos e incluso más morales que el resto de la población, van a poder diseñar su cerebro y sus cuerpos para lograr nuevas destrezas.»


El lampedusiano «que todo cambie para que todo siga igual» revalidando su vigencia también en la era digital. Si durante siglos fueron las guerras, la falta de una buena alimentación o de unas condiciones de vida dignas las que ejercían de selección natural/social: tras el paréntesis del siglo XX, va a ser la tecnología la que venga a restituir el orden social, tal y como era, antes de la Ilustración.

 

 

Cabecera del blog de Barbara Fister: bibliotecaria, escritora y amistosa cascarrabias.

Hace unas semanas la bloguera y bibliotecaria Barbara Fister se preguntaba en un artículo de la publicación online sobre educación superior Inside Higher Ed: ¿por qué persisten las bibliotecas públicas gratuitas?

El artículo en cuestión repasa el proceso histórico a través del cual se llegó a la gratuidad de una institución que, hasta finales del XIX, pertenecía a las élites. Fister parte de las muchas similitudes entre aquella época y la actual para preguntarse:  ¿por qué se cuestiona entonces tanto la vigencia de las bibliotecas en la actualidad? ¿Se debe a que la tecnología las ha hecho prescindibles? Evitemos explicaciones simplistas y adoptemos un tono pelín apocalíptico que siempre da más juego.

Las bibliotecas públicas son un escollo, un obstáculo, un invento que rápidamente hay que «anacronizar» para que el pueblo vuelve mansamente al redil. Las bibliotecas públicas son un artefacto que hay que desactivar cuanto antes porque contienen millones de recursos para cuestionar el discurso de la servidumbre voluntaria que se están imponiendo casi sin resistencia.

 


 «La primera razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre; es la costumbre la que consigue hacernos tragar sin repugnancia su amargo veneno»  

 

Si tal como profetiza Yuval Noah Harari los ricos se transformarán en cíborgs: tenemos claro en qué tipo de cíborg se transformarán los nuevos ricos provenientes del pelotazo urbanístico de estos últimos años en España.

Esta frase del Discurso de la servidumbre voluntaria fue escrita por Étienne de la Boétie, joven magistrado amigo de Montaigne, en el siglo XVI. Y la editorial Virus no podía haber elegido mejor ilustración para la portada que la del dibujante de cómics Nono K: una memoria extraíble a punto de encajarse en nuestro cerebro.

Llevan un tiempo escribiendo un guión para acostumbrarnos a como van a ser las cosas a partir de ahora, y lo seguimos con una fidelidad que para sí quisieran los directores de cine. Si algo diferenciará, en el futuro, a esta revolución de las que la precedieron: será la mansedumbre (e incluso la alegría) con que se aceptan sus imposiciones/intromisiones de una manera voluntaria, casi como mandatos divinos de ser un superior. Si la primera regla de todo buen guión es lograr la suspensión de la incredulidad en la audiencia: hay que reconocer que este guión es digno de la HBO.

 

Ozymandias el megalómano multimillonario del Watchmen de Alan Moore creando su propio nuevo orden mundial.

 

Basta repasar algunas de las secciones de un periódico (impreso o digital) reciente para indagar en cómo nos van entrenando para el advenimiento de los cíborgs:

 

Política: la clase política tal vez sea de las que peor está adaptándose a los cambios. Mientras los partidos históricos se arrastran como mamuts;  las propuestas de los políticos más jóvenes, más allá de un mejor manejo del marketing para vender su producto: se concentran en revolver en los armarios ideológicos de los abuelos. Mientras, se va allanando el camino a nuevos totalitarismos. De entre los últimos titulares a destacar: la eliminación de la Literatura Universal de los planes de estudio en Bachiller propuesta por el PP; y el Farenheit 451 de Podemos con su propuesta de ley sobre el colectivo LGTBI.

 

Cultura/Espectáculos: la sección de cultura se confunde, cuando no se funde, con la de espectáculos. Puede que los disidentes de los discursos únicos se refugien aún en según qué suplementos culturales: pero la cultura de masas lo invade todo imponiendo su lógica de multicine. La estrella pop Katy Perry (la misma que rodó un vídeo financiado por el Pentágono), en su último lanzamiento, añade críticas al capitalismo y a la industria envueltos en su brillante universo de colorines. Crítica social manufacturada, en un fastuoso producto audiovisual, que cubre el cupo de rebeldía necesario para engrasar el correcto funcionamiento del sistema al que se critica.

 

Katy Perry abriendo los ojos a la realidad en el vídeo de Chained to the rhythm.

 

Televisión: los jóvenes que podrán votar en las próximas elecciones nacieron el año en que se estrenó el padre de todos los realities: Gran Hermano. Puede que en su vida hayan oído hablar de Orwell pero llevan 1984 grabado en su ADN cultural. Cuando tenían un año se estrenó OT (Operación Triunfo) y al alcanzar la mayoría de edad triunfa Tu cara me suena: la imitación, la réplica vendiendo más que los originales. Puede que ahora vivan en las redes sociales y pasen de algo tan antiguo como la televisión generalista: pero el germen de lo clónico ya está instalado en su chip. Andy Warhol que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

 

Sociedad: la cabecera Sociedad siempre ha sido un eufemismo en los medios respetables para dar cabida al puro y duro cotilleo. La fama ya ha conseguido librarse del peso muerto del logro profesional para valerse por sí misma. Lo aleatorio se convierte en virtud y las sagas más peregrinas de famosos se perpetúan creando una nueva casta que se expande con la eficacia de una cadena de producción.

 

Bolso de Balenciaga (1.700 euros), bolsa del IKEA (50 céntimos).

 

Consumo: la última crisis ha sido una auténtica factoría de millonarios (7.000 nuevos millonarios en 2016 en nuestro país). Unos consumidores que necesitan rápidamente hacer ostentación de su nuevo estatus. Dada la inflación de imitaciones que copan los mercados: ¿dónde buscar la exclusividad si hasta las propias marcas de lujo han terminado aceptando las imitaciones para seguir haciendo negocio? Su nueva condición de cíborgs puede que asegure su superioridad biopolítica, pero no por ello su creatividad: así que lo más plausible es que vuelvan la vista atrás para fijarse en lo que hacían sus antepasados para distinguirse. Y he aquí que descubrirán a las bibliotecas.

 

Fotografía de Lauren Greenfield. Esta fotógrafa se ha especializado en retratar a los nuevos ricos del siglo XXI. En esta foto aparece la ex modelo letona Ilona en la biblioteca de su mansión. Biblioteca que solo contiene copias de un libro autopublicado con sus propias fotografías de moda.

 

Las bibliotecas sobrevivirán, sí, pero dejando que se caiga a pedazos el cartel con la palabra «pública» de sus fachadas. Las bibliotecas tiene que volver a ser ornamentales, no instrumentos de cambio: sino de dominio, de perpetuación de privilegios como lo fueron en la Edad Media o los tiempos previos a la imprenta. Han de refugiarse en las mansiones, en los clubes selectos y en los hoteles de más de cinco estrellas. Tal y como dijo la gran ideóloga Carmen Lomana: si los ricos gastan su dinero, activan la economía. Y no podemos estar más de acuerdo, siempre que su dinero sea realmente suyo.

 

The Library Hotel Koh Samui (Thailandia)

 

El auténtico buen gusto no está en la ostentación, huye del exhibicionismo zafio de los nuevos ricos, que impera a sus anchas en estos tiempos. Por eso, la última tendencia para hoteles de altísima gama que quieren desmarcarse del mal gusto dominante, sólo podía llegar a través de la cultura. Lo único capaz de aportar auténtica distinción.

