En acertada reflexión, Juan Soto Ivars, en un reciente artículo a cuenta de la denuncia que la Asociación Abogados Cristianos ha presentado solicitando que se retiren determinados libros de las bibliotecas escolares de Castellón, apunta:
«se ha dicho que la retirada de estos libros es tanto más grave porque enseñan tolerancia y respeto a los derechos humanos. Me parece una defensa muy endeble, incluso estúpida: no se puede hablar de ellos en bloque [..] ese argumento obliga a revisar el contenido, libro a libro. Cae en la trampa de la función moral de la lectura. Y es precisamente esa visión la que empobrece la cultura.»
La función moral de la lectura. Una visión que empobrece la lectura. En este blog hemos señalado más de una vez los peligros que se corren al abusar de ese discurso sonajero que repite, sin practicamente variaciones, los beneficios y virtudes de los libros y la lectura.
El simplismo buenista Mr. Wonderful se infiltra en muchos de los mantras que se repiten para loar los beneficios de leer. Y desactiva todo peligro, todo riesgo que se puede vivir con la lectura.
Pero en las bibliotecas británicas, el próximo verano de 2022, puede que todos esos eslóganes y exhortaciones virtuosas a la lectura se olviden como papel mojado ante la pura experiencia física y sensorial. La organización Reading Agency ha promovido en colaboración con empresas especializadas una experiencia de narración inmersiva en historias del pasado.
Las bibliotecas británicas, que tantos ataques y desprecios por parte de los responsables políticos llevan sufridos en los últimos años, adelantan por la derecha gracias a la tecnología de realidad virtual que se va a implantar en ellas. O al menos así lo venden los promotores del proyecto que se está desarrollando con la empresa StoryFutures, especializada en «narraciones inmersivas»; junto con el British Film Institute o el estudio de animación Nexus Studios.
En el proyecto, bautizado como StoryTrails, 15 bibliotecas británicas e irlandesas participarán en esta nueva experiencia que aspira a llevar un paso más allá las iniciativas que en torno a la memorial local se llevan desarrollando en el mundo bibliotecario durante los últimos tiempos.
Capitaneada por el historiador y presentador de la BBC, David Olusoga, esta iniciativa persigue rescatar historias olvidadas e inéditas para revivirlas a través de las últimas tecnologías virtuales. Lo digital ejerciendo de médium del pasado.
De ese modo, los ciudadanos, podrán convertirse en usuarios de equipos de última generación para estos viajes a los tiempos de sus padres, abuelos y demás ascendentes. El proyecto de las bibliotecas británicas con StoryTrails solo es una señal de algo que se están constatando, cada vez más, tras año y medio largo de pandemia: los desafíos (como reza el título del inminente X Congreso de bibliotecas públicas) ya han sido aceptados por varias bibliotecas desde un tiempo a esta parte.
Si Martita de Graná hubiera hecho uno de sus vídeos virales sobre frases del confinamiento, pero dedicado a bibliotecas, lo de la transformación habría sido protagonista de alguna. Reto, transformación, (afortunadamente ya cayó por amortizada: reinvención), evolución, mutación…
Y es que en esta ¿nueva? normalidad las ideas larvadas, postergadas, aplazadas sobre lo que hacer con las bibliotecas se están acelerando. Y no nos referimos al crecimiento del préstamo digital y el uso de las plataformas digitales (pese a los infortunios que eBiblio ha vivido en los últimos meses): nos referimos a los espacios físicos. Cuyos cambios apuntan y afectan al mismo concepto de biblioteca en algunos casos.
La biblioteca Koldo Mitxlena de Donostia, poco antes de la pandemia, ya se había embarcado en una transformación profunda. Y ahora, también desde la comunidad vasca, otro centro de referencia como la Mediateka de la Alhóndiga de Bilbao está inmersa en un profundo proceso de cambio. La Alhóndiga ahora se define como un centro de sociedad y cultura contemporánea que está poniendo en la Mediateka en práctica lo que es un grito estruendoso de la profesión: que las bibliotecas no son salas de estudio.
Centro cultural, social, plural y sostenible: sumandos de una ecuación cuyos resultados vamos a poder constatar en breve. Los experimentos con gaseosa van terminando y las soluciones arriesgadas, o simplemente evolutivas. van concretándose. Y si hablamos de bibliotecas sostenibles se acaba de reabrir la biblioteca pública Choa Chu Kang de Singapur. Y nos tiene, como decía la campaña de Twitter para el Día de las bibliotecas: #InLovewithlibrary.
Bajo el lema ‘Reconectar con la Naturaleza’ la biblioteca de Singapur es el sueño de cualquier amante de lo vegetal y la cultura. Con esta biblioteca de Singapur, y tras ver la reciente remodelación de la Comicteca BRMU, una cosa queda clara, las plantas naturales son tendencia en bibliotecas. En la biblioteca asiática cuentan con un jardín interior, una sala de hidroponía (cultivo de plantas en soluciones acuosas), lámparas vegetales y herramientas de aprendizaje digital muy orientados a la concienciación sobre la sostenibilidad y los problemas ambientales.
La séptima «biblioteca de próxima generación» del Plan de Bibliotecas y Archivos 2025 de la Junta Nacional de Singapur también se define como una «biblioteca inmersiva». Cuenta con un sendero de aprendizaje AR de realidad aumentada basado en códigos QR para que el público pueda aprender sobre el patrimonio agrícola singapurense de manera inmersiva. En el acto de inauguración, la directora del centro, Jollene Shu dijo que esperaba que el espacio renovado sirviera para cambiar la mentalidad del público sobre una biblioteca.
¿Lo conseguirán? O pese a los maravillosos nuevos espacios, exhuberancia vegetal y propuestas diferentes: ¿el lobby estudiantil seguirá ignorando todas las señales?; ¿aceptarán cambiar la inmersión en los apuntes por la inmersión en el nuevo concepto de biblioteca? Una pregunta para la que puede que, si la tendencia de cambios físicos en bibliotecas sigue prosperando: pronto tengamos respuesta.
Fuente: The Bookseller – The Staits Time