The Carlisle Bay Luxury Hotel en Antigua, con The Ultra Violet Library que cambia de color por la noche; The Starwood Luxury Collection del hotel The Joule en Dallas, con libros de la exquisita editorial Taschen; la biblioteca del londinense hotel One Aldwych; o The Viceroy Hotel en Santa Monica, con 2.000 libros sobre arte y cultura: junto a muchos otros hoteles, y resorts del Caribe, que han hecho de sus bibliotecas un valor añadido de su oferta. Eso sin entrar en lo que incrementa el precio de un inmueble el hecho de que cuente con una biblioteca, en publicaciones dirigidas a gente adinerada, como Money Week (de lo que ya hablábamos en Corrupteca Nacional: bibliotecas y corrupción).

 

The Renaissance Washington DC Hotel con más de 5.000 libros

 

Visto el panorama puestos a lanzar hipótesis de futuro puede que, pese a todo, sobrevivan algunos servicios bibliotecarios de carácter público. Aunque es posible que actúen más como albergues para indigentes o clubes de la tercera edad que como centros culturales de primera necesidad. Pero como hemos prometido que este texto aspiraba a ser disidente hasta de sí mismo: aún guardamos un último giro de guión.

 

Gran Hotel Abismo, la estupenda novela gráfica de Marcos Prior y David Rubín: en un futuro en el que el neoliberalismo se ha convertido en religión de Estado los disidentes atacan al sistema con sus mismas armas: una violencia convertida en espectáculo de masas.

 

Los pobres huérfanos protagonistas de La noche del cazador huyen del falso predicador, en plena devastación por el crac de 1929, para encontrar refugio en la casa de una anciana bajo los rasgos de Lillian Gish. ¿Quién no va a sentirse a salvo si te protege alguien como Lillian Gish con su rodete de aires bibliotecarios? Por las noches les lee la Biblia en el porche mientras hace guardia para defenderse del perverso predicador. La religión como consuelo, la religión como narración.

Justo lo que sostiene Yuval Noah Harari en Sapiens: que el homo sapiens ganó al, más aventajado físicamente, neardental gracias a la capacidad del primero para crear ficciones. Si alguna ventaja guardan las bibliotecas es la de albergar miles de buenas historias de ese homo sapiens en riesgo de extinción. Así pues relajémonos y dejemos que nos cuenten un cuento con final feliz:

 

“En 2025, una hecatombe digital ha sumergido al mundo en un caos que colapsa la economía, la política, las telecomunicaciones…los ciberataques son tan fuertes que ninguna profesión está a salvo. Pero un pequeño grupo de bibliotecarios sobreviven, comunicándose gracias a un lenguaje basado en la CDU. Todo el saber acumulado por los hombres, se mantiene preservado en las estanterías de las olvidadas bibliotecas, y ahora todo ese trabajo inútil a la luz de la nueva era digital, se convierte en el último garante para la supervivencia de la civilización”

 

Los huérfanos del nuevo orden económico bajo el manto protector de una «cuenta cuentos». 

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Tensión bibliotecaria no resuelta

 

Provocar puede resultar saludable, epatar es simplemente pueril. Puestos en esa tesitura este texto elegiría siempre resultar saludable antes que pueril: pero su planteamiento inicial es confrontar situaciones, circunstancias y asuntos que definen algunas de las problemáticas de las bibliotecas en nuestros días (sin ningún ánimo exhaustivo desde luego) y ahí es posible que surja más de una provocación. Es lo que tiene intentar hurgar en esas tensiones latentes que tácitamente todos percibimos pero, pese a reconocerlas, no somos capaces de saber si se resolverán algún día.

Buñuel duplicó en dos actrices a la protagonista de su película Ese oscuro objeto del deseo (Ángela Molina y Carole Bouquet): en este texto los objetos oscuros del deseo bibliotecario a los que pasaremos revista se quedan en unos pocos, pero sin duda se podrían multiplicar por muchos más.

 

Tanto su título original: The naked jungle=La jungla desnuda, como su título español: Cuando ruge la marabunta (1954) dejan claro que lo que rugía en pantalla, más que las hormigas carnívoras: era la tensión sexual no resuelta entre la pelirroja Eleanor Parker y el tosco Charlton Heston.

 

La primera, e irresoluble, tensión bibliotecaria no resuelta es la que se establece entre responsables políticos y bibliotecarios. Como cada año los gabinetes de prensa de ayuntamientos, comunidades autónomas o de cualquier otro tipo de dependencia administrativa se acuerdan de las bibliotecas cuando se acerca el 23 de abril. Es el Día internacional del Libro y los medios tienen que rellenar espacios, los políticos tienen que fotografiarse haciendo alarde de su amor por la cultura, y de repente las bibliotecas son muy  importantes.

Estadísticas de urgencia, programación de actividades a todo tren, listas de los más prestados, artículos en prensa, entrevistas en radio… Como rezaba aquel vetusto programa de la televisión de los 60: las bibliotecas son reinas por un día. Pero ha querido la actualidad (es así de caprichosa) que este año de manera paralela a los titulares resaltando el compromiso de los políticos con las bibliotecas (que los hay, damos fe de que existen políticos que tienen ese compromiso): haya circulado la noticia de que la Literatura Universal dejará de ser asignatura obligatoria en Bachillerato.

 

El viril y bíblico Charlton Heston todo arrobo e intensidad mirando a los ojos de Stephen Boyd en Ben-Hur (1959). Parece que el ingenuo de Heston no lo sabía pero la marabunta también rugía bajo esa tensión no resuelta entre los dos personajes. Años después Gore Vidal lo desveló para desesperación del ultraconservador Heston.

 

De entre las reacciones, comentarios y declaraciones que ha suscitado la noticia (Premio Cervantes incluido) nos quedamos con la columna de Elvira Lindo en El País: No me llames letrasado. El palabro en cuestión define a la perfección el tipo de cultura que se promueve desde las instancias políticas. Nos cabe la duda de si lo de letrasado proviene de fracasado o de retrasado: en cualquier caso es de esos términos afortunados para definir una realidad desafortunada.

Pese a todo las frases hechas sobre el amor a los libros, las citas de escritores y las fotos de políticos ensalzando a los libros y las bibliotecas han surgido como las amapolas en el campo cada primavera. Y el día 24, a otra cosa, y que las bibliotecas sigan ampliando horarios como salas de estudio y menguando presupuesto para el resto. Total si ya ni siquiera van a fomentar la Literatura en el Bachillerato: ¿para qué otra cosa van a servir las bibliotecas que no sea como salas de estudio?

Así se matan dos toros de un estoque (es que lo de los pájaros está muy visto, y como a los toros les han bajado el IVA antes que al cine, queda más apropiado): se mantiene a los jóvenes estudiando indefinidamente, y se resuelve la falta de espacio en las viviendas que ahora comparten varias generaciones de la misma familia.

 

William Hurt y Kathleen Turner generando tensión en la sudorosa Fuego en el cuerpo (1981): el noir más tórrido de los 80.

 

Pero dejemos a los políticos que bastante protagonismo tienen: quedémonos con los estudiantes. Lo de estudiantes y bibliotecarios es una relación que, en determinadas épocas del año, alcanza unos niveles de tensión, de deseo y repulsión que ni lo de Rhett Butler con Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó (1939).

Hace unos días se publicaba un artículo en Los Angeles Times con un significativo título al respecto: Menos libros, más espacios: las universidades rediseñan las bibliotecas del siglo XXI. Con ese título poco cabe añadir, pero resumiendo, se constata la presión estudiantil en la Universidad de Berkeley: que ha motivado que cerca de 70000 libros impresos hayan sido trasladados a almacenes para despejar espacios y habilitarlos como: zonas de estudio, de reunión, de trabajos en grupo, e incluso de relax con bicicletas estáticas y libertad para comer mientras se estudia.

 

Bette Davis y Joan Crawford estudiándose el guión de ¿Qué fue de Baby Jane? (1962): porque no solo las tensiones no resueltas de índole sexual tienen cabida en este texto.

 

Que las necesidades del lobby estudiantil estén marcando las pautas en las bibliotecas universitarias es lógico. Pero ¿y en las públicas? Observar las salas de una biblioteca pública en época de exámenes puede ser lo más parecido a la lucha por la supervivencia en hábitats reducidos.

No hace falta irse a Sevilla para perder la silla: los estudiantes colonizan los espacios, expulsan a los abuelos de la zona de prensa, invaden las secciones reservadas para los pequeños, y a poco que se dé la vuelta el bibliotecario para subir al depósito: le quitan la silla del mostrador. Hacen imperar la ley del silencio con un celo que para sí quisieran la Yakuza, la Cosa Nostra y la Mafia rusa juntas; y fulminan con la mirada, cual mutantes de los X-Men, a cualquier carrito con las ruedas desengrasadas.

«Si sigues pensando que una biblioteca es un sitio que sirve para estudiar, Infobibliotecas no es tu revista«: hace unos meses lanzábamos este eslogan publicitando nuestra revista en las redes, y lo cierto es que resume bien la única postura posible desde el punto de vista de una biblioteca pública ante esa marabunta que lo invade todo.

 

Tula y su cuñado en la adaptación que Miguel Picazo hizo de la novela de Unamuno en 1964: tensión sexual en la España más represiva.

 

Y no sería honesto repartir estopa, bueno esto más bien se ha quedado en arpillera: sin incluir al gremio bibliotecario. Afortunadamente un gran número de bibliotecas públicas están atendidas por funcionarios públicos. Pero precisamente esa condición funcionarial es la que lastra en muchas ocasiones el progreso y desarrollo de las bibliotecas.

No es el bibliotecario un gremio al que se puede acusar en exceso de ensimismado: pero arrastra los vicios e inercias de una Administración que tan poco incentiva a los empleados públicos, y que se convierte en refugio para tanto mediocre cuya única vocación no es el servicio público a la cultura, sino el aburguesamiento laboral más inmovilista.

¿Qué dónde está la tensión no resuelta en este caso?: es la que se establece entre los que, siendo o no funcionarios, se apasionan por lo que hacen, creen en el poder transformador de la sociedad que pueden jugar las bibliotecas y, pese a las condiciones adversas en muchos casos, siguen adelante: y los bibliotecarios jurásicos (sea cual sea su edad) que tan solo esperan llegar tranquilamente a la jubilación. Como decíamos en Una verdad (bibliotecaria) incómoda para estos últimos: «ni un mísero responso por su desaparición».

 

Tensión pectoral entre Sophia Loren y Jane Mansfield.

 

En cierto modo la última tensión bibliotecaria no resuelta enlaza con lo de los bibliotecarios jurásicos y los ¿airados? (por utilizar un término con reminiscencias literarias y cinematográficas). Se trata de la tensión hormonal bibliotecaria: (hay otras tipologías bajo esta denominación pero aquí y ahora nos centramos en esta): dícese de la tensión entre bibliotecario infantil y menor entre 9-10 años que era cliente fijo de la sección y que en su proceso hormonal para mutar en púber pre adolescente: es abducido por los videojuegos, las redes sociales y demás cantos de sirena tecnológicos.

Entre las decisiones bibliotecarias inmediatas de los próximos años es posible que sea ineludible el aceptar este «síndrome de nido vacío bibliotecario» para centrarse en los usuarios procedentes del baby boom de los 60 que van a ser mayoría en las sociedades occidentales. Un ejemplo a seguir en este sentido sería la Sala +60 que se ha inaugurado recientemente en la Biblioteca de Santiago de Chile: un espacio para atender a las necesidades de esta gran cantidad de población madura que se avecina. Algo de lo que ya hablábamos en el exitoso post La arruga es subversiva.

En cualquier caso, lo que parece que no perderá vigencia alguna será la tensión bibliotecaria no resuelta entre: la idea de la biblioteca como templo de la cultura y el concepto de biblioteca como supermercado de la cultura.

 

El ama de llaves de Rebeca (1940): tensión sexual no resuelta necrófila.

 

Y aquí cerramos el repaso a algunas de las tensiones bibliotecarias no resueltas. Por obvias hemos excluido las tensiones que, durante todo el año, pero especialmente a partir de primavera cargan de feromonas las salas de las bibliotecas. Esos paseos recurrentes entre las mesas en dirección a los baños o a las máquinas expendedoras de café, esas miradas furtivas entre subrayado y subrayado, ese otear entre estanterías encuadrando determinadas partes de anatomías ajenas. Pequeños gestos que unen a estudiantes, usuarios y bibliotecarios bajo los imperativos de la biología.

Esperemos que por el bien de la cultura, esta primavera y verano, muchas de estas tensiones se resuelvan satisfactoriamente para todos. La represión nunca trae nada bueno.

Y ¿quién mejor que Dita Von Teese para advertirnos de los peligros de no resolver las tensiones que nos colonizan el cerebro no dejándonos pensar más que en lo único? ¿Bibliotecarios reprimidos?, ¿dónde se ha visto eso?:

 

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Golpe de estado cultural en ciernes

Los tiempos están cambiando, una obviedad para cualquiera que viva mínimamente la actualidad. Y no, esto no va de Bob Dylan, bastante se está hablando ya del flamante nobel para decir algo más por aquí. Esto va del asalto a los cielos, pero tampoco del asalto a los cielos marxista, ni desde luego del remix vintage de Pablo Iglesias. Esto va del asalto a los cielos culturales que se está gestando sin que muchos se den cuenta.

 

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Guerras bibliotecarias, la adaptación al cine del manga homónimo. En una sociedad cuyos medios están totalmente controlados por el poder, los bibliotecarios toman las armas y se atrincheran en las bibliotecas para defender la libertad de expresión y pensamiento.

 

Ya en el post La lectura todo lo magnifica nos hacíamos eco de un momento televisivo de esos que pasan totalmente desapercibidos, pero que los empeñados en leer las señales jamás cometemos el error de subestimar. En el pasteloso programa de entrevistas hogareñas de Bertín Osborne, el hijo de Ana Obregón defendía su amor por la filosofía y los libros en estos términos: «Yo creo que la filosofía te enseña a pensar, por así decirlo a ser, a tener autonomía en tus pensamientos, no depender de los valores y principios que rigen la sociedad […] encontré un refugio en los estudios, a mí me apasionan los libros.»

Y tan sólo unas semanas después, en la misma cadena en la que según el famoso meme se suicidan los libros: en el único programa que se puede considerar seudocultural de su parrilla, Pasapalabra, el ganador del bote más grande de su historia se lo llevó un poeta.

 

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David Leo en el momento de ganar el rosco de Pasapalabra

 

Pero lo más impactante del hecho no fueron los 1.866.000 euros que se llevó a casa (bueno lo que Hacienda le deje llevarse) fueron sus declaraciones sobre lo que va a hacer con dicha cantidad lo que resultaba más revolucionario. David Leo, que así se llama el ganador, quiere invertir lo ganado en viajar a Japón con su novia (hasta ahí nada que se salga de lo habitual) montar una librería-café, una academia de «saberes inútiles» para que especialistas en humanidades tengan un espacio de intercambio y comunicación, y centrarse en su carrera literaria.

¿Puede hacerse una declaración de intenciones más incendiaria en la cadena de programas como Gran Hermano, Sálvame Deluxe o Mujeres, hombres y viceversa? ¿Telecinco mecenas de las humanidades? Tampoco suena tan marciano, cuando hasta la propia Mercedes Milá está enfrascada en sacar adelante un programa sobre libros bajo el auspicio de Mediaset.

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Ouka Lele fotografiando el Olimpo de Telecinco

 

Táchenlo de paranoico, de ida de olla, de querer ver donde no hay, pero es muy posible que se esté gestando un golpe de estado contra el sistema cultural tal y como lo conocemos en la actualidad. Una subversión de los artríticos esquemas del entretenimiento de masas, un cambio de sentido que arrastre la estulticia que bulle en las redes, y deje flotando todo lo bueno que pulula por la red. Y este golpe de estado provendrá como todos del hartazgo, la saturación, el aburrimiento. Pero no se manifestará con la rabia de un escupitajo punki, ni con la rancia pana de los cantautores, ni con las flores en el pelo de los hippies: la subversión vendrá desde dentro y casi sin pretenderlo.

Se está fraguando con tipos como David Leo, que no tuvo complejo alguno en convertirse en concursante cuasi profesional de televisión; se cocina a fuego lento en las librerías que pese los agoreros aún abren en muchas ciudades, en las editoriales con propuestas innovadoras; en los cineclubes; y en las bibliotecas, también en las bibliotecas. Pero sólo en las que se dejen hacer.

¿Qué quiere decir eso de dejarse hacer? Pues de lo que va a ir el próximo Congreso de Bibliotecas Públicas que se celebrará en Toledo los días 16 y 17 de noviembre. Uno de los temas que prometen resultar más interesantes es el relativo a los makerspaces, los talleres en los que todo tipo de público tiene acceso a tecnología y equipamientos para fabricar, idear y diseñar prototipos. Un laboratorio abierto a la experimentación, un conciliábulo en el que puede que se termine de diseñar ese golpe de estado cultural que trastoque las cosas.

Volviendo a las señales que hay que estar atento para percibir, en un producto cultural tan mainstream y estandarizado como puede ser un vídeo de Justin Bieber, hay toda una lección de futuro aprovechable desde el mundo bibliotecario.

En 2015 el ídolo de adolescentes daba un vuelco a su estilo musical en un intento de afrontar su evolución hacia un público más adulto. Para su tema Where are Ü now? rodaron un vídeo en el que fans del cantante tomaban al asalto una galería de arte de Los Ángeles. Las paredes de la galería estaban llenas de fotos de su ídolo, y los fans tenían a su disposición todo tipo de pinturas y rotuladores para intervenir cómo mejor les pareciera la imagen de la estrella. El resultado de todas esas intervenciones terminó convirtiéndose en animaciones sobre la imagen del cantante en el vídeo.

 

 

Bieber, un ídolo 100% millennial como gusta llamar a los nacidos tras los 80, iluminando el camino. Tres años antes, en su gira de 2012, otra estrella musical proveniente de la era pre-Internet como Madonna, se dejaba escribir con rotulador palabras reivindicativas por parte de sus fans directamente sobre su espalda desnuda. Si quieres significar algo (como estrella o como institución) déjate hacer.

¿Tendrán esa capacidad muchos bibliotecarios y bibliotecas? Algunas decididamente lo intentan. Es el caso de Biblioteca Pública Fond du Lac (Wisconsin), primero cedieron las tarjetas de la biblioteca para que los usuarios las interviniesen e hicieran con ellas collages que lucir en sus paredes, y ahora lo cambian por un proyecto colaborativo para que desarrollen un fanzine aprovechando los medios y espacios de la biblioteca. El medio cultural más alternativo y contrahegemónico desarrollado desde una bilbioteca.

 

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Rolo o collage realizado por los usuarios con las tarjetas antiguas de la biblioteca

 

El lema contracultural Do it yourself (Házlo tú mismo) lleva extendiéndose por el mundo bibliotecario anglosajón desde hace tiempo, y no sólo en lo que se refiere a los makerspaces. Es una forma habitual de denominar a los tutoriales de las webs de muchas bibliotecas. Por ejemplo en la web de la Biblioteca de la Universidad de Oregón tienen la sección Library DIY (Biblioteca Házlo tú mismo) básicamente una Ayuda detallando las informaciones que precisas para ser autónomo a la hora de manejarte con sus recursos.

 

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El Do It Yourself de la biblioteca la Universidad de Oregón

 

No deja de ser irónico que Do It Yourself se considere un lema contracultural, cuando es lo que llevan haciendo muchos bibliotecarios desde el principio de los tiempos. Aunque ha sido durante estos años de crisis cuando la cosa ha llegado al paroxismo.

Durante los años de bonanza la megalomanía de algunos ¿responsables? políticos les llevó a erigir grandes infraestructuras culturales que una vez hecha la pertinente foto para los medios, quedaron a merced de unos presupuestos anémicos. Instalaciones estupendas, emblemas arquitectónicos para sus ciudades que los discretos bibliotecarios tenían que llenar de contenido con los mínimos recursos. Tal vez por eso, y no por una decisión estética voluntaria, muchos de las soluciones decorativas tienen no pocas semejanzas con la estética propia de un centro escolar o resultan «adorablemente» demodé.

 

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Saloncito vintage en la Biblioteca Regional de Murcia

 

Y así la limpieza de formas y líneas que el prestigioso arquitecto de turno ideó para deslumbrar a los ciudadanos, conviven con carteles en cartulina, contenedores decorados con papel maché o centros de interés forrados con papel de colorines comprados en un chino. No cabe mejor imagen para expresar el contraste entre los sueños cosmopaletos de algunos y la gestión cotidiana de la cultura a pie de calle que ejercen, entre otros, los bibliotecarios.

Pero precisamente ese es el espíritu. Los millenials adoran el Do It Yourself, y las bibliotecas lo llevan practicando desde siempre. El éxito entre las nuevas generaciones de la estética ochentera está detrás de todo esto, el hacer las cosas con cuatro duros auxiliados por las grandes posibilidades que ofrecen las tecnologías. Donde no alcance el dinero, que llegue el ingenio y la ironía. Sólo así se puede sobrevivir mientras se va gestando este golpe de estado cultural que estamos promoviendo desde dentro del sistema.

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La estética propia de la música vaporware se alimenta de los referentes del pasado, de los primeros ordenadores y del pop más pasado de vueltas de los 80.

 

Y para cerrar con una demostración práctica, nada mejor que un poco de electro-disgusting del dúo barcelonés Las Bistecs. Se dieron a conocer poniendo a caldo el mundo del arte, eso sí insistiendo en que no nos la tomásemos en serio; y en este vídeo además de dar ejemplo de maximizar recursos, morro mediante, nos dejan una honda reflexión: «no tengas fe en el progreso, aunque luego vayas preso«:

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Biblioteca capitalista. El musical

 

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Si en el post anterior cerrábamos con Banksy, este post lo abrimos con la instalación sobre el Monopoly, que hizo en Londres en una acampada anticapitalista.

 

Hace unos días la multinacional del juguete Hasbro lanzaba una noticia que promete revolucionar el futuro de esta industria. El juego del Monopoly, cuyos derechos le pertenecen, va a convertirse en un musical. Pero no sólo eso, además la empresa en la que nació Mr. Potato, quiere crear narraciones en torno a sus productos, para que así los clientes se sientan inmersos en la experiencia del juego.

Recuerda mucho a lo que hablábamos en nuestro #postenobras a cuenta de la narración transmedia, como herramienta para vendernos (y en eso da igual que seas una biblioteca que una línea de juguetes). Pero a lo que íbamos, el Monopoly, el juego de las finanzas, el entretenimiento que consiste en especular en el mercado inmobiliario, arruinar a otros, competir por enriquecerse a toda costa, y que lleva décadas enseñando a generaciones la filosofía del capitalismo más desaforado; ahora tendrá además banda sonora.

 

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El Tío Gilito disfrutando de un baño en su depósito de dinero. La felicidad del capitalismo en viñetas para niños.

 

Según lo que nos relataba un artículo de Yorokobu, parece que su creadora, la norteamericana Lizzie Maggie, creó este juego en 1904 para denunciar los excesos del capitalismo (El juego del terrateniente, se llamaba); pero como ejemplo perfecto de la capacidad del sistema en cuestión, para fagocitar toda disidencia: se terminó convirtiendo en el mejor instrumento para perpetuarlo lúdicamente. Y precisamente ha sido este verano, una estación tan propicia a los juegos de mesa, es cuando en la web Actualitté Literaire se alegraban de que finalmente llegue a Francia el BookoPoly, la versión literaria del Monopoly.

 

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Bookopoly, compitiendo por tener una biblioteca.

 

Su dinámica es similar, pero su espíritu francamente distinto. En lugar de especular con propiedades inmobiliarias, se trata de construir librerías, y si se acumulan los suficientes libros, llegar a tener una biblioteca. El castigo no es la cárcel, sino la televisión (deberían concretar en este caso: las series de HBO y demás plataformas similares pueden ser el paraíso para cualquier letraherido, en cambio Mediaset sí que equivaldría a un campo de trabajos forzados para que el que vaya de pureta); y la máxima aspiración es llegar a convertirse en el presidente del club del libro.

 

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Los creadores del Bookopoly tienen que revisar el reglamento. El castigo debe ser ver ininterrumpidamente un reality por ejemplo, pero no ver la televisión en general. Existiendo cosas como Mad men, no resulta creíble como castigo.

 

Pero de momento, el juego, a partir de los 8 años, puede venderse como una vuelta al adiestramiento en el capitalismo salvaje de su modelo original, para dirigirlo hacia el amor por la cultura. Después de todo, John D. Rockefeller empezó su carrera como bibliotecario a los 17 años en Cleveland: ¿cuánta de su determinación y astucia para los negocios se desarrollaría mientras ordenaba las fichas en los casilleros, u ordenaba los libros en las estanterías?

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Pennies from heaven (Dinero caído del cielo, 1981), el último musical con verdadero sabor clásico

En cualquier caso, el Money, money de Cabaret (1972) se quedará desfasado pronto como himno irónico capitalista; es de esperar que el musical de Monopoly nos deleite con nuevas melodías, que lo hagan aún más irresistible y pegadizo.

El público potencial de los musicales es de mediana edad para arriba, así que no parece que vayan a tener problemas con el hecho que alarmaba al diario económico Libre Mercado, hace unos días: el 51% de los jóvenes estadounidenses se opone al capitalismo.

Desde el liberalismo económico que defiende la publicación del grupo de Libertad Digital, con Federico Jiménez Losantos al frente: eso de que los jóvenes estén decantándose hacia la izquierda, les pone obviamente los pelos de punta. Pero ¿es algo que deba sorprenderles tanto? ¿en qué realidad viven?

 

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Biblioteca acorazada: la cultura hace que siempre tengas liquidez en tu patrimonio.

 

Pero es una noticia que sirve para desmontar más de un dogma. Por seguir con la música, en el ensayo La dictadura del videoclip: industria musical y sueños prefabricados, el sociólogo y artista plástico Jon Illescas, se esfuerza por denunciar los excesos de una industria musical, que inocula los valores capitalistas en las tiernas mentes juveniles, a través de las estrellas de la música. Aunque profusamente documentada y sustentada en argumentos biológicos, económicos, históricos y sociológicos; a tenor de ese 51% de jóvenes que se despegan de los preceptos del capitalismo, parece que el influjo de esas estrellas, ya no es tan determinante como asume Illescas. La realidad, cuando se obstina, aún tiene más fuerza que los sueños prefabricados.

 

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Ilustración de Miguel Brieva para el ensayo de Jon Illescas: La dictadura del videoclip

 

Parece que pese a los esfuerzos de Rihanna (uniendo sangre y sexo para reclamar sus ganancias), Kate Perry (aliándose con el Pentágono para inducir a los jóvenes sin futuro, a que sean carne de cañón), Shakira (defensora del filantro-capitalismo, como una manera de privatizar la educación), Pitbull o Britney Spears (que con su tema Work bitch, resume la filosofía capitalista a ritmo EDM): su brillo no consigue ocultar las miserias de un sistema depredador que lleva décadas robándoles un futuro mejor.

Leyendo el ensayo de Illescas, no se puede evitar empezar a sentirse culpable cuando tarareas la última melodía de moda, o ponerte un poco paranoico al percibir que estás, casi permanentemente, rodeado de mensajes hegemónicos capitalistas, hábilmente distribuidos en hilos musicales de casi cualquier espacio público.

 

La versión «censurada» del tema cargado de crítica social They don’t care about us (Ellos no se preocupan por nosotros) de Michael jackson. Según relata Illescas, el Rey del Pop tras este tema denuncia (del que existe una versión menos incómoda que fue la que se lanzó a los medios), no recibió financiación para su próximo disco. Otras estrellas aparentemente todopoderosas, que recibieron su castigo por salirse del discurso admisible, según la industria del entretenimiento, fueron Prince, o Madonna con la crítica a la guerra de Irak en American life.

 

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Prince con la palabra slave (esclavo) escrita en el rostro; y dejando clara su opinión sobre la industria musical.

 

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Secret project de Madonna, proyecto cargado de crítica social. ¿Lavado de imagen para una reina mainstream o auténtica conciencia social?

Pero pese a las reservas que se puedan tener a los planteamientos de este ensayo (en su listado de vídeos contrahegemónicos incluye a ¡¡David Bisbal!!, por su tema contra los niños soldados) hay que reconocer que lo cierto es que Illesca se moja.

Al final de su voluminoso estudio, Illescas ofrece su modelo alternativo para desmontar el actual sistema en el que vivimos. Que se hagan propuestas siempre es bueno, que se esté de acuerdo con ellas, ya es otro asunto.

Según su modelo, en la sociedad postcapitalista los ciudadanos que demuestren tener cualidades innatas para la creación musical: serían financiados por el sistema y tendrían que producir arte que ensalzara valores humanos. Su propuesta básicamente consiste en organizar algo tan esquivo como es la creación artística, una funcionarización de los artistas que remite a estructuras de regímenes totalitarios.

 

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Como dijo, David Lynch en una ocasión: «cuando estoy creando no me siento responsable socialmente«. El verdadero arte sólo puede nacer de la libertad individual, de la creatividad no sujeta a estructuras organizativas, porque entonces estaríamos poniendo el primer ladrillo de una nueva fábrica de creaciones manufacturadas, según una ideología. Por eso, ¿no es posible una vía intermedia entre ese capitalismo liberal que defiende a ultranza Libre Mercado, y esa sociedad en la que se termina funcionarizando al arte, que propone Jon Illescas? Ese sería un buen argumento para el día en que adapten el Bookopoly a musical de Broadway (bueno mejor del Off-Broadway que es más alternativo).

 

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César Rendueles, sociólogo y ensayista que aborda una historia crítica del capitalismo desde la óptica de aquellas novelas que le marcaron intelectual y emocionalmente

 

Después de un siglo tan sumamente polarizado como el XX, entre comunismo y capitalismo. Ver un documental de animales de la 2, es muchas veces como ver un tratado de economía del capitalismo salvaje; pero el capitalismo también ha propiciado el periodo de prosperidad más largo que se conoce, dando lugar a las clases medias. ¿No vamos a ser capaces de encontrar un discurso intermedio y más racional?

Mientras tanto, promocionemos al Bookopoly, no deja de ser un sucedáneo del juego capitalista por excelencia; pero al introducir la cultura como un activo para nuestros negocios, al convertir a los libros y a las bibliotecas en inversiones de futuro: puede que sea un buen adiestramiento para cambiar la perspectiva; y quedarse con lo mejor de cada sistema.

 

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Niño de Elche, sus críticas al capitalismo en forma de canciones se escabullen de lo panfletario. Y con esa portada, ¿candidato a compositor de un hipotético musical con el título de Biblioteca capitalista?

 

Dejémoslo aquí antes de incurrir en panfletos, que vamos bien servidos. El cortometraje Logorama es el resumen perfecto de lo dicho hasta ahora. Es brillante, tiene el poder de algunos de los diseños publicitarios más seductores, y nos ofrece un final de caos y destrucción, que en cambio resulta de lo más catártico. Data de 2009, pero pareciera hecho a remolque de esta crisis, de la que sólo parecen querer sacarnos dándonos a elegir entre cara o cruz; y la vida ya se sabe, casi siempre cae de canto.

 

About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

La biblioteca como barricada

Utilizar la palabra barricada, hace unos años, salvo que fuera en referencia al grupo de rock vasco, evocaba revoluciones decimonónicas, guerras antiguas que poco tenían que ver con el debate público que copaba los medios. En cambio en esta segunda transición que dicen estamos viviendo, los discursos se han llenado de figuras de estilo, que independientemente del contenido, remiten a esos tiempos.

Será que la moda vintage también alcanza a la política, y no todos saben customizarlo en un estilo propio y renovado. El caso es que unir biblioteca a barricada, se podría considerar una adhesión a alguno de los estilos en que nos quieren polarizar: y no, nuestro discurso va por libre, la única servidumbre que conoce es la de la defensa de la cultura.

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Ilustración del articulo Librarians for privacy de Zöe Carpenter, publicado en The Nation

La barricada es excluyente, y unirla al concepto de biblioteca abierta y sin muros que se preconiza para el siglo XXI suena contradictorio; pero también es protectora de lo que queda tras ella: y es desde ese sentido desde el que se utiliza en este post.

Barricada como autodefensa, como acogida, como protección de, y contra, muchos de los asuntos que nos afectan más directamente estos días.

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La Biblioteca de Kansas, con dicha fachada no hacen falta barricadas

PRIMERA BARRICADA

La más reciente y fulgurante barricada levantada por bibliotecarios acaba de suceder en el estado norteamericano de Kansas. El proyecto de ley HB 2719 ha sido desarrollado por los legisladores de Kansas, para dar más poder a los votantes a la hora de controlar los impuestos. Las decisiones serán establecidas por un órgano electo que decidiría sobre los recursos destinados a un gran número de instituciones públicas. La subsistencia de las bibliotecas pasaría a depender de este órgano electo en lugar de tener una asignación presupuestaria establecida por el Estado; lo cual pondría en peligro la supervivencia de muchas de las bibliotecas de la red.

La crónica que el Library journal hace de la noticia, te transmite la emoción como sólo los norteamericanos saben hacerlo. Una lucha contrarreloj para presentar las alegaciones pertinentes que consiguieran excluir a las bibliotecas del texto legal, que contó con la oposición frontal de los muy conservadores miembros de la asociación Americanos por la prosperidad. Dos de sus miembros, los hermanos Koch (Charles D. y David H.) ya habían conseguido tumbar un referéndum a favor de una biblioteca en Plainfield, financiando una campaña de llamadas telefónicas automáticas.

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Los ultraconservadores y billonarios hermanos Koch han financiado al Tea Party, acciones en contra del sistema sanitario de Obama o boicots contra la Ley del clima. La financiación pública de las bibliotecas ha sido otro de sus objetivos a abatir.

KSLibsFoamFingersEl momento más emocionante fue la audiencia pública: unas 175 personas atestando la sala y con dedos de espuma diseñados para la ocasión en defensa de las bibliotecas. Los legisladores mostrándose sorprendidos al descubrir la cantidad de trabajos que los bibliotecarios desarrollan en sus centros; y el encendido alegato por parte los portavoces directores de bibliotecas, Matt Nojonen y Roger Carswell. Pocos días después el demócrata Tom Sawyer (con ese nombre el destino tenía que jugar a su favor por fuerza) presentó la enmienda para eliminar toda mención a las bibliotecas en la ley.

Sólo haría falta una banda sonora emotiva, poner a Tom Hanks y Julia Roberts de pareja de bibliotecarios que se enamoran mientras luchan juntos: para que la historia de unos bibliotecarios acaparase premios de la Academia, el próximo año.

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Cartel de la campaña defendiendo la titularidad pública de la Biblioteca de Birmingham

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Cartel diseñado por Jamie Reid (diseñador de muchas de las portadas míticas de discos punk) para salvar a la Kensal Rise Library

Quienes no tienen tanta épica a su favor son los bibliotecarios británicos. Según difundía la BBC, ya son más de 350 bibliotecas locales las que han echado el cierre desde que empezó la crisis.

Una situación límite la que se está viviendo en el Reino Unido, y que se agudiza con la progresiva privatización que de los servicios bibliotecarios, se lleva desarrollando en el mundo anglosajón desde la década de los 90.

El blog Stop the privatisation of Public Libraries es una buena fuente de información para estar al día de las movilizaciones y acciones que se desarrollan en defensa del acosado sistema público de bibliotecas.

 

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Alison Macrina, bibliotecaria activista por la privacidad del internauta en las bibliotecas. Fundadora de Library Freedom Project

SEGUNDA BARRICADA

Pero como se dijo al principio la barricada también sirve para protegerse de todo tipo de abusos, por ejemplo los que pueden infligir sobre nuestra privacidad las autoridades a través de las nuevas tecnologías. Hace dos meses, la Biblioteca Pública de Las Naves en Valencia se convirtió en la segunda biblioteca del mundo en unirse al proyecto Tor. Este proyecto que permite navegar por Internet de forma anónima, es utilizado por miles de periodistas, activistas y personas amenazadas o perseguidas por regímenes totalitarios. Y todo empezó por la barricada levantada por Alison Macrina en una pequeña biblioteca de Watertown (Massachussets).

Tras las filtraciones de Edward Snowen, Macrina empezó por instalar herramientas que protegieran la privacidad de sus usuarios en los equipos de la biblioteca. De ahí al activismo a favor del software libre que permite mantenerse a salvo de intromisiones ajenas en nuestros periplos digitales: sólo hubo un paso. Casi sin pretenderlo se ha convertido en la instigadora de todo un movimiento al que se van sumando bibliotecas (la última en Canadá), y que la ha llevado a convertirse en enemiga de la poderosa NSA (The Super Secret National Security Agency), que nos espía a todos a través de la red.

Fundadora del Library Freedom Project, Macrina no lo está teniendo fácil, pero ha convertido su apostolado en pos de la libertad en el uso de la red desde las bibliotecas, en la razón de su vida.

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Requisitos para ser una persona normal, la primera película de Leticia Dolera como directora

TERCERA BARRICADA

Según el último informe del Observatorio de la piratería y los hábitos de consumo (con todas las prevenciones que se quieran tomar por ser un informe elaborado por los principales damnificados): el 87% de los contenidos digitales consumidos en 2015 fueron ilegales, lo que ha causado al sector pérdidas de casi 1.700 euros. Es curioso que cada vez que se habla de formas para erradicar la piratería, y concienciar en el respeto a los derechos de los creadores: nunca se incluya a las bibliotecas en el debate.

En nuestro país el debate sobre la piratería está viciado desde el principio. Abordar el tema fuera de los latiguillos habituales se hace incómodo y difícil: los excesos de la SGAE, la codicia de las multinacionales, el derecho al libre acceso a la cultura. Todos estos argumentos se utilizan muchas veces como simples excusas para que recaiga en las autoridades toda la responsabilidad en la protección de los derechos de los creadores. Una hipócrita permisividad enquistada en la mentalidad de gran parte de la población; a la que no es difícil encontrarle paralelismos en otro orden de asuntos, que llevan años reflejándose en una situación política de la que todos somos responsables.

Sin título

La actriz, y recién debutante como directora de cine, Leticia Dolera, ha sido una de las pocas voces que se ha atrevido a dar un paso al frente y a denunciar la situación. Bajo el título Por una cultura sostenible, Dolera publicó un post en el blog que tiene en la revista Harper’s Bazaar en el que narra sus dificultades para eliminar su primera película como directora (Requisitos para ser una persona normal), de diferentes direcciones web que la ofrecen ilegalmente. Las declaraciones de la actriz resultan de lo más elocuentes:

«Cuando hablo de este tema con gente se ponen a la defensiva y tú te conviertes en el enemigo, en el que quiere vetar los derechos del internauta. No es así. Lo único que reclamo es un sistema regulado.

Casi siempre sale a colación la expresión «cultura libre». Y a mí me preocupa seriamente la banalidad con la que se usa a veces.

Voy por partes, por un lado, la cultura sí está al alcance de todos ¿dónde?, en las bibliotecas públicas, lugares que merece la pena fomentar y cuidar, casi como si de templos se tratara. Ahí no sólo hay libros […] también hay música y películas y no, no sólo hay películas antiguas en blanco y negro o cine de autor […] sino también cine mainstream y de todos los géneros»

Gracias Leticia por decirlo alto y claro. ¿Por qué a nadie se le ha ocurrido utilizar las redes de bibliotecas públicas que tenemos en nuestro país para hacer campaña de sensibilización y de lucha contra la piratería? ¿por qué las industrias culturales y las autoridades competentes no han sabido aliarse con las bibliotecas y utilizarlas como barricadas contra esa mentalidad del todo gratis? Si se potenciase a las bibliotecas como sitios web desde los que poder descargarse libros, películas, música y videojuegos de forma legal: ¿no sería una manera inteligente de combatir el problema?

 

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Ingeniosa campaña para concienciar contra la piratería en la industria music de TBWA/Italia, creada por los artistas Mirco Pagano y Moreno De Turco: cadáveres de mitos de la música hechos con discos.

 

James Costos, el actual embajador de los Estados Unidos, declaraba que uno de sus objetivos de su representación diplomática en nuestro país pasaba por combatir la piratería de contenidos culturales (habiendo sido ejecutivo de HBO, con más razón). Los intereses comerciales de los Estados Unidos no son ninguna broma, y el propio Obama recurrió a la red de bibliotecas públicas de su país a la hora de difundir su proyecto de sistema sanitario público. ¿Sería muy ingenuo una acción conjunta entre el Ministerio de Cultura y la Embajada estadounidense para combatir la piratería de contenidos culturales de ambos países? Los beneficios serían mutuos.

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El potencial de las bibliotecas como instrumentos para el cambio social, puede ir más allá de las funciones que hasta ahora le han sido asignadas: y su infrautilización tan sólo demuestra una escasa altura de miras a la hora de concebirlas. Privatizaciones, privacidad y piratería: son sólo tres de los muchos ámbitos en los que las bibliotecas pueden actuar de barricadas para la defensa de derechos elementales.

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About Vicente Funes

Vicente Funes, técnico especializado bibliotecas. Gestor de las redes sociales de Infobibliotecas. No dudes en contactar conmigo en: vfunes@infobibliotecas.com

Celebración y reivindicación en el Día Internacional de los Archivos

Día Internacional de los Archivos, una jornada dedicada a celebrar el valor que tienen y para contar por qué es importante defender a estas instituciones y a los profesionales que las hacen posible. Son, entre otras cosas, la base de la identidad de las comunidades y una garantía para el buen funcionamiento de la democracia, y es necesario que la ciudadanía y los responsables políticos sean conscientes de ello y conozcan los maravillosos documentos útiles, únicos, extraordinarios, raros que en ellos se conservan. Archivos_DiaInternacionalPor el lado de la celebración y la visibilización de los fondos que atesoran los archivos, una de las iniciativas más importantes que se organizan cada año a nivel internacional es la recopilación de imágenes de documentos excepcionales que realiza el Consejo Internacional de Archivos para mostrarlos en esta web. El plazo para enviar imágenes finalizó este fin de semana, pero podréis disfrutar del resultado (y difundirlo) a partir del día 9. Un dato: en la pasada edición, solo en el mes de junio, la página tuvo más de un millón y medio de visualizaciones, así que si no habéis participado aún, apuntad la cita para el próximo año. Es un gran escaparate para vuestros tesoros. Ya en nuestro país, destacamos algunas iniciativas. En la Comunidad de Madrid, se ha organizado todo un programa de visitas guiadas, conferencias, cine y música para celebrar este día en el Archivo Regional, situado en la antigua fábrica de cerveza “El Águila”, hoy reconvertida para seguir dándonos muchas alegrías ;). La actividad que más nos gusta de las que organizan tiene que ver con el inicio de la Campaña “Compartiendo memorias”, por la que los madrileños que lo deseen podrán compartir todos aquellos documentos antiguos de valor que conserven en casa, tipo correspondencia de antepasados que se refiera a hechos históricos, salvoconductos, pasaportes, nombramientos, diplomas, cartillas de racionamiento, nóminas, contratos, carnés de sociedades antiguas, autógrafos, fotografías de la Guerra de Cuba… Esos documentos serán digitalizados durante los días 8 y 9 de junio, y las personas que los aporten obtendrán copia de ellos si acuden con una memoria USB, además de poder ver los trabajos que se desarrollan en los talleres de reproducción. Archivos_DiaInternacional_MetroEn muchas otras ciudades y pueblos se organizan actos y exposiciones. No importa el tamaño, lo bueno es compartir la riqueza de los archivos, que es mucha. Por ejemplo, en Barbastro (Huesca), el Archivo del Ayuntamiento y el Servicio de Archivos de la Comarca de Somontano organizan una exposición de siete pergaminos medievales correspondientes a los reinados de Alfonso III y Jaime II de Aragón, a caballo entre los siglos XIII y XIV, que hablan de fueros y privilegios, obligaciones para costear las deudas de los monarcas, y de justicia en los conflictos entre cristianos y judíos. Podrán disfruarse del 1 al 10 de junio.

Reivindicaciones

Y en el terreno del debate, la reflexión y la reivindicación, una cita ineludible es la Jornada «Archivos en tiempos de crisis» que organizan la Asociación de Archiveros de Andalucía y la Fundación de Estudios Sindicales-Archivo Histórico de CC.OO de Andalucía en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla el 8 de junio. De lo que se hablará allí es de la incidencia de la recesión en los archivos, tanto en el ámbito privado como en el público. Archivos_diaInternacionalJornadaLa caída de la inversión en el sector ha supuesto la pérdida de puestos de trabajo y la paralización o el aplazamiento sine die de proyectos de reproducción, digitalización y equipamiento, ente otros. En la jornada se pretende cuantificar los efectos de estas medidas y analizar cómo han afectado a la función que cumplen los archivos, es decir, cómo ha afectado a los servicios que deben ofrecer las Administraciones y a los derechos de los usuarios, a la investigación y la recuperación de la memoria histórica. También se abordarán medidas de superación: búsqueda de salidas profesionales para los archiveros, nuevos enfoques de la profesión y la mejora de la formación de los profesionales. Especialmente cuestionados están los estudios de máster que se ofrecen en muchas ocasiones solo para “hacer caja”, porque ofrecen verdaderas salidas profesionales. En esta página podréis consultar el programa completo y el manifiesto que será leído durante la jornada. Merece la pena resaltar el párrafo con el que comienza, en el que se recuerda la Declaración Universal de los Archivos, aprobada por la UNESCO en 2011:

“Los archivos custodian decisiones, actuaciones y memoria. Los archivos conservan un patrimonio único e irreemplazable que se transmite de generación en generación. Los documentos son gestionados en los archivos desde su origen para preservar su valor y significado. Los documentos son fuentes fiables de información que garantizan la seguridad y la transparencia de las actuaciones administrativas. Juegan un papel esencial en el desarrollo de la sociedad contribuyendo a la constitución y salvaguarda de la memoria individual y colectiva. El libre acceso a los archivos enriquece nuestro conocimiento de la sociedad, promueve la democracia, protege los derechos de los ciudadanos y mejora la calidad de vida”.

La peste de corrupción que estamos padeciendo nos está enseñando lo importante que es la transparencia para garantizar nuestros derechos, el buen gobierno y la sostenibilidad de la democracia. Los archivos son irrenunciables en esa tarea, y todos debemos recordarlo para que sean protegidos adecuadamente. ¡Feliz Día Internacional de los Archivos!]]>

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Malos tiempos para las bibliotecas británicas

El incierto futuro de la fastuosa Biblioteca de Birmingham es el último capítulo en la historia de acoso y derribo que sufren las bibliotecas británicas. Inaugurada a bombo y platillo hace apenas año y medio como proyecto que iba a simbolizar el renacimiento de la segunda ciudad más poblada del Reino Unido, en 2015 tendrá un recorte de 1,5 millones de libras en su presupuesto de 10 millones, por lo que 100 de sus 188 trabajadores podrían perder su empleo y las horas de apertura podrían verse reducidas de 73 a 40 semanales.

Birmingham-libraryLa Biblioteca de Birmingham no había hecho más que acumular titulares positivos en la prensa… hasta ahora. Había borrado el recuerdo de la biblioteca que sustituía, la Central de Birmingham, construida en los años 70 en estilo brutalista y de la que el príncipe Carlos llegó a decir que parecía más “un lugar para quemar libros que para conservarlos”. Es la biblioteca más grande del Reino Unido y el espacio cultural de mayores dimensiones de toda Europa. Cuenta con una de las dos colecciones sobre Shakespeare más importantes del país, destacables fondos fotográficos, galería de arte, un centro multimedia, jardines y dos cafés, entre otros recursos, y a su inauguración como estrella invitada acudió la admirada Malala, la niña pakistaní que se enfrentó a los talibanes para defender su derecho a la educación y ganó por ello el Premio Nobel. En sus primeros 100 días la visitó nada más y nada menos que un millón de personas, Pero ahora, su futuro está en el aire. Sólo sus gastos corrientes ascienden a 10 millones de libras (13 millones de euros) al año, sin contar con los pagos del préstamo de 16 millones de euros que se recibió para su construcción, y a los recortes en el presupuesto municipal se añade que hasta el pasado octubre sólo habían conseguido una cuarta parte del objetivo de recaudación de fondos privados que se habían puesto. El equipo directivo busca su supervivencia a través de lo que llaman “nuevos programas de valor añadido”, más recaudación de fondos y la alianza con otras instituciones, como las bibliotecas universitarias de la ciudad y la Biblioteca Británica.

Uso menguante

Pero como decimos, el panorama preocupante se extiende a todas las bibliotecas del país. Según un estudio recién publicado -y sólo disponible previo paso por caja- por el Instituto Colegiado de Contabilidad y Finanzas Públicas del Reino Unido (CIPFA son sus siglas en inglés), desde 1997 el número de bibliotecas ha descendido un 9,8%, y el número de visitas a las mismas ha caído desde 6,4 por persona en aquel año a las 4,3 visitas de media en el curso 2013-2014. Ocho millones de personas usaron las bibliotecas para tomar prestados libros en el último año, un millón menos que en el curso 2012-2013 y exactamente la mitad que en 1997. El número de títulos disponibles ha caído en 20 millones en el mismo periodo de tiempo, para situarse en los 55 millones en el último curso. Solo hay algo más de 19.000 trabajadores remunerados en las bibliotecas del país, frente a los casi 26.000 de 1997, y apenas el 48% de ellas tiene wifi. BritishLibrarymani2Para Meredith Schwartz, editora ejecutiva del Library Journal, los británicos están usando menos las bibliotecas no porque tengan menos necesidad que otros, o porque sus bibliotecarios sean menos hábiles a la hora de atraerlos, sino porque “no se puede acceder a internet desde bibliotecas que están cerradas, no se pueden coger libros que no se compran o catalogan, y no se puede preguntar a bibliotecarios despedidos cómo encontrar información”. El problema, a su juicio, es que se genera un círculo vicioso: los usuarios no visitan las bibliotecas porque éstas están desatendidas por los recortes, y la falta de usuarios desincentiva a los políticos a invertir en un servicio que no se utiliza tanto. Sin embargo, lo tiene claro: “La necesidad de invertir recursos en bibliotecas se mide mejor no estudiando quién las usa sino analizando las necesidades que no se están satisfaciendo y que, si tuvieran el apoyo suficiente, bibliotecas activas podrían cubrir con más eficacia que recurriendo a cualquier otra solución”. Otro informe publicado el mes pasado, el Independent Library Report encargado por el gobierno británico, habla de la grave situación financiera por la que atraviesan las bibliotecas en un momento de cambios rápidos en su papel dentro de la comunidad, pero se centra en recomendaciones para garantizar su futuro. Las tres principales para Inglaterra (no hablan del resto del Reino Unido) son:
  1. Proporcionar desde la Administración central recursos digitales para las bibliotecas, que serían facilitados en colaboración con las autoridades locales.
  2. Crear un grupo de trabajo, liderado por los gobiernos locales en colaboración con otras instituciones involucradas en el sector bibliotecario, para elaborar un marco estratégico que ayude a aplicar todas las recomendaciones del informe.
  3. Ayudar desde el grupo de trabajo a las autoridades locales en la mejora y revitalización de los servicios bibliotecarios, al tiempo que se promueve una mayor participación de la comunidad en ellos.
Britishphonebooth-library1Pero junto a estas recomendaciones más operativas hay otras que definen el papel que las bibliotecas tienen que recuperar en la comunidad para dar respuesta a la demanda de espacios modernos, seguros y flexibles “en los que ciudadanos de todas las edades puedan acceder al conocimiento global de forma gratuita”, especialmente los que se encuentran en situación más vulnerable. No deben limitarse a prestar libros, sino que tienen que convertirse en “infraestructuras para la vida y el aprendizaje, desde el nacimiento hasta la vejez, que ofrezcan apoyo, ayuda y educación, y promuevan el amor a la lectura. Tanto si necesitas optar a un puesto de trabajo, como si quieres entender qué derechos tienes en cuanto a pensiones o qué soluciones tienes para un problema de salud, si necesitas aprender a leer, el bibliotecario puede ayudarte”, dice el informe. La tarea de reflotar las bibliotecas inglesas, añade, debe empezar por una mejora de las tecnologías digitales, y en particular de las conexiones WIFI, y por hacer que las bibliotecas ofrezcan servicios que “ayuden a las personas y las comunidades a ser más emprendedoras, más cultas y, en consecuencia, más prósperas”. El ejemplo de lo que está sucediendo en el Reino Unido debe ayudarnos a reflexionar. Dejar languidecer las bibliotecas, como ocurre con otros servicios esenciales para la comunidad, lastra el futuro de todos. Hay que defender permanentemente la existencia de una financiación estable y suficiente, y el desarrollo de políticas y servicios que sirvan realmente a las comunidades. No podemos bajar la guardia.]]>

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